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AnteayerSalida Principal

El falso dilema entre proteccionismo y libre comercio

23 Noviembre 2025 at 08:00
Por: Nuria

Retrato oficial de Donald Trump. 2025

Artículo original publicado en jacobinlat por Luciana Ghiotto. Attac Argentina

El segundo gobierno de Donald Trump parece haber modificado el tablero del comercio global. La administración trumpista puso el foco en el libre comercio porque lo entiende como una práctica que ha dañado la hegemonía de Estados Unidos al generar desbalances comerciales con sus socios (especialmente China). Desde esa perspectiva, los altos aranceles podrían ayudar a recuperar parte del poderío industrial y económico perdido con la globalización. «La palabra más bonita del diccionario es arancel», decía Trump en 2024, y desde su asunción en enero hemos entendido que no estaba exagerando.

En este artículo nos proponemos examinar las políticas arancelarias de Trump desde una perspectiva crítica, trascendiendo las interpretaciones predominantes que las presentan como una ruptura radical con el orden económico global previo. Nuestra investigación se estructura en torno a tres objetivos fundamentales. Primero, desarrollar un análisis riguroso sobre la naturaleza, alcance e historicidad de las transformaciones generadas por las políticas arancelarias trumpistas, situándolas en la trayectoria más amplia de las relaciones entre Estado y capital en el capitalismo contemporáneo.

Segundo, problematizar críticamente la concepción dominante del «libre comercio», interrogando si las políticas proteccionistas actuales representan una verdadera ruptura con el paradigma librecambista o si constituyen, más bien, una reconfiguración de los mecanismos de acumulación dentro de la misma lógica sistémica. Tercero, examinar las implicaciones de estas transformaciones para los movimientos sociales que han articulado sus estrategias en torno a la crítica del libre comercio durante las últimas tres décadas, evaluando los desafíos que este nuevo escenario plantea para sus marcos interpretativos y prácticas políticas.

Sostenemos que una lectura crítica del momento actual resulta fundamental para repensar las estrategias de los movimientos sociales, particularmente en lo que respecta a su relación con los Estados nacionales y a las formas de construir solidaridades transnacionales efectivas. Las transformaciones en curso exigen reconsiderar tanto los sujetos políticos protagonistas de las resistencias como las escalas en que estas deben articularse para confrontar un sistema cuyas contradicciones se manifiestan simultáneamente en múltiples niveles.

Rupturas y continuidades en el modelo económico estadounidense

Las políticas proteccionistas de Trump no son una anomalía histórica sino un retorno a estrategias fundamentales en la construcción de Estados Unidos como potencia industrial. Contrariamente a la narrativa liberal dominante, este país desarrolló su economía bajo un intenso proteccionismo durante el siglo XIX, con aranceles que superaban el 40% hasta la Segunda Guerra Mundial. Lejos de representar una «desviación» del libre comercio, esta medida era una herramienta para gestionar asimetrías de poder económico, permitiendo a las potencias emergentes acumular capacidad industrial antes de competir globalmente. La Gran Depresión de 1930 intensificó el proteccionismo con la ley Smoot-Hawley, que elevó aranceles a niveles históricos. Esta crisis representó más que una recesión económica: fue una crisis orgánica del capitalismo donde el proteccionismo funcionó como mecanismo de emergencia para contener el cataclismo dentro de las fronteras nacionales y facilitar la reestructuración de las relaciones capital-trabajo.

El New Deal de Roosevelt supuso la masiva intervención estatal, con inversiones en infraestructura, subsidios industriales y regulación financiera, mientras la Segunda Guerra Mundial justificó una planificación económica centralizada que consolidó el complejo militar-industrial estadounidense. Tras la guerra, el capital de base estadounidense se internacionalizó, lentamente, pero sin pausa. La reconstrucción de Europa y su proceso de integración regional con la nueva Comunidad Europea promovió el aumento de la inversión extranjera directa a ese territorio. En ese mismo periodo se crearon en México las primeras maquiladoras con capital estadounidense, cuando en 1965 el gobierno mexicano implementó el Programa de Industrialización Fronteriza. Para 1970 ya existían 132 maquiladoras en la zona de frontera con Estados Unidos.

Paralelamente, durante estos años aumentaron las protestas sindicales en los países industrializados (con eventos como Mayo Francés y el Otoño Caliente italiano), expresando la insubordinación obrera a los dictados del capital y contribuyendo a la caída de la tasa de ganancia a principios de los años setenta. A este proceso deben añadirse también los procesos de lucha en América Latina, como el Cordobazo argentino, las huelgas del ABC paulista o la masacre estudiantil de Tlatelolco, todo en el contexto de la revolución cubana como horizonte de posibilidad de cambio sistémico.

La liberalización comercial se intensificó con la Ronda Kennedy del GATT (1964-1967), que incluyó no solo aranceles sino también barreras no arancelarias, expandiendo el ámbito regulatorio para satisfacer las necesidades de un capital que se volvía lentamente transnacional. Esta trayectoria culminó con la Ronda Uruguay (1986-1994) y la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que extendió radicalmente el alcance regulatorio a áreas como la propiedad intelectual, las inversiones extranjeras, los servicios y las compras gubernamentales.

En este proceso, Estados Unidos actuó como arquitecto principal, impulsando la liberalización en sectores en los que sus corporaciones tenían ventajas (servicios, propiedad intelectual, finanzas) mientras preservaba protecciones en áreas sensibles (agricultura, textiles, acero). Esta estrategia dual —«haz lo que digo, no lo que hago»— permitió al país norteamericano posicionarse como un defensor del libre comercio mientras mantenía elementos proteccionistas en su política doméstica, tales como subsidios encubiertos, compras gubernamentales discriminatorias y medidas antidumping.

Navegando esta dualidad, Estados Unidos se posicionó como el principal defensor y promotor del discurso y la práctica del libre comercio a escala global. Los distintos gobiernos emplearon su influencia diplomática, económica y militar para impulsar la liberalización en aquellos sectores donde sus corporaciones mantenían ventajas competitivas. La transformación del GATT en OMC y la expansión cualitativa del ámbito regulatorio que esto implicó respondió fundamentalmente a esta agenda impulsada por Estados Unidos y sus corporaciones transnacionales, que buscaban instrumentos jurídicos más fuertes para garantizar condiciones favorables para la penetración en los nuevos mercados.

La globalización como reestructuración cualitativa

Siguiendo esta línea, los años noventa no representaron el «nacimiento» de la globalización, sino una nueva disposición de las relaciones entre los Estados nacionales y el mercado mundial, caracterizada por la expansión geográfica de las relaciones capitalistas, el aumento de la inversión extranjera directa y la incorporación de nuevos territorios a los circuitos globales de acumulación. Este periodo no significó una ruptura absoluta con el pasado, sino que expresó una reconfiguración de las relaciones sociales capitalistas en respuesta a las contradicciones de los Estados de bienestar keynesianos.

El desplome soviético y la apertura china ofrecieron al capital acceso a vastos territorios con mano de obra barata, nuevos mercados y recursos estratégicos. Estos espacios ofrecían múltiples ventajas: enormes reservas de fuerza de trabajo disciplinada y de bajo costo, mercados potenciales para la venta de productos y servicios, oportunidades para inversiones de capital fijo en infraestructura, y acceso a recursos naturales estratégicos. Los capitales estadounidenses respondieron a estas transformaciones implementando una serie de estrategias de instalación en los nuevos territorios incorporados al mercado global. En China, adoptaron principalmente la forma de inversión productiva directa en sectores manufactureros intensivos en trabajo, instalando plantas en las Zonas Económicas Especiales.

Esta expansión geográfica de las empresas estadounidenses (y europeas) implicó la transformación cualitativa en la organización del capitalismo global. Facilitó la conformación de un entramado productivo transnacional que profundizaba el proceso de relocalización industrial iniciado en los años sesenta. Las cadenas globales de valor emergieron como la forma organizativa dominante, permitiendo a las corporaciones transnacionales fragmentar los procesos productivos y distribuirlos a través de múltiples territorios para maximizar las ventajas comparativas de cada territorio.

Este proceso económico tuvo su reflejo en un entramado jurídico específico, una nueva «arquitectura jurídica de la impunidad» para las corporaciones, al decir de Juan Hernández Zubizarreta. Esta arquitectura, compuesta por un conjunto de instituciones y tratados internacionales, generó una asimetría normativa articulada en torno a una idea básica: proteger a toda costa los negocios de las multinacionales mediante un ordenamiento jurídico internacional fundamentado en las reglas del comercio y la inversión.

Se conformó, entonces, una lex mercatoria compuesta por miles de normas: contratos de explotación y comercialización, tratados comerciales bilaterales y regionales, acuerdos de protección de las inversiones, políticas de ajuste y préstamos condicionados, laudos arbitrales, etc. Un derecho duro (hard law) (coercitivo y sancionador) que protege con fuerza los intereses empresariales. Y a este entramado se sumó también la creación, en 1995, de la Organización Mundial del Comercio (OMC), institución que reúne los objetivos del libre mercado y los vuelve regla para todos los Estados.

En definitiva, la globalización no está determinada solamente por la integración económica (aunque se trata de un elemento central) ni por las innovaciones tecnológicas (esenciales para la internacionalización) ni por el nuevo entramado jurídico (clave para otorgar seguridad a la propiedad privada). Todo esto define a la globalización, marcando una fase específica de la lucha entre capital y trabajo donde el capital buscó recomponer su dominación frente a las luchas obreras de los años sesenta que habían encarecido el precio del trabajo y reducido la ganancia.

Asimismo, todas las economías que se habían mantenido semicerradas en la posguerra, durante los Estados de bienestar, fueron conectadas en el mercado global. Ya no habría más lugar para economías nacionales autonomizadas, sino que se imponía ahora la regla del mercado. La globalización, entonces, representa una estrategia ofensiva del capital para escapar de las restricciones nacionales y disciplinar a la clase trabajadora mediante la amenaza constante de relocalización y precarización. La movilidad global del capital y la desregulación financiera que caracterizan esta etapa no son más que expresiones de la crisis de la forma tradicional de dominación capitalista y su intento desesperado por restaurar la rentabilidad.

¿Trump contra el libre comercio?

La política económica de la administración Trump marcó un quiebre significativo con el consenso bipartidista «globalizador» y en favor del libre comercio que dominó la política estadounidense durante cuatro décadas. Este «neoproteccionismo» representa una forma explícita de intervención estatal que defiende selectivamente a empresas con base en Estados Unidos ofreciéndoles protección contra los competidores extranjeros. Esto revela la verdadera naturaleza del proyecto económico trumpista: no un rechazo al neoliberalismo ni al libre comercio en sí mismos, sino una reconfiguración de las relaciones entre el Estado, las corporaciones y el mercado mundial, desarrollando un nacionalismo económico con fuerte impacto en la base electoral.

Los partidos Demócrata y Republicano habían convergido en su apoyo a políticas de libre comercio, desde el TLCAN bajo Clinton hasta el TPP con Obama. Trump rompió con esta tradición, calificando al TLCAN como «el peor tratado de la historia» y forzando su renegociación entre 2017 y 2018. Hay que reconocer que Trump no estaba tan errado: el TLCAN redujo empleos en sectores industriales clave de Estados Unidos, particularmente en estados del llamado «cinturón del óxido». Se estiman pérdidas de alrededor de 700 000 puestos de trabajo estadounidenses como resultado directo del acuerdo. Este fenómeno evidencia las contradicciones inherentes a la internacionalización del capital, donde la promesa de prosperidad generalizada chocó con la realidad de una redistribución desigual de costos y beneficios.

En su primer gobierno, Trump redobló la apuesta contra las instituciones del libre comercio. En 2017 boicoteó el Órgano de Solución de Diferencias de la OMC y retiró a Estados Unidos del TPP. A su vez, impuso aranceles a China, México, Canadá y la Unión Europea, e inició una guerra comercial con China desde 2018. El demócrata Joe Biden no modificó los aranceles impuestos por Trump, sino que los mantuvo y profundizó con iniciativas como la Ley de Reducción de la Inflación, la Ley de Chips y Ciencia, y políticas de Buy American, consolidando un nuevo enfoque proteccionista bipartidista.

El proteccionismo de Trump recupera una forma explícita de intervención estatal a favor de empresas con base administrativa en Estados Unidos, cobijándolas de la competencia internacional. Literalmente, los aranceles impuestos actúan como una coraza protectora, un escudo para amplios segmentos del capital estadounidense que habían perdido ventajas competitivas frente a rivales internacionales, especialmente empresas chinas. El objetivo de las políticas de Trump es, reforzar el poder de las corporaciones estadounidenses, no limitarlo.

Asimismo, este proteccionismo es selectivo: mientras defiende sectores industriales tradicionales, desregula el sector financiero y reduce impuestos al gran capital. Implementa altos aranceles para lograr un efecto positivo en sectores manufactureros tradicionales, pero simultáneamente ejecuta una agenda de desregulación financiera que desmantela el andamiaje regulatorio construido tras la crisis de 2008. En 2018, el gobierno de Trump terminó con la Ley Dodd-Frank que había sido aprobada en 2010 para reforzar las exigencias de capital de respaldo a los bancos, obligándolos a llevar a cabo test de resistencia anuales para mostrar su fortaleza y prohibía a las instituciones financieras dedicarse a actividades de alto riesgo con el dinero de sus clientes.

Por otra parte, la Ley de Recortes de Impuestos y Empleos (Tax Cuts and Jobs Act) de 2017 representó la mayor reforma fiscal en tres décadas y constituyó el logro legislativo más significativo del primer mandato de Trump. La pieza central de esta legislación fue la dramática reducción del impuesto federal sobre la renta corporativa del 35% al 21%, un recorte sin precedentes que transformó el panorama tributario empresarial estadounidense. Los legisladores republicanos argumentaron que un entorno fiscal más favorable incentivaría a las empresas a expandir sus operaciones en Estados Unidos y las haría más competitivas en el mercado global.

La drástica reducción del impuesto corporativo reveló una profunda contradicción en el núcleo de la política económica trumpista: mientras se implementaban aranceles y restricciones comerciales bajo el discurso de proteger a los trabajadores estadounidenses, se otorgaban enormes beneficios fiscales a las mismas corporaciones multinacionales que habían relocalizado empleo durante décadas. Esta contradicción aparente revela la verdadera naturaleza del proyecto: no se trata de un retorno al proteccionismo integral del siglo XIX o del período de sustitución de importaciones, sino de una reconfiguración del rol estatal dentro del capitalismo globalizado para defender selectivamente ciertos sectores mientras se mantienen y profundizan las ventajas para el capital financiero y las grandes corporaciones.

Lo que Trump consiguió fue sincerar la relación entre Estado y capital corporativo: abandonó la pretensión neoliberal de separación entre ambos, reconociendo de manera explícita que el poder estatal sigue siendo esencial para garantizar la rentabilidad del capital estadounidense en un contexto de creciente competencia internacional. El proteccionismo trumpista, en este sentido, no es una limitación del capitalismo estadounidense sino un intento de salvarlo de su crisis de rentabilidad y pérdida de ventajas competitivas, utilizando el poder estatal como escudo para preservar posiciones privilegiadas que ya no podían sostenerse mediante la pura competencia en los mercados globales.

La contradicción fundamental del proyecto económico de Trump radica en querer capturar los beneficios de la globalización (ganancias extraordinarias, dominio tecnológico, influencia geopolítica) mientras rechaza sus consecuencias inevitables: la relocalización productiva y los impactos negativos sobre el mercado laboral doméstico. El gobierno pretende reconciliar el nacionalismo económico del siglo XX con la realidad de corporaciones cuyo poder deriva precisamente de su capacidad para operar más allá de las fronteras nacionales. Esta tensión revela que el America First económico no puede materializarse mediante un simple retorno de la producción, sino que requiere una transformación radical de las lógicas de acumulación global que estas mismas corporaciones han construido durante décadas y de las cuales depende actualmente su posición dominante en la economía mundial.

Más allá del dilema: los movimientos anti-TLC en la encrucijada trumpista

Las organizaciones sociales que tradicionalmente se han opuesto a los TLC desde una crítica al neoliberalismo ahora enfrentan un dilema: oponerse frontalmente a las políticas comerciales de Trump podría interpretarse como una defensa implícita del statu quo neoliberal; apoyarlas significaría legitimar un proyecto que, aunque nombradamente contrario al libre comercio, está diseñado para fortalecer el poder del capital estadounidense sin cuestionar las relaciones sociales de explotación y desigualdad que le subyacen.

Pero Trump se ha apropiado de la retórica anti libre comercio desde un foco diferente a las campañas contra los tratados. Es cierto que algunos puntos de su argumento son similares: la crítica a la relocalización productiva, los impactos de los TLC sobre los trabajadores, la oposición a acuerdos como el TPP y las críticas del TLCAN y la OMC. Pero esto lo hace principalmente desde una matriz nacionalista-corporativa que no cuestiona las asimetrías fundamentales del orden económico global ni incorpora demandas de justicia ambiental o laboral internacional. Por el contrario, lo que Trump reivindica es un nacionalismo económico excluyente: su objetivo no es rediscutir el rol de las corporaciones estadounidenses, sino hacerlas nuevamente fuertes. Antes que «Make America Great Again», «Make US Corporations Great Again».

Esta situación revela una crisis más profunda en los marcos interpretativos tradicionales que planteaban «libre comercio vs. proteccionismo». Se evidencia ahora la necesidad de desarrollar un análisis más sofisticado que juegue en dos niveles: por un lado, una crítica del neoliberalismo y del libre comercio, pero, por otro, una crítica radical basada en el entendimiento de cómo funciona el capitalismo en su conjunto, y cómo el tema de comercio se entreteje con los temas financieros, ambientales, digitales, productivos, etc.

Lo que el trumpismo ha puesto en crisis es la mirada centrada en el nacionalismo económico que muchos movimientos sociales han sostenido desde los años noventa, cuando el foco era la crítica al neoliberalismo. La reivindicación de la centralidad del Estado y su capacidad regulatoria se convirtió en el eje articulador de proyectos progresistas que buscaban recuperar espacios de autonomía para las políticas públicas nacionales frente al avance de la globalización neoliberal. Sin embargo, esta estrategia política ha encontrado su límite en la profunda transformación estructural que el capitalismo global ha experimentado.

El problema fundamental es que estas políticas centradas en la recuperación de la soberanía económica nacional chocan inevitablemente contra la realidad de una interconexión económica global que ha reconfigurado las bases materiales de reproducción social. El neoliberalismo no fue simplemente un conjunto de políticas reversibles mediante la voluntad estatal, sino un proceso de reorganización profunda de las relaciones de producción a escala planetaria. Las economías nacionales fueron orgánicamente integradas en cadenas globales de valor, circuitos financieros transnacionales y redes tecnológicas que reducen drásticamente el margen de maniobra para experimentos económicos autonomizados.

En este contexto, los movimientos sociales que se oponen a los tratados de libre comercio enfrentan varios desafíos. La superación del nacionalismo metodológico constituye quizás el más importante y urgente, en tanto implica trascender una visión que ha estructurado tanto el análisis como la praxis política de numerosos movimientos populares durante décadas: la centralidad incuestionada del Estado-nación como articulador del horizonte utópico y como contenedor natural de los procesos sociales.

Esto no es meramente una cuestión ideológica ni un enamoramiento con los debates históricos dentro de las izquierdas sobre el rol del Estado en los procesos emancipatorios. La crisis de este enfoque refleja las transformaciones estructurales en el capitalismo. Frente a esta realidad, la reivindicación de la soberanía económica nacional como horizonte estratégico principal resulta insuficiente. Sin embargo, reconocer los límites del nacionalismo metodológico tampoco implica abrazar un internacionalismo abstracto que ignore las asimetrías de poder entre naciones y regiones, o que desconozca la importancia que los espacios nacional-estatales siguen teniendo como terrenos de disputa política. Se trata, más bien, de desarrollar perspectivas analíticas y estrategias políticas que puedan operar simultáneamente en múltiples escalas.

Desde los años noventa, el foco político puesto en los tratados de libre comercio ha permitido visibilizar los mecanismos concretos mediante los cuales el poder corporativo transnacional se institucionalizaba y expandía. La creación de alianzas transnacionales efectivas que superen las tentaciones del nacionalismo económico sin diluir las especificidades de cada contexto constituye otro reto significativo. Hoy, la solidaridad internacional requiere la identificación de la contradicción fundamental del capitalismo contemporáneo (la cual a menudo queda invisibilizada en los análisis políticos convencionales). Efectivamente, el libre comercio no es simplemente un conjunto de políticas erróneas, sino un mecanismo estructural que produce necesariamente sectores «sacrificables» cuya exclusión y precarización no es un efecto colateral, sino una condición constitutiva del modelo de acumulación global. Esta expulsión no podría corregirse mediante mejores políticas públicas dentro del mismo marco, sino que se ha vuelto una necesidad estructural del sistema.

Las comunidades afectadas por el extractivismo minero y petrolero constituyen los territorios que deben ser despojados para alimentar las cadenas globales de producción y consumo. Su desplazamiento y la destrucción de sus formas de vida no son «daños colaterales» sino requisitos operativos de la acumulación por desposesión que caracteriza al capitalismo contemporáneo. Del mismo modo, los trabajadores informales y autónomos que proliferan en las economías periféricas representan la materialización de un proceso donde el trabajo formal, regulado y con derechos laborales se convierte en una excepción histórica, no en la norma. La economía global requiere esta masa creciente de trabajo precarizado, disponible y desprovisto de protecciones sociales para mantener las tasas de ganancia.

Esta comprensión tiene efectos profundos sobre la construcción de solidaridades políticas. Significa que los movimientos sociales deben centrar su atención precisamente en estos sectores cuya opresión es constitutiva del sistema, no accidental. Las comunidades despojadas por el extractivismo, los trabajadores informalizados, los migrantes precarizados, las comunidades indígenas y campesinas amenazadas por megaproyectos: todos ellos expresan, en sus luchas concretas, las contradicciones fundamentales que el sistema no puede resolver mediante reformas parciales.

La solidaridad política debe construirse, entonces, no a partir de la promesa ilusoria de una inclusión plena en el capitalismo global, sino desde el reconocimiento de que la emancipación de estos sectores requiere necesariamente trascender la lógica misma del sistema que los sacrifica. La tarea, en síntesis, es transitar de una crítica al neoliberalismo hacia una crítica integral al capitalismo, comprendiendo que el libre comercio no es simplemente una «política equivocada» sino una expresión orgánica de las tendencias expansivas inherentes al capital como relación social.

La pregunta que se abre entonces es: ¿puede el movimiento trascender la dicotomía libre comercio/proteccionismo? ¿Es posible desarrollar una praxis internacionalista que reconozca los límites estructurales del nacionalismo económico sin caer en la resignación ante el poder del capital global? Esta crítica más profunda no implica abandonar la lucha contra los tratados de libre comercio, sino recontextualizarla en una comprensión más profunda de las dinámicas del capitalismo contemporáneo y en un proyecto de transformación radical que abarque simultáneamente las múltiples dimensiones de la dominación capitalista.

Una perspectiva integrada abriría posibilidades para una praxis más efectiva. No basta con oponerse a acuerdos específicos; es necesario construir modelos alternativos de relaciones económicas internacionales que cuestionen la propia lógica capitalista. Esto hará posible tender puentes entre distintos niveles de análisis, conectando las críticas a las cláusulas específicas de los TLC con cuestionamientos más profundos al sistema capitalista, al tiempo que permitirá ir más allá de los debates reduccionistas entre «nacionalismo económico» versus «globalismo neoliberal», reconociendo que ambos operan dentro de la misma lógica sistémica.

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Libro “21 lecciones para el siglo XXI” de Y.N. Harari (resumen)

Resumen del libro "21 lecciones para el siglo XXI" de Harari. En nuestro blog también encontrarás el resumen de su libro "Sapiens"Sus dos anteriores libros fueron “Sapiens” y “Homo Deus” y en ellos se exploraba la historia del hombre y su futuro, respectivamente. Aquí, Yuval Noah Harari nos presenta un compendio de 21 temas esenciales para el presente. Mientras estamos atareados en nuestros problemas cotidianos, están pasando cosas a nivel global que nos deberían importar.

“A la filosofía, a la religión y a la ciencia se les está acabando el tiempo”. La inminente crisis ecológica, la creciente amenaza de las armas de destrucción masiva y el auge de las nuevas tecnologías disruptivas no permitirá prolongar mucho más el debate sobre el significado de la vida. Porque ese significado se ha de usar para tomar decisiones importantes (en ciencia, biotecnología, inteligencia artificial…). Los mercados son impacientes y no toman siempre las mejores decisiones para todos.

1. Decepción ante la ausencia de una ideología convincente

“Relatos Ecoanimalistas” —Colección de relatos ecologistas y animalistas.
“Relatos Ecoanimalistas” —Colección de relatos cortos, ideal para regalar a personas, sean o no ecologistas o animalistas. Aumentará la conciencia ambiental del planeta. Gracias.

Tras la caída del fascismo y del comunismo, el liberalismo se ha impuesto casi por todo el mundo de una u otra forma, defendiendo cosas tan bonitas como la libertad, los derechos humanos, la libertad de movimiento (más para el dinero que para las personas, ciertamente), o el libre mercado (que con tanto acierto criticó N. Klein). Pero desde la crisis global de 2008, los decepcionados por el liberalismo crecen y hay, además, dos retos que para Harari son muy inquietantes: la infotecnología (desarrollos tecnológicos, inteligencia artificial, robots…) y la biotecnología (modificar genes, transgénicos…). “Los humanos siempre han sido mucho más duchos en inventar herramientas que en usarlas sabiamente. Es más fácil reconducir un río mediante la construcción de una presa que predecir las complejas consecuencias que ello tendrá para el sistema ecológico de la región”.

El poder de “manipular el mundo” ha llevado a que “nos enfrentamos a un colapso ecológico”, porque las revoluciones en biotecnología y en infotecnología las lideran científicos o emprendedores “que apenas son conscientes de las implicaciones políticas de sus decisiones”. Así, “Donald Trump advirtió a los votantes que mexicanos y chinos les quitarían el trabajo y (…) nunca advirtió a los votantes que los algoritmos les quitarían el trabajo” (poniendo a las máquinas a trabajar). “Quizá en el siglo XXI las revueltas populistas se organicen no contra una élite económica que explota a la gente, sino contra una élite económica que no la necesita”. Cada vez se precisan menos trabajadores y ahora debemos ya empezar a buscar soluciones (como reducir la jornada laboral o la renta básica), antes de alcanzar el “desempleo masivo”.

Los que votaron a Trump en EE.UU. o a favor del Brexit en Reino Unido, no rechazaron el liberalismo totalmente pero sí quisieron encerrarse un poco en su casa y que se adoptaran “políticas intolerantes para con los extranjeros”. Pretender aislarse, como pide el nacionalismo, es una política inviable en la era de internet y del calentamiento global. China lo hace al revés: aplica el liberalismo más fuera de sus fronteras que dentro, mientras Rusia aplica un liberalismo atroz que genera la “mayor desigualdad del mundo” (el 87% de la riqueza está en manos del 10% de los más ricos) y el islamismo solo atrae a algunos de los que crecieron en su seno. A pesar de todo, la humanidad no puede abandonar el liberalismo, “porque no tiene ninguna alternativa”, aunque tampoco ofrece respuestas “a los mayores problemas a los que nos enfrentamos: el colapso ecológico y la disrupción tecnológica”. El liberalismo todo lo resuelve con el crecimiento económico pero esa solución no sirve porque ya sabemos que esa es precisamente la causa de la crisis ecológica y que gran parte de la tecnología tiene un fuerte impacto social y ambiental. Por eso, para Harari la primera medida es la perplejidad: reconocer que no sabemos lo que está ocurriendo.

2. Trabajo: en el futuro habrá mucho menos empleo

La robotización tiene ventajas e inconvenientesEs obvio que las máquinas y los robots están efectuando cada vez más trabajos: mejoran nuestra vida y, a la vez, nos quitan el trabajo. El poder de las máquinas, junto con la IA (Inteligencia Artificial) es inmenso y tienen dos capacidades muy importantes: la conectividad y la capacidad de actualización. Por ejemplo, en conducción automática de vehículos, dos coches podrían conectarse para acordar quien pasa primero y evitar colisionar. Además, cualquier nueva norma de tráfico o mejora del software podría actualizarse en todos los vehículos automáticos de forma inmediata.

También es cierto que se están creando nuevos empleos, pero en general exigen “un gran nivel de pericia y, por tanto, no resolverán los problemas de los trabajadores no cualificados”. Podría ocurrir que padezcamos “a la vez unas tasas de desempleo elevadas y escasez de mano de obra especializada”. Además, dado la vertiginosa velocidad de cambio, podrían ser profesiones que surgen y desaparecen en cuestión de una década, por lo que es muy complicado exigir derechos laborales o crear sindicatos en tales circunstancias. El autor sostiene que “hoy ya son pocos los empleados que esperan ocupar el mismo empleo toda la vida”. Además reconoce que “el cambio es siempre estresante” y podría ser complicado reeducar a miles de empleados.

Por otra parte, evitar la pérdida de puestos de trabajo no es una buena opción, porque supone abandonar las ventajas de la mecanización, pero tampoco podemos hacerlo sin dar alternativas a los empleados. Harari alaba lo que ocurre en Escandinavia, donde los gobiernos siguen el lema «proteger a los obreros, no los empleos». Una forma de hacer esto es lo que llamamos las dos erres urgentes: Reducir la jornada laboral y la RBU (Renta Básica Universal). Por supuesto, también se está aplicando en muchos países la subvención de servicios básicos universales: educación, sanidad, transporte… Pero en estas opciones el problema está en definir qué es «universal» y qué es «básico»:

  • Por universal se suele interpretar la población nacionalizada en un país, pero hay que tener en cuenta que las principales víctimas de la automatización quizá no vivan en donde se apruebe la RBU o esos servicios básicos universales. Automatizar en exceso podría generar la ruina en países en desarrollo que actualmente están dando mano de obra barata a los países ricos.
  • Por básico se puede interpretar la comida que un sapiens requiere (entre 1500 y 2500 calorías), pero también se pueden considerar básicos aspectos como la educación, la sanidad, el acceso a internet…

El problema es complejo, porque contentar a los sapiens no es tarea sencilla. La felicidad puede depender de las expectativas y éstas dependen de las circunstancias. Por tanto, aunque se mejoren las condiciones, no se garantiza que haya satisfacción. Como ejemplo exitoso cita el caso de Israel, país que obtiene buenos resultados en la satisfacción de la población, en parte gracias a un montón de personas pobres que no trabajan y que se dedican exclusivamente a cuestiones religiosas (el 50% de los hombres judíos ultraortodoxos). El gobierno da generosas subvenciones y se constata que debatir el Talmud es más satisfactorio que el trabajo de los obreros. Así pues, “la búsqueda de plenitud y de comunidad podría eclipsar la búsqueda de un puesto de trabajo”. El objetivo debería ser combinar una red de seguridad económica universal y básica, comunidades fuertes con servicios básicos universales y educar para una búsqueda de una vida plena. Esto podría compensar la pérdida de empleos y mejorar la calidad de vida de la gente.

“Dado el inmenso poder destructor de nuestra civilización, no podemos permitirnos más modelos fallidos”, pues equivocarnos ahora podría acabar en una guerra nuclear, en desastres por manipulación genética o en un colapso completo de la biosfera.

3. Libertad: computadoras y big data contra los derechos humanos

Lee un resumen de este otro libro de Harari. En Nexus habla de la Inteligencia Artificial, de la democracia y del futuro.
Lee un resumen de este otro libro de Harari. En Nexus habla de la Inteligencia Artificial, de la democracia y del futuro.

Dice Harari que “los referéndums y las elecciones tienen siempre que ver con los sentimientos humanos, no con la racionalidad”. Aunque algunas personas están más informadas y otras son más racionales, al final cada voto cuenta lo mismo y los sentimientos son los que guían a la mayoría. El biólogo Richard Dawkins dijo a propósito de la votación del Brexit que someterlo a referéndum es como «dejar que los pasajeros de un avión votaran en qué pista debería aterrizar el piloto». Teniendo esto en cuenta, queda claro el alto interés en acceder al corazón humano, a sus entresijos y a cómo manipularlo. Si se consiguiera en grado suficiente, la política sería “un espectáculo de títeres emocional”.

Pensemos que, al final, los sentimientos están basados en el cálculo. Millones de neuronas calculan, por ejemplo, cuando tener miedo según la probabilidad de ser dañados. Los sentimientos “encarnan la racionalidad evolutiva”, pero “pronto los algoritmos informáticos podrán aconsejarnos mejor que los sentimientos humanos”. Seguramente cometerán errores, pero solo se necesita que sean, de media, mejor que nosotros, lo cual “no es muy difícil, porque la mayoría de las personas no se conocen muy bien a sí mismas, y (…) suelen cometer terribles equivocaciones en las decisiones más importantes de su vida”. Incluso en ética, las máquinas superarán a la mayoría de los humanos, porque las máquinas no tienen emociones. Se ha demostrado que las emociones humanas controlan las decisiones humanas, por encima de sus ideologías o de sus planteamientos filosóficos. La selección natural no ha seleccionado a los homínidos más éticos, sino a los que gracias a sus emociones (miedo, deseo…) han conseguido reproducirse con más éxito. Por otra parte, “los ordenadores no tienen subconsciente” y si fallaran, resultaría “mucho más fácil corregir el programa que librar a los humanos de sus prejuicios”. Esto abre mercado a los filósofos, pues hará falta la filosofía para hacer buenos programas.

Cuando las decisiones importantes las tomen los algoritmos, basados en el cómputo de millones de datos (macrodatos o big data), ¿dónde queda nuestra libertad? ¿Confiaremos en los algoritmos para que nos escojan pareja, qué estudiar o dónde trabajar? ¿Escogerán también a quien votar? ¿Qué sentido tienen entonces las elecciones y los mercados libres?

Ya hoy día la gente confía en Google para hallar respuestas mientras “la capacidad para buscar información por nosotros mismos disminuye”. Esto hace que la gente considere «verdad» lo que aparece en los primeros resultados de la respuesta de Google. Más aún, la capacidad para orientarse es como un músculo que o lo usas o lo pierdes, y mucha gente depende tanto de Google Maps que si falla se encuentra completamente perdida.

El que controle esos algoritmos de macrodatos, controlará buena parte del mundo. Un ejemplo está en Israel, país que controla el cielo, las ondas de radio, el ciberespacio y el mar y, gracias a ello, un puñado de soldados pueden controlar a 2.5 millones de palestinos en Cisjordania. Y lo hacen usando IA: en 2017 un palestino publicó una foto poniendo en árabe “¡Buenos días!”. Un algoritmo israelí confundió las letras árabes y lo tradujo como “¡Mátalos!” y el obrero fue detenido. Quedó en libertad cuando se aclaró el error, pero el incidente demuestra la importancia de la IA para controlar a la población. Llevado al extremo, en manos de gobiernos autoritarios las herramientas de IA podrían controlar a la población “más incluso que en la Alemania nazi”.

Usando las reglas de la selección natural, hemos criado vacas dóciles que producen más leche, pero que son inferiores en otros aspectos. Igualmente, “estamos creando humanos mansos” pero que “en absoluto maximizan el potencial humano”. De hecho, “sabemos poquísimo de la mente humana”, mientras la investigación se centra en mejorar los ordenadores y los algoritmos. “Si no somos prudentes, terminaremos con humanos degradados que usarán mal ordenadores mejorados”. Para Harari esto podría provocar el caos, “acabar con la libertad” y “crear las sociedades más desiguales que jamás hayan existido”. La inmensa mayoría de la gente podría sufrir algo peor que la explotación: la irrelevancia.

4.  Igualdad: El que tenga los datos dominará el mundo

Los primeros grupos de sapiens eran más igualitarios que cualquier sociedad posterior. La revolución agrícola multiplicó la propiedad (tierra, herramientas…) y con ella la desigualdad. En el siglo XX se ha reducido la desigualdad en muchos países, pero “hay indicios de una desigualdad creciente”: “El 1% más rico posee la mitad de las riquezas del mundo” (y es responsable de la mitad de la contaminación mundial) y las 100 personas más ricas tienen más que los 4.000 millones más pobres. En el futuro, la biotecnología podría dar ventajas a ciertos sapiens (mayor longevidad, mejores capacidades físicas…) y podrían generarse “castas biológicas”, lo cual ahondará en la desigualdad. También insiste en el poder de la infotecnología para eliminar la utilidad de los humanos para las élites.

Antiguamente la tierra era el bien más importante. Luego pasaron a ser las máquinas y la industria. Hoy, cada vez tienen más importancia los datos. Empresas como Google, Facebook, Baidu y Tencent lo saben bien. Por ejemplo, Google nos proporciona servicios gratuitos, pero gracias a eso consigue millones de datos de sus usuarios. Esos datos valen mucho. No solo para ponernos la publicidad en la que caeremos con mayor probabilidad. Creemos que Google nos ayuda mucho, pero nosotros ayudamos a Google mucho más, porque mientras Google solo nos hace la vida un poco más fácil, nosotros somos los que permitimos que Google pueda existir haciendo negocio con nuestros datos. Así, en el futuro habrá que responder a una pregunta clave en nuestra era: ¿quién es el propietario de los datos? (datos sobre nuestros hábitos, nuestro ADN, nuestros gustos…). Tenemos experiencia regulando la propiedad de la tierra y la propiedad de la industria, pero “no tenemos mucha experiencia en regular la propiedad de los datos”, los cuales tienen características especiales (fáciles de copiar y de transportar, están en muchos sitios y en muchos formatos…).

¿Qué prefieres? ¿Libertad o igualdad?

5. Comunidad: “La gente lleva vidas cada vez más solitarias en un planeta cada vez más conectado”

Las redes sociales están rompiendo aún más las comunidades íntimas, las cuales ya están bastante sustituidas por gobiernos y empresas. Facebook se propuso conectar a los humanos, pero el escándalo de Cambridge Analytica reveló que se recogían datos “para manipular las elecciones en todo el mundo”. En teoría, las redes sociales pueden contribuir a fortalecer el tejido social y a hacer que el mundo esté más unido (ingeniería social), pero es complicado porque eso choca con intereses empresariales. Mientras la gente esté más interesada en el ciberespacio que en lo que pasa en su calle hay mayores posibilidades de manipularlo y de sacarle el dinero online. No olvidemos que los gigantes tecnológicos han sido acusados repetidas veces de evasión fiscal. ¿Es creíble que empresas que no pagan sus impuestos nos vayan a ayudar realmente a crear comunidades fuera del mundo virtual?

6. Civilización: Solo existe ya una civilización

Harari desmonta la teoría de que hay un choque de civilizaciones, pues en realidad la globalización tiende a unir cada vez más a la gente y no es posible, ni deseable, dar marcha atrás. “Hace diez mil años la humanidad estaba dividida en incontables tribus aisladas. Con cada milenio que pasaba, estas tribus se fusionaron en grupos cada vez mayores”. El proceso de unificación de la humanidad se ve claro si uno piensa los vínculos que hay entre los distintos grupos y las prácticas comunes entre ellos. Con sus diferencias, todos los países aceptan una serie de protocolos diplomáticos, leyes internacionales… y participan en los Juegos Olímpicos bajo las mismas reglas, lo cual es “un asombroso acuerdo global” y debemos “sentir orgullo porque la humanidad sea capaz de organizar un acontecimiento de este tipo”. Más aún, todos comparten similares reglas económicas, confianza en el dinero, los médicos comparten conocimientos y tienen similares protocolos… “La gente tiene todavía diferentes religiones e identidades nacionales. Pero cuando se trata de asuntos prácticos (…) casi todos pertenecemos a la misma civilización“. Nuestras diversas opiniones traerán debates y conflictos, pero eso nos hará aún más conectados, más interdependientes.

7. Nacionalismo: La historia tiende a unirnos, no a separarnos

El Brexit o el nacionalismo en Cataluña… ¿a qué se deben? ¿pueden dar respuestas a los problemas más importantes? Las formas moderadas de patriotismo pueden ser benignas. “El problema empieza cuando el patriotismo benigno se metamorfosea en ultranacionalismo patriotero”, lo cual es “terreno fértil para los conflictos violentos”. En el pasado era razonable buscar seguridad y sentido en el regazo de la nación, pero hoy, sin negar eso, tenemos al menos tres retos que nos obligan a trabajar más conjuntamente. La guerra nuclear es el primero y ciertamente en este campo lo estamos haciendo bien: a pesar de las guerras, hoy mueren menos personas por violencia humana que por obesidad, accidentes de tráfico o suicidio. El miedo a la guerra nuclear hace que los estados poderosos piensen bien antes de meterse en una guerra que sería desastrosa para el planeta.Resumen del libro "Sapiens", muy recomendable. Haz click para leerlo.

El segundo reto es el cambio climático y el desastre ambiental  (contaminación de la agricultura, pérdida de biodiversidad…). “Un agricultor que cultive maíz en Iowa podría, sin saberlo, estar matando peces en el golfo de México”. Homo sapiens ha pasado de ser un asesino ecológico en serie (como explica Harari en su libro Sapiens) a ser un asesino ecológico en masa. “Los científicos están de acuerdo en que las actividades humanas (…) hacen que el clima de la Tierra cambie a un ritmo alarmante. (…) Es fundamental que realmente hagamos algo al respecto ahora”. Harari tiene claro que el nacionalismo no puede sino empeorar la respuesta a este problema, porque las actuaciones “para ser efectivas, tienen que emprenderse a un nivel global”. Harari subraya que la industria de la carne, además del enorme sufrimiento que infringe, “es una de las principales causas del calentamiento global, una de las principales consumidoras de antibióticos y venenos, y una de las mayores contaminadoras de aire, tierra y agua” (producir 1 kilo de carne puede consumir 15.000 litros de agua).

El tercer reto es la disrupción tecnológica (biotecnología e infotecnología). A muchos nacionalistas les gustaría volver a tiempos pasados, pero eso es algo imposible. Estos tres retos pueden servir para “forjar una identidad común” que permita afrontar los riesgos. Por supuesto, queda espacio para “ese patriotismo que celebra la singularidad de mi nación y destaca mis obligaciones especiales hacia ella”. Harari ve claro que debemos “globalizar nuestra política”, lo cual no implica necesariamente un gobierno global, sino que todos los gobiernos (nacionales o de ciudades) “den mucha más relevancia a los problemas y los intereses globales”. Por ejemplo, recientemente muchas ciudades se han propuesto muchos retos en el llamado Pacto de Milán, como por ejemplo reducir el consumo de carne.

8. Religión: ¿Una ayuda para la unión del mundo o un inconveniente?

¿Pueden las religiones ayudar a resolver los problemas? Para Harari hay tres tipos de problemas —técnicos, políticos y de identidad— y las religiones solo pueden ayudar en el último tipo. Precisamente porque no ofrecen soluciones interesantes a los dos primeros tipos de problemas, “la autoridad religiosa ha estado reduciéndose”. Por ejemplo, cada vez menos gente acude a la religión ante problemas de salud, y si acude, lo hace después de acudir a la ciencia. A nivel político tampoco la religión ofrece alternativas globales a los retos actuales. De hecho, en muchos casos se desoye la religión cuando están en juego intereses políticos. Harari dice que “aunque algunas de las cosas que dijo Jesús suenan a comunismo total, (…) buenos capitalistas norteamericanos seguían leyendo el Sermón de la Montaña sin apenas darse cuenta”. Otras veces es la religión la que intenta meterse en política, con escaso éxito. Tal es el caso de la encíclica “ecológica” del Papa Francisco, “Laudato Si” (véase aquí un resumen sobre ella).

Las religiones determinan quiénes somos y quiénes son los demás. Es aquí donde la religión puede jugar un papel importante. Las religiones continuarán siendo importantes y pueden contribuir a la unión del mundo pero, como el nacionalismo, en demasiados casos lo que hacen es dividir y generar hostilidades.

9. Inmigración: La discriminación por la cultura genera injusticias

“Aunque la globalización ha reducido muchísimo las diferencias culturales en todo el planeta, a la vez ha hecho que sea más fácil toparse con extranjeros y que nos sintamos molestos por sus rarezas”. Pero las migraciones son naturales en el hombre a lo largo de toda su historia, y hoy el problema más grave está en Europa. La Unión Europea ha conseguido convivir con las diferencias entre los distintos países pero tiene problemas para convivir con todos los inmigrantes y refugiados que llegan.

Para Harari, “mientras no sepamos si la integración es un deber o un favor, qué nivel de integración se exige a los inmigrantes y con qué rapidez los países anfitriones deben tratarlos como ciudadanos de pleno derecho, no podremos juzgar si las dos partes cumplen sus obligaciones”. Pero si esa evaluación se hace de forma colectiva pueden generarse injusticias. Por otra parte, cada cultura tiene distinto nivel de aceptación a otros. Harari resalta que “Alemania ha acogido a más refugiados sirios de los que han sido aceptados en Arabia Saudí”.

Harari dice que la gente “lucha contra el racismo tradicional sin darse cuenta de que el frente de batalla ha cambiado”, porque ahora hay discriminación por la cultura (que este autor llama «culturismo»). Así, muchas veces se culpa a los inmigrantes de tener una cultura y valores no adecuados, pero por otra parte, “en muchos casos, hay pocas razones para adoptar la cultura dominante y en muchos otros se trata de una misión casi imposible”, pues podría, por ejemplo, requerir un nivel económico o educativo imposible de alcanzar por las clases inferiores (sean o no inmigrantes). Los dos grandes problemas de la discriminación por la cultura son:

  1. Usan afirmaciones generales, poco objetivas, que evalúan una cultura como superior a otra, sin hacer una valoración completa y objetiva.
  2. Discriminan a individuos concretos en base a esas afirmaciones generales.

“Si 500 millones de europeos ricos no son capaces de acoger a unos pocos millones de refugiados pobres, ¿qué probabilidades tiene la humanidad de superar los conflictos de mucha más enjundia que acosan a nuestra civilización global?”. “La humanidad puede dar la talla si mantenemos nuestros temores bajo control y somos un poco más humildes respecto a nuestras opiniones”.

10. Terrorismo: los terroristas son débiles y su arma es el miedo

Los terroristas “matan a muy pocas personas, pero aún así consiguen aterrorizar a miles de millones”. Desde el 11-S los terroristas han matado anualmente a unas 50 personas en la UE, 10 en EE.UU…. y hasta 25.000 en el mundo (principalmente en Irak, Afganistán, Pakistán, Nigeria y Siria). “En comparación, los accidentes de tráfico matan anualmente a unos 80.000 europeos, 40.000 norteamericanos (…) y 1,25 millones de personas en todo el mundo”. Por su parte, la contaminación atmosférica mata a unos 7 millones y nuevas formas de contaminación nos invaden con efectos desconocidos.

“Existe una desproporción asombrosa entre la fuerza real de los terroristas y el miedo que consiguen inspirar”, pero ellos son débiles. Si tomamos conciencia de su debilidad, ellos serán aún más débiles, porque su mayor poder radica en el miedo que generan. Por supuesto, los gobiernos y los medios de comunicación deben luchar contra el terrorismo e informar, pero evitando la histeria. “El dinero, el tiempo y el capital político invertido en luchar contra el terrorismo no se han invertido en luchar contra el calentamiento global, el sida y la pobreza; en aportar paz y prosperidad al África subsahariana, o en forjar mejores vínculos” entre las naciones del mundo.

11. Guerra: hoy se pierde más con las guerras de lo que se gana

El militar japonés Tojo fue el culpable de que Japón se metiera en la Segunda Guerra Mundial. Sus malas decisiones generaron millones de muertos. Fue juzgado por un tribunal internacional y condenado a muerte en la horca.“Las últimas décadas han sido las más pacíficas de la historia de la humanidad” (ver datos). Antiguamente, ganar una guerra era un símbolo de prosperidad pero las cosas han cambiado. Hoy las guerras no traen prosperidad, sino miseria, porque “los principales activos económicos consisten en el conocimiento técnico e institucional más que en los trigales, las minas de oro o incluso los campos petrolíferos, y el conocimiento no se conquista mediante la guerra“. De hecho, tras la Segunda Guerra Mundial, las potencias derrotadas prosperaron como nunca antes (Alemania, Japón…). La guerra fue producto de un “error de cálculo”. Pensaron que sin nuevas conquistas estaban condenados al estancamiento económico, pero se equivocaron. Por todo esto, las nuevas guerras merecen menos la pena, pero Harari nos advierte de que no podemos confiarnos, pues “los humanos son propensos a dedicarse a actividades autodestructivas”. Y dado que un detonante de la guerra es el sentimiento de superioridad, Harari recomienda “una dosis de humildad”.

12. Humildad: ¿Y si aprendemos más de las demás culturas?

“La mayoría de la gente suele creer que es el centro del mundo y su cultura, el eje de la historia”. Pero no es así. La historia de la humanidad empezó mucho antes que las culturas actuales y continuará, tal vez, tras ellas. Harari dice que su pueblo, los judíos, “piensan también que son lo más importante del mundo”, para luego pasar a desmontar punto por punto esa “desfachatez”, desde el origen de la ética hasta las importantes contribuciones científicas de los judíos. Con respecto a lo primero, “todos los animales sociales, como lobos, delfines y monos, poseen códigos éticos, adaptados por la evolución”, así como sentimientos que muchos atribuyen solo a humanos. Además, Buda, Mahavira o Confucio crearon sistemas morales anteriores al judaísmo. Por tanto, “humanos de todas las creencias harían bien en tomarse más en serio la humildad”.

13. Dios: ¿Quién dice lo que es correcto?

Dios puede verse como un enigma del que “no sabemos absolutamente nada”, o bien, como un “legislador severo y mundano, acerca del cual sabemos demasiado”, pues se han escrito bibliotecas enteras, y se ha usado el nombre de Dios para justificar intereses de todo tipo. Aunque las religiones pueden generar amor y paz, también han generado odio y violencia y por eso, para Harari no son estrictamente necesarias, pues la moral se puede justificar sin acudir a Dios. “Hacer daño a los demás siempre me hace daño también a mí”, porque antes de hacer algo mal hay un sentimiento interno que hace daño: “antes de que matemos a alguien, nuestra ira ya ha matado nuestra paz de espíritu”.

14. Laicismo: Ser responsables sin que lo mande Dios

El laicismo no es rechazar todo lo espiritual, sino no confundir verdad con fe, no santificar ningún libro, persona o grupo como poseedores de la verdad absoluta. Y también es el compromiso con la compasión y la comprensión del sufrimiento. Por ejemplo, “la gente secular se abstiene del homicidio no porque algún libro antiguo lo prohíba, sino porque matar inflige un sufrimiento inmenso a seres conscientes”. Es mejor encontrar la motivación en la compasión que en la obediencia divina. Pero el laicismo también se encuentra con dilemas complejos y, en tal caso, “sopesan con cuidado los sentimientos de todas las partes”. El laicismo también valora la responsabilidad: “En lugar de rezar para que ocurran milagros, necesitamos preguntar qué podemos hacer nosotros para ayudar”.

15. Ignorancia: A la gente no le gustan los hechos reales

Sócrates, el defensor de la necesidad de reconocer nuestra ignoranciaLos humanos nos movemos en la ignorancia y en la irracionalidad. “La mayoría de las decisiones humanas se basan en reacciones emocionales y atajos heurísticos más que en análisis racionales. (…) No solo la racionalidad es un mito: también lo es la individualidad. Los humanos rara vez piensan por sí mismos. Más bien piensan en grupos. (…) Es probable que bombardear a la gente con hechos y mostrar su ignorancia individual resulte contraproducente. A la mayoría de las personas no les gustan demasiado los hechos y tampoco parecer estúpidas”. Más aún, los poderosos en vez de aprovechar su poder para obtener una mejor visión de la realidad, suelen emplearlo en distorsionar la verdad. Así, los que buscan la verdad deben alejarse del poder y permitirse “la pérdida de mucho tiempo vagando por aquí y por allá en la periferia” y como hizo Sócrates, “reconocer nuestra propia ignorancia individual”.

16. Justicia: ¿Somos responsables de las injusticias de las empresas?

“Nuestro sentido de la justicia podría estar anticuado”. Dependemos de una red alucinante de lazos económicos y políticos, hasta el punto de costarnos responder preguntas sencillas como de dónde viene mi almuerzo. ¿Podemos ser inocentes de las injusticias que generan las multinacionales? Harari afirma que es erróneo tener en cuenta solo las intenciones sin hacer un esfuerzo sincero por saber lo que se esconde. Pero también sostiene que “el planeta se ha vuelto demasiado complicado para nuestro cerebro de cazadores-recolectores“. “Padecemos problemas globales, sin tener una comunidad global” y por tanto, entender bien tales problemas es misión imposible. Por eso, mientras unos simplifican la realidad para hacerla abarcable, otros se centran en alguna historia conmovedora olvidando los demás datos, otros inventan teorías conspiratorias, y otros depositan su confianza en algún líder o teoría, porque “la complejidad de la realidad se vuelve tan irritante que nos vemos impelidos a imaginar una doctrina que no pueda cuestionarse” y que nos dé tranquilidad, aunque difícilmente proporcione justicia.

17. Posverdad: Los poderosos siempre mienten

Estamos rodeados de mentiras y ficciones, pero la desinformación no es nada nuevo. El autor comenta varios casos de mentiras históricas, como los relatos falsos de asesinatos rituales por parte de judíos en la Edad Media, lo cual costó la vida a muchos judíos inocentes.

Si el ser humano es capaz de matar por una causa, ¿cómo no va a ser capaz de mentir? De hecho, como explica Harari en su libro anterior, el ser humano conquistó el planeta gracias a su capacidad de crear ficciones. Cuando un grupo cree en las mismas ficciones, son capaces de cooperar de manera eficaz. “Cuando mil personas creen durante un mes algún cuento inventado, esto es una noticia falsa. Cuando mil millones de personas lo creen durante mil años, es una religión, y se nos advierte que no lo llamemos «noticia falsa» para no herir los sentimientos de los fieles”. Pero Harari aclara que no niega “la efectividad ni la benevolencia potencial de la religión”. Las religiones inspiran buenas y malas acciones.

Una de las mentiras más aceptadas en la actualidad procede de los anuncios de las marcas comerciales. Nos cuentan repetidamente un relato hasta que la gente se convence de que es la verdad. Por ejemplo: ¿con qué se asocia la Coca-Cola? ¿Con jóvenes divirtiéndose o con pacientes con diabetes y sobrepeso en un hospital? Beber Coca-Cola aumenta la probabilidad de padecer obesidad y diabetes, y no nos va a hacer jóvenes . ¿Ha funcionado el relato falso que nos cuenta Coca-Cola en su publicidad?

Harari asegura que “si queremos poder, en algún momento tendremos que difundir ficciones”, pues la verdad no siempre gusta a todos. “Como especie, los humanos prefieren el poder a la verdad. Invertimos mucho más tiempo y esfuerzo en intentar controlar el mundo que en intentar entenderlo”. Por eso, “es responsabilidad de todos dedicar tiempo y esfuerzo a descubrir nuestros prejuicios y a verificar nuestras fuentes de información”. Harari ofrece dos reglas para evitar el lavado de cerebro: a) “Si el lector consigue las noticias gratis, podría muy bien ser él el producto”. b) “Haga el esfuerzo para leer la literatura científica relevante”, pues la ciencia suele ser objetiva. Y por eso hace un llamamiento a los científicos a hacer oír su voz cuando el debate caiga dentro de su campo.

18. Ciencia ficción: No te puedes librar de la manipulación, pero tú puedes hacerte feliz a ti mismo

La ciencia ficción es un género artístico que ha de tomar importancia, porque modela lo que la gente piensa sobre cuestiones tecnológicas, sociales y económicas de nuestra época, dado que poca gente lee los artículos científicos. Muchas películas de este género, como Matrix, reflejan el miedo a estar atrapado y manipulado y el deseo de liberarse. Sin embargo, “la mente nunca está libre de manipulación”. Por ejemplo, las películas de Hollywood socavan el subconsciente creando paradigmas de lo bueno y lo correcto. Pero cuanto experimentamos en la vida se halla dentro de nuestra mente y nosotros mismos podemos manipularlo también. O sea, no podemos librarnos de la manipulación, pero tampoco necesitamos ir a Fiyi para sentir la alegría.

En la novela Un mundo feliz, Aldous Huxley describe una sociedad idílica, sin sufrimiento ni tristeza. Todo el mundo es virtuoso gracias a soma, una droga que consigue volver a la gente paciente y sin problemas. La gente sabe lo que tiene que hacer y lo hace sin esfuerzo. Es una sociedad libre de mosquitos. Pero hay un personaje, El Salvaje, que se queja alegando que la sociedad se libra de todo lo desagradable en vez de aprender a soportarlo. El Salvaje, reclama su derecho a ser libre con todas las consecuencias y el líder le dice que lo que está reclamando es el derecho a ser desgraciado, a enfermar, a vivir con incertidumbre, a sufrir hambre, miedo… El Salvaje asiente y entonces le permiten salirse de la sociedad para vivir como un ermitaño, un bicho raro en una sociedad que no le entiende y que le lleva a un triste final.

19. Educación: Conócete a ti mismo mejor que los algoritmos

Lo único que podemos asegurar del futuro es que habrá grandes cambios en poco tiempo. ¿Qué debemos enseñar a los jóvenes? Gracias a Internet y a los medios de comunicación, estamos inundados de información, contradictoria casi siempre. En educación, proporcionar más información no es lo más necesario, sino que debemos enseñar a dar sentido a la información y a discriminar lo que es o no importante. Expertos pedagogos recalcan que se deben enseñar «las cuatros CES»: pensamiento crítico, comunicación, colaboración y creatividad.

Esta necesidad de aprender constantemente y de reinventarnos choca con el hecho de que con cincuenta años “no queremos cambios”. Pero además, enseñar resiliencia, enseñar a aceptar los cambios con equilibrio mental es mucho más difícil que enseñar una fórmula de física. Para Harari, el mejor consejo que dar a los jóvenes es que no confíen demasiado en los adultos, pues aunque tengan buenas intenciones no acaban de entender el mundo.

La invención de la agricultura sirvió para enriquecer a una élite minúscula, al tiempo que esclavizaba a la mayoría de la población. Algo similar podría ocurrir con la tecnología. “Si sabes lo que quieres hacer en la vida, tal vez te ayude a obtenerlo. Pero si no lo sabes, a la tecnología le será facilísimo moldear tus objetivos por ti y tomar el control de tu vida“. Por eso, hoy es más importante que nunca algo que han repetido filósofos desde antiguo: Conócete a ti mismo, “saber qué eres y qué quieres en la vida”. Y hoy eso es más importante que nunca porque ahora hay una competencia seria: multinacionales sin conciencia ética (y partidos políticos) están trabajando duro para usar los algoritmos y el big data para conocerte mejor que tú mismo (cada vez que usas tu teléfono o tu tarjeta estás regalando valiosos datos sobre ti mismo). “Vivimos en la época de hackear a humanos” y “si los algoritmos entienden de verdad lo que ocurre dentro de ti mejor que tú mismo, la autoridad pasará a ellos”. Pero si quieres conservar cierto control de tu existencia, tendrás que conocerte bien y saber cómo liberarte porque… “¿Has visto esos zombis que vagan por las calles con la cara pegada a sus teléfonos inteligentes? ¿Crees que controlan la tecnología, o que esta los controla a ellos?”

20. Significado: ¿Para qué dar sentido a nuestras vidas?

¿Cuál es el sentido de la vida? Eterna pregunta para la que “cada generación necesita una respuesta nueva”. El libro sagrado hindú Bhagavad Gita sostiene que cada ser debe seguir su camino concreto (dharma) y si no se sigue, no se hallará paz ni alegría. Ideologías de todo tipo (religiones, política, nacionalismos…) cuentan un relato para hacer que los suyos se sientan importantes, un relato que da trascendencia a sus vidas pero que siempre tiene contradicciones que evitan aclarar. Los nacionalistas, por ejemplo, suelen centrarse solo en el valor de su nación pero no suelen aclarar el porqué de esa superioridad. Para Harari, los relatos que cuentan esas corrientes de pensamiento son invenciones humanas y siempre tienen errores. Sin embargo, esas invenciones humanas nos han permitido colaborar entre nosotros y montar sociedades complejas que podrían desmoronarse si todos nos damos cuenta de que esos relatos son falsos: “La mayoría de los relatos se mantienen cohesionados por el peso de su techo más que por la solidez de sus cimientos” (y el peso del techo representa el peligro que hay al mostrar que los cimientos son débiles).

“Si queremos conocer la verdad última de la vida, ritos y rituales son un obstáculo enorme”. Los ritos solo sirven para ayudar a mantener relatos falsos, pero también cierta armonía y estabilidad social. “Una vez que sufrimos por un relato, eso suele bastar para convencernos de que el relato es real”, porque el sufrimiento es de las cosas más reales que existen. Dado que a la gente no le gusta admitir que es tonta, cuanto más se sacrifica por una causa, más se fortalece su fe en ella. También se usa el sufrimiento hacia los demás, y dado que a la gente no le gusta admitir que es cruel, también fortalece la fe en una causa el hacer sufrir a los demás por ella. Ese “sufrimiento” (o esfuerzo) puede ser de muchos tipos: corporal, dedicación de dinero o tiempo… Harari pregunta: “¿Por qué cree el lector que las mujeres piden a sus amantes que les regalen anillos de diamantes?”. Creen que cuanto mayor es el sacrificio mayor es el compromiso. Por todo esto, los embaucadores adoran las palabras sacrificio, eternidad, pureza, redención…

Para dar sentido trascendente a la vida, algunos se centran en dejar tras la muerte algo tangible (un poema, genes…), pero puede ser complicado y, al fin y al cabo, ni siquiera el planeta es eterno (dentro de 7.700 millones de años el Sol absorberá la Tierra y el fin del universo llegará, aunque tarde al menos 13.000 millones de años). Con ese panorama, Harari se pregunta: “¿No será suficiente con que hagamos que el mundo sea un poco mejor? Podemos ayudar a alguien, y ese alguien ayudará a continuación a alguna otra persona, y así contribuiremos a la mejora general del mundo y seremos un pequeño eslabón en la gran cadena de la bondad“. En el fondo, el amor es más seguro que los demás relatos.

La gente corriente suele creer en varios relatos a la vez, sentir distintas identidades, y muchas veces hay contradicciones importantes, porque en el fondo no están convencidos de su propias creencias. La historia está llena de estas “disonancias cognitivas”. Un ejemplo son los que han ido a la guerra para defender el cristianismo, religión del amor. Pero aún hoy día hay muchos cristianos que se oponen a las políticas de bienestar social, que se oponen a ayudar a los inmigrantes o que apoyan las armas, por ejemplo. También es fácil encontrar gente que se lamenta de la injusta distribución de la riqueza pero tienen inversiones en bolsa, cuando es bien sabido que invertir en bolsa genera injusticias y desigualdad (y si tu banco no es ético también estás colaborando con sucios negocios).

Nuestros deseos nos llevan a actuar y Harari sostiene que somos libres para elegir nuestras acciones, pero no nuestros deseos. Muy poca gente es la que controla sus pensamientos. Para la mayoría, los pensamientos vienen y van de forma caótica y descontrolada. Algunas religiones enseñan a controlar la mente. Buda enseño que hay tres realidades básicas del universo: que todo cambia sin cesar, que no hay nada eterno y que nada es completamente satisfactorio. Aceptando esto, el sufrimiento cesa: “según Buda la vida no tiene sentido, y la gente no necesita crear ningún sentido”. El consejo de Buda es: «No hagas nada. Absolutamente nada». “Todo problema radica en que no paramos de hacer cosas” (física o mentalmente). No hacer nada es conseguir que la mente tampoco haga nada.

21. Meditación, para conocernos mejor

Haz click para aprender la bases teóricas e históricas del hinduísmo, la meditación, el tantra, el yoga...En el último capítulo, el autor nos cuenta su experiencia personal aclarando que no tiene porqué funcionar bien a todo el mundo. Casi por casualidad, descubrió la meditación Vipassana (introspección) que, simplificando, consiste en centrar la atención en algo concreto, como el aire que entra y sale por la nariz. La gente corriente es incapaz de mantener esta atención de forma prolongada y Harari confiesa que al instante perdía la concentración. El objetivo de esta meditación es observar las sensaciones personales. Cuando uno se enfada se centra en pensar en el objeto que supuestamente provoca el enfado y no la realidad sensorial. Harari dice que aprendió más cosas sobre sí mismo y los humanos observando sus sensaciones en diez días que durante el resto de su vida hasta ese momento y, además, sin tener que aceptar cuentos o mitologías. Basta solo con observar la realidad como es.

El origen del sufrimiento está en la propia mente. Cuando deseamos que ocurra algo y no ocurre, generamos sufrimiento. Es una reacción de la mente. Es la mente la que provoca el sufrimiento. “Aprender esto es el primer paso para dejar de generar más sufrimiento”. La meditación es cualquier método de observación directa de nuestra propia mente y, aunque la han usado muchas religiones, la meditación no es necesariamente religiosa. La meditación Vipassana advierte que no se debe practicar solo como búsqueda de experiencias especiales, sino para comprender la realidad de nuestra propia mente, aprovechando todo tipo de sensaciones por simples que sean (calor, picor…).

Meditar te ahorrará tus sufrimientosHarari dice que medita dos horas diarias y que le ayuda al resto de tareas del día. Además, recomienda meditar para conocernos a nosotros mismos, antes de que los algoritmos decidan por nosotros quiénes somos realmente.

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  2. De Yuval Noah Harari:
  3. Dos Erres URGENTES: Renta básica y Reducción de la jornada laboral.
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7 Noviembre 2025 at 08:00
Por: Nuria

Artículo original publicado en juantorreslopez.com por Luciana Ghiotto

Apostaría a que la mayoría de las personas que lean este artículo no han oído hablar nunca de las «monedas estables» (stablecoins, en inglés), a pesar de que son una de las innovaciones financieras más importantes de los últimos tiempos y, sobre todo, a pesar de que su uso mal regulado entraña un gran peligro, como voy a tratar de explicar a continuación de la forma más clara y resumida posible.

¿Qué es una moneda estable?

Una moneda estable es un tipo de criptomoneda con una característica singular.

Como criptomoneda, una moneda estable es lo que hoy día se llama un token, es decir, algo sin soporte físico que representa un valor, como una ficha (token, en inglés) o un código. Su existencia se basa en algo inmaterial como un algoritmo (un conjunto de tareas u operaciones definidas para plantear o resolver algún problema) o una «cadena de bloques» (blockchain, en inglés) que es un gran conjunto de datos (una especie de gran libro de contabilidad digital) organizados en bloques entrelazados con operaciones complejas que le proporcionan seguridad.

Como todas las demás criptomonedas, las monedas estables son un activo (cualquier cosa en poder de alguien y que puede proporcionar rendimiento) de naturaleza digital, cuyo propietario tiene la clave para poder desbloquearlo y realizar así transacciones por un precio equivalente al que tenga en ese momento.

La característica singular de las monedas estables es que su precio no va a variar (de ahí su nombre). Eso es posible porque, a diferencia de lo que sucede con las demás criptomonedas -que depende de la oferta y demanda que de ellas haya en el mercado-, las monedas estables fijan su precio en relación con algún otro activo (una moneda oficial u otra criptomoneda) y lo mantienen siempre constante.

Para que eso sea posible, quien las emite (en principio, cualquier sujeto) crea al mismo tiempo herramientas de estabilización. Su funcionamiento es complejo y no lo voy a explicar aquí. Baste saber que pueden ser los llamados «activos de reserva» que se pueden ir canjeando en cualquier momento para asegurar que la moneda estable mantiene su valor, o bien algoritmos que automáticamente llevan a cabo operaciones de compra y venta para estabilizarlo.

Crecimiento vertiginoso

Aunque empezaron como algo anecdótico y de poco alcance, la expansión de estas monedas estables es hoy día extraordinaria. Según los datos que proporciona la plataforma Allium Labs, el valor total de las que están en circulación a primeros de octubre de 2025 era de 260.000 millones de dólares (según coingecko, 312.000 millones), 65 veces más que hace tan sólo 5 años. En los últimos doce meses se habrían utilizado para realizar 9.600 millones de transacciones por un valor total de 46,8 billones de dólares. De ser así (otras estimaciones dan valores más bajos) significa que casi triplican el valor de las realizadas con tarjetas Visa.

¿Para qué usar monedas estables?

Cuando se conoce la extraordinaria expansión de las monedas estables es inevitable que surja una pregunta: ¿qué sentido o interés tiene utilizarlas si están referenciadas en dólares o en cualquier otra moneda por un valor que no va a cambiar? Es decir, ¿no es lo mismo que usar estas monedas?

Podría decirse que se usan porque hoy día pueden ser más rápidas y menos costosas que las transacciones realizadas, por ejemplo, con tarjetas de crédito o débito. Aunque eso quizá no sea del todo exacto y sea una ventaja que seguramente desaparecería si estas últimas tuvieran que competir con las monedas estables, porque el retraso y las comisiones que cobran sólamente son el resultado de su poder de mercado y no de razones tecnológicas insuperables. 

También se podría justificar su uso por la estabilidad, pero en su breve historia ya se ha podido comprobar que las monedas estables no son tan estables como dice su nombre. Ha habido un buen número de casos de desvinculación del dólar o de imposibilidad de liquidar. Sencillamente porque, como diré enseguida, carecen de garantía o de una institución que las respalde.

Igualmente, podría argumentarse que se utilizan pero básicamente en operaciones específicas y no en las transacciones comerciales más habituales. De hecho, su uso principal (90 %) es la compra y venta de criptomonedas y la realización de operaciones en las llamadas finanzas descentralizadas, es decir, las que se mueven al margen de la banca y la bolsa tradicionales. Pero la opinión generalizada es que su próxima e inmediata batalla será la de superar las dificultades que su utilización supone hoy día para el comercio generalizado y expandirse también entre las transacciones más convencionales.

Algunos economistas, como Paul Krugman, creen que esto último no tiene sentido: «No hay nada que se pueda hacer con ellas que no se pueda hacer de forma más económica y sencilla con tarjetas de débito, transferencias bancarias, etc. Es decir, ¿por qué no usar dólares en lugar de tokens que supuestamente están respaldados por dólares?».

El verdadero interés de las monedas estables

A pesar de las desventajas y limitaciones que acabo de señalar, la pregunta de Krugman tiene respuestas. Sí que hay razones por las que está interesando impulsar el crecimiento de las monedas estables, aunque no son las que habitualmente se están dando por quienes las defienden.

Por supuesto y en primer lugar, la que el propio Krugman señala: con las monedas estables se pueden hacer operaciones sin dejar rastro, puesto que su uso es completamente anónimo. Según un informe de Chainanalysis, el 60 % de las transacciones ilegales de criptomonedas (estafas, evasión fiscal y de controles de capital o blanqueo) y en el 80 % de todas las transacciones de criptomonedas por regímenes sancionados y grupos terroristas llevadas a cabo en 2023 se realizaron con monedas estables.

En segundo lugar, las monedas estables van a seguir expandiéndose porque lo desean las grandes corporaciones que dominan el mundo e imponen la agenda de los gobiernos porque serán ellas las que hagan un gran negocio creándolas a su antojo. Cuando las emitan, cuando creen sus propios medios de pago, podrán desentenderse (al menos, en muy gran medida) de las restricciones monetarias que establecen los bancos centrales o los gobiernos, crear sus propios medios de pago, y convertirse en auténticas entidades financieras, dando créditos y financiando a otros o a sí mismas, libremente y con rentabilidad. Además de tener una gran cantidad de datos e información personal de quienes las utilicen.

En tercer lugar, también están interesados en la utilización de las monedas estables quienes realizan remesas transfronteras de cierto valor (un 6 % del total de su uso) y gobiernos y empresas de países con alta inflación, divisas frágiles o inestables, y sistemas bancarios poco fiables. Aunque es cierto que otros, sin embargo, las rechazan precisamente por los motivos que señalo a continuación.

En cuarto lugar, no se puede olvidar que, hoy día, el 97,4% por las monedas estables está referenciado en dólares. Eso quiere decir que, en la práctica totalidad de los casos, disponer de monedas estables equivale a ser titular de un depósito en esa moneda; usar monedas estables vinculadas al dólar sería lo mismo, en realidad, que utilizar dólares.

Por tanto, es Estados Unidos quien está claramente interesado en que se incremente lo más posible la circulación de monedas estables, emitidas como he dicho por todo tipo de grandes empresas, porque eso es lo mismo que incrementar el uso del dólar cuando este, como ya es bien sabido, está siendo mucho menos deseado o incluso rechazado por muchos países. Fue el propio presidente Donald Trump quien reconoció expresamente en su orden ejecutiva de 23 de enero de 2025 que era política de su Administración «promover y proteger la soberanía del dólar de los Estados Unidos, incluso mediante acciones para promover el desarrollo y el crecimiento de monedas estables respaldadas por dólares legales y legítimas en todo el mundo».

Y con ese fin, Trump firmó el pasado18 de julio la llamada ley Genius (Ley de Orientación y Establecimiento de Innovación Nacional para Stablecoins de Estados Unidos) que había sido aprobada en el Senado y la Cámara de Representantes, no sólo con el voto republicano sino también con el de un buen número de legisladores demócratas.

Y es precisamente esta ley la que ha abierto la espita para que las monedas estables (como vía que Estados Unidos quiere utilizar para evitar su declive como potencia monetaria imperial) se conviertan en una bomba financiera de relojería. Entre otras, por las siguiente razones:

– La ley permite que las empresas emisoras de monedas de estables se conviertan en depositantes de fondos y de reservas que no van a estar asegurados de ninguna forma, a diferencia de lo que ocurre con los bancarios que lo están hasta 250.000 dólares, en Estados Unidos.

– El régimen regulatorio que establece para las monedas estables creadas por las grandes empresas es muy débil y no contempla los riesgos que conlleva lo anterior, ni medidas suficientes para evitarlos y hacerles frente.

– En lugar de impedirlo, la ley da amplios poderes a las autoridades para permitir que las empresas emisoras vendan derivados de las monedas estables y todo tipo de productos especulativos, difundiendo el riesgo por todo el sistema financiero.

– No se crea ningún fondo de seguro, ni prestamista de última instancia que pueda garantizar el reembolso si las monedas estables se encuentran con problemas. En realidad, más bien incentiva las quiebras, de modo que al menor problema los emisores se retirarán del mercado.

– No se establecen garantías para que la emisión de monedas estables se sostenga en tecnologías que permitan pagos rápidos, confiables, subsanables en caso de error, y capaces de operar con transacciones de gran volumen al mismo tiempo.

– Aunque la ley establece que los emisores de monedas estables no pueden proporcionar rendimiento a quienes las posean, lo cierto es que esa posibilidad no está claramente prohibida, y de hecho hay plataformas que lo proporcionan. Eso podría ser un mecanismo adicional de drenaje de fondos desde la banca tradicional que puede debilitarla extraordinariamente. A lo cual hay. que añadir que los emisores podrían utilizar la liquidez obtenida para depositarla en los bancos por cantidades superiores a las que están aseguradas, lo que igualmente agranda la vulnerabilidad del sistema financiero.

– Finalmente, la ley no contempla los riesgos que conlleva la gran concentración que se produce hoy día en el sector y la que igualmente habría incluso cuando las grandes empresas comiencen a emitirlas. Si en algún momento hubiera que rescatar a los emisores, lo que antes o después ocurrirá en las condiciones que acabo de señalar, sería extraordinariamente costoso hacerlo, pero no habrá manera de evitar rescatarlos porque se dirá, como en 2008 con los bancos, que son demasiados grandes para dejarlos caer.

Una irresponsabilidad que, eso sí, hace aún más ricos a los multimillonarios, empezando por Donald Trump

El impulso a las monedas estables con la regulación que está estableciendo Estados Unidos comporta un riesgo financiero muy grande y sistémico, porque cualquier crisis se extendería al conjunto de la economía. Su enorme expansión se asume sólo para tratar de evitar el inevitable declive del dólar por un procedimiento que, mientras tanto, dará enormes beneficios a las grandes corporaciones y a los ya multimillonarios.

Donald Trump, quien hasta poco se había mostrado muy enemigo de las criptomonedas, ha sido inteligente asumiendo que son un instrumento adecuado para aliviar el declive del dólar como moneda imperial. Lo ha aprovechado para convertir el apoyo legal que le presta su Administración en un gran negocio personal y familiar, creando algunas y especulando con información privilegiada. Según Forbes, su fortuna en criptomonedas ya supera todas las propiedades de su cartera inmobiliaria y puede haber ganado unos 1.000 millones de dólares en los últimos nueves meses. 

No está solo. Según Henley & Partners y New World Wealth, en todo el mundo hay 450 personas con activos en criptomonedas por valor de más de 100 millones de dólares y 36 con más de 1.000 millones. Añadan a eso y háganse una idea de lo que ganarán, a las grandes empresas cuando comiencen a emitir en masa monedas estables.

Es para ellos para quien se pone en marcha un negocio colosal. Tan colosal como la crisis que traerá consigo cuando caiga sobre su base, construida sobre humo y especulación constantes, y que volverá a pagar el resto de la población. Salvo que la gente no se deje atontar, despierte, se entere de estas cosas, las difunda y se movilice para evitarlas.

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UE-Mercosur: cheque en blanco para violar derechos humanos y devastar el planeta

15 Septiembre 2025 at 09:00
Por: Nuria

Concentración en Bruselas en contra del tratado con Mercosur. Foto: Tom KucharzConcentración en Bruselas en contra del tratado con Mercosur. Foto: Tom Kucharz

Fotografía: Concentración en Bruselas en contra del tratado con Mercosur. Foto: Tom Kucharz.

Artículo originanl publiado en osalto.gal por Tom Kucharz

«Histórico” fue el adjetivo manoseado hasta el infinito para anunciar a bombo y platillo un acuerdo comercial de la Unión Europea (UE) con los gobiernos del Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay). Primero se publicó el acuerdo en principio, con tan sólo 17 páginas y que no era un “texto legal», con la intención de confundir a la opinión pública mientras aún se está terminando de redactar el tratado final, que tendrá más de 1500 páginas.

Como en las últimas dos semanas se habían multiplicado las críticas por la falta de transparencia de las negociaciones, el gobierno de Uruguay empezó a publicar partes de los textos consolidados del tratado. Presionada por esta circunstancia, la Comisión Europea tuvo que publicar también una parte de los textos legales en su página web. Lo hizo el viernes a las 23:00.

 Una vez finalizada la letra pequeña, habrá una revisión legal del tratado, la traducción en los idiomas de la UE y luego comenzará el proceso de ratificación que puede durar años.

En una entrevista en El Mundo, la comisaria de comercio de la UE, Cecilia Malmström, dijo que «El acuerdo con Mercosur no se puede reabrir ni mejorar». Afirmando así la naturaleza antidemocrática de la política comercial de la UE y enviando una señal clara de que los parlamentos no pintan nada (ni el europeo ni los nacionales), y que ni siquiera los gobiernos puedan modificarlo.

Una cosa parece segura: cuando en octubre se retira la actual Comisión Europea dejará un regalo envenenado. Y se está viendo ya.

Una semana caliente

Las protestas y el debate político en Francia se están extendiendo. El Parlamento holandés ha adoptado 2 mociones sobre el acuerdo comercial, instando al gobierno que se haga público todo y obligándole a evaluar el impacto para la agricultura familiar antes de que el tratado se discute en el Consejo de la UE.
También hubo movilizaciones de agricultoras/es en Irlanda y Bélgica. La manifestación de miles de personas en Dublin fue decisivo en el voto simbólico del parlamento de Irlanda que expresó mayoritariamente su oposición al acuerdo con Mercosur.

Por su parte, el presidente valenciano, Ximo Puig, ha viajado a Bruselas para trasladar a la comisaria de Comercio, Cecilia Malmström, el temor del sector citrícola por los perjuicios económicos que el acuerdo provocaría a la región de Valencia.

En clave geopolítica

No fue casual que la noticia se divulgase justo el día que empezó en Osaka la cumbre del G20. La UE, y muy especialmente la canciller alemana, Angela Merkel, pretendían restarle protagonismo al presidente estadounidense, Donald Trump, y a su política de amenazas constantes, en un momento en el que toda la atención mundial está centrada en las negociaciones EE.UU.-China. Las élites europeas intentan —desesperadamente— recuperar cierto poder económico y político y muy concretamente para el capital transnacional europeo y la economía digital (incluso asumiendo los riesgos por hacerse la foto con el ultra Bolsonaro el mismo día, por cierto, del Orgullo LGTBIQ+).

Un regalo para la oligarquía latinoamericana

El retorno de la derecha a los gobiernos de Argentina y Brasil —gobernados por políticos neoliberales, autoritarios y sumisos a los intereses extranjeros— así como la expulsión ilegal de Venezuela del bloque, habían permitido acelerar el proceso negociador con Bruselas. Pero la mayoría de sus poblaciones sufre una crisis económica que sacude la región y va a peor.
Al presidente argentino Mauricio Macri le puede ayudar a mejorar sus posibilidades en las elecciones presidenciales el 27 de octubre de 2019. En el contexto brasileño, este acuerdo forma parte de un proyecto del golpe institucional contra Dilma Rousseff que continúa. Y al presidente ultraderechista brasileño, Bolsonaro, le ayuda a limpiar su pésima imagen internacional cuando enfrenta varios escándalos. Entre ellos, las revelaciones sobre Sérgio Moro, ministro de Justicia, su falta de parcialidad como juez y amaños con la fiscalía para encarcelar a Lula da Silva. O la detención de un militar de la comitiva presidencial con 39 kilos de cocaína cuando viajaba a Osaka. Ambos utilizan ahora el acuerdo como medio para evitar que la izquierda vuelva a gobernar y blindar las reformas neoliberales que impulsan en la región (como las privatizaciones).

Neocolonial

El mandato con el que la Comisión Europea negocia con Mercosur es de 1999 y se basa en la vieja doctrina que busca reafirmar el papel dominante y neocolonial de la UE en el mundo a través de su política comercial común.
Ambas regiones ya sufren ese modelo comercial depredador. Los países del Mercosur exportan mayoritariamente materias primas —que generan por ejemplo importantes impactos sobre la agricultura y el mundo rural europeos—. A su vez son inundados con productos y servicios de las empresas transnacionales europeas, lo que genera más desempleo, desigualdades, desequilibrios económicos y una concentración de la riqueza.

El modelo Brumadinho

El 25 de enero la empresa minera brasileña Vale, el mayor productor de mineral de hierro del mundo, causó la rotura de una de sus represas con desechos en el estado de Minas Gerais, provocando la muerte a más de 300 personas y derramando millones de metros cúbicos de lodo tóxico que afecta a más de 100 municipios. Sólo tres años antes, una negligencia similar de la multinacional en un pueblo llamado Mariana provocó el peor desastre ecológico en la historia de Brasil y dejó 20 muertos. No son casos aislados. Es el modelo de extractivismo que impera en el Mercosur y el mundo. Los accionistas de VALE, aseguradoras como Mapfre o la industria que compra el hierro (una buena parte llega a Europa), se llenan los bolsillos y las comunidades cargan con todos los impactos sociales y ambientales.
El gobierno español y el IBEX35 sólo piensan en la venta de coches, farmacéuticas o bienes de consumo, la importación barata de soja y minerales o en sacar petróleo en las costas de Brasil o la “Vaca Muerta” de Argentina, sin preocuparles las poblaciones, sus derechos, ni el etorno. Esto completa una forma de genocidio que comenzó con el colonialismo español a partir del siglo XIV.

UE cómplice de Bolsonaro

El acuerdo es una amenaza para los derechos humanos. En el caso de Brasil, ampara a Bolsonaro, quien desde el 1 de enero de 2019 ha arremetido contra los defensores de los derechos humanos y los movimientos sociales, cumpliendo su promesa electoral de «poner un punto final a todos los activismos» del país. Se han registrado un aumento dramático de los ataques contra pueblos indígenas, comunidades afrobrasileñas, líderes comunitarios, campesinos y activistas.
Es muy sintomático que la policía brasileña haya encontrado vínculos entre el asesino de Marielle Franco y la familia Bolsonaro. La feminista, política brasileña y militante de los derechos humanos fue asesinada el 14 de marzo de 2018 por criticar e investigar la intervención militar y policial en las favelas de Río de Janeiro y asesinatos y abusos contra sus habitantes.

Violencia machista y homofobia

Bolsonaro ha declarado la guerra contra las personas LGTBIQ+ y defiende un proyecto político contra las mujeres que busca lapidar derechos y conquistas del movimiento feminista y LGTBIQ+. En su primer discurso tras jurar el cargo, ha prometido “combatir la ideología de género” igual que la extrema derecha en Europa. Pregona impunemente su homofobia (“Brasil no puede ser un paraíso para el turismo gay”) y misoginia (reivindicó el turismo sexual). Sus discursos y políticas que fomentan el odio y la violencia, deberían ser perseguidos y no premiados con un acuerdo de asociación.

Una bomba climática

El acuerdo comercial exacerbará la deforestación al legitimar el desmontaje de regulaciones ambientales y seguir exportando masivamente productos agrícolas a Europa. Por el otro lado, favorecerá la explotación y la quema de combustibles fósiles así como la exportación de automóviles europeos al Mercosur, especialmente de vehículos 4×4 que tienen una gran huella ecológica. La Asociación de Fabricantes Europeos de Automóviles (ACEA) está encantada.

Deforestar la Amazonía

Se prevé aumentar la exportación de carne, soja y agrocombustibles a Europa. En 2018, el 78,5 % de las importaciones de vacuno de la UE ya procedían del Mercosur, uno de los mayores impulsores agrícolas de la pérdida de bosques y un sector responsable además de trabajo esclavo.
Más de 600 científicos europeos y 300 grupos indígenas alertaron a la UE de la deforestación en Brasil. Bolsonaro ha desmantelado protecciones ambientales y ha facilitado el dramático incremento en las tasas de deforestación en la Amazonía, socavando así años de progreso en la materia. Solo el procesador de carne más grande del mundo, la multinacional brasileña JBS, emitió en 2016 más gases con efecto invernadero que Holanda.

Las mentiras de Macron

El presidente francés, Emmanuel Macron, prometió ante la asamblea general de la ONU que no firmaría más acuerdos que comprometieran la lucha contra el cambio climático. En mayo su gobierno dijo en el parlamento francés que no permitiría un tratado con Mercosur.
Macron creía que enfatizando con que Brasil cumpliera con el Acuerdo de París iba ser suficiente para esquivar las críticas por apoyar el tratado con Mercosur. Pero no. El debate en Francia está cogiendo impulso. Manifestaciones de agricultores, protestas de ecologistas, sindicatos y ONG de derechos humanos y división interna en la mayoría gubernamental. La extrema derecha de Le Pen e incluso los republicanos critican el texto como «traición». Acusan a Macron de desproteger la agricultura familiar francesa, un tema muy sensible en el país. Solo el fallido acuerdo comercial con Estados Unidos (TTIP) había suscitado tanta oposición en Francia.

La trampa con el Acuerdo de París

El pre-acuerdo habla de “implementar efectivamente el Acuerdo de París”, pero no es vinculante, como tampoco las alusiones a la deforestación o la biodiversidad. Incluir un lenguaje engañoso sobre clima, derechos laborales y género en los tratados comerciales, proporciona a la élites una coartada perfecta para decir que han abordado el problema, sin realmente hacer nada.
Aunque Bolsonaro haya dicho a Macron que Brasil permanecerá en el Acuerdo de París (a pesar de la presión de Washington), tanto el Ministerio de Medio Ambiente como el Ministerio de Asuntos Exteriores están encabezados por quienes niegan el calentamiento global. Es improbable que tomen las medidas necesarias para implementar el acuerdo.
En estos acuerdos comerciales las medidas para frenar la emergencia climática son consideradas «barreras no arancelarias». Penalizan, por ejemplo, la salida de las energías fósiles, el fomento de la agricultura sostenible o favorecer empresas locales en la contratación pública para los planes de transición energética.

Negocios para la agroindustria, pobreza para el resto

Todos los países involucrados en el acuerdo se encuentran en una situación agronómica catastrófica, con cierre de explotaciones y pérdida masiva de empleos, con la concentración y conflictos por la tenencia de tierras, con suelos esterilizados por el uso masivo de productos fitosanitarios, impactos del cambio climático, así como graves problemas para la salud y la biodiversidad por los pesticidas tóxicos.
Este acuerdo complace los intereses de las multinacionales de la agricultura industrial, pero mina los esfuerzos por una la agricultura sostenible. Cuestiones urgentes como la soberanía alimentaria, la transición al modelo ecológico, el vaciamiento del territorio rural, planes para adaptación al cambio climático o los derechos campesinos son vendidas en el altar del comercio internacional. Se rebajarán o incumplirán aún más las normas sanitarias y ambientales. Las organizaciones agrarias españolas advierten que muchos sectores quedarán desprotegidos.

¿Quién puede tumbar el acuerdo?

Aunque la política comercial sea una competencia exclusiva de la UE, el Acuerdo de Asociación UE-Mercosur será en principio de competencia compartida, al incluir elementos de diálogo político y cooperación. Eso significa que debe ser adoptado primero por el Consejo de la UE (los gobiernos) y por unanimidad (si un sólo gobierno se opone, el tratado cae). Luego, el Parlamento Europeo decide por mayoría. Finalmente, al igual que con el acuerdo comercial con Canadá (CETA), los parlamentos nacionales (y regionales en el caso belga) tendrán la posibilidad de pararlo.
Podría pasar que la Comisión Europea divida el acuerdo en dos partes para acelerar la ratificación. Los gobiernos de la UE decidieron en mayo de 2018 que Bruselas puede dividir los acuerdos comerciales para aprobar sus partes de comercio por una vía rápida excluyendo a los parlamentos nacionales. Este procedimiento ya se aplicó para los acuerdos con Japón, Singapur y Vietnam. Sin embargo, el Consejo decidió el año pasado que México, Mercosur y Chile sigan siendo acuerdos mixtos.
La trampa está en que mientras llegue a los parlamentos nacionales (pueden pasar años e incluso décadas), las partes de “competencia exclusiva” podrían aplicarse de forma provisional después del voto del Parlamento Europeo, sin esperar a la decisión del poder legislativo. Antes de eso, los gobiernos y los parlamentos del Mercosur tendrán que ratificarlo y no está nada claro que eso ocurra sin dificultades.
En marzo el Parlamento Europeo rechazó abrir negociaciones comerciales con Trump. ¿Por qué no puede repetirlo?

Necesitamos movilizarnos

Es posible frustrar el acuerdo y hay muchas oportunidades. Primero, de cara al Consejo de la UE (donde decide el gobierno de Pedro Sánchez), luego en el Parlamento Europeo (donde Iratxe García preside al grupo socialdemócrata S&D) y, si no ha dado frutos, en Las Cortes. Si hay una mayoría para investir a Sánchez como presidente de gobierno, debe haber una mayoría para vetar a estos tratados neoliberales. Necesitaremos un frente amplio entre movimientos ecologistas, feministas, LGTBIQ+, campesinos y organizaciones en defensa de los derechos humanos. Nuestros aliados son los movimientos de resistencia en Europa y América Latina.

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¡¡Basta ya de vasallajes!!

7 Septiembre 2025 at 12:03
Por: Arturo

Fotografía: Ursula von der Leyen, y el presidente de EEUU, Donald Trump en Irlanda.REUTERS/Evelyn Hockstein

Publicado el en Espacio Público

Paco Cantero. Coordinador de Attac Madrid

La imagen de Ursula von der Leyen en el campo de golf de Trump en Escocia el pasado mes de julio, sonriendo mientras sellaba un acuerdo que estrangula la soberanía europea, quedará como símbolo imperecedero de la capitulación continental.

Hace apenas unos días, el mundo fue testigo de un nuevo y grotesco espectáculo de sumisión en el Despacho Oval: Trump, sentado imponente detrás de su escritorio, recibió como súbditos a la propia Von der Leyen y a otros líderes europeos, a quienes hizo esperar de pie, inmóviles y en silencio, mientras él realizaba una llamada directa a Vladimir Putin en Moscú. Este acto, diseñado para demostrar quién manda, es la perfecta ilustración del vasallaje que Europa acepta.

A juicio de ATTAC España, este acuerdo es la certificación de que la Unión Europea, bajo un liderazgo ilegítimo y opaco, ha aceptado convertirse en vasallo energético, industrial y militar de una administración estadounidense abiertamente hostil. La humillación no es solo económica; es democrática, estratégica y existencial.

¿Quién eligió a Ursula von der Leyen para capitular?

La primera y más grave humillación es institucional, ya que ningún órgano democrático europeo otorgó a Von der Leyen mandato para negociar un acuerdo que compromete el futuro de 450 millones de personas. Su elección en 2024 fue un pacto entre élites en salones cerrados, lejos del Parlamento Europeo y la ciudadanía. Analistas como Alberto Alemanno señalan su estilo presidencialista y la creciente demanda de responsabilidad democrática que ignora. ¿Cómo puede una líder debilitada, que ni siquiera conserva el apoyo unánime de su propio partido (PPE), vender el futuro industrial y energético de Europa, así como renunciar a principios básicos de seguridad de la Unión Europea?

640.000 millones de euros para sustituir una dependencia por otra

El núcleo del acuerdo es un acto de sumisión: Europa comprará 640.000 millones de euros en energía estadounidense (petróleo y gas) en tres años. Este compromiso no solo es económicamente irracional (la energía rusa era significativamente más barata) sino técnicamente inviable y estratégicamente suicida:

  • Estados Unidos carece de infraestructura (barcos, plantas de licuefacción) para exportar tal volumen, y llevaría años aumentar la capacidad.
  • Triplicar las importaciones actuales haría que el 60% de la energía europea procediera de EEUU, anulando la diversificación buscada tras la guerra en Ucrania.
  • La UE, mientras predica la transición verde, firma un pacto que la ata a los hidrocarburos hasta 2028.

600.000 millones de euros para vaciar Europa

El segundo pilar del acuerdo es igualmente lesivo: La UE incentivará a sus empresas a invertir 600.000 millones de euros en EEUU, bajo la amenaza de aplicar un 35% a las exportaciones europeas a EEUU si no se cumple. La Comisión admite cínicamente que no puede obligar a las empresas, pero las presionará. Esto equivale a financiar la competencia y acelerar la deslocalización industrial en sectores estratégicos (tecnología, automoción, farmacia), justo cuando Europa necesita reforzar su autonomía. ¿Qué ha sido de ese informe Draghi que proponía un ambicioso Plan de Inversión Conjunto de 800.000 millones anuales para reforzar la base industrial y tecnológica europea? Europa pagará su propia decadencia industrial.

La imposición de un arancel del 15%: un golpe económico estratégico

Además de las cláusulas de inversión forzada, Estados Unidos ha impuesto un arancel general del 15% a la mayoría de los productos europeos que importa. Esta medida, lejos de ser una mera herramienta comercial, es un instrumento de dominación económica que:

  • Asfixia la competitividad de sectores clave europeos al encarecer artificialmente sus precios en el mercado estadounidense.
  • Debilita aún más la industria europea, ya de por sí afectada por la deslocalización y la dependencia energética, al reducir sus exportaciones y marginar su presencia en una de las economías más grandes del mundo.
  • Fomenta la sumisión comercial, pues la Unión Europea se ve forzada a aceptar estas condiciones asimétricas so pena de sufrir represalias aún mayores en caso de incumplir los compromisos de inversión en Estados Unidos.

Eliminación del principio de precaución: la vida y el ambiente al servicio del mercado

Este acuerdo supone una claudicación regulatoria de profundas consecuencias, ya que la Unión Europea ha aceptado de facto la sustitución del principio de precaución (pilar fundamental de la legislación comunitaria en materia de salud pública, alimentación y medio ambiente) por el principio de mercado. Esto significa que, para no crear barreras comerciales injustificadas, se priorizan los intereses económicos y la libre circulación de mercancías sobre la protección de los ciudadanos y el planeta. Es la victoria de la lógica corporativa sobre el interés general.

Cesión de soberanía financiera: el marco de los criptoactivos

La sumisión se extiende también al ámbito financiero. En 2024, la Unión Europea aprobó un Marco Regulatorio para los criptoactivos (MiCA) que, en su propuesta inicial, pretendía limitar la circulación de stablecoins (criptomonedas estables) basadas en divisas extranjeras, como el dólar, para proteger la soberanía monetaria y financiera de la Unión Europea. Sin embargo, ante las presiones de los lobbies financieros y la administración estadounidense, esta limitación fue eliminada. El resultado es que el euro se ve ahora más amenazado por la posible dominación de stablecoins emitidas por grandes corporaciones tecnológicas estadounidenses, que operarán con mínimas restricciones en el mercado único. Es otra cesión de soberanía que allana el camino para que el dólar fortalezca su hegemonía incluso en el espacio digital europeo.

Von der Leyen y el Silencio ante el genocidio palestino

La humillación europea ante Trump no es el único frente de sumisión. Existe una capitulación más grave y moralmente obscena: la complicidad estructural de la Unión Europea en el genocidio del pueblo palestino.

Europa no es solo víctima de la humillación trumpista; es verdugo activo por omisión en Gaza. Al priorizar sus intereses comerciales y geopolíticos con Israel y EEUU, ha traicionado sus propios valores fundacionales. Mientras Von der Leyen aguantaba estoicamente su papel secundario en el Despacho Oval, su Comisión bloqueaba medidas que podrían salvar miles de vidas palestinas. Como advierte Agnés Callamard de Amnistía Internacional: La supervivencia de 2,2 millones de personas palestinas en Gaza depende de que la UE actúe. Hoy esa opción brilla por su ausencia. Europa no solo se desindustrializa, además se deshumaniza.

Gastar el 5% del PIB para enriquecer al Complejo Armamentístico Militar Estadounidense

Trump ha convertido la OTAN en un instrumento de chantaje: exige a los aliados dedicar el 5% de su PIB a defensa, so pena de «dejar de protegerles». Von der Leyen y la mayoría de los gobiernos europeos claudican, aun sabiendo que:

  • Europa no se enfrenta a amenazas existenciales de la magnitud que se pregona. La exigencia carece de una justificación estratégica realista para el nivel de gasto propuesto.
  • El gasto se desvía a comprar armas estadounidenses: Los enormes presupuestos destinados significan que Europa financia principalmente la industria bélica de EEUU en lugar de construir su propia defensa integrada y soberana.
  • Se sacrifican políticas sociales: En varios países, se anuncian recortes en pensiones, sanidad y empleo público, mientras se protege el gasto militar y los intereses de la deuda pública, priorizando los intereses de la industria armamentística y financiera.

La ironía es trágica. Europa gasta más que nunca en defensa, pero es más vulnerable al depender de un aliado que la desprecia y la humilla públicamente, obligándola a financiar su propio sometimiento.

Hacia una Europa Soberana: Democracia, Autonomía Estratégica y Defensa Común

La rendición ante Trump no es inevitable. Para ATTAC España, Europa necesita con urgencia:

  • Reforma democrática radical: La Comisión debe elegirse por sufragio directo y el Parlamento Europeo necesita iniciativa legislativa para que las decisiones vitales dejen de tomarse en salones cerrados.
  • Autonomía energética real: Acelerar un proceso integral de transición energética para minimizar las dependencias de combustibles fósiles basado en políticas intensivas de ahorro energético, generación distribuida, autoconsumo y sometiendo a una estricta planificación eléctrica, ambiental y territorial, el despliegue de grandes instalaciones de energías renovables y de almacenamiento.
  • Inversión industrial pública y protección: Un «New Deal» verde y digital europeo, con mecanismos que prohíban las deslocalizaciones estratégicas y fortalezcan la base industrial comunitaria.
  • Soberanía Tecnológica: Es imperativo destinar recursos masivos (públicos y coordinados a nivel europeo) al desarrollo de tecnologías críticas como los semiconductores, la inteligencia artificial, las telecomunicaciones seguras y la ciberseguridad. Depender de terceros países en estos ámbitos no solo nos debilita económicamente, sino que nos expone a chantajes estratégicos y limita nuestra capacidad de tomar decisiones autónomas en un mundo cada vez más digitalizado.
  • Defensa Común Autónoma: Avanzar de manera decidida en la construcción de una defensa europea integrada y soberana, con estructuras de mando y capacidades propias, que permita tomar decisiones independientes y deje de depender de un protector que exige tributo a cambio de desprecio.

Europa necesita rebelarse

Francia ya sufre recortes, Alemania ve desmantelada su industria automotriz, y así irán cayendo todos los países de la UE bajo una crisis de consecuencias imprevisibles. Si Europa no despierta y pone fin a esta serie interminable de humillaciones, será, no una potencia, sino un espacio colonizado por EEUU. Solo nos queda dos alternativas:

  1. Aceptar esta humillación y quedarnos callados asumiendo todas las consecuencias y convirtiéndonos en un espacio irrelevante.
  2. Exigir un cambio de rumbo radical que priorice de manera urgente:
    • La democratización profunda de las instituciones de la UE.
    • El rechazo a acuerdos comerciales lesivos y a tratos vejatorios que sacrifiquen la soberanía y la dignidad europea.
    • La construcción de una autonomía estratégica real en energía, industria, defensa y tecnología.

La dignidad no se negocia. Es el momento de defenderla.

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Cinismo de clase en Estados Unidos

12 Junio 2025 at 06:35

En Estados Unidos está en marcha una guerra contra los migrantes pobres, a los que se cataloga de personas indeseables, una calificación que hace referencia a los humildes del mundo no importa del país de donde vengan, ni las condiciones de violencia, miseria, hambre, destrucción ambiental que los obliguen a dejar su suelo natal, condiciones que son propiciadas en gran medida por Estados Unidos. Todos los días se conocen nuevas disposiciones jurídicas, restricciones legales y económicas, anuncios amenazantes, con mucha dosis de crueldad, clasismo y racismo.

Quedaría la impresión de que en Estados Unidos ‒un país de inmigrantes‒ se rechaza a todos los extranjeros, con independencia de sus extracción de clase. Esto no es cierto, porque en los Estados Unidos se acoge a ciertos migrantes, que hagan parte del club de los ricos del planeta, predominantemente blancos.  Esto lo evidencian dos hechos de índole clasista: la venta de visas doradas y el asilo de afrikáneres que proceden de Sudáfrica. 

VENTA DE VISAS DORADAS [GOLDEN CARD]

En Estados Unidos existe la Green Card [Carta Verde], una visa especial que se concede a ciertas personas que quieran vivir y trabajar en ese país y quienes la obtengan gozan de los mismos derechos de cualquier ciudadano estadounidense. Los que quieran esa visa deben hacer una solicitud, realizar unos trámites y esperar aprobación oficial del gobierno de Estados Unidos. Donald Trump ha propuesto una nueva visa, la Golden Card [Tarjeta Dorada], la que puede comprarse sin realizar ningún trámite, simplemente desembolsando la “modesta cifra” de cinco millones de dólares [equivalentes a unos veintidós mil millones de pesos colombianos].

Trump es un típico capitalista que ve a Estados Unidos como una gigantesca empresa en la que pueden obtenerse jugosos réditos, a costa de la explotación y miseria de la gran mayoría de la población de ese país y del resto del mundo. Trump demuestra una sólida conciencia y solidaridad de clase, con los de su clase, los capitalistas, multimillonarios y poderosos no importa donde hayan nacido, siempre que tengan como identidad el capital del que dispongan. Con esa perspectiva, Trump ha dicho que esa Tarjeta Dorada va a atraer a inversionistas con dinero líquido, los cuales van a crear empleos y a pagar impuestos, para beneficio de esa economía, a diferencia de los migrantes pobres que son, para esos ricos, un incómodo estorbo, que hay que quitar del camino. A los millonarios que compren su Tarjeta Dorada se les garantiza la ciudadanía de Estados Unidos, pero eso si deben ser de “clase mundial”, gentes de muy “alto nivel”, agregó Trump, del nivel delincuencial que a él lo caracteriza y que forma parte de la identidad de la lumpenburguesía de cualquier lugar del planeta.

ASILO Y REFUGIO A “BLANCOS PUROS” [AFRIKANERES] DE SUDAFRICA

El otro hecho que expresa el claro carácter de clase del gobierno de Donald Trump es el de la acogida jubilosa de 59 “refugiados” de la etnia blanca afrikáners de Sudáfrica. Son “blancos puros” que pertenecen al minoritario sector que mantuvo el Apartheid en ese país durante décadas y sometió con brutalidad a la población negra, la mayoría absoluta, de ese territorio. Descienden directamente de los holandeses que llegaron al sur del continente africano desde 1652. Aunque solo constituyen el 7% de la población de Sudáfrica, acaparan el 50% de la tierra, lo que indica su poder económico.

Para obtener refugio en Estados Unidos han alegado que están siendo sometidos a un genocidio, ejercido contra ellos por ser blancos, por parte de la mayoría negra del país. Y Trump ha usado este argumento como excusa para darles asilo, indicando que “es un genocidio lo que está ocurriendo y “están matando a los granjeros. Da la casualidad de que son blancos”. A lo que había que agregar que no solo son blancos, sino que pertenecen a una fracción de la clase dominante de Sudáfrica.

De ahí que se les acoja como refugiados, se envíe un avión chárter de Estados Unidos para llevarlos hacia ese país y se invente un genocidio. Este término, en boca de genocidas de larga data como son los asociados al poder en Estados Unidos, es falaz, cuando ese país es responsable directo del genocidio de Palestina. Mientras que Israel asesina cada segundo a hombres, niños y mujeres, a los que bombardea en escuelas y hospitales, los acorrala y los mata de hambre, los palestinos [claro pobres y de color oscuro] ni siquiera gozan del derecho a que se reconozca que ellos están viviendo a flor de piel un genocidio sin precedentes en la historia reciente del mundo.

La medida del gobierno de Trump tiene un sesgo genocida de clase y de raza, porque al tiempo que se inventa un genocidio, niega el real, el de Palestina, e incluso acusa a Sudáfrica por haber interpuesto una demanda contra el estado sionista y asesino de Israel. 

Como para que no queden dudas de su clasismo, Trump dispuso que los afrikáneres recién llegados sean alojados en hogares que cuenten con mobiliario y artículos domésticos esenciales. Algo que se les niega a los millones de migrantes que hace años malviven en Estados Unidos y a los que se les encarcela en jaulas o se les expulsa a las cárceles de Bukele en el Salvador.

No solo a los palestinos se les niega cualquier ayuda ‒salvo la humanitaria de bombardearlos a diario‒-sino que se niega el asilo a personas procedentes de Afganistán, Sudán o El Congo, asolados por guerras, guerras que llevan la marca Made in Usa.

La importancia de la clase social

En síntesis, para los multimillonarios todos los privilegios porque se les considera como humanos de primera clase, que merecen las atenciones del gobierno de Estados Unidos y de sus clases dominantes, mientras que a los migrantes pobres, que se les concibe como una plaga indeseable, sucia y apestosa,  se  les persigue con una crueldad de clase, propia del capitalismo realmente existente y no de los manuales de economía neoliberales, que aplauden la “libertad de elegir” que supuestamente proporciona el capitalismo.

Esto indica que la C-L-A-S-E [en inglés C-L-A-S-S], esa impronunciable palabra de cinco letras al decir de Noam Chomsky, es una realidad material que sigue existiendo y su consideración es fundamental para entender lo que sucede hoy en la primera potencia del mundo. En consecuencia, aunque sean importantes otros aspectos, entre ellos el racial y el de género, en última instancia Donald Trump y compañía, con su cinismo y desprecio de clase (CLASISMO) ‒ expresión de la lucha de clases que libran desde arriba los poderosos del mundo contra los trabajadores, los desvalidos, los migrantes pobres‒ evidencian la importancia de la conciencia y solidaridad de clase por parte de los capitalistas de allá y acullá, algo que deberían aprender los miembros de las desorganizadas clases subalternas, tanto en el corazón del imperio como en nuestro heterogéneo mundo periférico y dejar a un lado tanta ideología woke, que despolitiza e inmoviliza en la lucha contra el capitalismo realmente existente.

Publicado en papel en El Colectivo (Medellín), No. 108, junio de 2025.

¿Dónde nos llevan los designios celestiales del imperio?

12 Junio 2025 at 06:16

“En cuanto termine la guerra [Primera Guerra Mundial] podremos someterlos a nuestro modo de pensar, entre otras cosas porque estarán financieramente en nuestras manos”. William Wilson, presidente de EE.UU., en carta al coronel House.

Toda la historia de EE.UU. cabe en una gota de petróleo, en un dólar, en una bala, y la de su clase dirigente para hacer lo que hace, cabe en una sola mentira, la continua remisión de sus quehaceres a su designio divino como raza. No es un asunto menor, no es una casualidad, es el propósito elaborado a partir de una práctica que da como consecuencia una filosofía, un sistema de pensamiento fruto de una guerra permanente que busca “la solución final”.

En la guerra contra España, Doménico Losurdo explica cómo la dirigencia estadounidense reclamaba la libertad y la independencia de la isla de Cuba aduciendo que es que es “tan vecina a nuestras fronteras”, y de paso acusaba al viejo imperio de emplear medidas que son una “desgracia para la civilización cristiana”, mezclando de es manera la idea de pertenencia a EEUU en una llamada atribuyéndose la “democracia, la moral y la religión” apartando o condenando a el viejo imperio español de todo ello por más católico que éste se hiciese llamar. De semejante modo el imperio naciente se daba la autorización sagrada de intervención.

El autor se detiene en McKinley cuando toma la decisión de anexionarse Filipinas declarando que ha tenido un encargo de “Dios Todopoderoso”, pues había rezado para que le iluminase y fue eso lo que hizo que el designio le liberase de toda tribulación, ni siquiera de la posibilidad de permitir que se encargase de la tarea “a Francia o a Alemania, nuestros rivales comerciales en Oriente”, y continua diciendo el autor del ensayo que los filipinos no podían tampoco hacerse cargo porque eran “ineptos para el autogobierno”, y se hundirían en la “anarquía y (el) mal gobierno” peor que lo que hacía el imperio español:

“No nos quedaba más remedio que conservar Filipinas, educar a los filipinos elevándolos, civilizándolos y cristianizándolos, y -con ayuda de Dios- hacer lo mejor para ellos, como nuestros hermanos, para los que también murió Cristo. Y entonces me fui a la cama, me amodorré y dormí profundamente.”

Ha quedado en la historia la destrucción sembrada por el ejército estadounidense, la matanza de la población, la hambruna y las enfermedades causadas de manera general, el encierro de la población en campos de concentración, “y hasta recurriendo en determinados casos al asesinato de todos los varones mayores de diez años.”

El imperio experimenta un gusto por la guerra mezclando robo con encargo divino, la verticalidad de las cuentas y la vara religiosa, y con ese espíritu acomete la primera Guerra Mundial. Entrando en ella es cuando el presidente Wilson, ese que parecía tan “demócrata”, escribe a su coronel House sobre sus “aliados”: “En cuanto termine la guerra podremos someterlos a nuestro modo de pensar, entre otras cosas porque estarán financieramente en nuestras manos”. La grandeza imperial se funda en la degradación de sus mismos aliados, y reforzará semejante “grandeza” con el encargo celestial elaborando la mística con la que educa a los suyos en el afán de conquista sin dar pie a cuestionarse lo hecho mientras anulan los 5 sentidos de la población embutiendo en su ideario las palabras paz, democracia, valores humanos, todo tan manoseado que desaparece el significado.

A partir de aquí Losurdo presenta declaraciones de los presidentes del imperio, todas como se verá insistiendo en la misma elaboración fundamentalista economica-política-religiosa con la que desentenderse de la responsabilidad que cae sobre ellos como clase y aparato de sojuzgamiento mundial. En la Guerra fría Eisenhower, en 1953, declara: “La libertad está en lucha contra la esclavitud; la luz contra las tinieblas”. En otra ocasión ordena a sus oyentes que inclinen la cabeza ante “Dios todopoderoso” y como si se dirigiese a ese su Dios dice: “Que todo se desarrolle para el bien de nuestro amado país y para Tu gloria. Amén”.

Foster Dulles -·un puritano riguroso”, según Churchill-, declara con orgullo: “en el Departamento de Estado nadie conoce la Biblia mejor que yo”. (Éste es el que declaraba que a la juventud había que introducirla en el mundo de la drogadicción, la música sin sentido, y todas las perversiones para controlarla mejor, ese era su “lado práctico”). Aseguraba: “Estamos convencidos de que es necesario hacer que nuestro pensamiento y nuestras prácticas políticas reflejen del modo más fiel posible la fe religiosa según la cual el hombre tiene en Dios su origen y su destino”. Mientras Dulles sostiene que los que se niegan a ponerse de su parte contra la Unión Soviética viven bajo “pecado”, los EEUU dirigen la cruzada como “pueblo moral” que son.

Ronald Reagan, desde 1983 será el conductor moral añadiendo que su “pueblo” es el más fiel a Dios, haciendo de cartel para lanzar la lucha contra “el enemigo ateo” y combatiendo” el pecado y el mal” como manda la “Escritura” y “Nuestro Señor Jesús”.

Clinton comenzó su mandato con las siguientes palabras: “Hoy celebramos el misterio de la resurrección americana”, para luego traer a colación “el pacto de nuestros padres fundadores y el Todopoderoso”. Y añadió: “Nuestra misión es intemporal”. Terminó declarando: “Desde esta cumbre de la celebración escuchamos una llamada de auxilio en el valle. Hemos oído las trompetas, hemos realizado el cambio de guardia. Y ahora, cada uno a su modo y con la ayuda de Dios, debemos responder a la llamada. Gracias y que Dios os bendiga a todos”. Cuando fue reelegido dio “gracias a Dios por haberle hecho nacer americano”.

George W.Bush hizo su campaña electoral con el dogma: “Nuestra nación ha sido elegida por Dios y tiene la misión histórica de ser un modelo para el mundo”.

Todo indica que los imperialistas toman la religión bajo sus intereses expansionistas y exterminadores como medio para dominar a los pueblos y hacer de ellos esclavos.

Para terminar Doménico Losurdo escribe: “Incluso la aniquilación atómica de Hiroshima es ocasión para ensalzar al Todopoderoso, que ha reafirmado clara y justamente su confianza en el pueblo elegido, garantizándole en exclusiva la nueva y terrible arma de destrucción masiva. Así es como argumenta el presidente Truman: “Damos gracias a Dios por haberla puesto a nuestra disposición y no en manos de nuestros enemigos, y le rogamos para que nos enseñe a usarla según Sus disposiciones y Sus designios”. Como se ve, la legitimación y la asistencia divina están garantizadas también para las nuevas Hiroshima Después han figurado como presidentes otros tantos, son figurones que cambian porque el gran capital culebrea para agrupar fuerzas en dirección del objetivo que define a la clase imperial. En situaciones de crisis sistémica como es la que sufre hoy, comprobamos diariamente que su apoyo en ese mandato divino que se atribuyen se infla junto a su mal estado, y busca la Tercera Guerra Mundial, ¿nuclear?, con “aspiraciones de conquista y designio celestial”, en el Norte, en el Sur, en el Este y en el Oeste.

En la actualidad tenemos como emprendedor mercenario de la tarea imperial, con los mismos presupuestos de exterminio, de genocidio, de “Solución final”, bajo el manto bíblico y toda la fraseología “democrática y celestial”, al ente colonial que cuida y arma EE.UU. El último escándalo “civilizatorio divino” fue hace dos días en la ONU votando contra un acuerdo de paz en Gaza.

Toda la historia de EE.UU. cabe en una gota de petróleo, en un dólar, en una bala, y la de su clase dirigente para hacer lo que hace, cabe en una sola mentira, la continua remisión de sus quehaceres a su designio divino como raza.

Ramón Pedregal Casanova es autor de los libros: Gaza 51 días; Palestina. Crónicas de vida y Resistencia; Dietario de Crisis; Belver Yin en la perspectiva de género y Jesús Ferrero; y, Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios. Colaborador del canal Antiimperialistas.com, de la Red en Defensa de la Humanidad.

Rebelión y guerra en Los Ángeles

11 Junio 2025 at 06:57

Como instrumento de las élites estadounidenses y expresión de las ideas más nefastas del supremacismo yanqui, el programa político que encabeza Donald Trump busca recuperar el cercenado poderío imperial de Estados Unidos. Su estrategia: combinar la guerra total a escala global contra los países enemigos, exacerbar la sumisión de países y entes político económicos ya subordinados y construir y eliminar a un enemigo interno en lo nacional.

A través de identificar a los inmigrantes como el enemigo interno, Trump construye el relato de que esa población– en especial la latina, asiática y africana– es la causa de todos los problemas del país. Las redadas contra migrantes se iniciaron bajo el argumento que sólo se deportarían a personas con una situación migratoria irregular que hubieran cometido algún delito. Pronto esto se demostró falso. Las deportaciones al centro de detención en El Salvador y a otros países incluyeron incluso a ciudadanos estadunidenses y a personas sin siquiera una multa de tránsito. Entre los criterios para identificarlos como delincuentes, además de aplicar el criterio racial, era que ellos tenían tatuajes (¡uno de cada tres estadunidenses tiene tatuajes!).

Desde el fin de semana pasado, la política antimigrante de Trump topó con la realidad: una rebelión espontánea de latinos –principalmente mexicanos– en la ciudad de Los Ángeles. Las redadas del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) fueron directamente a centros de trabajo en busca de personas “indocumentadas”. Eso detonó la ira popular. Cientos de personas las enfrentaron, impidiendo sus labores. Los combates se extendieron contra policías, personal de la FBI, de la DEA y de la oficina de seguridad del suelo patrio. Fue entonces que Trump envío a 2 mil tropas de la Guardia Nacional y 500 marines para sofocar la rebelión y, hasta ahora nada han podido hacer.

La Guardia Nacional es la reserva militar de Estados Unidos. Ese cuerpo represivo y de ocupación, fundado en 1663, antes de que Estados Unidos existiera como país independiente, fue enviado sin la anuencia del gobernador de California (algo que no ocurría desde hace 60 años). Su presencia en las calles, atacando a la población, pone en evidencia una guerra civil en curso, que había permanecido soterrada. Los inmigrantes, como enemigo interno, son el objetivo de la guerra interna.

El estado de California representa por sí solo la quinta economía más grande del mundo y Los Ángeles la ciudad más desigual de Estados Unidos. Un tercio de sus residentes viven en la línea de la pobreza. Mientras el precio por metro cuadrado de tierra está entre los 10 más caros del mundo, 80 mil ciudadanos viven en las calles. Es una de las ciudades en que el proceso de desindustrialización de fines del siglo XX avanzó de manera ejemplar con la gentrificación de barrios, la especulación inmobiliaria y la superexplotación de los trabajadores, sacando una renta extraordinaria de los inmigrantes sin papeles.

En la década de 1990, el urbanista crítico Mike Davis en Ciudad de Cuarzo resaltó su carácter de promesa utópica y de vertedero posmoderno del sueño americano. Alertó sobre los desastres sociales que podían venir a causa de la estructura imperante. En 1992, ante la exoneración de cuatro policías que habían golpeado casi hasta la muerte al taxista afro Rodney King, estalló en esa ciudad una revuelta de enorme magnitud: 63 personas fueron asesinadas por la policía, miles fueron detenidas y decenas de miles de negocios fueron incendiados. Por aquel entonces, Los Ángeles era la segunda ciudad con mayor población afro de Estados Unidos. Hoy la revuelta migrante alerta sobre un conflicto de proporciones inéditas: más de 40 por ciento de su población es latina.

No todo es rebeldía. La gente también tiene miedo. El terrorismo de Estado sigue siendo funcional. Los restaurantes mexicanos registran poca afluencia.

Mucha gente teme ser deportada. Algunas personas han dejado de salir de sus hogares. Esta guerra interna amenaza con quebrar lazos comunitarios muy profundos.

La rebelión rebasó a las organizaciones sociales. Los sindicatos están paralizados y sumidos en su periodo de negociación contractual. Las fuerzas más activas y beligerantes son las de las agrupaciones vecinales que luchan por la vivienda, defienden a la población inmigrante y fortalecen la vida comunitaria. Para ellas el desafío de hoy radica en combinar el alzamiento espontáneo con estrategias de resistencia a largo plazo. Identifican que la verdadera batalla será en los barrios y por periodos prolongados.

Si el conflicto se sostiene o aumenta, lo más probable es que las élites políticas intentarán decantar las contradicciones a través de las disputas político electorales entre demócratas y republicanos y sus ONG afines, tratando de hacer discreta una guerra interna que, como ocurre con las guerras externas, requieren tanto del garrote como de la zanahoria.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/06/10/opinion/rebelion-y-guerra-en-los-angeles

Los últimos días de Gaza

11 Junio 2025 at 06:30
Por: Caty R

Esto es el fin. El último capítulo sangriento del genocidio. Pronto terminará todo. En unas semanas como mucho. Hay dos millones de personas acampadas entre los escombros o al aire libre. Docenas de ellas son asesinadas a diario por los proyectiles, los misiles, los drones, las bombas y las balas. Carecen de agua limpia, medicinas y alimento. Han alcanzado el punto de colapso. Enfermos, heridos, aterrorizados, humillados, abandonados, desahuciados, hambrientos, sin esperanza.

En las últimas páginas de esta historia de horror, Israel está provocando sádicamente a los hambrientos palestinos con promesas de comida, atrayéndolos a la estrecha y congestionada franja de tierra de catorce kilómetros que limita con Egipto. Israel y su cínicamente llamada Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, por sus siglas en inglés), supuestamente financiada por el Ministerio de Defensa de Israel y el Mossad, están convirtiendo el hambre en un arma. Están atrayendo a los palestinos al sur de Gaza del mismo modo que los nazis atraían a los judíos hambrientos del gueto de Varsovia para que subieran a los trenes que los llevaban a los campos de exterminio. El objetivo no es alimentar a los palestinos. Nadie sostiene seriamente que haya suficientes alimentos o centros de ayuda. El objetivo no es otro que hacinar a los palestinos en recintos fuertemente vigilados y deportarlos.

Miembros de una empresa privada de seguridad de EE.UU., contratada por la Fundación Humanitaria de Gaza (sic) dirige a los palestinos que se juntan para recibir paquetes de ayuda en un centro de distribución del centro de la Franja de Gaza el 8 de junio de 2025, mientras tropas israelíes disparan bombas de humo (Foto: Eyad vía Getty Images).

¿Qué viene a continuación? Hace tiempo que desistí de intentar predecir el futuro. Pero se producirá una explosión humanitaria final en el matadero humano de Gaza. Lo vemos en las aglomeraciones de palestinos que luchan por conseguir un paquete de alimentos, lo que ha desembocado en que mercenarios israelíes y estadounidenses hayan matado a tiros al menos a 130 personas y herido a más de 700 en los primeros ocho días de distribución de ayuda. Lo vemos con Benjamin Netanyahu armando a bandas vinculadas al ISIS [Estado Islámico de Irak y Siria] en Gaza que saquean los suministros de alimentos. Israel, que ha eliminado a cientos de empleados la UNRWA (la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo), médicos, periodistas, funcionarios y policías en asesinatos selectivos, ha orquestado la implosión de la sociedad civil.

Yo sospecho que Israel facilitará una abertura en la valla que recorre la frontera con Egipto. Los desesperados palestinos saldrán en estampida hacia el Sinaí egipcio. Puede que todo acabe de otra manera, pero acabará pronto. Los palestinos ya no pueden soportar mucho más.

Nosotros –participantes de pleno derecho en este genocidio– habremos logrado nuestro demencial objetivo de vaciar Gaza y expandir el Gran Israel. Habremos bajado el telón del genocidio retransmitido en directo. Nos habremos burlado de los omnipresentes programas universitarios de estudios sobre el Holocausto, diseñados, según parece, no para equiparnos para poner fin a los genocidios, sino para deificar a Israel como una víctima eterna con licencia para llevar a cabo matanzas masivas. El mantra del nunca más es una broma. La idea de que cuando tenemos la capacidad de detener un genocidio y no lo hacemos somos culpables, no se aplica a nosotros. El genocidio es una política pública. Avalado y sostenido por nuestros dos partidos gobernantes [demócratas y republicanos].

No hay nada más que decir. Tal vez ese sea el objetivo: dejarnos sin palabras. ¿Quién no se siente paralizado? Y tal vez ese sea también el objetivo: paralizarnos. ¿Quién no está traumatizado? Tal vez eso también esté planificado. Según parece, nada de lo que hagamos puede detener la masacre. Nos sentimos indefensos. Nos sentimos impotentes. El genocidio como espectáculo.

Yo he dejado de mirar las imágenes. Las filas de cuerpecitos amortajados. Los hombres y mujeres decapitados. Las familias quemadas vivas en sus tiendas. Los niños que han perdido sus extremidades o están paralíticos. Las máscaras mortuorias blanquecinas de aquellos a quienes sacan de los escombros. Los lamentos de dolor. Los rostros demacrados. No puedo mirar más.

Este genocidio nos perseguirá. Resonará en la historia con la fuerza de un tsunami. Nos dividirá para siempre. No hay vuelta atrás.

¿Y cómo recordaremos? No recordando.

Una vez se haya acabado, todos aquellos que lo apoyaron, todos aquellos que lo ignoraron, todo aquellos que no hicieron nada, reescribirán la historia, incluyendo su historia personal. Era difícil encontrar a alguien que admitiera ser nazi en la Alemania de posguerra, o a un miembro del Klu Klux Klan una vez que terminó la segregación en el sur de EE.UU. Una nación de inocentes, de víctimas incluso. Nos encanta pensar que habríamos salvado a Anne Frank, pero la verdad es otra. La verdad es que, paralizados por el miedo, casi todos nosotros sólo nos salvaríamos a nosotros mismos, incluso a costa de los demás. Pero es una verdad difícil de afrontar. Esa es la verdadera lección del Holocausto. Mejor borrarla.

En su libro “Un día, todos habrán estado siempre contra esto”, Omar El Akkad escribe:

“Si un avión no tripulado pulveriza un alma anónima al otro lado del planeta, ¿quién de nosotros quiere montar un escándalo? ¿Y si resulta que era un terrorista? ¿Y si la acusación resulta ser cierta y, por consiguiente, nos tachan de simpatizantes del terrorismo, nos condenan al ostracismo y nos insultan? Por lo general, las personas se sienten más motivadas por lo peor que les pueda pasar. Para algunos, lo peor que les puede pasar es que un misil acabe con su linaje. Toda su vida convertida en escombros y todo ello justificado preventivamente en nombre de la lucha contra terroristas que son terroristas por defecto, por haber sido asesinados. Para otros, lo peor que les puede pasar es que les insulten a gritos”.

(En este vínculo pueden ver mi entrevista con el escritor egipcio-canadiense El Akkad, en inglés).

No se puede diezmar a un pueblo, efectuar bombardeos de saturación durante 20 meses para arrasar sus hogares, sus pueblos y ciudades, masacrar a decenas de miles de inocentes, llevar a cabo un asedio para asegurar la muerte por inanición de miles de personas, expulsarlos de la tierra en la que han vivido durante siglos y no esperar que se produzcan represalias. El genocidio terminará. Comenzará la respuesta al reinado del terror de Estado. Si creen que no ocurrirá no saben nada de la naturaleza humana ni de historia. El asesinato de dos diplomáticos israelíes en Washington y el ataque contra partidarios de Israel en una protesta en Boulder, Colorado, son sólo el principio.

Chaim Engel, que participó en la sublevación del campo de exterminio nazi de Sobibor (Polonia), describió cómo, armado con un cuchillo, atacó a un guardia del campo.

“No es una decisión”, explicó Engel años después. “Simplemente reaccionas, reaccionas instintivamente a eso. Simplemente pensé: `Vamos allá, podemos lanzarnos y hacerlo´. Y lo hice. Fui con el hombre de la oficina y matamos a ese alemán. Con cada puñalada, decía: ‘Esto es por mi padre, esto por mi madre, por toda esta gente, por todos los judíos que mataste’”.

¿Acaso alguien espera que los palestinos actúen de otro modo? ¿Cómo van a reaccionar cuando Europa y Estados Unidos, que se consideran a sí mismos la vanguardia de la civilización, han apoyado un genocidio que ha asesinado a sus padres, a sus hijos, a sus comunidades, ocupado sus tierras y derribado sus hogares y pueblos hasta convertirlos en escombros? ¿Cómo no van a odiar a quienes les hicieron eso?

¿Cuál es la lección que este genocidio ha impartido no solo a los palestinos, sino a todas las personas del Sur Global?

Es inequívoco: no importáis. El derecho humanitario no es aplicable a vosotros. No nos importa vuestro sufrimiento, el asesinato de vuestros hijos. Sois alimañas. Seres despreciables. Merecéis ser asesinados, morir de hambre y ser desahuciados. Deberíais ser borrados de la faz de la tierra.

“Para preservar los valores del mundo civilizado, es necesario incendiar una biblioteca”, escribe El Akkad:

“Volar una mezquita. Incinerar olivos. Vestirse con la lencería de las mujeres que huyeron y luego hacerse fotos. Arrasar universidades. Saquear joyas, obras de arte, alimentos, bancos. Detener a niños por coger verduras. Disparar a niños por tirar piedras. Hacer desfilar a los hombres capturados en ropa interior. Romperle los dientes a un hombre y meterle una escobilla de váter en la boca. Echar perros de combate a un hombre con síndrome de Down y dejarlo morir. De lo contrario, el mundo incivilizado podría ganar.

Hay personas a las que conozco desde hace años a las que no volveré a hablar. Ellas saben lo que está pasando; ¿quién no? No correrán el riesgo de enemistarse con sus colegas, ser difamados como antisemitas, poner en peligro su estatus, sufrir una reprimenda o perder su empleo. No se arriesgan a morir, como hacen los palestinos. Se arriesgan a que se empañen los patéticos monumentos de estatus y riqueza que se han pasado la vida construyendo. Ídolos. Se inclinan ante estos ídolos. Adoran a esos ídolos. Están esclavizados por ellos.

A los pies de esos ídolos yacen decenas de miles de palestinos asesinados.

Fuente: https://chrishedges.substack.com/p/the-last-days-of-gaza

El presente artículo puede reproducirse libremente a condición de que se respete su integridad y se nombre a su autor, a su traductor y a Rebelión como fuente del mismo.

Dos multimillonarios enfrentados por más dinero y poder

11 Junio 2025 at 06:10

Se acaba de cumplir lo que no pocos analistas políticos auguraron: el fin del romance del presidente de EE.UU., Donald Trump, y su controvertido asesor Elon Musk, considerado el hombre más rico del mundo.

Luego de varios meses de amoríos intensos entre los dos multimillonarios, la bronca estalló entre ambos la pasada semana, y de que manera.

Musk anunció su abandono de la Casa Blanca y pocas horas después arremetió con severas críticas y ofensas contra el gobernante de Washington.

Por su parte, Trump, ni corto ni perezoso, respondió a su “expareja” acusándole de consumir drogas, y por esa razón su comportamiento.

En pocos días ya se han dicho de todo, hasta del mal que van a morir, y es de esperar que el enfrentamiento se caliente aun más, a juicio de los analistas.

Detrás de las divergencias, y también delante, están el dinero y la sed de supremacía de dos maniáticos que ansían el trono de un imperio que transita hacia su fin, como le ocurrió al romano en su tiempo por las luchas de poder.

Los mismos expertos alertan que la batalla campal entre los referidos multimillonarios corre el peligro de terminar en una grave crisis política sin precedentes en EE.UU.

Vaticinan, de otro lado, que las ambiciones entre los integrantes de la Casa Blanca pueden dar al traste con el segundo gobierno de Trump.

Concuerdan además en que, igual a Musk, el secretario de estado, Marco Rubio, termine por salirse o sea expulsado del gabinete estadounidense por el actual mandatario.

Las mismas fuentes subrayan que Rubio es otro arribista, y recuerdan que compitió con su ahora jefe por la candidatura a la presidencia por el partido Republicano.

Aunque se den caricias hoy, como antes Musk y Trump, el responsable de la diplomacia de EE.UU. tiene conocidas aspiraciones de convertirse en inquilino de la Casa Blanca.

La confrontación entre ese trio solo ha comenzado, y parafraseando contrariamente a lo que reza un viejo refrán popular, puede que la sangre sí llegue hasta el rio.

Sobre el mito de que Washington abandonó la hipocresía

7 Junio 2025 at 06:15

Tras la visita de Donald Trump a los Estados árabes del Golfo, hubo muchos comentarios sobre un cambio radical que el recién estrenado presidente de EE.UU. supuestamente introdujo en la política exterior estadounidense, en particular hacia la región árabe. Los comentarios se basaban en las declaraciones de Trump durante la visita, en particular sus elogios a lo que describió como los notables éxitos de los regímenes exportadores de petróleo y gas del Golfo, y su insinuación de que la principal fuente de su riqueza es su habilidad para gestionar los asuntos. Acompañó sus elogios con su repetida afirmación de que había puesto en marcha un cambio radical en la política exterior de Washington, de modo que Estados Unidos ya no da lecciones de democracia a otros Estados, ni intenta reconstruir algunos de ellos sobre bases democráticas, en referencia a los fracasos estadounidenses en Irak y Afganistán.

En realidad, el único periodo de la historia moderna en el que se produjo un cambio real, aunque limitado, en la política árabe de Washington fue durante el primer mandato de George W. Bush (2001-2005) y la primera mitad de su segundo mandato (2005-2009). La arrogancia de Estados Unidos en el apogeo de la hegemonía mundial unipolar que experimentó en la última década del siglo pasado, tras el colapso del sistema soviético, dio lugar a la llegada de los neoconservadores al poder en la nueva administración. Los neoconservadores promovieron una ingenua política idealista que fantaseaba con una réplica del papel que Estados Unidos desempeñó en la reconstrucción de Europa Occidental y Japón sobre bases supuestamente democráticas, pero esta vez en la región árabe. De hecho, la ideología neoconservadora proporcionó a la administración Bush un pretexto para su ocupación continuada de Iraq, pretexto que adquirió mayor importancia cuando el pretexto principal original (la mentira de que Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva) se vino abajo.

Washington se embarcó entonces en un intento de construir un sistema democrático en Iraq que se ajustara a sus intereses, tratando de imponerlo al pueblo iraquí a través de legisladores de su propia elección, hasta que el movimiento popular convocado por la autoridad religiosa chií le obligó a aceptar una asamblea constituyente elegida en lugar de una designada por el ocupante. En ese momento, en un esfuerzo por afirmar la sinceridad de sus intenciones, la administración Bush, especialmente a través de Condoleezza Rice tras su ascenso de Consejera de Seguridad Nacional a Secretaria de Estado, declaró que la época en la que se daba prioridad a la estabilidad autoritaria frente a las exigencias de la democracia había terminado, y que había llegado el momento de invertir la ecuación. Esta afirmación fue acompañada de presiones sobre el reino saudí, Kuwait y Egipto para que aplicaran reformas limitadas. En Egipto se desvaneció rápidamente cuando Hosni Mubarak, en la segunda vuelta de las elecciones parlamentarias de 2005, cerró la limitada ventana democrática que había abierto en la primera ronda, sabiendo que los Hermanos Musulmanes serían los principales beneficiarios. Los resultados de la primera vuelta fueron suficientes para respaldar su argumento ante Washington, que posteriormente dejó de ejercer presión sobre él.

Toda la perspectiva idealista de los neoconservadores se vino abajo con el estallido de la guerra civil iraquí en 2006. La administración Bush se deshizo de los neoconservadores más destacados en la segunda mitad del segundo mandato del presidente (2007-2008). Volvió al rumbo que Estados Unidos había seguido a escala mundial desde el comienzo de la Guerra Fría. En el Norte Global, este curso dirigía un discurso ideológico democrático casi exclusivamente a la esfera soviética (Washington acogió al régimen cuasi-fascista portugués entre los miembros fundadores de la OTAN en 1949, y el golpe de Estado en Grecia en 1967 no impidió que este país siguiera siendo miembro de la alianza durante todo el gobierno militar que terminó en 1974).

En el Sur Global, el rumbo realista constituyó la norma. De hecho, Washington desempeñó un papel clave en el derrocamiento por la fuerza de varios regímenes democráticos progresistas y su sustitución por dictaduras de derechas (quizá el más famoso de estos numerosos casos sea el golpe militar de 1973 contra Salvador Allende en Chile). Tanto Barack Obama como Joe Biden han seguido el mismo rumbo hipócrita, independientemente de sus pretensiones. De hecho, la hipocresía alcanzó su punto máximo con Biden, quien tanto en 2021 como en 2023 convocó una «Cumbre por la Democracia» que incluía a figuras prominentes de la galaxia neofascista, como el brasileño Bolsonaro, el filipino Duterte y el indio Modi, por no mencionar, por supuesto, al israelí Netanyahu.

En la región árabe, las pretensiones democráticas de Washington desde la época de la Guerra Fría no le impidieron patrocinar el establecimiento de un régimen impregnado de extremismo religioso en el reino saudí mientras explotaba su riqueza petrolera. Más bien, presionó para que se endureciera o se volviera a endurecer ante la «Revolución Islámica» de Irán en 1979. Así lo señaló el príncipe heredero Mohammed bin Salman en una famosa entrevista tras asumir el cargo, en respuesta a una pregunta sobre el extremismo religioso en el reino, que se había propuesto desmantelar. El pretexto utilizado por Estados Unidos y otros países occidentales con intereses en la región árabe para justificar su silencio sobre el despotismo fue el «respeto a las culturas locales». Es el mismo pretexto utilizado por Donald Trump para justificar su priorización de los intereses estadounidenses y de sus intereses personales y familiares por encima de cualquier otra consideración.

Si Trump ha introducido algún cambio en el rumbo de la política exterior estadounidense, es en el abandono del discurso democrático que esta política había practicado en combinación hipócrita con un realismo que priorizaba los valores materialistas​​ sobre cualquier otro valor. Trump ha abandonado así una de las herramientas de poder blando que Estados Unidos imaginaba poseer sobre el mundo entero hasta su llegada a la Casa Blanca. Sin embargo, el rumbo neofascista que Washington ha adoptado durante el segundo mandato de Trump no es menos hipócrita que antes. El vicepresidente J.D. Vance sermoneó a los gobiernos liberales europeos sobre la «democracia» en defensa de las fuerzas neofascistas en sus propios países, y hemos visto al propio Trump apresurarse a ofrecer asilo a un puñado de granjeros blancos sudafricanos con el pretexto de que estaban siendo sometidos a un genocidio, producto de la imaginación de sus compañeros supremacistas blancos, mientras incitaba a un genocidio real, ciertamente terrible, en Gaza. La moraleja de todo esto es que la hipocresía ha sido la constante más destacada de la política exterior de Washington durante décadas y hasta el día de hoy.

Gilbert Achcar es un académico y escritor socialista libanés.

Traducción: César Ayala para viento sur.

Fuente: https://vientosur.info/sobre-el-mito-de-que-washington-abandono-la-hipocresia/

Imagen de portada: [Waleed Zein – Anadolu Agency]

«Bola de confusión»: la depresión que viene

6 Junio 2025 at 06:35

Cuando pensamos en la economía, la mayoría de nosotros sentimos una «bola de confusión»; esto no es solo una gran canción de la época de R & B (Ritmo y Blues). La frase significa que están sucediendo cosas alrededor que no dejan de confundirnos y por lo tanto, de desestabilizarnos.  Porque al estar confundidos, no es posible moverse. Psicológicamente es ser como un venado inmovilizado por los faros.

Pensemos en la economía de hoy. Estamos entrando en la «era de las tarifas», casi sin precedente en la historia moderna estadounidense. Según los tipos del Fondo Monetario Internacional –especialistas en obtener y guardar dinero que hablan de la acumulación capitalista– la caída en la actividad económica en Estados Unidos se está acercando a tasas comparables a las de 1932. Cuando escuché estas palabras, un escalofrío me recorrió los huesos, porque 1932 marcó la Era de la Gran Depresión.

Escucharán en cada canal, con la posible excepción de Fox o Newsmax, a un economista diciendo que nos estamos acercando a una recesión.  Una recesión significa dos trimestres de actividad económica a la baja, o sea, varios meses, seis meses o más.

Nadie se atreve a usar “la palabra con d”, y no me refiero a la democracia. “La palabra con d” es depresión, una de las palabras más temidas en el idioma inglés, pero el FMI acaba de hablar de esto.  Sus voceros no simplemente sacaron cualquier número al decir 1932.  Hablaron en lenguaje económico  para decirles a otros economistas, historiadores y analistas que la economía se está acercando a una depresión.  Y esta noticia debería preocupar a todos los que vivimos en este país.

Es cierto que la gran mayoría de la actividad económica en Estados Unidos es generada por los consumidores. Esto significa que cuando la gente sale a comprar, se convierte en el motor de la economía estadounidense. Y por eso la economía estadounidense es tan robusta. Pero si eso es cierto, lo contrario también lo es. Cuando haya una falta de ese tipo de actividad económica, entonces la recesión y, sí, la depresión, están en el futuro.

No es nada que celebrar, sino algo en lo que pensar y considerar muy seriamente.

Con amor y sin miedo, soy  Mumia Abu-Jamal.

Estos comentarios se graban por Prison Radio. prisonradio.org

13 de mayo de 2025

The Temptations. Ball of Confusion

Aranceles o globalización, elijan

3 Junio 2025 at 07:29
¿En esta nueva etapa, la (supuesta) democracia seguirá siendo factible? ¿Qué significa que los acompañantes de Trump digan que su libertad es incompatible con la democracia?

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Naomi Klein y el "fascismo del fin de los tiempos"

3 Junio 2025 at 07:26
Entrevista con Naomi Klein :: "Ya se trate de las armas nucleares, ya sea la crisis climática o el genocidio en Palestina, estamos en un momento de peligro sin precedentes"

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Putin quiere toda Ucrania

3 Junio 2025 at 07:22
Eso significa desde la perspectiva rusa la liberación de toda Ucrania del régimen neonazi. Es en este sentido que se quiere toda Ucrania

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La Tercera Guerra Mundial sobre el escritorio

3 Junio 2025 at 06:35

Como cada atardecer en Colonia del Sacramento, estaba sentado bajo los olivos de los abuelos, descansando de una larga jornada en la recogida de tomates en la granja, con mi por entonces amada Historia Universal del Arte de José Ráfols en las rodillas. Alguien (creo que uno de mis tíos, pero no pude ver su rostro) se acercó y me dijo que no estaba sabiendo explicar el problema porque no me estaba haciendo la pregunta correcta.

Me desperté inquieto y pensando en el mismo problema que me había agotado el día anterior. Supe a qué se refería aquel tío desconocido, tal vez el tío muerto en un misterioso accidente hace cuarenta años. En principio era un problema irrelevante: el mismo circo global producido en una casa de gobierno de un poderoso país. Pero la pregunta ausente iba acompañada de una respuesta trágica.

Intentaré explicarme.

La pregunta ausente

Las discusiones sobre las políticas del gobierno de Trump giran en torno a las posibles consecuencias de sus medidas arancelarias que han revuelto medio mundo: las bolsas de valores, la inflación, la reindustrialización, “una prosperidad nunca vista antes”. Todas parten de los decretos y declaraciones de intención del presidente.

Hay algo que está ausente en los medios dominantes en los análisis académicos, y no son las consecuencias ni las intenciones declaradas, sino el origen de todo. No es un origen histórico, sino su opuesto. Es un origen teleológico, un origen y una causa que está (de forma precaria) en el futuro.

Al proceder de esta forma, no sólo encontraremos consistencia de la orgía de aranceles con otras políticas del mismo gobierno, como la guerra contra la inmigración y las universidades, sino también una conclusión dramática.

Antes, resumiré las (significativas) contradicciones de estas políticas y narrativas.

Tarifas

Estados Unidos tiene déficit comercial y un endeudamiento real, aunque no tan grave como Japón. Los genios de los negocios siempre han basado su éxito, a punta de cañón, en la irresponsabilidad propia y las obligaciones ajenas. Es algo muy viejo, pero, como toda crisis, es usada como cortina de humo para el ajuste de los de abajo.

En teoría, los aranceles tendrían el objetivo de equilibrar la balanza financiera, pero las medidas reales revelan algo difícil de etiquetar como ignorancia. Como bien saben los economistas, todos tenemos déficit con nuestro supermercado y superávit con nuestro empleador. Sin embargo, la idea anunciada en abril de 2025 (“El día de la liberación”) consistió en una tabla rasa de aranceles a prácticamente todo el mundo.

En 1890 McKinley produjo la mayor recesión del siglo con una política arancelaria. En 1930, el presidente Hoover agravó la crisis con más políticas arancelarias, produciendo la gran Depresión de los años treinta que obligó al país a socializarse para salir de la catástrofe. Un factor central de esa crisis anunciada por Marx e iniciada en 1929 con el hundimiento de Wall Street, se debió a la sobreproducción de productos industriales que no se podían vender porque los obreros no tenían capacidad de compra.

Ahora, traigamos estas lecciones históricas al presente e imaginemos que se produce un milagro y Estados Unidos se reindustrializa con salarios que nadie aceptaría hoy. ¿A quién le vamos a vender los productos industriales que nuestra clase media no podrá comprar y tampoco el 96 por ciento del mundo debido a las barreras arancelarias?

Ahorro

El Objetivo Real necesita esa clase obrera, servil e incondicional, en situación de necesidad perpetua. Para eso se debe radicalizar su pérdida de derechos políticos (como la libertad de expresión) y sus beneficios sociales, creados por Roosevelt en los 30s y Johnson en los 60s, luego reducidos por la ola neoliberal y libertaria a partir de la Era Reagan-Thatcher, como la educación pública y los programas de salud estatales, como el Medicare y el Medicaid.

¿Qué mejor, para una población sufriente y embrutecida con la propaganda políticoreligiosa que más circo? La motosierra de Elon Musk es uno de los artilugios de bufón que para nada inventó el presidente argentino Javier Milei; ya lo había usado en los 90s otro neoliberal en Uruguay, el presidente Lacalle Herrera. Esta motosierra (DOGE) ya ha destrozado cientos de miles de puestos de trabajo sin alcanzar sus objetivos. Por el contrario, su maquinaria destructora ahorró 150 mil millones de dólares y, por su propia burocracia, produjo un gasto muerto de 130 mil millones, además de erosionar la producción y el consumo.

No hay que olvidar que, aparte del fanatismo anglosajón escondido detrás de excusas patrióticas, estas políticas están escritas por un gobierno de los ricos, por los ricos y para los ricos. El uno por ciento de la población estadounidense posee 50 billones de dólares, es decir, el doble del PIB de Estados Unidos.

Pero hay que ahorrar quitándole la asistencia médica a los jubilados pobres. Ellos no son productivos ni lucharán ninguna guerra.

Inmigración

Las políticas de deportación indiscriminada y las declaraciones racistas de Trump, son un agregado personal y cultural de este país. Son parte del circo y de la clásica incitación fascista, pero también coinciden con el Objetivo Real. Se podría legalizar a esos millones de trabajadores (y consumidores) altamente necesarios y productivos, como hizo Ronald Reagan en 1986, pero, para el Objetivo Real, no se confía en la sumisión incondicional de extranjeros no caucásicos. (Recordemos que más allá de los billones de dólares invertidos por las superpotencias en análisis de Inteligencia, todo se reduce a la escasa inteligencia de un pequeño grupo de psicópatas con un coeficiente intelectual más bien mediocre. Alguien con conexiones un poco más arriba me ha dicho que me odian por esta “arrogancia” y, honestamente, me importa un carajo.)

El propósito declarado no es que son negros y mestizos, sino la reducción de la criminalidad, al tiempo que se crean empleos en el sector manufacturero para los ciudadanos. Un contrasentido por donde se lo mire. Actualmente, en el sector industrial existe medio millón de puestos eternamente vacantes, y ese número va en aumento. Como no se puede decir que los hispanos son improductivos, se los acusa de asesinos y violadores, a pesar de que la tasa de criminalidad en este grupo es, por lejos, inferior a la de los nacionales.

La excusa tradicional siempre fue “No estamos contra la inmigración, sino contra la inmigración ilegal” (ver “El racismo no necesita racistas”). Ahora, como estos argumentos racistas y xenófobos no son suficientes para el Objetivo Real, se continúa por criminalizar a los inmigrantes legales: profesores y estudiantes extranjeros, todos legales, usando dos excusas anticonstitucionales: (1) expulsar, desmoralizar, desacreditar o silenciar a los críticos de Israel acusándolos de antisemitas; (2) los chinos son comunistas por nacimiento y, por lo tanto, son un peligro para Estados Unidos. ¿Y los Nazis? Bueno, bienvenidos, como siempre.

Universidades

Es el mismo problema de la base laboral, pero en la cúspide de la pirámide: cualquier reindustrialización, aparte de difícil por los salarios nacionales, será doblemente imposible por las mismas medidas tomadas: para una reindustrialización se necesitan universidades, ciencia, tecnología. Pero, para el Objetivo Real, en palabras del vicepresidente Vance, “Los profesores son el enemigo” y para el Proyecto 2025, “Las universidades son el enemigo”. Cuando Eugene Debs y otros estadounidenses antimperialistas comenzaron a dar discursos contra el ingreso a la Primera Guerra Mundial, fueron encarcelados por cometer el “delito de opinión”. Ahora, un siglo después, como lo expliqué en P = d.t, cuando el poder tiembla, la tolerancia a la diversidad-disidencia-democracia disminuye de forma proporcional.

A pesar de que la retórica se centra en “solo los estadounidenses importan”, los mismos estudiantes estadounidenses no quieren ir a universidades sin estudiantes internacionales. ¿Por qué? Por la ahora peligrosa diversidad. Porque no son estúpidos. Los estudiantes saben que en la diversidad de experiencias y perspectivas radica el progreso científico y académico en todas las áreas. Por otra parte, también saben que si quieren hacer una carrera más allá de la mera sobrevivencia animal deben relacionarse con gente de todas partes del mundo, aunque ni siquiera se tomen la molestia de viajar a otro país.

Hace unos años estuve en el MIT invitado por Noam Chomsky para una conversación y, recorriendo sus edificios, encontré una abrumadora mayoría de estudiantes y profesores hablando una diversidad de idiomas o hablando inglés con acento extranjero. Lo mismo Harvard y casi cualquier otra universidad que se precie de algo. Desde hace muchas décadas, la mayoría de las patentes en Estados Unidos es creada por extranjeros. Pues, justo esa ventaja que sobrevive en este país es la que los propulsores del Proyecto 2025 y de el Objetivo Real quieren destruir.

El Objetivo Real

La obsesión de Trump de una imposible reindustrialización con obreros con salarios de los 60, esconde un problema global y una advertencia oscura: la idea es hacer a Estados Unidos autosuficiente en previsión de una guerra global

¿Por qué deberíamos llegar a este extremo? Por la explicación que hemos desarrollado por años: porque, diferente a otras culturas y continentes, Noroccidente sólo se desarrolló por la brutalidad imperial y la fuerza de eliminar la prosperidad ajena con el discurso contrario. En particular, el mundo protestante y anglosajón no puede ver a nada ni a nadie sin clasificarlo como ángel o demonio. Obviamente, los demonios (los salvajes, los terroristas) son siempre los otros, y es urgente eliminarlos antes de que se les ocurra la misma idea a ellos.

Este Objetivo Real (seguro que en este momento está sobre una mesa de roble y caoba con un nombre más poético) está previendo y promoviendo la Tercera Guerra Mundial en base a datos concretos recogidos de los actuales campos de batalla. Sería abusar de la inocencia de los pueblos si descartamos esta hipótesis que, entiendo, es el mayor problema desde el año 850.000 AC, cuando solo sobrevivieron 1200 humanos en todo el planeta por una razón que los científicos todavía intentan aclarar.

La Segunda Guerra mundial no solo desarrolló la industria en Estados Unidos, sino que fue el factor que extendió la hegemonía anglosajona ante la decadencia del Reino Unido. La posguerra (la Guerra fría) demostró la eficacia del imperio Noroccidental (la OTAN) basado en la agresión y el acoso, no en la negociación o la convivencia. 

Estos son dos de los principales escenarios de estudio, ahora en las mesas de roble y caoba:

I

Rusia es el ejemplo más temido y más deseado. Las notas y discusiones sobre Rusia deben ser selváticas en este momento, ya que son una prueba sorpresiva e irrefutable de un país mediano que logró atravesar un largo conflicto bélico, bajo el bloqueo y acoso unánime de la OTAN, sin destruir su economía sino todo lo contrario. La clave no ha sido solo su poderío tecnológico, que no es superior al de Estados Unidos, sino su autosuficiencia industrial y agrícola. 

Karoline Leavitt, la vocera de la Casa Blanca declaró: “Necesitamos más plomeros y menos graduados en estudios culturales”. Estas ideas repetidas no sólo apelan al manual fascista creando falsas dicotomías para mantener a los de abajo en un permanente conflicto, sino que tienen un propósito doble: Si un plomero no escucha las criticas al sistema que lo mantiene en estado de necesidad, no sólo continuará en estado de obediencia sino que culpará a los críticos de su situación y (2) para el Objetivo Real, los esclavos funcionales serán cruciales, ya que no habría cárceles para tantos críticos saboteadores como Eugene Debs.

II

Gaza es el otro laboratorio donde esta mentalidad anglo-sionista, psicópata a extremos impensables, estudia cómo reacciona la población mundial ante repetidas matanzas surreales y cómo se controlan la indignación, las protestas y la opinión pública.

Sobre este tema, enorme, hemos escrito libros. No tengo espacio aquí para volver sobre los detalles, pero creo que la explicación sobre esta oscuridad ha sido bastante clara.  

www.youtube.com/watch?v=xEY97bHIAU4&feature=youtu.be

www.youtube.com/watch?v=EetW4qTYeD0&feature=youtu.be

La política interna de Estados Unidos

3 Junio 2025 at 06:20

Los italianos

El escritor Ross Barkan publicó en 2021 el libro The Prince, en el que relata las aventuras de Andrew Cuomo, discutido primogénito de Mario Cuomo, ex gobernador del Estado de Nueva York, perteneciente a una de las clásicas dinastías familiares que se mueven en torno y dentro del Partido Demócrata.

Andrew Cuomo, como su padre, también ocupó el cargo de gobernador de Nueva York, desde 2010 hasta agosto de 2021, cuando tuvo que dimitir por las múltiples acusaciones de molestias sexuales, que son solo un eslabón de la cadena de ilícitos que jalonan su carrera. Lo que diferencia esta acusación de las otras es el enfoque periodístico de los grandes medios, en este caso con seriedad y claridad.

La parábola de Cuomo es importante para entender los sectores burgueses y ricos que componen el ala conservadora del Partido Demócrata.

Cuomo también se ha preocupado por mantener una imagen progresista mientras en realidad se entendía con los republicanos. En su primer mandato, creó bajo cuerda el Independent Democratic Conference; los ocho miembros del esta agrupación votaban siempre con los republicanos. La derrota electoral de los componentes llevó a su disolución.

En 2014, Cuomo clausuró arbitrariamente la Moreland Commission, instituida por el mismo Cuomo para investigar hechos de corrupción en el estado de Nueva York.

Pero lo peor llegó con el COVID cuando algunos parlamentarios denunciaron los millares de muertos en las casas de reposo; Cuomo, garantizando la inmunidad penal retroactiva a las corporaciones sanitarias, sus fieles financiadores, autorizó a los hospitales a retirar a los ancianos internados por COVID, aun cuando todavía eran positivos.

Cuando los inevitables fallecimientos comenzaron a llevar a Nueva York a los primeros puestos de este ranking macabro, Cuomo falsificó las cifras.

Esta colección de ilícitos no ha conseguido todavía desplazar a Cuomo del partido y su participación en las primarias. 

En el mes de abril pasado se realizó un encuentro de fundraising en Nueva York, organizado por la Columbus Citizen Foundation y la Italian American Democrats, donde se pagaba el ingreso.

Obviamente, se recaudaron decenas de miles de dólares apuntando a las primarias democratas del 24 de junio para el cargo de intendente. Andrew Cuomo es el favorito en los sondeos con el 38%; su principal antagonista es Zohran Mamdani, del Democratic Socialists of America, actualmente diputado en el Parlamento del Estado; los sondeos le adjudican un 17%.

Un participante del encuentro al que se le garantizó el anonimato aceptó responder a un periodista de Jacobin USA; entre los asistentes se encontraban muchísimos hombres de negocios conservadores, se podían fotografiar con Cuomo en un cuarto especialmente preparado, hablaban directamente con él explicando ideas y proyectos, sabiendo que después el candidato los recordaría.

La atmósfera era familiar porque había muchos viejos sostenedores que habían apoyado al padre y ahora sostienen a Andrew en un clima que recuerda el film El Padrino.

Cuomo pronunció un discurso donde criticó a la izquierda que “considera reaccionaria a la comunidad italoamericana”. Sostiene que todos los grandes líderes americanos poseían esclavos, entonces existe una rabia selectiva contra los ítaloamericanos, “perseguidos porque Cristóbal Colón era italiano y los italianos son un blanco fácil”.

Esta frase desencadenó un aplauso estruendoso por parte de esta multitud rica, conservadora y predominantemente anciana.

Uno de sus blancos favoritos es Alexandria Ocasio-Cortez, a quien considera responsable de que Jeff Bezos haya renunciado a abrir en Queens un cuartel general de Amazon que habría significado 25.000 puestos de trabajo.

Con la retórica usual que acompaña los grandes proyectos edilicios (progreso, áreas saneadas, trabajo) argumentó que el proyecto había sido aprobado por el mismo Bill de Blasio; el proyecto cayó porque Ocasio-Cortez denunció que se trataba de un corporate welfare, un regalo a las corporaciones; en efecto, el proyecto comportaba exenciones fiscales gigantescas.

El estado y la ciudad de Nueva York son tradicionalmente democráticos; Cuomo, que es esencialmente un republicano, se debe mover con un código cifrado que los conservadores democráticos comprenden y aplauden, de allí los ataques al ala izquierda del Partido Demócrata, “que tiene todas las características de los socialistas porque son anti negocios, contra la riqueza y contra el desarrollo”.

Y dijo que le hará juicio a Democratic Socialists of America por apropiación ilícita del término demócrata. 

La comunidad ítaloamericana es también responsable del proceso de gentrificación; es notorio el cambio del perfil de Brooklyn, que ha pasado de ser una ciudad horizontal a vertical; con sus torres, ahora compite con la vecina Manhattan. El cambio ha producido la expulsión de miles de residentes y las cuotas de casas prometidas no han sido respetadas.

Algunos de estos empresarios estaban en el evento de Cuomo, como Carlo Scissura, presidente del New York Building Congress, que representa a centenares de empresas del sector. También estaba John Viola, hijo del millonario Vincent Viola, que, además de constructor, es CEO de la National Italian American Foundation (NIAF), la organización no profit italoamericana más prestigiosa e influyente, fundada en los años ‘70.

El tour opositor

Mientras Trump y su banda operan según sus particulares impulsos destructivos, el tour Fighting Oligarchy recorre el país encabezado por sus líderes, el octogenario Bernie Sanders y Ocasio-Cortez; pertenecen al restringido grupo que en Estados Unidos practica una oposición severa y popular.

Las cuestiones que básicamente interesan a la población son sanidad, salario mínimo y aborto, argumentos que tienen un impacto significativo en la vida cotidiana.

Una de las cuestiones es cómo el Partido Demócrata podrá reconquistar el voto de los hombres, en especial de los blancos, sin abandonar las comunidades marginales.

Sanders sostiene que, si bien hay argumentos que separan a las personas, hay otros, en especial económicos, que las unen, uno especialmente: la ineficiencia de la sanidad pública.

El problema es traducir el éxito de las concentraciones masivas del tour en votos; ninguno del dúo compite en sedes electorales (los dos son parlamentarios); la organización tiene una plataforma nacional que recoge pequeñas donaciones para tener en pie la lucha. Una de las posibilidades de enrolar estas voluntades podría ser el arma del referéndum, dado que en las elecciones generales la gente común no tiene ocasiones de intervenir en el debate legislativo.

En cambio, las medidas electorales promovidas por los ciudadanos en el ámbito de cada Estado funcionan; han sido aprobadas en el 55% de los casos. En el caso de políticas igualitarias para conseguir una sociedad más equitativa, se aprobaron en el 65% de los casos; las medidas centradas en la redistribución económica han superado el 75% de los votos.

Los puntos son siempre los mismos: aumento del salario mínimo, ampliar el acceso a Medicaid, reducción del recaudo abusivo de las deudas y tasación de los ricos para financiar el servicio público.

La cosa más importante es que estas victorias se verifican tanto en Estados azules (demócratas) como en rojos (republicanos). En los Estados republicanos, las iniciativas por justicia económica han sido aprobadas en un 92%, lo cual es un gran suceso. Quiere decir que cuando los electores republicanos tienen la posibilidad de elegir políticas más justas, nueve de cada diez votan “sí”.

Los republicanos han hecho blanco de su batalla el Affordable Care Act de Obama, pero cuando los electores de ocho Estados republicanos han votado sobre la ampliación del Medicaid, la propuesta fue aprobada en siete con una media del 60%; es el único modo de ampliar el servicio en los Estados republicanos.

En el ámbito del salario mínimo, las iniciativas han tenido un éxito notable: de veintiocho votaciones estatales, veintisiete fueron aprobadas, siempre con una media del 60%. Con el costo de la vida alto y con el endeudamiento de las familias, el electorado, votando de esa manera, solamente ha hecho una cosa lógica: ha actuado en favor de sus intereses.

El aborto ha sido una causa de división del país prácticamente a la mitad; empero, cuando la cuestión apareció en 2022 en las listas electorales de diecisiete Estados, catorce eligieron la libertad reproductiva, incluyendo Estados republicanos como Arizona, Missouri y Montana.

El Partido Demócrata se comporta como si aprobar políticas dirigidas a las personas comunes fuera un esfuerzo de acrobacia política casi imposible; las iniciativas ciudadanas a veces obtienen resultados mayores que los políticos vencedores de la misma lista.

Obviamente, los grandes partidos trabajan para recortar el poder a los ciudadanos, como comenta Quentin Savwoir, director de Programas y Estrategia del Ballot Initiative Strategy Center (BISC), un think tank que opera en las campañas de iniciativa electoral progresista, y agrega “principalmente el partido republicano, pero para ser honesto, en algunos casos también el Partido Demócrata”.

Claramente, estas victorias no pueden basarse en la popularidad de un argumento; se necesitan campañas estratégicas bien organizadas. De esto se ocupa el Fairness Project, que ha conseguido 29 resultados en 32 presentaciones en la última década.

Cuentan con un pequeño equipo y su modelo es simple: concentrarse en cuestiones realizables, de gran impacto y popularidad en los Estados republicanos; Kelly Hall, dirigente del Fairness, dice: “Nos liberamos del aspecto de perfomance y nos concentramos sobre lo que es altamente eficaz”.

Un ejemplo fue la campaña por el derecho al aborto en Arizona, que recogió tantas firmas, donde la oposición antiaborto, que contaba con un presupuesto imponente, fracasó totalmente. La Propuesta 139, como se llamaba, venció con el 62% de los votos, centenares de miles de votos más que los que obtuvieron Trump y Kamala Harris en el Estado.

Sucedió algo similar con Medicaid, donde el protagonista es Josh Hawley, senador republicano de Missouri, famoso por haber sido fotografiado delante del Capitolio el 6 de enero de 2021 con brazo y puño alzado en dirección a la manifestación que negaba la victoria de Biden.

Hawley, enemigo jurado del Medicaid, realizó una inversión en U cuando su Estado, Missouri, votó por la ampliación del Medicaid en 2020. Ahora es uno de los republicanos que lo defienden de Trump.

Los triunfos de las iniciativas populares no garantizan la realización de las propuestas; algo similar sucedió en Italia con el referéndum a favor del agua pública: la propuesta ganó, pero no consigue imponerse en el mundo real por el fuerte rechazo de los poderes fácticos y algunos partidos.

En Estados Unidos, colocar una iniciativa en la boleta electoral es difícil y costoso; mientras tanto, las reglas se han complicado y se vuelven más restrictivas. Son los anticuerpos del sistema, que a través de parlamentarios y poderosos grupos de intereses atacan las iniciativas populares.

Las victorias que podrían traer alivio a los ciudadanos en dificultad son atacadas por los parlamentos del Estado y a veces por los tribunales, como sucedió con la iniciativa del 2020 en Arizona, que proponía tasar los réditos altos para financiar la instrucción pública.

Los estudiosos de la democracia desde abajo consideran que la fuerza disruptiva del tour de Sanders y Ocasio-Cortez podría ser la herramienta que conecte los esfuerzos de los Estados en un único movimiento en todo el país, que consiga consolidar esta fuerza en un programa nacional coherente.

Los Jóvenes Turcos

En 2002 apareció un network radial llamado The Young Turks (TYT); en 2005 cambió formato, entrando en YouTube. Es uno de los canales de difusión progresista más seguido en Estados Unidos.

Su creador hoy tiene 55 años; es Cenk Uygur, nacido en Turquía y crecido en Estados Unidos. Uygur tiene fama de fogoso y apasionado, y se le reconoce además su sinceridad.

Su trabajo no es solo mediático; también actúa en el mundo real. En 2016 fue cofundador de Justice Democrats para desafiar a los pesos pesados del establishment americano. En 2018, el grupo llevó a la victoria a Ocasio-Cortez al Capitolio y a Zohran Mamdani a la asamblea estatal (rival de Cuomo en Nueva York), lo que recuerda la acción de los fundadores de Podemos en España, hacer política desde el programa La Tuerka.

Cenk Uygur ha lanzado un nuevo movimiento, Populist Takeover of the Democratic Party, con el que piensa atraer también a “populistas” de derecha-centro para las elecciones de medio término de 2026.

Uygur tiene opiniones propias y claras respecto a los próceres del Partido Demócrata, admira a Bernie Sanders y ha denunciado el falso progresismo de Barack Obama: “Obama ha dañado el movimiento progresista, finge serlo y actúa subrepticiamente. En 2020 consiguió que el establishment demócrata apoyara a Biden en detrimento de Bernie Sanders, aunque nunca lo dijo públicamente porque no tiene el coraje de decir lo que piensa”.

En 2020, los sondeos daban a Sanders adelante de Trump, así como en 2016, cuando medía 12 puntos más que Hillary Clinton; en cambio, las emisoras de TV sostenían que solo Hillary podía vencer. Evidentemente, el candidato progresista fue boicoteado.

“Obama ama más a los donantes que a los electores”, dice Uygur; además, los demócratas ricos tienen terror de Sanders, de un aumento de impuestos y una regulación de los negocios.

“Obama, pero también Nancy Pelosi, después del desastroso debate con Trump, presionaron a Biden para que se retirara; querían una convención abierta porque consideraban a la Harris una candidata terrible, y en esto estoy de acuerdo con ellos”.

Las cosas se complicaron dentro del Partido Demócrata porque Biden, según Uygur, es una de las personas más egocéntricas y vengativas de la política. Por eso dio su apoyo a la candidatura de Harris solo el día de su retiro porque sabía que sería muy difícil contrastar su decisión.

Tanto Obama como Pelosi y Biden sabían que Harris era solo una word salad, capaz de hablar y hablar sin llegar a ninguna conclusión coherente; Biden lo había comprobado en más de tres años de presidencia y todo el establishment demócrata lo sabía.

Esta operación fue una montaña de mentiras hasta imponer la idea de que Harris era la candidata perfecta. Pelosi, velozmente, el día sucesivo formalizó su apoyo a la candidatura; después pasaban los días y el silencio de Obama era siempre más opresivo. Finalmente, después de cinco días, Obama se pronunció en una llamada telefónica con su esposa Michelle y dieron su respaldo a Harris.

Uygur sostiene que en el Partido Demócrata existen tres tendencias o corrientes: los corporate democrats, que hacen lo que quieren sus electores y financiadores; esta corriente sostiene un discurso progresista que en la práctica de gobierno llega al máximo al 15% de su cumplimiento, como el Obamacare o un mínimo del Green Deal en la administración Biden.

Después vienen los progresistas, donde Uygur ubica a Sanders y The Young Turks; y después vienen los “populistas”, que pueden ser de derecha, de centro o de izquierda.

Los populistas de izquierda se interesan en las cuestiones económicas y en la guerra, y son el punto de referencia principal de Populist Takeover, el movimiento que está lanzando Uygur.

Pero también existe dentro de los progresistas la corriente que puede definirse (según Uygur) farleft, que forma parte de su movimiento, donde militan muchos marxistas; es una corriente focalizada en problemas sociales y luchas culturales. El mismo Uygur se considera far-left.   

En este momento histórico es imposible romper la estructura bipartidista, por la enorme cantidad de dinero que requiere; el único que lo logró fue un millonario, Ross Perot. Este debate está siempre vigente por la cuestión de la posible reformabilidad del Partido Demócrata. Uygur piensa que practicar una especie de entrismo en las primarias democratas sea más realista que la creación de un tercer partido; el antecedente es una vez más Bernie Sanders, que casi lo logró en dos ocasiones.

Pero Sanders tiene un problema, una cuestión de personalidad: es demasiado buena persona, es educado, y en los debates no mete el dedo en la llaga. “En los debates de 2020 con Joe Biden, el equipo le había preparado una lista de escándalos y mentiras para desenmascarar a Biden”. Sanders lo intentó, pero atacar de manera brutal a Biden (o cualquier otro) no pertenece a su estilo, lo que en estos tiempos hace de Sanders una persona especial.

Fuente: https://www.elcohetealaluna.com/conservadores-y-progresistas/

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