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AnteayerSalida Principal

Literatura romaní: una cura contra la herida heredada

10 Diciembre 2025 at 12:03

Las gitanas feministas estamos escribiendo ensayo, narrativa, literatura infantil, y recordando a predecesoras como la poeta Papusza. Con cada libro que publicamos estamos compartiendo un espacio de sanación, de reconstrucción y de lucha.

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Sobre cómo desproteger a las niñas y estigmatizar a sus familias

26 Noviembre 2025 at 12:06

Las propuestas de feministas antirracistas y anticoloniales nos ayudan a desatar los nudos que surgen de aproximaciones simplistas que recurren a los derechos de las niñas para asentar discursos estigmatizadores sobre determinadas comunidades, en este caso la musulmana.

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Panchita Uchis y la fuerza de la red afectiva

19 Noviembre 2025 at 11:08

‘Casarse por papeles es… verdadero amor’ es una obra de teatro cabaret latinoamericano de la Colectiva Caguama y el Colectivo Amapolas (Nicaragua), que invita a tejer redes de apoyo contra el racismo institucional

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¡Para este viaje no hacian falta alforjas! Rufián y el pacto racial

19 Noviembre 2025 at 11:06

Cuando el diputado de ERC se enuncia como hijo de migrante para hablar de inmigración en clave de seguridad e integración, marca su posición de buen migrante asimilado, que ha llegado lejos por portarse bien en términos nacionalistas. Su discurso muestra los malabarismos que hacen unas izquierdas temerosas de su blanquitud.

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Sigue pasando: racismo o xenofobia al alquilar una casa, ir al médico, empadronarse o abrir una cuenta bancaria

13 Noviembre 2025 at 09:39

La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ha atendido en apenas 10 meses a más de 130 personas migrantes que han sufrido racismo o xenofobia al alquilar una casa, ir al médico, empadronarse en su municipio o abrir una cuenta bancaria.

En un comunicado remitido a los medios en el marco del trigésimo tercer aniversario del asesinato de Lucrecia Pérez, el primer crimen racista reconocido en España, que se recuerda este jueves, la ONG ha hecho este balance de su proyecto Alza la Voz contra el Racismo y la Xenofobia, que comenzó este año en Madrid, València y Sevilla.

En estos meses, la campaña ha acompañado a más de 130 personas que han sufrido discriminación en varios ámbitos y ha formado a más de 500 personas migrantes sobre sus derechos.

Una de ellas fue Lorena Valdes, quien ha relatado en la nota la discriminación que sufrió cuando cambió de centro de salud: «La nueva doctora enseguida notó mi acento y, al darse cuenta de que soy latina, no quiso ver las pruebas ni revisar mi baja médica. Me dijo que tenía que irme a trabajar ya, que era para que lo que veníamos, no para quedarnos sentados».

Para Valdes fue «duro» porque esta médica la hizo volver a trabajar «con un estado de salud lamentable», despreciando sus derechos.

En el caso de Claudina Suárez, su problema fue al alquilar una vivienda para ella y sus dos hijas: en un primer momento, los dueños le pidieron «que pagara de más» y después quisieron limitarles el uso de aparatos como la lavadora.

La situación acabó en insultos diarios y amenazas de que iban a hacer que las deportaran, palabras que incluso dirigían a sus hijas.

El servicio ofrecido por CEAR incluye información, asesoramiento, acompañamiento, seguimiento del proceso de denuncia y de recuperación a las víctimas a través de una intervención integral, además de acciones formativas dirigidas a la población migrante en materia de prevención del racismo y delitos de odio. ?

La entidad asegura que, en muchos municipios, los migrantes siguen encontrando grandes obstáculos para empadronarse, lo que les impide acceder a derechos básicos; abrir cuentas bancarias, a pesar de ser un derecho reconocido, en especial para personas en situación de vulnerabilidad, o acceder al sistema sanitario por no estar empadronadas o tener otra documentación distinta al DNI.

La ONG invita a todas estas personas a alzar la voz para acabar con la impunidad y «evitar que crímenes como los de Lucrecia Pérez se repitan».

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Libro “21 lecciones para el siglo XXI” de Y.N. Harari (resumen)

Resumen del libro "21 lecciones para el siglo XXI" de Harari. En nuestro blog también encontrarás el resumen de su libro "Sapiens"Sus dos anteriores libros fueron “Sapiens” y “Homo Deus” y en ellos se exploraba la historia del hombre y su futuro, respectivamente. Aquí, Yuval Noah Harari nos presenta un compendio de 21 temas esenciales para el presente. Mientras estamos atareados en nuestros problemas cotidianos, están pasando cosas a nivel global que nos deberían importar.

“A la filosofía, a la religión y a la ciencia se les está acabando el tiempo”. La inminente crisis ecológica, la creciente amenaza de las armas de destrucción masiva y el auge de las nuevas tecnologías disruptivas no permitirá prolongar mucho más el debate sobre el significado de la vida. Porque ese significado se ha de usar para tomar decisiones importantes (en ciencia, biotecnología, inteligencia artificial…). Los mercados son impacientes y no toman siempre las mejores decisiones para todos.

1. Decepción ante la ausencia de una ideología convincente

“Relatos Ecoanimalistas” —Colección de relatos ecologistas y animalistas.
“Relatos Ecoanimalistas” —Colección de relatos cortos, ideal para regalar a personas, sean o no ecologistas o animalistas. Aumentará la conciencia ambiental del planeta. Gracias.

Tras la caída del fascismo y del comunismo, el liberalismo se ha impuesto casi por todo el mundo de una u otra forma, defendiendo cosas tan bonitas como la libertad, los derechos humanos, la libertad de movimiento (más para el dinero que para las personas, ciertamente), o el libre mercado (que con tanto acierto criticó N. Klein). Pero desde la crisis global de 2008, los decepcionados por el liberalismo crecen y hay, además, dos retos que para Harari son muy inquietantes: la infotecnología (desarrollos tecnológicos, inteligencia artificial, robots…) y la biotecnología (modificar genes, transgénicos…). “Los humanos siempre han sido mucho más duchos en inventar herramientas que en usarlas sabiamente. Es más fácil reconducir un río mediante la construcción de una presa que predecir las complejas consecuencias que ello tendrá para el sistema ecológico de la región”.

El poder de “manipular el mundo” ha llevado a que “nos enfrentamos a un colapso ecológico”, porque las revoluciones en biotecnología y en infotecnología las lideran científicos o emprendedores “que apenas son conscientes de las implicaciones políticas de sus decisiones”. Así, “Donald Trump advirtió a los votantes que mexicanos y chinos les quitarían el trabajo y (…) nunca advirtió a los votantes que los algoritmos les quitarían el trabajo” (poniendo a las máquinas a trabajar). “Quizá en el siglo XXI las revueltas populistas se organicen no contra una élite económica que explota a la gente, sino contra una élite económica que no la necesita”. Cada vez se precisan menos trabajadores y ahora debemos ya empezar a buscar soluciones (como reducir la jornada laboral o la renta básica), antes de alcanzar el “desempleo masivo”.

Los que votaron a Trump en EE.UU. o a favor del Brexit en Reino Unido, no rechazaron el liberalismo totalmente pero sí quisieron encerrarse un poco en su casa y que se adoptaran “políticas intolerantes para con los extranjeros”. Pretender aislarse, como pide el nacionalismo, es una política inviable en la era de internet y del calentamiento global. China lo hace al revés: aplica el liberalismo más fuera de sus fronteras que dentro, mientras Rusia aplica un liberalismo atroz que genera la “mayor desigualdad del mundo” (el 87% de la riqueza está en manos del 10% de los más ricos) y el islamismo solo atrae a algunos de los que crecieron en su seno. A pesar de todo, la humanidad no puede abandonar el liberalismo, “porque no tiene ninguna alternativa”, aunque tampoco ofrece respuestas “a los mayores problemas a los que nos enfrentamos: el colapso ecológico y la disrupción tecnológica”. El liberalismo todo lo resuelve con el crecimiento económico pero esa solución no sirve porque ya sabemos que esa es precisamente la causa de la crisis ecológica y que gran parte de la tecnología tiene un fuerte impacto social y ambiental. Por eso, para Harari la primera medida es la perplejidad: reconocer que no sabemos lo que está ocurriendo.

2. Trabajo: en el futuro habrá mucho menos empleo

La robotización tiene ventajas e inconvenientesEs obvio que las máquinas y los robots están efectuando cada vez más trabajos: mejoran nuestra vida y, a la vez, nos quitan el trabajo. El poder de las máquinas, junto con la IA (Inteligencia Artificial) es inmenso y tienen dos capacidades muy importantes: la conectividad y la capacidad de actualización. Por ejemplo, en conducción automática de vehículos, dos coches podrían conectarse para acordar quien pasa primero y evitar colisionar. Además, cualquier nueva norma de tráfico o mejora del software podría actualizarse en todos los vehículos automáticos de forma inmediata.

También es cierto que se están creando nuevos empleos, pero en general exigen “un gran nivel de pericia y, por tanto, no resolverán los problemas de los trabajadores no cualificados”. Podría ocurrir que padezcamos “a la vez unas tasas de desempleo elevadas y escasez de mano de obra especializada”. Además, dado la vertiginosa velocidad de cambio, podrían ser profesiones que surgen y desaparecen en cuestión de una década, por lo que es muy complicado exigir derechos laborales o crear sindicatos en tales circunstancias. El autor sostiene que “hoy ya son pocos los empleados que esperan ocupar el mismo empleo toda la vida”. Además reconoce que “el cambio es siempre estresante” y podría ser complicado reeducar a miles de empleados.

Por otra parte, evitar la pérdida de puestos de trabajo no es una buena opción, porque supone abandonar las ventajas de la mecanización, pero tampoco podemos hacerlo sin dar alternativas a los empleados. Harari alaba lo que ocurre en Escandinavia, donde los gobiernos siguen el lema «proteger a los obreros, no los empleos». Una forma de hacer esto es lo que llamamos las dos erres urgentes: Reducir la jornada laboral y la RBU (Renta Básica Universal). Por supuesto, también se está aplicando en muchos países la subvención de servicios básicos universales: educación, sanidad, transporte… Pero en estas opciones el problema está en definir qué es «universal» y qué es «básico»:

  • Por universal se suele interpretar la población nacionalizada en un país, pero hay que tener en cuenta que las principales víctimas de la automatización quizá no vivan en donde se apruebe la RBU o esos servicios básicos universales. Automatizar en exceso podría generar la ruina en países en desarrollo que actualmente están dando mano de obra barata a los países ricos.
  • Por básico se puede interpretar la comida que un sapiens requiere (entre 1500 y 2500 calorías), pero también se pueden considerar básicos aspectos como la educación, la sanidad, el acceso a internet…

El problema es complejo, porque contentar a los sapiens no es tarea sencilla. La felicidad puede depender de las expectativas y éstas dependen de las circunstancias. Por tanto, aunque se mejoren las condiciones, no se garantiza que haya satisfacción. Como ejemplo exitoso cita el caso de Israel, país que obtiene buenos resultados en la satisfacción de la población, en parte gracias a un montón de personas pobres que no trabajan y que se dedican exclusivamente a cuestiones religiosas (el 50% de los hombres judíos ultraortodoxos). El gobierno da generosas subvenciones y se constata que debatir el Talmud es más satisfactorio que el trabajo de los obreros. Así pues, “la búsqueda de plenitud y de comunidad podría eclipsar la búsqueda de un puesto de trabajo”. El objetivo debería ser combinar una red de seguridad económica universal y básica, comunidades fuertes con servicios básicos universales y educar para una búsqueda de una vida plena. Esto podría compensar la pérdida de empleos y mejorar la calidad de vida de la gente.

“Dado el inmenso poder destructor de nuestra civilización, no podemos permitirnos más modelos fallidos”, pues equivocarnos ahora podría acabar en una guerra nuclear, en desastres por manipulación genética o en un colapso completo de la biosfera.

3. Libertad: computadoras y big data contra los derechos humanos

Lee un resumen de este otro libro de Harari. En Nexus habla de la Inteligencia Artificial, de la democracia y del futuro.
Lee un resumen de este otro libro de Harari. En Nexus habla de la Inteligencia Artificial, de la democracia y del futuro.

Dice Harari que “los referéndums y las elecciones tienen siempre que ver con los sentimientos humanos, no con la racionalidad”. Aunque algunas personas están más informadas y otras son más racionales, al final cada voto cuenta lo mismo y los sentimientos son los que guían a la mayoría. El biólogo Richard Dawkins dijo a propósito de la votación del Brexit que someterlo a referéndum es como «dejar que los pasajeros de un avión votaran en qué pista debería aterrizar el piloto». Teniendo esto en cuenta, queda claro el alto interés en acceder al corazón humano, a sus entresijos y a cómo manipularlo. Si se consiguiera en grado suficiente, la política sería “un espectáculo de títeres emocional”.

Pensemos que, al final, los sentimientos están basados en el cálculo. Millones de neuronas calculan, por ejemplo, cuando tener miedo según la probabilidad de ser dañados. Los sentimientos “encarnan la racionalidad evolutiva”, pero “pronto los algoritmos informáticos podrán aconsejarnos mejor que los sentimientos humanos”. Seguramente cometerán errores, pero solo se necesita que sean, de media, mejor que nosotros, lo cual “no es muy difícil, porque la mayoría de las personas no se conocen muy bien a sí mismas, y (…) suelen cometer terribles equivocaciones en las decisiones más importantes de su vida”. Incluso en ética, las máquinas superarán a la mayoría de los humanos, porque las máquinas no tienen emociones. Se ha demostrado que las emociones humanas controlan las decisiones humanas, por encima de sus ideologías o de sus planteamientos filosóficos. La selección natural no ha seleccionado a los homínidos más éticos, sino a los que gracias a sus emociones (miedo, deseo…) han conseguido reproducirse con más éxito. Por otra parte, “los ordenadores no tienen subconsciente” y si fallaran, resultaría “mucho más fácil corregir el programa que librar a los humanos de sus prejuicios”. Esto abre mercado a los filósofos, pues hará falta la filosofía para hacer buenos programas.

Cuando las decisiones importantes las tomen los algoritmos, basados en el cómputo de millones de datos (macrodatos o big data), ¿dónde queda nuestra libertad? ¿Confiaremos en los algoritmos para que nos escojan pareja, qué estudiar o dónde trabajar? ¿Escogerán también a quien votar? ¿Qué sentido tienen entonces las elecciones y los mercados libres?

Ya hoy día la gente confía en Google para hallar respuestas mientras “la capacidad para buscar información por nosotros mismos disminuye”. Esto hace que la gente considere «verdad» lo que aparece en los primeros resultados de la respuesta de Google. Más aún, la capacidad para orientarse es como un músculo que o lo usas o lo pierdes, y mucha gente depende tanto de Google Maps que si falla se encuentra completamente perdida.

El que controle esos algoritmos de macrodatos, controlará buena parte del mundo. Un ejemplo está en Israel, país que controla el cielo, las ondas de radio, el ciberespacio y el mar y, gracias a ello, un puñado de soldados pueden controlar a 2.5 millones de palestinos en Cisjordania. Y lo hacen usando IA: en 2017 un palestino publicó una foto poniendo en árabe “¡Buenos días!”. Un algoritmo israelí confundió las letras árabes y lo tradujo como “¡Mátalos!” y el obrero fue detenido. Quedó en libertad cuando se aclaró el error, pero el incidente demuestra la importancia de la IA para controlar a la población. Llevado al extremo, en manos de gobiernos autoritarios las herramientas de IA podrían controlar a la población “más incluso que en la Alemania nazi”.

Usando las reglas de la selección natural, hemos criado vacas dóciles que producen más leche, pero que son inferiores en otros aspectos. Igualmente, “estamos creando humanos mansos” pero que “en absoluto maximizan el potencial humano”. De hecho, “sabemos poquísimo de la mente humana”, mientras la investigación se centra en mejorar los ordenadores y los algoritmos. “Si no somos prudentes, terminaremos con humanos degradados que usarán mal ordenadores mejorados”. Para Harari esto podría provocar el caos, “acabar con la libertad” y “crear las sociedades más desiguales que jamás hayan existido”. La inmensa mayoría de la gente podría sufrir algo peor que la explotación: la irrelevancia.

4.  Igualdad: El que tenga los datos dominará el mundo

Los primeros grupos de sapiens eran más igualitarios que cualquier sociedad posterior. La revolución agrícola multiplicó la propiedad (tierra, herramientas…) y con ella la desigualdad. En el siglo XX se ha reducido la desigualdad en muchos países, pero “hay indicios de una desigualdad creciente”: “El 1% más rico posee la mitad de las riquezas del mundo” (y es responsable de la mitad de la contaminación mundial) y las 100 personas más ricas tienen más que los 4.000 millones más pobres. En el futuro, la biotecnología podría dar ventajas a ciertos sapiens (mayor longevidad, mejores capacidades físicas…) y podrían generarse “castas biológicas”, lo cual ahondará en la desigualdad. También insiste en el poder de la infotecnología para eliminar la utilidad de los humanos para las élites.

Antiguamente la tierra era el bien más importante. Luego pasaron a ser las máquinas y la industria. Hoy, cada vez tienen más importancia los datos. Empresas como Google, Facebook, Baidu y Tencent lo saben bien. Por ejemplo, Google nos proporciona servicios gratuitos, pero gracias a eso consigue millones de datos de sus usuarios. Esos datos valen mucho. No solo para ponernos la publicidad en la que caeremos con mayor probabilidad. Creemos que Google nos ayuda mucho, pero nosotros ayudamos a Google mucho más, porque mientras Google solo nos hace la vida un poco más fácil, nosotros somos los que permitimos que Google pueda existir haciendo negocio con nuestros datos. Así, en el futuro habrá que responder a una pregunta clave en nuestra era: ¿quién es el propietario de los datos? (datos sobre nuestros hábitos, nuestro ADN, nuestros gustos…). Tenemos experiencia regulando la propiedad de la tierra y la propiedad de la industria, pero “no tenemos mucha experiencia en regular la propiedad de los datos”, los cuales tienen características especiales (fáciles de copiar y de transportar, están en muchos sitios y en muchos formatos…).

¿Qué prefieres? ¿Libertad o igualdad?

5. Comunidad: “La gente lleva vidas cada vez más solitarias en un planeta cada vez más conectado”

Las redes sociales están rompiendo aún más las comunidades íntimas, las cuales ya están bastante sustituidas por gobiernos y empresas. Facebook se propuso conectar a los humanos, pero el escándalo de Cambridge Analytica reveló que se recogían datos “para manipular las elecciones en todo el mundo”. En teoría, las redes sociales pueden contribuir a fortalecer el tejido social y a hacer que el mundo esté más unido (ingeniería social), pero es complicado porque eso choca con intereses empresariales. Mientras la gente esté más interesada en el ciberespacio que en lo que pasa en su calle hay mayores posibilidades de manipularlo y de sacarle el dinero online. No olvidemos que los gigantes tecnológicos han sido acusados repetidas veces de evasión fiscal. ¿Es creíble que empresas que no pagan sus impuestos nos vayan a ayudar realmente a crear comunidades fuera del mundo virtual?

6. Civilización: Solo existe ya una civilización

Harari desmonta la teoría de que hay un choque de civilizaciones, pues en realidad la globalización tiende a unir cada vez más a la gente y no es posible, ni deseable, dar marcha atrás. “Hace diez mil años la humanidad estaba dividida en incontables tribus aisladas. Con cada milenio que pasaba, estas tribus se fusionaron en grupos cada vez mayores”. El proceso de unificación de la humanidad se ve claro si uno piensa los vínculos que hay entre los distintos grupos y las prácticas comunes entre ellos. Con sus diferencias, todos los países aceptan una serie de protocolos diplomáticos, leyes internacionales… y participan en los Juegos Olímpicos bajo las mismas reglas, lo cual es “un asombroso acuerdo global” y debemos “sentir orgullo porque la humanidad sea capaz de organizar un acontecimiento de este tipo”. Más aún, todos comparten similares reglas económicas, confianza en el dinero, los médicos comparten conocimientos y tienen similares protocolos… “La gente tiene todavía diferentes religiones e identidades nacionales. Pero cuando se trata de asuntos prácticos (…) casi todos pertenecemos a la misma civilización“. Nuestras diversas opiniones traerán debates y conflictos, pero eso nos hará aún más conectados, más interdependientes.

7. Nacionalismo: La historia tiende a unirnos, no a separarnos

El Brexit o el nacionalismo en Cataluña… ¿a qué se deben? ¿pueden dar respuestas a los problemas más importantes? Las formas moderadas de patriotismo pueden ser benignas. “El problema empieza cuando el patriotismo benigno se metamorfosea en ultranacionalismo patriotero”, lo cual es “terreno fértil para los conflictos violentos”. En el pasado era razonable buscar seguridad y sentido en el regazo de la nación, pero hoy, sin negar eso, tenemos al menos tres retos que nos obligan a trabajar más conjuntamente. La guerra nuclear es el primero y ciertamente en este campo lo estamos haciendo bien: a pesar de las guerras, hoy mueren menos personas por violencia humana que por obesidad, accidentes de tráfico o suicidio. El miedo a la guerra nuclear hace que los estados poderosos piensen bien antes de meterse en una guerra que sería desastrosa para el planeta.Resumen del libro "Sapiens", muy recomendable. Haz click para leerlo.

El segundo reto es el cambio climático y el desastre ambiental  (contaminación de la agricultura, pérdida de biodiversidad…). “Un agricultor que cultive maíz en Iowa podría, sin saberlo, estar matando peces en el golfo de México”. Homo sapiens ha pasado de ser un asesino ecológico en serie (como explica Harari en su libro Sapiens) a ser un asesino ecológico en masa. “Los científicos están de acuerdo en que las actividades humanas (…) hacen que el clima de la Tierra cambie a un ritmo alarmante. (…) Es fundamental que realmente hagamos algo al respecto ahora”. Harari tiene claro que el nacionalismo no puede sino empeorar la respuesta a este problema, porque las actuaciones “para ser efectivas, tienen que emprenderse a un nivel global”. Harari subraya que la industria de la carne, además del enorme sufrimiento que infringe, “es una de las principales causas del calentamiento global, una de las principales consumidoras de antibióticos y venenos, y una de las mayores contaminadoras de aire, tierra y agua” (producir 1 kilo de carne puede consumir 15.000 litros de agua).

El tercer reto es la disrupción tecnológica (biotecnología e infotecnología). A muchos nacionalistas les gustaría volver a tiempos pasados, pero eso es algo imposible. Estos tres retos pueden servir para “forjar una identidad común” que permita afrontar los riesgos. Por supuesto, queda espacio para “ese patriotismo que celebra la singularidad de mi nación y destaca mis obligaciones especiales hacia ella”. Harari ve claro que debemos “globalizar nuestra política”, lo cual no implica necesariamente un gobierno global, sino que todos los gobiernos (nacionales o de ciudades) “den mucha más relevancia a los problemas y los intereses globales”. Por ejemplo, recientemente muchas ciudades se han propuesto muchos retos en el llamado Pacto de Milán, como por ejemplo reducir el consumo de carne.

8. Religión: ¿Una ayuda para la unión del mundo o un inconveniente?

¿Pueden las religiones ayudar a resolver los problemas? Para Harari hay tres tipos de problemas —técnicos, políticos y de identidad— y las religiones solo pueden ayudar en el último tipo. Precisamente porque no ofrecen soluciones interesantes a los dos primeros tipos de problemas, “la autoridad religiosa ha estado reduciéndose”. Por ejemplo, cada vez menos gente acude a la religión ante problemas de salud, y si acude, lo hace después de acudir a la ciencia. A nivel político tampoco la religión ofrece alternativas globales a los retos actuales. De hecho, en muchos casos se desoye la religión cuando están en juego intereses políticos. Harari dice que “aunque algunas de las cosas que dijo Jesús suenan a comunismo total, (…) buenos capitalistas norteamericanos seguían leyendo el Sermón de la Montaña sin apenas darse cuenta”. Otras veces es la religión la que intenta meterse en política, con escaso éxito. Tal es el caso de la encíclica “ecológica” del Papa Francisco, “Laudato Si” (véase aquí un resumen sobre ella).

Las religiones determinan quiénes somos y quiénes son los demás. Es aquí donde la religión puede jugar un papel importante. Las religiones continuarán siendo importantes y pueden contribuir a la unión del mundo pero, como el nacionalismo, en demasiados casos lo que hacen es dividir y generar hostilidades.

9. Inmigración: La discriminación por la cultura genera injusticias

“Aunque la globalización ha reducido muchísimo las diferencias culturales en todo el planeta, a la vez ha hecho que sea más fácil toparse con extranjeros y que nos sintamos molestos por sus rarezas”. Pero las migraciones son naturales en el hombre a lo largo de toda su historia, y hoy el problema más grave está en Europa. La Unión Europea ha conseguido convivir con las diferencias entre los distintos países pero tiene problemas para convivir con todos los inmigrantes y refugiados que llegan.

Para Harari, “mientras no sepamos si la integración es un deber o un favor, qué nivel de integración se exige a los inmigrantes y con qué rapidez los países anfitriones deben tratarlos como ciudadanos de pleno derecho, no podremos juzgar si las dos partes cumplen sus obligaciones”. Pero si esa evaluación se hace de forma colectiva pueden generarse injusticias. Por otra parte, cada cultura tiene distinto nivel de aceptación a otros. Harari resalta que “Alemania ha acogido a más refugiados sirios de los que han sido aceptados en Arabia Saudí”.

Harari dice que la gente “lucha contra el racismo tradicional sin darse cuenta de que el frente de batalla ha cambiado”, porque ahora hay discriminación por la cultura (que este autor llama «culturismo»). Así, muchas veces se culpa a los inmigrantes de tener una cultura y valores no adecuados, pero por otra parte, “en muchos casos, hay pocas razones para adoptar la cultura dominante y en muchos otros se trata de una misión casi imposible”, pues podría, por ejemplo, requerir un nivel económico o educativo imposible de alcanzar por las clases inferiores (sean o no inmigrantes). Los dos grandes problemas de la discriminación por la cultura son:

  1. Usan afirmaciones generales, poco objetivas, que evalúan una cultura como superior a otra, sin hacer una valoración completa y objetiva.
  2. Discriminan a individuos concretos en base a esas afirmaciones generales.

“Si 500 millones de europeos ricos no son capaces de acoger a unos pocos millones de refugiados pobres, ¿qué probabilidades tiene la humanidad de superar los conflictos de mucha más enjundia que acosan a nuestra civilización global?”. “La humanidad puede dar la talla si mantenemos nuestros temores bajo control y somos un poco más humildes respecto a nuestras opiniones”.

10. Terrorismo: los terroristas son débiles y su arma es el miedo

Los terroristas “matan a muy pocas personas, pero aún así consiguen aterrorizar a miles de millones”. Desde el 11-S los terroristas han matado anualmente a unas 50 personas en la UE, 10 en EE.UU…. y hasta 25.000 en el mundo (principalmente en Irak, Afganistán, Pakistán, Nigeria y Siria). “En comparación, los accidentes de tráfico matan anualmente a unos 80.000 europeos, 40.000 norteamericanos (…) y 1,25 millones de personas en todo el mundo”. Por su parte, la contaminación atmosférica mata a unos 7 millones y nuevas formas de contaminación nos invaden con efectos desconocidos.

“Existe una desproporción asombrosa entre la fuerza real de los terroristas y el miedo que consiguen inspirar”, pero ellos son débiles. Si tomamos conciencia de su debilidad, ellos serán aún más débiles, porque su mayor poder radica en el miedo que generan. Por supuesto, los gobiernos y los medios de comunicación deben luchar contra el terrorismo e informar, pero evitando la histeria. “El dinero, el tiempo y el capital político invertido en luchar contra el terrorismo no se han invertido en luchar contra el calentamiento global, el sida y la pobreza; en aportar paz y prosperidad al África subsahariana, o en forjar mejores vínculos” entre las naciones del mundo.

11. Guerra: hoy se pierde más con las guerras de lo que se gana

El militar japonés Tojo fue el culpable de que Japón se metiera en la Segunda Guerra Mundial. Sus malas decisiones generaron millones de muertos. Fue juzgado por un tribunal internacional y condenado a muerte en la horca.“Las últimas décadas han sido las más pacíficas de la historia de la humanidad” (ver datos). Antiguamente, ganar una guerra era un símbolo de prosperidad pero las cosas han cambiado. Hoy las guerras no traen prosperidad, sino miseria, porque “los principales activos económicos consisten en el conocimiento técnico e institucional más que en los trigales, las minas de oro o incluso los campos petrolíferos, y el conocimiento no se conquista mediante la guerra“. De hecho, tras la Segunda Guerra Mundial, las potencias derrotadas prosperaron como nunca antes (Alemania, Japón…). La guerra fue producto de un “error de cálculo”. Pensaron que sin nuevas conquistas estaban condenados al estancamiento económico, pero se equivocaron. Por todo esto, las nuevas guerras merecen menos la pena, pero Harari nos advierte de que no podemos confiarnos, pues “los humanos son propensos a dedicarse a actividades autodestructivas”. Y dado que un detonante de la guerra es el sentimiento de superioridad, Harari recomienda “una dosis de humildad”.

12. Humildad: ¿Y si aprendemos más de las demás culturas?

“La mayoría de la gente suele creer que es el centro del mundo y su cultura, el eje de la historia”. Pero no es así. La historia de la humanidad empezó mucho antes que las culturas actuales y continuará, tal vez, tras ellas. Harari dice que su pueblo, los judíos, “piensan también que son lo más importante del mundo”, para luego pasar a desmontar punto por punto esa “desfachatez”, desde el origen de la ética hasta las importantes contribuciones científicas de los judíos. Con respecto a lo primero, “todos los animales sociales, como lobos, delfines y monos, poseen códigos éticos, adaptados por la evolución”, así como sentimientos que muchos atribuyen solo a humanos. Además, Buda, Mahavira o Confucio crearon sistemas morales anteriores al judaísmo. Por tanto, “humanos de todas las creencias harían bien en tomarse más en serio la humildad”.

13. Dios: ¿Quién dice lo que es correcto?

Dios puede verse como un enigma del que “no sabemos absolutamente nada”, o bien, como un “legislador severo y mundano, acerca del cual sabemos demasiado”, pues se han escrito bibliotecas enteras, y se ha usado el nombre de Dios para justificar intereses de todo tipo. Aunque las religiones pueden generar amor y paz, también han generado odio y violencia y por eso, para Harari no son estrictamente necesarias, pues la moral se puede justificar sin acudir a Dios. “Hacer daño a los demás siempre me hace daño también a mí”, porque antes de hacer algo mal hay un sentimiento interno que hace daño: “antes de que matemos a alguien, nuestra ira ya ha matado nuestra paz de espíritu”.

14. Laicismo: Ser responsables sin que lo mande Dios

El laicismo no es rechazar todo lo espiritual, sino no confundir verdad con fe, no santificar ningún libro, persona o grupo como poseedores de la verdad absoluta. Y también es el compromiso con la compasión y la comprensión del sufrimiento. Por ejemplo, “la gente secular se abstiene del homicidio no porque algún libro antiguo lo prohíba, sino porque matar inflige un sufrimiento inmenso a seres conscientes”. Es mejor encontrar la motivación en la compasión que en la obediencia divina. Pero el laicismo también se encuentra con dilemas complejos y, en tal caso, “sopesan con cuidado los sentimientos de todas las partes”. El laicismo también valora la responsabilidad: “En lugar de rezar para que ocurran milagros, necesitamos preguntar qué podemos hacer nosotros para ayudar”.

15. Ignorancia: A la gente no le gustan los hechos reales

Sócrates, el defensor de la necesidad de reconocer nuestra ignoranciaLos humanos nos movemos en la ignorancia y en la irracionalidad. “La mayoría de las decisiones humanas se basan en reacciones emocionales y atajos heurísticos más que en análisis racionales. (…) No solo la racionalidad es un mito: también lo es la individualidad. Los humanos rara vez piensan por sí mismos. Más bien piensan en grupos. (…) Es probable que bombardear a la gente con hechos y mostrar su ignorancia individual resulte contraproducente. A la mayoría de las personas no les gustan demasiado los hechos y tampoco parecer estúpidas”. Más aún, los poderosos en vez de aprovechar su poder para obtener una mejor visión de la realidad, suelen emplearlo en distorsionar la verdad. Así, los que buscan la verdad deben alejarse del poder y permitirse “la pérdida de mucho tiempo vagando por aquí y por allá en la periferia” y como hizo Sócrates, “reconocer nuestra propia ignorancia individual”.

16. Justicia: ¿Somos responsables de las injusticias de las empresas?

“Nuestro sentido de la justicia podría estar anticuado”. Dependemos de una red alucinante de lazos económicos y políticos, hasta el punto de costarnos responder preguntas sencillas como de dónde viene mi almuerzo. ¿Podemos ser inocentes de las injusticias que generan las multinacionales? Harari afirma que es erróneo tener en cuenta solo las intenciones sin hacer un esfuerzo sincero por saber lo que se esconde. Pero también sostiene que “el planeta se ha vuelto demasiado complicado para nuestro cerebro de cazadores-recolectores“. “Padecemos problemas globales, sin tener una comunidad global” y por tanto, entender bien tales problemas es misión imposible. Por eso, mientras unos simplifican la realidad para hacerla abarcable, otros se centran en alguna historia conmovedora olvidando los demás datos, otros inventan teorías conspiratorias, y otros depositan su confianza en algún líder o teoría, porque “la complejidad de la realidad se vuelve tan irritante que nos vemos impelidos a imaginar una doctrina que no pueda cuestionarse” y que nos dé tranquilidad, aunque difícilmente proporcione justicia.

17. Posverdad: Los poderosos siempre mienten

Estamos rodeados de mentiras y ficciones, pero la desinformación no es nada nuevo. El autor comenta varios casos de mentiras históricas, como los relatos falsos de asesinatos rituales por parte de judíos en la Edad Media, lo cual costó la vida a muchos judíos inocentes.

Si el ser humano es capaz de matar por una causa, ¿cómo no va a ser capaz de mentir? De hecho, como explica Harari en su libro anterior, el ser humano conquistó el planeta gracias a su capacidad de crear ficciones. Cuando un grupo cree en las mismas ficciones, son capaces de cooperar de manera eficaz. “Cuando mil personas creen durante un mes algún cuento inventado, esto es una noticia falsa. Cuando mil millones de personas lo creen durante mil años, es una religión, y se nos advierte que no lo llamemos «noticia falsa» para no herir los sentimientos de los fieles”. Pero Harari aclara que no niega “la efectividad ni la benevolencia potencial de la religión”. Las religiones inspiran buenas y malas acciones.

Una de las mentiras más aceptadas en la actualidad procede de los anuncios de las marcas comerciales. Nos cuentan repetidamente un relato hasta que la gente se convence de que es la verdad. Por ejemplo: ¿con qué se asocia la Coca-Cola? ¿Con jóvenes divirtiéndose o con pacientes con diabetes y sobrepeso en un hospital? Beber Coca-Cola aumenta la probabilidad de padecer obesidad y diabetes, y no nos va a hacer jóvenes . ¿Ha funcionado el relato falso que nos cuenta Coca-Cola en su publicidad?

Harari asegura que “si queremos poder, en algún momento tendremos que difundir ficciones”, pues la verdad no siempre gusta a todos. “Como especie, los humanos prefieren el poder a la verdad. Invertimos mucho más tiempo y esfuerzo en intentar controlar el mundo que en intentar entenderlo”. Por eso, “es responsabilidad de todos dedicar tiempo y esfuerzo a descubrir nuestros prejuicios y a verificar nuestras fuentes de información”. Harari ofrece dos reglas para evitar el lavado de cerebro: a) “Si el lector consigue las noticias gratis, podría muy bien ser él el producto”. b) “Haga el esfuerzo para leer la literatura científica relevante”, pues la ciencia suele ser objetiva. Y por eso hace un llamamiento a los científicos a hacer oír su voz cuando el debate caiga dentro de su campo.

18. Ciencia ficción: No te puedes librar de la manipulación, pero tú puedes hacerte feliz a ti mismo

La ciencia ficción es un género artístico que ha de tomar importancia, porque modela lo que la gente piensa sobre cuestiones tecnológicas, sociales y económicas de nuestra época, dado que poca gente lee los artículos científicos. Muchas películas de este género, como Matrix, reflejan el miedo a estar atrapado y manipulado y el deseo de liberarse. Sin embargo, “la mente nunca está libre de manipulación”. Por ejemplo, las películas de Hollywood socavan el subconsciente creando paradigmas de lo bueno y lo correcto. Pero cuanto experimentamos en la vida se halla dentro de nuestra mente y nosotros mismos podemos manipularlo también. O sea, no podemos librarnos de la manipulación, pero tampoco necesitamos ir a Fiyi para sentir la alegría.

En la novela Un mundo feliz, Aldous Huxley describe una sociedad idílica, sin sufrimiento ni tristeza. Todo el mundo es virtuoso gracias a soma, una droga que consigue volver a la gente paciente y sin problemas. La gente sabe lo que tiene que hacer y lo hace sin esfuerzo. Es una sociedad libre de mosquitos. Pero hay un personaje, El Salvaje, que se queja alegando que la sociedad se libra de todo lo desagradable en vez de aprender a soportarlo. El Salvaje, reclama su derecho a ser libre con todas las consecuencias y el líder le dice que lo que está reclamando es el derecho a ser desgraciado, a enfermar, a vivir con incertidumbre, a sufrir hambre, miedo… El Salvaje asiente y entonces le permiten salirse de la sociedad para vivir como un ermitaño, un bicho raro en una sociedad que no le entiende y que le lleva a un triste final.

19. Educación: Conócete a ti mismo mejor que los algoritmos

Lo único que podemos asegurar del futuro es que habrá grandes cambios en poco tiempo. ¿Qué debemos enseñar a los jóvenes? Gracias a Internet y a los medios de comunicación, estamos inundados de información, contradictoria casi siempre. En educación, proporcionar más información no es lo más necesario, sino que debemos enseñar a dar sentido a la información y a discriminar lo que es o no importante. Expertos pedagogos recalcan que se deben enseñar «las cuatros CES»: pensamiento crítico, comunicación, colaboración y creatividad.

Esta necesidad de aprender constantemente y de reinventarnos choca con el hecho de que con cincuenta años “no queremos cambios”. Pero además, enseñar resiliencia, enseñar a aceptar los cambios con equilibrio mental es mucho más difícil que enseñar una fórmula de física. Para Harari, el mejor consejo que dar a los jóvenes es que no confíen demasiado en los adultos, pues aunque tengan buenas intenciones no acaban de entender el mundo.

La invención de la agricultura sirvió para enriquecer a una élite minúscula, al tiempo que esclavizaba a la mayoría de la población. Algo similar podría ocurrir con la tecnología. “Si sabes lo que quieres hacer en la vida, tal vez te ayude a obtenerlo. Pero si no lo sabes, a la tecnología le será facilísimo moldear tus objetivos por ti y tomar el control de tu vida“. Por eso, hoy es más importante que nunca algo que han repetido filósofos desde antiguo: Conócete a ti mismo, “saber qué eres y qué quieres en la vida”. Y hoy eso es más importante que nunca porque ahora hay una competencia seria: multinacionales sin conciencia ética (y partidos políticos) están trabajando duro para usar los algoritmos y el big data para conocerte mejor que tú mismo (cada vez que usas tu teléfono o tu tarjeta estás regalando valiosos datos sobre ti mismo). “Vivimos en la época de hackear a humanos” y “si los algoritmos entienden de verdad lo que ocurre dentro de ti mejor que tú mismo, la autoridad pasará a ellos”. Pero si quieres conservar cierto control de tu existencia, tendrás que conocerte bien y saber cómo liberarte porque… “¿Has visto esos zombis que vagan por las calles con la cara pegada a sus teléfonos inteligentes? ¿Crees que controlan la tecnología, o que esta los controla a ellos?”

20. Significado: ¿Para qué dar sentido a nuestras vidas?

¿Cuál es el sentido de la vida? Eterna pregunta para la que “cada generación necesita una respuesta nueva”. El libro sagrado hindú Bhagavad Gita sostiene que cada ser debe seguir su camino concreto (dharma) y si no se sigue, no se hallará paz ni alegría. Ideologías de todo tipo (religiones, política, nacionalismos…) cuentan un relato para hacer que los suyos se sientan importantes, un relato que da trascendencia a sus vidas pero que siempre tiene contradicciones que evitan aclarar. Los nacionalistas, por ejemplo, suelen centrarse solo en el valor de su nación pero no suelen aclarar el porqué de esa superioridad. Para Harari, los relatos que cuentan esas corrientes de pensamiento son invenciones humanas y siempre tienen errores. Sin embargo, esas invenciones humanas nos han permitido colaborar entre nosotros y montar sociedades complejas que podrían desmoronarse si todos nos damos cuenta de que esos relatos son falsos: “La mayoría de los relatos se mantienen cohesionados por el peso de su techo más que por la solidez de sus cimientos” (y el peso del techo representa el peligro que hay al mostrar que los cimientos son débiles).

“Si queremos conocer la verdad última de la vida, ritos y rituales son un obstáculo enorme”. Los ritos solo sirven para ayudar a mantener relatos falsos, pero también cierta armonía y estabilidad social. “Una vez que sufrimos por un relato, eso suele bastar para convencernos de que el relato es real”, porque el sufrimiento es de las cosas más reales que existen. Dado que a la gente no le gusta admitir que es tonta, cuanto más se sacrifica por una causa, más se fortalece su fe en ella. También se usa el sufrimiento hacia los demás, y dado que a la gente no le gusta admitir que es cruel, también fortalece la fe en una causa el hacer sufrir a los demás por ella. Ese “sufrimiento” (o esfuerzo) puede ser de muchos tipos: corporal, dedicación de dinero o tiempo… Harari pregunta: “¿Por qué cree el lector que las mujeres piden a sus amantes que les regalen anillos de diamantes?”. Creen que cuanto mayor es el sacrificio mayor es el compromiso. Por todo esto, los embaucadores adoran las palabras sacrificio, eternidad, pureza, redención…

Para dar sentido trascendente a la vida, algunos se centran en dejar tras la muerte algo tangible (un poema, genes…), pero puede ser complicado y, al fin y al cabo, ni siquiera el planeta es eterno (dentro de 7.700 millones de años el Sol absorberá la Tierra y el fin del universo llegará, aunque tarde al menos 13.000 millones de años). Con ese panorama, Harari se pregunta: “¿No será suficiente con que hagamos que el mundo sea un poco mejor? Podemos ayudar a alguien, y ese alguien ayudará a continuación a alguna otra persona, y así contribuiremos a la mejora general del mundo y seremos un pequeño eslabón en la gran cadena de la bondad“. En el fondo, el amor es más seguro que los demás relatos.

La gente corriente suele creer en varios relatos a la vez, sentir distintas identidades, y muchas veces hay contradicciones importantes, porque en el fondo no están convencidos de su propias creencias. La historia está llena de estas “disonancias cognitivas”. Un ejemplo son los que han ido a la guerra para defender el cristianismo, religión del amor. Pero aún hoy día hay muchos cristianos que se oponen a las políticas de bienestar social, que se oponen a ayudar a los inmigrantes o que apoyan las armas, por ejemplo. También es fácil encontrar gente que se lamenta de la injusta distribución de la riqueza pero tienen inversiones en bolsa, cuando es bien sabido que invertir en bolsa genera injusticias y desigualdad (y si tu banco no es ético también estás colaborando con sucios negocios).

Nuestros deseos nos llevan a actuar y Harari sostiene que somos libres para elegir nuestras acciones, pero no nuestros deseos. Muy poca gente es la que controla sus pensamientos. Para la mayoría, los pensamientos vienen y van de forma caótica y descontrolada. Algunas religiones enseñan a controlar la mente. Buda enseño que hay tres realidades básicas del universo: que todo cambia sin cesar, que no hay nada eterno y que nada es completamente satisfactorio. Aceptando esto, el sufrimiento cesa: “según Buda la vida no tiene sentido, y la gente no necesita crear ningún sentido”. El consejo de Buda es: «No hagas nada. Absolutamente nada». “Todo problema radica en que no paramos de hacer cosas” (física o mentalmente). No hacer nada es conseguir que la mente tampoco haga nada.

21. Meditación, para conocernos mejor

Haz click para aprender la bases teóricas e históricas del hinduísmo, la meditación, el tantra, el yoga...En el último capítulo, el autor nos cuenta su experiencia personal aclarando que no tiene porqué funcionar bien a todo el mundo. Casi por casualidad, descubrió la meditación Vipassana (introspección) que, simplificando, consiste en centrar la atención en algo concreto, como el aire que entra y sale por la nariz. La gente corriente es incapaz de mantener esta atención de forma prolongada y Harari confiesa que al instante perdía la concentración. El objetivo de esta meditación es observar las sensaciones personales. Cuando uno se enfada se centra en pensar en el objeto que supuestamente provoca el enfado y no la realidad sensorial. Harari dice que aprendió más cosas sobre sí mismo y los humanos observando sus sensaciones en diez días que durante el resto de su vida hasta ese momento y, además, sin tener que aceptar cuentos o mitologías. Basta solo con observar la realidad como es.

El origen del sufrimiento está en la propia mente. Cuando deseamos que ocurra algo y no ocurre, generamos sufrimiento. Es una reacción de la mente. Es la mente la que provoca el sufrimiento. “Aprender esto es el primer paso para dejar de generar más sufrimiento”. La meditación es cualquier método de observación directa de nuestra propia mente y, aunque la han usado muchas religiones, la meditación no es necesariamente religiosa. La meditación Vipassana advierte que no se debe practicar solo como búsqueda de experiencias especiales, sino para comprender la realidad de nuestra propia mente, aprovechando todo tipo de sensaciones por simples que sean (calor, picor…).

Meditar te ahorrará tus sufrimientosHarari dice que medita dos horas diarias y que le ayuda al resto de tareas del día. Además, recomienda meditar para conocernos a nosotros mismos, antes de que los algoritmos decidan por nosotros quiénes somos realmente.

♥ Información relacionada:

  1. Lee otros libros resumidos, para captar su esencia en poco tiempo.
  2. De Yuval Noah Harari:
  3. Dos Erres URGENTES: Renta básica y Reducción de la jornada laboral.
  4. Máquinas y robots nos quitan el empleo pero mejoran nuestra vida.
  5. Crisis ecológica, conocimiento y finitud: Fracaso del ser humano como ser racional.
  6. HINDUISMO: Upanishad, Bhagavad Gîtâ, yoga y tantra, meditación, iluminación y mucho más.

La justicia restaurativa afrofeminista es una práctica anticolonial

8 Octubre 2025 at 11:20

Para abrir procesos de restauración lo primero es reconocer el daño: nombrar el racismo antinegro, la misogynoir, la islamofobia, las políticas migratorias, el control policial, el silencio mediático, la indiferencia institucional.

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Black Power, México 68

26 Octubre 2020 at 16:50

En el programa de este domingo volvemos al deporte. Bueno, realmente no, pero viajamos a los Juegos Olímpicos de 1968 para convertirnos en el tercer hombre de un podio que dejo una de las imágenes más icónicas del atletismo. Un podio en el que dos hombres negros levantaban un puño enguantado en negro. En silencio, […]

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400 años de racismo, un siglo de disturbios

8 Junio 2020 at 17:02

8 minutos y 46 segundos fue el tiempo que George Floyd permaneció bajo las rodillas de dos agentes de la policía de Minneapolis. El tiempo que se tomaron los policías Derek Chauvin y Alexander Kueng en asfixiar a Floyd durante un arresto por, supuestamente, haber tratado de comprar cigarrillos con un billete falso. El asesinato […]

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De racismo, menores y alarma social

22 Marzo 2019 at 00:41

Hoy hablamos de un tema que ha generado bastante polémica en las últimas semanas, Los MENA (Menores extranjeros no acompañados. Empezaremos hablando con Ainhoa Nadia, Educadora Social, que nos contará sobre los ataques de los últimos días a centros de acogida en Cataluña, la situación de los mena en los centros y el trato que […]

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Lucha antirracista y noticias desde Huesca

25 Mayo 2018 at 15:08

Programa del 23 de Mayo de 2018. Hoy hablamos con Farrah, refugiada saharaui y miembro de la plataforma 12N Zaragoza antirracista, que nos hablará de la concentración convocada para el 27M en solidaridad con el «encierro contra el racismo y por los derechos de migrantes y refugiadas de Barcelona», que desde el 31 de Abril […]

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RACISMO A PALADAS. Zaragoza, 10 marzo 2014

15 Marzo 2018 at 09:32

POR TAHIBOU, POR MAMADOU, POR SADA, POR TODOS Y TODAS. «Lo sucedido el Sábado muestra una vez más las consecuencias que tiene la persecución de la venta ambulante y pone sobre la mesa la necesidad de una solución política basada en la justicia social que impida convertir a todo un sector de la población en […]

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EN MAR ABIERTO – Lucha Libre 25.05.16

28 Mayo 2016 at 19:40

LUCHA LIBRE es el programa de ASSI en Radio Topo – 101.8fm Zaragoza De parte de Eduardo Romero desde Cambalache-Oviedo: http://descargas.localcambalache.org/EnMarAbierto.pdf Con nuestro apoyo a las/os compañeros de DerechosCiviles15mZaragoza: http://derechosciviles15mzgz.net/wp-content/uploads/2016/05/Racismo-y-represi%C3%B3n-de-la-ciudad-al-mundo..pdf Y a quienes luchan en Barcelona: http://podcast.radiobronka.info/cinco-barbaros-en-la-cabeza-125-troleo-mossil/ Y de nuestra parte: https://unenormecampo.files.wordpress.com/2016/05/la-verdad-es-concreta-assi2016.pdf

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Maitasunaren apologia

24 Septiembre 2025 at 11:49

Ba al dago aukerarik gorrotoari irabazteko? Lucila Rodríguez-Alarconek aurten argitaratu duen 'Activistas del amor' (euskaraz, 'Maitasunaren aktibistak') liburuak argi adierazten du: bai. Gorrotoaren markoa maitasunean oinarrituta dagoen beste marko batekin ordezkatu behar da.

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Frente al horror organización, belleza y resistencia

17 Septiembre 2025 at 11:52

El anuario número 13 en papel tiene vida propia porque no lo hemos pensado nosotras, se ha pensado solo. Es el fruto de un año arrollador que nos asalta de evento histórico en evento histórico. Este anuario es un viaje que por momentos nos vuela la cabeza, pero también nos agita y da esperanza.

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En medio del verano descubrí un desolador invierno

13 Agosto 2025 at 23:12

Por Carolina Meloni González. Extraído de Píkara

Hace 35 años que llegué a este país. Por segunda vez, puesto que mi primer exilio lo había vivido justo una década antes, con apenas cinco años. Un mes de enero de 1981, mi madre y yo salíamos de una oscura Argentina, como supervivientes de un naufragio en el que lo perdimos casi todo. Se quedaban mis abuelos, mi padre, todavía preso en una cárcel de Buenos Aires. Allí también dejábamos al fantasma de mi tío, detenido-desaparecido con solo 21 años. Los círculos de la migración y el destierro son extraños. Van y vienen, como oleadas. Porque cuando una lo abandona todo, cuando se sube a un avión con unas pocas pertenencias, el tiempo parece resquebrajarse, doblarse en pliegues que pueden devorarte años después. Toda migra vive en la confusión del pasado y el presente, en un desajuste espacio-temporal que siempre la acompaña. Uno de esos círculos nos volvió a atrapar en los 90, cuando la Argentina postdictatorial empezaba a derrumbarse en la primera gran crisis neoliberal de la nueva era.

Hasta hace poco, solía distinguir entre mis destierros. Cuando me preguntaban, marcaba rotundamente la diferencia entre un “exilio político”, herramienta ya clásica de los genocidios planificados; y una “migración económica”, aquella que se produce cuando el hambre, la miseria y la ausencia radical de horizontes se instalan en nuestras vidas. Con los años he comprendido que todo proceso migratorio es político. Y que, si hablamos de capitalismo, resulta imposible separar las múltiples cabezas que tiene la hidra. Pronto aprendemos que en el régimen depredador de vidas, cuerpos y territorios las dictaduras y guerras son solo una fase más de la colonización y el expolio.

En ese segundo círculo, me fui un mes de diciembre. Mis padres me esperaban en Madrid. Y en apenas unas horas, el verano subtropical de mi tierra se convirtió en un gélido abrazo de la estepa castellana. Pertenezco a esa generación que llegó en los noventa a una España que nos miraba con recelo. No éramos muches. Fundamentalmente, mujeres centroamericanas y algunas familias del cono sur, como la mía, que intuían los terribles reajustes y envites que se planificaban en el Norte Global para nuestros ya heridos territorios. Fui durante mucho tiempo la única sudaka de mi clase. Por lo que sufría tanto la exotización como la disciplina de profesores tardofranquistas, ávidos de corregirme mi manera de pronunciar esas consonantes tan ásperas para nuestros labios.

También en un invierno, preñado con nuestros sueños estivales perdidos, se produjo el primer asesinato racista. Nunca olvidaremos esa fría noche del 13 de noviembre del 92, cuando cuatro nazis encapuchados arremetían a golpe de balazos en el antiguo local de la discoteca Four Roses, en Aravaca. En su interior, un grupo de migrantes dominicanos cenaba a la luz de las velas. Dos tiros acabaron con la vida de Lucrecia Pérez Matos. Su triste historia concentra el entramado racista que impregna cada célula del Estado español y que perdura hasta nuestros días: migraciones irregulares, precariedad y desprotección absoluta, mano de obra empobrecida, cuando no esclava, feminización de la pobreza. Pero, y principalmente, complicidad de las instituciones públicas, racismo endémico e impunidad de los cuerpos policiales del Estado, así como leyes o ausencia de las mismas que favorecen la falta absoluta de derechos para la población migrante.

Esa antigua discoteca, situada en una zona privilegiada de Madrid, es todo un símbolo de la violencia real, simbólica, económica y cotidiana cuyas réplicas llegan hasta nuestros días. Ya entonces se escuchaban las consignas “Primero los españoles”, “Defenderse contra la invasión” y demás lindezas. Para esos años, una importante parte de la sociedad española fue normalizando la segregación y la jerarquía racial, parte a la que le sigue costando aceptarnos como miembros de su propio tejido vital.

Después de Lucrecia vinieron años convulsos y difíciles. También, empezaron a llegar más personas de diversas partes del mundo. Han pasado ya varias décadas en las que España se ha ido abigarrando cada vez más. Y por más que les pese, nos hemos mezclado entre y con ustedes. Traemos con nosotras nuestras costumbres, religiones, sabores, cosmovisiones y conocimientos, acentos y lenguas. Podríamos decir que a día de hoy formamos parte de todo el tejido social, cultural, económico y afectivo que constituye este país. Convivimos con ustedes, trabajamos codo a codo en todo tipo de empleos, hemos tenido hijes que pueblan las escuelas, institutos y universidades que también pagamos con nuestros impuestos. Segundas y hasta terceras generaciones se entremezclan con “españoles de pura cepa”, si algo así todavía existe. Nuestros padres y nosotras mismas hemos comenzado a envejecer en una tierra que también forma parte de lo que somos. Como decían las compañeras de Territorio doméstico, “querían brazos y llegaron personas”.

Un desolador invierno pareciera crecer en este verano de 2025. Como si los círculos se repitiesen una vez más. Para muchas de nosotras, lo sucedido en las últimas semanas trae oscuras reminiscencias: vivimos escenas similares en El Ejido, vimos las fronteras sangrar en Melilla, a jóvenes ahogarse en Tarajal mientras la guardia civil les disparaba pelotas de goma. En estos inciertos días, varios acontecimientos nos abruman, nos llenan de angustia y miedo. En Torrejón de Ardoz, vimos el asesinato casi en directo de  Abderrahim a manos de un policía y ante la mirada de los vecinos. Fuimos testigos de su asfixia y de la obscena impunidad que destilaba su asesino. Hemos escuchado a Rocío Meer, portavoz de Vox en el Congreso, afirmar desde la asepsia y languidez que otorga un cuerpo privilegiado, que es preciso llevar a cabo “una operación quirúrgica” para separar a la escoria del migrante bueno, al que viene a delinquir del que sostiene el sistema, al que atenta contra toda seguridad, de aquel que permanece esclavo, silenciado, obediente. España tiene derecho a “sobrevivir como pueblo”, afirman, a conservar su pureza, a no ser invadida por religiones extrañas ni lenguas raras. Porque la España cristiana e incólume siempre estuvo del lado de la civilización, sabiendo someter bajo el yugo de la cruz, el incienso, la tortura y la muerte a toda la chusma bárbara. La España que tanto defienden se hizo experta en invasiones y en aniquilar culturas hace ya cinco siglos.

Pero también hemos podido escuchar los bienintencionados argumentos en defensa de la inmigración, aquellos que con su baba salvacionista apelan al extractivismo más clásico. ¿Qué será de nosotros si expulsamos a los y las migrantes?, se preguntan. ¿Qué vamos a hacer si nos quedamos sin cuidadoras de nuestros ancianos, sin las que limpian nuestras casas y lugares de trabajo, sin las que recogen las fresas y hortalizas que consumimos para mantenernos saludables? ¿Quién se encargará de nuestra mierda? ¿Quién sostendrá nuestros privilegios? Llevamos décadas de gobiernos de todo pelaje mirando hacia otro lado, cómplices de pactos europeos sangrantes, de leyes y fronteras racistas que son el humus de toda violencia y explotación. Llevamos a nuestras espaldas todo el peso de esa Europa indefendible, como nos enseñó Césaire, cuya boca rebosa derechos humanos, a la par que expulsa de toda humanidad a tantas vidas.

No es casual que todo confluya en Torre Pacheco, emplazamiento marcado por las nuevas plantocracias del necrocapitalismo, en el que los cuerpos migras y racializados son una vez más la carne que alimenta el capital. No es casual que allí se haya producido esa deshumanización absoluta del otro, nunca considerado como un igual, reproducida no solo en los discursos más ultras que llaman a “cazar” como si de bestias se tratara, sino también en la prensa y las redes sociales con toda su carga simbólica de odio, desprecio y crueldad.

En un conocido espacio migra de Madrid, nos recibe un cartel que pone “Migrar es para siempre”. No hay retorno posible para quien ha dejado el lugar que lo vio nacer. Porque, aunque se vuelva, en el caso de que pudiera hacerlo, todo habrá cambiado. Un desplazamiento migrante nos alquimiza el alma, se cuela en nuestra piel, se expande por nuestros huesos. Una ya no vuelve jamás. Tampoco hay retorno posible para el país que nos acoge. No existe pureza alguna que pueda defenderse, puesto que las arterias del norte global se hallan pobladas por millones de vidas, historias y voces diversas.

España tiene una deuda infinita con nosotras. Una deuda impagable, como dice Denise Ferreira da Silva. Impagable en lo que concierne a todo el expolio del que todas procedemos. Porque cada migra es un trocito vivo de colonia, una historia de esclavitud, un fragmento de tierra y sueños robados. Infinita, porque se ha ido acrecentando en estas décadas ante la indiferencia, soberbia y altivez con la que nos siguen tratando, con la que nos miran todos aquellos para los que siempre portaremos la marca del otro, de la subalterna. Una deuda que no es solo económica, sino afectiva, moral, histórica, que atraviesa cada lágrima de nuestres hijes, que anida en las manos de nuestros ancianos. Llegamos personas. Valientes y rotas, diversas como toda odisea. Llegamos y aquí hemos decidido quedarnos.

A la memoria de Abderrahim Akkouh

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¿Quién teme al joven marroquí? Hernani y la construcción del enemigo en la Euskadi blanca

9 Agosto 2025 at 14:18

Por Pablo Oliveros (miembro de Txarraska Gaztetxea y del sindicato de vivienda Batu). Extraído de La Zona de Estrategia

Noche del 23 de junio de 2025. Fiestas de San Juan en Hernani. Lo que iba a ser una festividad ancestral -un bullicioso akelarre popular en el centro de la localidad donde las hogueras marcan el inicio del verano- terminó convertido en el mayor estallido, por ahora, de violencia racista en Euskal Herria.

Existen diversos relatos sobre su comienzo. Para unos, comenzó con el intento evitar que un joven marroquí accediera al recinto festivo para sustraer un teléfono, para otros, simplemente fue una pelea entre dos jóvenes en un bar –uno nativo y otro marroquí, con dientes rotos de por medio. Pero su causa no es tan importante, lo esencial es que acabaría siendo la mecha de una deflagración mayor. Está vez, la cosa no quedó en una simple “bronca” entre borrachos, de esas que, fin de semana sí, fin de semana también, suceden habitualmente en todo txosnagune (el típico recinto festivo de Euskal Herria) durante las fiestas patronales. En esta pequeña localidad guipuzcoana situada en el hinterland donostiarra, durante el resto de la noche grupos de jóvenes nativos acabarían en una turba descontrolada que perseguirían al joven marroquí implicado en la pelea.

Acorralado y en peligro, el joven buscó refugio en el ayuntamiento, donde la policía municipal de esta localidad guipuzcoana logró protegerlo a duras penas del linchamiento por parte de una multitud enfurecida. La llegada de los beltzas (Ertzaintza), que intervinieron con pelotas de goma, porras y cargas para dispersar a la multitud en medio del ambiente festivo del txosnagune finalizó, con al menos un herido y un detenido. Sin embargo, la tensión no se disipó. Durante el resto de la noche, grupos de jóvenes autóctonos, iniciaron un simulacro de pogromo beodo y violento contra todo magrebí con el que se cruzaron. Al menos otros dos jóvenes, completamente ajenos al altercado inicial, serían agredidos. Un joven tuvo que ser ingresado en el hospital después de recibir una brutal paliza y de ser arrojado y abandonado en una zona de huertas.

Lo de Hernani, sin embargo, no ha sido un caso aislado, sino otro caso más de otros similares. Hordago, el nodo local de El Salto en Euskal Herria, lleva tiempo cubriendo sucesos parecidos: desde la criminalización de los centros de menores de Marcilla y Sopuerta, la organización de patrullas ciudadanas para perseguir a personas migrantes en Trintxerpe y Muskiz, las manifestaciones que se organizaron contra las cenas solidarias organizadas por el colectivo KAS, destinadas a migrantes —y que provocaron hasta una suspensión temporal— y contra las redes de Harrera que atienden a personas en situación de calle.

Mientras tanto, el malestar social crece. Sin embargo, todo parece apuntar en una dirección muy concreta: discursos y prácticas racistas que señalan a los cuerpos migrantes como responsables de las turbulencias -aún incipientes- derivadas de la crisis en curso. Al fin y al cabo, nos encontramos ante un clásico del capitalismo en crisis: frente a situaciones de desestabilización el Estado moderno recurre al disciplinamiento y la criminalización de segmentos específicos del cuerpo social, normalizando así la excepcionalidad. Esto ya pudimos observarlo durante la gestión de la COVID-19 -y constituye, además, un hilo continuo en las políticas antiterroristas-. De manera que se trasladando al centro de la metrópoli y sus poblaciones aquello que siempre ha regido en los territorios coloniales. El objetivo, en última instancia, es establecer un marco jurídico que permita la suspensión selectiva de garantías y derechos fundamentales -propios de los sistemas liberales y democráticos-, diferenciando entre cuerpos dignos de protección y cuerpos desechables. De esta manera, se administra la crisis y se trazan sus líneas de fractura.

Mientras el Estado gestiona el control migratorio —dibujando las fronteras de la Europa fortaleza en rutas de tránsito y generando fronteras internas que atan la ciudadanía al trabajo precario—, emergen inevitablemente explosiones de violencia. La prensa local y programas matinales de televisión pública señalan diariamente a los «causantes» del aumento de la inseguridad, creando un caldo de cultivo para legitimar la violencia contra el otro. Con noticias que repiten como mantra que «las leyes atan las manos a la policía mientras protegen a delincuentes», era cuestión de tiempo que aparecieran grupos decididos a tomarse la justicia por su mano.

Conviene examinar con atención los elementos que emergen en la coyuntura política actual. No basta con denunciar el racismo estructural: es preciso diseccionar sus formas particulares, aquí y ahora, retomando lo que los operaístas italianos de los 70 llamaban el método de la tendencia —la capacidad para detectar las lineas de conflicto que atraviesan nuestra sociedad—. Este análisis se vuelve urgente, porque las expresiones del racismo vasco antes señaladas poseen texturas específicas que deben ser desentrañadas con la mayor precisión si queremos intervenir eficazmente sobre la forma en la que opera lo que Du Bois denominó la línea de color.

Los datos desmienten categóricamente el relato de una juventud migrante «islamizadora» lista para conquistar Europa. Frente a los discursos que se han esgrimido del asalto a la frontera de la fortaleza-Europa, lo cierto es que Euskadi continúa manteniéndose como uno de los últimos cantones más demográficamente blancos de Europa. La Comunidad Autónoma Vasca registra solo un 14 % de población migrante —frente al 19 % estatal—, cifra que palidece al compararla con ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia (todas por encima del 20%), mientras Bilbao ni siquiera alcanza el 15 %. A esto se suma que el 75 % de las llegadas recientes provienen de Latinoamérica,1 colectivo que sostiene el sector servicios con mano de obra muy precaria, es decir, que abarata la prestación de estos servicios, subsidiando así el consumo de la población autóctona.

En Álava y Navarra —donde la población migrante alcanza mayor peso demográfico— se observa también una mayor presencia magrebí.2 Aunque carecemos de datos oficiales concluyentes, este hecho sugiere una hipótesis crítica: serían estos colectivos quienes sostienen el sector agrícola donde se registran las condiciones de sobreexplotación laboral más extremas. En el ámbito urbano, sin embargo, la población magrebí recién llegada queda atrapada en un limbo: entre la economía sumergida -muchas veces en sectores como el de la construcción pero también en formas de autoempleo de lo más diversas- y el infierno de los alquileres por habitaciones, y con fuertes barreras administrativas como es el caso del padrón, puerta de acceso a derechos básicos de ciudadanía.

Al fin y al cabo, las formas que adopta el racismo antimusulmán en Europa, y Euskadi no constituye una excepción, contiene elementos que por un lado tienen que ver con la producción del régimen de frontera (laa producción de una mano de obra barata) y el Gobierno de la excedencia, donde la línea de color genera la oposición entre el “buen” migrante, trabajador y el “mal” migrante, sobre el que cae toda la fuerza del régimen securitario. A fin de cuentas, las formas de construcción del enemigo público en todo el entramado jurídico, comunicativo y judicial tiende a facilitar formas de exclusión y criminalización de gente que, ¡oh casualidad! son jóvenes morenos.3

Conviene señalar que, al igual que en el resto de Europa -donde este fenómeno lleva décadas instalado-,4 la figura del joven musulmán que migra a Europa -ya sea por Lampedusa, Canarias o la ruta de los balcanes– ha sido modelada por una operación política y discursiva que lo ha convertido en extraño permanente, un sujeto anómico e inasimilable, siempre sospechoso de ocultar una motivación criminal. En muchos casos, el relato civilizatorio —que traza una línea divisoria entre «nosotros» (los europeos) y «los otros» (los bárbaros)— se construye alrededor de la supuesta protección de «nuestras mujeres», bajo el mantra del “¿y qué pasa sí tocan a nuestras hermanas o madres?”.5 Esta narrativa enfrenta imaginariamente la libertad occidental con la mirada patriarcal y controladora del «moro», actualizando así viejos esquemas coloniales de superioridad moral pese a que al mismo tiempo reproduce una forma de comprender la familia completamente en línea con la conformación de la estructuras de género que reproducen la forma capitalista.

Al mismo tiempo, cabe preguntarse qué impactos sociales genera en la idea de sociedad amenazada el que, en una sociedad tan envejecida como la vasca -donde el ordoliberalismo del PNV6 ha mantenido el estado de bienestar-, la juventud nativa se haya convertido en un grupo a preservar como si del lince ibérico se tratase.7 Paralelamente, la presencia migrante en estratos jóvenes -quienes sostienen la base demográfica- supera ampliamente el 14 % general, evidenciando una transformación silenciosa pero imparable de la composición social.

De ahí, como ha adelantado Bifo, que nuestras sociedades, incapaces de desarrollar un fascismo de carácter jungeriano y conquistador, hayan optado por un orden conservador con elementos octogenarios aterrorizados por los cuerpos jóvenes de los migrantes. En resumidas cuentas, el miedo a los jóvenes oscuros que viven en situación de calle se convierte en el chivo expiatorio perfecto -con el increíble peso mediático que reciben- sobre el que descargar las sensaciones de inseguridad autopercibidas para una clase media que intuye, sin atreverse a admitirlo, que Europa —y también Euskadi— ha dejado de ser el centro del mundo, sin que todavía quede claro que las formas de consumo inducido del keynesianismo militar vayan a ser capaces de relanzar un nuevo ciclo de acumulación lo suficientemente amplio como para seguir reproduciendo un tipo de políticas públicas con una vocación tan universalista como la habían tenido hasta ahora.8

La reciente destrucción de cien asentamientos y el desalojo de trescientas personas sin techo en Bilbao —siendo la «alternativa» ofrecida por el Ayuntamiento simplemente la cola del Servicio Municipal de Urgencias Sociales— no son hechos aislados. Forman parte de un patrón más amplio de hipocresía institucional. Por su parte, el consistorio pamplonica, portavoz del cambio, se lava las manos advirtiendo de un “efecto llamada” mientras 200 personas siguen pernoctando en las calles de la ciudad. Para colmo, figuras como Otegi admiten sin rubor que necesitamos migrantes, pero para que nos sirvan el café -algunos de nosotros ahora ya por fin completamente vascos y curados totalmente de nuestra condición maketa, a partir de la exclusión de los migrantes extraeuropeos que se han convertido en la nueva Otredad-. De este modo se apunta a que el fenómeno racista posee líneas propias en el entramado político-institucional y que en modo alguno se trata de simples estallidos de garrulos enfervorecidos por su borrachera violenta. De ahí la campaña de la guerra al navajero -que evoca el tono sheriff del Azkuna más desacatado- del PNV en las últimas elecciones o la reciente constitución del Foro de la Seguridad. Aviso a navegantes.

Esto no tiene que ver sólo con Euskadi. Se inscribe en una tendencia más amplia que en otros lugares ya está teniendo lugar desde hace tiempo. Aquí entran las formas en la que la policía juega a permitir o imposibilitar las economías ilegales a escala micro según sus necesidades de autolegitimación y de justificación de sus presupuestos pantagruélicos que nunca tienen límite. Esta es una parte de la ecuación que tiene que ver con el control del territorio bajo formas policiales que de momento todavía permanece bastante inexplorada en las formas de gobernanza.

Además, hay que considerar que la crisis del modelo industrial —base del llamado «oasis vasco»— favorece el crecimiento del turismo. Este sector requerirá mano de obra barata para mantenerse, lo que impulsará la llegada de poblaciones migrantes para ocupar los puestos de trabajo en el proletariado de servicios.

Se vienen olas. En Euskadi, existe un malestar creciente ante la cada vez menor capacidad que tiene la cortina de humo desplegada para regenerar sus mismas condiciones de reproducción. Lo que queda es un terreno fértil para el surgimiento de una potencia movilizadora de extrema derecha. Lo particular es que parte de esta dinámica puede surgir del campo nacionalista vasco. Las pintadas racistas en euskera y la idea de una comunidad sin estado que debe protegerse del «asedio globalizante» apunta hacia ahí. Para la construcción del proyecto nacional, más allá de sus mitos fundadores, se delimita una comunidad con fronteras claras donde hay quienes pertenecen y quienes no.

Toca activarse y comenzar a abordar en nuestras organizaciones políticas de base, de una manera integral, las líneas de cooperación con el proletariado migrante. Solo así podrán forjarse alianzas y comunidades de lucha capaces de desafiar las formas actuales del capitalismo racial, desde una apuesta antifascista y antirracista que —sorpresa— poco tiene que ver con las moralinas progres y las formas de Gobierno que tiene la izquierda sobre el capitalismo racial.

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  1. Ikuspegi (2025), Población de origen extranjero en la CAE 2025, Panorámica 95, Ikuspegi. ↩
  2. Eustat (2024), Censo de población y viviendas: estructura de población, Eustat. ↩
  3. Nadia, A. (2019), Prólogo, Capitalismo racial, Arun Kundnani, Cambalache, Oviedo. ↩
  4. Los primeros disturbios raciales en el Estado español a caballo entre los siglos XX y XXI pueden ubicarse en Ca n’Anglada (Terrassa) o en El Ejido (2000). Sin embargo, en contextos donde la presencia de comunidades racializadas tiene una trayectoria más larga —como en el Reino Unido—, este tipo de revueltas se remontan a los años 80, con episodios como los disturbios de Brixton en 1981.En Francia, el antirracismo político y la consolidación del Mouvement de l’Immigration et des Banlieues (MIB) surgieron entre 1988 y 1989, pero alcanzaron un punto crítico con los estallidos por violencia policial que se repiten desde al menos 1997, año del asesinato de Abdelkader Bouziane a manos de la policia. ↩
  5. Para una mayor profundización de estos argumentos véase: Alabao, N. (2025) «Hombres jóvenes de piel oscura: seguridad, femonacionalismo y refuerzo securitario», El sentido común punitivo, Cuadernos de estrategia 3. ↩
  6. Oliveros, P. (2025), El ocaso del modelo vasco: cuando la industria ya no es suficiente, Zona de Estrategia, 28 de Abril de 2025 ↩
  7. Y aquí operan desde las políticas de subvención a los regímenes de alquiler de nativos hasta la aceptación institucionalizada (en una relación más o menos conflictiva, no exenta de tiranteces) de determinadas formas autogestivas como los gaztetxes en su dimensión de ocio alternativo, txosnagunes, etc. ↩
  8. Y de hecho, el endurecimiento en los términos de acceso a las ayudas y el padrón que han marcado las recientes reformas de la Renta de Garantía de Ingresos, o las recomendaciones del EUDEL a los ayuntamientos sobre el padrón social parecen apuntar a un nuevo marco de cierre nativista. A su vez, esto ha ocurrido al mismo tiempo que se han ampliado las condiciones de acceso a las viviendas de protección oficial para los jóvenes nativos. ↩

La entrada ¿Quién teme al joven marroquí? Hernani y la construcción del enemigo en la Euskadi blanca aparece primero en Todo Por Hacer.

Ante las razias racistas en Torre Pacheco

13 Julio 2025 at 16:08
Por: Eva
Ante las agresiones fascistas en Torre Pacheco, que por desgracia nos recuerdan los sucedido en El Ejido hace 25 años, desde la Asamblea Antimilitarista de Madrid queremos denunciar y condenar las mentiras y manipulaciones que se vierten cada día. Y se hace en todo tipo de medios de comunicación y redes sociales, y por desgracia Leer más ...

Explotación laboral de personas campesinas migrantes en invernaderos de Canadá

7 Junio 2025 at 07:00

• En esos lugares trabajan aproximadamente 30 mil mexicanas y mexicanos, precisó Aaraón Díaz Mendiburo
• Las jornadas en la nación norteamericana se extienden de 12 a 16 horas, alertó Luz María Hermoso Santamaría
• Olivia Doggett mencionó que ese país depende de la fuerza laboral temporal extranjera
• Marcela Juárez Morales dijo que ese abuso también sucede en Sinaloa y Querétaro, por ejemplo

En Canadá hay invernaderos altamente tecnificados y productivos para cultivar frutas, verduras, flores y recientemente cannabis; pero no se sostienen sin la mano de obra de personas provenientes de países en desarrollo, quienes llegan en busca de mejores condiciones económicas.

Aaraón Díaz Mendiburo, investigador del Centro de Investigaciones de América del Norte de la UNAM, explicó lo anterior y añadió que en esa nación existe, a partir de 1966, el Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales (PTAT), al que se sumó México en 1974 con una participación de 206 personas campesinas; hoy en día son aproximadamente 30 mil: 97 por ciento hombres y tres por ciento mujeres.
Durante el conversatorio “El presente y futuro de la migración y el trabajo en los invernaderos de alta tecnología en México y Canadá”, el doctor en Antropología consideró que aun cuando se ha descrito como un programa ejemplar, tiene algunas contradicciones.

En ese sentido, abundó el académico, las personas migrantes son clasificadas como de bajas habilidades, pero dominan sus labores y realizan actividades especializadas; son estructuralmente indispensables e irremplazables por empleados canadienses, pero lo son por provenir, sobre todo, del sur global; y reciben salarios.Díaz Mendiburo recordó que en marzo de 2020 el entonces primer ministro canadiense, Justin Trodeau, declaró cerrar las fronteras para todos aquellos que no fueran ciudadanos o residentes, a excepción de los estadounidenses. Pero tres días después se anunció la entrada de los trabajadores migrantes reclutados bajo los distintos programas de empleo.

A decir de la profesora de la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM, Marcela Juárez Morales, la explotación en ese tipo de lugares no es exclusiva de Canadá, sucede también en México.
Presentó un modelo que se aplica en Sinaloa, en el cual prevalecen prácticas tradicionales como “acasillamiento” (acción de establecer de forma permanente a un trabajador en una hacienda o granja, dándole vivienda y considerándolo un jornalero permanente); prevalecen preocupaciones empresariales por la tecnificación, pero no por las condiciones laborales.

En el caso de Querétaro impera la rotación de personal, carecen de apoyos de vivienda y de mayor salario, aunque amplíen sus actividades. “Los incentivos a la productividad son sobre el salario mínimo y se cuenta por fruta o cultivo cosechado, en condiciones muy precarias”, sostuvo.

De acuerdo con la profesora-investigadora de la Universidad Autónoma de Chapingo, Luz María Hermoso Santamaría, las jornadas formales en los invernaderos son de ocho horas diarias, pero en realidad se extienden a 12 y hasta 16, manteniendo una “esclavitud moderna”.Manifestó que existen 200 mil granjas para diversos cultivos, y en ellas se desempeña gente del sur global (entre ellos mexicanos) en precarias condiciones, pese a la alta tecnificación que se tiene en esas instalaciones donde usan, por ejemplo, energía eólica y monitores de televisión para controlar la productividad.
“A la fecha, vía el PTAT se contrata a 27 mil 318 personas que siembran, cultivan y cosechan en la agricultura primaria canadiense (apicultura, flores, frutas, hortalizas, procesadoras de alimentos, tabaco y viveros), de los cuales 26 mil 699 son hombres (97 por ciento) y 619 mujeres (2.26 por ciento), con salarios que fluctúan entre 15 y 18 dólares canadienses por hora”, señaló.

En tanto, Olivia Doggett, de la Universidad de Toronto, reconoció que Canadá depende de la fuerza laboral temporal extranjera a la que se somete a una “esclavitud moderna” en los invernaderos, donde laboran personas de 25 a 40 años. “Hay una gran explotación y quieren que trabajen como máquinas”.

DGCS UNAM

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