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Libro El mundo no se acaba, de Hannah Ritchie (resumen)

Un libro escrito por una científica y divulgadora de la Universidad de Oxford que tiene por bandera el optimismo y los datos (Anagrama, 2025). Se aleja del catastrofismo ecologista casi tanto como del negacionismo climático; y afirma que «aceptar la derrota ante el cambio climático es una postura indefendiblemente egoísta».

Hannah Ritchie aclara que su optimismo es «condicional» (i.e., condicionado a actuar adecuadamente); que es diferente a un «optimismo ciego» que confía sin promover la acción organizada. Su objetivo es conseguir que seamos la primera generación que logre alcanzar la sostenibilidad completa en los dos sentidos que recoge la definición de la ONU: satisfacer las necesidades de las generaciones actuales; y hacerlo sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras para satisfacer las suyas. Con respecto al primer aspecto, Ritchie opina que falta mucho por hacer aunque, al menos, se ha avanzado una barbaridad en aspectos tales como: la mortalidad infantil y materna, la esperanza de vida, el hambre y la malnutrición, el acceso a recursos básicos (agua, energía…), la educación y la pobreza extrema.

Por supuesto, estos avances en la calidad de vida global también «han tenido un enorme coste medioambiental», lo cual ha empeorado de forma colosal el segundo requisito de la sostenibilidad. Para equilibrar la situación, el libro examina en detalle siete problemas medioambientales y sus interconexiones entre sí.

Antes de examinar esos siete problemas, Ritchie se distancia de dos soluciones típicas del ecologismo: despoblación y decrecimiento. La primera consiste en reducir el tamaño de la población y Ritchie afirma que realmente esa no es una alternativa, primero porque la población ya se está frenando a nivel mundial y, segundo, porque es muy complicado hacerlo de forma ética. Apunta a que más impacto que la superpoblación lo generan los estilos de vida (especialmente de los millonarios), lo cual podría estar afectado por la segunda solución que Ritchie rechaza, el decrecimiento, entendido como un retroceso o empobrecimiento. Para ella, la pobreza no implica mayor sostenibilidad, por supuesto, si consideramos los dos pilares de la sostenibilidad anteriormente indicados. En el libro, ella matiza que es cuestionable el crecimiento en los países ricos, pero que para acabar con la pobreza se necesita un crecimiento económico global. Para ella, no vale cualquier crecimiento y afirma —igual que cualquier decrecentista— que sería necesario crecer en algunos sectores y tecnologías y decrecer en otras. Tal vez, la promesa más impactante del libro es que dice demostrar que podemos reducir el impacto ambiental y, a la vez, mejorar la situación económica.

1. Contaminación atmosférica

Aunque no se suela decir, la contaminación atmosférica es «una de las principales causas de mortalidad en el mundo». Las cifras de fallecidos por esta causa son similares a las muertes por tabaquismo; seis o siete veces mayores que los muertos en accidentes de tráfico; y superan en cientos de veces la cifra de vidas perdidas por terrorismo o por guerras. Cada año, la mala calidad del aire suele ser quinientas veces más mortífera que todas las catástrofes «naturales» juntas.

La buena noticia es que se está reduciendo este tipo de contaminación, especialmente en las ciudades, lo cual baja las tasas de mortalidad. Es preciso tomar medidas locales y globales. Usemos como inspiración el Protocolo de Montreal para eliminar las sustancias químicas que degradaban la capa de ozono, un problema de cuya gravedad advirtió incluso Carl Sagan. En 1987 fue firmado por 43 países; y en 2009 se convirtió en el primer convenio internacional que logró la ratificación universal de todos los países del mundo. Un ejemplo que demuestra que hacer caso a la ciencia tiene resultados positivos.

A escala global, la mayor fuente de contaminación es quemar madera o carbón, incluyendo aquí las quemas agrícolas. Luego está la polución por actividades agropecuarias, principalmente por culpa de la ganadería y por los fertilizantes. Después viene la quema de combustibles fósiles para producir electricidad. Luego, diversas industrias (textiles, químicas, metalúrgicas…), seguidas del transporte de personas y mercancías.

Resumen del libro "21 lecciones para el siglo XXI" de Harari. En nuestro blog también encontrarás el resumen de su libro "Sapiens"

Lee también un resumen de este libro de Yuval N. Harari.

♦ Las soluciones propuestas pueden parecer caras, pero son muy baratas si las comparamos con los cientos de millones en gastos por no solucionar el problema:

  1. Lo más urgente es «dejar de quemar cosas» y, cuando no sea posible, capturar las partículas de la combustión.
  2. Detener las quemas agrícolas por ser una inmensa fuente de contaminación estacional fácil de evitar haciendo compost, triturando, etc.
  3. Conseguir combustibles limpios para cocinar y calentarse. La leña puede ser muy natural, pero es la forma más contaminante de conseguir calor. Provoca múltiples enfermedades por respirar el humo.
  4. Eliminar el azufre de los combustibles fósiles. Es tan simple como poner filtros en las chimeneas.
  5. Transporte más limpio. Los vehículos eléctricos contaminan menos, pero no son parte de la solución porque siguen siendo origen de multitud de emisiones. Por supuesto, la aviación es muchísimo peor.
  6. Transporte sostenible: caminar, ir en bicicleta o en transporte público.
  7. Abandonar combustibles fósiles, en favor de las renovables y de la energía nuclear. Ritchie es contraria a debatir entre renovables y nuclear porque, para ella, lo importante es que son energías con bajas emisiones de CO2. No tiene en cuenta el problema de los residuos radiactivos, ni el riesgo de atentados terroristas, ni el hecho de que las nucleares no sean rentables sin subvenciones de dinero público.

2. Cambio Climático

«Un mundo 6 ºC más caliente que el actual sería devastador», nos advierte la autora. Tras comentar algunas de las consecuencias del calentamiento global, afirma que «si cada país cumpliera realmente sus compromisos climáticos, llegaríamos a los 2,1 ºC en 2100», lo cual sería una gran noticia, aunque podría ser mejor.

Hannah Ritchie asegura que «las tecnologías bajas en carbono resultan cada vez más competitivas» y «los líderes mundiales se han vuelto más optimistas». Ahora tenemos infraestructuras mejor preparadas, podemos predecir eventos climáticos extremos, organizar evacuaciones, existen redes internacionales de apoyo, etc. En definitiva, estamos mejor preparados que en el pasado y sabemos cómo reducir las emisiones de dióxido de carbono, porque hay solo dos fuentes principales: «la quema de combustibles fósiles y el cambio en el uso de la tierra» (deforestación).

La situación actual es que «las emisiones totales siguen aumentando, pero las emisiones per cápita han tocado techo». Ese dato es utilizado por la autora para ser optimista y esperar a que la contaminación empiece a declinar, al menos en los países ricos, porque dice que está demostrado que «los avances tecnológicos hacen que hoy consumamos mucha menos energía que en el pasado». Como ejemplo, afirma que en Suecia se vive con igual nivel que en Estados Unidos y, sin embargo, se emite solo una cuarta parte. Según sus datos, el crecimiento económico y la reducción de emisiones son compatibles. El problema es que mira datos de países ricos que ya son exageradamente insostenibles. En tales casos, ¿es correcto celebrar una pequeña reducción en su contaminación?

En su análisis, asegura que «las soluciones que pasan por reducir el consumo de energía a niveles muy bajos no son buenas», porque la energía es fundamental para mantener o aumentar la calidad de vida. Tampoco ve adecuado que se avergüencen los que viajan en avión, porque para ella volar es un gran invento y las ventajas son suficientes para olvidar sus serios inconvenientes. ¿Será una excusa para justificar su gusto por volar?

♦ Soluciones que propone:

  1. Transición hacia la energía renovable por todas sus ventajas. El inconveniente del espacio que requieren se resuelve buscando lugares adecuados: tejados, agrovoltaica, etc.
  2. Electrificar la demanda de energía donde sea posible y aumentar el almacenamiento (baterías…). Ritchie está convencida de que esta transición requerirá menos actividad minera que con combustibles fósiles.
  3. Replantear el transporte a larga distancia.
  4. Alimentación. Aunque sostiene que no es preciso ser veganos, deja claro que cualquier cambio a dietas más vegetales tiene una enorme influencia en el clima, como por ejemplo elegir hamburguesas de pollo en lugar de ternera (que es la carne con más huella de carbono). Con datos muy fiables confirma que «la carne con emisiones de carbono más bajas supera las de la proteína vegetal con emisiones más altas». Y no importa demasiado si son alimentos ecológicos, de proximidad o en extensivo. La autora afirma que adoptando las siguientes medidas se liberaría suficiente tierra como para compensar las emisiones del sistema alimentario resultante:
    • Comer menos carne.
    • Adoptar las mejores prácticas agrarias.
    • Reducir el consumo excesivo y el desperdicio alimentario.
  5. Reducir las emisiones por la construcción, básicamente eliminando el cemento, un material muy contaminante en su fabricación. Propone usar otros materiales y, aunque no lo cita, una opción es el cemento Sublime.
  6. Poner precio al carbono para que los productos de altas emisiones sean más caros y menos accesibles. Como todos sabemos, los precios no reflejan los costos de los productos, y mucho menos los costos ambientales. El peligro de esta medida —y Ritchie lo subraya— es que haga que las familias pobres sean aún más pobres. Para evitarlo se deben incluir ayudas y conseguir que sean los ricos los que más paguen, porque son, de hecho, los que más carbono emiten.
  7. Sacar a la población de la pobreza es otra medida para adaptarnos al cambio climático, porque son los pobres los más vulnerables.
  8. Mejorar la resiliencia de los cultivos ante los efectos del cambio climático.
  9. Adaptarnos ante el aumento de temperaturas.
  10. No caer en la trampa psicológica de la «autoconcesión moral». Esto ocurre cuando nos permitimos algo negativo porque creemos que lo compensamos con un sacrificio en otro aspecto. Por ejemplo, comernos un filete porque reciclamos el envoltorio de plástico; o caer en las trampas del greenwashing. Para ello, es importante tener muy presente qué cosas a nivel individual tienen más y menos impacto.

Un problema de la forma de comunicar de Ritchie es que quita importancia a aspectos que, aunque no sean principales, tienen suficiente peso como para no ser despreciados. Es como si olvidara el efecto sinérgico de juntar varias fuerzas. Sumar muchos pocos hace un mucho. A veces, este tipo de contradicción se hace patente en una misma explicación. Por ejemplo, cuando literalmente escribe: «Cambiar nuestra alimentación no va a resolver el cambio climático: para ello tenemos que dejar de quemar combustibles fósiles. Pero arreglar únicamente nuestros sistemas energéticos, ignorando la alimentación, tampoco nos llevará a esa meta».

3. Deforestación

La tierra ha perdido un tercio de todos sus bosques desde el final de la última glaciación. En el último siglo, también se ha perdido mucha superficie forestal, casi toda debida a la expansión de la agricultura. Las zonas incendiadas se regeneran si se las deja. Al perder bosques se emite carbono, pero Ritchie considera que eso es secundario en comparación con la pérdida de biodiversidad.

También resalta cómo la pérdida de hábitats se puede frenar con medidas políticas. Por ejemplo, «Brasil logró reducir la deforestación en un 80 % en solo siete años bajo la presidencia de Lula da Silva».

Con respecto al aceite de palma, no considera que su consumo sea preocupante, porque no se sabe con certeza la deforestación que causa de forma directa. Opina que no sería justo culpar a ciertos campos de palmeras de la deforestación de esas áreas si los bosques fueron talados con anterioridad. Es decir, no tiene en cuenta que esas zonas podrían volver a ser bosques. Además, sostiene que usar otros tipos de aceites podría ser incluso peor. Sin embargo, hay que tener en cuenta que evitar el aceite de palma no obliga a optar por otro aceite, sino que se puede optar por no consumir productos con aceite de palma (bollería, alimentos ultraprocesados, etc.) sin sustituirlos por nada con otros aceites. En cualquier caso, apoya el uso de aceite de palma certificado como sostenible (RSPO) y deja claro que «el biodiésel de aceite de palma produce más emisiones de carbono que la gasolina o el gasóleo».

«La tala de bosques para dejar espacio al ganado bovino es responsable de más del 40 % de la deforestación mundial». El siguiente factor de pérdida de bosques es la palma y la soja y, en tercer lugar, la silvicultura (papel/celulosa). Así, pues, la mejor forma de frenar la deforestación es reducir el consumo de carne de cordero y de vacuno. En tercer lugar, se situaría el queso y los lácteos de vaca. Ritchie apoya esta opción, incluso aunque sean productos de ganadería extensiva en tierras no aptas para la agricultura, porque en estos casos considera que la mejor opción sería dejar que esas tierras se conviertan en bosques u otros espacios naturales.

Otras opciones que propone son: que los países ricos paguen a los más pobres por conservar sus bosques; y que se compensen las emisiones mediante reforestaciones (aunque esto tiene un peligro muy evidente).

Para acabar este apartado, Ritchie sostiene que no es buena idea volver de la ciudad a zonas rurales (revitalizar pueblos), ya que la principal causa de deforestación es cómo producimos nuestros alimentos y no dónde vivimos. Y también alerta de los que piensan que la alimentación vegana contribuye a la deforestación por los cultivos de soja. Los datos son muy evidentes: el 76 % de la soja se utiliza para alimentar animales y «solo el 7 % se destina a los productos veganos» (tofu, tempeh y leche vegetal).

4. Alimentación para no comerse el planeta

«La demanda humana de alimentos representa la mayor amenaza para los animales del globo». Así de contundente se manifiesta Hannah Ritchie. Afortunadamente, no es cierto que haya una fecha límite en los suelos agrícolas del mundo. Unos se están degradando y otros están mejorando, aunque en general, el suelo agrícola está siendo maltratado (y no solo por la erosión).

Una persona necesita entre 2.000 y 2.500 calorías diarias. Si dividimos la producción mundial de alimentos a partes iguales entre todos, cada uno de nosotros podría consumir unas 5.000 calorías diarias (más del doble de lo necesario). El hambre en el mundo no es un problema de falta de alimentos, sino de mala distribución (también lo apuntaron Nebel y Wrigth). Este dato sirve a Ritchie para confirmar que, en realidad, no somos demasiados humanos. El problema es que los millones que habitamos el planeta Tierra no nos contentamos solo con comer, sino que aspiramos a un consumo cada vez mayor (casas, teléfonos, aviones, IA…).

La superproducción agraria se debe principalmente a dos inventos: el de Fritz Haber y Carl Bosch (para convertir el nitrógeno del aire en amoníaco, fertilizante); y el de Norman Borlaug (para mejorar el cultivo de trigo en México). Estos logros para aumentar la producción han evitado muchas muertes, pero también han hecho que no podamos volver atrás. Es decir, «el planeta no puede limitarse a consumir solo alimentos ecológicos» (porque hay demasiadas personas a las que alimentar). Por tanto, a nivel colectivo dependemos de los fertilizantes para sobrevivir, y fabricarlos requiere grandes cantidades de energía, lo cual explica por qué los países pobres los usan poco, aunque tengan que utilizar mayor superficie agraria.

Vivimos en un mundo con grandes desigualdades, en el que algunos sufren de obesidad y otros de desnutrición; el alimento que podría saciar el hambre de millones de personas se dedica a alimentar ganado o a producir agrocombustibles para nuestros coches. Menos de la mitad de los cereales que se producen se dedican a la alimentación humana directa. Todo un 41 % se lo come el ganado, lo cual nos hace ver que comer animales es una forma muy ineficiente de conseguir proteínas. «Los animales más pequeños son más eficientes en términos calóricos», aunque surge el «dilema moral» de que hay que matar una mayor cantidad de animales pequeños para conseguir la misma cantidad de carne.

Ritchie pone un ejemplo que sirve para visualizar bien lo que implica comer animales muertos: «¿Se imagina que comprara una barra de pan, cortara una rebanada y tirara el resto —más del 90 %— a la basura? Pues bien: en términos de calorías, eso es más o menos lo que hacemos con la carne». El ganado también es ineficiente convirtiendo proteínas. Lo bueno es que son proteínas «completas» (incorporan aminoácidos importantes), lo cual se puede conseguir con dietas vegetales comiendo legumbres y cereales. La carne también tiene otros nutrientes importantes, pero el único que no existe en los vegetales es la vitamina B12 (asunto que ya se zanjó aquí).

Para entender la magnitud del problema, afirma que tres cuartas partes de la superficie agraria tienen como fin último criar ganado, y todo eso solo sirve para producir el 18 % de las calorías y el 37 % de las proteínas que consumimos. Debemos «reducir al máximo la cantidad de tierra que destinamos a la actividad agraria», lo cual mejoraría también otros problemas: deforestación, contaminación atmosférica, de aguas, de tierras, maltrato animal, etc.

♦ Soluciones que propone:

  1. Mejorar los rendimientos agrícolas en todo el mundo, especialmente en África.
  2. Comer menos carne, sobre todo de vacuno y cordero, las carnes con mayor impacto (en emisiones, consumo y contaminación de agua, eutroficación, uso de tierra, etc.). Ritchie expone que no funciona instar a la ciudadanía a convertirse al veganismo, sino que es mejor invitar a hacer cambios paulatinos: poner un día a la semana sin carne, reducir las dosis, aumentar el consumo de legumbres, etc. Solo eliminando la carne de ternera y la de cordero se reduciría a la mitad nuestra necesidad de tierras de cultivo en todo el globo. Debemos entender que la dieta vegana es la más ecológica, pero no es necesario ser veganos estrictos: «El ahorro en comparación con una dieta con algo de pollo, o algo de pescado y huevos, no es tan significativo», aclara la autora del libro. Ella quiere derribar el mito de que si fuésemos veganos no habría tierra para cultivar porque, como ya se ha indicado, lo que ocurriría sería todo lo contrario: una dieta vegana requiere menos tierra de cultivo.
  3. Invertir en sustitutos de la carne. Para Ritchie, es importante que las carnes vegetales cumplan cuatro requisitos: ser sabrosas, baratas, fáciles de encontrar y fáciles de incorporar a las dietas habituales. Ella afirma que ha probado multitud de productos vegetales y que hay algunos realmente asombrosos que, incluso, pueden llegar a gustar tanto o más que los productos cárnicos que imitan. Optar por estos productos no solo reduce la huella de carbono, sino que contribuye a bajar el precio para el resto de la humanidad.
  4. Las hamburguesas híbridas también reducen la huella ecológica (usar carne de pollo total o parcialmente, introducir legumbres…).
  5. Sustituir los productos lácteos por alternativas vegetales. En la UE, los productos lácteos son la causa de un mínimo de una cuarta parte de la huella de carbono. Cualquier bebida vegetal tiene una huella ecológica menor que la leche animal. Ritchie recuerda aquí también la importancia de seguir una dieta variada, para evitar carencias nutricionales.
  6. Desperdiciar menos comida. Por ejemplo, resalta la importancia de cambiar los sacos de recogida de productos agrarios por cajas rígidas que protejan de golpes. También es importante saber que si un producto supera su fecha de «consumo preferente», no indica que no se pueda consumir.
  7. No depender de la agricultura de interior. Aunque minimiza el espacio ocupado (agricultura en vertical), sus necesidades energéticas son tan inmensas que no compensan las ventajas, ni empleando solo energía renovable.
  8. No centrarse en los alimentos de proximidad. Aunque el transporte es importante, supone solo el 5 % de las emisiones de GEI de la comida. El resto se debe a los procesos de producción, empaquetado y conservación. Lo más contaminante es el transporte aéreo (50 veces más que por barco), pero apenas se usa porque es caro. Por su parte, el transporte marítimo es barato, por lo que casi toda la contaminación del transporte de alimentos se produce en la carretera. En definitiva, Ritchie quiere dejar claro que está bien comer alimentos de proximidad, pero que las frutas y verduras producidas muy lejos tienen menos huella ecológica que la carne producida muy cerca.
  9. Los alimentos ecológicos tienen menos pesticidas, pero requieren más extensión. Abonar con estiércol también puede contaminar acuíferos. Respecto al clima, no hay consenso si es mejor o peor porque depende de múltiples factores. Ritchie dice que se fija más en el contenido de los envases que en las certificaciones ecológicas.
  10. Eliminar el plástico aumentaría el desperdicio alimentario. En la huella ecológica de los alimentos solo el 4 % de las emisiones procede de los envases. Nos advierte de que en ciertos alimentos es fácil de eliminar, pero en otros no. En todo caso, aquellos alimentos en los que el plástico es importante tal vez no sean esenciales en nuestra dieta y podemos prescindir totalmente del plástico y del alimento.

5. Pérdida de biodiversidad. Proteger la vida silvestre

«No cabe duda de que muchos animales están experimentando un preocupante y acelerado declive. Pero, si profundizamos un poco más, descubrimos que también hay algunos a los que les va bien». Lo que no debemos olvidar es que nuestra vida depende de la biodiversidad, aunque «no esté claro qué especies necesitemos y cuáles no». Recomendamos aquí leer el relato de La vida del doctor Biología. Lo cierto es que a veces prestamos más atención a ciertas especies, bonitas o más visibles, y olvidamos a las realmente importantes, como los gusanos y las bacterias.

El ser humano ha atacado a las demás especies desde sus orígenes, como bien explica Yuval N. Harari en su magnífico Sapiens. Ritchie declara que «antes de la aparición de la agricultura, hace unos diez mil años, la mayor amenaza para los animales era nuestra caza directa: una vez iniciada la actividad agraria, pasó a ser la destrucción de sus hábitats» y «en la última centuria, el ritmo de disminución ha sido aún más rápido». Un dato más: «Los vertebrados se han extinguido entre cien y mil veces más rápido de lo que cabría esperar».

Actualmente, los humanos y nuestro ganado constituimos la inmensa mayoría de los mamíferos del planeta. Estos son los datos del porcentaje de la biomasa actual y en 1900:

  1. Mamíferos salvajes: 2 % (17 % en 1900).
  2. Humanos: 35 % (23 %).
  3. Ganado: 63 % (60 %).

Esta desproporción también ocurre en las aves: «la biomasa de nuestros pollos duplica la de las aves silvestres». Hay multitud de datos que llevan a poder proclamar que «nos dirigimos hacia una sexta extinción masiva». La buena noticia es que podemos frenarla.

♦ Soluciones que propone:

  1. Reducir al mínimo la superficie cultivada.
  2. Utilizar fertilizantes y pesticidas de forma más prudente y eficaz.
  3. Emplear los métodos de la UE con los que ha conseguido frenar el declive de multitud de especies: reducir el uso de tierras agrícolas, recuperar hábitats naturales, prohibición total de la caza, implementación de cuotas cinegéticas, mecanismos para detener a los cazadores furtivos, proteger zonas por ley (incluyendo también el rewilding), sistemas de compensación para reproducir determinadas especies y programas de cría y reintroducción.
  4. Comer menos carne, porque esto reduciría la cantidad de tierra destinada a la agricultura, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la deforestación.
  5. Detener la deforestación, lo cual implicaría reducir la pérdida de hábitats y las emisiones de GEI.
  6. Proteger los parajes con mayor biodiversidad. El objetivo de la ONU de proteger para 2030 el 30 % de la superficie terrestre es poco ambicioso; y no son pocas las voces que piden proteger al menos el 50 % para 2050.
  7. Frenar el cambio climático.
  8. Detener los vertidos de plásticos en el mar.

6. Plásticos marinos

«El 44 % de todo el plástico del planeta se emplea en la fabricación de envases». Es ahí donde está el núcleo del problema de los plásticos. La autora critica el documental Seaspiracy por algunos de sus datos, pero está conforme con que el 80 % del plástico de las islas oceánicas procede de la industria pesquera. Solo el 20 % restante tiene su origen en tierra. Sin embargo, si miramos el plástico en zonas costeras, los datos podrían indicar justo lo contrario.

Ritchie dice que no hay aún evidencias de los auténticos peligros de los plásticos en el cuerpo humano, y que le parece más preocupante el daño que se causa a la fauna marina (enredos, atragantamientos…).

♦ Soluciones:

  1. Dejar de utilizar envases de plástico de un solo uso.
  2. Invertir más en gestión de residuos: sistemas de recogida, centros de reciclaje, vertederos adecuados (que capturen el metano de la materia orgánica), etc. Es importante reciclar todo lo que se pueda. El problema es que no siempre se puede. El reciclado mecánico permite que los plásticos se reciclen una o dos veces. El reciclado químico es mejor, pero es «tremendamente costoso» y no compensa hacerlo en ningún caso. Tal vez sería útil un SDDR para vidrio reutilizable y, en paralelo, imponer impuestos crecientes al plástico de un solo uso.
  3. Obligar a las industrias a un diseño más inteligente, que utilice solo plásticos reciclables y permita separarlos de forma cómoda.
  4. Prohibir el comercio de plástico usado para que los países ricos no usen a otros como sus vertederos. La proporción de plástico que circula por esta vía no es elevada, pero muchas veces acaba en el mar. Hablamos de 1,6 millones de toneladas en 2020.
  5. Trabajar con la industria pesquera para que no abandone su basura en el mar (redes, anzuelos, etc.). Podría castigarse a los barcos que no traigan de vuelta los aparejos con los que salieron y/o premiarse a quienes traigan basura encontrada en el mar.
  6. Poner interceptores en los ríos. Son aparatos o líneas de burbujas que sirven para capturar los plásticos evitando que lleguen al mar. Otra solución que no contempla es poner grandes bolsas de red a la salida de los desagües pluviales o residuales de las ciudades. Dado que esas aguas arrastran multitud de basura, esas redes la capturarían.
  7. Limpiar las playas es una forma mucho más barata de reducir el plástico en los océanos que recogerlo mar adentro.

7. Sobrepesca. Poner fin al expolio de los océanos

Esto está muy relacionado con la pérdida de biodiversidad. Según Ritchie, los animales marinos son discriminados con respecto a los terrestres. De alguna forma, su sufrimiento parece importar menos a los humanos, a pesar de las evidencias que existen de que los peces son capaces de sentir sufrimiento.

El incremento en potencia y tecnología aplicada al sector pesquero ha hecho que muchas pesquerías hayan entrado en declive o en grave colapso. Ante esto, hay dos formas de actuar. La primera es proponer «capturar muy pocos peces, por no decir ninguno». La segunda es «capturar tantos peces como sea posible, año tras año, pero sin mermar más sus poblaciones». Normalmente, se opta por la segunda opción, aunque sabemos que en demasiadas ocasiones no se cumple.

Una tercera vía (con un enorme crecimiento) ha sido la cría de pescados y mariscos: acuicultura o piscicultura. Actualmente, se crían más peces y mariscos de los que se pescan en estado salvaje. Para Ritchie es una buena noticia porque, según ella, esto reduce presión sobre los peces salvajes. No obstante, reconoce que parte de la comida de los peces de piscifactoría es, precisamente, peces salvajes, pero que, para algunas especies, se ha logrado una proporción de 0,3 (es decir, que hacen falta 0,3 peces salvajes para criar uno de forma artificial). El resto de comida lo forman, por ejemplo, piensos vegetales. La autora deja claro que «las normas de bienestar animal que rigen en las piscifactorías suelen ser bastante deficientes» (léase esto para más datos). Ella no habla de otros problemas presentes en las piscifactorías, como la contaminación que producen.

Con respecto a los atúnidos, Ritchie dice que su situación es mala, aunque algunas especies están mejorando sus poblaciones. Particularmente, alerta de la situación de los atunes en el océano Índico, donde se está sobrepescando sin control (España con la famosa operación Atalanta). El libro no habla de la amenaza del mercurio en los atúnidos.

Otro problema es la muerte generalizada de los corales. La autora demuestra ser una apasionada de estos animales y no le faltan motivos. La solución urgente a este problema es frenar el calentamiento global, evitando quemar combustibles fósiles. Si quieres enamorarte de los corales, te animamos a leer el relato de Lord Howe.

♦ Soluciones:

  1. Comer menos pescado, siempre que sea posible. Tal vez unos quieran no comer nada de pescado (lo cual evita el dilema del sufrimiento animal), mientras que otros opten por reducir este tipo de alimento.
  2. Elegir bien la especie a consumir. El problema de esta opción es que requiere el esfuerzo de investigar y puede variar en el tiempo y dependiendo de la región. Escogiendo bien, podemos comer pescado con poca huella de carbono (casi todos ellos son mejores que el pollo). Ella recomienda evitar los lenguados y mariscos caros, y optar por pescados pequeños y salvajes, como arenques o sardinas.
  3. Acabar con la sobrepesca aplicando cuotas de pesca estrictas. En la UE han mejorado algunas poblaciones de peces, pero otras siguen estando mal. En general, es preferible ser estrictos y que haya pesca suficiente, que ser demasiado permisivos y provocar la crisis de todo un sector.
  4. Reglamentos estrictos para capturas incidentales y descartes. El objetivo es reducir el número de peces que se pescan sin querer y que se tiran al mar (descartes), donde siempre mueren (si no lo están ya). Algunos países han prohibido los descartes y obligan a sus barcos de pesca a desembarcar todo lo que capturen, sea comercial o no.
  5. Prohibir la pesca de arrastre. Es el arte más perjudicial: normalmente se descarta entre el 30 y el 50 % de todo lo capturado (a veces es el 10 %), a lo que hay que sumar el destrozo del fondo marino que ocasionan, entre otros inconvenientes.
  6. Las áreas marinas protegidas evitan ciertas actuaciones humanas dentro de ellas. Son una buena solución, aunque a veces lo que provocan es que el impacto se traslade a otro lugar.

Propuestas finales de Hannah Ritchie

El libro de Ritchie es un canto de optimismo lleno de datos realistas. Algunas de sus opiniones pueden ser controvertidas, pero la mayoría están basadas en evidencias. Es cierto que estamos avanzando en muchos aspectos, aunque no sea tan rápido como nos gustaría. También es cierto que las opciones sostenibles se están volviendo más baratas. Y, en muchos casos, el pueblo está despertando.

Hannah se siente una traidora cuando no usa las opciones más ecológicas, aunque sí sean las opciones con menor huella de carbono, como usar el microondas o consumir alimentos que no sean de proximidad. Pero alerta que, aunque los cambios individuales sean importantes, es necesario un «cambio sistémico», es decir, una acción política que lleve a aprobar leyes que nos hagan avanzar en todas las soluciones que se han propuesto más arriba. Para ello, es necesario «votar a líderes que favorezcan medidas sostenibles» (partidos verdes y ecofeministas) y también sugiere importantes aportaciones individuales como estas:

  1. «Votar con la cartera», que quiere decir que cuando compramos estamos enviando una señal clara de nuestros intereses al mercado (a las empresas).
  2. Donar dinero a causas ecohumanistas (proyectos, organizaciones, etc.). Ritchie —conforme con lo que propuso Peter Singer— dice que dona al menos el 10 % de sus ingresos.
  3. Dedicar más tiempo a las cosas importantes (colaborar con ONG, por ejemplo) y menos a discusiones secundarias. Es decir, aunemos esfuerzos en la dirección correcta, aunque no opinemos todos exactamente lo mismo.
  4. También es muy importante elegir una trayectoria profesional que nos llene y en la que podamos empujar en la dirección que deseemos.

♦ Información relacionada:

  1. Otros libros resumidos para captar su esencia en poco tiempo:
  2. Quemar rastrojos o leña es tóxico para la salud, además de muy contaminante.
  3. La mejor solución a los incendios forestales: educar sí; quemar biomasa no.
  4. La agricultura de hoy debería ser como la de mañana.
  5. Los científicos vuelven a avisar del colapso que vendrá si seguimos sin reaccionar.
  6. Sin comer por el clima, las macrogranjas, los combustibles fósiles…
  7. Algunos libros del editor de Blogsostenible y de Historias Incontables.
  8. Una imagen del libro de Hannah Ritchie:

blogsostenible

Resumen del libro "21 lecciones para el siglo XXI" de Harari. En nuestro blog también encontrarás el resumen de su libro "Sapiens"

Libro El mundo no se acaba, de Hannah Ritchie (resumen)

Un libro escrito por una científica y divulgadora de la Universidad de Oxford que tiene por bandera el optimismo y los datos (Anagrama, 2025). Se aleja del catastrofismo ecologista casi tanto como del negacionismo climático; y afirma que «aceptar la derrota ante el cambio climático es una postura indefendiblemente egoísta».

Hannah Ritchie aclara que su optimismo es «condicional» (i.e., condicionado a actuar adecuadamente); que es diferente a un «optimismo ciego» que confía sin promover la acción organizada. Su objetivo es conseguir que seamos la primera generación que logre alcanzar la sostenibilidad completa en los dos sentidos que recoge la definición de la ONU: satisfacer las necesidades de las generaciones actuales; y hacerlo sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras para satisfacer las suyas. Con respecto al primer aspecto, Ritchie opina que falta mucho por hacer aunque, al menos, se ha avanzado una barbaridad en aspectos tales como: la mortalidad infantil y materna, la esperanza de vida, el hambre y la malnutrición, el acceso a recursos básicos (agua, energía…), la educación y la pobreza extrema.

Por supuesto, estos avances en la calidad de vida global también «han tenido un enorme coste medioambiental», lo cual ha empeorado de forma colosal el segundo requisito de la sostenibilidad. Para equilibrar la situación, el libro examina en detalle siete problemas medioambientales y sus interconexiones entre sí.

Antes de examinar esos siete problemas, Ritchie se distancia de dos soluciones típicas del ecologismo: despoblación y decrecimiento. La primera consiste en reducir el tamaño de la población y Ritchie afirma que realmente esa no es una alternativa, primero porque la población ya se está frenando a nivel mundial y, segundo, porque es muy complicado hacerlo de forma ética. Apunta a que más impacto que la superpoblación lo generan los estilos de vida (especialmente de los millonarios), lo cual podría estar afectado por la segunda solución que Ritchie rechaza, el decrecimiento, entendido como un retroceso o empobrecimiento. Para ella, la pobreza no implica mayor sostenibilidad, por supuesto, si consideramos los dos pilares de la sostenibilidad anteriormente indicados. En el libro, ella matiza que es cuestionable el crecimiento en los países ricos, pero que para acabar con la pobreza se necesita un crecimiento económico global. Para ella, no vale cualquier crecimiento y afirma —igual que cualquier decrecentista— que sería necesario crecer en algunos sectores y tecnologías y decrecer en otras. Tal vez, la promesa más impactante del libro es que dice demostrar que podemos reducir el impacto ambiental y, a la vez, mejorar la situación económica.

1. Contaminación atmosférica

Aunque no se suela decir, la contaminación atmosférica es «una de las principales causas de mortalidad en el mundo». Las cifras de fallecidos por esta causa son similares a las muertes por tabaquismo; seis o siete veces mayores que los muertos en accidentes de tráfico; y superan en cientos de veces la cifra de vidas perdidas por terrorismo o por guerras. Cada año, la mala calidad del aire suele ser quinientas veces más mortífera que todas las catástrofes «naturales» juntas.

La buena noticia es que se está reduciendo este tipo de contaminación, especialmente en las ciudades, lo cual baja las tasas de mortalidad. Es preciso tomar medidas locales y globales. Usemos como inspiración el Protocolo de Montreal para eliminar las sustancias químicas que degradaban la capa de ozono, un problema de cuya gravedad advirtió incluso Carl Sagan. En 1987 fue firmado por 43 países; y en 2009 se convirtió en el primer convenio internacional que logró la ratificación universal de todos los países del mundo. Un ejemplo que demuestra que hacer caso a la ciencia tiene resultados positivos.

A escala global, la mayor fuente de contaminación es quemar madera o carbón, incluyendo aquí las quemas agrícolas. Luego está la polución por actividades agropecuarias, principalmente por culpa de la ganadería y por los fertilizantes. Después viene la quema de combustibles fósiles para producir electricidad. Luego, diversas industrias (textiles, químicas, metalúrgicas…), seguidas del transporte de personas y mercancías.

Resumen del libro "21 lecciones para el siglo XXI" de Harari. En nuestro blog también encontrarás el resumen de su libro "Sapiens"
Lee también un resumen de este libro de Yuval N. Harari.

♦ Las soluciones propuestas pueden parecer caras, pero son muy baratas si las comparamos con los cientos de millones en gastos por no solucionar el problema:

  1. Lo más urgente es «dejar de quemar cosas» y, cuando no sea posible, capturar las partículas de la combustión.
  2. Detener las quemas agrícolas por ser una inmensa fuente de contaminación estacional fácil de evitar haciendo compost, triturando, etc.
  3. Conseguir combustibles limpios para cocinar y calentarse. La leña puede ser muy natural, pero es la forma más contaminante de conseguir calor. Provoca múltiples enfermedades por respirar el humo.
  4. Eliminar el azufre de los combustibles fósiles. Es tan simple como poner filtros en las chimeneas.
  5. Transporte más limpio. Los vehículos eléctricos contaminan menos, pero no son parte de la solución porque siguen siendo origen de multitud de emisiones. Por supuesto, la aviación es muchísimo peor.
  6. Transporte sostenible: caminar, ir en bicicleta o en transporte público.
  7. Abandonar combustibles fósiles, en favor de las renovables y de la energía nuclear. Ritchie es contraria a debatir entre renovables y nuclear porque, para ella, lo importante es que son energías con bajas emisiones de CO2. No tiene en cuenta el problema de los residuos radiactivos, ni el riesgo de atentados terroristas, ni el hecho de que las nucleares no sean rentables sin subvenciones de dinero público.

2. Cambio Climático

«Un mundo 6 ºC más caliente que el actual sería devastador», nos advierte la autora. Tras comentar algunas de las consecuencias del calentamiento global, afirma que «si cada país cumpliera realmente sus compromisos climáticos, llegaríamos a los 2,1 ºC en 2100», lo cual sería una gran noticia, aunque podría ser mejor.

Hannah Ritchie asegura que «las tecnologías bajas en carbono resultan cada vez más competitivas» y «los líderes mundiales se han vuelto más optimistas». Ahora tenemos infraestructuras mejor preparadas, podemos predecir eventos climáticos extremos, organizar evacuaciones, existen redes internacionales de apoyo, etc. En definitiva, estamos mejor preparados que en el pasado y sabemos cómo reducir las emisiones de dióxido de carbono, porque hay solo dos fuentes principales: «la quema de combustibles fósiles y el cambio en el uso de la tierra» (deforestación).

La situación actual es que «las emisiones totales siguen aumentando, pero las emisiones per cápita han tocado techo». Ese dato es utilizado por la autora para ser optimista y esperar a que la contaminación empiece a declinar, al menos en los países ricos, porque dice que está demostrado que «los avances tecnológicos hacen que hoy consumamos mucha menos energía que en el pasado». Como ejemplo, afirma que en Suecia se vive con igual nivel que en Estados Unidos y, sin embargo, se emite solo una cuarta parte. Según sus datos, el crecimiento económico y la reducción de emisiones son compatibles. El problema es que mira datos de países ricos que ya son exageradamente insostenibles. En tales casos, ¿es correcto celebrar una pequeña reducción en su contaminación?

En su análisis, asegura que «las soluciones que pasan por reducir el consumo de energía a niveles muy bajos no son buenas», porque la energía es fundamental para mantener o aumentar la calidad de vida. Tampoco ve adecuado que se avergüencen los que viajan en avión, porque para ella volar es un gran invento y las ventajas son suficientes para olvidar sus serios inconvenientes. ¿Será una excusa para justificar su gusto por volar?

♦ Soluciones que propone:

  1. Transición hacia la energía renovable por todas sus ventajas. El inconveniente del espacio que requieren se resuelve buscando lugares adecuados: tejados, agrovoltaica, etc.
  2. Electrificar la demanda de energía donde sea posible y aumentar el almacenamiento (baterías…). Ritchie está convencida de que esta transición requerirá menos actividad minera que con combustibles fósiles.
  3. Replantear el transporte a larga distancia.
  4. Alimentación. Aunque sostiene que no es preciso ser veganos, deja claro que cualquier cambio a dietas más vegetales tiene una enorme influencia en el clima, como por ejemplo elegir hamburguesas de pollo en lugar de ternera (que es la carne con más huella de carbono). Con datos muy fiables confirma que «la carne con emisiones de carbono más bajas supera las de la proteína vegetal con emisiones más altas». Y no importa demasiado si son alimentos ecológicos, de proximidad o en extensivo. La autora afirma que adoptando las siguientes medidas se liberaría suficiente tierra como para compensar las emisiones del sistema alimentario resultante:
    • Comer menos carne.
    • Adoptar las mejores prácticas agrarias.
    • Reducir el consumo excesivo y el desperdicio alimentario.
  5. Reducir las emisiones por la construcción, básicamente eliminando el cemento, un material muy contaminante en su fabricación. Propone usar otros materiales y, aunque no lo cita, una opción es el cemento Sublime.
  6. Poner precio al carbono para que los productos de altas emisiones sean más caros y menos accesibles. Como todos sabemos, los precios no reflejan los costos de los productos, y mucho menos los costos ambientales. El peligro de esta medida —y Ritchie lo subraya— es que haga que las familias pobres sean aún más pobres. Para evitarlo se deben incluir ayudas y conseguir que sean los ricos los que más paguen, porque son, de hecho, los que más carbono emiten.
  7. Sacar a la población de la pobreza es otra medida para adaptarnos al cambio climático, porque son los pobres los más vulnerables.
  8. Mejorar la resiliencia de los cultivos ante los efectos del cambio climático.
  9. Adaptarnos ante el aumento de temperaturas.
  10. No caer en la trampa psicológica de la «autoconcesión moral». Esto ocurre cuando nos permitimos algo negativo porque creemos que lo compensamos con un sacrificio en otro aspecto. Por ejemplo, comernos un filete porque reciclamos el envoltorio de plástico; o caer en las trampas del greenwashing. Para ello, es importante tener muy presente qué cosas a nivel individual tienen más y menos impacto.

Un problema de la forma de comunicar de Ritchie es que quita importancia a aspectos que, aunque no sean principales, tienen suficiente peso como para no ser despreciados. Es como si olvidara el efecto sinérgico de juntar varias fuerzas. Sumar muchos pocos hace un mucho. A veces, este tipo de contradicción se hace patente en una misma explicación. Por ejemplo, cuando literalmente escribe: «Cambiar nuestra alimentación no va a resolver el cambio climático: para ello tenemos que dejar de quemar combustibles fósiles. Pero arreglar únicamente nuestros sistemas energéticos, ignorando la alimentación, tampoco nos llevará a esa meta».

3. Deforestación

La tierra ha perdido un tercio de todos sus bosques desde el final de la última glaciación. En el último siglo, también se ha perdido mucha superficie forestal, casi toda debida a la expansión de la agricultura. Las zonas incendiadas se regeneran si se las deja. Al perder bosques se emite carbono, pero Ritchie considera que eso es secundario en comparación con la pérdida de biodiversidad.

También resalta cómo la pérdida de hábitats se puede frenar con medidas políticas. Por ejemplo, «Brasil logró reducir la deforestación en un 80 % en solo siete años bajo la presidencia de Lula da Silva».

Con respecto al aceite de palma, no considera que su consumo sea preocupante, porque no se sabe con certeza la deforestación que causa de forma directa. Opina que no sería justo culpar a ciertos campos de palmeras de la deforestación de esas áreas si los bosques fueron talados con anterioridad. Es decir, no tiene en cuenta que esas zonas podrían volver a ser bosques. Además, sostiene que usar otros tipos de aceites podría ser incluso peor. Sin embargo, hay que tener en cuenta que evitar el aceite de palma no obliga a optar por otro aceite, sino que se puede optar por no consumir productos con aceite de palma (bollería, alimentos ultraprocesados, etc.) sin sustituirlos por nada con otros aceites. En cualquier caso, apoya el uso de aceite de palma certificado como sostenible (RSPO) y deja claro que «el biodiésel de aceite de palma produce más emisiones de carbono que la gasolina o el gasóleo».

«La tala de bosques para dejar espacio al ganado bovino es responsable de más del 40 % de la deforestación mundial». El siguiente factor de pérdida de bosques es la palma y la soja y, en tercer lugar, la silvicultura (papel/celulosa). Así, pues, la mejor forma de frenar la deforestación es reducir el consumo de carne de cordero y de vacuno. En tercer lugar, se situaría el queso y los lácteos de vaca. Ritchie apoya esta opción, incluso aunque sean productos de ganadería extensiva en tierras no aptas para la agricultura, porque en estos casos considera que la mejor opción sería dejar que esas tierras se conviertan en bosques u otros espacios naturales.

Otras opciones que propone son: que los países ricos paguen a los más pobres por conservar sus bosques; y que se compensen las emisiones mediante reforestaciones (aunque esto tiene un peligro muy evidente).

Para acabar este apartado, Ritchie sostiene que no es buena idea volver de la ciudad a zonas rurales (revitalizar pueblos), ya que la principal causa de deforestación es cómo producimos nuestros alimentos y no dónde vivimos. Y también alerta de los que piensan que la alimentación vegana contribuye a la deforestación por los cultivos de soja. Los datos son muy evidentes: el 76 % de la soja se utiliza para alimentar animales y «solo el 7 % se destina a los productos veganos» (tofu, tempeh y leche vegetal).

4. Alimentación para no comerse el planeta

«La demanda humana de alimentos representa la mayor amenaza para los animales del globo». Así de contundente se manifiesta Hannah Ritchie. Afortunadamente, no es cierto que haya una fecha límite en los suelos agrícolas del mundo. Unos se están degradando y otros están mejorando, aunque en general, el suelo agrícola está siendo maltratado (y no solo por la erosión).

Una persona necesita entre 2.000 y 2.500 calorías diarias. Si dividimos la producción mundial de alimentos a partes iguales entre todos, cada uno de nosotros podría consumir unas 5.000 calorías diarias (más del doble de lo necesario). El hambre en el mundo no es un problema de falta de alimentos, sino de mala distribución (también lo apuntaron Nebel y Wrigth). Este dato sirve a Ritchie para confirmar que, en realidad, no somos demasiados humanos. El problema es que los millones que habitamos el planeta Tierra no nos contentamos solo con comer, sino que aspiramos a un consumo cada vez mayor (casas, teléfonos, aviones, IA…).

La superproducción agraria se debe principalmente a dos inventos: el de Fritz Haber y Carl Bosch (para convertir el nitrógeno del aire en amoníaco, fertilizante); y el de Norman Borlaug (para mejorar el cultivo de trigo en México). Estos logros para aumentar la producción han evitado muchas muertes, pero también han hecho que no podamos volver atrás. Es decir, «el planeta no puede limitarse a consumir solo alimentos ecológicos» (porque hay demasiadas personas a las que alimentar). Por tanto, a nivel colectivo dependemos de los fertilizantes para sobrevivir, y fabricarlos requiere grandes cantidades de energía, lo cual explica por qué los países pobres los usan poco, aunque tengan que utilizar mayor superficie agraria.

Vivimos en un mundo con grandes desigualdades, en el que algunos sufren de obesidad y otros de desnutrición; el alimento que podría saciar el hambre de millones de personas se dedica a alimentar ganado o a producir agrocombustibles para nuestros coches. Menos de la mitad de los cereales que se producen se dedican a la alimentación humana directa. Todo un 41 % se lo come el ganado, lo cual nos hace ver que comer animales es una forma muy ineficiente de conseguir proteínas. «Los animales más pequeños son más eficientes en términos calóricos», aunque surge el «dilema moral» de que hay que matar una mayor cantidad de animales pequeños para conseguir la misma cantidad de carne.

Ritchie pone un ejemplo que sirve para visualizar bien lo que implica comer animales muertos: «¿Se imagina que comprara una barra de pan, cortara una rebanada y tirara el resto —más del 90 %— a la basura? Pues bien: en términos de calorías, eso es más o menos lo que hacemos con la carne». El ganado también es ineficiente convirtiendo proteínas. Lo bueno es que son proteínas «completas» (incorporan aminoácidos importantes), lo cual se puede conseguir con dietas vegetales comiendo legumbres y cereales. La carne también tiene otros nutrientes importantes, pero el único que no existe en los vegetales es la vitamina B12 (asunto que ya se zanjó aquí).

Para entender la magnitud del problema, afirma que tres cuartas partes de la superficie agraria tienen como fin último criar ganado, y todo eso solo sirve para producir el 18 % de las calorías y el 37 % de las proteínas que consumimos. Debemos «reducir al máximo la cantidad de tierra que destinamos a la actividad agraria», lo cual mejoraría también otros problemas: deforestación, contaminación atmosférica, de aguas, de tierras, maltrato animal, etc.

♦ Soluciones que propone:

  1. Mejorar los rendimientos agrícolas en todo el mundo, especialmente en África.
  2. Comer menos carne, sobre todo de vacuno y cordero, las carnes con mayor impacto (en emisiones, consumo y contaminación de agua, eutroficación, uso de tierra, etc.). Ritchie expone que no funciona instar a la ciudadanía a convertirse al veganismo, sino que es mejor invitar a hacer cambios paulatinos: poner un día a la semana sin carne, reducir las dosis, aumentar el consumo de legumbres, etc. Solo eliminando la carne de ternera y la de cordero se reduciría a la mitad nuestra necesidad de tierras de cultivo en todo el globo. Debemos entender que la dieta vegana es la más ecológica, pero no es necesario ser veganos estrictos: «El ahorro en comparación con una dieta con algo de pollo, o algo de pescado y huevos, no es tan significativo», aclara la autora del libro. Ella quiere derribar el mito de que si fuésemos veganos no habría tierra para cultivar porque, como ya se ha indicado, lo que ocurriría sería todo lo contrario: una dieta vegana requiere menos tierra de cultivo.
  3. Invertir en sustitutos de la carne. Para Ritchie, es importante que las carnes vegetales cumplan cuatro requisitos: ser sabrosas, baratas, fáciles de encontrar y fáciles de incorporar a las dietas habituales. Ella afirma que ha probado multitud de productos vegetales y que hay algunos realmente asombrosos que, incluso, pueden llegar a gustar tanto o más que los productos cárnicos que imitan. Optar por estos productos no solo reduce la huella de carbono, sino que contribuye a bajar el precio para el resto de la humanidad.
  4. Las hamburguesas híbridas también reducen la huella ecológica (usar carne de pollo total o parcialmente, introducir legumbres…).
  5. Sustituir los productos lácteos por alternativas vegetales. En la UE, los productos lácteos son la causa de un mínimo de una cuarta parte de la huella de carbono. Cualquier bebida vegetal tiene una huella ecológica menor que la leche animal. Ritchie recuerda aquí también la importancia de seguir una dieta variada, para evitar carencias nutricionales.
  6. Desperdiciar menos comida. Por ejemplo, resalta la importancia de cambiar los sacos de recogida de productos agrarios por cajas rígidas que protejan de golpes. También es importante saber que si un producto supera su fecha de «consumo preferente», no indica que no se pueda consumir.
  7. No depender de la agricultura de interior. Aunque minimiza el espacio ocupado (agricultura en vertical), sus necesidades energéticas son tan inmensas que no compensan las ventajas, ni empleando solo energía renovable.
  8. No centrarse en los alimentos de proximidad. Aunque el transporte es importante, supone solo el 5 % de las emisiones de GEI de la comida. El resto se debe a los procesos de producción, empaquetado y conservación. Lo más contaminante es el transporte aéreo (50 veces más que por barco), pero apenas se usa porque es caro. Por su parte, el transporte marítimo es barato, por lo que casi toda la contaminación del transporte de alimentos se produce en la carretera. En definitiva, Ritchie quiere dejar claro que está bien comer alimentos de proximidad, pero que las frutas y verduras producidas muy lejos tienen menos huella ecológica que la carne producida muy cerca.
  9. Los alimentos ecológicos tienen menos pesticidas, pero requieren más extensión. Abonar con estiércol también puede contaminar acuíferos. Respecto al clima, no hay consenso si es mejor o peor porque depende de múltiples factores. Ritchie dice que se fija más en el contenido de los envases que en las certificaciones ecológicas.
  10. Eliminar el plástico aumentaría el desperdicio alimentario. En la huella ecológica de los alimentos solo el 4 % de las emisiones procede de los envases. Nos advierte de que en ciertos alimentos es fácil de eliminar, pero en otros no. En todo caso, aquellos alimentos en los que el plástico es importante tal vez no sean esenciales en nuestra dieta y podemos prescindir totalmente del plástico y del alimento.

5. Pérdida de biodiversidad. Proteger la vida silvestre

«No cabe duda de que muchos animales están experimentando un preocupante y acelerado declive. Pero, si profundizamos un poco más, descubrimos que también hay algunos a los que les va bien». Lo que no debemos olvidar es que nuestra vida depende de la biodiversidad, aunque «no esté claro qué especies necesitemos y cuáles no». Recomendamos aquí leer el relato de La vida del doctor Biología. Lo cierto es que a veces prestamos más atención a ciertas especies, bonitas o más visibles, y olvidamos a las realmente importantes, como los gusanos y las bacterias.

El ser humano ha atacado a las demás especies desde sus orígenes, como bien explica Yuval N. Harari en su magnífico Sapiens. Ritchie declara que «antes de la aparición de la agricultura, hace unos diez mil años, la mayor amenaza para los animales era nuestra caza directa: una vez iniciada la actividad agraria, pasó a ser la destrucción de sus hábitats» y «en la última centuria, el ritmo de disminución ha sido aún más rápido». Un dato más: «Los vertebrados se han extinguido entre cien y mil veces más rápido de lo que cabría esperar».

Actualmente, los humanos y nuestro ganado constituimos la inmensa mayoría de los mamíferos del planeta. Estos son los datos del porcentaje de la biomasa actual y en 1900:

  1. Mamíferos salvajes: 2 % (17 % en 1900).
  2. Humanos: 35 % (23 %).
  3. Ganado: 63 % (60 %).

Esta desproporción también ocurre en las aves: «la biomasa de nuestros pollos duplica la de las aves silvestres». Hay multitud de datos que llevan a poder proclamar que «nos dirigimos hacia una sexta extinción masiva». La buena noticia es que podemos frenarla.

♦ Soluciones que propone:

  1. Reducir al mínimo la superficie cultivada.
  2. Utilizar fertilizantes y pesticidas de forma más prudente y eficaz.
  3. Emplear los métodos de la UE con los que ha conseguido frenar el declive de multitud de especies: reducir el uso de tierras agrícolas, recuperar hábitats naturales, prohibición total de la caza, implementación de cuotas cinegéticas, mecanismos para detener a los cazadores furtivos, proteger zonas por ley (incluyendo también el rewilding), sistemas de compensación para reproducir determinadas especies y programas de cría y reintroducción.
  4. Comer menos carne, porque esto reduciría la cantidad de tierra destinada a la agricultura, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la deforestación.
  5. Detener la deforestación, lo cual implicaría reducir la pérdida de hábitats y las emisiones de GEI.
  6. Proteger los parajes con mayor biodiversidad. El objetivo de la ONU de proteger para 2030 el 30 % de la superficie terrestre es poco ambicioso; y no son pocas las voces que piden proteger al menos el 50 % para 2050.
  7. Frenar el cambio climático.
  8. Detener los vertidos de plásticos en el mar.

6. Plásticos marinos

«El 44 % de todo el plástico del planeta se emplea en la fabricación de envases». Es ahí donde está el núcleo del problema de los plásticos. La autora critica el documental Seaspiracy por algunos de sus datos, pero está conforme con que el 80 % del plástico de las islas oceánicas procede de la industria pesquera. Solo el 20 % restante tiene su origen en tierra. Sin embargo, si miramos el plástico en zonas costeras, los datos podrían indicar justo lo contrario.

Ritchie dice que no hay aún evidencias de los auténticos peligros de los plásticos en el cuerpo humano, y que le parece más preocupante el daño que se causa a la fauna marina (enredos, atragantamientos…).

♦ Soluciones:

  1. Dejar de utilizar envases de plástico de un solo uso.
  2. Invertir más en gestión de residuos: sistemas de recogida, centros de reciclaje, vertederos adecuados (que capturen el metano de la materia orgánica), etc. Es importante reciclar todo lo que se pueda. El problema es que no siempre se puede. El reciclado mecánico permite que los plásticos se reciclen una o dos veces. El reciclado químico es mejor, pero es «tremendamente costoso» y no compensa hacerlo en ningún caso. Tal vez sería útil un SDDR para vidrio reutilizable y, en paralelo, imponer impuestos crecientes al plástico de un solo uso.
  3. Obligar a las industrias a un diseño más inteligente, que utilice solo plásticos reciclables y permita separarlos de forma cómoda.
  4. Prohibir el comercio de plástico usado para que los países ricos no usen a otros como sus vertederos. La proporción de plástico que circula por esta vía no es elevada, pero muchas veces acaba en el mar. Hablamos de 1,6 millones de toneladas en 2020.
  5. Trabajar con la industria pesquera para que no abandone su basura en el mar (redes, anzuelos, etc.). Podría castigarse a los barcos que no traigan de vuelta los aparejos con los que salieron y/o premiarse a quienes traigan basura encontrada en el mar.
  6. Poner interceptores en los ríos. Son aparatos o líneas de burbujas que sirven para capturar los plásticos evitando que lleguen al mar. Otra solución que no contempla es poner grandes bolsas de red a la salida de los desagües pluviales o residuales de las ciudades. Dado que esas aguas arrastran multitud de basura, esas redes la capturarían.
  7. Limpiar las playas es una forma mucho más barata de reducir el plástico en los océanos que recogerlo mar adentro.

7. Sobrepesca. Poner fin al expolio de los océanos

Esto está muy relacionado con la pérdida de biodiversidad. Según Ritchie, los animales marinos son discriminados con respecto a los terrestres. De alguna forma, su sufrimiento parece importar menos a los humanos, a pesar de las evidencias que existen de que los peces son capaces de sentir sufrimiento.

El incremento en potencia y tecnología aplicada al sector pesquero ha hecho que muchas pesquerías hayan entrado en declive o en grave colapso. Ante esto, hay dos formas de actuar. La primera es proponer «capturar muy pocos peces, por no decir ninguno». La segunda es «capturar tantos peces como sea posible, año tras año, pero sin mermar más sus poblaciones». Normalmente, se opta por la segunda opción, aunque sabemos que en demasiadas ocasiones no se cumple.

Una tercera vía (con un enorme crecimiento) ha sido la cría de pescados y mariscos: acuicultura o piscicultura. Actualmente, se crían más peces y mariscos de los que se pescan en estado salvaje. Para Ritchie es una buena noticia porque, según ella, esto reduce presión sobre los peces salvajes. No obstante, reconoce que parte de la comida de los peces de piscifactoría es, precisamente, peces salvajes, pero que, para algunas especies, se ha logrado una proporción de 0,3 (es decir, que hacen falta 0,3 peces salvajes para criar uno de forma artificial). El resto de comida lo forman, por ejemplo, piensos vegetales. La autora deja claro que «las normas de bienestar animal que rigen en las piscifactorías suelen ser bastante deficientes» (léase esto para más datos). Ella no habla de otros problemas presentes en las piscifactorías, como la contaminación que producen.

Con respecto a los atúnidos, Ritchie dice que su situación es mala, aunque algunas especies están mejorando sus poblaciones. Particularmente, alerta de la situación de los atunes en el océano Índico, donde se está sobrepescando sin control (España con la famosa operación Atalanta). El libro no habla de la amenaza del mercurio en los atúnidos.

Otro problema es la muerte generalizada de los corales. La autora demuestra ser una apasionada de estos animales y no le faltan motivos. La solución urgente a este problema es frenar el calentamiento global, evitando quemar combustibles fósiles. Si quieres enamorarte de los corales, te animamos a leer el relato de Lord Howe.

♦ Soluciones:

  1. Comer menos pescado, siempre que sea posible. Tal vez unos quieran no comer nada de pescado (lo cual evita el dilema del sufrimiento animal), mientras que otros opten por reducir este tipo de alimento.
  2. Elegir bien la especie a consumir. El problema de esta opción es que requiere el esfuerzo de investigar y puede variar en el tiempo y dependiendo de la región. Escogiendo bien, podemos comer pescado con poca huella de carbono (casi todos ellos son mejores que el pollo). Ella recomienda evitar los lenguados y mariscos caros, y optar por pescados pequeños y salvajes, como arenques o sardinas.
  3. Acabar con la sobrepesca aplicando cuotas de pesca estrictas. En la UE han mejorado algunas poblaciones de peces, pero otras siguen estando mal. En general, es preferible ser estrictos y que haya pesca suficiente, que ser demasiado permisivos y provocar la crisis de todo un sector.
  4. Reglamentos estrictos para capturas incidentales y descartes. El objetivo es reducir el número de peces que se pescan sin querer y que se tiran al mar (descartes), donde siempre mueren (si no lo están ya). Algunos países han prohibido los descartes y obligan a sus barcos de pesca a desembarcar todo lo que capturen, sea comercial o no.
  5. Prohibir la pesca de arrastre. Es el arte más perjudicial: normalmente se descarta entre el 30 y el 50 % de todo lo capturado (a veces es el 10 %), a lo que hay que sumar el destrozo del fondo marino que ocasionan, entre otros inconvenientes.
  6. Las áreas marinas protegidas evitan ciertas actuaciones humanas dentro de ellas. Son una buena solución, aunque a veces lo que provocan es que el impacto se traslade a otro lugar.

Propuestas finales de Hannah Ritchie

El libro de Ritchie es un canto de optimismo lleno de datos realistas. Algunas de sus opiniones pueden ser controvertidas, pero la mayoría están basadas en evidencias. Es cierto que estamos avanzando en muchos aspectos, aunque no sea tan rápido como nos gustaría. También es cierto que las opciones sostenibles se están volviendo más baratas. Y, en muchos casos, el pueblo está despertando.

Hannah se siente una traidora cuando no usa las opciones más ecológicas, aunque sí sean las opciones con menor huella de carbono, como usar el microondas o consumir alimentos que no sean de proximidad. Pero alerta que, aunque los cambios individuales sean importantes, es necesario un «cambio sistémico», es decir, una acción política que lleve a aprobar leyes que nos hagan avanzar en todas las soluciones que se han propuesto más arriba. Para ello, es necesario «votar a líderes que favorezcan medidas sostenibles» (partidos verdes y ecofeministas) y también sugiere importantes aportaciones individuales como estas:

  1. «Votar con la cartera», que quiere decir que cuando compramos estamos enviando una señal clara de nuestros intereses al mercado (a las empresas).
  2. Donar dinero a causas ecohumanistas (proyectos, organizaciones, etc.). Ritchie —conforme con lo que propuso Peter Singer— dice que dona al menos el 10 % de sus ingresos.
  3. Dedicar más tiempo a las cosas importantes (colaborar con ONG, por ejemplo) y menos a discusiones secundarias. Es decir, aunemos esfuerzos en la dirección correcta, aunque no opinemos todos exactamente lo mismo.
  4. También es muy importante elegir una trayectoria profesional que nos llene y en la que podamos empujar en la dirección que deseemos.

♦ Información relacionada:

  1. Otros libros resumidos para captar su esencia en poco tiempo:
  2. Quemar rastrojos o leña es tóxico para la salud, además de muy contaminante.
  3. La mejor solución a los incendios forestales: educar sí; quemar biomasa no.
  4. La agricultura de hoy debería ser como la de mañana.
  5. Los científicos vuelven a avisar del colapso que vendrá si seguimos sin reaccionar.
  6. Sin comer por el clima, las macrogranjas, los combustibles fósiles…
  7. Algunos libros del editor de Blogsostenible y de Historias Incontables.
  8. Una imagen del libro de Hannah Ritchie:

El Gato con Jotas: “En el folclore siempre ha habido mucha fantasía”

12 Noviembre 2025 at 12:10

El Gato con Jotas, alter ego artístico de Sergio Gómez, apuesta por una revisión queer de la música tradicional extremeña con su espectáculo Electrojota.

La entrada El Gato con Jotas: “En el folclore siempre ha habido mucha fantasía” se publicó primero en Pikara Magazine.

herria txiki

12 Noviembre 2025 at 12:09

beste norabait bizitzera joaten zarenean, leku populatuago batera, beti esaten dute 'herria txiki geratu zaizula' klaro eta inoiz ez 'herriak bota zaituela'

La entrada herria txiki se publicó primero en Pikara Magazine.

Libro El puente donde habitan las mariposas, de Nazareth Castellanos (resumen)

La vida es un viaje en el que siempre hay que atravesar caminos difíciles.

La neurocientífica Nazareth Castellanos nos enseña en este libro (Siruela, 2025) que podemos «encontrar una mejor versión de nosotros mismos» con solo una condición: proponérselo, querer mejorar.

Según ella, más del 90 % de las personas viven sin intención de mejorarse. Eso, unido a que el 70 % de la población ha padecido tormentas potencialmente traumáticas, hace que la probabilidad de ser alguien, o encontrarse con alguien, que sufre o que hiere sea muy alta. Para que quede claro: «Todos vamos a sufrir por hábitos que se podrían haber evitado, si nos lo hubiéramos propuesto. Todos vamos a sufrir por los bandazos que otros podrían haber evitado si se lo hubieran propuesto (…). Reconocer (…) nuestro impacto sobre los demás y el de los demás en nosotros nos invita a seleccionar a quién nos acercamos y de quién nos alejamos».

La doctora Castellanos utiliza el término biosofía para referirse a la sabiduría que se extrae del estudio de la vida o del estudio del organismo. Para ello —y para la necesaria divulgación científica— considera esencial el uso de la filosofía y reclama recuperar la relación entre ciencias y humanidades que, en algún momento, se perdió. Con esa base, el libro pretende traducir en términos biológicos el ensayo Construir Habitar Pensar de Heidegger (1951).

Construir

Cuando se reconstruye una ciudad destruida siempre se pretende conservar lo bueno y conseguir algo mejor. De similar manera, los humanos nos vamos construyendo a nosotros mismos día a día. A veces, construimos muros para defendernos, y otras, puentes para cuidarnos. Podemos cultivar fortalezas, miedos, agresividad… Los momentos duros de la vida suelen ser buenos para madurar. Aunque los podemos utilizar para atrincherarnos en lo conocido, para sentirnos víctimas, también se puede mirar con humildad y honestidad hacia dentro y evaluar si hay algo que cambiar.

Lee también un resumen de este apasionante libro: Viaje al centro de la mente, de D.J. Siegel.

Lee también un resumen de este apasionante libro.

Ante una ciudad —o persona— destruida, podemos evaluar cómo se ha llegado a esa situación siendo conscientes de la influencia del contexto y de los ancestros. Si encuentras hábitos o creencias que te causan dolor, será más sensato destruirlas que reconstruirlas. Se trata de madurar y moldear nuestra vida. La autora lo resume en una frase: «Somos lo que hacemos con nosotros».

Se sabe que el cerebro es un órgano que se ha adaptado a las condiciones actuales (luz, gravedad terrestre, etc.) y que, además, se adapta ante cambios en esas u otras condiciones. La salud psicológica está influenciada por multitud de aspectos, como la presencia o no de zonas verdes en nuestro lugar de residencia. Un simple paseo entre árboles aporta múltiples beneficios mentales, lo que permite a Castellanos concluir que podemos construir nuestra salud y que «tenemos a la naturaleza como aliada».

Aunque estamos ligados a nuestro ADN (genética), nuestro estilo de vida y el entorno pueden activar o desactivar ciertos genes (es lo que se conoce como epigenética). Más aún, recientes estudios apuntan a que las condiciones de vida, igual que un hecho traumático o un cuidado amoroso de los padres, no solo influyen en la persona afectada, sino también en su descendencia.

Una de las propiedades intrínsecas del cerebro es que se trata de un «sistema que ha evolucionado para cambiar». No es algo estático. Es un órgano que evoluciona. Si a una persona le tapas los ojos durante unos pocos días, el cerebro experimenta cambios en las áreas visuales, fortaleciendo funciones para compensar esa pérdida. La llamada aMCC (siglas en inglés de la corteza cingulada media anterior) es una región cerebral que evalúa el esfuerzo necesario para conseguir ciertas metas (controla la fuerza de voluntad). «Prácticas como la meditación, el ejercicio físico, alimentar la curiosidad intelectual o las técnicas de respiración ayudan a reforzar esta estructura cerebral». «La acción de la aMCC es muy evidente cuando realizamos un esfuerzo cuyos beneficios se observan a corto plazo. El problema reside en aquellas empresas cuyos frutos maduran a medio o largo plazo».

Estudios recientes señalan que los humanos tendemos a subestimar el esfuerzo de las tareas y cuánto más lejana esté la meta, mayor es el error cometido. El cerebro aprende cuántos beneficios obtiene por cada acción en comparación a lo esperado. Para ello, mide el placer, la dopamina. Si algo es placentero, apostamos por reiterarlo; y si en algo no vemos resultados, lo evitamos. De ahí que, las acciones con beneficios a largo plazo (como estudiar una carrera) sean rechazadas por muchas personas. Conociendo esto, lo inteligente es plantearnos «metas a corto plazo y expectativas realistas». En vez de pensar en acabar un grado universitario, es mejor centrarse en aprender una lección concreta de una asignatura. Controlar el pensamiento, nos facilita alcanzar metas a corto y largo plazo. Además, se ha descubierto algo magnífico: «la tenacidad engendra más tenacidad».

Habitar

Las personas suelen mostrarse reticentes a efectuar una introspección, el acto de observarnos a nosotros mismos para mejorar. A veces, hay mucho dolor que se prefiere ocultar y se usan excusas, se culpa a otros o nos mantenemos ocupados (hiperactividad). Todo para evitar sentarnos en silencio y con calma ante nosotros mismos. «Nuestras partes oscuras tienen mucho que contarnos».

La introspección requiere tranquilidad y reflexión. Además, «la calma mental es la antesala indispensable de una buena acción». Practicando la calma (con técnicas de respiración, por ejemplo) se propicia la aparición en el cerebro de ondas alpha (lentas), las cuales ayudan a tomar buenas decisiones y contrarrestan la tendencia a la divagación mental. El obstáculo más grande es, por curioso que parezca, nuestra propia indiferencia.

Cuando el cerebro está en modo consciente, concentrado en una tarea, consume más energía que cuando está en el llamado «modo por defecto cerebral». Este último sirve para cosas como la consolidación de la memoria o la regulación emocional. Existe también un modo híbrido: «somos capaces de realizar una tarea de forma automática, sin ser conscientes de ella». «Mantenernos en piloto automático nos ahorra mucha energía, pero el precio es alto. Cuanto más tiempo transitemos en ese estado, mayor será la sensación de insatisfacción vital».

Castellanos nos dice que su área preferida del cerebro es la corteza cingulada anterior (ACC), porque se asocia al bienestar y la calma y, además, se puede activar de una forma extraordinariamente simple: observar nuestra respiración. Es ahí donde esta científica sitúa la paz y el recogimiento adecuados para lo que entiende por «habitar».

«Dedicamos pocos esfuerzos a estar bien, porque nuestra visión sanitaria sigue apoyándose más en un enfoque curativo que preventivo», lamenta la doctora Castellanos mientras nos alerta de la influencia de la alimentación y del vivir con prisas.

Los problemas mentales son frecuentes, se hable o no de ellos y se traten o no de forma directa. Y atención: afectan a todos los rangos de edades. Para ello, sugiere mejorar la educación con el objetivo de enseñar a cuidar de nuestra mente y de estudiarnos a nosotros mismos. Ahorraríamos mucho en sufrimiento y en dinero.

Esta neurocientífica afirma que «la falta de calma o nerviosismo conlleva confusión». Y lo explica así (resumidamente): en una situación difícil, el cerebro libera glucocorticoides (familia de hormonas a la que pertenece el famoso cortisol) que preparan nuestro cuerpo para la lucha, y da igual que las batallas sean sin violencia física. El cortisol aumenta el azúcar en sangre y con ello el ímpetu físico, lo cual es positivo en caso de lucha. En cambio, el cortisol tiene multitud de efectos secundarios negativos, tales como actuar como un inmunosupresor (atenúa el sistema inmune), ralentizar la digestión o reducir la capacidad de memoria, la de aprendizaje y la coordinación entre neuronas. Entre otras consecuencias, también está la de potenciar recuerdos negativos. Todo ello, junto, conlleva una percepción sesgada de la situación, que no solo impide encontrar soluciones reales, sino que, encima, favorecen el combate. Conclusión: en situaciones de estrés, ansiedad, miedo, ira, etc., la percepción es errónea y las decisiones difícilmente serán las mejores. En estos estados se produce una respiración acelerada (hiperventilación) que reduce el nivel de dióxido de carbono en sangre, lo cual baja la producción de vitamina D, cuyo impacto en la salud mental está bien documentado. Las personas con peores índices de bienestar, muestran una mayor duración de la apnea (fase entre la exhalación y la siguiente inhalación).

Esta respuesta del cerebro es automática, pero no inevitable. Se puede detener de forma voluntaria. Se sabe que una respiración rítmica tranquiliza al cerebro. En cambio, una respiración irregular genera estrés. Escuchar a nuestro cuerpo, es otra recomendación del libro.

En la salud cerebral también influye la salud de la microbiota intestinal (bacterias, virus, hongos…) y, en esto, un ingrediente clave es lo que comemos.

Un ejercicio simple que propone es permanecer sentados, en cualquier lugar y postura, siempre que se mantenga la espalda recta y, entonces, concentrarse en la respiración sin alterarla. En menos de media hora se consigue un crecimiento de las conexiones neuronales, aumenta el bienestar y se alejan los problemas mentales. «La actividad del cerebro es mayor cuando la mirada se dirige hacia dentro que cuando observamos lo ajeno». La respiración es un lugar seguro que siempre tenemos con nosotros, y que nos protege de una vida estresante. Practicar este ejercicio de forma regular ayuda a responder mejor ante situaciones indeseadas.

Ponernos como espectadores de nosotros mismos, abandonar nuestro teatro, resulta de gran ayuda. Al hacerlo, notaremos que el cerebro se va involuntariamente a otras tareas. Estos despistes hay que tratarlos como algo natural. Al detectarlos, simplemente, hay que felicitarse por haber tomado conciencia de la distracción, y volver a la respiración.

Otras investigaciones han revelado que respirar lento no solo nos lleva a la calma, sino que reduce los dolores. Se pueden contar los segundos al inspirar y espirar en el doble de tiempo. Poco a poco, podemos aumentar esos segundos conforme mejoremos nuestra práctica. La ciencia está demostrando los enormes beneficios de la meditación que proponen las filosofías y religiones orientales (budismo, hinduismo…). Aquí te dejamos un ejemplo de meditación por los bosques.

Pensar

Diversos estudios han concluido que «no nos gusta estar a solas con nuestra propia mente». Es decir, preferimos hacer cualquier cosa antes que simplemente pensar. Y esto es así en todas las edades, niveles educativos o ingresos económicos. Controlar la mente es algo incómodo. Y ahora, las redes sociales dan entretenimiento a raudales, excusas para no pensar, pero, entre los adolescentes hay una fuerte correlación entre usar redes sociales y padecer ansiedad. Más aún, el estrés que transmiten los medios se contagia a nuestro comportamiento, que será más alocado y menos reflexivo, incluso aunque culpemos a otras causas.

Leer noticias negativas aumenta la producción de cortisol y esto dificulta un buen comportamiento. Por otra parte, las mujeres parecen ser más sensibles a este impacto. Para contrarrestar el efecto tóxico de las noticias negativas, en Blogsostenible ponemos mucho empeño en recopilar y divulgar buenas noticias ecoanimalistas. Te recomendamos que las leas y las disfrutes.

Con respecto al pensamiento, nos indica que puede estar en múltiples niveles que oscilan entre el dirigido o plenamente consciente; y los pensamientos automáticos, no elegidos a voluntad. El nivel más bajo es el sueño. Entre estos extremos, está el antes aludido «piloto automático», el diálogo interior que repite nuestra narración del mundo, preocupaciones involuntarias (como la tristeza) o cuestiones sensoriales (dolor o necesidades fisiológicas). «Una mente divagante es una mente infeliz». Por eso, se aconseja tener nuestra mente lo más consciente posible. Que la mente divague puede dar frutos creativos, pero también debilita la fuerza para estar de forma consciente.

El monólogo interior, con uno mismo, es espontáneo, molesto a veces, con una lógica de realismo mágico, desobediente… pero ejerce un gran poder en nuestras vidas. Hay que tener presente que este diálogo interior refleja lo que hemos visto en el hogar y en el colegio y no es algo estático, sino que hay técnicas para —con voluntad— mejorarlo.

Por ejemplo: intentar no pensar en algo es la mejor forma de pensar sobre ello. Por el contrario, para evitar un pensamiento obsesivo resulta más útil reconocer con humildad nuestra incapacidad de eliminarlo y aceptar ese pensamiento o, incluso, dedicarle tiempo en exclusiva. Por otra parte, un pensamiento repetitivo puede tender a modificar la realidad y a construir recuerdos falsos.

Lo que nosotros nos decimos «se traduce en la química del cuerpo». Cuando nuestro monólogo es de ánimo a nosotros mismos, se consiguen mejores resultados que cuando adopta un tono pesimista y duro. Otra técnica es darnos sugerencias como si fuésemos otra persona, porque aconsejar a otro siempre es más fácil.

Cuando cometemos un error debemos reflexionar para mejorar y corregir nuestros actos, pero no ayuda abusar de una «autocrítica dañina», excesivamente dura y que podría generar trastornos, tales como por ejemplo: valorar como erróneas conductas que no lo han sido, exceso de culpabilidad, tendencia a la inseguridad e inhibir la conducta (censura). Por el contrario, se puede cultivar la compasión, lo cual mejora la empatía y evita conflictos. Las personas que no son amables consigo mismas sospechan de la amabilidad de los demás; y los ven como amenazas.

Ante la realidad de cambiar nuestra mirada, nuestras palabras y nuestras sensaciones, Nazareth Castellanos nos alienta: «Qué coraje hay que llevar dentro para dejar de ser quien se fue. Todos deberíamos experimentar ese renacer en el que comenzamos a caminar con amor en la mirada; un amor y un cuidado dirigidos hacia dentro». Se puede haber tenido un pasado duro, doloroso o turbio; pero lo que cuenta es el futuro y saber que «no hay mayor aliado que la intención».

Concluyendo

Todos tenemos la capacidad de transformarnos, de moldear y de adaptar nuestro cerebro. Santiago Ramón y Cajal decía: «Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo en vez de aprovecharlo». Muchos inician su transformación en profundidad cuando sufren un episodio dramático o cuando ven cerca el final de su vida. Pero es mejor hacerlo en el día a día, tanto ante buenos como ante malos momentos. Al permitir —con conciencia— que existan los malos pensamientos es más fácil que se disuelvan: «respirando la emoción», explica Castellanos.

La autora nos recuerda la importancia también de cuidar el cuerpo: dieta, ejercicio, respiración… Al igual que es bueno hacer ejercicio físico, también lo es el ejercicio mental. Y curiosamente, la práctica del yoga une ambos aspectos.

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🌳 Libro «Viaje al centro de la mente» de D.J. Siegel (resumen): cómo la empatía y conexión con los demás seres influyen en tu salud y felicidad.
🌳Upanishad, Bhagavad Gîtâ, yoga, tantra, meditación, iluminación y mucho más.

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Lee también un resumen de este apasionante libro: Viaje al centro de la mente, de D.J. Siegel.

Libro “21 lecciones para el siglo XXI” de Y.N. Harari (resumen)

Resumen del libro "21 lecciones para el siglo XXI" de Harari. En nuestro blog también encontrarás el resumen de su libro "Sapiens"Sus dos anteriores libros fueron “Sapiens” y “Homo Deus” y en ellos se exploraba la historia del hombre y su futuro, respectivamente. Aquí, Yuval Noah Harari nos presenta un compendio de 21 temas esenciales para el presente. Mientras estamos atareados en nuestros problemas cotidianos, están pasando cosas a nivel global que nos deberían importar.

“A la filosofía, a la religión y a la ciencia se les está acabando el tiempo”. La inminente crisis ecológica, la creciente amenaza de las armas de destrucción masiva y el auge de las nuevas tecnologías disruptivas no permitirá prolongar mucho más el debate sobre el significado de la vida. Porque ese significado se ha de usar para tomar decisiones importantes (en ciencia, biotecnología, inteligencia artificial…). Los mercados son impacientes y no toman siempre las mejores decisiones para todos.

1. Decepción ante la ausencia de una ideología convincente

“Relatos Ecoanimalistas” —Colección de relatos ecologistas y animalistas.
“Relatos Ecoanimalistas” —Colección de relatos cortos, ideal para regalar a personas, sean o no ecologistas o animalistas. Aumentará la conciencia ambiental del planeta. Gracias.

Tras la caída del fascismo y del comunismo, el liberalismo se ha impuesto casi por todo el mundo de una u otra forma, defendiendo cosas tan bonitas como la libertad, los derechos humanos, la libertad de movimiento (más para el dinero que para las personas, ciertamente), o el libre mercado (que con tanto acierto criticó N. Klein). Pero desde la crisis global de 2008, los decepcionados por el liberalismo crecen y hay, además, dos retos que para Harari son muy inquietantes: la infotecnología (desarrollos tecnológicos, inteligencia artificial, robots…) y la biotecnología (modificar genes, transgénicos…). “Los humanos siempre han sido mucho más duchos en inventar herramientas que en usarlas sabiamente. Es más fácil reconducir un río mediante la construcción de una presa que predecir las complejas consecuencias que ello tendrá para el sistema ecológico de la región”.

El poder de “manipular el mundo” ha llevado a que “nos enfrentamos a un colapso ecológico”, porque las revoluciones en biotecnología y en infotecnología las lideran científicos o emprendedores “que apenas son conscientes de las implicaciones políticas de sus decisiones”. Así, “Donald Trump advirtió a los votantes que mexicanos y chinos les quitarían el trabajo y (…) nunca advirtió a los votantes que los algoritmos les quitarían el trabajo” (poniendo a las máquinas a trabajar). “Quizá en el siglo XXI las revueltas populistas se organicen no contra una élite económica que explota a la gente, sino contra una élite económica que no la necesita”. Cada vez se precisan menos trabajadores y ahora debemos ya empezar a buscar soluciones (como reducir la jornada laboral o la renta básica), antes de alcanzar el “desempleo masivo”.

Los que votaron a Trump en EE.UU. o a favor del Brexit en Reino Unido, no rechazaron el liberalismo totalmente pero sí quisieron encerrarse un poco en su casa y que se adoptaran “políticas intolerantes para con los extranjeros”. Pretender aislarse, como pide el nacionalismo, es una política inviable en la era de internet y del calentamiento global. China lo hace al revés: aplica el liberalismo más fuera de sus fronteras que dentro, mientras Rusia aplica un liberalismo atroz que genera la “mayor desigualdad del mundo” (el 87% de la riqueza está en manos del 10% de los más ricos) y el islamismo solo atrae a algunos de los que crecieron en su seno. A pesar de todo, la humanidad no puede abandonar el liberalismo, “porque no tiene ninguna alternativa”, aunque tampoco ofrece respuestas “a los mayores problemas a los que nos enfrentamos: el colapso ecológico y la disrupción tecnológica”. El liberalismo todo lo resuelve con el crecimiento económico pero esa solución no sirve porque ya sabemos que esa es precisamente la causa de la crisis ecológica y que gran parte de la tecnología tiene un fuerte impacto social y ambiental. Por eso, para Harari la primera medida es la perplejidad: reconocer que no sabemos lo que está ocurriendo.

2. Trabajo: en el futuro habrá mucho menos empleo

La robotización tiene ventajas e inconvenientesEs obvio que las máquinas y los robots están efectuando cada vez más trabajos: mejoran nuestra vida y, a la vez, nos quitan el trabajo. El poder de las máquinas, junto con la IA (Inteligencia Artificial) es inmenso y tienen dos capacidades muy importantes: la conectividad y la capacidad de actualización. Por ejemplo, en conducción automática de vehículos, dos coches podrían conectarse para acordar quien pasa primero y evitar colisionar. Además, cualquier nueva norma de tráfico o mejora del software podría actualizarse en todos los vehículos automáticos de forma inmediata.

También es cierto que se están creando nuevos empleos, pero en general exigen “un gran nivel de pericia y, por tanto, no resolverán los problemas de los trabajadores no cualificados”. Podría ocurrir que padezcamos “a la vez unas tasas de desempleo elevadas y escasez de mano de obra especializada”. Además, dado la vertiginosa velocidad de cambio, podrían ser profesiones que surgen y desaparecen en cuestión de una década, por lo que es muy complicado exigir derechos laborales o crear sindicatos en tales circunstancias. El autor sostiene que “hoy ya son pocos los empleados que esperan ocupar el mismo empleo toda la vida”. Además reconoce que “el cambio es siempre estresante” y podría ser complicado reeducar a miles de empleados.

Por otra parte, evitar la pérdida de puestos de trabajo no es una buena opción, porque supone abandonar las ventajas de la mecanización, pero tampoco podemos hacerlo sin dar alternativas a los empleados. Harari alaba lo que ocurre en Escandinavia, donde los gobiernos siguen el lema «proteger a los obreros, no los empleos». Una forma de hacer esto es lo que llamamos las dos erres urgentes: Reducir la jornada laboral y la RBU (Renta Básica Universal). Por supuesto, también se está aplicando en muchos países la subvención de servicios básicos universales: educación, sanidad, transporte… Pero en estas opciones el problema está en definir qué es «universal» y qué es «básico»:

  • Por universal se suele interpretar la población nacionalizada en un país, pero hay que tener en cuenta que las principales víctimas de la automatización quizá no vivan en donde se apruebe la RBU o esos servicios básicos universales. Automatizar en exceso podría generar la ruina en países en desarrollo que actualmente están dando mano de obra barata a los países ricos.
  • Por básico se puede interpretar la comida que un sapiens requiere (entre 1500 y 2500 calorías), pero también se pueden considerar básicos aspectos como la educación, la sanidad, el acceso a internet…

El problema es complejo, porque contentar a los sapiens no es tarea sencilla. La felicidad puede depender de las expectativas y éstas dependen de las circunstancias. Por tanto, aunque se mejoren las condiciones, no se garantiza que haya satisfacción. Como ejemplo exitoso cita el caso de Israel, país que obtiene buenos resultados en la satisfacción de la población, en parte gracias a un montón de personas pobres que no trabajan y que se dedican exclusivamente a cuestiones religiosas (el 50% de los hombres judíos ultraortodoxos). El gobierno da generosas subvenciones y se constata que debatir el Talmud es más satisfactorio que el trabajo de los obreros. Así pues, “la búsqueda de plenitud y de comunidad podría eclipsar la búsqueda de un puesto de trabajo”. El objetivo debería ser combinar una red de seguridad económica universal y básica, comunidades fuertes con servicios básicos universales y educar para una búsqueda de una vida plena. Esto podría compensar la pérdida de empleos y mejorar la calidad de vida de la gente.

“Dado el inmenso poder destructor de nuestra civilización, no podemos permitirnos más modelos fallidos”, pues equivocarnos ahora podría acabar en una guerra nuclear, en desastres por manipulación genética o en un colapso completo de la biosfera.

3. Libertad: computadoras y big data contra los derechos humanos

Lee un resumen de este otro libro de Harari. En Nexus habla de la Inteligencia Artificial, de la democracia y del futuro.
Lee un resumen de este otro libro de Harari. En Nexus habla de la Inteligencia Artificial, de la democracia y del futuro.

Dice Harari que “los referéndums y las elecciones tienen siempre que ver con los sentimientos humanos, no con la racionalidad”. Aunque algunas personas están más informadas y otras son más racionales, al final cada voto cuenta lo mismo y los sentimientos son los que guían a la mayoría. El biólogo Richard Dawkins dijo a propósito de la votación del Brexit que someterlo a referéndum es como «dejar que los pasajeros de un avión votaran en qué pista debería aterrizar el piloto». Teniendo esto en cuenta, queda claro el alto interés en acceder al corazón humano, a sus entresijos y a cómo manipularlo. Si se consiguiera en grado suficiente, la política sería “un espectáculo de títeres emocional”.

Pensemos que, al final, los sentimientos están basados en el cálculo. Millones de neuronas calculan, por ejemplo, cuando tener miedo según la probabilidad de ser dañados. Los sentimientos “encarnan la racionalidad evolutiva”, pero “pronto los algoritmos informáticos podrán aconsejarnos mejor que los sentimientos humanos”. Seguramente cometerán errores, pero solo se necesita que sean, de media, mejor que nosotros, lo cual “no es muy difícil, porque la mayoría de las personas no se conocen muy bien a sí mismas, y (…) suelen cometer terribles equivocaciones en las decisiones más importantes de su vida”. Incluso en ética, las máquinas superarán a la mayoría de los humanos, porque las máquinas no tienen emociones. Se ha demostrado que las emociones humanas controlan las decisiones humanas, por encima de sus ideologías o de sus planteamientos filosóficos. La selección natural no ha seleccionado a los homínidos más éticos, sino a los que gracias a sus emociones (miedo, deseo…) han conseguido reproducirse con más éxito. Por otra parte, “los ordenadores no tienen subconsciente” y si fallaran, resultaría “mucho más fácil corregir el programa que librar a los humanos de sus prejuicios”. Esto abre mercado a los filósofos, pues hará falta la filosofía para hacer buenos programas.

Cuando las decisiones importantes las tomen los algoritmos, basados en el cómputo de millones de datos (macrodatos o big data), ¿dónde queda nuestra libertad? ¿Confiaremos en los algoritmos para que nos escojan pareja, qué estudiar o dónde trabajar? ¿Escogerán también a quien votar? ¿Qué sentido tienen entonces las elecciones y los mercados libres?

Ya hoy día la gente confía en Google para hallar respuestas mientras “la capacidad para buscar información por nosotros mismos disminuye”. Esto hace que la gente considere «verdad» lo que aparece en los primeros resultados de la respuesta de Google. Más aún, la capacidad para orientarse es como un músculo que o lo usas o lo pierdes, y mucha gente depende tanto de Google Maps que si falla se encuentra completamente perdida.

El que controle esos algoritmos de macrodatos, controlará buena parte del mundo. Un ejemplo está en Israel, país que controla el cielo, las ondas de radio, el ciberespacio y el mar y, gracias a ello, un puñado de soldados pueden controlar a 2.5 millones de palestinos en Cisjordania. Y lo hacen usando IA: en 2017 un palestino publicó una foto poniendo en árabe “¡Buenos días!”. Un algoritmo israelí confundió las letras árabes y lo tradujo como “¡Mátalos!” y el obrero fue detenido. Quedó en libertad cuando se aclaró el error, pero el incidente demuestra la importancia de la IA para controlar a la población. Llevado al extremo, en manos de gobiernos autoritarios las herramientas de IA podrían controlar a la población “más incluso que en la Alemania nazi”.

Usando las reglas de la selección natural, hemos criado vacas dóciles que producen más leche, pero que son inferiores en otros aspectos. Igualmente, “estamos creando humanos mansos” pero que “en absoluto maximizan el potencial humano”. De hecho, “sabemos poquísimo de la mente humana”, mientras la investigación se centra en mejorar los ordenadores y los algoritmos. “Si no somos prudentes, terminaremos con humanos degradados que usarán mal ordenadores mejorados”. Para Harari esto podría provocar el caos, “acabar con la libertad” y “crear las sociedades más desiguales que jamás hayan existido”. La inmensa mayoría de la gente podría sufrir algo peor que la explotación: la irrelevancia.

4.  Igualdad: El que tenga los datos dominará el mundo

Los primeros grupos de sapiens eran más igualitarios que cualquier sociedad posterior. La revolución agrícola multiplicó la propiedad (tierra, herramientas…) y con ella la desigualdad. En el siglo XX se ha reducido la desigualdad en muchos países, pero “hay indicios de una desigualdad creciente”: “El 1% más rico posee la mitad de las riquezas del mundo” (y es responsable de la mitad de la contaminación mundial) y las 100 personas más ricas tienen más que los 4.000 millones más pobres. En el futuro, la biotecnología podría dar ventajas a ciertos sapiens (mayor longevidad, mejores capacidades físicas…) y podrían generarse “castas biológicas”, lo cual ahondará en la desigualdad. También insiste en el poder de la infotecnología para eliminar la utilidad de los humanos para las élites.

Antiguamente la tierra era el bien más importante. Luego pasaron a ser las máquinas y la industria. Hoy, cada vez tienen más importancia los datos. Empresas como Google, Facebook, Baidu y Tencent lo saben bien. Por ejemplo, Google nos proporciona servicios gratuitos, pero gracias a eso consigue millones de datos de sus usuarios. Esos datos valen mucho. No solo para ponernos la publicidad en la que caeremos con mayor probabilidad. Creemos que Google nos ayuda mucho, pero nosotros ayudamos a Google mucho más, porque mientras Google solo nos hace la vida un poco más fácil, nosotros somos los que permitimos que Google pueda existir haciendo negocio con nuestros datos. Así, en el futuro habrá que responder a una pregunta clave en nuestra era: ¿quién es el propietario de los datos? (datos sobre nuestros hábitos, nuestro ADN, nuestros gustos…). Tenemos experiencia regulando la propiedad de la tierra y la propiedad de la industria, pero “no tenemos mucha experiencia en regular la propiedad de los datos”, los cuales tienen características especiales (fáciles de copiar y de transportar, están en muchos sitios y en muchos formatos…).

¿Qué prefieres? ¿Libertad o igualdad?

5. Comunidad: “La gente lleva vidas cada vez más solitarias en un planeta cada vez más conectado”

Las redes sociales están rompiendo aún más las comunidades íntimas, las cuales ya están bastante sustituidas por gobiernos y empresas. Facebook se propuso conectar a los humanos, pero el escándalo de Cambridge Analytica reveló que se recogían datos “para manipular las elecciones en todo el mundo”. En teoría, las redes sociales pueden contribuir a fortalecer el tejido social y a hacer que el mundo esté más unido (ingeniería social), pero es complicado porque eso choca con intereses empresariales. Mientras la gente esté más interesada en el ciberespacio que en lo que pasa en su calle hay mayores posibilidades de manipularlo y de sacarle el dinero online. No olvidemos que los gigantes tecnológicos han sido acusados repetidas veces de evasión fiscal. ¿Es creíble que empresas que no pagan sus impuestos nos vayan a ayudar realmente a crear comunidades fuera del mundo virtual?

6. Civilización: Solo existe ya una civilización

Harari desmonta la teoría de que hay un choque de civilizaciones, pues en realidad la globalización tiende a unir cada vez más a la gente y no es posible, ni deseable, dar marcha atrás. “Hace diez mil años la humanidad estaba dividida en incontables tribus aisladas. Con cada milenio que pasaba, estas tribus se fusionaron en grupos cada vez mayores”. El proceso de unificación de la humanidad se ve claro si uno piensa los vínculos que hay entre los distintos grupos y las prácticas comunes entre ellos. Con sus diferencias, todos los países aceptan una serie de protocolos diplomáticos, leyes internacionales… y participan en los Juegos Olímpicos bajo las mismas reglas, lo cual es “un asombroso acuerdo global” y debemos “sentir orgullo porque la humanidad sea capaz de organizar un acontecimiento de este tipo”. Más aún, todos comparten similares reglas económicas, confianza en el dinero, los médicos comparten conocimientos y tienen similares protocolos… “La gente tiene todavía diferentes religiones e identidades nacionales. Pero cuando se trata de asuntos prácticos (…) casi todos pertenecemos a la misma civilización“. Nuestras diversas opiniones traerán debates y conflictos, pero eso nos hará aún más conectados, más interdependientes.

7. Nacionalismo: La historia tiende a unirnos, no a separarnos

El Brexit o el nacionalismo en Cataluña… ¿a qué se deben? ¿pueden dar respuestas a los problemas más importantes? Las formas moderadas de patriotismo pueden ser benignas. “El problema empieza cuando el patriotismo benigno se metamorfosea en ultranacionalismo patriotero”, lo cual es “terreno fértil para los conflictos violentos”. En el pasado era razonable buscar seguridad y sentido en el regazo de la nación, pero hoy, sin negar eso, tenemos al menos tres retos que nos obligan a trabajar más conjuntamente. La guerra nuclear es el primero y ciertamente en este campo lo estamos haciendo bien: a pesar de las guerras, hoy mueren menos personas por violencia humana que por obesidad, accidentes de tráfico o suicidio. El miedo a la guerra nuclear hace que los estados poderosos piensen bien antes de meterse en una guerra que sería desastrosa para el planeta.Resumen del libro "Sapiens", muy recomendable. Haz click para leerlo.

El segundo reto es el cambio climático y el desastre ambiental  (contaminación de la agricultura, pérdida de biodiversidad…). “Un agricultor que cultive maíz en Iowa podría, sin saberlo, estar matando peces en el golfo de México”. Homo sapiens ha pasado de ser un asesino ecológico en serie (como explica Harari en su libro Sapiens) a ser un asesino ecológico en masa. “Los científicos están de acuerdo en que las actividades humanas (…) hacen que el clima de la Tierra cambie a un ritmo alarmante. (…) Es fundamental que realmente hagamos algo al respecto ahora”. Harari tiene claro que el nacionalismo no puede sino empeorar la respuesta a este problema, porque las actuaciones “para ser efectivas, tienen que emprenderse a un nivel global”. Harari subraya que la industria de la carne, además del enorme sufrimiento que infringe, “es una de las principales causas del calentamiento global, una de las principales consumidoras de antibióticos y venenos, y una de las mayores contaminadoras de aire, tierra y agua” (producir 1 kilo de carne puede consumir 15.000 litros de agua).

El tercer reto es la disrupción tecnológica (biotecnología e infotecnología). A muchos nacionalistas les gustaría volver a tiempos pasados, pero eso es algo imposible. Estos tres retos pueden servir para “forjar una identidad común” que permita afrontar los riesgos. Por supuesto, queda espacio para “ese patriotismo que celebra la singularidad de mi nación y destaca mis obligaciones especiales hacia ella”. Harari ve claro que debemos “globalizar nuestra política”, lo cual no implica necesariamente un gobierno global, sino que todos los gobiernos (nacionales o de ciudades) “den mucha más relevancia a los problemas y los intereses globales”. Por ejemplo, recientemente muchas ciudades se han propuesto muchos retos en el llamado Pacto de Milán, como por ejemplo reducir el consumo de carne.

8. Religión: ¿Una ayuda para la unión del mundo o un inconveniente?

¿Pueden las religiones ayudar a resolver los problemas? Para Harari hay tres tipos de problemas —técnicos, políticos y de identidad— y las religiones solo pueden ayudar en el último tipo. Precisamente porque no ofrecen soluciones interesantes a los dos primeros tipos de problemas, “la autoridad religiosa ha estado reduciéndose”. Por ejemplo, cada vez menos gente acude a la religión ante problemas de salud, y si acude, lo hace después de acudir a la ciencia. A nivel político tampoco la religión ofrece alternativas globales a los retos actuales. De hecho, en muchos casos se desoye la religión cuando están en juego intereses políticos. Harari dice que “aunque algunas de las cosas que dijo Jesús suenan a comunismo total, (…) buenos capitalistas norteamericanos seguían leyendo el Sermón de la Montaña sin apenas darse cuenta”. Otras veces es la religión la que intenta meterse en política, con escaso éxito. Tal es el caso de la encíclica “ecológica” del Papa Francisco, “Laudato Si” (véase aquí un resumen sobre ella).

Las religiones determinan quiénes somos y quiénes son los demás. Es aquí donde la religión puede jugar un papel importante. Las religiones continuarán siendo importantes y pueden contribuir a la unión del mundo pero, como el nacionalismo, en demasiados casos lo que hacen es dividir y generar hostilidades.

9. Inmigración: La discriminación por la cultura genera injusticias

“Aunque la globalización ha reducido muchísimo las diferencias culturales en todo el planeta, a la vez ha hecho que sea más fácil toparse con extranjeros y que nos sintamos molestos por sus rarezas”. Pero las migraciones son naturales en el hombre a lo largo de toda su historia, y hoy el problema más grave está en Europa. La Unión Europea ha conseguido convivir con las diferencias entre los distintos países pero tiene problemas para convivir con todos los inmigrantes y refugiados que llegan.

Para Harari, “mientras no sepamos si la integración es un deber o un favor, qué nivel de integración se exige a los inmigrantes y con qué rapidez los países anfitriones deben tratarlos como ciudadanos de pleno derecho, no podremos juzgar si las dos partes cumplen sus obligaciones”. Pero si esa evaluación se hace de forma colectiva pueden generarse injusticias. Por otra parte, cada cultura tiene distinto nivel de aceptación a otros. Harari resalta que “Alemania ha acogido a más refugiados sirios de los que han sido aceptados en Arabia Saudí”.

Harari dice que la gente “lucha contra el racismo tradicional sin darse cuenta de que el frente de batalla ha cambiado”, porque ahora hay discriminación por la cultura (que este autor llama «culturismo»). Así, muchas veces se culpa a los inmigrantes de tener una cultura y valores no adecuados, pero por otra parte, “en muchos casos, hay pocas razones para adoptar la cultura dominante y en muchos otros se trata de una misión casi imposible”, pues podría, por ejemplo, requerir un nivel económico o educativo imposible de alcanzar por las clases inferiores (sean o no inmigrantes). Los dos grandes problemas de la discriminación por la cultura son:

  1. Usan afirmaciones generales, poco objetivas, que evalúan una cultura como superior a otra, sin hacer una valoración completa y objetiva.
  2. Discriminan a individuos concretos en base a esas afirmaciones generales.

“Si 500 millones de europeos ricos no son capaces de acoger a unos pocos millones de refugiados pobres, ¿qué probabilidades tiene la humanidad de superar los conflictos de mucha más enjundia que acosan a nuestra civilización global?”. “La humanidad puede dar la talla si mantenemos nuestros temores bajo control y somos un poco más humildes respecto a nuestras opiniones”.

10. Terrorismo: los terroristas son débiles y su arma es el miedo

Los terroristas “matan a muy pocas personas, pero aún así consiguen aterrorizar a miles de millones”. Desde el 11-S los terroristas han matado anualmente a unas 50 personas en la UE, 10 en EE.UU…. y hasta 25.000 en el mundo (principalmente en Irak, Afganistán, Pakistán, Nigeria y Siria). “En comparación, los accidentes de tráfico matan anualmente a unos 80.000 europeos, 40.000 norteamericanos (…) y 1,25 millones de personas en todo el mundo”. Por su parte, la contaminación atmosférica mata a unos 7 millones y nuevas formas de contaminación nos invaden con efectos desconocidos.

“Existe una desproporción asombrosa entre la fuerza real de los terroristas y el miedo que consiguen inspirar”, pero ellos son débiles. Si tomamos conciencia de su debilidad, ellos serán aún más débiles, porque su mayor poder radica en el miedo que generan. Por supuesto, los gobiernos y los medios de comunicación deben luchar contra el terrorismo e informar, pero evitando la histeria. “El dinero, el tiempo y el capital político invertido en luchar contra el terrorismo no se han invertido en luchar contra el calentamiento global, el sida y la pobreza; en aportar paz y prosperidad al África subsahariana, o en forjar mejores vínculos” entre las naciones del mundo.

11. Guerra: hoy se pierde más con las guerras de lo que se gana

El militar japonés Tojo fue el culpable de que Japón se metiera en la Segunda Guerra Mundial. Sus malas decisiones generaron millones de muertos. Fue juzgado por un tribunal internacional y condenado a muerte en la horca.“Las últimas décadas han sido las más pacíficas de la historia de la humanidad” (ver datos). Antiguamente, ganar una guerra era un símbolo de prosperidad pero las cosas han cambiado. Hoy las guerras no traen prosperidad, sino miseria, porque “los principales activos económicos consisten en el conocimiento técnico e institucional más que en los trigales, las minas de oro o incluso los campos petrolíferos, y el conocimiento no se conquista mediante la guerra“. De hecho, tras la Segunda Guerra Mundial, las potencias derrotadas prosperaron como nunca antes (Alemania, Japón…). La guerra fue producto de un “error de cálculo”. Pensaron que sin nuevas conquistas estaban condenados al estancamiento económico, pero se equivocaron. Por todo esto, las nuevas guerras merecen menos la pena, pero Harari nos advierte de que no podemos confiarnos, pues “los humanos son propensos a dedicarse a actividades autodestructivas”. Y dado que un detonante de la guerra es el sentimiento de superioridad, Harari recomienda “una dosis de humildad”.

12. Humildad: ¿Y si aprendemos más de las demás culturas?

“La mayoría de la gente suele creer que es el centro del mundo y su cultura, el eje de la historia”. Pero no es así. La historia de la humanidad empezó mucho antes que las culturas actuales y continuará, tal vez, tras ellas. Harari dice que su pueblo, los judíos, “piensan también que son lo más importante del mundo”, para luego pasar a desmontar punto por punto esa “desfachatez”, desde el origen de la ética hasta las importantes contribuciones científicas de los judíos. Con respecto a lo primero, “todos los animales sociales, como lobos, delfines y monos, poseen códigos éticos, adaptados por la evolución”, así como sentimientos que muchos atribuyen solo a humanos. Además, Buda, Mahavira o Confucio crearon sistemas morales anteriores al judaísmo. Por tanto, “humanos de todas las creencias harían bien en tomarse más en serio la humildad”.

13. Dios: ¿Quién dice lo que es correcto?

Dios puede verse como un enigma del que “no sabemos absolutamente nada”, o bien, como un “legislador severo y mundano, acerca del cual sabemos demasiado”, pues se han escrito bibliotecas enteras, y se ha usado el nombre de Dios para justificar intereses de todo tipo. Aunque las religiones pueden generar amor y paz, también han generado odio y violencia y por eso, para Harari no son estrictamente necesarias, pues la moral se puede justificar sin acudir a Dios. “Hacer daño a los demás siempre me hace daño también a mí”, porque antes de hacer algo mal hay un sentimiento interno que hace daño: “antes de que matemos a alguien, nuestra ira ya ha matado nuestra paz de espíritu”.

14. Laicismo: Ser responsables sin que lo mande Dios

El laicismo no es rechazar todo lo espiritual, sino no confundir verdad con fe, no santificar ningún libro, persona o grupo como poseedores de la verdad absoluta. Y también es el compromiso con la compasión y la comprensión del sufrimiento. Por ejemplo, “la gente secular se abstiene del homicidio no porque algún libro antiguo lo prohíba, sino porque matar inflige un sufrimiento inmenso a seres conscientes”. Es mejor encontrar la motivación en la compasión que en la obediencia divina. Pero el laicismo también se encuentra con dilemas complejos y, en tal caso, “sopesan con cuidado los sentimientos de todas las partes”. El laicismo también valora la responsabilidad: “En lugar de rezar para que ocurran milagros, necesitamos preguntar qué podemos hacer nosotros para ayudar”.

15. Ignorancia: A la gente no le gustan los hechos reales

Sócrates, el defensor de la necesidad de reconocer nuestra ignoranciaLos humanos nos movemos en la ignorancia y en la irracionalidad. “La mayoría de las decisiones humanas se basan en reacciones emocionales y atajos heurísticos más que en análisis racionales. (…) No solo la racionalidad es un mito: también lo es la individualidad. Los humanos rara vez piensan por sí mismos. Más bien piensan en grupos. (…) Es probable que bombardear a la gente con hechos y mostrar su ignorancia individual resulte contraproducente. A la mayoría de las personas no les gustan demasiado los hechos y tampoco parecer estúpidas”. Más aún, los poderosos en vez de aprovechar su poder para obtener una mejor visión de la realidad, suelen emplearlo en distorsionar la verdad. Así, los que buscan la verdad deben alejarse del poder y permitirse “la pérdida de mucho tiempo vagando por aquí y por allá en la periferia” y como hizo Sócrates, “reconocer nuestra propia ignorancia individual”.

16. Justicia: ¿Somos responsables de las injusticias de las empresas?

“Nuestro sentido de la justicia podría estar anticuado”. Dependemos de una red alucinante de lazos económicos y políticos, hasta el punto de costarnos responder preguntas sencillas como de dónde viene mi almuerzo. ¿Podemos ser inocentes de las injusticias que generan las multinacionales? Harari afirma que es erróneo tener en cuenta solo las intenciones sin hacer un esfuerzo sincero por saber lo que se esconde. Pero también sostiene que “el planeta se ha vuelto demasiado complicado para nuestro cerebro de cazadores-recolectores“. “Padecemos problemas globales, sin tener una comunidad global” y por tanto, entender bien tales problemas es misión imposible. Por eso, mientras unos simplifican la realidad para hacerla abarcable, otros se centran en alguna historia conmovedora olvidando los demás datos, otros inventan teorías conspiratorias, y otros depositan su confianza en algún líder o teoría, porque “la complejidad de la realidad se vuelve tan irritante que nos vemos impelidos a imaginar una doctrina que no pueda cuestionarse” y que nos dé tranquilidad, aunque difícilmente proporcione justicia.

17. Posverdad: Los poderosos siempre mienten

Estamos rodeados de mentiras y ficciones, pero la desinformación no es nada nuevo. El autor comenta varios casos de mentiras históricas, como los relatos falsos de asesinatos rituales por parte de judíos en la Edad Media, lo cual costó la vida a muchos judíos inocentes.

Si el ser humano es capaz de matar por una causa, ¿cómo no va a ser capaz de mentir? De hecho, como explica Harari en su libro anterior, el ser humano conquistó el planeta gracias a su capacidad de crear ficciones. Cuando un grupo cree en las mismas ficciones, son capaces de cooperar de manera eficaz. “Cuando mil personas creen durante un mes algún cuento inventado, esto es una noticia falsa. Cuando mil millones de personas lo creen durante mil años, es una religión, y se nos advierte que no lo llamemos «noticia falsa» para no herir los sentimientos de los fieles”. Pero Harari aclara que no niega “la efectividad ni la benevolencia potencial de la religión”. Las religiones inspiran buenas y malas acciones.

Una de las mentiras más aceptadas en la actualidad procede de los anuncios de las marcas comerciales. Nos cuentan repetidamente un relato hasta que la gente se convence de que es la verdad. Por ejemplo: ¿con qué se asocia la Coca-Cola? ¿Con jóvenes divirtiéndose o con pacientes con diabetes y sobrepeso en un hospital? Beber Coca-Cola aumenta la probabilidad de padecer obesidad y diabetes, y no nos va a hacer jóvenes . ¿Ha funcionado el relato falso que nos cuenta Coca-Cola en su publicidad?

Harari asegura que “si queremos poder, en algún momento tendremos que difundir ficciones”, pues la verdad no siempre gusta a todos. “Como especie, los humanos prefieren el poder a la verdad. Invertimos mucho más tiempo y esfuerzo en intentar controlar el mundo que en intentar entenderlo”. Por eso, “es responsabilidad de todos dedicar tiempo y esfuerzo a descubrir nuestros prejuicios y a verificar nuestras fuentes de información”. Harari ofrece dos reglas para evitar el lavado de cerebro: a) “Si el lector consigue las noticias gratis, podría muy bien ser él el producto”. b) “Haga el esfuerzo para leer la literatura científica relevante”, pues la ciencia suele ser objetiva. Y por eso hace un llamamiento a los científicos a hacer oír su voz cuando el debate caiga dentro de su campo.

18. Ciencia ficción: No te puedes librar de la manipulación, pero tú puedes hacerte feliz a ti mismo

La ciencia ficción es un género artístico que ha de tomar importancia, porque modela lo que la gente piensa sobre cuestiones tecnológicas, sociales y económicas de nuestra época, dado que poca gente lee los artículos científicos. Muchas películas de este género, como Matrix, reflejan el miedo a estar atrapado y manipulado y el deseo de liberarse. Sin embargo, “la mente nunca está libre de manipulación”. Por ejemplo, las películas de Hollywood socavan el subconsciente creando paradigmas de lo bueno y lo correcto. Pero cuanto experimentamos en la vida se halla dentro de nuestra mente y nosotros mismos podemos manipularlo también. O sea, no podemos librarnos de la manipulación, pero tampoco necesitamos ir a Fiyi para sentir la alegría.

En la novela Un mundo feliz, Aldous Huxley describe una sociedad idílica, sin sufrimiento ni tristeza. Todo el mundo es virtuoso gracias a soma, una droga que consigue volver a la gente paciente y sin problemas. La gente sabe lo que tiene que hacer y lo hace sin esfuerzo. Es una sociedad libre de mosquitos. Pero hay un personaje, El Salvaje, que se queja alegando que la sociedad se libra de todo lo desagradable en vez de aprender a soportarlo. El Salvaje, reclama su derecho a ser libre con todas las consecuencias y el líder le dice que lo que está reclamando es el derecho a ser desgraciado, a enfermar, a vivir con incertidumbre, a sufrir hambre, miedo… El Salvaje asiente y entonces le permiten salirse de la sociedad para vivir como un ermitaño, un bicho raro en una sociedad que no le entiende y que le lleva a un triste final.

19. Educación: Conócete a ti mismo mejor que los algoritmos

Lo único que podemos asegurar del futuro es que habrá grandes cambios en poco tiempo. ¿Qué debemos enseñar a los jóvenes? Gracias a Internet y a los medios de comunicación, estamos inundados de información, contradictoria casi siempre. En educación, proporcionar más información no es lo más necesario, sino que debemos enseñar a dar sentido a la información y a discriminar lo que es o no importante. Expertos pedagogos recalcan que se deben enseñar «las cuatros CES»: pensamiento crítico, comunicación, colaboración y creatividad.

Esta necesidad de aprender constantemente y de reinventarnos choca con el hecho de que con cincuenta años “no queremos cambios”. Pero además, enseñar resiliencia, enseñar a aceptar los cambios con equilibrio mental es mucho más difícil que enseñar una fórmula de física. Para Harari, el mejor consejo que dar a los jóvenes es que no confíen demasiado en los adultos, pues aunque tengan buenas intenciones no acaban de entender el mundo.

La invención de la agricultura sirvió para enriquecer a una élite minúscula, al tiempo que esclavizaba a la mayoría de la población. Algo similar podría ocurrir con la tecnología. “Si sabes lo que quieres hacer en la vida, tal vez te ayude a obtenerlo. Pero si no lo sabes, a la tecnología le será facilísimo moldear tus objetivos por ti y tomar el control de tu vida“. Por eso, hoy es más importante que nunca algo que han repetido filósofos desde antiguo: Conócete a ti mismo, “saber qué eres y qué quieres en la vida”. Y hoy eso es más importante que nunca porque ahora hay una competencia seria: multinacionales sin conciencia ética (y partidos políticos) están trabajando duro para usar los algoritmos y el big data para conocerte mejor que tú mismo (cada vez que usas tu teléfono o tu tarjeta estás regalando valiosos datos sobre ti mismo). “Vivimos en la época de hackear a humanos” y “si los algoritmos entienden de verdad lo que ocurre dentro de ti mejor que tú mismo, la autoridad pasará a ellos”. Pero si quieres conservar cierto control de tu existencia, tendrás que conocerte bien y saber cómo liberarte porque… “¿Has visto esos zombis que vagan por las calles con la cara pegada a sus teléfonos inteligentes? ¿Crees que controlan la tecnología, o que esta los controla a ellos?”

20. Significado: ¿Para qué dar sentido a nuestras vidas?

¿Cuál es el sentido de la vida? Eterna pregunta para la que “cada generación necesita una respuesta nueva”. El libro sagrado hindú Bhagavad Gita sostiene que cada ser debe seguir su camino concreto (dharma) y si no se sigue, no se hallará paz ni alegría. Ideologías de todo tipo (religiones, política, nacionalismos…) cuentan un relato para hacer que los suyos se sientan importantes, un relato que da trascendencia a sus vidas pero que siempre tiene contradicciones que evitan aclarar. Los nacionalistas, por ejemplo, suelen centrarse solo en el valor de su nación pero no suelen aclarar el porqué de esa superioridad. Para Harari, los relatos que cuentan esas corrientes de pensamiento son invenciones humanas y siempre tienen errores. Sin embargo, esas invenciones humanas nos han permitido colaborar entre nosotros y montar sociedades complejas que podrían desmoronarse si todos nos damos cuenta de que esos relatos son falsos: “La mayoría de los relatos se mantienen cohesionados por el peso de su techo más que por la solidez de sus cimientos” (y el peso del techo representa el peligro que hay al mostrar que los cimientos son débiles).

“Si queremos conocer la verdad última de la vida, ritos y rituales son un obstáculo enorme”. Los ritos solo sirven para ayudar a mantener relatos falsos, pero también cierta armonía y estabilidad social. “Una vez que sufrimos por un relato, eso suele bastar para convencernos de que el relato es real”, porque el sufrimiento es de las cosas más reales que existen. Dado que a la gente no le gusta admitir que es tonta, cuanto más se sacrifica por una causa, más se fortalece su fe en ella. También se usa el sufrimiento hacia los demás, y dado que a la gente no le gusta admitir que es cruel, también fortalece la fe en una causa el hacer sufrir a los demás por ella. Ese “sufrimiento” (o esfuerzo) puede ser de muchos tipos: corporal, dedicación de dinero o tiempo… Harari pregunta: “¿Por qué cree el lector que las mujeres piden a sus amantes que les regalen anillos de diamantes?”. Creen que cuanto mayor es el sacrificio mayor es el compromiso. Por todo esto, los embaucadores adoran las palabras sacrificio, eternidad, pureza, redención…

Para dar sentido trascendente a la vida, algunos se centran en dejar tras la muerte algo tangible (un poema, genes…), pero puede ser complicado y, al fin y al cabo, ni siquiera el planeta es eterno (dentro de 7.700 millones de años el Sol absorberá la Tierra y el fin del universo llegará, aunque tarde al menos 13.000 millones de años). Con ese panorama, Harari se pregunta: “¿No será suficiente con que hagamos que el mundo sea un poco mejor? Podemos ayudar a alguien, y ese alguien ayudará a continuación a alguna otra persona, y así contribuiremos a la mejora general del mundo y seremos un pequeño eslabón en la gran cadena de la bondad“. En el fondo, el amor es más seguro que los demás relatos.

La gente corriente suele creer en varios relatos a la vez, sentir distintas identidades, y muchas veces hay contradicciones importantes, porque en el fondo no están convencidos de su propias creencias. La historia está llena de estas “disonancias cognitivas”. Un ejemplo son los que han ido a la guerra para defender el cristianismo, religión del amor. Pero aún hoy día hay muchos cristianos que se oponen a las políticas de bienestar social, que se oponen a ayudar a los inmigrantes o que apoyan las armas, por ejemplo. También es fácil encontrar gente que se lamenta de la injusta distribución de la riqueza pero tienen inversiones en bolsa, cuando es bien sabido que invertir en bolsa genera injusticias y desigualdad (y si tu banco no es ético también estás colaborando con sucios negocios).

Nuestros deseos nos llevan a actuar y Harari sostiene que somos libres para elegir nuestras acciones, pero no nuestros deseos. Muy poca gente es la que controla sus pensamientos. Para la mayoría, los pensamientos vienen y van de forma caótica y descontrolada. Algunas religiones enseñan a controlar la mente. Buda enseño que hay tres realidades básicas del universo: que todo cambia sin cesar, que no hay nada eterno y que nada es completamente satisfactorio. Aceptando esto, el sufrimiento cesa: “según Buda la vida no tiene sentido, y la gente no necesita crear ningún sentido”. El consejo de Buda es: «No hagas nada. Absolutamente nada». “Todo problema radica en que no paramos de hacer cosas” (física o mentalmente). No hacer nada es conseguir que la mente tampoco haga nada.

21. Meditación, para conocernos mejor

Haz click para aprender la bases teóricas e históricas del hinduísmo, la meditación, el tantra, el yoga...En el último capítulo, el autor nos cuenta su experiencia personal aclarando que no tiene porqué funcionar bien a todo el mundo. Casi por casualidad, descubrió la meditación Vipassana (introspección) que, simplificando, consiste en centrar la atención en algo concreto, como el aire que entra y sale por la nariz. La gente corriente es incapaz de mantener esta atención de forma prolongada y Harari confiesa que al instante perdía la concentración. El objetivo de esta meditación es observar las sensaciones personales. Cuando uno se enfada se centra en pensar en el objeto que supuestamente provoca el enfado y no la realidad sensorial. Harari dice que aprendió más cosas sobre sí mismo y los humanos observando sus sensaciones en diez días que durante el resto de su vida hasta ese momento y, además, sin tener que aceptar cuentos o mitologías. Basta solo con observar la realidad como es.

El origen del sufrimiento está en la propia mente. Cuando deseamos que ocurra algo y no ocurre, generamos sufrimiento. Es una reacción de la mente. Es la mente la que provoca el sufrimiento. “Aprender esto es el primer paso para dejar de generar más sufrimiento”. La meditación es cualquier método de observación directa de nuestra propia mente y, aunque la han usado muchas religiones, la meditación no es necesariamente religiosa. La meditación Vipassana advierte que no se debe practicar solo como búsqueda de experiencias especiales, sino para comprender la realidad de nuestra propia mente, aprovechando todo tipo de sensaciones por simples que sean (calor, picor…).

Meditar te ahorrará tus sufrimientosHarari dice que medita dos horas diarias y que le ayuda al resto de tareas del día. Además, recomienda meditar para conocernos a nosotros mismos, antes de que los algoritmos decidan por nosotros quiénes somos realmente.

♥ Información relacionada:

  1. Lee otros libros resumidos, para captar su esencia en poco tiempo.
  2. De Yuval Noah Harari:
  3. Dos Erres URGENTES: Renta básica y Reducción de la jornada laboral.
  4. Máquinas y robots nos quitan el empleo pero mejoran nuestra vida.
  5. Crisis ecológica, conocimiento y finitud: Fracaso del ser humano como ser racional.
  6. HINDUISMO: Upanishad, Bhagavad Gîtâ, yoga y tantra, meditación, iluminación y mucho más.

Libro El puente donde habitan las mariposas, de Nazareth Castellanos (resumen)

La vida es un viaje en el que siempre hay que atravesar caminos difíciles.

La neurocientífica Nazareth Castellanos nos enseña en este libro (Siruela, 2025) que podemos «encontrar una mejor versión de nosotros mismos» con solo una condición: proponérselo, querer mejorar.

Según ella, más del 90 % de las personas viven sin intención de mejorarse. Eso, unido a que el 70 % de la población ha padecido tormentas potencialmente traumáticas, hace que la probabilidad de ser alguien, o encontrarse con alguien, que sufre o que hiere sea muy alta. Para que quede claro: «Todos vamos a sufrir por hábitos que se podrían haber evitado, si nos lo hubiéramos propuesto. Todos vamos a sufrir por los bandazos que otros podrían haber evitado si se lo hubieran propuesto (…). Reconocer (…) nuestro impacto sobre los demás y el de los demás en nosotros nos invita a seleccionar a quién nos acercamos y de quién nos alejamos».

La doctora Castellanos utiliza el término biosofía para referirse a la sabiduría que se extrae del estudio de la vida o del estudio del organismo. Para ello —y para la necesaria divulgación científica— considera esencial el uso de la filosofía y reclama recuperar la relación entre ciencias y humanidades que, en algún momento, se perdió. Con esa base, el libro pretende traducir en términos biológicos el ensayo Construir Habitar Pensar de Heidegger (1951).

Construir

Cuando se reconstruye una ciudad destruida siempre se pretende conservar lo bueno y conseguir algo mejor. De similar manera, los humanos nos vamos construyendo a nosotros mismos día a día. A veces, construimos muros para defendernos, y otras, puentes para cuidarnos. Podemos cultivar fortalezas, miedos, agresividad… Los momentos duros de la vida suelen ser buenos para madurar. Aunque los podemos utilizar para atrincherarnos en lo conocido, para sentirnos víctimas, también se puede mirar con humildad y honestidad hacia dentro y evaluar si hay algo que cambiar.

Lee también un resumen de este apasionante libro: Viaje al centro de la mente, de D.J. Siegel.
Lee también un resumen de este apasionante libro.

Ante una ciudad —o persona— destruida, podemos evaluar cómo se ha llegado a esa situación siendo conscientes de la influencia del contexto y de los ancestros. Si encuentras hábitos o creencias que te causan dolor, será más sensato destruirlas que reconstruirlas. Se trata de madurar y moldear nuestra vida. La autora lo resume en una frase: «Somos lo que hacemos con nosotros».

Se sabe que el cerebro es un órgano que se ha adaptado a las condiciones actuales (luz, gravedad terrestre, etc.) y que, además, se adapta ante cambios en esas u otras condiciones. La salud psicológica está influenciada por multitud de aspectos, como la presencia o no de zonas verdes en nuestro lugar de residencia. Un simple paseo entre árboles aporta múltiples beneficios mentales, lo que permite a Castellanos concluir que podemos construir nuestra salud y que «tenemos a la naturaleza como aliada».

Aunque estamos ligados a nuestro ADN (genética), nuestro estilo de vida y el entorno pueden activar o desactivar ciertos genes (es lo que se conoce como epigenética). Más aún, recientes estudios apuntan a que las condiciones de vida, igual que un hecho traumático o un cuidado amoroso de los padres, no solo influyen en la persona afectada, sino también en su descendencia.

Una de las propiedades intrínsecas del cerebro es que se trata de un «sistema que ha evolucionado para cambiar». No es algo estático. Es un órgano que evoluciona. Si a una persona le tapas los ojos durante unos pocos días, el cerebro experimenta cambios en las áreas visuales, fortaleciendo funciones para compensar esa pérdida. La llamada aMCC (siglas en inglés de la corteza cingulada media anterior) es una región cerebral que evalúa el esfuerzo necesario para conseguir ciertas metas (controla la fuerza de voluntad). «Prácticas como la meditación, el ejercicio físico, alimentar la curiosidad intelectual o las técnicas de respiración ayudan a reforzar esta estructura cerebral». «La acción de la aMCC es muy evidente cuando realizamos un esfuerzo cuyos beneficios se observan a corto plazo. El problema reside en aquellas empresas cuyos frutos maduran a medio o largo plazo».

Estudios recientes señalan que los humanos tendemos a subestimar el esfuerzo de las tareas y cuánto más lejana esté la meta, mayor es el error cometido. El cerebro aprende cuántos beneficios obtiene por cada acción en comparación a lo esperado. Para ello, mide el placer, la dopamina. Si algo es placentero, apostamos por reiterarlo; y si en algo no vemos resultados, lo evitamos. De ahí que, las acciones con beneficios a largo plazo (como estudiar una carrera) sean rechazadas por muchas personas. Conociendo esto, lo inteligente es plantearnos «metas a corto plazo y expectativas realistas». En vez de pensar en acabar un grado universitario, es mejor centrarse en aprender una lección concreta de una asignatura. Controlar el pensamiento, nos facilita alcanzar metas a corto y largo plazo. Además, se ha descubierto algo magnífico: «la tenacidad engendra más tenacidad».

Habitar

Las personas suelen mostrarse reticentes a efectuar una introspección, el acto de observarnos a nosotros mismos para mejorar. A veces, hay mucho dolor que se prefiere ocultar y se usan excusas, se culpa a otros o nos mantenemos ocupados (hiperactividad). Todo para evitar sentarnos en silencio y con calma ante nosotros mismos. «Nuestras partes oscuras tienen mucho que contarnos».

La introspección requiere tranquilidad y reflexión. Además, «la calma mental es la antesala indispensable de una buena acción». Practicando la calma (con técnicas de respiración, por ejemplo) se propicia la aparición en el cerebro de ondas alpha (lentas), las cuales ayudan a tomar buenas decisiones y contrarrestan la tendencia a la divagación mental. El obstáculo más grande es, por curioso que parezca, nuestra propia indiferencia.

Cuando el cerebro está en modo consciente, concentrado en una tarea, consume más energía que cuando está en el llamado «modo por defecto cerebral». Este último sirve para cosas como la consolidación de la memoria o la regulación emocional. Existe también un modo híbrido: «somos capaces de realizar una tarea de forma automática, sin ser conscientes de ella». «Mantenernos en piloto automático nos ahorra mucha energía, pero el precio es alto. Cuanto más tiempo transitemos en ese estado, mayor será la sensación de insatisfacción vital».

Castellanos nos dice que su área preferida del cerebro es la corteza cingulada anterior (ACC), porque se asocia al bienestar y la calma y, además, se puede activar de una forma extraordinariamente simple: observar nuestra respiración. Es ahí donde esta científica sitúa la paz y el recogimiento adecuados para lo que entiende por «habitar».

«Dedicamos pocos esfuerzos a estar bien, porque nuestra visión sanitaria sigue apoyándose más en un enfoque curativo que preventivo», lamenta la doctora Castellanos mientras nos alerta de la influencia de la alimentación y del vivir con prisas.

Los problemas mentales son frecuentes, se hable o no de ellos y se traten o no de forma directa. Y atención: afectan a todos los rangos de edades. Para ello, sugiere mejorar la educación con el objetivo de enseñar a cuidar de nuestra mente y de estudiarnos a nosotros mismos. Ahorraríamos mucho en sufrimiento y en dinero.

Esta neurocientífica afirma que «la falta de calma o nerviosismo conlleva confusión». Y lo explica así (resumidamente): en una situación difícil, el cerebro libera glucocorticoides (familia de hormonas a la que pertenece el famoso cortisol) que preparan nuestro cuerpo para la lucha, y da igual que las batallas sean sin violencia física. El cortisol aumenta el azúcar en sangre y con ello el ímpetu físico, lo cual es positivo en caso de lucha. En cambio, el cortisol tiene multitud de efectos secundarios negativos, tales como actuar como un inmunosupresor (atenúa el sistema inmune), ralentizar la digestión o reducir la capacidad de memoria, la de aprendizaje y la coordinación entre neuronas. Entre otras consecuencias, también está la de potenciar recuerdos negativos. Todo ello, junto, conlleva una percepción sesgada de la situación, que no solo impide encontrar soluciones reales, sino que, encima, favorecen el combate. Conclusión: en situaciones de estrés, ansiedad, miedo, ira, etc., la percepción es errónea y las decisiones difícilmente serán las mejores. En estos estados se produce una respiración acelerada (hiperventilación) que reduce el nivel de dióxido de carbono en sangre, lo cual baja la producción de vitamina D, cuyo impacto en la salud mental está bien documentado. Las personas con peores índices de bienestar, muestran una mayor duración de la apnea (fase entre la exhalación y la siguiente inhalación).

Esta respuesta del cerebro es automática, pero no inevitable. Se puede detener de forma voluntaria. Se sabe que una respiración rítmica tranquiliza al cerebro. En cambio, una respiración irregular genera estrés. Escuchar a nuestro cuerpo, es otra recomendación del libro.

En la salud cerebral también influye la salud de la microbiota intestinal (bacterias, virus, hongos…) y, en esto, un ingrediente clave es lo que comemos.

Un ejercicio simple que propone es permanecer sentados, en cualquier lugar y postura, siempre que se mantenga la espalda recta y, entonces, concentrarse en la respiración sin alterarla. En menos de media hora se consigue un crecimiento de las conexiones neuronales, aumenta el bienestar y se alejan los problemas mentales. «La actividad del cerebro es mayor cuando la mirada se dirige hacia dentro que cuando observamos lo ajeno». La respiración es un lugar seguro que siempre tenemos con nosotros, y que nos protege de una vida estresante. Practicar este ejercicio de forma regular ayuda a responder mejor ante situaciones indeseadas.

Ponernos como espectadores de nosotros mismos, abandonar nuestro teatro, resulta de gran ayuda. Al hacerlo, notaremos que el cerebro se va involuntariamente a otras tareas. Estos despistes hay que tratarlos como algo natural. Al detectarlos, simplemente, hay que felicitarse por haber tomado conciencia de la distracción, y volver a la respiración.

Otras investigaciones han revelado que respirar lento no solo nos lleva a la calma, sino que reduce los dolores. Se pueden contar los segundos al inspirar y espirar en el doble de tiempo. Poco a poco, podemos aumentar esos segundos conforme mejoremos nuestra práctica. La ciencia está demostrando los enormes beneficios de la meditación que proponen las filosofías y religiones orientales (budismo, hinduismo…). Aquí te dejamos un ejemplo de meditación por los bosques.

Pensar

Diversos estudios han concluido que «no nos gusta estar a solas con nuestra propia mente». Es decir, preferimos hacer cualquier cosa antes que simplemente pensar. Y esto es así en todas las edades, niveles educativos o ingresos económicos. Controlar la mente es algo incómodo. Y ahora, las redes sociales dan entretenimiento a raudales, excusas para no pensar, pero, entre los adolescentes hay una fuerte correlación entre usar redes sociales y padecer ansiedad. Más aún, el estrés que transmiten los medios se contagia a nuestro comportamiento, que será más alocado y menos reflexivo, incluso aunque culpemos a otras causas.

Leer noticias negativas aumenta la producción de cortisol y esto dificulta un buen comportamiento. Por otra parte, las mujeres parecen ser más sensibles a este impacto. Para contrarrestar el efecto tóxico de las noticias negativas, en Blogsostenible ponemos mucho empeño en recopilar y divulgar buenas noticias ecoanimalistas. Te recomendamos que las leas y las disfrutes.

Con respecto al pensamiento, nos indica que puede estar en múltiples niveles que oscilan entre el dirigido o plenamente consciente; y los pensamientos automáticos, no elegidos a voluntad. El nivel más bajo es el sueño. Entre estos extremos, está el antes aludido «piloto automático», el diálogo interior que repite nuestra narración del mundo, preocupaciones involuntarias (como la tristeza) o cuestiones sensoriales (dolor o necesidades fisiológicas). «Una mente divagante es una mente infeliz». Por eso, se aconseja tener nuestra mente lo más consciente posible. Que la mente divague puede dar frutos creativos, pero también debilita la fuerza para estar de forma consciente.

El monólogo interior, con uno mismo, es espontáneo, molesto a veces, con una lógica de realismo mágico, desobediente… pero ejerce un gran poder en nuestras vidas. Hay que tener presente que este diálogo interior refleja lo que hemos visto en el hogar y en el colegio y no es algo estático, sino que hay técnicas para —con voluntad— mejorarlo.

Por ejemplo: intentar no pensar en algo es la mejor forma de pensar sobre ello. Por el contrario, para evitar un pensamiento obsesivo resulta más útil reconocer con humildad nuestra incapacidad de eliminarlo y aceptar ese pensamiento o, incluso, dedicarle tiempo en exclusiva. Por otra parte, un pensamiento repetitivo puede tender a modificar la realidad y a construir recuerdos falsos.

Lo que nosotros nos decimos «se traduce en la química del cuerpo». Cuando nuestro monólogo es de ánimo a nosotros mismos, se consiguen mejores resultados que cuando adopta un tono pesimista y duro. Otra técnica es darnos sugerencias como si fuésemos otra persona, porque aconsejar a otro siempre es más fácil.

Cuando cometemos un error debemos reflexionar para mejorar y corregir nuestros actos, pero no ayuda abusar de una «autocrítica dañina», excesivamente dura y que podría generar trastornos, tales como por ejemplo: valorar como erróneas conductas que no lo han sido, exceso de culpabilidad, tendencia a la inseguridad e inhibir la conducta (censura). Por el contrario, se puede cultivar la compasión, lo cual mejora la empatía y evita conflictos. Las personas que no son amables consigo mismas sospechan de la amabilidad de los demás; y los ven como amenazas.

Ante la realidad de cambiar nuestra mirada, nuestras palabras y nuestras sensaciones, Nazareth Castellanos nos alienta: «Qué coraje hay que llevar dentro para dejar de ser quien se fue. Todos deberíamos experimentar ese renacer en el que comenzamos a caminar con amor en la mirada; un amor y un cuidado dirigidos hacia dentro». Se puede haber tenido un pasado duro, doloroso o turbio; pero lo que cuenta es el futuro y saber que «no hay mayor aliado que la intención».

Concluyendo

Todos tenemos la capacidad de transformarnos, de moldear y de adaptar nuestro cerebro. Santiago Ramón y Cajal decía: «Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo en vez de aprovecharlo». Muchos inician su transformación en profundidad cuando sufren un episodio dramático o cuando ven cerca el final de su vida. Pero es mejor hacerlo en el día a día, tanto ante buenos como ante malos momentos. Al permitir —con conciencia— que existan los malos pensamientos es más fácil que se disuelvan: «respirando la emoción», explica Castellanos.

La autora nos recuerda la importancia también de cuidar el cuerpo: dieta, ejercicio, respiración… Al igual que es bueno hacer ejercicio físico, también lo es el ejercicio mental. Y curiosamente, la práctica del yoga une ambos aspectos.

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Las cosas no suceden sin causa. Nada es independiente ni aparece espontáneamente. Ni siquiera algo tan minúsculo como un virus.

Así favorecemos la aparición de pandemias

El virus H5N1 se detectó por primera vez en una granja de gansos china en 1996. Todas las gripes aviares altamente patógenas, que causan enfermedades graves y pueden provocar la muerte, tienen su origen en granjas avícolas. La cepa de 2021 se convirtió en el virus de la gripe aviar dominante a nivel mundial. Actualmente, se contagia al entrar en contacto con excrementos, secreciones o fluidos del individuo infectado.

A pesar de llevar años investigándolo, no hemos acabado con su propagación. El año pasado empezó a afectar también a mamíferos. Pasaron meses desde los primeros síntomas de la enfermedad en algunas vacas en EEUU, hasta que las personas que estudiaban los casos ataron cabos y vieron que se trataba de gripe aviar. Fue insólito descubrir que un virus de gripe aviar había dado el salto a mamíferos.

Ahora no solo consigue contagiar a otras especies que no son aves, sino que ya puede pasar de vaca a vaca. Un estudio publicado en la revista Nature, llevado a cabo por un equipo de científicos/as del Departamento de Patobiología y Diagnóstico Médico del Colegio de Veterinarios de Kansas (EEUU) concluyó recientemente que la principal vía de transmisión al ganado vacuno en EEUU es la leche y las técnicas de ordeño. Al parecer, la transmisión respiratoria no es fundamental en el contagio de este brote.

El H5N1 está fuera de control

Portada del libro ecologista GRIS QUE TE QUIERO VERDE

«Gris que te quiero verde», un mapa para mitigar la crisis ecológica y el colapso.

A nivel global, la Organización Mundial de Sanidad Animal, ha notificado 1.672 focos en aves silvestres en 49 países (desde octubre de 2024 con datos hasta el 30 de julio de 2025).

El virus de la gripe aviar H5N1 está causando la epidemia más grave de la historia de la gripe aviar dado el impacto que está teniendo en animales salvajes de multitud de especies (no solo aves). Es difícil calcular el número de muertes. Los informes disponibles sugieren que varios millones de animales silvestres podrían haber muerto. Entre los eventos de mortalidad masiva más importantes sucedidos se encuentra la muerte de más de 200.000 aves silvestres en las zonas costeras de Perú; 24.000 leones marinos en Sudamérica; 20.500 aves silvestres en Escocia; 6.500 cormoranes del Cabo en Namibia y 17.400 elefantes marinos, incluyendo más del 95% de las crías en Argentina. Sin embargo, estas cifras subestiman considerablemente la mortalidad real, debido a la falta generalizada de vigilancia, pruebas y notificación de casos, especialmente en áreas remotas y en países en desarrollo.

En 2024, el 16% de las especies de aves silvestres y el 27% de las especies de mamíferos con infecciones conocidas de H5N1 ya estaban en peligro de conservación. En concreto, están catalogadas por la International Union for Conservation of Nature (IUCN) como amenazadas, vulnerables, en peligro o en peligro crítico de extinción. Por ejemplo, se cree que más del 20% de la población chilena de pingüinos de Humboldt (catalogados como vulnerables) murió de H5N1 en 2023.

Esta drástica reducción en las poblaciones de animales de tantas especies tiene un impacto directo en los ecosistemas. Solo la aparición de tantos cadáveres podría atraer a mayor cantidad de carroñeros que podrían infectarse y morir. Una reducción de individuos de especies carroñeras entrañaría el riesgo de derrame de patógenos y podría favorecer la sobrepoblación de otros animales, desequilibrando los recursos para unas y otras especies. No sabemos los efectos de estos cambios todavía.

Tampoco tenemos la capacidad para detener el contagio o cuidar de las víctimas afectadas que viven en libertad. La evolución del virus es totalmente incierta e impredecible. Podría volverse menos letal o seguir matando a miles de animales en masa, causando la extinción de muchas especies, algunas endémicas. Podemos teorizar, pero hasta pasados unos años no sabremos las consecuencias reales de tantas vidas de especies diferentes perdidas.

Estamos ante una panzootia

El alcance del virus de gripe aviar actual es tan extenso y mortal que la comunidad científica califica la situación de panzootia. Se llama “pandemia” cuando las víctimas son seres humanos y “panzootia” cuando hay una enfermedad infecciosa que está matando a individuos de diferentes especies no humanas en masa y que se propaga fácilmente. Es el brote de H5N1 que está afectando a más especies en un contexto de pérdida de biodiversidad y a un ritmo de extinción de especies ya histórico por otras causas.

Se han notificado casos en 485 tipos de aves como patos, palomas, avestruces y loros y en más de 48 especies de mamíferos. Entre ellos ratas, ratones, gatos, perros, cabras, delfines, pumas, visones, zorros, osos y vacas.

Masacres en granjas de distintas aves

Solo en lo que va de 2025 y solo en España, se han matado más de 865.000 aves en granjas por casos confirmados o ante posible contagio por gripe aviar. En Reino Unido aniquilaron 1.800.000 aves solo en tres meses a finales de 2024 y al inicio de 2025. Si miramos atrás en el tiempo, en Francia se mataron 16 millones de aves en seis meses durante 2022, cuando hubo un récord histórico de casos. Y entre 2023 y 2024, solo en EEUU se mataron cerca de 60 millones de aves.

Para entender la magnitud de esta masacre, hay que considerar estos números de muertes teniendo en cuenta que la mayoría de individuos masacrados no estaban contagiados, pero la normativa dicta que deben “ser sacrificados” como medida de seguridad, a modo de matanza preventiva o vaciado sanitario.

Otra medida preventiva para evitar la propagación del virus es aislar las granjas del exterior al máximo, lo cual implica mantener totalmente encerrados a los animales explotados durante un tiempo ilimitado. En Francia, se prohibió el acceso al exterior de todas las aves explotadas en todas las granjas de más de 50 individuos, ya que saliendo al exterior pueden exponerse a entrar en contacto con excrementos o animales silvestres portadores del virus.

Podemos vivir sin explotar animales

Libro Filosofía ante la crisis ecológica, de Marta Tafalla (reseña)Les negamos su libertad, anulamos su voluntad, limitamos sus movimientos de por vida, les obligamos a criar y a vivir en condiciones incómodas y en la mayoría de casos deplorables a nivel físico y psicológico. Nos apropiamos de sus cuerpos y les hacemos permanecer en un estado de sufrimiento constante hasta sus últimos suspiros en un matadero.

Por si fuera poco, su homogeneidad genética, el hacinamiento y la falta de higiene a los que los sometemos favorecen la proliferación de bacterias y patógenos que pueden causarles infecciones y propagar enfermedades letales como la gripe aviar. El virus actual causa lesiones respiratorias y neurológicas, condenando a quienes lo padecen a una muerte agónica.

Somos responsables de la propagación de la gripe aviar en animales silvestres. Ha sucedido por nuestro abuso y descuido en actividades crueles e innecesarias que llevamos a cabo para nuestro beneficio. No podemos pretender controlar y vencer un virus a la vez que favorecemos su propagación.

Necesitamos replantearnos nuestra relación con el resto de animales y una manera de hacerlo es cuestionar nuestro sistema alimentario, un sistema cruel que pone la vida de todos los habitantes de este planeta en un peligro continuo. Podemos alimentarnos de otras maneras y acelerar la transición proteica hacia una dieta 100 % vegetal. Esta transición ya está en marcha gracias a iniciativas como el Plant Based Treaty, el proyecto TransFARMation y Co&xister. ¿Por qué no seguir su camino? Si podemos vivir sin explotar animales, ¿por qué hacerlo?

Laura Muñoz, @unbichoinquieto (X e Instagram),
redactora y colaboradora habitual de Infoanimal.

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Portada del libro ecologista GRIS QUE TE QUIERO VERDE

Libro Filosofía ante la crisis ecológica, de Marta Tafalla (reseña)

Explotar animales en tiempos de panzootia por gripe aviar

Las cosas no suceden sin causa. Nada es independiente ni aparece espontáneamente. Ni siquiera algo tan minúsculo como un virus.

Así favorecemos la aparición de pandemias

El virus H5N1 se detectó por primera vez en una granja de gansos china en 1996. Todas las gripes aviares altamente patógenas, que causan enfermedades graves y pueden provocar la muerte, tienen su origen en granjas avícolas. La cepa de 2021 se convirtió en el virus de la gripe aviar dominante a nivel mundial. Actualmente, se contagia al entrar en contacto con excrementos, secreciones o fluidos del individuo infectado.

A pesar de llevar años investigándolo, no hemos acabado con su propagación. El año pasado empezó a afectar también a mamíferos. Pasaron meses desde los primeros síntomas de la enfermedad en algunas vacas en EEUU, hasta que las personas que estudiaban los casos ataron cabos y vieron que se trataba de gripe aviar. Fue insólito descubrir que un virus de gripe aviar había dado el salto a mamíferos.

Ahora no solo consigue contagiar a otras especies que no son aves, sino que ya puede pasar de vaca a vaca. Un estudio publicado en la revista Nature, llevado a cabo por un equipo de científicos/as del Departamento de Patobiología y Diagnóstico Médico del Colegio de Veterinarios de Kansas (EEUU) concluyó recientemente que la principal vía de transmisión al ganado vacuno en EEUU es la leche y las técnicas de ordeño. Al parecer, la transmisión respiratoria no es fundamental en el contagio de este brote.

El H5N1 está fuera de control

Portada del libro ecologista GRIS QUE TE QUIERO VERDE
«Gris que te quiero verde», un mapa para mitigar la crisis ecológica y el colapso.

A nivel global, la Organización Mundial de Sanidad Animal, ha notificado 1.672 focos en aves silvestres en 49 países (desde octubre de 2024 con datos hasta el 30 de julio de 2025).

El virus de la gripe aviar H5N1 está causando la epidemia más grave de la historia de la gripe aviar dado el impacto que está teniendo en animales salvajes de multitud de especies (no solo aves). Es difícil calcular el número de muertes. Los informes disponibles sugieren que varios millones de animales silvestres podrían haber muerto. Entre los eventos de mortalidad masiva más importantes sucedidos se encuentra la muerte de más de 200.000 aves silvestres en las zonas costeras de Perú; 24.000 leones marinos en Sudamérica; 20.500 aves silvestres en Escocia; 6.500 cormoranes del Cabo en Namibia y 17.400 elefantes marinos, incluyendo más del 95% de las crías en Argentina. Sin embargo, estas cifras subestiman considerablemente la mortalidad real, debido a la falta generalizada de vigilancia, pruebas y notificación de casos, especialmente en áreas remotas y en países en desarrollo.

En 2024, el 16% de las especies de aves silvestres y el 27% de las especies de mamíferos con infecciones conocidas de H5N1 ya estaban en peligro de conservación. En concreto, están catalogadas por la International Union for Conservation of Nature (IUCN) como amenazadas, vulnerables, en peligro o en peligro crítico de extinción. Por ejemplo, se cree que más del 20% de la población chilena de pingüinos de Humboldt (catalogados como vulnerables) murió de H5N1 en 2023.

Esta drástica reducción en las poblaciones de animales de tantas especies tiene un impacto directo en los ecosistemas. Solo la aparición de tantos cadáveres podría atraer a mayor cantidad de carroñeros que podrían infectarse y morir. Una reducción de individuos de especies carroñeras entrañaría el riesgo de derrame de patógenos y podría favorecer la sobrepoblación de otros animales, desequilibrando los recursos para unas y otras especies. No sabemos los efectos de estos cambios todavía.

Tampoco tenemos la capacidad para detener el contagio o cuidar de las víctimas afectadas que viven en libertad. La evolución del virus es totalmente incierta e impredecible. Podría volverse menos letal o seguir matando a miles de animales en masa, causando la extinción de muchas especies, algunas endémicas. Podemos teorizar, pero hasta pasados unos años no sabremos las consecuencias reales de tantas vidas de especies diferentes perdidas.

Estamos ante una panzootia

El alcance del virus de gripe aviar actual es tan extenso y mortal que la comunidad científica califica la situación de panzootia. Se llama “pandemia” cuando las víctimas son seres humanos y “panzootia” cuando hay una enfermedad infecciosa que está matando a individuos de diferentes especies no humanas en masa y que se propaga fácilmente. Es el brote de H5N1 que está afectando a más especies en un contexto de pérdida de biodiversidad y a un ritmo de extinción de especies ya histórico por otras causas.

Se han notificado casos en 485 tipos de aves como patos, palomas, avestruces y loros y en más de 48 especies de mamíferos. Entre ellos ratas, ratones, gatos, perros, cabras, delfines, pumas, visones, zorros, osos y vacas.

Masacres en granjas de distintas aves

Solo en lo que va de 2025 y solo en España, se han matado más de 865.000 aves en granjas por casos confirmados o ante posible contagio por gripe aviar. En Reino Unido aniquilaron 1.800.000 aves solo en tres meses a finales de 2024 y al inicio de 2025. Si miramos atrás en el tiempo, en Francia se mataron 16 millones de aves en seis meses durante 2022, cuando hubo un récord histórico de casos. Y entre 2023 y 2024, solo en EEUU se mataron cerca de 60 millones de aves.

Para entender la magnitud de esta masacre, hay que considerar estos números de muertes teniendo en cuenta que la mayoría de individuos masacrados no estaban contagiados, pero la normativa dicta que deben “ser sacrificados” como medida de seguridad, a modo de matanza preventiva o vaciado sanitario.

Otra medida preventiva para evitar la propagación del virus es aislar las granjas del exterior al máximo, lo cual implica mantener totalmente encerrados a los animales explotados durante un tiempo ilimitado. En Francia, se prohibió el acceso al exterior de todas las aves explotadas en todas las granjas de más de 50 individuos, ya que saliendo al exterior pueden exponerse a entrar en contacto con excrementos o animales silvestres portadores del virus.

Podemos vivir sin explotar animales

Libro Filosofía ante la crisis ecológica, de Marta Tafalla (reseña)Les negamos su libertad, anulamos su voluntad, limitamos sus movimientos de por vida, les obligamos a criar y a vivir en condiciones incómodas y en la mayoría de casos deplorables a nivel físico y psicológico. Nos apropiamos de sus cuerpos y les hacemos permanecer en un estado de sufrimiento constante hasta sus últimos suspiros en un matadero.

Por si fuera poco, su homogeneidad genética, el hacinamiento y la falta de higiene a los que los sometemos favorecen la proliferación de bacterias y patógenos que pueden causarles infecciones y propagar enfermedades letales como la gripe aviar. El virus actual causa lesiones respiratorias y neurológicas, condenando a quienes lo padecen a una muerte agónica.

Somos responsables de la propagación de la gripe aviar en animales silvestres. Ha sucedido por nuestro abuso y descuido en actividades crueles e innecesarias que llevamos a cabo para nuestro beneficio. No podemos pretender controlar y vencer un virus a la vez que favorecemos su propagación.

Necesitamos replantearnos nuestra relación con el resto de animales y una manera de hacerlo es cuestionar nuestro sistema alimentario, un sistema cruel que pone la vida de todos los habitantes de este planeta en un peligro continuo. Podemos alimentarnos de otras maneras y acelerar la transición proteica hacia una dieta 100 % vegetal. Esta transición ya está en marcha gracias a iniciativas como el Plant Based Treaty, el proyecto TransFARMation y Co&xister. ¿Por qué no seguir su camino? Si podemos vivir sin explotar animales, ¿por qué hacerlo?

Laura Muñoz, @unbichoinquieto (X e Instagram),
redactora y colaboradora habitual de Infoanimal.

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El lobo en Castilla La Mancha: abandonado y perseguido

29 Octubre 2025 at 19:23
Por: pegasus

El lobo en Castilla La Mancha es hoy una sombra de lo que fue en el pasado reciente; a finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX habitaba por prácticamente cualquier zona montañosa y forestal de la región, pero la caza, el veneno y la persecución brutal que sufrió especialmente en la segunda mitad del siglo XX acabó en un exterminio casi total.

La situación actual del lobo ibérico en Castilla La Mancha es crítica; de las 333 manadas que según el último censo estatal publicado por el MITECO (Censo Nacional 2021-2024 del Lobo ibérico) para todo el territorio de España, sólo hay 4 manadas en Castilla La Mancha y de estas sólo 2 manadas son exclusivas, las otras 2 son compartidas con Madrid y Castilla y León. Y aunque la situación ha mejorado en los últimos años y a nivel estatal ha experimentado una expansión por el cuadrante noroeste peninsular, el lobo sigue amenazado por multitud de problemas (persecución directa, conflictos con la ganadería, carreteras, cuello de botella genético, etc.) y su expansión se está viendo limitada y frenada; es prácticamente imposible que continúe su expansión hacia la mitad sur o hacia el cuadrante noreste por la persecución de ganaderos y cazadores, amparados por los gobiernos autonómicos, que sin ir más lejos recientemente eliminaron la protección al lobo ibérico al sacarlo del LESPRE (Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial) en las zonas donde hay presencia.

En Castilla La Mancha actualmente sólo hay presencia en el extremo norte de Guadalajara, en el resto de la región donde hasta hace pocas décadas había presencia estable, ya no queda ni rastro. El lobo se ha esfumado de casi toda Castilla La Mancha sin que ninguno de los gobiernos que ha tenido la región en décadas haya hecho absolutamente nada por proteger a los lobos que aún quedaban en Sierra Morena, ni por facilitar su recuperación ni su posible recolonización, pese a que están obligados a ello; en Castilla La Mancha el lobo ibérico está catalogado como «En Peligro», así figura en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de Castilla-La Mancha (Decreto 33/1998, de 05/05/1998), y la Ley de Biodiversidad obliga a la puesta en marcha de un Plan de Recuperación en un plazo máximo de 3 años desde su catalogación (art. 59,1,a) de la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad), pero en ningún momento se ha desarrollado ningún plan ni acción alguna para revertir la situación del lobo en Castilla La Mancha.

Así pues, decidí enviar una consulta a la Consejería de Desarrollo Sostenible de la Junta de Castilla La Mancha a través de su sede electrónica, preguntando por qué no hay ni ha habido en todos estos años ningún Plan de Recuperación para el lobo ibérico. Su respuesta fue que Ley de Biodiversidad permite integrar los planes de recuperación de especies En Peligro en los planes de gestión de los Espacios Naturales Protegidos (ENP) donde habiten las especies amenazas en cuestión, que en este caso se ha integrado en los planes de gestión de la ZEC Sierra de Ayllón y ZEC Sierra Morena, con medidas como la consideración de “áreas críticas” para la conservación y recuperación de especies clave como el lobo ibérico, entre otras medidas. Y esto es una bomba de humo; lo primero, que otras especies catalogadas como En Peligro en Castilla La Mancha como el lince ibérico, el buitre negro o el águila imperial por nombrar algunas, cuentan con sus propios planes de recuperación específicos, que son complementarias a las medidas integradas en los planes de gestión de los ENP en los que mayormente habitan. Si el lobo ibérico no cuenta con una plan de recuperación específico es sencilla y llanamente por motivos políticos y electoralistas, dada su situación de conflictividad con la ganadería y la caza, adoptar medidas para recuperar a la especie y facilitar su expansión e incluso la reintroducción en el resto de zonas de la región donde habitó hasta hace unas décadas, sería problemático a nivel político para el gobierno de turno. Por comparar, en la recuperación del lince se han invertido millones de euros en varios proyectos LIFE, y de hecho ahí tenemos a las imágenes de políticos de la Junta haciéndose la foto con la suelta de ejemplares de lince ibérico para las reintroducciones, enarbolando la bandera de haber salvado de la extinción. El lince es rentable a nivel político porque apenas genera conflictos con intereses particulares y han convertido su recuperación en un circo electoralista, pero del lobo si pudieran no dejaban ni el recuerdo.

Lo segundo, es que pese a que en la respuesta se afirmaba que hay declarada un área crítica para el lobo ibérico, no la hay; las áreas críticas de fauna que actualmente hay en la región son para águila imperial, águila perdicera, cigüeña negra, buitre negro y lince ibérico, que son las especies que cuentan con planes de recuperación específicos. El lobo ibérico no tiene y los planes de gestión de las ZEC mencionadas antes tampoco lo incluyen. Y siguiendo con los planes de gestión de estas ZEC, el único que cuenta con alguna medida más específica es el de Sierra de Ayllón, pero eso sí, muy somero y limitado, con medidas orientadas a no molestar a los ganaderos de la zona pero no a asegurar la estabilidad de las escasísimas manadas que actualmente hay, ni a facilitar la llegada de nuevas ni la expansión a nuevos territorios. En la ZEC Sierra Morena no hay ninguna medida de gestión para recuperar las poblaciones de lobo, ni para facilitar la llegada de nuevas manadas, simplemente hay una única mención en todo el Plan de Gestión, para seguimiento de rastros, nada más. Como ejemplo paradigmático de todo esto, a finales de 2023 se confirmó la presencia de un lobo en la provincia de Ciudad Real, probablemente un ejemplar divagante procedente de la zona sur de Ávila, y aquello que en condiciones normales sería una grandísima noticia que podría significar la apertura de un corredor ecológico entre las poblaciones loberas de Gredos y zonas como Montes de Toledo y Sierra Morena, acabó silenciado y archivado; tan pronto como se conoció la noticia, asociaciones de cazadores con la Fundación Artemisan a la cabeza, pidieron que el lobo fuera “retirado”. Y dicho y hecho, no se supo nada más de ese lobo, no sabemos qué fue de él, silencio absoluto pese a que los trabajadores de la Junta conocían sus pasos (por fototrampeo y observaciones directas). El gobierno de Castilla La Mancha está completamente vendido y supeditado al sector de la caza, y es que sin ir más lejos tenemos el reciente escándalo del Reglamento de Caza, anulado por sentencia judicial tras la denuncia de Ecologistas en Acción por la mala fe en la elaboración a medida de los intereses cinegéticos y por numerosas ilegalidades en su tramitación, siendo sólo el último caso de una larga lista de concesiones al lobby cinegético y de atentados contra la naturaleza y los derechos comunes.

 @CastellaNatura (Alimañas)

Fuente: https://www.todoporhacer.org/lobo-castilla-la-mancha/

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¿Tú también eres drogadicto?

El mundo tecnológico es extraño para los humanos. Estamos medio drogados. Y eso no es lo peor. Lo más grave es que no lo sabemos; o no lo queremos reconocer; síntoma clásico de toda adicción.

En paralelo, crece el consumo de medicamentos que nos adormecen, al igual que nuestra obsesión colectiva por creer que son necesarias o imprescindibles las tonterías más delirantes, desde las toallitas húmedas al agua plastificada. Vivimos en una sociedad enganchada, sumisa a los picos de dopamina. Aunque esto tiene una explicación científica basada en la evolución, hay un lado triste y autodestructivo; deshumanizador y depravado.

¿A qué estamos enganchados? Al menos, a todo esto…

  1. Esclavos de la comodidad. Esto es dañino cuando se busca a toda costa y sin evaluar costos ni riesgos para nosotros ni para terceros.
  2. Dependemos del plástico y de los envases de usar y tirar. Hemos convertido en un peligro para nuestra salud un material que —bien empleado— podría tener más ventajas que inconvenientes. Ni un SDDR para los envases de plástico sería suficiente, porque reciclar no basta.
    • Evitar envases de usar y tirar, incluso de vidrio, no es tan fácil como debiera, aunque tampoco es imposible.
  3. Dependemos del petróleo. Pocas dependencias son tan graves como la petroadicción. Gran parte de nuestras sociedades se mueven con combustibles fósiles, desde este blog que estás leyendo, hasta la comida que llega a tu boca. Sin petróleo, sufriríamos apagones, tanto eléctricos como médicos, psicológicos, de suministros y hasta de paz.
    • Caminar e ir en bici son bombas silenciosas que despiertan a la humanidad.
  4. Nos ciega la moda barata. Queremos vestir arreglados para que no nos miren mal; o para sentirnos superiores, si bien los mayores ladrones y asesinos siempre se presentan con corbata y relojes caros. Tampoco parece importar que la moda sea causa directa de enormes problemas ecoanimalistas.
    • Vestir ropa visiblemente usada, no solo introduce menos tóxicos en nuestro cuerpo, sino que golpea en el estómago de la segunda industria más contaminante del planeta, solo por detrás del sector energético.
  5. Adoramos la carne, los lácteos, los huevos y la comida ultraprocesada. Nos da igual lo que diga la ciencia, incluso aunque nuestra salud se resienta. El consumo de alimentos de origen animal y ultracondimentados es tan sabroso y barato (subvencionado en muchos casos), que nos engancha en cada mordisco. Los dirigentes venden nuestra salud a macrocorporaciones ultraazucaradas.
    • Solo un demente o alguien sin alternativas querría trabajar de matarife. En este oficio, la crueldad diaria insensibiliza al ser humano hasta niveles inhumanos. A partir de ahí, todos los negocios que se basan en ello —igual que la caza o la pesca— tienen podridos los cimientos.
  6. Huimos lejos para mirar fuera cuando no queremos ver dentro. ¿Quién nos ha vendido que si no viajas en vacaciones eres un ser inferior? Los sabios saben que se aprende más sin salir de casa (Capítulo 47 del Tao Te Ching).
    • Viajar despacio y por tierra (sin volar) no es sinónimo de viajar cerca, ni de aprender poco. Tener el valor de mirar hacia dentro es más barato, más productivo y más valiente que subir al Himalaya, pero la foto tendrá menos likes.
  7. Buscamos el ruido. Fabricamos máquinas que producen ruido y rellenamos con música cuando hay demasiado silencio. Nuestra sociedad se comporta como si el silencio fuera un terrorífico enemigo.
  8. Anhelamos la riqueza. Queremos dinero para que nos admiren. Los ricos no son superiores; solo los tratamos como si lo fueran, sin importar si el origen de su riqueza es ético o no; o incluso cuando, directamente, se sabe que procede de corrupción propia o de sus antepasados.
    • Muchas personas se consideran clase media porque observan que hay otros más ricos y otros más pobres. La medida de Peter Singer para ver si somos ricos tal vez te sorprenda y te haga reaccionar ante este mundo asombrosamente injusto.
  9. Nos atamos a las telecomunicaciones, a internet, a la tecnología, a la IA, a las series en streaming. La cosa va más allá del síndrome FOMO (Fear of Missing Out; miedo a perderse algo), caracterizado por ansiedad o preocupación constante por no estar al tanto de eventos y personajes; a veces tan alejados que ni conocemos en persona. Estar constantemente en conversación con unos y otros no solo es estresante, sino que nos quita tiempo para cosas importantes: leer, estudiar, pensar, descansar, pasear…
    • Algunas apps, como WhatsApp, tienen serios inconvenientes si se usan mal. Por eso, cada vez más personas se pasan a Telegram que, además de tener menos usuarios (eso quita ruido), no traspasa tus datos a cualquiera de las redes de Meta.
  10. Corremos sin motivo, siervos de la inmediatez y la novedad. Lo que queremos, lo queremos rápido. Si viajamos, ansiamos llegar pronto; para así, irnos rápido a otro lugar. Ver la película es más rápido que leer el libro. Lo nuevo, rápido pasa a ser viejo.
    • ¿Y si cada día nos proponemos hacer algo más despacio, con más calma, con más pasión?

Por supuesto, no hemos pretendido ser exhaustivos en esta lista, sino invitar a una reflexión siempre agradecida y agradable. Cambiar no es fácil, pero tampoco imposible ni difícil, si lo deseamos.

Como sociedad, es bueno saber que hay estudios que reflejan que no hace falta mucha población concienciada para provocar un cambio sustancial. Entre un 10 y un 20 % de personas activas son suficientes para arrastrar a más individuos, colectivos y también a los líderes, que tendrían que tomar medidas. Hay muchos ejemplos: el voto femenino se consiguió cuando ni siquiera muchas mujeres lo deseaban.

La sociedad actual nos ha envenenado. Ya no somos consumidores. Somos nosotros los consumidos, drogadictos del sistema; adictos al placer inmediato y a la comodidad de un sistema de vida insostenible, cuya factura pagará quién sabe quién.

Asumamos nuestras dependencias. Reconozcamos que tenemos un problema grave. Ese es el primer paso para desintoxicarnos antes de morir por sobredosis.

♥ Drogas que nos matan y soluciones que nos salvan:

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¿Tú también eres drogadicto?

El mundo tecnológico es extraño para los humanos. Estamos medio drogados. Y eso no es lo peor. Lo más grave es que no lo sabemos; o no lo queremos reconocer; síntoma clásico de toda adicción.

En paralelo, crece el consumo de medicamentos que nos adormecen, al igual que nuestra obsesión colectiva por creer que son necesarias o imprescindibles las tonterías más delirantes, desde las toallitas húmedas al agua plastificada. Vivimos en una sociedad enganchada, sumisa a los picos de dopamina. Aunque esto tiene una explicación científica basada en la evolución, hay un lado triste y autodestructivo; deshumanizador y depravado.

¿A qué estamos enganchados? Al menos, a todo esto…

  1. Esclavos de la comodidad. Esto es dañino cuando se busca a toda costa y sin evaluar costos ni riesgos para nosotros ni para terceros.
  2. Dependemos del plástico y de los envases de usar y tirar. Hemos convertido en un peligro para nuestra salud un material que —bien empleado— podría tener más ventajas que inconvenientes. Ni un SDDR para los envases de plástico sería suficiente, porque reciclar no basta.
    • Evitar envases de usar y tirar, incluso de vidrio, no es tan fácil como debiera, aunque tampoco es imposible.
  3. Dependemos del petróleo. Pocas dependencias son tan graves como la petroadicción. Gran parte de nuestras sociedades se mueven con combustibles fósiles, desde este blog que estás leyendo, hasta la comida que llega a tu boca. Sin petróleo, sufriríamos apagones, tanto eléctricos como médicos, psicológicos, de suministros y hasta de paz.
    • Caminar e ir en bici son bombas silenciosas que despiertan a la humanidad.
  4. Nos ciega la moda barata. Queremos vestir arreglados para que no nos miren mal; o para sentirnos superiores, si bien los mayores ladrones y asesinos siempre se presentan con corbata y relojes caros. Tampoco parece importar que la moda sea causa directa de enormes problemas ecoanimalistas.
    • Vestir ropa visiblemente usada, no solo introduce menos tóxicos en nuestro cuerpo, sino que golpea en el estómago de la segunda industria más contaminante del planeta, solo por detrás del sector energético.
  5. Adoramos la carne, los lácteos, los huevos y la comida ultraprocesada. Nos da igual lo que diga la ciencia, incluso aunque nuestra salud se resienta. El consumo de alimentos de origen animal y ultracondimentados es tan sabroso y barato (subvencionado en muchos casos), que nos engancha en cada mordisco. Los dirigentes venden nuestra salud a macrocorporaciones ultraazucaradas.
    • Solo un demente o alguien sin alternativas querría trabajar de matarife. En este oficio, la crueldad diaria insensibiliza al ser humano hasta niveles inhumanos. A partir de ahí, todos los negocios que se basan en ello —igual que la caza o la pesca— tienen podridos los cimientos.
  6. Huimos lejos para mirar fuera cuando no queremos ver dentro. ¿Quién nos ha vendido que si no viajas en vacaciones eres un ser inferior? Los sabios saben que se aprende más sin salir de casa (Capítulo 47 del Tao Te Ching).
    • Viajar despacio y por tierra (sin volar) no es sinónimo de viajar cerca, ni de aprender poco. Tener el valor de mirar hacia dentro es más barato, más productivo y más valiente que subir al Himalaya, pero la foto tendrá menos likes.
  7. Buscamos el ruido. Fabricamos máquinas que producen ruido y rellenamos con música cuando hay demasiado silencio. Nuestra sociedad se comporta como si el silencio fuera un terrorífico enemigo.
  8. Anhelamos la riqueza. Queremos dinero para que nos admiren. Los ricos no son superiores; solo los tratamos como si lo fueran, sin importar si el origen de su riqueza es ético o no; o incluso cuando, directamente, se sabe que procede de corrupción propia o de sus antepasados.
    • Muchas personas se consideran clase media porque observan que hay otros más ricos y otros más pobres. La medida de Peter Singer para ver si somos ricos tal vez te sorprenda y te haga reaccionar ante este mundo asombrosamente injusto.
  9. Nos atamos a las telecomunicaciones, a internet, a la tecnología, a la IA, a las series en streaming. La cosa va más allá del síndrome FOMO (Fear of Missing Out; miedo a perderse algo), caracterizado por ansiedad o preocupación constante por no estar al tanto de eventos y personajes; a veces tan alejados que ni conocemos en persona. Estar constantemente en conversación con unos y otros no solo es estresante, sino que nos quita tiempo para cosas importantes: leer, estudiar, pensar, descansar, pasear…
    • Algunas apps, como WhatsApp, tienen serios inconvenientes si se usan mal. Por eso, cada vez más personas se pasan a Telegram que, además de tener menos usuarios (eso quita ruido), no traspasa tus datos a cualquiera de las redes de Meta.
  10. Corremos sin motivo, siervos de la inmediatez y la novedad. Lo que queremos, lo queremos rápido. Si viajamos, ansiamos llegar pronto; para así, irnos rápido a otro lugar. Ver la película es más rápido que leer el libro. Lo nuevo, rápido pasa a ser viejo.
    • ¿Y si cada día nos proponemos hacer algo más despacio, con más calma, con más pasión?

Por supuesto, no hemos pretendido ser exhaustivos en esta lista, sino invitar a una reflexión siempre agradecida y agradable. Cambiar no es fácil, pero tampoco imposible ni difícil, si lo deseamos.

Como sociedad, es bueno saber que hay estudios que reflejan que no hace falta mucha población concienciada para provocar un cambio sustancial. Entre un 10 y un 20 % de personas activas son suficientes para arrastrar a más individuos, colectivos y también a los líderes, que tendrían que tomar medidas. Hay muchos ejemplos: el voto femenino se consiguió cuando ni siquiera muchas mujeres lo deseaban.

La sociedad actual nos ha envenenado. Ya no somos consumidores. Somos nosotros los consumidos, drogadictos del sistema; adictos al placer inmediato y a la comodidad de un sistema de vida insostenible, cuya factura pagará quién sabe quién.

Asumamos nuestras dependencias. Reconozcamos que tenemos un problema grave. Ese es el primer paso para desintoxicarnos antes de morir por sobredosis.

♥ Drogas que nos matan y soluciones que nos salvan:

Libro Siempre en pie, o cómo el estoicismo te hará feliz, de Pepe García @ElEstoicoEsp

Ser felices incluye saber afrontar nuestros proyectos, gestionar la incertidumbre, aceptar los fracasos… y, en definitiva, «vivir una vida que merezca la pena ser vivida». Este libro (Plataforma Editorial, 2022) es una gran ayuda para este propósito. Su lectura, agradable y fluida, nos convence y nos anima a ser mejores personas y aumentar la felicidad. Pepe García dice ser un «entrenador de estoicismo». ¿Quieres entrenarte? Como dijo Crisipo (otro estoico): la filosofía es una cura para el alma.

Por supuesto, hay otras filosofías útiles. Entre las antiguas, podemos encontrar el epicureísmo que busca el placer y elude el dolor, pero no a cualquier precio. De hecho, dado que no siempre esa es una buena estrategia, se recomienda «entrenarse en cómo superar el dolor». Más modernamente, hay terapias psicológicas basadas en el estoicismo, como la cognitivo-conductual o la racional emotivo-conductual.

Resumiendo, el estoicismo nos ayuda a ser mejores personas, a vivir mejor y a encajar los golpes de la vida, los cuales son inevitables. Los contratiempos, que no están bajo nuestro control, es mejor afrontarlos con serenidad, en vez de con enfado. Epicteto decía: «no son las cosas lo que nos perturba, sino los juicios que hacemos sobre esas cosas». Por supuesto, hay ocasiones en las que podemos decidir cómo actuar. En este caso, el estoicismo nos pide que nuestra intención sea virtuosa. Así, aunque el resultado no sea bueno, podemos estar tranquilos y satisfechos. Por eso, este filósofo mantenía que solo las cosas que dependen de nosotros pueden ser buenas o malas. El resto lo califica como indiferente (incluyendo la salud, la reputación, la fama, el dinero…). Puedes preferir una cosa a otra (la riqueza a la pobreza), pero no ligar tu felicidad a conseguirlo. El sabio estoico —sea rico o pobre— sabe vivir con austeridad y tiene presente que lo importante es no apegarse a lo material.

Como también proclamaba la filosofía india del karma yoga, debemos obrar para hacer del mundo un lugar mejor, pero sin esperar algo a cambio por comportarnos bien. Actuar con virtud es un fin en sí mismo. Marco Aurelio escribió: «Cuando hayas hecho un favor y otro lo haya recibido, ¿qué tercera cosa andas todavía buscando, como los necios?».

El autor explica muy bien la diferencia entre ataraxia y apatheia. Lo primero es algo parecido al nirvana o samâdhî del budismo y del hinduismo, un estado de serenidad, calma e imperturbabilidad, pase lo que pase a nuestro alrededor. Por su parte, apatheia significa estar libres de emociones negativas.

Al final de este artículo enumeramos 20 ideas clave
del estoicismo que aquí se explican.

El libro nos resume las vidas de tres estoicos famosos: Séneca, el cordobés millonario que predicó el desapego por encima del tener o no riquezas;  Epicteto, el esclavo liberado en su vejez que montó una academia de filosofía; y Marco Aurelio, «uno de los mejores líderes de toda la historia», famoso por sus Meditaciones. Puedes leer reflexiones de estos y de otros sabios en Mis citas preferidas.

Las cuatro virtudes estoicas

Pepe García nos explica de forma sencilla las virtudes estoicas que aquí resumimos:

  1. Sabiduría práctica. Consiste en distinguir lo que debemos hacer de lo que no y, sobre todo, en realizar lo primero. Esta es la virtud más importante y propone analizar nuestras situaciones personales, escribiendo lo que serían buenas y malas decisiones en cada una de ellas y cómo mejorar. Con ese ejercicio tomaremos conciencia de si avanzamos o no.
  2. Justicia. Se trata de pensar cómo cada acción afecta a los demás. Hoy, podríamos extenderlo a todo lo demás, incluyendo los animales y el medioambiente.
  3. Templanza. Es moderación en nuestros impulsos y placeres, así como disciplina para hacer lo que sabemos que debemos hacer. El mecanismo es «prestar atención» a lo que estamos viviendo en cada momento, ser conscientes de nuestros sentimientos e impulsos y, controlarlos. Epicteto nos propone el ejercicio de pensar cómo nos sentiremos después de tomar una buena decisión: pensar en el orgullo con uno mismo cuando hemos sido capaces de vencer una tentación, de haber sido capaz de rechazar algo negativo. ¿Cuándo nos hemos arrepentido de comer sano o de hacer algo que debíamos hacer?
  4. Coraje, valor, resistencia a lo incómodo. Esto nos permite superar las adversidades (resiliencia) y hacer lo correcto aunque los demás hagan otra cosa. Un ejercicio es empezar por cosas pequeñas. Ser valiente no consiste en no tener miedo, sino en controlarlo y vencerlo con acciones.

Una técnica estoica consiste en elaborar un manual (enquiridión) de máximas, frases breves, que nos permitan afrontar las adversidades recordando cómo actuar. Repitiendo y memorizando frases podemos cambiar nuestra forma de pensar y proceder. Esto ayuda a superar las creencias o enseñanzas erróneas. Te sugerimos que eches un vistazo a nuestra colección de citas donde, sin duda, encontrarás algo interesante.

Para los estoicos, «todo lo que ocurre es neutral» (ni bueno ni malo) y es nuestra interpretación —lo que nos decimos a nosotros mismos— lo que marca la diferencia. Para aprender a tomarnos bien la vida, Pepe García recomienda planificar momentos deliberados de quietud, para escuchar nuestra mente. En silencio y soledad, escucharemos todo el ruido que generamos nosotros mismos. Aunque es algo parecido, no se trata de una meditación al estilo oriental. Posteriormente, en cada situación que valoremos negativa debemos recordar las máximas, cambiar nuestra forma de pensar y afrontar los hechos como una oportunidad para entrenar nuestra paciencia y para aprender a ser mejores.

Autoevaluación y dicotomía del control

Los estoicos dedican tiempo cada día «a reflexionar sobre sus acciones». El famoso médico Galeno recomendaba, con Marco Aurelio, prepararnos mentalmente cada mañana sobre cómo serán nuestras acciones. Imaginar cómo queremos que sea nuestro día y anticiparnos a las adversidades que podamos prever es muy inteligente. Séneca recomendaba también reflexionar al final del día para evaluar nuestros aciertos y errores. Por otra parte, podemos copiar al emperador, el cual tenía un diario personal en el que apuntaba para sí mismo sus reflexiones.

García aclara: «El propósito de este ejercicio no es machacarnos ante cada error ni tampoco presumir demasiado por lo que hemos hecho bien. La finalidad, en cambio, es mejorar, estar cada día un paso más cerca del tipo de persona que queremos ser». Un ejercicio matutino que puede usarse para planificar el día es elaborar una lista con las cosas que queremos conseguir ese día, siendo realistas y sin excedernos, al menos al principio.

«Nuestra energía es limitada, y la mejor forma de administrarla no es poniendo atención en las cosas que no dependen de nosotros». Por eso, Epicteto recomendaba examinar las preocupaciones y centrarnos en lo que depende de nosotros. Pepe García nos advierte: si ponemos nuestra energía y nuestro foco en las cosas que no dependen de nosotros, estaremos garantizando nuestra falta de tranquilidad. Se llama dicotomía del control a centrarnos en diferenciar esto.

Memento mori (recuerda que morirás)

Séneca animaba a no tener miedo de la muerte. El estoicismo cree que tener presente la muerte puede ser la mejor forma de vivir una vida feliz (eudaimónica). El libro plantea varios ejercicios interesantes, como imaginar que hacemos algo por última vez.

No se trata de pensar en la muerte para angustiarnos, sino para valorar el estar vivos, para animarnos a cumplir nuestros sueños y para pensar en cómo queremos vivir y ser recordados. Otro interesante ejercicio es usar la muerte como consejera.

Atención, imaginación negativa y premeditatio malorum

«La vida ocurre en la mente. De hecho, cualquier pensamiento, idea, emoción y acción, ocurre en la mente». Por eso, si controlamos nuestra atención —nuestra mente— aumentaremos la calidad de vida. Esto es algo que sabían los estoicos (lo llamaban prosochê), pero también los místicos orientales (meditación) y los psicólogos actuales (que recomiendan hacer mindfulness). Cuesta entrenar la atención, porque los resultados no se ven de forma inmediata. Pepe García responde que meditar «sirve para entrenarnos en darnos cuenta de nuestros pensamientos y emociones». Además de meditar, cuando tengamos que hacer alguna tarea concreta, recomienda eliminar distracciones (p. ej. el teléfono) o contar las veces que nos distraemos. Epicteto tenía claro que prestando atención nada puede salir peor que estando distraídos.

No saber apreciar lo que tenemos es un problema generalizado. Además, también solemos caer en tener demasiados deseos que, cuando se satisfacen, dejamos de valorar y pasamos a desear otras cosas, una y otra vez (proceso llamado adaptación hedónica o avaricia, según en lo que nos centremos). Por último, también es frecuente tener miedo ante la incertidumbre del futuro.

El objetivo del budismo es detener los deseos. En cambio, el estoicismo pretende evitar que los deseos condicionen nuestra felicidad o integridad. Conseguir algo no depende exclusivamente de nosotros, pero actuar con virtud sí. Por eso, el estoicismo propone obrar bien, sin pretender algo a cambio (como el Karma yoga). «Si damos más importancia a lo que tenemos que a lo que deseamos, seremos más felices».

Una técnica es la imaginación negativa, que consiste en imaginar que perdemos algo que sintamos que es valioso. Esto nos hará sentir pensamientos incómodos de forma controlada, que nos harán valorar más lo que tenemos o nuestra situación actual. Por ejemplo, intenta vivir un tiempo como si fueras ciego, y verás el agradecimiento sincero al abrir los ojos.

El premeditatio malorum es un ejercicio similar. Recomendado por Séneca, consiste en imaginar que nos ocurre algo malo. El objetivo no es ser pesimistas y quejarnos, sino prepararnos mentalmente para futuras adversidades y superar nuestros miedos. Lo que nos parece un gravísimo problema, rara vez lo es realmente. Bien hecho, este ejercicio suele mostrarnos que tenemos bajo nuestro control mucho más de lo que pensamos y que, además, existen alternativas razonables ante ciertos problemas. Podemos pensar, sin duda, que ese mismo problema lo han tenido otras personas en el pasado y lo han superado sin dramatizar. Aparcar nuestro ego por un tiempo es sanador. Puede ayudar recordar algún problema del pasado y tomar conciencia de que lo superamos (una ruptura, un despido, una lesión o enfermedad, una pérdida importante, etc.).

El objetivo de estos últimos ejercicios no es ridiculizar nuestros problemas, sino evitar que nos paralicen y pasar de preocuparnos por ellos a ocuparnos de ellos. Además, tengamos en cuenta que las desgracias que más tememos rara vez ocurren. El filósofo y matemático René Descartes, ya mayor, escribió una carta en la que decía: «Mi vida estuvo llena de desgracias, muchas de las cuales jamás sucedieron».

Incomodidades voluntarias y ver los problemas como oportunidades

Este ejercicio es fundamental en el estoicismo. Se trata de privarnos voluntariamente de comodidades o lujos de los que disfrutamos o podríamos disfrutar. Ejemplos: quitarnos una comida, transportarnos andando o en bici, ducharnos con agua fría, no usar los ascensores, no usar el teléfono en varios días, dejar de comprar algo, etc. Esto «nos ayuda a comprender mejor que podemos prescindir de muchos privilegios a los que estamos acostumbrados». Otras ideas que propone el libro son: no gastar nada en varios días, hacer más ejercicio, caminar descalzo por la calle o vestir ropas ridículas, como hacía el político romano Catón el Joven para entrenarse en que le dieran igual las opiniones ajenas. Catón propiciaba burlas contra él para curtirse en ignorarlas. También fue muy desconcertante en su época, la defensa de Catón del bienestar de los pueblos conquistados. Una vez, se estaba celebrando la masacre que César había perpetrado contra una tribu gala, incluyendo mujeres y niños. Catón se levantó en el Senado para exigir que el general fuese juzgado como criminal de guerra. El estoicismo fue posiblemente la primera escuela en enseñar el respeto a todos los pueblos, una idea que después fue transmitida al cristianismo y su esencia.

En muchas ocasiones, en estos ejercicios lo que más cuesta es empezar. Superado ese trámite, hacer algo bien puede ser más fácil de lo que pensamos.

En la misma línea, los estoicos afrontaban sus problemas como una oportunidad para mejorarse: para cultivar su paciencia, para trabajar su resistencia… en definitiva, para ver las cosas de otra manera. Así, la gravedad de los problemas se diluye y nos preparamos para aguantar desgracias mayores.

Serenidad estoica

Repitamos: Epicteto decía que «no son las cosas lo que nos perturba, sino los juicios que hacemos sobre esas cosas». Por tanto, el estoico debe aprender a controlar los juicios que hacemos, a distinguir los hechos de las opiniones, a describir la realidad sin emitir juicios de valor. Las cosas no son buenas o malas, sino que depende de un montón de factores, muchos de ellos incontrolables por nosotros. Emitir valoraciones basándose en prejuicios, hacer suposiciones de cosas que no estamos seguros, solo contribuye a errores y a malgastar nuestra energía en cosas banales. Esto se parece al primero de los acuerdos que Miguel Ángel Ruiz Macías explicaba en su libro Los cuatro acuerdos (véase foto adjunta).

Ante sentimientos negativos, lo primero es detectarlos junto con los pensamientos inútiles que los acompañan y que no nos llevan a nada bueno. Notar los síntomas y ser conscientes es el primer paso para controlarlos. En segundo lugar, analizaremos por qué pensamos eso y si realmente exageramos o dramatizamos la gravedad de la situación. Retrasar la respuesta instintiva nos hace razonar y reaccionar mejor. Por último, debemos cambiar esos pensamientos por otros más objetivos y reales. En todo caso, es un proceso en el que podemos entrenarnos para mejorar día a día. Y si nos cuesta trabajo, el libro incluye ejercicios interesantes que podemos practicar.

Portada de La vida te enseña
Un libro con 101 relatos de la vida real aplicando la humildad y el estoicismo

En momentos de estrés o sentimientos negativos, Séneca nos recomienda respirar profundamente y pensar qué le diríamos a un amigo que estuviera en nuestra situación. También funciona hacer todo lentamente (movimientos lentos), hasta que la mente se calme.

Como dice Pepe García, «nuestro cerebro es presa de multitud de sesgos cognitivos y creencias». Por ejemplo, es muy típico suponer que alguien rico o elocuente es mejor persona. En cambio, es una suposición falsa. De ahí la importancia de «distanciar nuestras opiniones de los acontecimientos a los que se refieren», una técnica que la psicología moderna denomina «distanciamiento cognitivo».

En definitiva, el estoicismo invita a actuar correctamente, aunque nuestros intereses personales se vean perjudicados. No se trata de hacer lo correcto para quedar bien, sino porque es lo correcto. Para conseguirlo —sin caer en el perfeccionismo— Pepe nos propone el ejercicio de imaginar que un sabio nos está mirando cuando lo necesitemos. Este sabio puede ser alguien real o imaginado, y se puede usar para buscar consejo: «¿Qué haría él o ella si estuviera en esta situación?». También se puede pensar en genérico para ayudarnos a reflexionar: «¿Qué haría una persona calmada en esta situación?».

Por último, el libro nos da un consejo de parte de Marco Aurelio: cuando nos sintamos culpables por no haber hecho lo mejor, seamos benevolentes con nuestros errores puntuales y valoremos nuestra trayectoria general y nuestro compromiso por mejorar.

♥ Otras lecturas de interés:

  • A veces son las consecuencias las que generan las causas.
  • Marco Aurelio: pensamientos estoicos para el mundo de hoy.
  • Usar a los demás para mejorar[te/nos/los/lo].
  • Empatía hacia lo(s) demás.
  • Libros resumidos:
    1. Historia de la filosofía y de la ciencia, de Ludovico Geymonat.
    2. La vida te enseña, relatos para aprender de la vida.
    3. Filosofía ante la crisis ecológica, de Marta Tafalla.
    4. Filosofar entre rejas, de José Barrientos (ed.).
    5. Otros libros resumidos sobre ecologismo, animalismo, globalización, economía, psicología…
  • Enumeremos 20 ideas básicas del estoicismo:
    1. Epicteto decía: «no son las cosas lo que nos perturba, sino los juicios que hacemos sobre esas cosas».
    2. No hay nada bueno ni malo. Es nuestra interpretación lo que hace esa clasificación.
    3. No condicionar la felicidad a conseguir metas que no dependen de nosotros.
    4. El sabio estoico sabe vivir con austeridad y sin apegarse a lo material.
    5. Las cuatro virtudes estoicas: sabiduría práctica (distinguir lo que debemos hacer de lo que no), justicia (cada acción afecta a lo demás), templanza (moderación en nuestros impulsos y placeres) y coraje (resistencia a lo incómodo, superar las adversidades).
    6. Coleccionar frases útiles (enquiridión), como nuestras citas preferidas.
    7. Planificar momentos deliberados de quietud, en silencio y soledad. También es útil meditar.
    8. Afrontar los hechos negativos como una oportunidad para entrenar nuestra paciencia y para aprender a ser mejores.
    9. Reflexionar al principio y final de cada día. Por la mañana, prepararnos mentalmente e imaginar cómo queremos que sea nuestro día. Anticiparnos a las adversidades posibles, pensando cómo actuaremos si ocurren. Reflexionar al final del día para evaluar aciertos y errores.
    10. Dicotomía del control: pensar qué cosas dependen de nosotros y centrarnos en ellas.
    11. Memento mori.
    12. Controlar nuestra atención, nuestra mente (prosochê, meditación, mindfulness).
    13. Evitar la adaptación hedónica o avaricia.
    14. Que tus deseos no condicionen tu felicidad. Actuar para hacer del mundo un lugar mejor, sin esperar nada a cambio.
    15. Imaginación negativa, (suponer que perdemos algo valioso) y premeditatio malorum (imaginar que nos ocurre algo malo).
    16. No preocuparnos por los problemas, sino ocuparnos de ellos.
    17. Realizar incomodidades voluntarias.
    18. Ante sentimientos negativos: diferenciar hechos de opiniones, respirar y moverse despacio, pensar en qué le aconsejaríamos a un amigo.
    19. Ante una duda: imaginar lo que diría un sabio.
    20. Ante un error: seamos benevolentes con nuestros errores puntuales y valoremos nuestra trayectoria.

Concierto de Mundo Chillón en Albacete

9 Octubre 2025 at 00:00

 

Mundo Chillón

Jueves 9 de octubre, 21:30 h

Blue Café Teatro

Entradas: 15€

 

https://ticketandroll.com/evento/mundo-chillon-en-albacete
 

Mundo Chillón

Gira El Cancionero. 


Todas las mañanas… Mirada a turquía

17 Enero 2023 at 13:44

El programa se ha hecho corto para recorrer solo un poquito la historia literaria de Turquía. Primero una mirada política y social al ahora, que no es poco, para luego mirar a través de los ojos de cuatro autores/as contemporáneos que aportan diferentes prismas sobre la realidad turca. Primero desde las miradas que estremecen de […]

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Todas las mañanas… Nicaragua, nicaragüita

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