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AnteayerSalida Principal

Sáhara Occidental: preguntas que irritan al PSOE

4 Diciembre 2025 at 08:52

Este artículo forma parte del dossier dedicado al Sáhara Occidental publicado en #LaMarea108. Puedes descargarte gratuitamente la revista aquí o suscribirte para recibir los próximos números y seguir apoyando el periodismo independiente.

El 8 de junio de 2022, el diputado socialista José Luis Ábalos accedió a conceder una entrevista off the record al periodista que firma esta pieza. Será el propio Ábalos quien rompa ese pacto de confidencialidad minutos después. Durante casi una hora, sentado en un lugar discreto del Hotel Catalonia, a escasos metros del Congreso de los Diputados, el que había sido ministro de Transportes y hombre de confianza de Pedro Sánchez restó importancia a su relación con cuatro personas cercanas a su entorno y que, según documentos del CNI y varias fuentes de los servicios de información españoles, estaban a sueldo del espionaje marroquí.

Los vínculos de Ábalos y su círculo íntimo con estas personas eran innegables. La primera de ellas pasaba las noches con una persona del ámbito familiar de Ábalos mientras ésta permanecía ingresada en un hospital. La segunda había ejercido como asesor de libre designación en su etapa de ministro. La tercera recibía pagos directos del jefe en Madrid de la DGED, el servicio secreto exterior marroquí. La cuarta trabajaba a las órdenes de Ahmed Charai, un conocido relaciones públicas de la propia DGED.

Ábalos admitió conocer a estas personas pero restó peso a su relación con ellas. Él no tenía por qué saber que trabajaban para la inteligencia de Mohamed VI. Tras negar vínculos con el espionaje marroquí, el ministro apagó su cuarto (y último) cigarro, apuró su café cortado y salió a pie del hotel. Unos minutos después, rompía el pacto de aquella entrevista off the record. Antes siquiera de abonar la cuenta, este periodista recibió una llamada de una fuente vinculada a los servicios secretos de Rabat. Estaba al tanto de nuestro encuentro y de la lista de personas que habían protagonizado la conversación: «Ábalos ha llamado preocupado y ha informado de que estás preguntando por todos ellos».

Alineado con Rabat

El PSOE es la formación política española más alineada con los intereses de Rabat. La cuestión del Sáhara pone en evidencia la brecha que separa a la élite del partido y sus bases. El matrimonio de conveniencia entre los dirigentes socialistas y Marruecos comenzó con el presidente Felipe González, cuando en la década de 1980 empezó a expresar su apoyo a Rabat, olvidando la promesa que hizo en 1976, siendo secretario general del PSOE, durante su visita a los campamentos de refugiados saharauis en Argelia. «Nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final», había dicho entonces González. Al llegar a la Moncloa, González olvidó su apoyo a los saharauis y se alineó con Marruecos hasta convertirse en uno de los grandes defensores internacionales de la marroquinidad del Sáhara Occidental.

José Luis Rodríguez Zapatero siguió la misma estela y se convirtió en el primer presidente en apoyar públicamente el «plan de autonomía» de Marruecos para el Sáhara, criticado por organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch por su ilegalidad, por carecer de contenido y por la falta de garantías que ofrece un régimen autoritario como el marroquí. En la misma línea, el presidente Pedro Sánchez fue el último en claudicar de sus propias palabras cuando en 2022 remitió una carta al rey Mohamed VI –y cuyo entorno la filtró a los medios– apoyando sus postulados sobre el Sáhara para poner fin a la peor crisis bilateral entre ambos países desde el incidente del islote de Perejil en 2002.

Marruecos es un asunto incómodo para el PSOE. Sus dirigentes evitan pronunciarse en público sobre el vecino del sur. Si lo hacen, lo ensalzan eludiendo sus déficits más visibles: el respeto a los derechos humanos y la legalidad internacional, las falta de garantías democráticas y la ausencia de Estado de derecho.

El PSOE acumula un reguero de dudas que siguen sin respuesta, algunas protegidas al amparo de la ley franquista de Secretos Oficiales, de 1968, todavía vigente. Estas son algunas de las preguntas más relevantes sobre el Sáhara y Marruecos que el Partido Socialista sigue sin responder.

¿Impone Marruecos qué ministros cesan y cuáles acceden a una cartera?

La última decisión de Donald Trump en su primer mandato como presidente de Estados Unidos fue afirmar la soberanía marroquí del Sáhara Occidental. A cambio, Marruecos aceptó reconocer al Estado de Israel. Aquella decisión supuso un terremoto a este lado del Atlántico y sus consecuencias no tardaron en aflorar.

El 18 de abril de 2021 el líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, fue ingresado en un hospital de Logroño (La Rioja) para ser atendido de una grave afección de COVID-19. La llegada de Ghali fue gestionada en secreto por el Ministerio de Asuntos Exteriores, que decidió asistir al dirigente saharaui –poseedor de la nacionalidad española– por razones humanitarias. Los servicios de inteligencia marroquíes estuvieron al tanto en todo momento y Rabat reaccionó con virulencia.

En mayo de ese año, Marruecos alentó la entrada de miles de personas en Ceuta, dando lugar a una crisis migratoria sin precedentes. En menos de 24 horas accedieron a esta ciudad autónoma más de 12.000 personas. Las autoridades marroquíes también dieron «instrucciones de dejar pasar las embarcaciones de inmigrantes hacia las costas españolas». Estas acciones estuvieron planificadas por Fouad Alí el-Himma, consejero del rey Mohamed VI, y fueron dirigidas directamente por el propio monarca junto con el líder de la diplomacia marroquí, Nasser Bourita, y los máximos responsables del espionaje exterior e interior de Marruecos, Yassin Mansouri y Abdellatif Hammouchi, respectivamente. Toda esta información consta en tres informes del CNI a los que tuvo acceso La Marea.

La crisis bilateral estaba servida. España y Marruecos cortaron relaciones. Además de propiciar una crisis migratoria, los servicios de inteligencia marroquíes iniciaron una ofensiva judicial y mediática para «presionar al Gobierno de España para conseguir un posicionamiento favorable a Marruecos en el contencioso del Sáhara Occidental», según los documentos secretos del CNI.

En julio de 2021 se reunieron en secreto el entonces embajador de España en Rabat, Ricardo Díez-Hochleitner, y su homóloga marroquí, Karima Benyaich. Marruecos pidió la cabeza de la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, como gesto de buena voluntad para restablecer las relaciones. Una semana después, Pedro Sánchez destituyó a Laya y nombró para el puesto a José Manuel Albares, un perfil cercano a Rabat. Hay dos preguntas que todavía no tienen respuesta oficial por parte del PSOE: ¿nombró Sánchez al ministro Albares a petición de Marruecos? ¿Por qué accedió Sánchez a la exigencia de Marruecos en un asunto –la designación de ministros– propio de la soberanía española? Moncloa y Exteriores no responden a las preguntas de La Marea al respecto.

¿El espionaje con Pegasus influyó en el cambio de postura sobre el Sáhara?

En junio de 2022, en una entrevista con El Periódico, la ex ministra Arancha González Laya afirmó que su teléfono fue espiado. El ministro Félix Bolaños admitió que los teléfonos del presidente Sánchez y de los ministros de Interior, Defensa y Agricultura también fueron espiados. The Guardian publicó que al menos 200 teléfonos de España fueron espiados con el software israelí Pegasus. Tras el estallido de este escándalo, todas las miradas apuntaron hacia Rabat, pero hasta la fecha no hay una confirmación oficial ni pruebas sólidas que inculpen al vecino del sur.

Sin debate previo y sin informar al Congreso, en marzo de 2022 el gobierno de Pedro Sánchez cambió la postura oficial de España sobre el Sáhara, antigua colonia y provincia española. Hasta esa fecha, Zapatero había sido el único presidente en apoyar verbalmente el plan de autonomía marroquí, pero sin cambiar la postura oficial de España, que había formado parte de un consenso de Estado. La decisión del líder socialista supuso un terremoto político de izquierda a derecha y fue recompensada por Marruecos con el restablecimiento de relaciones diplomáticas.

La carta que Pedro Sánchez envió a Mohamed VI está redactada en francés y contiene errores gramaticales propios de quien trata de traducir literalmente expresiones o composiciones propias del castellano.La misiva tiene un poder simbólico pero carece de base legal, pues el Sáhara Occidental sigue siendo un territorio pendiente de descolonización, según la ONU. Además, España sigue siendo la potencia administradora del territorio, hasta el punto de que el espacio aéreo del Sáhara es gestionado por la empresa estatal española ENAIRE. Es España la que cobra y autoriza el paso de aviones por la antigua colonia, y no Marruecos, potencia que ocupa ilegalmente la mayor parte del territorio.

En público y en conversación con este medio, el exministro de Asuntos Exteriores Miguel Ángel Moratinos admitió haber participado en las gestiones que permitieron el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre España y Marruecos. Actualmente, Moratinos es alto representante de la ONU para la Alianza de las Civilizaciones. Dos fuentes con larga trayectoria en la diplomacia española y cercanas a Moratinos afirman que el exministro ayuda a Marruecos a cambio del dinero que Rabat inyecta al organismo de la ONU que dirige. Las mismas fuentes explican que es la misma razón por la que Moratinos felicita a Teodoro Obiang, el dictador de la excolonia española de Guinea Ecuatorial, por ganar las «elecciones libres y democráticas» del país con el 98% de los votos a su favor. Nihal Saad, directora de la Alianza para las Civilizaciones de la ONU, responde a La Marea que este organismo no ha recibido aportaciones económicas de Marruecos desde 2019. La web de este organismo de la ONU no publica información detallada de sus donantes y su último informe financiero es de 2019.

Hay tres preguntas sin respuesta que despiertan la ira de los equipos de Moncloa y Exteriores: ¿Quién redactó esa carta? ¿Por qué Sánchez cambió la postura española sobre el Sáhara? ¿Tuvo este cambio alguna relación con el espionaje de los teléfonos del presidente Sánchez y sus ministros? Moncloa no responde a las preguntas de La Marea al respecto. Exteriores se limita a señalar que «sobre la posición de España sobre el Sáhara Occidental, el ministro Albares recordó que está expresada en la declaración conjunta del 7 de abril de 2022».

¿Tiene el espionaje marroquí barra libre en España?

Tres informes del CNI detallan la estrategia de Rabat para agitar a la opinión pública, contaminar los tribunales con causas judiciales falsas y divulgar propaganda e incluso amenazas veladas en medios de comunicación afines, todo con un único objetivo: conseguir cesiones del Gobierno de España en la cuestión del Sáhara Occidental. Estos documentos desglosan un total de 21 nombres de personas y asociaciones al servicio de la inteligencia marroquí en España. Los protagonistas de esta lista operan con total impunidad en territorio español con conocimiento del Gobierno. Entre otros, figuran el pseudosindicato Manos Limpias, el Club de Abogados de Marruecos e incluso Hach Ahmed, veterano diplomático del Polisario ahora a sueldo de Rabat. La Marea entrevistó a este líder saharaui antes de que entrara en nómina de los espías marroquíes tras fundar Movimiento Saharauis por la Paz, definida como «organización pantalla de la DGED» en un informe del CNI.

El Gobierno de España posee información pormenorizada sobre los pasos de Marruecos para obtener concesiones sobre el Sáhara. El Ejecutivo también conoce, con nombres y apellidos, qué personas, asociaciones, despachos de abogados y periodistas trabajan al servicio del Majzén. Entre estas personas también hay altos cargos policiales y exmilitares, políticos de distinta ideología y otras personalidades destacadas del Estado. En privado, no son pocos los agentes de los distintos servicios de información que expresan frustración: se arriesgan para obtener información sensible y elaborar inteligencia, pero su trabajo es inútil porque el gobierno de Sánchez actúa como si no supiera nada, incluso en detrimento de la soberanía nacional y de los intereses del país. Si el Gobierno sabe todo esto, ¿por qué no actúa en consecuencia?

Después de tantos desplantes, ¿por qué la relación sigue siendo «excelente»?

En 2007, los reyes de España visitaron Ceuta y Melilla. Marruecos respondió retirando a su embajador en Madrid. Desde entonces los monarcas españoles no han vuelto a pisar ninguna de las dos ciudades autónomas. De hecho, Ceuta y Melilla son los únicos territorios de España que Felipe VI todavía no ha visitado. Marruecos define a ambas ciudades como «territorios ocupados», aunque Melilla está bajo soberanía española desde 1497 y Ceuta desde 1668. Las aduanas comerciales siguen cerradas y asfixiando sus economías locales, a pesar de las reiteradas promesas de Marruecos para facilitar el tránsito de mercancías.

La relación de España y Marruecos está plagada de agravios, pero los dirigentes españoles insisten en todo momento en que estas gozan de excelente salud. En 1991, España y Marruecos firmaron el Tratado de Amistad, Cooperación y Buena Vecindad, que contemplaba celebrar Reuniones de Alto Nivel cada dos años, pero en estos 34 años solo ha habido 12. En la última, celebrada en 2023, el rey Mohamed VI dio plantón a Sánchez. Este no es el único agravio reciente. Por ejemplo, en 2020 el Parlamento marroquí amplió sus aguas jurisdiccionales hasta superponerlas a las aguas que rodean Canarias, de soberanía española.

El ala socialista del Gobierno y destacados ex altos cargos del partido insisten en que las relaciones son excelentes. Sin salirse del argumentario, subrayan que el país es un socio fiable y halagan su supuesta calidad democrática y su supuesto respeto a los derechos humanos. En este sentido destacan figuras como los exministros socialistas Juan Fernando López Aguilar, José Bono, Magdalena Álvarez y Cristina Narbona. En la lista también figura Trinidad Jiménez, que justificó el desmantelamiento violento del campamento saharaui de Gdeim Izik, o María Antonia Trujillo, que llegó a decir que Ceuta y Melilla «suponen una afrenta a la integridad territorial de Marruecos». Otros no ocultan sus intereses económicos con Rabat. Por ejemplo, José Blanco, portavoz y hombre fuerte del gobierno de Zapatero, dirige Acento, unlobby que defiende los intereses del régimen marroquí en Bruselas.

La última visita oficial de Mohamed VI a España tuvo lugar en septiembre de 2000. Y Felipe VI no realiza una visita oficial al vecino del sur desde 2014. Si la relación es tan buena, ¿a qué se deben todos estos desplantes? Exteriores no responde a estas preguntas, sino que remite las palabras del ministro Albares durante la última visita de su homólogo marroquí, Nasser Bourita, subrayando que «las relaciones bilaterales se encuentran en el mejor momento de nuestra historia» y destacando que «los compromisos de la hoja hispanomarroquí siguen cumpliéndose a buen ritmo».



Un PSOE promarroquí y un PP prosaharaui

ÓSCAR F. CIVIETA // Pocos temas provocan tan extraños compañeros de viaje como el del Sáhara. Y mucho más tras el abrupto cambio de rumbo del PSOE al respecto, oficializado por la carta que, el 14 de marzo de 2022, le envió Pedro Sánchez al rey Mohamed VI y en la que daba su apoyo a «la propuesta marroquí de autonomía presentada en 2007». Aquello provocó el rechazo inmediato de las formaciones a su izquierda, Podemos e Izquierda Unida, e incluso de algunos miembros del PSOE que, en 2023, crearon el grupo Socialistas por el Sáhara.

La postura del PSOE se reafirmó dos años después, cuando, en febrero de 2025, se votó la toma en consideración de una Proposición de Ley de Sumar para conceder la nacionalidad española a las y los saharauis nacidos en el territorio del Sáhara Occidental bajo la administración de España, y que continuaba el camino abierto por otra PL presentada en 2022 por Unidas Podemos, que acabó decayendo por el adelanto electoral.

Superó la toma en consideración con los votos a favor de todos los partidos, excepto del PSOE –que votó en contra– y Vox –que se abstuvo, aunque su diputado José María Sánchez llegó a decir que la exposición de motivos del texto no era falsa–.

El PP fue uno de los que votó a favor. De hecho, los populares forman parte del intergrupo ‘Paz y Libertad para el pueblo saharaui’, en el que están todos los grupos parlamentarios, excepto el PSOE y Vox. La voz cantante del PP en este asunto la lleva Carmelo Barrio, que, en X, se define como “vitoriano, alavés, vasco, español y europeo… y saharaui”. En una entrevista con El Independiente, aseguró que «lo de Franco fue una traición y una espantada. Y los pactos de Madrid, entregando el territorio a Marruecos y Mauritania, son una ilegalidad».

El Frente Polisario estuvo presente en el XXI Congreso del PP, celebrado en julio de 2025. Posteriormente, el ministro marroquí, y presidente del partido Istiqlal (miembro, como el PP, de la Internacional Demócrata de Centro), Nizar Baraka, mandó una misiva a Alberto Núñez Feijóo mostrándole su preocupación «ante la falta de claridad del Partido Popular en cuanto a su posición sobre la situación del Sáhara marroquí».


‘La Marea’ ha contactado por escrito con las personas e instituciones mencionadas en este artículo para recabar posturas, sin éxito. El Ministerio de Asuntos Exteriores y la Alianza de las Civilizaciones sí atendieron a este medio, pero contestaron con rodeos, eludiendo dar respuestas directas.

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La respuesta marroquí al activismo saharaui: cárcel y represión

3 Diciembre 2025 at 09:29

Este reportaje forma parte del dossier dedicado al Sáhara Occidental publicado en #LaMarea108. Puedes descargarte gratuitamente la revista aquí o suscribirte para recibir los próximos números y seguir apoyando el periodismo independiente.

La última semana de septiembre de 2024, los periódicos amanecieron con el titular de que el Ministerio del Interior había denegado la solicitud de asilo internacional a los 10 activistas saharauis que la habían solicitado en el aeropuerto de Madrid-Barajas. Poco después, todos ellos fueron devueltos a Marruecos. Si son detenidos allí, encontrarán aislamiento, torturas y un abuso continuo de su dignidad, según denuncian diversas organizaciones en defensa de los derechos humanos, a quienes, por otra parte, se les niega el acceso al país.

Hassanna Abba Moulay es el responsable de Relaciones Exteriores de la organización independiente Liga para la Protección de los Presos Saharauis en las Cárceles Marroquíes (LPPS), donde tienen contabilizados a 32 presos políticos saharauis. El detenido que lleva más tiempo encarcelado es Salek El Aseriy, en prisión desde 2004. Moulay habla desde El Aaiún, la capital del Sáhara Occidental ocupado. Él mismo se encarga de tramitar las denuncias de vulneración de derechos ante las Naciones Unidas. «La situación de los presos saharauis es grave y se deteriora constantemente a pesar de las resoluciones emitidas. El Estado marroquí las ignora sistemáticamente», relata.

Este defensor de los derechos humanos afirma que las prácticas de represalia se han intensificado en los últimos años. Entre estas prácticas, recalca, está la denegación de tratamiento médico y asistencia sanitaria, el confinamiento en régimen de aislamiento prolongado (incluso durante años), la restricción o denegación de visitas familiares y el traslado de los presos a cárceles remotas lejos de sus allegados.

Resistencia civil no violenta

Moulay señala que la principal razón para el encarcelamiento de civiles saharauis es «su activismo pacífico en apoyo de la autodeterminación y su rechazo a la ocupación marroquí del Sáhara Occidental». Él mismo recuerda que desde el inicio de la Intifada por la Independencia en 2005, el pueblo saharaui ha adoptado la resistencia civil no violenta como forma de lucha. Sin embargo, Marruecos ha respondido con «una represión brutal», apuntilla.

Esta represión se ha materializado en la detención de defensores de derechos humanos y periodistas, el enjuiciamiento militar de civiles, montajes policiales y el uso de confesiones obtenidas bajo tortura como prueba en los tribunales, así como la persecución de todos aquellos que documentan las violaciones o denuncian el saqueo de los recursos naturales en el territorio ocupado. Según denuncia, «Marruecos utiliza su sistema judicial como herramienta política para silenciar las voces disidentes y suprimir la libertad de expresión».

Quebrar el espíritu de lucha

Los presos saharauis son objeto de un trato racista y discriminatorio en comparación con los presos marroquíes, además de estar expuestos a la tortura física y psicológica, «especialmente en respuesta a cualquier reivindicación de sus derechos», explica Moulay. Este activista también incide en que se les confiscan libros y correspondencia personal, y se les deniega el acceso a medios de comunicación.

Además, el Estado marroquí «incita a los presos comunes contra ellos, creando un ambiente de amenazas y violencia constantes». Todas estas acciones, defiende el propio Moulay, «no son meramente punitivas, sino que están diseñadas para quebrantar su espíritu y disuadirles de continuar su lucha pacífica dentro de la prisión».

En los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia) está Mahfud Bechri, colaborador de Novact, una organización catalana en defensa de los derechos humanos, e integrante de Western Sahara is Not for Sale: «Los únicos contactos que tenemos con los presos son a través de sus familias, que de forma directa e indirecta también sufren la detención de sus seres queridos». Este activista subraya que la prisión más cercana con presos saharauis está a casi 1.000 kilómetros de El Aaiún.

Bechri critica que Marruecos niega la condición de presos políticos a los 60 saharauis encarcelados que asegura tener localizados en la actualidad. Esta realidad crea un caldo de cultivo condimentado con un miedo enorme que sufre el pueblo saharaui a la hora de reivindicar su derecho de autodeterminación, amparado por la ONU. «Muchos activistas me han dicho que prefieren dar un paso atrás por el daño que el Estado marroquí puede hacer a sus familias, a quienes estrangulan económicamente o les allanan la casa», comenta.

Marruecos es impenetrable

En este sentido, Moulay enfatiza que el papel de las organizaciones internacionales es «crucial» a la hora de supervisar las violaciones cometidas contra los presos saharauis. Alfonso López, coordinador de la estrategia de trabajo para el norte de África en Amnistía Internacional (AI), denuncia que no se les permite el paso a Marruecos para poder investigar lo que sucede en sus cárceles. «Y mucho menos ir al Sáhara Occidental», detalla.

Este miembro de AI destaca que «los presos saharauis están sometidos a un hostigamiento continuo» mientras que «Marruecos actúa sin ningún tipo de oposición por parte de ninguna autoridad que pueda vigilar si se respetan los derechos humanos en su territorio».

Así, se suceden las violaciones de derechos por parte de un Marruecos que no se somete a ningún control internacional. Mientras tanto, los integrantes de la LPPS siguen poniendo en riesgo incluso su vida para reclamar la liberación inmediata e incondicional de todos los presos políticos saharauis; el reconocimiento de que sus juicios fueron ilegales, basados en pruebas obtenidas bajo tortura o falsificadas; la apertura de una investigación internacional independiente sobre las circunstancias de su detención, encarcelamiento y juicio; y una mejora de las condiciones carcelarias hasta su liberación.

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[DESCARGA] La Marea regala su número dedicado al Sáhara Occidental

2 Diciembre 2025 at 11:22
Por: La Marea

Sabíamos que era un tema que podía tocar el corazón de nuestros lectores y lectoras, pero no hasta este punto. Nuestra revista dedicada al Sáhara Occidental, coordinada por la periodista y escritora Laura Casielles y publicada el pasado mes de septiembre, se ha agotado físicamente. Aún puede adquirirse en formato PDF en nuestro kiosco –y os animamos a hacerlo para apoyar nuestro proyecto periodístico–, pero hemos decidido dar un paso más: regalarla.

Este obsequio hace honor al espíritu que siempre ha animado a La Marea, un medio digital cuyos artículos en línea son copyleft, sin muros de pago y sin cookies obligatorias con las que obtener réditos económicos a través de los datos de los lectores. Nuestra información es accesible y utilizable por todo el mundo. Y queremos seguir siendo la misma «casa abierta» que hemos sido durante casi 13 años.

La acogida que ha tenido el número dedicado al Sáhara Occidental ha demostrado que este es uno de los pocos temas verdaderamente transversales en nuestro país. Aquella traición cometida hace ahora 50 años sigue afligiendo a una gran parte de españoles y a todos los saharauis que hoy, tanto tiempo después, aún viven bajo un régimen no elegido y represor.

Sáhara Occidental
El ministro de Información de la RASD, Hamada Salma, con la revista de La Marea. FOTO CEDIDA

En nuestro número actual, el 109, hemos vuelto al Sáhara Occidental para dedicarle íntegramente nuestro suplemento cultural, El Periscopio. Y vamos a continuar sumando y ampliando reportajes en nuestra web. Para La Marea es esencial tratar los temas en profundidad, con investigación y análisis. No queremos saltar de uno a otro, pero sí nos gusta haberlo hecho físicamente, hasta llegar a los campamentos de refugiados saharauis en Argelia. Gracias a quienes habéis llevado ejemplares hasta Tinduf, incluido el depositado en los fondos del archivo nacional de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).


Si deseas leer el especial de ‘La Marea’ incluido en el número 108, puedes descargarlo aquí:
Descarga de #LaMarea108 – Sáhara, 50 años de vidas robadas


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Suilma Aali: la canción como territorio propio

29 Noviembre 2025 at 09:29

La música saharaui, por su historia y por la geografía de su pueblo, no es una música de mercados globales sino de jaima y desierto. Antes de la llegada de teléfonos, casetes o memorias USB, las canciones viajaban de boca en boca en los hogares, las bodas y las reuniones de familia; y así se tejía y preservaba la historia colectiva. Hablar de música saharaui es hablar de haul, el género por excelencia que combina poesía, percusión y cuerdas en piezas que han servido a la vez como canto de resistencia y como memoria de una nación en el exilio. Esa condición ha hecho que buena parte del legado saharaui sobreviva fuera de la digitalización masiva.

De esa geografía sonora han surgido voces capaces de hacerse cargo de la historia de su pueblo y, al mismo tiempo, dialogar con otros lenguajes musicales. Mariem Hassan fue la figura más visible de esa tradición en el circuito internacional: la voz que convirtió el lamento del exilio en presencia pública. Su biografía y su trabajo ayudan a entender lo que significa cantar desde (y contra) la dispersión. Aziza Brahim, por su parte, ha trazado otro camino: partiendo de las raíces del haul, ha incorporado ritmos del blues del desierto y otras influencias para hacer de su canto una cartografía personal y política que mira hacia el mundo sin perder la referencia.

En esta escena aparece Suilma Aali, cantante y compositora hispano-saharaui que encarna el mestizaje que canta. Hija de madre gallega y padre saharaui, Suilma traduce «lo que se oye en casa» en un repertorio donde confluyen cadencias afroárabes, latinas, flamenco, soul, jazz y canción de autor. No es habitual encontrar artistas saharauis que produzcan y firmen su música con la libertad estilística que sostiene a Suilma: ella compone, canta y toca la guitarra desde niña, y su obra es un relato que nace de las mezclas culturales que viven en ella.

Su repertorio muestra una trayectoria constante: Aali (2012) dejó la primera carta de presentación; Flor Amarilla (2019) exploró tonos íntimos junto a Nico Roca; El Final (2023) jugó con la estructura del bolero; y No quedan lágrimas (marzo de 2025) la situó entre la canción personal y la canción de protesta, nacida del dolor por el genocidio en Gaza. Su voz, cálida y a veces quebrada, trae el poso de quien canta en festivales de jazz y en actos por la paz; sus letras privilegian la memoria, la identidad y la denuncia, sostenidas por arreglos donde la guitarra, la percusión y los coros buscan la honestidad y la comunicación directa.

Más allá de la música, Suilma ha llevado su talento al cine documental. Es coprotagonista de La duna de Chinguetti, dirigida por Lidia Peralta y Germán Nieto, y rodada en Mauritania. Comparte pantalla y proyecto con el escritor y antropólogo saharaui Bahia Awah, y además es la autora y voz del tema principal del largometraje.

Suilma Aali
Suilma Aali interpreta uno de sus temas durante la presentación de los contenidos dedicados al Sáhara Occidental en La Marea. En la foto le acompañan el poeta Bahia Mahmud Awah y la periodista Ngone Ndiaye. JACINTO ANDREU

La artista anuncia además que su próximo lanzamiento llevará por título «Sahara», un single que promete continuar esa línea de diálogo entre identidad y experimentación sonora. Este anuncio llega en un momento en el que su música empieza a asentarse, sin renunciar a su raíz comunitaria y a la visibilidad política que siempre ha llevado consigo.

El artículo ‘Suilma Aali: la canción como territorio propio’ se publicó originalmente en El Periscopio, el suplemento cultural de La Marea, cuyo último número se ha dedicado íntegramente a la cultura saharaui. Puedes conseguir la revista aquí o suscribirte para apoyar el periodismo independiente.

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Nuena, 50 años después

22 Noviembre 2025 at 00:01

Este artículo forma parte del dossier de #LaMarea108, dedicado al Sáhara Occidental. Puedes conseguir la revista aquí o suscribirte para recibirla y apoyar el periodismo independiente.

En febrero de 1976, en mitad del exilio y la guerra, la fotógrafa francesa Christine Spengler inmortalizó a Nuena Djil Bani, fusil al hombro, cargando en brazos a su bebé. Aquella imagen se convirtió en un símbolo de la lucha del pueblo saharaui por la libertad. Cincuenta años después, la protagonista de esa foto recuerda cómo en aquel momento ella y sus compatriotas lidiaban con «el impacto psicológico de la ocupación y el exilio».

Nació en mayo de 1956 en Amgala, en el Sáhara español. En esta pequeña ciudad, conocida por sus manantiales de agua, se libraron algunas de las batallas más cruentas entre el Frente Polisario y las tropas de ocupación marroquíes. Antes de la guerra ella y su familia se movían con libertad por el desierto, como tantos saharauis. Ahora la localidad, a escasos metros del muro militar erigido por Marruecos con ayuda de Arabia Saudí e Israel, está rodeada de minas antipersona. Nuena mantiene vivo el sueño de regresar a su tierra en libertad: «Mi deseo es que ese día llegue, que la alegría y la felicidad inunden a todo el pueblo saharaui bajo la bandera de la República Árabe Saharaui Democrática». Está orgullosa de su gente y de la valentía de quienes dieron la vida en el frente.

Hoy, algunos jóvenes consideran que no hay otra salida que volver a la lucha armada. Nuena opina que este conflicto tiene unas causas específicas, y si estas no desaparecen, el pueblo saharaui tiene legítimo derecho a retomar las armas.

La icónica imagen de Nuena sirvió de portada para el libro Sáhara. Memoria y olvido, de Yolanda Sobero. ARIEL / PLANETA

Nuena Djil recuerda con nitidez un día concreto de 1974. De repente, tres de sus hermanos aparecieron en casa cubiertos de pintura roja. Aquello le impactó. Todavía no lo sabía, pero la policía española solía rociar con pintura a los saharauis que se manifestaban para después perseguirlos y encarcelarlos. Un día encontró un papel de uno de ellos y quedó fascinada. Tenía delante los 16 principios de la revolución saharaui: derecho a la autodeterminación y la independencia; unidad árabe, africana y del Tercer Mundo; lucha contra el colonialismo; constitución de un Estado democrático islámico; derechos y libertades fundamentales; igualdad y promoción de la mujer y los jóvenes… Nuena pidió explicaciones a su hermano, que se enfadó al ver que hurgaba en sus cosas. Él solo le dijo que algo muy importante estaba ocurriendo. Los saharauis ya llevaban tiempo luchando para liberar a su pueblo del yugo colonial español.

Al año siguiente, en 1975, estalló todo. Fue entonces cuando Nuena dio el paso y se involucró en el movimiento de liberación. El 14 de noviembre, con Franco agonizando, el joven rey Juan Carlos dio orden a las tropas españolas de abandonar la provincia del Sáhara Occidental. Los ejércitos de Marruecos y Mauritania invadieron el territorio.

Nuena empezó a involucrarse más y más en la resistencia. Lo hizo de forma clandestina, sin integrarse en una célula organizada del Frente Polisario. Su primera misión consistía en ocuparse de guardar y administrar documentos y dinero con el que se compraban enseres y suministros para apoyar la lucha. Por su hogar pasaban todo tipo de mandos militares del Polisario antes de momentos clave, como las reuniones con representantes españoles o las visitas a los familiares de los «mártires», aquellos que habían dado su vida por la libertad del Sáhara.

La huida de casa

Un día de 1976 el marido de Nuena llegó a casa exaltado. Le dijo que debían irse de inmediato. Las fuerzas marroquíes estaban apresando a los saharauis. Circulaban las primeras informaciones sobre torturas y bombardeos. Pusieron rumbo a Dajla, en el sur del país. Nuena entendió la magnitud de lo que estaba sucediendo al ver a miles de personas llegadas de todas partes, con lo puesto, en busca de un lugar seguro para sus familias. Poco después Nuena, su hija y su hijo, muy pequeños entonces, fueron a Smara, donde encontraron un ambiente aún más pesado.

Nuena junto a su hijo, Bon Uleida Mohamed Ali, en Altsasu. ÁLVARO MINGUITO
Nuena junto a su hijo, Bon Uleida Mohamed Ali, en Altsasu. ÁLVARO MINGUITO

Aires de guerra, rostros de miedo e incertidumbre bajo un sol abrasador. Cuatro días después, Nuena supo que el ejército marroquí estaba acercándose a Smara. Ella y su marido ayudaron sin descanso a todo el mundo a subir a camiones para alejarse y ponerse a salvo. Fueron a Mahbes, en el extremo nordeste del Sáhara, cerca de la frontera con Marruecos y Argelia. Nuena recuerda lo traumático de aquel camino, con ataques y bombardeos constantes de la aviación marroquí. Fue testigo de cómo esta «usó armamento prohibido internacionalmente contra población civil e indefensa, como el fósforo blanco y el napalm». En los campos de refugiados todavía se ven las secuelas que sufren muchas personas que sobrevivieron a estas armas ilegales. Nuena no tiene dudas de que «Marruecos tenía la clara pretensión de llevar a cabo un genocidio». Ningún mando militar marroquí ha rendido cuentas ante un tribunal por estos hechos.

En el camino del exilio hacia Tinduf (Argelia) iban escuchando una radio. Supieron que Dajla también había sido bombardeada. Se enteró de que su hermana había sido herida y su sobrina había fallecido. La tristeza lo inundó todo.

Nuena forma parte de la memoria viva del pueblo saharaui y aquellos años de guerra descarnada. Ella y sus hijos llegaron una semana después a Rabuni, en Argelia, «país que nos acogió como a hermanos». Allí está actualmente la sede de la RASD, el gobierno saharaui en el exilio. Cincuenta años después, todavía expresa agradecimiento hacia aquella familia que les dio una pequeña carpa en la que estuvo viviendo sola con sus hijos una semana. Días después, sintió alivio cuando un camión trajo a su madre, su hermana y otros familiares que habían logrado sobrevivir a las bombas.

El Uali Mustafa Sayed, «el che Guevara saharaui», líder y cofundador del Frente Polisario, decidió lanzar una operación contra la capital de Mauritania el 9 de julio de 1976. Aquel ataque hizo que el ejército mauritano se retirara de la guerra, pero no fue gratis. Nuena lo recuerda bien porque entre los muertos estaban su marido y también El Uali. «Aquello marcó drásticamente mi vida», afirma.

En esos días llegaban a Rabuni miles de civiles saharauis; a finales de 1976 crearon la wilaya (una forma de división administrativa que en Tinduf corresponde a cada uno de los campamentos) de El Aaiún, en referencia a la capital del Sáhara. Los saharauis ponen a cada wilaya el nombre de una ciudad del territorio que dejaron, reproduciendo así el mapa desde el exilio: Dajla, Smara, Auserd… Nuena recuerda que hicieron un pozo y lo bautizaron como «el pozo de la revolución». Ella y su hermana sabían leer y escribir –«gracias a mi hermano Aba Adkhil Bani, que en paz descanse»–, así que se ocuparon de elaborar listas y censos y organizar el campamento, entre otras muchas tareas.

Múltiples frentes

Desde entonces Nuena ha desempeñado muchas más funciones: dirigió la Media Luna Roja saharaui, fue secretaria adjunta de orientación política en su daira (‘barrio’), incluso dirigió todo lo relativo a cultura en el campo de refugiados de El Aaiún, un rol destacado porque, a su parecer, «permitía la liberación de las mujeres para poder trabajar más y hacer que el día a día fuera más próspero». Incluso llegó a ser una de las dirigentes de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis, donde apostó por que mujeres más jóvenes adquirieran cargos de poder. En 1983 volvió a casarse y, de nuevo, perdió a su marido en combate. Su último cargo llegó en 2018 a propuesta del Ministerio de Defensa: dirigir la escuela militar de mujeres. Aceptó: «En defensa de mi marido y mis tres hermanos, que cayeron en la guerra».

Nuena ha recorrido el mundo denunciando los abusos contra el pueblo saharaui. Estuvo en México, Cuba, Chile, Nicaragua, Panamá, Venezuela y Francia, donde se especializó en organización de bibliotecas. Y conoce bien España, donde ahora recibe tratamiento médico por un delicado cuadro asmático, común entre los saharauis que viven en  los campamentos.

De la guerra aprendió que «es un engaño y una mancha de deshonor en la frente de quien la provoca, pero también una lección para saber quién es el verdadero amigo, quién es el enemigo y a quién debemos nuestro agradecimiento». Habla de las autoridades de España y la «traición histórica al pueblo saharaui» con su tono más serio. Pide que España revise «el nefasto Acuerdo Tripartito de Madrid» y «revele el destino de Sidi Brahim Basiri, líder histórico, que fue torturado y desaparecido en la época colonial española».

La hospitalidad es un valor central de la cultura saharaui. El agradecimiento es un arte que este pueblo domina y demuestra en gestos y actos de reciprocidad. Nuena quiere que esta entrevista termine con su agradecimiento: «A quienes nos apoyan, y también a La Marea, por dar voz a nuestra causa y contribuir a que el mundo conozca la verdad de nuestro pueblo y su incansable anhelo de libertad y justicia».  

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Las víctimas saharauis del franquismo

20 Noviembre 2025 at 22:02
Por: La Marea

No todos los afectados por el franquismo están en España. El dolor y el recuerdo han sido el hilo conductor de la jornada Contra el olvido. Víctimas del franquismo y Sáhara Occidental, un acto diseñado por el Instituto Hegoa (EHU) para arrojar luz sobre los crímenes cometidos durante este periodo contra el pueblo saharaui, así como avanzar en su reconocimiento como víctimas amparándose en la Ley de Memoria Democrática 20/2022.

La periodista y escritora Ebbaba Hameida, autora de Flores de papel, fue la conductora del acto, que contó con Abdeslam Aomar Lahsen, presidente de la Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis (AFAPREDESA); la escritora Laura Casielles (Arena en los ojos, 2024); Carlos M. Beristain, doctor en Psicología e investigador de derechos humanos; y Gemma Arbesú, abogada y observadora internacional. Estos dos últimos ponentes destacaron las dificultades para acceder a documentación de este periodo: papeles quemados, ocultados, etc. “Es necesario investigar y acceder a estos archivos, expuso Carlos M. Beristain, afirmando que  “la memoria empieza con un acto de desobediencia de las víctimas” ante todas estas dificultades.

La periodista y escritora Ebbaba Hameida unto a Abdeslam Aomar Lahsen, presidente de la Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis (AFAPREDESA).
La periodista Ebbaba Hameida junto a Abdeslam Aomar Lahsen, presidente de AFAPREDESA. Foto: Miguel Ángel Herrera.

“No podemos quedarnos sólo en el camino de la justicia, porque no está en nuestras manos y nos hace creer que no hay nada que hacer. Hay que explorar otras vías”, subrayó Nerea Martínez, de Martxoak 3 Elkartea. La representante de esta organización -que trabaja para preservar la memoria de la masacre de 1976 en Vitoria-Gasteiz- formó parte de una mesa redonda con víctimas saharauis y vascas del franquismo. Judeig Ahmed Lemadel, de AFAPREDESA; Elmami Bahim Ahmed Salen, de la Asociación de Familiares y Amigos de Basiri (AFAB); y Josu Ibargutxi, de la Plataforma Vasca para la Querella contra los Crímenes del Franquismo; y Nerea Martínez.

El acto también guardó un espacio para hablar de la responsabilidad política hacia las víctimas saharauis del franquismo. Para ello, reunió a tres partidos con representación en el Parlamento Vasco: EH Bildu (Diana Urrea), PNV (Mikel Arruabarrena) y Sumar (Alba García).

En paralelo a las charlas, se presentó el memorial Rastros, una instalación de arte digital diseñada por Lab-Elemental y Forward Films, que se inspira en la realidad cambiante del desierto para, mediante un juego con espejos, arena, luces y sonido, intentar que grabemos en nuestra mente una frase del antropólogo y filósofo francés Paul Ricoeur: “La memoria es frágil porque puede ser acallada. Hay silencios que no son olvido, sino violencia sobre el recuerdo”.

La jornada Contra el olvido forma parte de una línea de trabajo que el Instituto Hegoa lleva varios años desarrollando gracias al apoyo de Euskal Fondoa. En esta ocasión, han contado también con la colaboración de la Delegación Saharaui en Euskadi y con el apoyo del Ayuntamiento de Bilbao.

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El canario en la mina de nuestra memoria

20 Noviembre 2025 at 00:03

Este artículo forma parte del dossier de #LaMarea108, dedicado al Sáhara Occidental. Puedes conseguir la revista aquí o suscribirte para recibirla y apoyar el periodismo independiente. Además, en nuestro nuevo número, dedicamos El Periscopio a la cultura saharaui. ¡Gracias!

La Ley de Descolonización del Sáhara Occidental se publicó en el BOE el 20 de noviembre de 1975. Sí, exactamente: el día de la muerte de Franco. Apenas dos días antes, el asunto se había dejado bien atado en las Cortes, en una votación en la que 100 diputados estaban ausentes. La ley en cuestión estaba firmada por Juan Carlos de Borbón –el mismo que unos meses antes había asegurado que «no abandonaría» al pueblo saharaui– y constaba de un solo artículo.

Casi un siglo de colonización española se pretendía resolver así: sin un detalle, sin una garantía. «Salvaguardando» –eso sí– «los intereses españoles». Para entonces, habían pasado ya más de dos semanas de la Marcha Verde, y la ocupación marroquí avanzaba, haciendo real de facto una nueva situación que tenía muy poco que ver con una descolonización.

La presencia española en el Sáhara comenzó en 1884 con tres casetas en la Bahía de Cintra (frente a Canarias, algo al sur de lo que hoy es Dajla). La zona estaba habitada por población saharaui nómada, cuyo vínculo con el territorio no se construía a través de la demarcación ni de la propiedad, así que en un primer momento no hubo apenas conflictos.

Las tribus se relacionaban con esta nueva presencia como lo habían hecho hasta entonces con otros poderes de la zona, incluido el sultán de Marruecos: acuerdos comerciales que no implicaban otro tipo de sometimiento. Pero España estaba jugando al birlibirloque en otra parte. Algo después llegó la Conferencia de Berlín, donde Europa se repartió a escuadra y cartabón el continente africano, y en ese trazado de líneas la zona pasó a llamarse Sáhara Español. Y lo cierto es que, durante algunas décadas, no pasó mucho más.

El príncipe Juan Carlos de Borbón pasa revista a las tropas en El Aaiún el 2 de noviembre de 1975. RTVE
El príncipe Juan Carlos de Borbón pasa revista a las tropas en El Aaiún el 2 de noviembre de 1975. RTVE

La riqueza del Sáhara

La cosa empezó a cambiar en 1949, cuando se descubrió en su subsuelo una riqueza importante: los fosfatos (empleados sobre todo en fertilizantes químicos). Fue entonces cuando empezó a articularse una industria –cuyo centro era la empresa minera Fos Bucraa, con su cinta transportadora como una cicatriz de 100 kilómetros–, que llevó a su vez a la construcción de ciudades como El Aaiún o Villa Cisneros. El momento coincidió, además, con una época de fuertes sequías, que dificultaban notablemente la vida para la población nómada.

Esto facilitó que los y las saharauis accediesen a sedentarizarse en esas ciudades de reciente creación y a trabajar como mano de obra. Así, las décadas de 1950 y 1960, en las que buena parte de las naciones africanas se independizaban, fueron precisamente el momento en que la colonización española en el Sáhara Occidental se intensificó, en un anacronismo que se viene arrastrando hasta nuestros días.

Para poder mantener esa presencia en un momento en que el clima político, la ONU y el sentido común ya llamaban a otra cosa, el franquismo colonial se valió de subterfugios. El más notable fue el de convertir al territorio en la provincia número 53 de España. Desde 1958, el Sáhara fue, a todos los efectos legales y administrativos, igual que Asturias, Murcia o Albacete. Sus habitantes tenían DNI, iban a la escuela española y salían en el No-Do. Ese era el estado de cosas cuando en 1975 se publicó en el BOE aquella ley de un solo artículo. 

A día de hoy, otra ley, la de Memoria Democrática –aprobada en 2022 por el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos– no recoge ni una sola mención a la colonización de España en este ni en ningún otro territorio. A menudo se piensa que hacerlo sería una cuestión simbólica, una reparación en términos conceptuales. Pero no es así, y el caso del Sáhara es flagrantemente claro en ese sentido. Más allá de que sea justo y necesario el mero reconocimiento de la violencia y expolio inherentes a la colonización, en esta historia hay además hechos muy concretos, e innegablemente análogos a los que sí que reconocemos con claridad en otras búsquedas de verdad, justicia y reparación.

Porque para cuando llegó 1975 sí que habían pasado algunas otras cosas. Desde el final de la década de 1960 comenzó a organizarse en la sociedad saharaui un movimiento nacionalista. Aunque su existencia se permitió hasta cierto punto, hubo también momentos de enfrentamiento, como los llamados sucesos de Zemla, en 1971, en los que desapareció Sidi Brahim Mohamed Basir, Basiri, presuntamente a manos de la policía de la administración colonial. Su paradero nunca se ha resuelto.

Con el DNI en el bolsillo

Es solo un ejemplo. Hay decenas más que permanecen anónimos y enterrados bajo la arena: quienes desaparecieron durante las semanas posteriores a la Marcha Verde. Cuando se encuentran sus restos en fosas comunes, a menudo aparece en sus bolsillos un DNI español, una tarjeta de trabajador de Fos Bucraa, una cartilla de la Seguridad Social.

Y no son solo los muertos. También están las personas vivas que sufren a día de hoy las secuelas de los ataques con armas químicas durante su camino hacia el éxodo. Uno de los bombardeos más conocidos fue el de Um Draiga, en febrero de 1976, en el que se utilizó napalm y fósforo blanco sobre población civil. El número de muertos se cifra entre 2.000 y 3.000 solo en aquellos días. Por este y otros casos, en 2015 la Audiencia Nacional española admitió a trámite una querella para procesar a 11 altos cargos marroquíes bajo la acusación de genocidio. El procedimiento sigue sin resolverse.

Quienes sí llegaron a su destino, los campamentos de refugiados de Tinduf, no han vuelto a salir de ellos. En la inmensa precariedad de un lugar inhóspito, sobreviven con secuelas y traumas. También los de la guerra, que duró más de una década. En otras partes, a quienes participaron en conflictos bélicos y conviven con sus consecuencias se les atiende de manera específica, entendiendo la muy probable afectación de su salud mental tras esta experiencia: en el Sáhara Occidental, estamos hablando de prácticamente el total de la población masculina mayor de 60 años.

Todo esto ocurrió bajo una disposición legal muy clara: mientras no se realice la descolonización en los términos mandatados por la ONU desde 1970 –a saber, un referéndum de autodeterminación–, España sigue siendo la potencia administradora del territorio. La responsable, por tanto, de las vulneraciones de derechos humanos que ocurran en él.

Aquel párrafo sin detalles ni garantías publicado en el BOE el 20 de noviembre de 1975 queda como apenas una nota al pie en una jornada que se celebra en el recuerdo como el paso de España a una nueva época. Ya sabemos que los pactos que apuntalaron la llamada «transición a la democracia» tuvieron mucho de concesión y mucho de silencio: lo ocurrido en el Sáhara es uno de los ejemplos más evidentes de lo que este país permitió en nombre de su tranquilidad. Un canario en la mina de lo mal hecho cuyo silencio hace medio siglo que nos viene avisando de algo, por más que nos empeñemos en no escuchar.  

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Hafdallah Mohammed Al Sheikh: “Observé cómo los drones marroquíes bombardeaban a civiles”

19 Noviembre 2025 at 00:01
Por: La Marea

Hafdallah Mohammed Al Sheikh no puede olvidar la muerte de un niño de 13 años (Alben Sidi Alben Ahmin) que cuidaba de los camellos junto a su abuelo y su tío en las zonas liberadas del Sáhara Occidental. «Fueron blanco de un misil teledirigido marroquí», relata. Desde que se reanudó la guerra entre Marruecos y el Polisario, en 2020, Al Sheik ha acompañado en numerosas ocasiones a miembros del Ejército Popular Saharaui al frente para «documentar acciones de combate y buscar la verdad de esta guerra», explica.

«Soy un joven nacido en asilo. Mi deseo más simple era ver mi tierra y la tierra de mis antepasados, y disfrutar de mis derechos básicos en un país donde reinen la paz y la estabilidad», expone Al Sheik, una de las voces consultadas por La Marea para realizar su dossier especial dedicado al Sáhara Occidental en el 50º aniversario de la traición cometida por España al pueblo saharaui y la subsiguiente ocupación ilegal de Marruecos. «Desde aquella Marcha Negra marroquí, mi pueblo sufre como refugiado y está privado de sus derechos más elementales, de una vida digna», dice.

La demanda de Al Sheik es igual a la pronunciada durante cinco décadas por sus compatriotas: ¿por qué no se cumple la ley cuando se trata de su pueblo? «España no ha cumplido con sus deberes respecto al territorio que ocupó y Naciones Unidas tampoco ha sido capaz de aplicar las leyes internacionales respecto a los países colonizados, ni tampoco de celebrar un referéndum que garantice la libertad de elección», denuncia.

Al Sheik vive en los territorios liberados, al este del muro de 2.720 kilómetros que divide de norte a sur el Sáhara Occidental. Un muro que Marruecos empezó a sembrar con millones de minas antipersona en los años ochenta y que sigue aumentando en número y amenazando a los saharauis a día de hoy.

El 13 de noviembre de 2020, el Ejército marroquí cruzaba el paso fronterizo del Guerguerat y rompía los términos del Acuerdo Militar número 1 y, con ello, el alto el fuego suscrito en 1991 con el Frente Polisario al amparo de la ONU. Al Sheik decidió entonces que debía acompañar a los defensores de su tierra como parte de su «trabajo periodístico».

«A lo largo de estos viajes, he documentado en audio y vídeo acciones de combate y de reconocimiento. Puede verlas con mis propios ojos», narra. «Pude ver las bases y atrincheramientos de los soldados marroquíes a lo largo del muro, fui testigo de cómo los combatientes saharauis se infiltraban en esas bases e intercambiaban disparos, tanto con artillería pesada como con impactos directos, y fui testigo de los bombardeos de los drones marroquíes sobre esas bases». Públicamente, Marruecos niega que exista una guerra. Los medios de comunicación tampoco se ocupan de ella.

«Observé cómo los drones marroquíes bombardeaban a civiles… y a todo lo que se movía. Era como ver una película de suspense», relata Al Sheik, quien defiende que la resistencia armada está amparada por la legalidad internacional. «El nacimiento del Frente Popular es un derecho garantizado por las convenciones internacionales como movimiento de resistencia y liberación. Igual que el nacimiento de la República Árabe Saharaui Democrática fue el resultado inevitable de un derecho histórico y legal».

Tras ser testigo de la contienda en primera persona, Al Sheik lamenta la poca atención que han recibido las «masacres cometidas por el ejército marroquí contra civiles saharauis» tras la reanudación de la guerra. «Me parece injusto que todas estas violaciones marroquíes no sean vigiladas y documentadas por la comunidad internacional».

«Durante 50 años, el colonialismo marroquí ha violado injustamente los derechos y el honor de mi pueblo. Durante 50 años, el colonialismo marroquí ha saqueado las riquezas y los recursos de mi país, violando los convenios internacionales», dice Al Sheik. Hoy, después de tanto tiempo, después de tantas promesas e ilusiones frustradas, explica, «es difícil hablar del viaje y las aspiraciones de un pueblo y una causa para conseguir los derechos más básicos: la libertad y la independencia».


Testimonios: Laura Casielles | Edición: Manuel Ligero

Esta entrevista con Hafdallah Mohammed Al Sheikh forma parte del trabajo realizado para elaborar el dossier que ‘La Marea’ le dedicó al Sáhara Occidental en su número 108. Puedes comprar la revista aquí o suscribirte para seguir apoyando el periodismo independiente.

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El neoimperialismo de Donald Trump

17 Noviembre 2025 at 15:01
Por: La Marea

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«No se va a atrever a hacer todo lo que dice», replicaban los críticos de Donald Trump tras su primera victoria en el ya lejano 2016. Por aquel entonces aún existía la impresión de que había reglas en política y un cierto pudor a la hora de romperlas. Pero nada de eso existe ya. Su segunda legislatura ha puesto el mundo patas arriba, inaugurando una era de megalomanía, dolor, miedo, odio, destrucción, irracionalidad, mentira y zafiedad como no se había visto en la historia contemporánea. Se cumple un año desde que ganó las elecciones y hemos dedicado el dossier de La Marea 109 al hombre que está dinamitando el orden mundial y, en el ámbito interno, la propia democracia estadounidense.

LaMarea109 : El mundo según Trump

Patricia Simón analiza su perfil internacional, un escenario en el que ha impuesto un nuevo neoimperialismo basado en la amenaza, el chantaje y la fuerza bruta. Desde Groenladia hasta Ucrania y desde Irán a Venezuela, Trump ha hecho añicos cualquier consenso diplomático. Su grosera deriva alcanzó la culminación en su discurso en el parlamento israelí, «donde llamó “acuerdo de paz” a lo que no era más que una tregua dirigida a consolidar la ocupación de los territorios palestinos y a garantizar la impunidad de Israel por sus crímenes, incluido el genocidio» de Gaza, escribe Simón.

LaMarea109 : El mundo según Trump

Sebatiaan Faber, por su parte, pone el foco en el deterioro democrático dentro mismo de Estados Unidos haciendo un inventario de los daños ocasionados después de estar sólo 10 meses en la Casa Blanca. Las personas que rodean al presidente están protagonizando una verdadera revolución reaccionaria. El programa político de la actual administración «se nutre de tres de las principales corrientes ideológicas presentes en el movimiento MAGA: la veta apocalíptica propia de un fundamentalismo protestante; la veta utópica de los ejecutivos de Silicon Valley que se imaginan un futuro poshumano y posterrenal; y la veta sádica y supremacista, propiamente fascista, en la que predomina el resentimiento hacia las élites “globalistas” (léase marxistas y judías) supuestamente empeñadas en movilizar a las poblaciones de color para destruir y sustituir a la civilización blanca».

El dossier se completa con un reportaje de Ekaitz Cancela sobre el desembarco de los grandes magnates de software militar en el Despacho Oval (y de rebote en los gobiernos europeos, con lo que eso significa de fragilidad y dependencia por parte de los poderes públicos) y con una llamada al optimismo: la victoria de Mamdani en Nueva York y sus planes para ofrecer alimentos más baratos en una de las ciudades más caras del mundo, un reportaje de Marco Dalla Stella.


Mucho más en La Marea 109

Además del dossier dedicado a Trump, viajamos a Francia, donde María D. Valderrama retrata la crisis social e institucional que vive el país. Y como complemento, Miquel Ramos entrevista a Salomé Saqué, periodista y politóloga francesa que acaba de publicar Resistir, una llamada de alerta para parar a la extrema derecha antes de que sea demasiado tarde.

LaMarea109 : El mundo según Trump

Por otra parte, Marta Saiz y Julia Molins realizan un reportaje de investigación sobre la situación de los llamados «centros de reducción de daños», lugares que ofrecen refugio, protección y seguridad a los drogodependientes.

LaMarea109 : El mundo según Trump

Antonio Avendaño ofrece un afilado análisis sobre la crisis de las mamografías en Andalucía y las consecuencias que podría tener para el gobierno de Juan Manuel Moreno Bonilla. Olivia Carballar, en plena efervescencia de actos en conmemoración por la muerte de Franco, pone el foco en todos esos pequeños actos minoritarios, casi anónimos, que se suceden desde hace décadas reivindicando la memoria democrática. Guillem Pujol escribe sobre un capítulo poco conocido: la relación de CiU con el sionismo, un fenómeno que sigue fascinando a buena parte del nacionalismo neoconvergente. Pablo Izquierdo reporta desde Indonesia la avalancha de plásticos que están asfixiando el archipiélago y la labor de los activistas por revertir esta situación. Andrés Actis, por su parte, categoriza uno a uno a los responsables de la acción (y la inacción) climática, desde gobiernos a empresas privadas, pasando por la sociedad civil.

Además, Azahara Palomeque entrevista al escritor Isaac Rosa, que acaba de publicar Las buenas noches, una novela sobre un problema muy extendido: el mal dormir.

LaMarea109 : El mundo según Trump

Un Periscopio muy especial

Esta vez, el suplemento cultural de La Marea es una suerte de continuación de nuestro anterior número, dedicado al Sáhara Occidental. La portada es obra de la ilustradora Valle Camacho, que realiza un exquisito trabajo de caligrafía árabe con la palabra «libertad». Igual que en otras naciones despojadas de su tierra, como Palestina, la cultura es para el pueblo saharaui un elemento fundamental de identidad, memoria y construcción. Precisamente por eso, la ocupación marroquí hace grandes esfuerzos por borrarla o apropiársela.

LaMarea109 : El mundo según Trump

Estas páginas recorren diferentes manifestaciones artísticas y culturales del pueblo saharaui, desde el cine a la gastronomía, pasando por una de sus mayores señas de identidad: la poesía. «La cultura salvará la causa saharaui», dijo el poeta Bahia Mahmud Awah en la presentación de La Marea 108 y de este Periscopio, que tuvo lugar en la librería Balquis de Madrid.

La Marea 109
La cantante Suilma Aali, el poeta Bahia Mahmud Awah y la periodista Ngone Ndiaye durante el acto de presentación de los contenidos dedicados al Sáhara Occidental en La Marea. JACINTO ANDREU

Aquel encuentro formó parte de las actividades del FiSahara, el festival internacional de cine del Sáhara, que esos días se desarrollaba en la capital. Moderado por Laura Casielles, contó con la participación de Mohamed Mesaoud Abdi, Ngone Ndiaye, Farah Dih, José Bautista, David Bollero y el propio Awah. El cierre lo puso la voz de la cantante Suilma Aali.

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FiSahara: dos décadas de resistencia a través del cine

7 Noviembre 2025 at 10:15

«Nunca he sentido el Sáhara sólo como un espacio geográfico, sino como un estado de ánimo; y estas tierras usurpadas, ocupadas, tienen un pedacito sustancial en lo más profundo de mi corazón».Estas palabras de Pilar Bardem, una de las impulsoras imprescindibles del Festival Internacional de Cine del Sáhara (FiSahara), reflejan la resolución que anima un proyecto que cada año se acerca a los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf. Proyecciones, mesas redondas, talleres de cine y otros eventos culturales pueblan varios días en los que cineastas, artistas, defensores de derechos humanos y periodistas de todo el mundo visitan la zona y tienen ocasión de conocer e intercambiar experiencias con la población refugiada.

En esta ocasión, cuando se cumplen 50 años de la Marcha Verde, se celebra por cuarta vez en Madrid, donde en aquel lejano 14 de noviembre de 1975 se firmaron los Acuerdos Tripartitos que traicionaron al pueblo saharaui. Su lema, recuperado de su XVIII edición en los campamentos, es «Resistir es vencer». En palabras de su directora ejecutiva, María Carrión, el FiSahara quiere ser «una celebración de una lucha de décadas que hoy sigue igual de viva».

Lo que hoy es un evento consolidado internacionalmente, que forma parte de una red que agrupa a más de 60 festivales de cine y derechos humanos en todo el mundo, empezó de manera un tanto accidental, tal y como recuerda el realizador Javier Corcuera, quien fuera codirector del certamen durante 10 años. «Yo había dirigido hacía poco La espalda del mundo, que había sido premiada en el festival de Donosti, y me encontraba en los campamentos para ver la posibilidad de hacer algo similar con la situación del exilio saharaui en la hamada. Y allí, entre té y té, surgió la idea de liarnos la manta a la cabeza y, en vez de una película, organizar todo un festival internacional», relata. Esa idea, que en un principio parecía una locura, poco a poco fue germinando hasta ver la luz en 2003.

Festival «a puro pulso»

Aquellas primeras ediciones salían adelante «a puro pulso», con más ilusión que medios: «El avión rebosaba de latas de películas en 35 mm que teníamos que acarrear, teníamos que ir cada tarde a comprar carburante para los grupos electrógenos, muchas veces nos movíamos entre campamentos haciendo autostop para conseguir material… Todo era una aventura», rememora Ahmed Mohamed Fadel, El Rubio, la contraparte saharaui de este proyecto. Pero para Corcuera todo merecía la pena: «Ver luego las proyecciones en pantalla gigante en mitad del desierto, el sonido de los proyectores, la población refugiada entregada al evento… era todo mágico». Y, además, con el tiempo, «se consiguió un objetivo que estaba siempre presente en nuestras mentes: sentar las bases de una escuela que permitiera a los saharauis hacer sus propias películas».

FiSahara: dos décadas de resistencia a través del cine
Los actores Thimbo Samb y Carolina Yuste en una fiesta del FiSahara 2024. SERGIO R. MORENO

Una escuela de cine en los campamentos

La Escuela de Formación Audiovisual Abidin Kaid Saleh, popularmente conocida como ‘Escuela de cine saharaui’, se inauguró en 2011 con el objetivo de capacitar a los jóvenes de los campamentos de personas refugiadas en la producción de cine y vídeo para que pudieran retratar sus propias vidas, abordar problemas críticos y empoderar a la comunidad. Y, pese a los permanentes problemas de financiación, es sin duda un objetivo conseguido con creces, tal y como afirma Brahim Chagaf, perteneciente a su primera promoción: «Sí, esa experiencia le dio sentido a mi vida: a través del cine me siento útil a mi pueblo y a mi causa. Hemos conseguido visibilizar nuestra realidad en el exterior, y a la vez convencer a la sociedad saharaui de las posibilidades que tiene este medio como herramienta de lucha y concienciación».

Chagaf, que actualmente vive en España, llegaría a convertirse en profesor adjunto de la escuela y más tarde en jefe de estudios, hasta 2023. Por el camino nos ha ido regalando un ramillete de películas con las que explora y profundiza en la identidad de su pueblo: Leyuad, Toufa, Patria dividida… y muy especialmente Khruju Fel-luju, una divertida sitcom que narra las vicisitudes de la juventud exiliada en los campamentos y que ha supuesto todo un acontecimiento tras su emisión en la televisión saharaui.

Pese a los obstáculos que ha ido encontrando en su camino –el último, el recorte en la financiación por parte de donantes estadounidenses– el festival ha seguido apuntalando aquel objetivo con el que se creó hace ya 22 años: empoderar, entretener y dar formación audiovisual a la población refugiada del Sáhara Occidental empleando el cine como instrumento para la transformación social.

FiSahara: dos décadas de resistencia a través del cine
Proyección de Insumisas. Mujeres en lucha en el Sáhara Occidental, en la Pantalla del Desierto. Este documental, que cuenta con el testimonio de activistas como El Ghalia Djimi o Mina Baali, ganó el año pasado el segundo premio del festival. SERGIO R. MORENO

Así, este noviembre estamos llamados a una nueva cita con el FiSahara para, tal y como remacha María Carrión, «ayudarnos a conocer el cine saharaui y, a la vez, mantener no solo viva la llama de este pueblo, sino a potenciarlo mediante su proyección internacional».

La edición de 2025

Este año, la IV edición madrileña del FiSahara se está celebrando del 6 al 8 de noviembre. El acto de apertura tuvo lugar ayer en la sala Mirador y en él se rindió homenaje a Mariem Hassan, «la voz indómita» del Sáhara, quien falleció hace 10 años pero ha dejado una huella imborrable en la memoria musical de su pueblo. Esta inauguración, a la que asistió su hija Aghaila, contó con la proyección de Mariem, cortometraje documental de Javier Corcuera, presentado recientemente en el Festival de Málaga, y estuvo acompañada de una actuación musical de la asociación de artistas saharauis en la diáspora.

Los siguientes días, el festival se traslada al Círculo de Bellas Artes con dos sesiones por jornada: hoy viernes 7 dará comienzo con la sesión «Resistir cantando», sobre la vida y el legado de Mariem Hassan, seguida de «Resistir desde el exilio», ambas acompañadas de proyecciones y mesas redondas con la participación de saharauis como el abogado Sidi Talebuya o las activistas Fati Haddad y Salka Mahfud.

El sábado 8 se presentarán los dos últimos números de la revista La Marea, en los que dedicamos parte del contenido al Sáhara Occidental, para dar paso más tarde a una nueva sesión titulada «Resistir siendo: las trincheras del cine y la cultura», que resalta la importancia del cine como vanguardia en la lucha por la identidad de los pueblos.

El festival se cerrará con la sesión «Resistencias no violentas: de la huelga de hambre de Aminetu Haidar a la Global Sumud Flotilla», en la que se estrenará el documental Aminetu. Le seguirá una mesa redonda sobre la huelga de hambre protagonizada por Haidar en 2009 y sobre la reciente acción de la Global Sumud Flotilla, uniendo así la realidad paralela de dos pueblos sojuzgados, el saharaui y el palestino.

Más información en festivalsahara.org

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La ONU no apoya la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental: entre ‘fakes’, propaganda y trampantojos

7 Noviembre 2025 at 08:13

El pasado 31 de Octubre, el Consejo de Seguridad (CS) de la ONU, aprobó la Resolución 2797 (2025) sobre la situación del Sáhara Occidental. Una nueva resolución, como cada año, que si bien incluye alguna novedad, no es un cambio de rumbo y debe ser analizada tanto jurídica, como política y diplomáticamente.

Este texto ha generado una ola de titulares y editoriales de los medios españoles conservadores y los cercanos a la dictadura marroquí, repleto de falsedades y equivocaciones.

Desde un punto de vista jurídico, es preciso señalar varias cuestiones:

1º.- El CS no representa a la ONU, eso sólo lo hace la Asamblea General, donde tienen voz y voto todos los Estados miembros. El Consejo, sin embargo, son sólo 15 Estados. Ninguna Resolución del CS resume la postura jurídica, o política, de la ONU. Véanse las diferencias entre la postura de la Asamblea General condenando el genocidio en Gaza o el bloqueo de Cuba y la inacción del CS. La ONU, si es algo, es la Asamblea, el lugar en el que la creciente soledad de Estados Unidos aparece más destacada.

2º.- La Resolución 2797 (2025) es necesaria porque cada año hay que renovar, o no, la Misión de Paz (los conocidos como Cascos Azules) en el Sáhara Occidental, la denominada MINURSO. La “R” en el nombre de esta misión se refiere a que su objetivo es organizar el “R”eferéndum de libre determinación del Sáhara. Su renovación en esta resolución implica, necesariamente, que la MINURSO debe seguir intentando lograr esta consulta.

3º.- La resolución no niega el derecho a la libre determinación del pueblo saharaui. Al contrario, el tercer párrafo del preámbulo menciona los principios de la Carta ONU, en general, y el de libre determinación, en particular. En la parte dispositiva, la más importante, este derecho del Sáhara Occidental como pueblo ocupado por Marruecos y bajo administración colonial (ausente) de España, es subrayado en su tercer apartado cuando plantea “el objetivo de alcanzar una solución política final y mutuamente aceptable que garantice el derecho a la autodeterminación del pueblo del Sáhara Occidental”.

4º.-La obligatoriedad de las Resoluciones del Consejo de Seguridad. Suele decirse que las resoluciones del consejo son obligatorias. No lo son siempre. Sólo aquellas que así lo indiquen, que sean conformes a la Carta ONU y que no violen ninguna norma imperativa del Derecho Internacional. El derecho a la libre determinación de los pueblos colonizados es una norma de obligado cumplimiento que no admite norma, incluidas las resoluciones del CS, en sentido contrario. Que el pueblo saharaui debe ejercer el mismo, mediante referéndum, ya lo certificó la Corte Internacional de Justicia en 1975 y todas las resoluciones hasta ahora, incluida la última. Si alguna vez una resolución del CS negara este derecho al Sáhara Occidental sería nula de pleno derecho.

5º.- El plan de autonomía de Marruecos aparece en esta resolución, en su segundo apartado, como “base” para unas negociaciones, que deben realizarse “sin condiciones previas” y que puede recibir otras “aportaciones constructivas” de las partes. Desde un punto de vista jurídico, nunca se ha negado que, cuando el pueblo saharaui (no los colonizadores marroquíes) vote en referéndum, una posible opción, libre, sería integrarse voluntariamente en Marruecos. O en Argelia. O en Mauritania. O ser un estado independiente. Esta resolución deja claro que, pese las presiones, sólo el Frente Polisario representa diplomáticamente al pueblo saharaui; que debe haber un referéndum, y que únicamente decidirá el pueblo (el que vive bajo ocupación militar en los territorios ocupados y el que está en los campos de refugiadas en Argelia).

Desde un punto de vista político y diplomático:

1º.- La resolución aprobada demuestra la fuerza de EE.UU, Francia y España como grandes enemigos de la causa saharaui por su alianza con la dictadura marroquí. Que el gobierno de Sánchez haya aceptado la soberanía, inexistente, de Marruecos sobre el Sáhara no es sólo la tradicional traición del PSOE al pueblo saharaui. Es una violación de las normas imperativas de derecho internacional por parte de España. Con consecuencias jurídicas y diplomáticas para todo el país.

2º.- La inclusión en el texto del plan marroquí, aunque sin otorgarle derechos soberanos sobre el Sáhara, es un éxito diplomático de Marruecos porque sus altavoces mediáticos han transformado el contenido de la misma afirmando falsamente que la ONU asume su plan. Es otro trampantojo de Trump, impulsar algo ruidoso y vacío de contenido para contentar a sus estados satélites.

3º.- La negativa de Argelia incluso a participar en la votación y la mención expresa de Rusia y otros Estados del Consejo de Seguridad sobre la necesidad de celebrar el referéndum aclara mejor el fracaso de Trump. Este texto solo se ha aprobado porque en el último borrador se han incluido las demandas del pueblo saharaui junto a las de Marruecos. La idea inicial era incluir sólo las de Marruecos.

De esta manera, es urgente explicar a la ciudadanía española que la ONU sigue defendiendo el referéndum de libre determinación del Sahara Occidental, que España sigue siendo la potencia colonial que debería administrar el territorio y organizar la consulta, que el Frente Polisario es el único representante legítimo de este pueblo y que la propaganda marroquí, y del Gobierno español, sólo pretende acabar con las esperanzas de un pueblo por la vía de los hechos. En nuestra mano, también, está impedirlo.

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10 claves legales para entender la deuda de España con el pueblo saharaui, por Inés Miranda

6 Noviembre 2025 at 18:42

Cuando se habla del Sáhara Occidental, en la conversación siempre acaba saliendo la idea de la “legalidad internacional”. Pero ¿qué significa eso? Hablamos con la abogada Inés Miranda, que forma parte de la Comisión de Derechos Consejo General de la Abogacía Española y preside la Asociación Internacional de Juristas por el Sáhara Occidental (IAJUWS), para aclarar cuáles son las claves de esa realidad que ampara las reivindicaciones saharauis.

1.- El Sáhara Occidental es un territorio pendiente de descolonización

“Naciones Unidas tiene reconocido al territorio saharaui como un TNA, como un territorio no autónomo en proceso de descolonización. Esto significa que la potencia colonial no ha concluido su tarea de descolonizar y de acompañar al territorio en su proceso de independencia. Lo que tenía que haber hecho España antes de abandonar el territorio, de acuerdo con los acuerdos adoptados hasta el año 1975 y siguiendo las reiteradas resoluciones de Naciones Unidas, era concluir ese proceso escuchando la voluntad del pueblo saharaui en un referéndum”.

2.- España sigue siendo la potencia administradora del Sáhara Occidental… y no cumple con sus obligaciones

“Esto implica que sigue siendo la responsable de lo que acontece en el territorio. Así lo determinan los artículos 74 y 75 de la Carta de Naciones Unidas. Además del referéndum, establecen otra vía para que un territorio pase de una potencia administradora a otra, que es que haya sido aceptada por unanimidad por la Asamblea de Naciones Unidas. Esto, hasta el día de hoy, jamás ha pasado.

Decir que España hace dejación de sus derechos es hacer una concesión. España incumple sus obligaciones como potencia administradora. Hay responsabilidad y culpabilidad por parte del Gobierno de España del momento y de los sucesivos gobiernos que ha tenido el Reino de España, que jamás han considerado esta esta cuestión como un asunto de Estado.

Jamás se han puesto a trabajar como lo hizo Portugal con Timor, que es un ejemplo clarito porque además tenía una potencia bastante cruel ocupando el territorio, pero se consiguió, y en el año 1999 pudieron votar.

Y aún más: este es uno de los pocos casos en los que la potencia administradora dota militarmente a la potencia ocupante para que aniquile a la población sobre la que tiene una obligación. España regala y malvende armamento a Marruecos, y Marruecos lo utiliza contra el pueblo saharaui”.

3.- La legalidad internacional no reconoce la soberanía de Marruecos sobre el territorio

“Por un lado, el Sáhara Occidental está reconocido como territorio pendiente de descolonización desde 1963; y la resolución 34/37 de la Asamblea General de la ONU establece desde el año 1979 la legitimidad del Frente Polisario como su representante. Además en el año 1975 Marruecos decidió buscar otra solución y preguntó a la Corte Internacional de Justicia de La Haya (la misma que ahora se está pronunciando sobre Israel) cuál era la condición del Sáhara Occidental. La respuesta fue, primero, que no es una terra nulius, sino que antes de la colonización había una población existente que venía ejerciendo su soberanía y sus competencias desde tiempo atrás, que era el pueblo saharaui. Y, segundo, que no hay ninguna relación entre el pueblo saharaui y Marruecos”.

4.- Los Acuerdos de Madrid son ilegales

“En primer lugar, porque no se puede mercadear con la soberanía de un territorio. En aquel momento había negociaciones en Naciones Unidas para que se celebrase el referéndum, el rey emérito español fue a decirles que se iba a derramar hasta la última gota de sangre para defender al pueblo saharaui y al territorio… y, al final, dos días después, se firmó este abandono. Por otro lado, estos acuerdos jamás fueron publicados, son secretos. Un acuerdo no publicado, ¿a quién vincula? A quien lo firma y punto”.

5.- Marruecos ocupa el territorio del Sáhara Occidental con la complicidad de España

“España se confabuló con la potencia que quería apropiarse del Sáhara Occidental, que es Marruecos. El proceso de abandono del Sáhara no fue pacífico por parte de España: no hacer también es violencia. España, además de jugar con la frontera adelante y atrás para delimitar la entrada de la Marcha Verde, que como sabemos fue una marcha militarizada, también procuró, en la medida en que le fue posible, que la población saharaui no saliera. Impedir que la población salga para salvar su vida también es una manera de colaborar en el genocidio”.

6.- La situación en el Sáhara supone una violación del Tratado de Buena Vecindad de Marruecos con la UE

“El Tratado de Buena Vecindad que tiene la Unión Europea con Marruecos, en su artículo 2, dice claramente que si se vulneran los derechos humanos de una de las partes, el convenio será denunciado. Hemos insistido a España para que denuncie el convenio porque Marruecos viola ese artículo en tanto mantiene una guerra de ocupación con el Sáhara Occidental”.

7.- La UE no puede firmar acuerdos comerciales con Marruecos que impliquen recursos saharauis

“La sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre los acuerdos de pesca y las convenciones que la Unión Europea pueda firmar con Marruecos dice que el Sáhara Occidental no entra en el ámbito de las competencias de Marruecos, y que por tanto no puede firmar acuerdos sobre ese territorio. Asienta que no basta con que los recursos expoliados puedan repercutir en la población saharaui, sino que lo importante es el consentimiento expresado por el pueblo saharaui. Me empeño en hacer esta distinción entre pueblo y población, porque por población podemos entender a todo el que ocupa el territorio. Lo que cuenta tiene que ser el consentimiento del pueblo saharaui expresado por su legítimo representante, que es el Frente Polisario. Aunque también hay sombras en la sentencia: hay algo que es insólito en derecho, que es que establece una especie de vacatio legis, un plazo para que se pueda ejecutar. Es como decir: ‘Esto es un delito, pero lo puedes estar cometiendo durante un año’. Esto se hace ‘para evitar perjuicios económicos’, con lo que parece que da exactamente igual los derechos del pueblo saharaui, que es lo que se estaba vulnerando. Si mañana el pueblo saharaui accede a la independencia, podrá reclamar por todo el lucro cesante, y se lo tendrá que reclamar a España y ahora también a la Unión Europea.

Otra cuestión es que es una sentencia territorial, es decir, sólo vincula a las partes afectadas por el procedimiento: la Unión Europea y Marruecos. Pero Marruecos sigue violando el derecho internacional, pacta con Rusia, pacta con China y sigue expoliando los recursos naturales del Sáhara Occidental. Eso lo hemos visto nosotros en nuestras múltiples asistencias al territorio hasta que, directamente, se nos ha impedido la entrada. Hemos constatado la presencia, por ejemplo, de barcos nodriza chinos y rusos que vienen, entre otros, desde el puerto de Las Palmas. Y esto se une al importante puerto que se está construyendo en Dajla con fondos españoles y europeos. Es un expolio y hay empresas españolas que están trabajando ahí”.

8.- Dos autos de la Audiencia Nacional reconocen estos mismos puntos

“En 2015 planteamos una querella por genocidio [contra 11 altos cargos militares marroquíes], que se admitió y se empezó a tramitar. Hay testimonios de desaparecidos que prestaron su declaración, se exigieron comisiones rogatorias, y el propio auto [del juez Ruz] reconoce que se está en un proceso de descolonización que no ha concluido. Pero era importante tomar declaración a los presuntos culpables querellados, y ahí tocábamos siempre con la negación de Marruecos de colaborar y la inacción por parte de la Administración española. Nos topábamos con la falta de voluntad política de que esto se tramitara. Llegamos a solicitar órdenes de detención contra algunos de los querellados que estuvieron en España, reunidos con ministros gobernando el Partido Socialista, pero no se les detuvo, habiendo una euroorden de detención y pudiendo haberlos detenido. Por otro lado tenemos, producto del violento desmantelamiento del campamento de Gdeim Izik, otro auto, de julio del 2014, del entonces juez Grande-Marlaska, que fue mucho más allá: habla de que España es la responsable de lo que acontece en el territorio hasta que concluya la descolonización. Y es el mismo juez que ahora mismo se ha posicionado en la postura en la que está el presidente del Gobierno de España”.

9.- Marruecos condena a saharauis en juicios para los que no es competente

“Marruecos celebra juicios para los que no es competente. La ocupación no exime de obligaciones a la fuerza ocupante. Existe un derecho, que es el derecho humanitario, que tiene que ser aplicado y respetado. La administración de justicia puede actuar sobre cuestiones de gestión diaria de la vida -hurtos, multas de tráfico…-, pero no puede en ningún momento enjuiciar ni actuar contra una persona que luche por los derechos de autodeterminación de su pueblo o por ninguna reivindicación política o en defensa de derechos humanos.

Tampoco puede trasladar a la población del TNA a tribunales en el territorio marroquí, y mucho menos a cárceles marroquíes. La situación de los presos políticos es una situación de dispersión y de apartheid dentro de la cárcel. No se les trata como presos políticos ni como presos de conciencia, se les da un trato que les asemeja a los presos por terrorismo. Yo siempre he dicho que son rehenes. No se permite la visita de observadores internacionales, se dificulta la visita de familiares. En el caso de Gdeim Izik no se permitía hasta hace poco ni la de los propios abogados que les habían defendido. Hemos visto cadenas perpetuas por hablar mucho menos de lo que estamos hablando nosotras aquí. Denunciamos también la postura de España, porque sale con toda la razón a denunciar la existencia de presos políticos en otros países, pero de los que ella es responsable no dice absolutamente nada”.

10.- El actual posicionamiento del gobierno de España incumple la Constitución y el derecho internacional

“El posicionamiento de Pedro Sánchez es el mismo que desde el año 2006 se viene trabajando por el Partido Socialista, por Zapatero, por algunos parlamentarios que parecían amigos del pueblo saharaui, y por supuesto por Felipe González. Pero el señor Sánchez ha tomado una decisión que va contra la Constitución, porque la política exterior no le compete a él, le compete al Gobierno. Además, tiene que respetar el derecho internacional, y como potencia administradora tiene que actuar, no hay más vuelta de hoja. No tiene que hacer nada más que eso, cumplir la ley, que es algo que no ha hecho desde el año 75 hasta la actualidad”.

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Abdulah Arabi: “Para callarnos van a tener que perpetrar otro genocidio”

6 Noviembre 2025 at 15:32

El delegado del Frente Polisario en nuestro país se muestra orgulloso de su pueblo por haber sabido mantener viva la causa del Sáhara Occidental entre la opinión pública española, «y ello pese a que el ‘lobby’ marroquí tiene en nómina a medios y profesionales a los que paga por difundir un relato falseado».

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Farah Dih: “Muchas mujeres saharauis vivimos entre dos mundos”

5 Noviembre 2025 at 13:31
Por: La Marea

Cuando Farah Dih habló en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, en 2019, recordó que hay 17 territorios no autónomos en el mundo a los que «se les ha negado la oportunidad de decidir su propio destino». Uno de ellos, el suyo: el Sáhara Occidental. Ya entonces se mostró preocupada por que este organismo hubiera «olvidado los principios originales sobre los que se fundó». Uno de esos principios era el de la desconolonización. El tiempo le ha dado la razón a Dih: hace sólo unos días el Consejo de Seguridad de la ONU votó a favor de una resolución en la que afirmaba que la autonomía bajo soberanía de Marruecos «podría constituir la solución más viable» para superar el conflicto. E instaba a las partes (Marruecos y el Frente Polisario) a negociar sobre esa base. La invasión, los bombardeos con napalm sobre la población civil, la ocupación ilegal de un territorio, la imposición de un régimen represivo que viola sistemáticamente los derechos humanos ha pasado a ser, en el lenguaje diplomático y 50 años después, un conflicto entre dos partes. «Si la erradicación del colonialismo sigue siendo una prioridad en la agenda de la ONU, como proclama el señor Guterres, ¿cuándo van a estar dispuestos a cumplir sus palabras», objetaba Dih en su intervención.

Farah Dih nació en 1991 –el año del alto el fuego y de la creación de la Minurso– en los campamentos de población saharaui refugiada en Tinduf (Argelia). Después de formarse en filología en las universidades de Valladolid, Nebraska-Lincoln y Nueva York, actualmente es profesora de esta última institución en su campus de Madrid. Combina su labor docente con la escritura de ficción y es una de las voces saharauis con las que hemos contado en La Marea para hacer nuestro dossier especial en el último número.

Para Dih, 50 años después de la traición española y la invasión marroquí, es «fundamental hablar de la amnesia histórica y el olvido selectivo del Estado español respecto a su pasado colonial en África, concretamente en el Sáhara Occidental y en Guinea Ecuatorial».

«Necesitamos que se hagan reparaciones de manera oficial, empezando por revertir el reciente reconocimiento del Gobierno español de la soberanía marroquí sobre el Sáhara, pero también dando una mayor visibilidad a la cuestión colonial desde las instituciones», añade. «Necesitamos que se estudie, que se enseñe y que se reconozca el problema para poder sanar unas heridas que no solo siguen abiertas, sino que se han infectado».

Como todas las personas saharauis consultadas para componer nuestro dossier, Dih resalta el papel de las mujeres en la resistencia de su pueblo, pero señala una particularidad que le atañe personalmente: «A día de hoy, muchas mujeres saharauis vivimos entre dos mundos. Y no me refiero a la dualidad cultural de sentirnos saharauis y españolas (que también), sino a la paradoja de estar luchando juntas por la libertad colectiva de nuestro pueblo mientras este, irónicamente, tiende a rechazar nuestro propio derecho a la libertad individual».

Dih, como muchas otras saharauis de su edad, se desmarca cultural y generacionalmente de ciertos modos y costumbres. «Hablo de las que hemos decidido no encajar (o quizá nunca lo hemos hecho) en los moldes tradicionales: las que no llevamos velo, las que vestimos como queremos, las que hemos tomado de la cultura saharaui (y de la española) lo que nos ha convenido para crear una identidad propia, mestiza y diversa», explica.

Para ellas, el camino de la emancipación ha sido muy diferente al de las mujeres occidentales: «Es curioso ver que mientras las feministas blancas españolas luchan por cambiar los cánones de belleza —el de las cirugías estéticas, la delgadez extrema, los filtros de Instagram, etc.—, nosotras libramos otra lucha casi inversa. La de poder arreglarnos y vestir con libertad, de elegir con quién relacionarnos afectivamente y de desafiar unas normas sociales ancladas en el pasado, que se siguen reproduciendo de generación en generación».


Testimonios: Laura Casielles | Edición: Manuel Ligero

Esta entrevista con la profesora Farah Dih forma parte del trabajo realizado para elaborar el dossier que ‘La Marea’ le ha dedicado al Sáhara Occidental en su último número. Puedes comprar la revista aquí o suscribirte para seguir apoyando el periodismo independiente.

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‘Sáhara: La barca del desierto’, un viaje a la herida abierta del pueblo saharaui

4 Noviembre 2025 at 18:30

Esta reseña forma parte de El Periscopio, el suplemento cultural de La Marea, cuyo último número está dedicado íntegramente al Sáhara Occidental.

Sáhara: La barca del desierto, dirigida por Mario Vega y coescrita con Ruth Sánchez, se presenta como una pieza imprescindible que aborda el conflicto del Sáhara Occidental a través de la mirada singular de una enfermera canaria que llega a El Aaiún en 1970.

Desde los primeros acordes de música saharaui, el montaje atrapa: la ambientación sonora, la escenografía de telas que se transforman en jaimas y desierto, la iluminación que dibuja dunas y sombras… Todo se conjuga para que el público, más allá de ver y escuchar, sienta. Su director deja claro que «el Sáhara no puede seguir en los márgenes de la historia. Contarlo es un deber». Con esta obra rinde homenaje a una herida abierta que ahora cumple 50 años.

La actriz principal, Marta Viera, lleva sobre sus hombros el pulso emotivo: transmite miedo, ternura, indignación, humor casi inconsciente ante la absurdidad de la propaganda franquista y el silencio político posterior. Su interpretación se convierte en el gran pilar de la función. A ello se suma el trabajo del equipo –la camella articulada Janina, el manejo de telas y ambientes, los saltos entre el pasado y el presente–, que dota al montaje de textura, movimiento y ritmo.

La dramaturgia juega con varias capas: la personal, la histórica y la política. La narración nos lleva a los años 70, cuando la enfermera llega, pasa por la represión franquista contra el Frente Polisario y sufre la ocupación de Marruecos tras la retirada española y el exilio a los campamentos de refugiados en Tinduf. El amor ejerce de hilo conductor en la memoria viva de un pueblo que incluso ha sufrido bombardeos con napalm y fósforo blanco. Al mismo tiempo, el montaje intercala humor ácido, escenas que satirizan la propaganda y momentos de contemplación, lo que evita que el peso dramático sea solo soporte: este trabajo inyecta tensión e intercala con maestría momentos de risa, invitaciones a reflexionar y una carga emotiva que el público agradece con un tsunami de aplausos y gritos de «Sáhara libre».

Para quien ya conozca la historia saharaui, la obra resuena como reivindicación, como cicatriz doliente que busca justicia. Para quien no la conozca, esta es una excelente puerta de entrada: el descubrimiento de un silencio impensado, tan cerca geográficamente de las Islas Canarias y España, y tan aparentemente lejos en la memoria colectiva. El montaje no explica todo con datos; en su lugar, hace sentir, remueve, invita a preguntar, y lo hace desde los ojos de una mujer.

Sáhara: La barca del desierto es un teatro necesario. No solo por el tema que aborda, sino por su manera de contarlo, sin estridencias, con instrumentos escénicos afinados, música, iluminación y silencios. Una obra que deja pensativo a quien la contempla, despertando preguntas sobre cómo es posible que una realidad tan cercana haya estado tanto tiempo invisibilizada. Decía el italiano Vittorio Gassman que «el teatro no se hace para cantar las cosas, sino para cambiarlas»; decía el mexicano Luis de Tavira que «el teatro es el espejo que nos convierte en espectadores de nosotros mismos». He aquí un trabajo que hace honor a las citas de estos dos grandes dramaturgos.


‘Sáhara: la barca del desierto’ se estrenó el 19 de junio en el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria y ya ha pasado por el Teatro Leal de La Laguna (Tenerife) y el teatro auditorio de Agüimes, en Gran Canaria. Desde el 5 hasta el 9 de noviembre estará en el Teatro del Barrio de Madrid.

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El FiSahara se celebra esta semana en Madrid

4 Noviembre 2025 at 09:16
Por: La Marea

El Festival Internacional de Cine del Sáhara Occidental (FiSahara) no se ha podido celebrar este año en su sede habitual: los campamentos de población saharaui refugiada en Argelia. Lo hará en Madrid, del 6 al 8 de noviembre, coincidiendo con el 50º aniversario de la Marcha Verde –llamada Marcha Negra por los saharauis– con la que Marruecos inició su ocupación ilegal del territorio. A pesar del cambio de emplazamiento, el festival contará, como de costumbre, con proyecciones, mesas redondas y actividades paralelas centradas en una traición, una invasión y un expolio que cumplen ahora medio siglo.

La organización recupera este año un lema ya utilizado en la XVIII edición del festival celebrado en los campamentos: «Resistir es vencer». La frase tiene una nueva resonancia después de que el Consejo de Seguridad de la ONU adoptara, a instancias de Donald Trump, el plan de autonomía para el Sáhara redactado por Marruecos. Miles de saharauis se manifestaron la semana pasada contra esa decisión y sus voces se harán oír, sin duda, también en Madrid.

El FiSahara arrancará el próximo jueves en la sala Mirador, con un homenaje a Mariem Hassan, la más importante cantante de música popular saharaui. Enferma de cáncer, se retiró a los territorios liberados del Sáhara y antes de morir (en 2015) dejó filmado su último testimonio en forma de cortometraje documental: Mariem. La proyección de la cinta contará con la presentación de su director, Javier Corcuera (fundador del festival, allá por 2003), y de Aghaila Labiad Hassan, hija de Mariem Hassan.

Este homenaje tendrá una continuación un día después en el Círculo de Bellas Artes, donde se proyectará Haiyu (2024), un largometraje documental sobre «la voz indómita» del Sáhara dirigido por Anna Klara Ahren, Brahim B. Ali, Mohamedsalem Werad y Alex Veitch.

El mismo viernes, en una segunda sesión, podrán verse las películas Running Home (Michelle-Andrea Girouard, 2019) y El susurro del viento (Ekain Albite, 2020). Ambas sesiones contarán con mesas redondas posteriores en las que participarán Aghaila Labiad Hassan, Fudiha Chein, Sidi Talebbuia Hassan, Mamine Hachimi, Fati Jadad, Hafed Jatri, Salka Mahfud y Nayua Aduh.

La Marea también tendrá una pequeña participación en el FiSahara 2025. La librería Balqís acogerá el próximo sábado 8 de noviembre la presentación de nuestro último número, cuyo dossier principal está dedicado al Sáhara Occidental. Y hablaremos asimismo de la siguiente revista, cuyo suplemento cultural, El Periscopio, se consagra íntegramente a la cultura saharaui.

El festival se cierra la tarde del sábado con la proyección, en el Círculo de Bellas Artes de las películas Salam (Agustina Willat García, 2024) y Aminetu (Lucía Muñoz Lucena, 2024). La primera contará con una charla posterior a cargo de los cineastas saharauis Ghalia Salek y Brahim Chagaf y de la periodista Ebbaba Hameida. La segunda es un documental dedicado a la figura de la activista Aminetu Haidar, quien en 2009 comenzó una huelga de hambre en Lanzarote para que le dejaran volver a su tierra, de donde fue expulsada. La propia Haidar formará parte de la mesa redonda posterior a la proyección junto al actor Guillermo Toledo, la activista Nadua Abou Ghazalah y el sociólogo José Luis Ybot.

Más información en festivalsahara.org.

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La ONU apoya el plan de autonomía de Marruecos para el Sáhara Occidental

31 Octubre 2025 at 10:00

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas votó ayer viernes, a propuesta de Estados Unidos, tomar el plan de autonomía redactado por Marruecos en 2007 para el Sáhara Occidental como base para futuras negociaciones sobre el territorio. Lo ha hecho por 11 votos a favor, tres abstenciones –entre las que destacan las de Rusia y China–, y sin la participación de Argelia, que ha alegado que «una solución justa y duradera solo puede llegar con el respeto al derecho inalienable del pueblo del Sáhara Occidental a decidir sobre su propio futuro».

La decisión de ayer supone el mayor apoyo hasta el momento de la comunidad internacional a Marruecos. España ya se había adelantado: el presidente español, Pedro Sánchez, se mostró partidario de apoyar el plan de autonomía marroquí. Así se lo hizo saber al rey de Marruecos en una carta enviada en 2022. España, según el derecho internacional, sigue siendo la potencia administradora del Sáhara Occidental hasta que culmine su proceso de descolonización, interrumpido hace ahora 50 años.

La población saharaui llevaba varios días protestando contra esta iniciativa. El jueves se produjo la cuarta manifestación masiva. Miles de saharauis refugiados en los campamentos de Tinduf (Argelia) se sumaron a ella. Los manifestantes aseguraban que «prefieren seguir siendo refugiados a marroquíes».

El voto de la ONU atañe también al futuro de la Minurso, una misión de pacificación creada en 1991 para organizar un referéndum de independencia en el Sáhara Occidental. La misión se ha venido renovando anualmente, pero el gobierno de Donald Trump quería que esta vez durara sólo tres meses. Finalmente, se ha aprobado prolongarla durante un año más.

¿Qué ocurrirá después? Podrían darse varios escenarios: otra renovación, la extinción de la misión (lo que eliminaría la referencia al referéndum y dificultaría el proceso de autodeterminación saharaui) o el inicio de una época totalmente nueva de negociaciones sobre la base del plan de autonomía preparado por Rabat y con la entrada de Trump como mediador.

No parecía probable que Rusia o China, miembros del Consejo de Seguridad con derecho a veto, avalaran esta iniciativa que, en esencia, busca excluir a los y las saharauis de su propio proceso de autodeterminación. Pero finalmente lo hicieron con sus respectivas abstenciones. El diplomático Sidi Omar, portavoz del Frente Polisario en la ONU, declaró que «el destino del pueblo saharaui no está en manos de Estados Unidos ni de Francia, sino en manos del propio pueblo saharaui».

Miles de compatriotas coinciden con esta máxima y así lo expresaron en la manifestación del pasado jueves en Tinduf. Entre ellos, el rechazo al plan norteamericano parecía total. «Ahora más que nunca queremos la dignidad, ser refugiados en Argelia (más que ser marroquíes), queremos la libertad como todos los pueblos», declaró a EFE Ali, un manifestante indignado como muchos de los asistentes a la protesta.

«Antes refugiado que marroquí», claman en los campamentos saharauis
Miles de saharauis acudieron ayer a la cuarta convocatoria de protestas contra la iniciativa estadounidense que propone una autonomía en Marruecos para el Sáhara Occidental. LAURA FERNÁNDEZ PALOMO / EFE

Durante la manifestación, que terminó con una multitudinaria marcha por una de las carreteras que atraviesan el desierto argelino, los saharauis cargaron contra Trump, a quien culpan de intentar «cambiar la ley internacional».

El Frente Polisario envió hace una semana una carta a Rusia, que ostenta la presidencia de turno del Consejo de Seguridad, en la que advirtió de que «no participará en ningún proceso político ni de negociación basados en el contenido del proyecto de resolución» presentado.

Días antes había abierto la puerta –mediante una carta enviada al secretario general de la ONU, António Gueterres– a negociar directamente con Marruecos para alcanzar una solución «justa y duradera», en la que la autonomía marroquí constara entre las opciones de un referéndum, pero que no fuera la «única» solución y una condición «impuesta».

En 2020, el primer gobierno de Donald Trump ya reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, que la ONU hasta ahora no ha validado y mantiene esta zona como «territorio no autónomo» pendiente de descolonización.

Marruecos celebra en las calles el respaldo de la ONU al plan de autonomía para el Sáhara
Marruecos celebra en las calles el respaldo de la ONU al plan de autonomía para el Sáhara. En la imagen, la gente ondea banderas en Rabat, la capital marroquí, el 31 de octubre de 2025. JALAL MORCHIDI / EPA / EFE

Actualización: 1 de noviembre, 8h

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Gaza, Sáhara Occidental y el Lejano Oeste

30 Octubre 2025 at 10:45

27 de octubre

Se ha vuelto frecuente hacer comparaciones entre la República de Weimar y el auge actual de los autoritarismos. Por mucho que nazismo y fascismo sean fenómenos históricos irrepetibles como tales, las coincidencias entre los movimientos totalitarios del siglo pasado y los de este sean más que preocupantes.

Quizá una que hilvana esos movimientos de masas entre sí y con otros fenómenos sociales concomitantes sea el triunfo de lo irracional.


28 de octubre

Tuve que interrumpir el diario y desde entonces he leído la noticia sobre el «plan de paz» de Trump para el Sáhara Occidental. Al igual que en el caso de Gaza, el plan parece consistir en ponerse del lado de la potencia invasora, no exigirle responsabilidades por sus crímenes e imponer un trágala a la población autóctona. Si en Gaza los sueños húmedos de Trump, y de Netanyahu, culminaban en la expulsión de toda la población para sustituirla por turistas en resorts de lujo –cuyos beneficios irían a parar a manos de los invasores–, este proceso hace tiempo que lo inició Marruecos por su cuenta, creando zonas turísticas en los territorios ocupados, en las que no pueden entrar los saharauis; para ver esos paraísos de vacaciones hay que ser extranjero, marroquí o conducir un taxi. Todo eso se cuenta en el último número de La Marea.

Ahora que lo pienso, este modus operandi se encuentra muy en la tradición del Lejano Oeste, es decir de la historia de la creación de Estados Unidos: llegas a un territorio, lo invades, expulsas a sus habitantes después de exterminar a una parte considerable de la población y a los que quedan los encierras en reservas; firmas tratados de paz que no tienes ninguna intención de respetar; te quedas con sus tierras merced a leyes que redactas con ese objetivo; las explotas en tu beneficio y lo vendes como una forma de progreso y de avance civilizador. Y a los nativos que se resisten a ser despojados y exterminados los llamas salvajes.

Y luego vienen los guionistas y poetas a blanquear con épica cada masacre.


También es verdad que no es solo Estados Unidos quien ha actuado así: todas las potencias coloniales han hecho lo mismo, incluida la española. Estoy viendo estos días a ratos perdidos el documental Banda sonora para un golpe de Estado. No es que desconociese el carácter criminal del gobierno belga de la época –con ayuda de la CIA y de los servicios secretos británicos–; no es que desconociese tampoco los acontecimientos que rodearon el asesinato de Lumumba y la ascensión al poder con ayuda de los mencionados países de un psicópata como Mobutu. Pero me sigue impresionando ver las caras de los europeos y americanos responsables, oírles justificar sus actos o mentir descaradamente sobre ellos; ver sus gestos mientras escuchan a Lumumba decir lo que un negro no debe decir –un negro que no da las gracias, que no elogia a los colonizadores, que les pone ante el espejo de sus crímenes–; y es difícil soportar la hipocresía de quienes asienten complacidos a los deseos de independencia de los congoleños mientras traman asesinatos y golpes de Estado encubiertos, a quienes, en fin, promueven una guerra civil para que las empresas occidentales no pierdan dinero.

No es que no sepamos todas estas cosas y, en particular, que nunca Occidente ha defendido la democracia y la libertad de ningún pueblo salvo cuando le sirve a sus intereses políticos y económicos. Claro que lo sabemos. Pero no está de más que nos lo repitan una y otra vez, no vaya a ser que nos creamos esa cantilena de los valores democráticos y el respeto de los derechos humanos.


Ahí está el PSOE, proclamándose adalid de muchos de esos derechos, mientras apoya a un Marruecos –lo hizo González, lo hizo Zapatero, lo hace Sánchez– que despliega una brutalidad contra los saharauis propia de las dictaduras.


Por cierto: ¿por qué prestamos en España tanta atención a Palestina y tan poca al Sáhara? ¿Por qué no expresamos -hablo en general, pero también me podría acusar a mí mismo de ello- el mismo escándalo ante los desmanes de Israel que ante los marroquís? El cínico que me habita –aunque me esfuerzo en combatirlo– diría que porque hacerlo así no nos cuesta nada más que realizar acciones simbólicas, como manifestarnos, pero no nos exige ningún sacrificio: enfrentarse a Marruecos significa perder posibilidades pesqueras, prescindir de un policía que limita la inmigración de subsaharianos, tener ante nuestras puertas a un enemigo que siempre ha sabido cómo hacer daño. Digo «Marruecos» pero en realidad estoy diciendo el régimen marroquí. Los países nunca son enemigos; las enemistades las construyen y aprovechan sus dirigentes.


A ver si los próximos días continúo con la idea del auge del irracionalismo y sus similitudes con los años treinta del siglo pasado. O a lo mejor es una de esas ideas que te parecen buenas en cierto momento y luego se desinflan. Veremos.

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Tinduf: medio siglo en un campo de refugiados

29 Octubre 2025 at 07:00

Este reportaje sobre los campamentos de Tinduf forma parte del dossier de #LaMarea108, dedicado al Sáhara Occidental. Puedes conseguir la revista aquí o suscribirte para recibirla y apoyar el periodismo independiente.

Es verano de 2025. A pesar de ser de madrugada, el termómetro roza los 40 grados en el aeropuerto de Tinduf. Bajas del avión y lo primero que te recibe es un aire ardiente y lleno de polvo que te recuerda dónde estás. Apenas tres vuelos diarios rompen la rutina de esta terminal de dimensiones modestas en comparación a lo que asocias como aeropuerto, pero lo que de verdad la hace única no son sus instalaciones ni su ubicación, sino lo que ocurre aquí cada año por estas fechas.

Frente a ti se va a realizar un intercambio singular: 3.000 niños refugiados saharauis se despiden de los campamentos situados a 30 kilómetros de la ciudad argelina. Buscan tregua de la miseria, del calor extremo y de la precariedad y suben a los aviones que los llevarán a pasar el verano con familias que les acogerán gracias al programa Vacaciones en Paz, que lleva funcionando desde 1979. De los aviones a los que van a subir descienden el mismo número de niños y jóvenes saharauis, aunque su realidad ha sido otra: nacidos o criados en la diáspora, vuelven para reencontrarse con sus raíces, con una cultura que también les pertenece y una identidad que buscan mantener.

Las diferencias entre quienes parten y quienes llegan son evidentes. Los primeros llevan consigo apenas una mochila con comida para el viaje y una muda de ropa. Los segundos, en cambio, arrastran maletas de decenas de kilos repletas de medicamentos, caramelos, ropa y regalos para sus familias.

Con tus maletas te diriges a la salida del aeropuerto. Ya conoces de memoria la rutina que te aguarda tras la puerta de salida: un tío o un primo te espera en el coche. El saludo se resume en un abrazo fuerte y enseguida arranca el vehículo rumbo al control militar para poder entrar a los campamentos de refugiados saharauis. A esas horas, la garita debería estar cerrada, pero los soldados conocen la excepcionalidad de esta noche y os reciben con un saludo militar y el kalashnikov colgado del hombro.

Al atravesar el control, desaparecen las farolas de la ciudad. La oscuridad inunda la noche y el desierto se convierte en escenario absoluto. Los jóvenes con los que compartiste las últimas 24 horas de viaje se dispersan hacia distintas wilayas. Dentro de unos meses volverás a encontrarte con ellos en el mismo aeropuerto.

Cuando llegas a la tuya, Smara, todo parece intacto desde el verano pasado: las jaimas, las casas de adobe y la arena que se hunde bajo tus pies. El ruido del motor anuncia tu llegada y de la jaima salen tus primos, tus tíos, tu abuela. Te reciben con abrazos y gritos de felicidad: ha regresado un hijo de la familia.

Pero lo que sí ha cambiado son los rostros. Las arrugas y las canas marcan el paso del tiempo en los mayores, y los niños, demasiado pronto, han dejado de serlo. Esos rostros son un recordatorio de la espera interminable. Las familias son el vivo ejemplo de una vida en el exilio, de las distintas etapas de una historia construida en medio del desierto. Miles de ejemplos bajo las mismas jaimas, al principio tejidas con las melfas con las que las mujeres escaparon de la guerra, mujeres que ahora son abuelas, mujeres que han construido en la hamada un lugar donde sobrevive un pueblo, mujeres sin las cuales esta lucha no hubiera aguantado medio siglo.

Failiha, los cimientos del pueblo saharaui

Failiha nace en 1937 en un asentamiento nómada cerca de Tichla, al sur del Sáhara Occidental, entonces colonia española. Allí crece, se casa y tiene cinco hijos. Ciudadana española, con su DNI y un referéndum pendiente que todavía espera, recibe la noticia que le cambia la vida: en 1975 tiene lugar la Marcha Verde, un momento que todavía recuerda con claridad. «Cuando supimos que venía la Marcha Verde solo tuvimos tiempo de subir al coche de mi yerno, con lo puesto y sin saber a dónde ir. Solo pensábamos en sobrevivir, nada más», relata.

Tinduf: medio siglo en un campo de refugiados
Failiha, de 88 años, en su domicilio en el campamento de refugiados de Smara. AHMED SIDATI

Se guían gracias a una pequeña radio. Failiha lo relata así: «El trayecto duró seis días. Cada vez que escuchábamos un avión, parábamos el coche y corríamos a escondernos bajo los pocos árboles que había, por el miedo que teníamos de las bombas».

En medio de la huida, su marido muere a causa de una enfermedad que arrastraba desde tiempo atrás. Failiha llega a los campamentos viuda y sin ninguna certeza. Nunca se ha quejado. Nadie la ha escuchado suspirar o lamentarse. Es una de esas mujeres que han tenido que reprimir sus emociones, que no han tenido tiempo para sollozos mientras los hombres que quedaban vivos, maridos y hermanos, estaban en el frente. Esas mujeres asumieron responsabilidades, levantaron hogares, escuelas y hospitales improvisados. Tuvieron que ser médicas, enfermeras, profesoras y costureras. Luego, al ver a sus hijos pasar hambre, tuvieron que dejarlos ir a Cuba, Libia o Argelia.

Hoy, con 88 años y medio siglo de exilio a cuestas, solo guarda un sueño intacto: regresar a su hogar y volver a pisar la tierra que dejó atrás en 1975.

Lehbib y los hijos de la guerra

Lehbib nace en 1971 y es el más pequeño de los hijos de Failiha. Es el que menos recuerda Tichla y también el que menos ha conocido los campamentos. Fue uno de esos niños que tuvieron que criarse solos, lejos de sus familias. Pero con una meta clara: volver y luchar por su pueblo.

A los 11 años ingresa en un internado en las afueras de los campamentos, donde solo puede ver a su familia un par de meses al año. Los campamentos siguen siendo solo un conjunto de jaimas. El internado es una de las pocas edificaciones que hay, ya que para los saharauis es cuestión de tiempo volver a su tierra y el Gobierno saharaui solo construye lo necesario, escuelas, hospitales y bases militares.

Tres años después, con apenas 14, llega la despedida más dura, se separa de Failiha sin saber cuándo volverá a verla. Junto a cientos de niños saharauis parte hacia Cuba, donde le espera una vida marcada por la distancia y el anhelo del regreso. Él mismo recuerda los contrastes que vivió desde su llegada: «Salí de los campamentos en 1985, donde no había nada, donde todo era escasez… y llegué a Cuba, una realidad que no sabía que existía. Desde los grifos y los interruptores hasta las verduras en la mesa, todo era nuevo para mí. Aunque estaba solo y sin conocer el idioma, junto a los demás niños formamos una familia y pudimos tener acceso a una educación».

Las cartas trimestrales son la única vía de comunicación con su familia. Lehbib sueña con ser médico, pero la guerra no espera, es 1987 y Marruecos acababa de terminar 2.720 kilómetros de muro sembrado de minas antipersona. Con 16 años le arrebataron la posibilidad de estudiar el bachillerato y, junto a sus compañeros, inició la formación militar. La infancia quedó atrás demasiado pronto.

Con 19 años regresa a los campamentos. Ya no es el niño que se despidió de su madre rumbo a Cuba, sino un hombre formado para la lucha. Y al volver descubre también cuánto han cambiado aquellos lugares que dejó atrás: las jaimas solitarias se han convertido en barrios de adobe, cada familia ha levantado pequeños habitáculos que comienzan a parecer habitaciones. El campamento que antes se sentía provisional, como una parada breve antes del regreso a casa, ahora da señales de convertirse en un asentamiento forzado por la larga espera. «Cuando volví, no encontré solo a mi madre esperándome. Me recibió un pueblo en resistencia, todavía con el deseo de regresar intacto. Las jaimas ya no estaban solas, ahora había pequeñas casas de adobe. No las levantaron porque quisieran quedarse, sino porque la espera se había hecho demasiado larga», recuerda Lehbib.

La guerra duró un año y dos meses desde su regreso. «Me quitó demasiado –confiesa–. Fueron sólo 14 meses en el frente, pero fueron ocho años los que pasé lejos. Me robó la infancia, la juventud y los sueños que tenía. Los campamentos eran un recordatorio constante de lo perdido y, después de tantos años fuera, supe que tenía que marcharme».

Ocho años después viaja a España, una etapa marcada por la soledad y la incertidumbre, pero también por la búsqueda de un futuro mejor, ya no para él, sino para quienes quedaban atrás y para los que estaban por venir. «En España lo único que he tenido claro es que debía trabajar para sacar adelante a mi familia. Todo lo que no pude ser yo, quería que lo pudieran ser mis hijos. Ese ha sido siempre mi motor», afirma.

Jatri, juventud atrapada en el tiempo

Del Sáhara Occidental, los nietos de Failiha, sólo conocen el reflejo que ha quedado en los campamentos de refugiados. Para ellos, por ejemplo, Dajla no es más que una wilaya apartada, levantada sobre la arena infinita. Desconocen que la verdadera Dajla, la que recuerdan los mayores, no está cercada por dunas sino abrazada por playas interminables, a miles de kilómetros, más allá del muro de la vergüenza.

Jatri es uno de esos nietos y, por su edad, si su suerte hubiera sido distinta, podría haber sido uno de los que llegaron en aquellos vuelos desde España. Pero ha nacido en los campamentos de refugiados, un lugar que le parece inmutable. «Aquí nunca cambia nada. La guerra ya no nos necesita y vivimos como si todo fuera normal… pero no lo es», dice. Lo que en principio fue un refugio improvisado para aguantar unos meses, quizá unos años, él lo percibe como un lugar estático y contrario a lo provisional. Las casas de cemento son el relevo del adobe y los postes de electricidad son una estampa cotidiana.

Su infancia fue feliz, entre juegos en la arena y risas compartidas. La ayuda humanitaria, instalada desde hace décadas, le evitó el hambre. Pero la educación es débil, poco estimulante, y para él –como para muchos jóvenes– carece de sentido: «¿Para qué estudiar si no puedo salir de aquí?», se pregunta.

Cuando comienza a ser un adolescente, la arena con la que jugaba de niño ahora le ahoga. A él y a sus esperanzas. «Es como si el tiempo no pasara. Todo sigue igual, y siento que estoy atrapado aquí, que mi vida se queda parada», confiesa.

La suerte quedó echada desde que nació en esas jaimas. La consciencia llega más tarde, y la verdadera dimensión del agujero solo se percibe cuando uno ha caído en él. «Lo único que quiero es poder trabajar, ser libre, llevar mi vida por mí mismo y no depender siempre de los demás», dice Jatri.

Se aferra a sus recuerdos de España, el país donde pasó sus Vacaciones en Paz y donde proyecta ahora sus anhelos y su futuro.

* * *

Entre tú y Jatri no hay más diferencia que la suerte. Los dos sois hijos de refugiados, los dos habéis heredado la misma herida: una tierra robada. Pero mientras tú regresarás a un lugar donde tu libertad está intacta y a salvo, él se quedará aquí, atrapado en un presente que no le pertenece, condenado a esperar en un campamento que ya cumple medio siglo de espera.

Piensas en Failiha, que te abraza con los ojos cansados de quien lleva 50 años resistiendo, sin permitirse ni un lamento. Piensas en Lehbib, que aún carga en sus manos las huellas de un fusil que nunca quiso sostener, pero que fue su única opción. Piensas en Jatri, que ahora se despide de ti como si os separará algo más que la distancia: como si el tiempo mismo se hubiera propuesto dejarlo inmóvil.

Y allí, en la explanada polvorienta del aeropuerto, sientes el peso de esa injusticia: tú subes al avión, ellos se quedan. Tú vuelves, ellos permanecen. Ese es el verdadero significado de 50 años en un campamento de refugiados: generaciones enteras atrapadas en un paréntesis que nunca se cierra.

Marruecos les arrebató la tierra, los recursos y las vidas. Pero lo más atroz ha sido arrebatarles el tiempo. Y aun así, frente a todo, lo que permanece es lo único que no han podido conquistar: su dignidad, su memoria, su identidad. Porque la resistencia saharaui no es solo un modo de sobrevivir: es una manera de seguir existiendo, de seguir afirmando que siguen siendo dueños de sí mismos y de su historia.

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