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AnteayerSalida Principal

Gaza, el tiempo del infierno sitiando la razón

12 Junio 2025 at 06:53

La opinión pública internacional, al fin, comienza a sacudirse el sopor de la indiferencia. Con creciente atención -y espanto- contempla el despliegue de un genocidio sostenido, sistemático, que no sólo siega vidas, sino que también arrasa territorios, culturas y memorias. Observa las prácticas de desertificación humana y material que la teocracia terrorista e imperial de Israel impone sobre Gaza, aunque no sólo sobre esta ya diezmada y estrecha lengua de tierra. También sobre toda la geografía palestina, indisimulable bajo el ropaje de la autodefensa. Pero esta infamia no irrumpe como un rayo súbito: es apenas un nuevo escalón en la larga escalera del horror, cuyos primeros peldaños fueron legitimados entre las ruinas aún humeantes de la Segunda Guerra Mundial. En su génesis misma, el Estado de Israel nació como desembocadura geopolítica de una Europa que, expiando su culpa, erigió otra catástrofe. El sometimiento actual no es más que la continuidad aberrante de aquel diseño.

Ni los escombros del alma palestina ni el hedor de la carne calcinada parecen traspasar las fronteras de la conciencia occidental. Europa, envejecida y acorazada, gira su rostro hacia otro lado, aunque sus radares diplomáticos y comerciales estén perfectamente ajustados con precisión quirúrgica. Gaza sangra en alta definición, pero los umbrales morales del viejo continente se han curtido en siglos de colonialismo y exterminio selectivo. Ya no hay horror que lo conmueva si no es blanco o no porta pasaporte comunitario o fenotipo nórdico. Se horroriza ante el puñal improvisado de un refugiado, pero subvenciona la industria del misil pretendidamente quirúrgico. Ni siquiera las lágrimas le quedan.

Allí, en la ratonera de la historia, una franja de tierra reseca y cercada se ha convertido en sinónimo de asfixia. Es un laboratorio a cielo abierto de la impunidad imperial. No es la primera masacre, ni será la última, porque el genocidio se ha naturalizado como rutina. No hay tregua posible cuando la tregua misma es usada como coartada para arrasar barrios enteros. Cada niño mutilado por la metralla, cada escuela convertida en polvo, cada hospital clausurado por una bomba de precisión, es una bofetada a la idea misma de humanidad. Europa calla. No sólo calla: persigue a quienes huyen, encarcela a quienes protestan y deja naufragar a los que escapan.

La fosa común del Mediterráneo y los escombros de Gaza están hechos del mismo barro moral. Ese que occidente ha amasado con siglos de legalidad selectiva, asilo negado, derechos cercados por fronteras. El derecho al exilio, otrora grito sagrado en las voces errantes del siglo XIX, de la primera guerra mundial o del nazismo, hoy se ahoga entre la valla de Melilla y los campos de concentración higienizados de las islas griegas o en Lampedusa. No hay memoria viva en las capitales europeas, solo el mármol frío de simposios de resoluciones no vinculantes y becas para estudiar la paz mientras se comercian armas. La doble moral no es disonancia sino doctrina: ha devenido régimen.

Europa, que alguna vez se proclamó faro civilizatorio, ha terminado por ser su parodia sombría. No ofrece refugio, sino vallas electrificadas. No brinda asilo, sino deportación. No tiende la mano, sino que calcula el naufragio. Después de haber derribado el ominoso muro de Berlín, ha erigido nuevas murallas. La vieja Europa, sepulcro de utopías ilustradas, ha transformado el Mediterráneo en una fosa común más profunda que sus aguas: es el abismo donde se hunden la fraternidad y la legalidad internacional. Bajo la retórica de la seguridad, niega asilo en nombre de la seguridad a quienes huyen de los horrores sembrados por sus propias armas y las de sus aliados.

Los pasaportes, como las armas, también matan. No con pólvora, sino con ausencia: la de derechos, la de tierra firme, la de toda empatía. Basta con una geografía natal equivocada o con una piel oscura para ser, ilegítimo, prescindible. Mientras Gaza arde bajo las bombas, Europa restringe los visados, recorta los fondos humanitarios y encarga barcos que vigilan, no que salvan. Se protege del humo que la historia levanta como si no tuviera ya el alma tiznada por siglos de colonialismo, esclavitud, pogromos y exterminios. Los muros actuales son herederos directos de las murallas que Europa nunca se atrevió a derribar.

A los que escaparon a las bombas, la intemperie. A los que huyeron de la ocupación, el encierro. La solidaridad europea viene con cláusulas de exclusión: no demasiados, no tan cerca, no tan distintos. Pero esa contabilidad del sufrimiento la acerca más a sus antiguos verdugos que a los ideales que alguna vez enarboló. Cuando se pondera cuántos refugiados puede “soportar” un país, ya no queda brújula, solo cálculo. Porque no se trata de peso demográfico, sino de carga ética. Y Europa, con Gaza ante sus ojos, se ha declarado en bancarrota de humanidad.

América Latina, que supo entonar su rebeldía contra los imperios y abrir corredores humanitarios cuando las balas caían como relámpagos sobre pueblos hermanos, hoy apenas murmura, si es que aún articula palabra. Atrás quedaron las fotos de presidentes enarbolando la causa palestina en foros globales. Hoy, los silencios oficiales y las tibias declaraciones diplomáticas pesan como lápidas sobre una historia que se pretendía solidaria y hoy yace sepultada. En Gaza, como en nuestros desaparecidos, también hay vuelos de la muerte. Los cadáveres no se arrojan sino que germinan en el territorio. Pero ahora, nuestros gobiernos, aún los progresistas como el uruguayo, guardan prudente distancia para no incomodar a Washington ni entorpecer el comercio: nos avergüenza.

El Sur global ha perdido reflejos y el pulso. Solo algunas voces solitarias y unos pocos países aún irreverentes, que se atreven a llamar genocidio al genocidio, apartheid al apartheid. El resto, arrulla con eufemismos su inacción. O peor aún, llamando guerra a una limpieza étnica. Se apela a la “complejidad del conflicto” como quien encubre un crimen bajo la niebla del caos. Se pide “moderación a ambas partes”, como si hubiera simetría entre quien arroja fósforo blanco sobre escuelas y quien se defiende con piedras, cohetitos de artesanía y comunicados. Es el lenguaje de la equidistancia, que en los hechos es el lenguaje del verdugo.

El diseño fundacional de los Estados-nación, tal como emergió de la Paz de Westfalia, postulaba territorio fijo, población constante y soberanía reconocida. El Estado-nación implicaba no solo una estructura legal-administrativa, sino una cierta homogeneidad cultural o étnica, o al menos una narrativa legitimadora forjada a posteriori. En ese esquema, el Estado debía articular los intereses individuales bajo el amparo de la ley y la racionalidad legal, en nombre del bien común.

Hegel llevó esta noción a su cima filosófica. El Estado, en su visión, no es solo una estructura jurídica: es la encarnación de la razón misma, el momento donde la libertad subjetiva deviene voluntad general. Y el espíritu absoluto se realiza históricamente. El Estado hegeliano no solo gobierna: revela y concreta el sentido profundo de la historia universal, mediante la mediación dialéctica de las contradicciones. Marx, con su crítica de la filosofía del Estado de Hegel al concebir que el estado burgués no es una culminación histórica sino un punto de partida, no deja de pensar que la modernización capitalista no solo es un orden de racionalidad superior al precedente, sino además la condición de posibilidad del tránsito hacia su superación. Tal vez alentado por el entusiasmo darwinista de entonces, indujo a una lectura evolucionista de la historia que aún permea ciertas izquierdas contemporáneas.  

La racionalidad de la modernidad se erige sobre una confianza inédita en la razón humana como principio ordenador del mundo. No el dogma ni la herencia, sino la voluntad ilustrada de construir un orden político fundado en la autonomía del individuo, la soberanía popular y la legalidad desacralizada del contrato humano. Las revoluciones francesa y norteamericana, hijas de esta nueva racionalidad, desplazaron definitivamente la matriz teológico-política del absolutismo y consagraron el derecho a la autodeterminación, la ciudadanía jurídica universal, la libertad como fundamento del sujeto moderno y la igualdad ante la ley como su horizonte normativo. Fueron más que irrupciones políticas: constituyeron el mito fundacional de la modernidad emancipadora, superador incluso del pacto de Westfalia, que aún guardaba residuos monárquicos y una concepción estática del poder. Sin embargo, ese universalismo proclamado, aunque muchas veces sincero, jamás fue neutral: se trazó desde el centro europeo, con pretensiones de expansión totalizante, y relegó las singularidades culturales y los pueblos colonizados a las márgenes de la excepción, el atraso y la barbarie. El universalismo moderno, en su matriz, arrastra así la sombra de su propio límite: pretende incluir a todos, pero desde un modelo que excluye toda diferencia que no pueda ser asimilada.

Bajo el ropaje del derecho y la promesa de universalidad, la modernidad alumbró también su abismo, su falla más atroz: la convivencia con las tragedias políticas y la posibilidad misma de que existan seres humanos sin derechos. Hannah Arendt formuló una de las advertencias más radicales del siglo XX. Advirtió que la deshumanización no comienza con el asesinato, sino mucho antes: cuando alguien es excluido de la comunidad política y pierde el “derecho a tener derechos”. No se trata sólo de un despojo legal, sino de una mutilación ontológica: el ser humano sin ciudadanía ya no es siquiera un ciudadano degradado, sino un no-sujeto, arrojado fuera del mundo común. Así, los apátridas, los expulsados, los detenidos sin papeles, encarnan la paradoja de una modernidad que proclama derechos inalienables, pero solo los vuelve exigibles bajo soberanía reconocida. Donde no hay pertenencia, no hay humanidad. Y allí donde alguien es reducido a la mera vida biológica sin historia, sin nombre, sin comunidad, comienza la barbarie no como ruptura de la modernidad, sino como su culminación perversa.

Desde esta perspectiva, el modelo israelí no se alinea con el ideal hegeliano del Estado como razón encarnada que trasciende los intereses particulares. Por el contrario, preserva la particularidad de una comunidad étnico-religiosa como piedra fundacional del Estado desde su mismo origen. La ciudadanía árabe israelí, aunque formalmente reconocida, subsiste en una condición de ciudadanía de segunda clase, subordinada tanto en lo simbólico como en lo jurídico. ¿Puede entonces este tipo de Estado ser considerado una expresión de la razón universal o más bien una forma moderna de teocracia democrático-representativa o inclusive un oxímoron: una etno-teocracia democrática? 

Israel es un caso que impugna las categorías de la modernidad. Formalmente se presenta como una democracia parlamentaria moderna, con separación de poderes y sistema legal propio. Pero su fundación en 1948 estuvo sostenida no solo en razones políticas, sino en una reivindicación nacional-religiosa y una genealogía étnica que contradice sustancialmente el modelo ilustrado de ciudadanía universal. El Estado israelí no es solo el hogar de los ciudadanos nacidos en su territorio, sino la patria de todos los judíos del mundo. Por un lado la Ley del Retorno, que garantiza ciudadanía automática a cualquier persona judía independientemente de su lugar de nacimiento. Por otro la Ley del Estado Nación del Pueblo Judío (2018), que consagra el carácter judío del Estado por encima del principio de igualdad, configuran una concepción étnico-religiosa del Estado que se aparta radicalmente del principio de igualdad (aún exclusivamente formal del ciudadano) del universalismo jurídico moderno. 

El concepto de teocracia, tradicionalmente reservado para regímenes donde el clero detenta el poder directo -como en Irán o el Vaticano- ha mutado en la era contemporánea. Ya no se requiere de una casta sacerdotal en el gobierno para que una estructura estatal se rija por mandatos sagrados. Basta con que una religión condicione normativamente las leyes, la educación, los usos civiles e incluso la política exterior, para que el poder derive su legitimidad de una narrativa trascendente. Israel, aunque no esté administrado por rabinos, entrelaza su andamiaje jurídico con principios religiosos que atraviesan desde el derecho civil -como el matrimonio- hasta la política territorial, consagrada simbólicamente como la posesión de una “Tierra Prometida”. La teología opera como columna vertebral de la soberanía. Incluso desde los principios fundantes del sistema westfaliano, se impone una pregunta tan básica como inquietante: ¿tiene Israel, en rigor, fronteras?

Esta amalgama híbrida entre instituciones representativas y legitimación religiosa plantea algo más que una ambigüedad ontológica: ¿es Israel un Estado moderno en el sentido racional-hegeliano, o una teocracia imperial maquillada por instituciones liberales? ¿Se rige por la voluntad general o por la voluntad de una comunidad históricamente marcada por la memoria del exilio y el “pacto divino”? Prefiero pensarlo como un Estado étnico, teocráticamente  estructurado, que impone mediante una violencia que se inscribe en la lógica del exterminio identitario, un orden de exclusión estructural sobre los pueblos no integrados al relato nacional judío, como el pueblo palestino.

Así, la pregunta no es solo si Israel realiza la razón, sino qué forma de razón se materializa en su existencia misma: ¿una razón universal, ilustrada y ciudadana, o una razón identitaria, excluyente y legitimada por la fe? Esta tensión -entre Hegel y Josefo, entre Westfalia y el Sinaí- no está resuelta, pero define el drama contemporáneo de un Estado que invoca el progreso, dramáticamente confirmado en su desarrollo tecno-belicista, al tiempo que exhibe con orgullo un arcaísmo político y cultural.

En el año 2008 comencé la publicación de una serie de artículos en las contratapas dominicales del diario “La República”, a través de los cuales me propuse tipologizar el terrorismo (v.g.: “tres tristes terrorismos”): el terrorismo individual o partidario (tal el que practicó y afortunadamente ya desechó, el movimiento anarquista -que afortunadamente ha discontinuado- y hoy, en otra escala, Hamás empuñando el odio y la venganza como coartada moral, bajo un ropaje de resistencia que se disuelve actos ciegos), el terrorismo de Estado (como el que asoló nuestras naciones del sur) y el terrorismo imperial (como el que practican los EEUU en todo el mundo e Israel en oriente medio, bombardeando con la arrogancia de los elegidos mientras legislan sobre cadáveres). Los tres confluyen trágicamente, como ríos de fuego, sobre la misma víctima: la población civil indefensa.

En Gaza se cruzan todos los fuegos: los del cielo, los de la tierra, los del odio. Las bombas imperiales con sello israelí-estadounidense con colaboración europea, el fanatismo reaccionario de grupos milicianos que reivindican la venganza como identidad, y el ya obsceno silencio atronador de los organismos internacionales, cómplices por omisión. Entre el oprimido sitiado y el opresor blindado no hay simetría posible. No hay paridad ni en el conteo de cadáveres ni en la monstruosa asimetría del fuego. Aun así, ni el terror de unos ni el de otros puede redimirse: la sangre del niño asesinado en nombre de una bandera no vale más ni menos que la del niño asesinado por un dron sin rostro.

Nombrar a Hamás como terrorista sin nombrar a Israel como terrorista imperial es un acto de cobardía intelectual. También lo es romantizar la desesperación o convertir el cohete artesanal en símbolo de resistencia. El terror no libera. No crea conciencia, no organiza la esperanza. Al contrario, la intoxica. Gaza no necesita mártires, ni minas, ni túneles, ni drones militares en el cielo, sino agua potable, soberanía y escuelas abiertas al futuro: derechos. Y sobre todo, necesita que no se la olvide entre masacre y masacre, como si su derecho a existir dependiera únicamente de cuánto puede sufrir sin desaparecer.

No hay neutralidad posible frente al genocidio, como no la hubo frente a Treblinka ni frente a la ESMA. Quien calla, otorga. Quien duda, demora. Y en esa demora, una mujer queda sepultada en la frontera, un anciano agoniza sin agua en el corazón de Gaza, un niño más muere asfixiado bajo un edificio colapsado. No se trata de tomar partido entre facciones ni de evaluar proporcionalidades: se trata de la defensa radical de la vida humana, sin distinción de fe, pasaporte, ni geografía.

Brillantes artículos se han publicado recientemente en Uruguay como el de Gabriela Balkey, exaltando la cultura judía en diálogo con la nacionalidad oriental, pero exigiendo que nunca en su nombre, o Federico Fasano subrayando la ominosa reconversión de los judíos de víctimas recientes en victimarios actuales. No se me escapa que la opción casi hegemónica entre izquierdas y progresismos ha sido la constitución de dos estados. Por el contrario, creo que constituye una ilusión peligrosa frente al drama palestino-israelí. Porque no solo se ha vuelto impracticable en términos geopolíticos, sino que resulta profundamente regresiva en el plano civilizatorio. Lejos de garantizar la paz, consolidaría la fragmentación, el atraso y la barbarie en una región lacerada por concepciones premodernas y teocráticas que se retroalimentan mutuamente en su violencia alejándose cada vez más, hasta de la fase jacobina de la Revolución Francesa. Los acontecimientos actuales, no me inducen a modificar esta postura que sostuve en aquella sucesión de artículos de casi dos décadas atrás. La única salida justa, posible y ética radica en la fundación de un Estado único, moderno y secular, que supere el etnocentrismo del apartheid israelí y la lógica patriarcal de las dirigencias palestinas, para señalar solo un aspecto de cada uno. Un Estado donde la ciudadanía no esté definida por credos, etnias, ni linajes, sino por la pertenencia igualitaria al espacio político común. Un Estado laico, con plena libertad de culto, que reconozca todas las lenguas, culturas y memorias, y restituya la dignidad jurídica y ontológica a quienes hoy viven excluidos del derecho a tener derechos. Como en su momento lo intentó Sudáfrica tras el apartheid, o Bolivia al constitucionalizar su pluralismo ancestral, esta es la única forma de inscribir esa tierra desgarrada en la modernidad democrática y emancipadora sacándola del pantano de atraso en el que mutuamente se han encajado.

El infierno no es un lugar: es este tiempo. Y Gaza, su nombre propio. Pero hay otra posibilidad, aún latente: que la rabia se organice, que la tristeza se vuelva juicio, que la memoria no se entierre bajo los escombros. Que la resistencia no se confunda con venganza ni la denuncia con retórica. Que el Sur recuerde su vocación solidaria. Que las palabras no lleguen siempre tarde.

Gaza no es solo una herida abierta: es un espejo. Y nos estamos mirando.

Emilio Cafassi (Profesor Titular e Investigador de la Universidad de Buenos Aires).

Madleen y los camiones de ayuda a Gaza se suman a la dignidad Palestina

12 Junio 2025 at 06:46

El barco de la Flotilla Madleen ha hecho lo que la UE, encabezada por la nazi Ursula y con su corte de monigotes bailarines, habría querido que no hiciese, preferiría que el barco hubiese sido masticado por una ballena gigante, pero ahí estaba en mar abierto, en aguas internacionales diciendo al mundo que tenía algunas medicinas y alimentos para el pueblo de Gaza. Y los protegidos de la UE y su amo EEUU tenían al monstruo suelto, como les gustaba que anduviese para que persiguiendo el objetivo cometiese el genocidio con su silencio y bendiciones de “tiene derecho a defenderse”. Hasta Lieberman, exministro de exteriores del ente terrorista sionazi ya había acusado a Netanyahu de armar a unos bandidos, que se pudieron de nombre irónico “Fuerza antiterrorista”, para que haciéndose pasar por palestinos atacasen y robasen los camiones de la ayuda humanitaria que entraban con cuentagotas en Gaza. Y ya tenemos otros dos frentes, uno la Flotilla por la Libertad de Gaza, que el “Occidente global” quería ignorar y no pudo impedir su presencia y valor político y solidario, y dos, buscar minimizar las bajas del ejército colonial para que en el ente no se abundase en la inutilidad del genocidio, pero no solo eso, intentar hacer creer que el enfrentamiento de los bandidos contratados para el caso diesen la impresión de provenir de una división entre los palestinos. Los mercenarios, colaboracionistas bandidos han aparecido vinculados al DAES, así ha sido declarado por el mismísimo criminal Netanyahu al acusar a Lieberman de haberlo filtrado.

Cuanto más contrario a Palestina, más se regodean todos en las recepciones con los dirigentes del genocidio. Aunque parece que su exposición colaboracionista, denunciada por los pueblos en las calles ha hecho subir el listón de Derechos, Resistencia y Antiimperialismo, y les ha puesto nerviosos, cuando hace tan solo unos días celebraban en su Eurovisión al ente terrorista sionazi.

Los bandidos pagados por “Israel”, más allá de las diferencias entre representantes, tienen la misión de desestabilizar, dividir, y hacer el “trabajo” que ha venido desgastando mundialmente al ejército colonial. Ahora ha quedado claro que tanto el DAES creado por EEUU y sus amigos, como el que Netanyahu confiesa que es pagado por su aparato colonial, es una marioneta. Aplausos de Zelenski, de Milei, y un poco arrugados hasta que pase la tormenta los quejosos de la UE, esos gobiernos guerreros que sacan el dinero de sus ciudadanos para fabricar armas y disparar contra Rusia mientras han ocultado lo que hacían sus socios colonialistas en Palestina, tanto es así que a asesinar niños, mujeres, hombres, de cualquier edad, le llamaban “derecho a defenderse”. “Derecho a defenderse” es colonizar Palestina, exterminar su población con bombas, con hambre, con sed, con enfermedades. La hipocresía les ha brotado tanto por la boca, los ojos, las manos, que todos abrazados a la causa genocida pensaron que la tarea estaba a punto de conseguirla, y la Resistencia Palestina llamó a los pueblos del mundo el 7 de octubre de 2023. Seguirían con la fiesta entre ellos, pero la solidaridad y la voz de Gaza les ha ido descubriendo como el monstruo en la sombra. La Resistencia y la solidaridad han iluminado lo que son y la ideología que les sustenta.

Les gustaría que continuase el genocidio, lo han alimentado, su diferencia con los ejecutores es de ritmo y forma, no quieren aparecer, tienen necesidad de buscar un poco de distancia, que no se les vea tanto, hasta los firmantes de los “Acuerdos de Abraham”, monarcas árabes medievales capitalistas, siempre dispuestos a vender a Palestina, han tomado sus precauciones, pero que nadie espere que den una sola bala a la Resistencia, dan solo palabras mientras el ente terrorista sionazi acelera su paso envuelto en la locura de bañarse en sangre del Pueblo de Gaza, pero sin olvidar a Cisjordania y Jerusalén.

Cuando una delegación de Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes ha pretendido viajar a Palestina para tratar con los genocidas la posibilidad del reconocimiento de un Estado Palestino, la respuesta no ha podido dejarlos más en ridículo, le han prohibido la entrada los que “tienen derecho a defenderse”. El príncipe de Arabia Saudí se ha ofendido y ha declarado que los prohibidores de su paso son unos “extremistas”. ¿Continúa estando sordo y ciego? La CPI, los responsables de la ONU, los organismos internacionales humanitarios en general, todos los pueblos han acusado al ente terrorista de cometer genocidio. Tanto dinero como tienen, tanta imagen de dignidad que quieren dar, y todo lo que los conduce es acordar algo con los sionazis para que los pueblos árabes se pongan tras ellos y no les creen problemas, y una segunda cosa, apagando el fuego con promesas, poderse dedicar, según lo acordado con terror Trump el servidor de las bombas, al negocio inmobiliario en Gaza, ladrillo con ladrillo sobre las vidas de la dignidad y la defensa más humana, y pisando esas vidas hacerse pasar por dialogantes y próximos Premios Nobel de la Paz. Bendiciones papales mientras el pueblo de Gaza Palestina quede devastado. Pero los netanyahus quieren garantías de salir indemnes de que sus crímenes son archivados.

Es hora de sostener y aumentar la movilización por Palestina Gaza, sus derechos son los de todos los pueblos anticolonialistas.

En unos días tendremos otro episodio de defensa a ultranza del Pueblo de Gaza, una caravana de camiones con alimentos y medicinas ha salido desde Túnez, cruzará Libia y Egipto para ponerse en la entrada a Gaza, es una Flotilla por la Libertad que va por tierra, Madleen sigue ahora por carretera, y las voces populares deben acompañarla y romper el bloqueo del terrorismo sionazi.

Ramón Pedregal Casanova es autor de los libros: Gaza 51 días; Palestina. Crónicas de vida y Resistencia; Dietario de Crisis; Belver Yin en la perspectiva de género y Jesús Ferrero y Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios. Colaborador del canal Antiimperialistas.com, de la Red en Defensa de la Humanidad.

La mal llamada guerra en la franja de Gaza

11 Junio 2025 at 10:30

El inicio de las hostilidades se produjo el 7 de octubre de 2023 con el ataque del grupo Hamas a las comunidades israelíes al que denominaron “Operación inundación Al-Aqsa”; que supuso la muerte de 1195 personas (de los cuales 373 militares) y la captura de 251 más, que fueron llevadas a la Franja de Gaza. 

Flaco favor a la causa palestina, ya que le dio el pretexto al gobierno de Israel de declarar el estado de guerra y comenzar con una serie de bombardeos durante 20 días, para luego iniciar una invasión por tierra que perdura hasta hoy.

La invasión no es para nada una novedad y nadie puede llamarse a sorpresa. 

El objetivo desde siempre de los sectores más derechistas del movimiento sionista, hoy en el gobierno en Israel, ha sido la anexión lisa y llana de todo el territorio palestino. Ya en 1944 la Organización Sionista Mundial lo manifestaba públicamente.

Baste recordar la llamada “nakba” (la catástrofe) de 1948 por la cual la mitad de la población árabe de Palestina (unas 750.000 personas) fueron expulsadas violentamente de su territorio primero por grupos paramilitares sionistas y luego de la creación del Estado de Israel, por su ejército. 

Si bien existen diversos tipos específicos de guerras, podríamos acercarnos a una definición primaria de carácter general en tanto un enfrentamiento violento y masivo mediante el cual un contendor busca la derrota de su oponente a fin de imponerle un objetivo determinado. 

En el caso de una guerra entre dos países, estaríamos hablando esencialmente de un enfrentamiento entre dos ejércitos.

Esta no es la situación en la franja de Gaza en absoluto.

Por el contrario, vemos a un ejército con armas de última generación que bombardea e invade una región, destruyendo a su paso escuelas, universidades, hospitales, casas de familia, matando a más de 50.000 civiles (mujeres, hombres y niños) y obligando a otros miles a huir desesperadamente.

Por si esto fuera poco, realiza un bloqueo sistemático a los camiones de alimentos enviados por la ONU y a todo lo que sea ayuda humanitaria (medicamentos incluidos), cortando los servicios de luz y agua, condenando a la hambruna y la desesperación a miles y miles de niños y adultos.

Vayamos ahora a la definición de genocidio. 

En 1948, la Convención sobre el genocidio de Naciones Unidas definió el genocidio como cualquiera de los cinco actos «perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso». Estos son: matar a miembros del grupo, causarles graves daños físicos o mentales, imponer condiciones de vida destinadas a destruir al grupo, impedir los nacimientos y trasladar por la fuerza a los niños fuera del grupo. Las víctimas son elegidas por su pertenencia real o percibida a un grupo, no al azar.   

Queda meridianamente claro entonces que no puede haber dos opiniones honestas diferentes sobre cuál es la definición de lo que está ocurriendo en Gaza: es el genocidio por parte del gobierno sionista de Israel del pueblo palestino.

Los nefastos “destinos manifiestos” 

Lamentablemente tenemos más de un caso en la historia reciente y en el presente.

Desde el régimen nazi en Alemania proclamando la superioridad de la raza aria y la necesidad de mantener su pureza a cualquier precio, aunque fuera una guerra mundial.

Siguiendo con el destino manifiesto de los EUA de salvaguardar la “democracia occidental” del peligro del comunismo. Aunque tal “loable misión” implicara plagar de dictaduras de corte fascista a todo nuestro continente en la década de los años 70 del siglo pasado, con su secuela de miles y miles de desaparecidos, asesinados, presos y torturados.

Y ahora el régimen sionista de Israel que manifiesta ser “el pueblo elegido para ocupar la tierra prometida”. 

Como ser humano siento indignación y vergüenza ajena por los gobernantes de Israel que están llevando adelante una limpieza étnica con el pueblo palestino, tal como los nazis hicieron con los propios judíos, asesinando a más de seis millones en los campos de exterminio. 

La posición de Uruguay 

Hasta ahora la postura de Uruguay por declaraciones del Presidente Orsi, el Canciller Lubetkin y el propio MRREE ante esta situación ha sido por lo menos insuficiente.

El Presidente, siendo profesor de historia, debe estar al tanto de los antecedentes de la “nakba” y de la diferencia entre una guerra y un genocidio. Por ende no es de recibo que no llame a los hechos por su nombre y se refiera a ellos como “conflicto militar” a secas.

Uruguay tiene un bien ganado prestigio en el ámbito internacional por su consecuente defensa de los principios del derecho internacional humanitario.

Por ende, ha estado omiso al mismo al no integrarse al denominado Grupo de La Haya, creado el 31 de enero y conformado por nueve países – Belice, Bolivia, Colombia, Cuba, Honduras, Malasia, Namibia, Senegal y Sudáfrica – iniciativa promovida por la Internacional Progresista, con el objetivo de la defensa del derecho internacional frente a las violaciones al mismo cometidas por el gobierno de Israel, en concordancia con las disposiciones efectuadas por la Corte Penal Internacional contra el Primer Ministro Netanyahu como criminal de guerra.

Asimismo el comunicado No. 35/25 del MRREE si bien se refiere acertadamente a que “La solución de dos Estados es elemento fundamental para lograr una paz duradera entre Israel y Palestina y para que ambos pueblos puedan vivir en paz y seguridad.” e “insta a las autoridades de Israel a garantizar el acceso seguro y sin restricciones de la ayuda humanitaria para la población de Gaza a través de las Naciones Unidas”, se cuida de calificar la situación como un genocidio o limpieza racial y se limita a expresar “su seria preocupación ante la grave situación humanitaria que se vive en la franja de Gaza, donde decenas de miles de personas han perdido la vida, y muchos podrían seguir el mismo camino, frente al agravamiento de la situación en esa zona.”

Es hora de hablar claro 

Las autoridades uruguayas – comenzando por el Presidente Orsi – deberían sumarse a las voces de otros presidentes del continente como Petro, Lula y Boric, que definieron claramente la situación imperante en Gaza y Cisjordania como un genocidio del pueblo palestino por parte del gobierno sionista de Israel, a la vez que solicitar el ingreso de Uruguay al Grupo de La Haya.

No hay otra opción si queremos ser coherentes con nuestros principios y antecedentes.

Por ello saludamos las declaraciones del Partido Comunista, Partido Socialista y algunos Comités de Base del Frente Amplio en ese sentido.

Los últimos días de Gaza

11 Junio 2025 at 06:30
Por: Caty R

Esto es el fin. El último capítulo sangriento del genocidio. Pronto terminará todo. En unas semanas como mucho. Hay dos millones de personas acampadas entre los escombros o al aire libre. Docenas de ellas son asesinadas a diario por los proyectiles, los misiles, los drones, las bombas y las balas. Carecen de agua limpia, medicinas y alimento. Han alcanzado el punto de colapso. Enfermos, heridos, aterrorizados, humillados, abandonados, desahuciados, hambrientos, sin esperanza.

En las últimas páginas de esta historia de horror, Israel está provocando sádicamente a los hambrientos palestinos con promesas de comida, atrayéndolos a la estrecha y congestionada franja de tierra de catorce kilómetros que limita con Egipto. Israel y su cínicamente llamada Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, por sus siglas en inglés), supuestamente financiada por el Ministerio de Defensa de Israel y el Mossad, están convirtiendo el hambre en un arma. Están atrayendo a los palestinos al sur de Gaza del mismo modo que los nazis atraían a los judíos hambrientos del gueto de Varsovia para que subieran a los trenes que los llevaban a los campos de exterminio. El objetivo no es alimentar a los palestinos. Nadie sostiene seriamente que haya suficientes alimentos o centros de ayuda. El objetivo no es otro que hacinar a los palestinos en recintos fuertemente vigilados y deportarlos.

Miembros de una empresa privada de seguridad de EE.UU., contratada por la Fundación Humanitaria de Gaza (sic) dirige a los palestinos que se juntan para recibir paquetes de ayuda en un centro de distribución del centro de la Franja de Gaza el 8 de junio de 2025, mientras tropas israelíes disparan bombas de humo (Foto: Eyad vía Getty Images).

¿Qué viene a continuación? Hace tiempo que desistí de intentar predecir el futuro. Pero se producirá una explosión humanitaria final en el matadero humano de Gaza. Lo vemos en las aglomeraciones de palestinos que luchan por conseguir un paquete de alimentos, lo que ha desembocado en que mercenarios israelíes y estadounidenses hayan matado a tiros al menos a 130 personas y herido a más de 700 en los primeros ocho días de distribución de ayuda. Lo vemos con Benjamin Netanyahu armando a bandas vinculadas al ISIS [Estado Islámico de Irak y Siria] en Gaza que saquean los suministros de alimentos. Israel, que ha eliminado a cientos de empleados la UNRWA (la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo), médicos, periodistas, funcionarios y policías en asesinatos selectivos, ha orquestado la implosión de la sociedad civil.

Yo sospecho que Israel facilitará una abertura en la valla que recorre la frontera con Egipto. Los desesperados palestinos saldrán en estampida hacia el Sinaí egipcio. Puede que todo acabe de otra manera, pero acabará pronto. Los palestinos ya no pueden soportar mucho más.

Nosotros –participantes de pleno derecho en este genocidio– habremos logrado nuestro demencial objetivo de vaciar Gaza y expandir el Gran Israel. Habremos bajado el telón del genocidio retransmitido en directo. Nos habremos burlado de los omnipresentes programas universitarios de estudios sobre el Holocausto, diseñados, según parece, no para equiparnos para poner fin a los genocidios, sino para deificar a Israel como una víctima eterna con licencia para llevar a cabo matanzas masivas. El mantra del nunca más es una broma. La idea de que cuando tenemos la capacidad de detener un genocidio y no lo hacemos somos culpables, no se aplica a nosotros. El genocidio es una política pública. Avalado y sostenido por nuestros dos partidos gobernantes [demócratas y republicanos].

No hay nada más que decir. Tal vez ese sea el objetivo: dejarnos sin palabras. ¿Quién no se siente paralizado? Y tal vez ese sea también el objetivo: paralizarnos. ¿Quién no está traumatizado? Tal vez eso también esté planificado. Según parece, nada de lo que hagamos puede detener la masacre. Nos sentimos indefensos. Nos sentimos impotentes. El genocidio como espectáculo.

Yo he dejado de mirar las imágenes. Las filas de cuerpecitos amortajados. Los hombres y mujeres decapitados. Las familias quemadas vivas en sus tiendas. Los niños que han perdido sus extremidades o están paralíticos. Las máscaras mortuorias blanquecinas de aquellos a quienes sacan de los escombros. Los lamentos de dolor. Los rostros demacrados. No puedo mirar más.

Este genocidio nos perseguirá. Resonará en la historia con la fuerza de un tsunami. Nos dividirá para siempre. No hay vuelta atrás.

¿Y cómo recordaremos? No recordando.

Una vez se haya acabado, todos aquellos que lo apoyaron, todos aquellos que lo ignoraron, todo aquellos que no hicieron nada, reescribirán la historia, incluyendo su historia personal. Era difícil encontrar a alguien que admitiera ser nazi en la Alemania de posguerra, o a un miembro del Klu Klux Klan una vez que terminó la segregación en el sur de EE.UU. Una nación de inocentes, de víctimas incluso. Nos encanta pensar que habríamos salvado a Anne Frank, pero la verdad es otra. La verdad es que, paralizados por el miedo, casi todos nosotros sólo nos salvaríamos a nosotros mismos, incluso a costa de los demás. Pero es una verdad difícil de afrontar. Esa es la verdadera lección del Holocausto. Mejor borrarla.

En su libro “Un día, todos habrán estado siempre contra esto”, Omar El Akkad escribe:

“Si un avión no tripulado pulveriza un alma anónima al otro lado del planeta, ¿quién de nosotros quiere montar un escándalo? ¿Y si resulta que era un terrorista? ¿Y si la acusación resulta ser cierta y, por consiguiente, nos tachan de simpatizantes del terrorismo, nos condenan al ostracismo y nos insultan? Por lo general, las personas se sienten más motivadas por lo peor que les pueda pasar. Para algunos, lo peor que les puede pasar es que un misil acabe con su linaje. Toda su vida convertida en escombros y todo ello justificado preventivamente en nombre de la lucha contra terroristas que son terroristas por defecto, por haber sido asesinados. Para otros, lo peor que les puede pasar es que les insulten a gritos”.

(En este vínculo pueden ver mi entrevista con el escritor egipcio-canadiense El Akkad, en inglés).

No se puede diezmar a un pueblo, efectuar bombardeos de saturación durante 20 meses para arrasar sus hogares, sus pueblos y ciudades, masacrar a decenas de miles de inocentes, llevar a cabo un asedio para asegurar la muerte por inanición de miles de personas, expulsarlos de la tierra en la que han vivido durante siglos y no esperar que se produzcan represalias. El genocidio terminará. Comenzará la respuesta al reinado del terror de Estado. Si creen que no ocurrirá no saben nada de la naturaleza humana ni de historia. El asesinato de dos diplomáticos israelíes en Washington y el ataque contra partidarios de Israel en una protesta en Boulder, Colorado, son sólo el principio.

Chaim Engel, que participó en la sublevación del campo de exterminio nazi de Sobibor (Polonia), describió cómo, armado con un cuchillo, atacó a un guardia del campo.

“No es una decisión”, explicó Engel años después. “Simplemente reaccionas, reaccionas instintivamente a eso. Simplemente pensé: `Vamos allá, podemos lanzarnos y hacerlo´. Y lo hice. Fui con el hombre de la oficina y matamos a ese alemán. Con cada puñalada, decía: ‘Esto es por mi padre, esto por mi madre, por toda esta gente, por todos los judíos que mataste’”.

¿Acaso alguien espera que los palestinos actúen de otro modo? ¿Cómo van a reaccionar cuando Europa y Estados Unidos, que se consideran a sí mismos la vanguardia de la civilización, han apoyado un genocidio que ha asesinado a sus padres, a sus hijos, a sus comunidades, ocupado sus tierras y derribado sus hogares y pueblos hasta convertirlos en escombros? ¿Cómo no van a odiar a quienes les hicieron eso?

¿Cuál es la lección que este genocidio ha impartido no solo a los palestinos, sino a todas las personas del Sur Global?

Es inequívoco: no importáis. El derecho humanitario no es aplicable a vosotros. No nos importa vuestro sufrimiento, el asesinato de vuestros hijos. Sois alimañas. Seres despreciables. Merecéis ser asesinados, morir de hambre y ser desahuciados. Deberíais ser borrados de la faz de la tierra.

“Para preservar los valores del mundo civilizado, es necesario incendiar una biblioteca”, escribe El Akkad:

“Volar una mezquita. Incinerar olivos. Vestirse con la lencería de las mujeres que huyeron y luego hacerse fotos. Arrasar universidades. Saquear joyas, obras de arte, alimentos, bancos. Detener a niños por coger verduras. Disparar a niños por tirar piedras. Hacer desfilar a los hombres capturados en ropa interior. Romperle los dientes a un hombre y meterle una escobilla de váter en la boca. Echar perros de combate a un hombre con síndrome de Down y dejarlo morir. De lo contrario, el mundo incivilizado podría ganar.

Hay personas a las que conozco desde hace años a las que no volveré a hablar. Ellas saben lo que está pasando; ¿quién no? No correrán el riesgo de enemistarse con sus colegas, ser difamados como antisemitas, poner en peligro su estatus, sufrir una reprimenda o perder su empleo. No se arriesgan a morir, como hacen los palestinos. Se arriesgan a que se empañen los patéticos monumentos de estatus y riqueza que se han pasado la vida construyendo. Ídolos. Se inclinan ante estos ídolos. Adoran a esos ídolos. Están esclavizados por ellos.

A los pies de esos ídolos yacen decenas de miles de palestinos asesinados.

Fuente: https://chrishedges.substack.com/p/the-last-days-of-gaza

El presente artículo puede reproducirse libremente a condición de que se respete su integridad y se nombre a su autor, a su traductor y a Rebelión como fuente del mismo.

Gaza, entre el hambre y el asedio

11 Junio 2025 at 06:10

En Gaza el pan ya no es pan, ni la sal es sal; la comida se ha convertido en un arma y el hambre en un frente de batalla.

En este pequeño rincón de tierra sitiada, donde el cielo se cruza con el fuego y las casas se dispersan como fragmentos de un sueño roto, la comida –ese derecho básico que une a los seres humanos– se ha transformado en otro medio de guerra. No se emplean tanques ni aviones; se utiliza el asedio, el hambre. En Gaza, la comida no se consume: se retiene, se vigila, se restringe. La vida misma queda secuestrada por un horario y una cantidad que determina una mano que no ve en el ser humano más que una cifra dentro de una ecuación de seguridad.

Y como si el bienestar del pueblo palestino en Gaza se hubiera reducido a un número: las calorías permitidas por persona al día. Sin electricidad, sin agua potable, sin futuro, el único “problema” que parece importar a la mentalidad ocupante es que nadie muera de hambre –para que sigan sufriendo con vida. Es una política del “mínimo vital para sobrevivir”, no del mínimo de dignidad. Una política reconocida en documentos israelíes filtrados anteriormente, que especificaban con precisión cuántas calorías diarias podía recibir cada gazatí –no para preservar su vida, sino para dosificar su sufrimiento.

Ante esta ecuación inhumana, no sorprende ver a los habitantes de Gaza quemar libros escolares, periódicos viejos e incluso ropa desgastada para calentar agua o cocinar algo de arroz o lentejas. Una escena absurda en la que el olor del papel quemado se mezcla con la memoria de las palabras: el conocimiento se convierte en combustible, no para iluminar conciencias, sino para hervir agua. Las letras ya no se leen, se encienden.

Con el colapso de las cadenas de suministro, los precios se disparan de forma descontrolada y emergen los “mercaderes de guerra”. Aquellos que no dudan en acaparar productos de ayuda humanitaria y venderlos a precios exorbitantes o desviarlos a sus contactos, mientras barrios enteros mueren de hambre. Un saco de arroz se convierte en un lujo. Una lata de sardinas, en un privilegio.

En este clima asfixiante, informes de campo señalan intentos directos e indirectos de Israel para apoyar a ciertos grupos juveniles dirigidos por una figura conocida como “Abu Shabab”, con el objetivo de desestabilizar la situación interna en Gaza, desacreditar a la resistencia palestina y fomentar conflictos civiles latentes. Estas agrupaciones se presentan con un discurso juvenil y civil, pero trabajan en el fondo para desarticular el tejido social y construir narrativas útiles para los intereses del ocupante. No se trata de hechos aislados, sino de una estrategia de largo plazo para debilitar la unidad del pueblo palestino y crear alternativas artificiales a los movimientos de liberación.

Mientras tanto, la población gazatí sufre una inseguridad alimentaria extrema. Organismos internacionales señalan que muchas familias apenas consumen entre 1.000 y 1.200 calorías diarias –muy por debajo de las necesidades básicas de un adulto, que oscilan entre 2.100 y 2.500 calorías al día. Las comidas distribuidas en los paquetes de ayuda carecen de equilibrio nutricional: arroz, lentejas, conservas o galletas secas, sin frutas, verduras ni suficientes proteínas. El resultado: desnutrición crónica, debilidad física y graves consecuencias para la salud, especialmente entre niños y mujeres embarazadas.

Lo que ocurre en Gaza no es simplemente una “crisis humanitaria”, sino un ejemplo flagrante del uso sistemático de la comida como arma de guerra, lo cual, según el derecho internacional humanitario, constituye un crimen de guerra. El Cuarto Convenio de Ginebra (1949) prohíbe explícitamente el uso del hambre contra civiles como método de combate, y restringir deliberadamente la entrada de alimentos y medicinas es una violación directa del Protocolo Adicional I. Aun así, este castigo colectivo se lleva a cabo ante los ojos del mundo, con un silencio que roza la complicidad.

Hoy más que nunca, la situación en Gaza exige una acción jurídica real. No bastan los comunicados de condena: es necesario construir un expediente legal internacional documentado, con la colaboración de organizaciones de derechos humanos, expertos en nutrición, médicos y juristas especializados en derecho internacional humanitario, para demostrar que Israel utiliza el hambre como un arma de guerra contra civiles.

Hacer morir de hambre a todo un pueblo es una guerra contra su humanidad, y también contra la conciencia del mundo.

Gaza no pide solo pan, pide justicia.

No pide solo comida, pide dignidad.

No pide solo sobrevivir, pide vivir.

Loay Abu Alsaud es doctor en Historia por la Universidad de Salamanca y profesor de Arqueología de la Universidad Nacional An-Najah de Nablus, Palestina.

Fuente: https://ctxt.es/es/20250601/Firmas/49468/Loay-Abu-Alsaud-Israel-hambre-Gaza-Palestina-genocidio-terrorismo-de-estado.htm

El papel de las universidades israelíes en el asesinato y tortura de los palestinos

10 Junio 2025 at 06:05

En medio del alboroto de las noticias que llegan sobre el genocidio en Gaza, la noticia del martirio de Shaima y su familia en la zona de Nuseirat, en la Franja de Gaza, pasa como si nada hubiera sucedido, como si ella fuera solo un número más en una lista de números.

Shaima Akram Saidam obtuvo una media del 99,6 % en el examen general de secundaria de 2023, lo que le valió el título de mejor estudiante en la rama de letras a nivel de Palestina. Después se matriculó en la Universidad Islámica, donde se especializó en inglés.

¿Quién la mató? ¿Con qué arma? ¿Dónde se forjó la identidad y la ideología sionistas del asesino? ¿Y con qué justificación? Quizás estas son preguntas que nos llevan a un lugar que muchos pasan por alto: las universidades israelíes, donde se forjan las mentes del ejército de ocupación. Es el lugar donde se desarrollan muchos aparatos de seguridad y militares que vigilan, matan y torturan a los palestinos. También es el lugar donde se fabrican las armas, la propaganda y la justificación de la destrucción.

De hecho, las universidades y los centros de investigación israelíes son uno de los pilares más importantes del movimiento sionista y del Estado judío.

Estas instituciones académicas construyen la identidad y la propaganda sionistas, contribuyen a la fabricación de armas y trabajan para institucionalizar las políticas israelíes, afianzando el apartheid, la agresión israelí y las violaciones de los derechos palestinos a través de marcos académicos, trabajos de investigación y debates entre expertos para encontrar los medios más eficaces para consolidar la ocupación, afianzar los asentamientos, marginar y refutar la identidad palestina y entrenar a unidades del ejército y de inteligencia en diversas especialidades.

Estas instituciones israelíes no solo practican la discriminación, la opresión y la represión contra los palestinos, sino también contra cualquier persona, incluso judía, que defienda los derechos y libertades palestinos.

A la luz de estos y otros hechos, en 2004 se creó la Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultural a Israel (PACBI, por sus siglas en inglés), con el objetivo de pedir el boicot a las instituciones académicas y culturales israelíes debido a su papel central en la opresión y la violación de los derechos y libertades palestinos.

El libro recientemente publicado «Towers of Ivory and Steel: How Israeli Universities Deny Palestinian Freedom» (Torres de marfil y acero: cómo las universidades israelíes niegan la libertad palestina), de Maya Wind, es una contribución destacada e importante en este contexto, cuyo objetivo es demostrar la implicación de las universidades israelíes como base y principal motor de las violaciones de los derechos y libertades palestinos, e incluso considerar las políticas de las universidades israelíes como parte de un sistema que afianza las políticas racistas y colonizadoras de Israel.

El libro se centra en la pregunta: «¿Son las universidades israelíes cómplices de la violación de los derechos palestinos?» (página 16). La autora busca responder a esta pregunta revelando cómo las universidades israelíes están profundamente entrelazadas con los sistemas de opresión israelíes.

La investigadora se distingue en este contexto, como ella misma afirma, por ser una ciudadana israelí judía blanca, lo que le permitió acceder fácilmente a los archivos y bibliotecas militares del Gobierno israelí. De esa forma, pudo leer documentos oficiales, memorandos e informes políticos, así como estudios inéditos, como tesis de máster y tesis doctorales aprobadas por universidades israelíes. Además, realizó entrevistas a estudiantes y académicos palestinos y judíos que trabajan en universidades israelíes.

El libro consta de dos partes, cada una con tres capítulos, además de una introducción, una conclusión y una observación final del profesor Robin D. G. Kelley.

Nadia Abu El-Haj, de la Universidad de Columbia, presenta el libro y recuerda al lector que Israel es un Estado-nación colonialista fundado sobre la expulsión de casi 750 000 palestinos de sus tierras. Es un Estado construido sobre una limpieza étnica organizada. Por lo tanto, Israel no debe describirse como un Estado democrático (página 6).

Más bien, la estructura sobre la que se construyó y se sigue construyendo el Estado de Israel es una estructura racista basada en la negación y la exclusión de los no judíos. Por esta razón, Human Rights Watch y Amnistía Internacional, además de las organizaciones israelíes de derechos humanos B’Tselem y Yesh Din, declararon en 2021 y 2022 que Israel es un Estado de apartheid.

En la introducción del libro, Nadia Abu El-Haj destaca que no existe un «Israel democrático» que pueda separarse de la cuestión palestina. Israel es un Estado colonialista. Sus compromisos y acciones fundacionales, su arraigada visión política sionista y el funcionamiento de sus instituciones, e incluso de sus partidos políticos liberales y no liberales, son racistas y antidemocráticos hasta la médula.

Esta estructura racista y excluyente fundamental de Israel explica el silencio de la gran mayoría de los académicos israelíes, e incluso de las administraciones y rectores universitarios, donde no existe una defensa institucional de la libertad académica en lo que respecta a Palestina.

La autora Maya Wind reitera estas ideas en la introducción del libro, señalando que los campus universitarios de los territorios bajo dominio israelí no son lugares seguros para los estudiantes palestinos. Estas universidades no son independientes, sino una extensión de la violencia del Estado israelí y sus instituciones represivas. La autora destaca que el régimen de apartheid israelí no puede desmantelarse por completo sin reconocerlo como sistema colonialista.

Por lo tanto, el boicot académico se considera el paso fundamental para poner fin a este colonialismo. Como ilustra este libro, las ocho universidades israelíes operan directamente al servicio del Estado y desempeñan funciones vitales en el apoyo a sus políticas, constituyendo así pilares fundamentales del colonialismo israelí.

La universidad al servicio del Gobierno israelí

Por ejemplo, las universidades israelíes colaboran con empresas armamentísticas israelíes para investigar y desarrollar tecnología utilizada por el ejército y los servicios de seguridad israelíes en los territorios palestinos ocupados. Esta tecnología se vende posteriormente en el extranjero como «probada en el campo de batalla».

La autora comienza la primera parte del libro, «Complicidad», analizando la «experiencia en la subyugación», cómo se desarrollaron las disciplinas académicas israelíes para servir al Gobierno israelí y al Estado de seguridad, y cómo siguen proporcionando apoyo material a los proyectos estatales. La autora afirma que los departamentos y profesores más destacados de las universidades israelíes, en diversas disciplinas, están intelectual y teóricamente sujetos a los requisitos del Estado israelí, como lo demuestra el enfoque en tres disciplinas.

La primera disciplina: La arqueología. Todas las universidades israelíes realizan excavaciones en yacimientos arqueológicos gestionados por organizaciones de colonos judíos o consejos regionales de colonos. Esta disciplina académica se centra en borrar la historia árabe e islámica y se dedica a expandir los asentamientos judíos y confiscar tierras palestinas.

Por ejemplo, las universidades israelíes realizan excavaciones en Susya, en el sur de Cisjordania, apoderándose así directamente de estas zonas palestinas.

La arqueología israelí también surgió ostensiblemente como disciplina académica para afirmar la presencia judía antigua y continua en Palestina. Al mismo tiempo, la investigación arqueológica se utilizó para borrar cualquier reivindicación o evidencia palestina y árabe de presencia en esta misma tierra.

La autora menciona asimismo que estas excavaciones constituyen una violación directa de las leyes y convenciones internacionales. A pesar de ello, los arqueólogos y las universidades israelíes siguen participando en trabajos de excavación en todos los territorios palestinos bajo la protección del ejército israelí. Así, la arqueología facilita estructuralmente el robo de antigüedades y tierras palestinas por parte de Israel y facilita su continua apropiación ilegal.

La segunda disciplina: Estudios jurídicos. La autora aclara que Israel considera el territorio palestino ocupado como su laboratorio. Debido a su dominio ilegal sobre el pueblo palestino a través de la ocupación militar durante décadas, ha desarrollado un conjunto de leyes e interpretaciones jurídicas para justificar su régimen militar permanente.

Israel ha establecido la infraestructura jurídica para justificar las ejecuciones extrajudiciales, la tortura y el despliegue de lo que se considera una fuerza desproporcionada contra la población civil, lo que equivale a crímenes de guerra. Maya Wind afirma que los estudios jurídicos y la filosofía ética en la que se basan se crearon para justificar las violaciones de los derechos y libertades de los palestinos.

La tercera disciplina: Estudios sobre Oriente Medio. La investigadora muestra que, con el establecimiento del gobierno militar de Israel en los territorios palestinos ocupados en 1967, se renovaron las oportunidades de cooperación académica con el Estado. Por ejemplo, los profesores de la Universidad Hebrea Menachem Milson, Amnon Cohen, Moshe Sharon y Moshe Maoz ejercieron como asesores en asuntos árabes del ejército y el gobierno israelíes (página 48).

Milson también ocupó el cargo de primer jefe de la Administración Civil, la administración militar israelí en los territorios palestinos ocupados, y supervisó el cierre forzoso de la Universidad de Birzeit a partir de 1981. Cohen, Sharon y Maoz sirvieron con el rango de coronel y trabajaron con el ejército a lo largo de sus carreras académicas.

Del mismo modo, los departamentos de Estudios sobre Oriente Medio ofrecen programas académicos de especialización regional para soldados en servicio activo en unidades militares de élite y cursos diseñados específicamente para agencias de seguridad. La Universidad Hebrea ofrecía un programa de licenciatura en Estudios sobre Oriente Medio para el Servicio de Seguridad General (Shin Bet) como parte de la formación de su personal.

Por tanto, las disciplinas israelíes en humanidades y ciencias sociales se movilizaron para apoyar el colonialismo israelí. La arqueología, los estudios jurídicos y los estudios sobre Oriente Medio se desarrollaron simultáneamente con la ocupación militar israelí y a través de ella.

A continuación, la autora pasó a estudiar varias universidades israelíes, considerando que las «universidades: puestos avanzados de los asentamientos» se fundaron y diseñaron para servir como puestos avanzados estratégicos para el proyecto estatal israelí. La Universidad Hebrea en la Jerusalén Oriental ocupada; la Universidad de Haifa en Galilea; la Universidad Ben-Gurión en el Negev; la Universidad Ariel en Cisjordania: todas estas instituciones constituyen motores fundamentales para los proyectos de «judaización» en sus respectivas zonas.

La autora afirma, por ejemplo, que en el período previo y durante la guerra de 1948, los estudiantes, el profesorado y los administradores de la Universidad Hebrea de Jerusalén apoyaron activamente a la organización militar Haganah y utilizaron el campus como base, llevando a cabo entrenamientos militares e incluso almacenando armas en los edificios de la universidad.

La autora sostiene también que, durante más de un siglo, las universidades israelíes han trabajado de forma constante para ampliar y afianzar las fronteras del Estado judío, la «soberanía judía» sobre toda la Palestina histórica.

Estas universidades siguen desempeñando de forma activa e intensa un papel central en la expansión de los asentamientos en tierras palestinas, y sus bibliotecas son depósitos de los libros palestinos saqueados, como es el caso de la biblioteca de la Universidad Hebrea, que contiene muchos libros árabes robados a los palestinos.

La investigadora pasó al concepto de «el estado de seguridad académica», mostrando cómo el desarrollo de las universidades israelíes estaba vinculado al auge de las industrias militares israelíes. Estas universidades fueron diseñadas como instituciones para la construcción del Estado y, poco después de su creación, se movilizaron para apoyar los aparatos de violencia de Israel.

Tras la creación de la Universidad Hebrea de Jerusalén en 1918, el movimiento sionista fundó otras dos instituciones de educación superior en Palestina: el Instituto Technion en Haifa en 1925 y el Instituto Weizmann de Ciencias en Rehovot en 1934.

La Universidad Hebrea fue la primera universidad integral del movimiento sionista dedicada a la investigación y la enseñanza en todas las disciplinas; el Technion fue diseñado para ser un centro de ingeniería; mientras que el Instituto Weizmann se dedicó a la investigación científica para la construcción del Estado (página 88).

La investigadora muestra cómo las universidades y los centros de investigación israelíes sirven como brazo académico del Estado de seguridad israelí. Los institutos y las universidades sirven al Estado mediante investigaciones y recomendaciones políticas que tienen como objetivo no sólo mantener el dominio militar israelí, sino también socavar el movimiento por los derechos palestinos en la escena internacional.

Por ejemplo, el trabajo diario de los soldados de la Inteligencia Militar israelí viola los derechos humanos palestinos, tal y como se estipula en el derecho internacional y los Convenios de Ginebra. Muchos soldados que se graduaron en programas de posgrado especialmente diseñados en la Universidad Hebrea sirven en la Unidad 8200, la unidad más grande y central de la Inteligencia Militar.

La Unidad 8.200 es la unidad central de recopilación del ejército, responsable de recopilar todas las comunicaciones de inteligencia, incluidas las llamadas telefónicas, los mensajes de texto y los correos electrónicos. La autora concluye el capítulo subrayando que, lejos de esforzarse por convertirse en instituciones civiles, las universidades israelíes siguen ampliando sus operaciones no sólo como bases de entrenamiento militar, sino también como laboratorios de armas para el Estado.

La segunda parte del libro, titulada «Represión», comienza con la autora abordando la idea de la «ocupación epistémica» y explicando cómo las universidades israelíes impiden sistemáticamente la investigación académica crítica, la enseñanza y el debate sobre el colonialismo israelí, la ocupación militar y el apartheid.

La autora menciona la creciente lista de temas prohibidos en las universidades israelíes con el aumento de la influencia y el poder político de la extrema derecha en las últimas dos décadas. Recientemente, cualquier crítica al ejército o a los soldados israelíes se ha convertido en tabú en las universidades israelíes.

Por ejemplo, Maya Wind explica que la Universidad de Haifa tiene dos tradiciones profundamente arraigadas en el mundo académico israelí: borrar la producción de conocimiento académico palestino y socavar la investigación basada en pruebas que revela los crímenes del Estado israelí (página 119).

Las universidades israelíes se han aliado con grupos de extrema derecha y con el Gobierno israelí para restringir y controlar la investigación y el discurso relacionados con la Nakba, por ejemplo. Por extensión, el estudio crítico de la ocupación israelí, el apartheid y el colonialismo de asentamiento se describe como prohibido.

En consecuencia, los debates críticos fundamentales han sido excluidos del mundo académico israelí, ya que las universidades israelíes definen como «ilegítimas» la investigación y el debate sobre la violencia histórica y actual del Estado israelí. De este modo, privan al profesorado y al alumnado no sólo de la libertad académica, sino también de la oportunidad de debatir e intervenir en las injusticias actuales y futuras.

A continuación, la autora pasa al tema del asedio impuesto a los estudiantes palestinos y revela las restricciones impuestas a los derechos de los estudiantes palestinos a estudiar, expresarse y protestar en las universidades israelíes.

Revela cómo las administraciones universitarias restringen constantemente la presencia de estudiantes palestinos en sus campus y cómo cooperan con el Gobierno israelí para privar a los estudiantes palestinos, especialmente a los más activos, de las libertades académicas básicas. La autora afirma que, desde que se matricularon en la educación superior israelí, los estudiantes palestinos han sido objeto de criminalización, vigilancia y persecución por parte de sus universidades, en connivencia con el Estado.

La libertad académica en la educación superior israelí no se aplica a los estudiantes palestinos. Las administraciones universitarias han demostrado desde hace tiempo su subordinación al Estado, cooperando con él para protegerlo de las críticas y la rendición de cuentas por su ocupación militar y su régimen de apartheid. El Gobierno impone una censura cada vez mayor sobre cualquier debate en relación a la Nakba y la injusticia radical practicada por el Estado de Israel, ya sea contra los palestinos sometidos al régimen militar en los territorios palestinos ocupados o contra aquellos a los que considera sus ciudadanos.

Al final, la autora aclara la complicidad académica con el Estado contra los palestinos, y que actualmente no existe ningún movimiento en las universidades israelíes que pida romper los lazos con el ejército israelí y el Estado de seguridad israelí debido a sus repetidas violaciones del derecho inalienable de los palestinos a la educación y otros derechos humanos.

Incluso las organizaciones progresistas que trabajan en las universidades israelíes, como «Iniciativa Democrática Conjunta» o «Academia para la Igualdad», que incluye a profesores y estudiantes judíos israelíes y palestinos (ciudadanos), no satisfacen en gran medida las demandas de las universidades palestinas. Estos grupos activistas se han negado hasta ahora a respaldar los llamamientos palestinos para que las universidades israelíes rindan cuentas por su complicidad en las violaciones del derecho internacional por parte de Israel.

Israel considera una amenaza a los palestinos que se arman con la educación para desafiar sin vacilar el régimen de apartheid. Por lo tanto, los estudiantes palestinos son sometidos a audiencias disciplinarias, interrogatorios y detenciones en las universidades israelíes, además de secuestros, torturas, detenciones militares e incluso asesinatos en las universidades palestinas. Las universidades israelíes son pilares fundamentales de este sistema.

No sólo realizan investigaciones, forman y colaboran con las fuerzas de seguridad israelíes que mantienen la ocupación militar, sino que también trabajan junto al Gobierno israelí para reprimir a los estudiantes palestinos en sus universidades.

En última instancia, las universidades israelíes han desempeñado un papel directo en la represión por parte del Estado israelí de los movimientos estudiantiles palestinos por la liberación, y en la privación de la libertad académica de los palestinos, durante más de setenta y cinco años.

En la conclusión del libro, la autora destaca que Israel estableció y construyó instituciones de educación superior israelíes en territorio palestino y diseñó estas instituciones para que fueran herramientas para la expansión de los asentamientos judíos y el desplazamiento de los palestinos, basándose en el enfoque de las universidades que se apropian de tierras.

Las universidades israelíes no sólo participan activamente en la violencia del Estado israelí contra los palestinos, sino que también contribuyen con sus recursos, investigaciones y becas para mantener, defender y justificar esta opresión. Al final, la autora hace un llamamiento al boicot de las universidades israelíes e insiste en que no habrá libertad académica hasta que esta se aplique a todos.

En sus observaciones finales, el profesor Robin D.G. Kelley, de la Universidad de California, afirma que el objetivo del boicot es poner fin a la ocupación, desmantelar el régimen de apartheid, respetar los derechos de los refugiados palestinos estipulados por las Naciones Unidas, ampliar los derechos civiles para incluir a todos, poner fin a las detenciones militares, las incursiones repetidas, la vigilancia de las instituciones palestinas y la interrupción deliberada del proceso educativo.

El régimen de apartheid israelí no habría durado sin el enorme apoyo financiero, la legitimidad política y la protección jurídica proporcionados por Estados Unidos. La financiación militar anual de 3.800 millones de dólares (Israel es el mayor receptor de ayuda militar estadounidense de la historia) contribuye a financiar la violencia estatal, la represión y la desigualdad sin la más mínima rendición de cuentas (página 189).

Así, el profesor Kelley menciona que el régimen de apartheid israelí no habría podido persistir sin el silencio liberal en Estados Unidos. Afirma con acierto que «La verdad es que nunca habrá una verdadera libertad académica en la región sin una Palestina libre, y no puede haber una Palestina libre mientras las universidades estén bajo ocupación o sigan siendo bastiones del sionismo y el colonialismo de asentamiento. Y mientras la mayoría de los intelectuales israelíes permanezcan en silencio o no comprendan que su propia libertad está ligada a la libertad de Palestina, continuaremos boicoteando las instituciones israelíes. Silencio = Complicidad» (página 192).

Este libro es magnífico, muy informativo y bien argumentado, una documentación histórica detallada de la complicidad de todas las universidades y centros de investigación israelíes, sin excepción, en el sistema de apartheid israelí. De hecho, son uno de los brazos más importantes del Estado para justificar sus políticas que violan las normas y leyes internacionales.

Fadi Zatari es profesor adjunto de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad Sabahattin Zaim de Estambul.

Texto en inglés: The Palestine Chronicle, traducido por Sinfo Fernández.

Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/06/06/el-papel-de-las-universidades-israelies-en-el-asesinato-y-tortura-de-los-palestinos/

Holocausto del siglo XXI, Gaza

7 Junio 2025 at 07:04

El grito de ¡¡¡Palestina libre!!, ¡¡Israel genocida!!, crece en las calles, pero los jefes de estado y gobiernos de las democracias neoliberales se niegan a escucharlo. Es claro que los opresores son los enemigos, no los judíos, menos aquellos que padecieron la brutalidad nazi, que les marcó con estrellas su pecho, puso brazaletes en sus brazos y números en sus cuerpos, los encerró en ghetos con alambradas y cínicos letreros de “zona residencial de judíos”, los trató de ratas y cerdos, sin agua, ni comida hasta enfermar, morir o ser trasladados en trenes a los campos de trabajo y de exterminio, de los que nunca regresarían, salvo los pocos que lograron escapar. El final del primer holocausto, como genocidio de la Alemania nazi, contra el pueblo judío, fue planeado en la conferencia de Wannese en 1942, por los más selectos nazis que coordinaron la implementación de la “solución final”.

     El segundo holocausto, parece responder al plan trazado por el gabinete de guerra reunido en la conferencia de octubre de 2023, realizada en el despacho del primer ministro de Israel en Jerusalén liderada por Nethanyahu, que discutió las estrategias de la ofensiva de eliminación y destrucción del pueblo palestino. La deshumanización, inició con frases como que los palestinos son animales del rabino Meir Mazuz, que se opuso a aprobar cualquier ayuda humanitaria y el ministro de defensa Yoav Gallant afirmando que Israel estaba luchando contra animales. Los dos genocidios tienen en común prácticas atroces, inimaginables, despiadadas. El primero es contado por miles de archivos, museos y memoriales para hacer que la memoria impida que el horror se repita contra judíos o contra cualquier otro pueblo. El segundo holocausto ocurre en el presente, es visto en directo por el mundo entero, día a día y es ejecutado por judíos del Israel sionista, que ni son todos, ni nunca lo serán.

     Los hechos definen delitos internacionales de lesa humanidad y crímenes de guerra, establecidos así por el estatuto de roma, sus hostilidades no distinguen ni respetan civiles, ni hay proporcionalidad de su fuerza, bajo ningún enfoque caben en el marco de protección del antisemitismo. Son genocidas del siglo XXI, que debía ser el tiempo de los derechos, no acatan derecho, norma, ley, clamor o ética. Dejan claro que su poder y capacidad de daño no necesita pretextos para perseguir a la gente palestina, a esa sí toda, causarle dolor y sufrimiento, marcarlos, enumerarlos, torturarlos, forzarlos a desplazarse y asesinarlos de todas las maneras más brutales posibles, desde el vientre hasta el último suspiro.

      Adelantan su plan de exterminio monitoreado por altos mandos del sionismo, para quienes “sus miedos dominan sus mentes y sus conciencias” (film: valle de lobos: palestina), en el fondo saben que toda arrogancia de poder y de crueldad tiene final, aunque se sientan invencibles para extenderse a otros territorios en su propósito criminal -como lo hace el cáncer en el cuerpo del líder-. Han empezado a creer que su enemigo ya no solo es el pueblo palestino, sino que todo el mundo que no sea judío es su enemigo y que adentro también hay enemigos. El mundo ve lo que pasa en Gaza, la destrucción total de ciudades, casas, universidades, hospitales muerte encima y debajo del suelo, torturas en las cárceles donde antes de iniciar la “solución final” ya había 10.200 presos palestinos, 400 de ellos niños y 37 mujeres, sin juicio, nada se sabe, nadie da razón ( BBC Mundo; el país), como tampoco nadie con un solamente un poco de razón y sentido de humanidad, podrá negar que allí no hay una guerra si no un genocidio, ni podrá decir que siquiera uno solo de los más 30.000 niños asesinados estaba armado, en resistencia o intifada con piedras disparándole a los tanques.

      Los genocidas desaparecieron todo derecho de sus declarados enemigos palestinos que hace 80 años los recibieran en su suelo derrotados por el mismo horror nazi que los sionistas hoy replican contra ellos, con más tecnologías y con la complacencia del silencio  de las mismas “democracias” del norte, que le enseñaron al mundo a hablar de derechos, leyes justas, tolerancia y respeto y que aliadas derrotaron a los nazis y promulgaron la declaración universal de derechos humanos para todos los humanos y escribieron los convenios de ginebra para impedir el sufrimiento provocado por la barbarie. No levantan su voz, calculan y negocian, no les importa el valor de la vida de la gente palestina del campo de concentración llamado Gaza, hacia donde miran los billonarios para invertir.

    Nadie se escapa de haber visto el horror compuesto de escombros, miseria, huesos esparcidos junto a cráneos, manos, piernas y trozos de bebes, que no le hielan la sangre a los victimarios, si no que los impulsa. Quizá por eso, el mismo día que los responsables de este segundo holocausto sean juzgados y condenados al desprecio universal, también los demás humanos del planeta seamos llamados a responder -ante un figurado tribunal de conciencia universal- por haber dejado solos a quienes representaban a la humanidad. Talvez sea el dolor el que nos haga recordar la humanidad perdida, porque, en todo caso, la conciencia nunca está del lado de la crueldad, como tampoco la esperanza sola resulta suficiente para impedir la masacre diaria, que ojalá pronto le ceda el paso a la razón humana y la próxima generación sepa lo ocurrido contado en similitud al relato del niño Alex de “la isla de Bird Street” (Krag Jacobson, 1997) o de “el pianista” o del “Soah”, y se pueda entender el horror de lo ocurrido, esta vez ejecutado por ascendientes de las víctimas del primer holocausto.  

Israel es el epicentro del nazismo contemporáneo

7 Junio 2025 at 07:01

El calificativo de que Israel es un Estado nazi, no tiene un afán propagandístico o mediático, sino que expone la alarmante situación a la que se enfrenta el pueblo palestino. Tomando como base los estudios de Atilio Boron y Andrés Tzeiman, se puede señalar que las peculiaridades del nazismo son:

  1. El nazismo es constituido y constituyente del imperialismo, es su rostro nacional. 
  2. Esta impulsado por una burguesía monopólica nacional expansionista, es decir, con aspiraciones transnacionales.
  3. La política expansionista se ejerce por medio de la guerra, la ocupación y vaciamiento de territorios colonizados.
  4. El nazismo en dimensiones políticas no es solo una forma particular de gobierno, expresa la constitución de un Estado-dictadura de la burguesía nacional monopólica donde opera una ruptura radical con las formas democrático burguesas, los derechos democráticos, los derechos humanos, etc. y por tanto con la ideología democrático-liberal. 
  5. El Estado adquiere un carácter terrorista produciendo un cambio cualitativo en la forma de dominación y en la forma de Estado liberal. Las instituciones políticas y jurídicas de la democracia son abandonadas.
  6. El nazismo materializa los intereses políticos de las elites económicas y políticas revestidos de ultranacionalismo, cuya dictadura amalgama el espíritu nacional-popular con ideologías racista, xenófoba y la persecución de minorías. 
  7. Esta dictadura es de tal radicalidad que la deshumanización del “otro” es orgánica, con lo cual se genera la condición de posibilidad de su exterminio. 
  8. En el nazismo aparece un culto a la glorificación de la violencia y la guerra, por lo que es casi “natural” resolver las disputas políticas o crisis a través del belicismo y el militarismo. 

Como se ha evidenciado bestialmente en el último año, en el Estado de Israel operan formas de cada uno de estos componentes del nazismo.

  1. Israel siempre ha representado una cabeza de playa de los intereses imperialistas de Estados Unidos y Occidente sobre los recursos energéticos de medio oriente. Funciona como un desestabilizador de la región y opera para que las naciones árabes no constituyan una gran alianza. 
  2. La ocupación militar, vaciamiento y despojo del territorio palestino, y las intenciones de ocupar territorios en El Líbano, Siria, Jordania y Egipto, son muestra de s ulógica expansionista.
  3. La política de apartheid en Gaza y Cisjordania y la conversión de Gaza en un campo de concentración.
  4. El ultranacionalismo sionista que sistemáticamente se encuentra en una campaña de humillación y degradación de la identidad nacional palestina, además de la criminalización, proscripción y destrucción de la cultura e identidad palestina. 
  5. La deshumanización del pueblo palestino para justificar políticas de limpieza/exterminio étnico y genocidio: el hambre como política, el infanticidio sistemático y el vaciamiento del territorio de Gaza
  6. La glorificación del belicismo, su exhibición mediática y exaltación de los crímenes contra el pueblo palestino.

Todo lo anterior son practicas abiertamente nazis. De ahí que el concepto de nazi-sionimo sea tan acertado para exponer el contenido esencial y la forma concreta del estado de Israel.

El nazismo, como sistema estructural y sistemática de opresión, aparece históricamente como “forma particular de contrarrevolución burguesa con base de masas”.  Es por ello que en la década de los 30, Londres y Washington no vieron mal el ascenso y la expansión del nazismo que funcionaba como muro de contención y enemigo del comunismo. Hoy occidente, sus burguesías imperialistas y centros de poder en Washington, Bruselas, Berlín, Londres o Paris, no cuestiona con severidad el crecimiento, expansión y los crímenes de lesa humanidad cometidos por el sionismo, porque expresa los intereses económicos y políticos imperialistas en medio oriente.

Es verdad que en Occidente existe un ascenso de la ultra derecha y las agrupaciones fascistas: En Ucrania se financian milicias nazis como el Batallón Azov quienes encabezaron el exterminio de la población ruso parlante en las regiones de Donbast y Donetsk: en Italia gobierna el partido de ultraderecha Hermanos de Italia; en Francia el Frente Nacional de Jean-Marie Lepen cobra cada día mayor fuerza; en Hungría el movimiento de filiación fascista por una Hungría Mejor (Jobbik) crece: en España la agrupación VOX mantiene su presencia en el parlamento; en Portugal el partido nazi Chega obtuvo representación en el parlamento, y; en Alemania, los nazis entraron después de décadas al poder legislativo. Pero por el momento, ninguna de estas fuerzas fascistas o de ultra derecha han logrado imponer su dictadura, ya sea por resistencias internas o externas, a diferencia de la dictadura sionista que se ha impuesto sobre Palestina. 

Por ello, no sorprende que los fascistas, como Eduardo Verástegui, Milei, Trump o el bolsonarismo, miren con sádica “admiración” los bestiales e inhumanos crímenes cometidos en los territorios de Gaza y Cisjordania por Tel-Aviv. La ultra derecha del mundo, tiene en el sionismo su ejemplo, de ahí la amenaza histórica que representa.

El éxito del sionismo como nueva forma del nazismo es una amenaza para la humanidad y no solo un problema de los palestinos, como los indolentes liberales o socialdemócratas quieren hacernos pensar. Los bombardeos sincronizados de israelíes contra Siria, Líbano, Irán, Irak y Yemen, o que soldados sionistas se atrevan a disparar contra una delegación diplomática de al menos 20 países, son muestra de la sínica máquina de guerra que representa.   

Al igual que hace 80 años con la derrota de los nazis, no esperamos que sean las burguesías de occidente y los gobiernos lacayos al imperialismo quienes detengan el genocidio. Serán los pueblos y los gobiernos verdaderamente populares. Las masivas movilizaciones en Inglaterra, Canadá, Francia, España y otros países, están obligando a sus gobiernos, a tomar distancia y aislar, aunque aun tibiamente, a Tel Avid. 

Si el nazis-sionismo asciende, y la ultraderecha ve un referente practico en él, las fuerzas populares y democráticas, debemos prepararnos para recordarles que tendrán su nuevo Stalingrado. 

Gaza, genocidio abierto

6 Junio 2025 at 09:00
Palestinos transportan sus pertenencias mientras huyen del norte de la Franja de Gaza hacia el sur. Foto Afp

Por más tramoyas, malabarismos semánticos e intentos de blanqueo que haga el régimen colonialista de Benjamin Netanyahu, lo que ocurre desde el 7 de octubre de 2023 en la franja de Gaza se tipifica como genocidio (del prefijo griego genos, que significa raza o tribu, y el sufijo latino cide, que significa asesinato), y está reconocido y codificado por la ONU como delito de lesa humanidad. Hay que terminar, pues, con el mito de la guerra en Gaza. Y con las falsas equivalencias –diseminadas por el Mossad, la CIA y el MI6– entre una potencia militar nuclear regional, que cuenta con el apoyo irrestricto y la complicidad de EU y la OTAN, y la inclaudicable resistencia de un pueblo que lucha por su autodeterminación en los territorios palestinos ocupados por Israel desde 1967. 

Según el derecho internacional, Israel es una potencia ocupante y ha estado impulsando una lógica genocida que es parte intrínseca de su proyecto colonial de asentamiento en Palestina. La naturaleza y escala abrumadoras del asalto israelí a Gaza ha superado los límites de lo inimaginable. Desde su creación, Israel tipifica como un Estado canalla (rogue state o nación fuera de la ley), que no se considera obligado a actuar de acuerdo con las normas de la Carta de la ONU. Y en la actualidad, cada vez más desacreditado a escala internacional y erosionado el falso recurso del antisemitismo para estigmatizar a sus críticos, el asesino serial Netanyahu sigue aferrándose a la “teoría del loco”, concepto usado por Richard Nixon, pero que, según Noam Chomsky, fue ideado en los años 50 del siglo pasado por el Partido Laborista de Israel, cuyos líderes “predicaban a favor de los actos de locura”, según recordó en su diario el ex primer ministro Moshe Sharett, y advertían que se volverían “locos” o potencialmente “fuera de control”, para beneficiarse y con una extraordinaria fuerza destructiva a su disposición –como en la actual coyuntura–, obligar a sus adversarios a inclinarse ante su voluntad, por temor. 

El 20 de mayo, el líder del Partido Demócrata israelí, general retirado Yair Golan, denunció en la emisora pública Kan que Israel está “matando a bebés como pasatiempo” y podría convertirse en un “Estado paria” si no actúa con racionalidad y deja de cometer atrocidades contra civiles en Gaza. En el paroxismo de su perversión, Israel ha transformado Gaza en un mundo sin civiles; en un espacio donde toda la población es un enemigo que debe ser eliminado o desplazado por la fuerza. El 24 de mayo, la relatora especial de la ONU para Palestina, Francesca Albanese, denunció que el bombardeo israelí de la casa de la pediatra Alaa Al-Najjar, que mató a nueve de sus 10 hijos, representaba un “patrón sádico distintivo de la nueva fase del genocidio”. La doctora recibió los cuerpos de sus hijos envueltos en mortajas blancas mientras trabajaba en el hospital al-Tahrir del Complejo Médico AlNasser; ocho estaban carbonizados. 

Albanese sabe de qué habla. El 1º de julio de 2024, durante el 55 periodo de sesiones del Consejo de Derechos Humanos de la Asamblea General de la ONU, presentó el informe Anatomía de un genocidio, donde, en su primera línea, apenas tras cinco meses de operaciones militares y bombardeos de saturación del ejército de ocupación, consignaba que “Israel ha destruido Gaza”. El informe concluía “que hay motivos razonables para creer que el umbral a partir del cual puede decirse que Israel ha cometido genocidio ya se ha alcanzado”. Once meses después, el horror se ha multiplicado. 

Una de las principales conclusiones del documento era que el gobierno de Israel “ha distorsionado de manera intencional los principios del jus in bello (rama del derecho sobre el uso de los medios y modos de hacer la guerra), subvirtiendo sus funciones de protección en un intento de legitimar la violencia genocida contra el pueblo palestino”. Otra conclusión clave era que “Israel ha invocado estratégicamente el marco del derecho internacional humanitario como ‘camuflaje humanitario’ para legitimar su violencia genocida en Gaza”.

Acuñado por el abogado polaco Raphäel Lemkin en 1944, el genocidio, como negación del derecho de un pueblo a existir y el posterior intento (consumado o no) de aniquilarlo, es un proceso, no un acto, y conlleva modos de exterminio y destrucción, que van desde la eliminación física hasta la desintegración forzosa de las instituciones políticas y sociales, la cultura, la lengua, los sentimientos nacionales y la religión de un pueblo. El objetivo de los colonialistas israelíes es hacerse de las tierras y los recursos de los palestinos, y sus métodos, señala el informe, incluye la expulsión, la restricción de movimientos, las matanzas masivas, la asimilación y la prevención de nacimientos. Dice: “De esos actos, la aniquilación genocida constituye la cúspide”. Agrega que “el genocidio no puede justificarse bajo ninguna circunstancia, incluida la pretendida defensa propia”. Además, “la complicidad en el genocidio está expresamente prohibida, suscitando obligaciones para terceros estados”. 

El informe exhibe como “pruebas directas” de la intención genocida, la “vitriólica retórica” deshumanizante de Israel, incluidos el presidente Isaac Herzog, el premier Netanyahu y el ministro de Defensa, Yoav Gallant, quienes han llamado a “extirpar el mal de raíz” en nombre de “los estados y pueblos… civilizados” (sic), calificando a los palestinos de “monstruos”, “animales humanos”, “cucarachas”, así como la del portavoz de las Fuerzas de Defensa, Daniel Hagari, quien instó a “maximizar los daños”, lo que “demuestra una estrategia de violencia desproporcionada e indiscriminada”. El implacable ataque israelí, que ha provocado el colapso de la infraestructura vital esencial de los gazatíes, se compadece con las intenciones declaradas de hacer de Gaza un lugar “en que la vida sea imposible de forma permanente” y donde “no pueda existir ningún ser humano”.

Lo peor es que para justificar la sistemática violencia letal contra los civiles palestinos, Israel usa términos del derecho internacional humanitario, como “escudos humanos” (pero atribuidos a Hamas, siendo una práctica habitual del ejército israelí según Ap y La Jornada, 25/5/25), “daños colaterales”, “zonas seguras” y otros, como forma de distorsionar las leyes de la guerra; como “camuflaje humanitario”, dice el informe, que le permita atacar “legítimamente” a la población civil de Gaza y sus infraestructuras vitales. Ergo, Israel ha caracterizado el territorio como objetivo militar, aboliendo de facto la distinción entre objetivos civiles y castrenses. 

El 28 de abril, Norman Finkelstein señaló que por su modus operandi, la “solución final israelí a la cuestión de Gaza” constituye un “genocidio abierto”. De allí que la nueva Nakba en curso debe detenerse; es un imperativo categórico que debemos a las víctimas de esta tragedia.

Saada alumbra el camino a Jerusalén liberada

6 Junio 2025 at 08:56

Ahí, esas casas que se ven ahí abajo, eso es Arabia Saudita”, nos dice un compañero apuntando al extenso valle que nace bajo las montañas del memorial a los caídos en la primera guerra de Saada. El norte de Yemen recuerda al norte de Chile. Árido, rocoso, con imponentes montañas e interminables horizontes de tierra dura. Casas de piedra y barro. Rodando por Amran o Saada podríamos haber estado en algún camino precordillerano de Atacama o Antofagasta.

Si Hodeidah nos había mostrado la fiereza militar con su mítica defensa del puerto, y Sana’a encarnaba el poder político conquistado, de Saada emanaba la firmeza ideológica de este pueblo decidido a darlo todo por su libertad y la de Palestina. En Saada había nacido y resistido el movimiento Ansar Allah, y desde allí se había extendido al resto del país.

Tras 4 horas de viaje llegamos directamente a la Universidad, a un encuentro con autoridades políticas, académicas y estudiantes en general. La emoción de nuestros anfitriones, como nos explicaron, se debía a que habían pasado años de la última visita internacional a la zona. Sin conexión a internet por motivos de seguridad y aislada por la geografía y la guerra, no eran comunes dos extranjeros en febrero de 2025 en la capital de la Revolución Popular yemení.

La región más pobre del país más pobre. Históricamente olvidada, históricamente castigada. Sometida a bombardeos durante más de 20 años. Primero de parte del régimen proimperialista que gobernaba el país en la primera década de este siglo, luego de parte de sus millonarios vecinos saudíes y la enorme coalición mercenaria con participación de 17 países de la región, luego los Estados Unidos de NorteAmérica y, últimamente, la Entidad Sionista. Ninguno pudo someter a los habitantes de estas tierras.

La importancia de Saada -para entender los términos Houthi, Ansar Allah, Yemen tiene su antecedente en los años 80 del siglo XX, cuando el sabio religioso musulmán zaidita Badreddin Al Houthi polemizó desde lo teórico, religioso y académico, contra la corriente wahabita del islam. Justo al otro lado de la frontera, en Arabia Saudita, el wahabismo promovía (y promueve) una práctica conservadora, reaccionaria y punitiva de la religión. El takfirismo, corriente practicada por Al Qaeda y Estado Islámico, nacida de y protegida por el wahabismo, considera infiel a todo musulmán que no siga esta práctica, justificando la guerra santa contra todo el que se oponga (excepto contra la Entidad Sionista).

En los años 90 el hijo mayor del sabio, Sayeed Hussein Badreddin Al Houthi, formó un movimiento político religioso, Ansar Allah (los partidarios de Dios). A través de éste, multiplicó el mensaje ya transmitido por su padre de una vida basada en la religión, el amor, la justicia y la cooperación. A las lecturas públicas se sumaron obras sociales y espacios de convivencia comunitaria. En lo teórico, agregó el antisionismo y el antiimperialismo como piedras angulares del proyecto político.

Identificó al Enclave Colonial Sionista como principal enemigo de la humanidad, y la liberación de Palestina como primer deber de todo el pueblo árabe y el mundo musulmán. Avisó ya desde la primera invasión a Irak en 1991, que el imperio avanzaría sobre Asia Occidental (llamado Medio Oriente). Postuló que sería a través de invasiones militares oficiales y también utilizando paramilitares religiosos.

Los (auto)atentados en las embajadas de EEUU en Kenia y Tanzania de 1998 y al USS Cole en Yemen el 2000, todos reivindicados por Al Qaeda, fueron correctamente interpretados por la joven organización como un preludio de lo que se venía. “Muerte a Israel” y “Muerte a Estados Unidos” empezaron a escucharse en las mezquitas y verse en los rayados de las calles cuando el nuevo siglo despuntaba. 

El derribo de las Torres Gemelas y la invasión de Afganistán en 2001 y la invasión de Irak en 2003, tuvieron su correlato en la orden directa dada el mismo año al presidente lacayo de Yemen: eliminar a “ese grupo que anda gritando por nuestra muerte en el norte del país”.

Así iniciaron las llamadas Guerras de Saada, seis guerras entre 2004 y 2009 lanzadas por el gobierno contra un movimiento inicialmente pacífico, de corte más bien social religioso. Seis guerras que sólo sirvieron para fortalecer política y militarmente a Ansar Allah, que terminó controlando de facto toda la región norte del país, y para desgastar al gobierno lacayo que terminaría por caer un par de años después.

Pese a ser un movimiento pacífico, en Yemen tener un fusil es tan normal como tener un reloj, por lo que la supuesta operación militar que duraría un par de semanas terminó durando un año y necesitando de la ayuda de Arabia Saudita y EEUU para asesinar al líder Hussein Al Houthi y disfrutar de una victoria pírrica. La primera guerra de Saada marcaría el derrotero general de los años siguientes.

Apuntando una gran roca en el cerro aledaño, el gobernador nos cuenta de la cueva de los heridos, donde estuvo durante las últimas semanas del asedio a la cueva donde (apuntando ahora a una roca más pequeña, unos 500 metros arriba de la primera) el líder Hussein resistió el bombardeo directo, el incendio, la inundación y el asesinato de toda su familia antes de rendirse, ser asesinado igualmente (apunta unos 200 metros sobre la roca) y su cuerpo secuestrado por el régimen hasta ser rescatado diez años después por el pueblo. 

El hermano del líder e hijo menor del sabio, Sayeed Abdul Malik Badreddin Al Houthi, luego de emprender una forzosa retirada (ordenada por su hermano) al final de la primera guerra, reagrupó a los combatientes y desarrolló la técnica. Así a la fortaleza ideológica-religiosa y la legitimidad social, el movimiento sumó la capacidad militar que fue perfeccionando en cada guerra que le planteó el gobierno. Para el final de las guerras, en 2010, Ansar Allah ya era un movimiento con capacidad de administración y defensa de un extenso territorio, y gozaba de creciente simpatía en el resto del país.

Si bien la Primavera Árabe de 2011 echó abajo al viejo régimen, su lugar lo ocupó rápidamente Al Islah, franquicia local de los Hermanos Musulmanes, agrupación nacida en Egipto y asociada a la derecha política en el mundo islámico. Ansar Allah decidió, luego de apoyar y participar de la revuelta destituyente, no confrontar a Al Islah inicialmente y dar el beneficio de la duda al nuevo gobierno, esperando que resolviera los problemas urgentes que reclamaba la población: corrupción, inseguridad, salarios bajos y precios altos.

La corrupción siguió y las viejas prácticas políticas también, hasta que un día de septiembre de 2014 y luego de un nuevo anuncio del gobierno de aumento en las tarifas de los servicios básicos, el líder Abdul Malik convocó al pueblo a salir a las calles y hacer, ahora si, la revolución continuamente defraudada durante todo el intento restaurador del nuevo régimen. Y la gente salió. Y Ansar Allah avanzó desde su bastión del norte hasta tomar la capital, Sana’a.

El mismo bus que vemos calcinado en un altar del mausoleo a cielo abierto, transportaba ese 9 de agosto de 2018 a los 36 niños que hoy ocupan las tumbas aledañas. Atrás, una maqueta del F-16 justo después de lanzar la bomba y los cuerpos repartidos por la calle y los edificios. Al lado, una gigantografía con la foto de cada niño y de los 7 adultos que los acompañaban, y la leyenda “no los olvidaremos”. El conductor del bus, sobreviviente, nos cuenta cómo se había bajado a comprar unas cosas en el almacén para seguir el paseo escolar planificado, cuando de pronto escuchó el estruendo. Jamás pensó caminando al lugar, que el objetivo habían sido los niños. Estaba en paz, pero las pesadillas aún lo despertaban en la noche.

Desde 2015 y hasta 2022, estas fueron las perlas que dejó la guerra de agresión impuesta por el gobierno derrocado y exiliado. Con tropas sudanesas, pilotos saudíes, logística británica, inteligencia y bombas gringas, y mucho dinero emiratí, saudí y, en menor medida, qatarí. No existen por cierto, casos documentados de ataques a civiles de parte de las fuerzas de Ansar Allah. Pero tampoco es que la guerra paró porque la ONU condenó el ataque y los saudíes pidieron perdón y dejaron de bombardear. Los pueblos que deciden no rendirse ante la violencia opresora (nacional o extranjera) sólo tienen una opción: la victoria militar. 

Fue así como, a partir del cuarto año de guerra, los combatientes de las Fuerzas Armadas de Yemen bajo el liderazgo de Abdul Malik Al Houthi y el gobierno de Ansar Allah, iniciaron una contraofensiva bombardeando refinerías de petróleo en Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. Al igual que los gringos en días recientes, al ver las pérdidas económicas y la imposibilidad de neutralizar la voluntad y capacidad militar, y viéndose directamente atacados sin capacidad suficiente para defenderse, las petromonarquías establecieron un alto al fuego unilateral, que el gobierno de Ansar Allah respetó.

Pese a que desde hace ya once años gobiernan al 75% de los 35 millones de yemeníes a través de un parlamento plural y un consejo de gobierno compuesto por políticos oficialistas y de oposición en la misma proporción; pese a que han asumido todas las funciones de administración del Estado; pese a que la migración sucede desde las zonas controladas por el enemigo hacia las zonas controladas por la Revolución; pese a que el gobierno títere exiliado en Arabia Saudita ni siquiera controla las zonas fuera del control de Ansar Allah ya que son controladas por Emiratos Árabes Unidos.

Pese a todo lo anterior, el relato hegemónico es que en Yemen no existe gobierno. Que lo que hay son unos locos en sandalias que se llaman houthies y lanzan cohetes. Los más informados dirán que los houthies forman un movimiento llamado Ansar Allah y este movimiento (denominado terrorista por EEUU) es el que bombardea el Mar Rojo. No se dice “Gobierno Yemení”, sino “Rebeldes Houthies” o “Grupo Ansarolá” de Yemen. Es como decir “los rebeldes chavistas de Venezuela” para validar a Guaidó o “los rebeldes jinpinistas de China” para validar a Taiwán. 

Imposible no hacer el alcance de que esta absurda situación impuesta por las petromonarquías es acatada en vergonzante silencio por el Sur Global en su conjunto. Desde Cuba y Venezuela hasta China y Vietnam, ninguno reconoce al gobierno legítimo de Ansar Allah en Yemen, manteniendo su reconocimiento al gobierno títere en el exilio, culpable por cierto de horrorosos crímenes de guerra.

En la inmensa mayoría del mundo árabe y del mundo musulmán, la cuestión palestina es un tema central y muy sensible. No es culpa de los pueblos que inundan las calles exigiendo acciones a sus gobiernos, que los monarcas y dictadores que nadie eligió en Marruecos, Arabia Saudita, Jordania, Emiratos Árabes, Qatar, Bahrein, Sudán, Egipto o Siria permitan y normalicen el genocidio en Gaza y la ocupación colonial de toda Palestina.

Por primera vez en mucho tiempo los árabes y musulmanes de a pie no fueron decepcionados por sus gobernantes, quienes llevaron el discurso de defensa de Palestina esgrimido con desgano y sin convicción por todos los liderazgos regionales durante años, a la práctica. Es un hecho indesmentible que la popularidad de Ansar Allah al interior de Yemen, ya de por si mayoritaria, creció arrolladoramente cuando decidió (pese al desacuerdo y advertencia de su único aliado político, Irán) confrontar militarmente el genocidio sionista.

Han pasado tres meses de nuestro viaje, tres meses en los cuales casi todos los lugares que visitamos han sido bombardeados, algunas personas que conocimos han sido asesinadas. Tres meses durante los cuales la primera potencia militar del mundo realizó una ofensiva “durísima” como dijo el mismo Donald Trump, intentando destruir hangares de misiles y drones, asesinar al liderazgo y aterrorizar a la población civil. Luego de perder decenas de drones de última generación, tres aviones F-16 y quedar inutilizado un portaaviones, asumieron el fracaso en los tres objetivos, dejaron de matar civiles y pidieron un alto al fuego a través de Omán, que el gobierno yemení de Ansar Allah respetó, aclarando que la guerra contra la Ocupación en Palestina no era parte del acuerdo.

El momento ha llegado. Hace unos días finalmente la Entidad Sionista bombardeó directamente Yemen. Todos sus aliados la han abandonado en la cuestión yemení. Arabia Saudita y Emiratos Árabes, Inglaterra y EEUU. Nadie se atreve a volver a interponerse en el camino entre Yemen y sus deberes morales y religiosos. La Entidad deberá pelear su guerra por si misma, y no contra civiles desarmados e infancias, como hace en Gaza y Cisjordania, sino contra las Fuerzas Armadas de la República de Yemen y su pueblo irreductible. Con decisión inquebrantable en la defensa de Palestina, Yemen libre, querido e independiente vencerá, el sionismo oscurantista y colonial será derrotado, y la luz encendida en Saada alumbrará el camino a Jerusalén liberada.

Roberto Bermúdez Pellegrin, presidente Fundación Raúl Pellegrin. Pablo Sepúlveda Allende, presidente Fundación Latinoamericana Dr. Salvador Allende. Médicos chilenos internacionalistas

Israel tiene en Gaza su escaparate militar y en Europa, su mejor cliente

6 Junio 2025 at 05:55

Israel alcanzó en 2024 un récord en sus exportaciones militares, llegando a los 13.000 millones de euros, y mantuvo a Europa como principal cliente, que compró el 54% del montante total, un cliente que asistió impasible al genocidio que lleva a cabo en Gaza, más allá de críticas tibias y reacciones tardías.

El Ministerio de Defensa israelí destacó que se trata del cuarto récord consecutivo, fruto de una subida interanual del 13%, pero que eleva el volumen de exportaciones a más del doble que hace cinco años.

Las revisiones de contratos pendientes no acaban de concretarse ni siquiera después de 20 meses de masacres diarias.

De hecho, el Ministerio israelí se jactó de que cerca del 57% de los acuerdos son «megacontratos» superiores a los 100 millones de dólares. En cuanto al tipo de producto exportado destaca, con un 48%, la categoría de misiles, cohetes y sistemas de defensa aérea. Las ventas sobre tecnología espacial, por su parte, se dispararon del 2 al 8%.

De hecho, Europa no solo no ha reducido sus compras, sino que en el terrible año 2024 pasó del 35% de las exportaciones al 54%, si bien el informe no diferencia las ventas por países. Le sigue a gran distancia la región de Asia-Pacífico, con un 23%, y los países árabes que firmaron los Acuerdos de Abraham –Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Marruecos–  para normalizar relaciones con Israel, que no solo no han cortado relaciones sino que suman un 12%, frente al 3% anterior.

El infierno de los palestinos en Gaza ha sido el escaparate de Israel para vender sus misiles. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, presumió de un «tremendo logro» que considera «resultado directo de los éxitos» logrados en el campo de batalla de Gaza, Líbano, Yemen, Irán y en cualquier otro escenario donde ve «enemigos». «El mundo ha visto la fuerza de Israel y busca ser un aliado –insistió Katz–.  Los resultados operativos de la guerra y el rendimiento demostrado de los sistemas israelíes en el campo de batalla han generado una fuerte demanda internacional de tecnología de defensa israelí».

Añadió que Israel está dispuesto a seguir consolidando la industria militar para «garantizar la clara superioridad frente a cualquier amenaza, en cualquier lugar y en cualquier momento».

Alemania y Noruega seguirán vendiendo armas

Israel tiene también en Europa algunos de sus principales proveedores de armas, que ni contemplan la posibilidad de cortar esta relación. Precisamente, el ministro de Exteriores de Alemania, Johann Wadephul, reiteró ayer que su Gobierno seguirá suministrando armas a Israel, porque este Estado las necesita para «defenderse». Wadephul reiteró que «la seguridad y existencia» de Israel son «razón de Estado» para Alemania. En  la misma sesión parlamentaria, una diputada de La Izquierda, Cansin Köktürk, fue expulsada por llevar una camiseta con la palabra Palestine.

El Parlamento de Noruega, rechazó varias propuestas para limitar las inversiones del fondo soberano en empresas israelíes o vinculadas a Israel que le vendan armas o contribuyan a la situación actual de los territorios palestinos ocupados.

También rechazó cambiar los criterios para la venta de armamento militar para excluir a empresas que utilicen las armas «de una manera que constituyan graves violaciones de los Derechos Humanos y del Derecho Humanitario».

En el Estado español, donde el Misterio de Defensa afirma haber suspendido la licencia de una empresa israelí para fabricar 168 sistemas de misiles contra carro Spike LR2, un informe del Centro Delás de Estudios por la Paz reveló que las importaciones de armas, tanques y otros materiales de guerra de Israel sumaron el valor de 36,7 millones de euros desde el inicio de la agresión contra en Gaza.

Protesta ante el Parlamento británico para exigir el embargo y sanciones contra Israel. (Adrian DENNIS/ AFP)

Por su parte, el primer ministro británico, Keir Starmer, otro de los aliados de Israel, afirmó ayer en el Parlamento que la Franja de Gaza atraviesa por «días oscuros»  debido a la intervención militar israelí, que calificó de «intolerable» y «contraproducente». Mientras hablaba, fuera del Parlamento, centenares de personas en una cadena humana exigían a Starmer que imponga un embargo y sanciones contra Israel.

El Trinity de Dublín corta relaciones

A pesar de la lentitud de las respuestas, algunas instituciones van dando pasos en ese sentido, bajo la presión de movimientos sociales como los estudiantiles.

La universidad Trinity College Dublin (TCD) votó a favor de eliminar todos sus vínculos con otras instituciones académicas y compañías radicadas en Israel. El TCD pondrá fin a las inversiones, relaciones comerciales y colaboraciones académicas y de investigación, lo que afectará también al programa de intercambio Erasmus+ con universidades israelíes. Una investigación del “The Irish Times” constató que el Trinity tenía inversiones en 13 compañías israelíes, tres de la cuales figuran en una lista del Consejo de Derechos Humanos de la ONU de empresas involucradas en colonias israelíes en Palestina.

También la Universidad de Ginebra, tras la movilización de los estudiantes, ha puesto fin a un acuerdo estratégico con la Universidad Hebrea de Jerusalén y no renovará el convenio con la Universidad de Tel Aviv, que finaliza en febrero próximo, aunque pidió que no se interprete la decisión como un boicot académico.
En el Estado francés, un grupo de asociaciones pidió ante un tribunal que impida que el Salón Aeronáutico de París, que se celebra del 16 al 22 de junio, reciba a empresas israelíes, argumentando que los proveedores de material de guerra participan en la «comisión masiva de crímenes internacionales» en Gaza.

Casi cien muertos en un día

Mientras tanto, el Ejército israelí mató el martes al menos a 95 personas e hirió a otras 440. Muchas de las víctimas eran padres que suelen ser los que van buscar comida con la que alimentar a sus hijos, después de que Israel forzara la creación del nuevo sistema militarizado de reparto de alimentos que ayer cerró todos sus puntos.

El jefe de asuntos humanitarios de la ONU, Tom Fletcher, denunció que estas muertes son «resultado deliberado de la elección de Israel de privar sistemáticamente a dos millones de personas de bienes esenciales para sobrevivir».

Ayer mató a 41 personas más desde medianoche. Siete de ellas, incluidos tres niños, en ataques con drones en Yabalia y en Jan Yunis. El Ejército de Israel bombardeó además por undécima vez el hospital de los Mártires de Al Aqsa, en el centro de la Franja. También atacó zonas residenciales de Deir el-Balah y las tiendas de desplazados de Mawasi. 

Venta francesa

La eurodiputada Rima Hassan, a bordo de la Flotilla de la Libertad que se dirige a Gaza, pidió a Emmanuel Macron que el Estado francés detenga el envío de equipo militar a Israel. Una investigación de Disclose y The Ditch reveló ayer que París se prepara para entregar material de ametralladora al Estado israelí.

Flotilla

El Ejército israelí amenazó al barco Madleen, que se dirige a Gaza como parte de la Flotilla de la Libertad, afirmando que está «preparado para actuar en consecuencia» y evitar que lleguen a Palestina. Después de que el martes drones sobrevolaran el barco de forma repetida, los activistas a bordo han pedido que se envíe un correo electrónico a los diferentes Ministerios de Exteriores para pedir protección.

Fuente: https://www.naiz.eus/es/info/noticia/20250605/israel-tiene-en-gaza-su-escaparate-militar-y-en-europa-su-mejor-cliente-1

Concentración permanente en Logroño por la emergencia en Gaza

4 Junio 2025 at 09:15

En este mismo instante bebés, niñas, niños, ancianas, ancianos y personas civiles desarmadas están siendo asesinadas, solo por ser palestinas. Israel ha bloqueado la entrada de la ayuda humanitaria en Gaza provocando una hambruna planificada que puede llevar a la muerte por inanición a 14.000 bebés, niñas y niños. Ante esta situación insoportable la sociedad española está cada vez más sensibilizada y, según encuestas recientes, apoya en más de un 70% que cese la matanza de personas y termine el asedio de Israel a Gaza. Desde Amistad por Palestina La Rioja y Acampada por Palestina La Rioja creemos que es el momento de forzar una reacción contundente de nuestro gobierno.

Por ello, a partir de este miércoles 4 de junio a las 20:00 horas comienza una CONCENTRACIÓN PERMANENTE frente a la Delegación del Gobierno en Logroño, hasta que dejen de matar en Gaza, termine el asedio por hambre y se permita la entrada de ayuda humanitaria. Pediremos a la ciudadanía que ejerza presión dirigiéndose a las personas que nos representan en el Congreso, para conseguir que el gobierno de España rompa relaciones con Israel.

En la coordinadora estatal RESCOP (Red Solidaria Contra la Ocupación de Palestina), de la que Amistad con Palestina y Acampada por Palestina forman parte, se ha creado un grupo de trabajo para diseñar acciones en otras localidades del Estado, para conseguir la mencionada ruptura de relaciones con Israel. 

La gran sensibilización que está manifestándose en toda la sociedad ha hecho coincidir en esa fecha, 4 de junio, esta convocatoria con la primera acción de la recién constituida organización «Educación por Palestina La Rioja», que durante la mañana realizará concentraciones en muchos centros educativos riojanos en torno al tema de Palestina.

Necesitamos la unión de la ciudadanía para hacernos oír. Podemos aportar nuestro granito de arena. La primera propuesta es que la gente se sume a la concentración (a las 18:00 del día 4 comenzará la organización del espacio en el Espolón, y también se invita a participar en ese montaje). Quienes convocan animan a toda la sociedad a contribuir para que en Gaza se deje de asesinar indiscriminadamente a personas civiles desarmadas.

TODAS LAS PERSONAS SON NECESARIAS Y BIENVENIDAS EN LA CONCENTRACIÓN.

«La masacre de los hambrientos»: fueron a por ayuda humanitaria al punto que les dijeron en Gaza y acabaron tiroteados

4 Junio 2025 at 06:10

Más de 30 palestinos murieron el domingo por disparos israelíes cuando se dirigían a recibir alimentos en un punto de distribución de ayuda establecido por una fundación respaldada por Israel en Gaza, según testigos. Un hospital gestionado por la Cruz Roja confirmó que atendió a muchos heridos.

Los testigos dijeron que las fuerzas israelíes habían abierto fuego cuando los palestinos se dirigían al punto de distribución de ayuda en Rafah gestionado por la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF).

“Mi hermano fue a recibir ayuda a los puntos de distribución estadounidenses de Rafah cuando empezaron a lloverles las balas”, declaró Yarin Abu al Naja, de 44 años. “Los soldados israelíes habían empezado a disparar contra la gente de allí. Mi hermano fue con dos de sus amigos. Uno de ellos resultó gravemente herido en la cabeza, el otro murió y a mi hermano le dispararon por la espalda”.

“Lo trasladaron al hospital en un carro tirado por un burro; ninguna ambulancia puede llegar a la zona y había docenas de heridos y muertos”, añadió Naja. “Le vimos colocado en el suelo. No había camas disponibles debido al gran número de heridos y muertos que llegaban desde el mismo lugar. Las escenas eran horribles: personas a las que les faltaban miembros, manos o piernas, otras decapitadas o con el abdomen abierto.”

Los medios de comunicación informaron de que decenas de personas estaban siendo atendidas en el hospital tras el último incidente en el controvertido emplazamiento de Rafah. Los funcionarios del hospital de campaña no precisaron quién abrió fuego, pero añadieron que otras 175 personas habían resultado heridas.

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) dijo que su hospital de campaña en Rafah recibió una “afluencia masiva de víctimas” de 179 personas, 21 de las cuales fueron declaradas muertas a su llegada. “Todos los pacientes dijeron que habían intentado llegar a un lugar de distribución de ayuda”, añadió el CICR, que lo describió como “el mayor número de heridos por arma en un solo incidente desde la creación del hospital de campaña hace más de un año”.

Según las autoridades sanitarias locales, al menos 31 de los muertos fueron trasladados al hospital Nasser. La Media Luna Roja también informó de que otros 14 palestinos habían resultado heridos cerca de otro punto de distribución de ayuda en el centro de Gaza.

Las fuerzas israelíes negaron haber “disparado contra civiles”. Sin embargo, un oficial de las Fuerzas de Defensa de Israel admitió que los soldados efectuaron “disparos de advertencia contra varios sospechosos que avanzaron hacia las tropas el sábado”, cerca del lugar de distribución de la ayuda, sin especificar quiénes eran los sospechosos.

La fundación de ayuda, respaldada por Israel, afirmó que había distribuido la ayuda “sin incidentes” a primera hora del domingo y ha negado anteriores informes sobre disparos en torno a sus instalaciones, que se encuentran en zonas militares israelíes donde el acceso independiente está limitado.

Las fuerzas israelíes habían dado órdenes de que nadie se acercara al centro antes de las 6 de la mañana, hora local. Múltiples testigos afirmaron que la gente había empezado a hacer cola desde las 5 de la mañana, y se dice que decenas de personas avanzaron y empezaron a correr hacia él. Cuando la multitud llegó a la rotonda de la Bandera, a 1 km de distancia, las fuerzas israelíes empezaron a disparar contra la multitud, según los testigos.

“Fui con mi hermano Shuhada a por comida para nuestros hijos”, declara Hani Baraka, de 43 años. La zona estaba muy concurrida. Al principio, llegó un dron cuadricóptero y dio órdenes, diciendo que aún era demasiado pronto para abrir las puertas y que las abrirían a las 6 de la mañana. Al parecer, la gente avanzó antes de la hora fijada por el ejército. Los soldados entraron en pánico y empezaron a disparar a la multitud. A mi hermano le dispararon en la cabeza y murió en el acto“.

“Al regresar, el dron chocó contra un cable colgante y cayó al suelo”, añade Baraka. “La gente corrió hacia él y entonces los soldados israelíes abrieron fuego contra nosotros. Francotiradores del ejército rodearon la zona y empezaron a disparar a la multitud”.

La GHF ha contratado empresas de seguridad privadas, pero según los testigos, los contratistas privados no abrieron fuego contra la multitud.

“Dentro de la puerta había soldados estadounidenses armados, pero no dispararon contra nosotros”, dice Baraka. “Sólo lanzaron granadas aturdidoras de plástico en la plaza para asustar a la gente y despejar la zona una vez que se agotó la ayuda”.

Las imágenes de Reuters muestran ambulancias llevando heridos al hospital Nasser. Otras imágenes muestran a gente corriendo y agachándose, con disparos aparentemente audibles de fondo. Una de las imágenes parece haber sido filmada en la carretera de Salah al-Din, justo al sur de un lugar de distribución de ayuda en el corredor de Netzarim.

Los médicos del hospital de Nasser informaron de escenas caóticas, con docenas de cadáveres ingresados.

“La situación en el hospital es catastrófica, debido a la masacre de hambrientos en la ciudad de Rafah, cerca del centro de distribución de ayuda”, declaró el Dr. Marwan al-Hams, de 53 años, médico del servicio de urgencias del hospital Nasser. “La mayoría de los heridos recibieron disparos en las partes superiores del cuerpo —cabeza, pecho y abdomen—, ya que, al parecer, el ejército israelí disparaba desde gran altura con aviones o cuadricópteros. Un testigo en el lugar de los hechos dijo que también se disparó desde una grúa y desde tanques.”

El centro forma parte de un nuevo y controvertido sistema de ayuda.

El 28 de mayo, Hamás acusó a Israel de matar al menos a tres palestinos y herir a 46 cerca de uno de los centros de distribución de la GHF, acusación que el ejército negó, alegando que sus tropas habían efectuado disparos de advertencia en la zona exterior del complejo para restablecer el control mientras miles de palestinos corrían hacia un lugar de distribución de ayuda.

Israel impuso un bloqueo de todos los suministros en marzo alegando que Hamás se apoderaba de las entregas para sus combatientes, lo que el grupo niega. El mes pasado, un observatorio mundial del hambre afirmó que medio millón de personas de la franja se enfrentan a la inanición. El IPC calculó que cerca de 71.000 niños menores de cinco años padecerían “desnutrición aguda” y que 14.100 casos serían graves en los próximos 11 meses.

La ONU y otras organizaciones humanitarias han rechazado el nuevo sistema de distribución de alimentos, alegando que no podría satisfacer las necesidades de los 2,3 millones de habitantes de Gaza y permitiría a Israel utilizar los alimentos como arma para controlar a la población.

El secretario general de la ONU, António Guterres, ha señalado este lunes que está “horrorizado” por los palestinos muertos y heridos “mientras buscaban ayuda en Gaza”. “Israel tiene obligaciones claras bajo la legislación internacional para facilitar la ayuda humanitaria”, ha señalado.

El último incidente se produjo mientras Hamás e Israel intercambiaban reproches por los vacilantes esfuerzos para garantizar un alto el fuego.

Hamás dijo el sábado que estaba tratando de introducir enmiendas a una propuesta de alto el fuego respaldada por Estados Unidos, pero el enviado de Donald Trump, Steve Witkoff, rechazó la respuesta del grupo por considerarla “totalmente inaceptable”.

Israel mata al menos a 27 personas tras abrir fuego en un punto de reparto de comida en el sur de Gaza

El Comité Internacional de la Cruz Roja (ICRC, por sus siglas en inglés) ha confirmado que al menos 27 gazatíes han muerto la madrugada de este martes y otros 157 resultaron heridos, después de que fuerzas israelíes abrieran fuego contra palestinos que aguardaban la entrega de comida en Rafah, sur de Gaza.

“Esta mañana temprano, recibimos otro incidente con un gran número de víctimas en el Hospital de Campaña de la Cruz Roja, con 184 casos. Diecinueve de ellos fueron declarados muertos al llegar, y ocho más fallecieron a causa de sus heridas poco después. Más de 35 pacientes requirieron intervención inmediata”, detalla un comunicado de la ICRC.

Los cadáveres, entre ellos un menor de 17 años, han sido trasladados del Hospital de Campaña de la Cruz Roja, en Rafah, al Hospital Naser en Jan Yunis, confirman a EFE sanitarios locales. Está previsto que el número de víctimas mortales siga aumentando en las próximas horas.

Por su parte, en un comunicado, el Ejército israelí reconoce haber abierto fuego, a alrededor de medio kilómetro del punto de distribución, “contra varios sospechosos que avanzaban hacia las tropas de forma que representaban una amenaza”, pero no ha aportado pruebas. “Hoy (martes), durante el desplazamiento de la multitud por las rutas designadas hacia el punto de distribución de ayuda, ubicado a medio kilómetro, las tropas identificaron a varios sospechosos que se dirigían hacia ellos, desviándose de las rutas de acceso designadas”, dice el Ejército. “Las tropas realizaron disparos de advertencia y, al no lograr que se retiraran, hubo disparos más de cerca contra algunos sospechosos que avanzaban hacia las tropas”, añade, diciendo que se estaba investigando los detalles del suceso y las posibles víctimas.

La Fundación de Ayuda para Gaza (GHF, por sus siglas en inglés), respaldada por EEUU y que abre desde hace ocho días un punto donde entrega cajas con comida solo en el sur –insuficientes para una población de 2,1 millones de gazatíes– ha dicho que no se hacen responsables “del área fuera” de sus centros “que sigue siendo una zona de guerra activa”, declara la GHF en su comunicado.

“Esta área se encontraba muy alejada de nuestro centro de distribución seguro y nuestra zona de operaciones. Reconocemos la difícil situación y recomendamos a todos los civiles que permanezcan en el corredor seguro al desplazarse a nuestros centros de distribución”, añade la organización, pese a que los disparos se produjeron a medio kilómetro del punto al que fuerzan a los gazatíes a desplazarse si quieren intentar comer.

Fuente: https://www.eldiario.es/internacional/masacre-hambrientos-supervivientes-acusan-israel-disparar-civiles-iban-comida-puntos-distribucion_1_12348652.html

Israel y Witkoff tratan de intimidar a Hamás para un acuerdo que no pone fin al genocidio

3 Junio 2025 at 06:05

El 25 de mayo los negociadores palestinos de Hamás creían que estaban a punto de alcanzar un acuerdo para poner fin al genocidio de Gaza. Según se informó a Hamás, el enviado especial de Estados Unidos, Steve Witkoff, había aprobado un borrador de acuerdo que reflejaba las principales demandas de Hamás e indicaba que la administración Trump trabajaría para que Israel las aceptara. Pero menos de una semana después, Witkoff regresó con una versión drásticamente modificada, elaborada con Israel, que no garantizaba explícitamente las disposiciones clave para poner fin a la guerra de Israel o la retirada de sus fuerzas. Este nuevo acuerdo entre Israel y Estados Unidos fue posteriormente promocionado en la prensa como el plan de Trump para poner fin a la guerra en Gaza, y ahora era responsabilidad de Hamás aceptarlo.

Ayer Drop Site publicó la versión completa de la «hoja de términos» elaborada por Israel y Estados Unidos. Hoy publicamos la versión del 25 de mayo acordada por Hamás, que revela los detalles de lo que Israel está tratando de imponer a Hamás en la escena internacional.

Los términos acordados provisionalmente por Hamás vuelven en gran medida al anterior acuerdo de alto el fuego firmado el 17 de enero y violado por Israel a principios de marzo, que implica una retirada importante de las fuerzas israelíes y la entrega de cientos de camiones al día con alimentos, medicinas, combustible y otras ayudas. El acuerdo también obligaría a Hamás a renunciar al poder en Gaza, se crearía un comité palestino independiente que se pondría al frente y se iniciaría inmediatamente la reconstrucción.

Lo más significativo es que Estados Unidos garantizaría el cumplimiento del alto el fuego y la entrega ininterrumpida de ayuda hasta que se alcanzara una solución a largo plazo para la guerra. «Estados Unidos y los mediadores se comprometen a garantizar la continuación de las negociaciones, el mantenimiento del cese de las hostilidades y la entrada de ayuda hasta que se alcance un acuerdo de alto el fuego permanente», dice la hoja de términos de Hamás. En la versión israelí, esa garantía ha desaparecido por completo, sustituida por un alto el fuego respaldado por Estados Unidos solo durante el periodo de 60 días del acuerdo propuesto.

Diferencias clave:

Estas son algunas de las diferencias clave entre lo que Hamás acordó el 25 de mayo y lo que Estados Unidos e Israel elaboraron durante la semana pasada:

1. Duración del alto el fuego

Lo que acordó Hamás: Hamás propuso inicialmente un alto el fuego de 90 días, luego dijo que aceptaría una versión de 70 días y más tarde se mostró dispuesto a aceptar una tregua de 60 días, con una vía clara para prolongarla mientras continuaran las negociaciones.

Lo que acordaron Estados Unidos e Israel: alto el fuego de 60 días sin prórroga automática. Las conversaciones y la tregua solo podrán continuar si ambas partes están de acuerdo y «negocian de buena fe».

2. Garantía presidencial

Lo que Hamás aceptó: Trump garantizaría personalmente el alto el fuego y se comprometería a hacerlo cumplir, además de garantizar «el retorno de Israel al statu quo anterior al 2 de marzo de 2025», cuando Israel abandonó el acuerdo de alto el fuego original. Se afirma que Trump «insiste en que las negociaciones durante el período de alto el fuego conducirán a una resolución permanente del conflicto».

Lo que elaboraron Estados Unidos e Israel: Se menciona que Trump anunciará el acuerdo y que el presidente «garantiza el cumplimiento del alto el fuego por parte de Israel» durante 60 días. No existe ningún mecanismo de aplicación ni ninguna garantía vinculante de retirada militar israelí.

En una sección titulada «Apoyo presidencial», el borrador establece: «El presidente se toma muy en serio el cumplimiento del acuerdo de alto el fuego por parte de las partes e insiste en que las negociaciones durante el período de alto el fuego temporal, si concluyen con éxito con un acuerdo entre las partes, conducirían a una resolución permanente del conflicto».

3. Condiciones para el intercambio de prisioneros

Lo que acordó Hamás: la liberación de 10 prisioneros israelíes vivos y 16 fallecidos en dos fases: 5 vivos el día 1 y los 5 restantes el día 90. Aunque no figuraba en el texto del acuerdo, Hamás también solicitó dos semanas para localizar los lugares de enterramiento.

Lo que elaboraron Estados Unidos e Israel: 10 cautivos vivos y 18 fallecidos serían liberados en la primera semana: 5 vivos y 9 fallecidos el día 1, y el resto el día 7. Para el décimo día del acuerdo, Hamás proporcionaría información sobre el estado de los cautivos restantes, vivos y muertos.

4. Retirada militar

Lo que acordó Hamás: Retirada israelí a las líneas del 2 de marzo durante el periodo de tregua, con el presidente Trump garantizando el compromiso de Israel al respecto. La retirada total de Israel de toda la Franja de Gaza se produciría inmediatamente después de que se declarara un alto el fuego permanente y antes del intercambio final de cautivos y cadáveres.

Lo que elaboraron Estados Unidos e Israel: Sólo «reubicaciones» limitadas dentro de Gaza después de cada liberación de cautivos. Sin compromiso de retirada total; sin retorno a las posiciones anteriores al 2 de marzo.

5. Ayuda humanitaria

Lo que acordó Hamás: Flujo de ayuda inmediato y sin restricciones en virtud del protocolo humanitario del 17 de enero. Esto significaría alimentos, combustible, medicinas y equipos de construcción, según responsables de Hamás.

Lo que elaboraron Estados Unidos e Israel: La ayuda entraría «de inmediato» y la ONU y la Media Luna Roja participarían en su distribución. No se menciona el combustible, los materiales de construcción ni el levantamiento total del bloqueo de Gaza. No hay claridad sobre el papel futuro de la controvertida «Fundación Humanitaria de Gaza», respaldada por Estados Unidos e Israel.

6. Vigilancia y actividad militar

Lo que acordó Hamás: Cese total de todas las actividades militares israelíes, incluida la prohibición total de las operaciones aéreas y de reconocimiento, durante 90 días sin excepciones. Los grupos de resistencia palestinos también detendrían todas las operaciones armadas.

Lo que elaboraron Estados Unidos e Israel: Sólo se detendrían las operaciones militares «ofensivas» israelíes. La vigilancia y la actividad aérea israelíes se detendrían solo entre 10 y 12 horas al día, y el resto del tiempo continuaría la vigilancia total.

7. Papel del enviado estadounidense

Lo que acordó Hamás: Steve Witkoff viajaría a Doha, firmaría públicamente el acuerdo y estrecharía la mano del negociador jefe de Hamás, Khalil al-Hayya. Witkoff también dirigiría las negociaciones con la ayuda del enviado estadounidense para los rehenes, Adam Boehler, y del palestino-estadounidense partidario de Trump y enviado no oficial Bishara Bahbah.

Lo que elaboraron Estados Unidos e Israel: Witkoff «presidirá» las negociaciones. No se menciona ninguna ceremonia de firma ni apretón de manos.

8. Gobernanza y reconstrucción

Lo que acordó Hamás: Entrega inmediata de la administración de Gaza a un comité tecnocrático palestino independiente, con plena autoridad sobre la gobernanza y la reconstrucción, que comenzaría su andadura de inmediato.

Lo que acordaron Estados Unidos e Israel: No se menciona la gobernanza ni la reconstrucción de Gaza. El «día después» podría discutirse en futuras conversaciones, pero no está garantizado.

9. Compromiso de alto el fuego continuado

Lo que acordó Hamás: Estados Unidos, Catar y Egipto garantizarían el alto el fuego continuado y el flujo de ayuda mientras se mantuvieran las negociaciones para alcanzar una solución permanente.

Lo que acordaron Estados Unidos e Israel: No hay tal garantía. El alto el fuego inicial, según se afirma, «podrá prorrogarse en las condiciones y por el tiempo que acuerden las partes, siempre y cuando estas negocien de buena fe».

10. Estrategia e intenciones de Israel

Lo que acordó Hamás: Estados Unidos presionaría a Israel para que pusiera fin a la guerra y apoyara una paz duradera.

Lo que elaboraron Estados Unidos e Israel: Israel ya ha aceptado la nueva versión, declarando abiertamente que reanudará la guerra después de que los cautivos sean liberados. Netanyahu dijo esta semana: «Seguiremos luchando hasta que Hamás sea destruido».

Las negociaciones y los negociadores

Tanto Hamás como Israel tienen representantes que actúan en su nombre para apelar a Witkoff en las negociaciones en curso. Por un lado, los funcionarios de Hamás, entre ellos Al Hayya, Basem Naim y Osama Hamdan, están trabajando en estrecha colaboración con Bisharah Bahbah, un palestino-estadounidense y partidario de Trump. Por otro lado, Ron Dermer, ministro de Asuntos Estratégicos de Israel, trabaja con Netanyahu como negociador principal de los intereses israelíes en las conversaciones. Ambas partes son responsables ante Witkoff en sus respectivos intentos de obtener la «garantía presidencial» de Estados Unidos a través de Trump.

Durante semanas, Hamás ha mantenido conversaciones directas con Bahbah. Nacido en Jerusalén, Bahbah es doctor por Harvard y ha impartido clases en la universidad y dirigido varios think tanks e institutos políticos centrados en cuestiones palestinas y de Oriente Medio en general. Fue demócrata toda su vida hasta mayo de 2024, cuando declaró su apoyo a Trump en protesta por la facilitación de la administración Biden de la guerra de Israel contra Gaza. «Los árabes y musulmanes estadounidenses están hartos del genocida Joe. Tiene que salir de la Casa Blanca. Está armando a Israel hasta los dientes, matando y hiriendo a casi el 2% de la población de Gaza», tuiteó Bahbah en ese momento. «Trump promete el fin de la guerra en Gaza». Bahbah formó Arab Americans for Trump e hizo campaña a favor de su elección, centrándose en ganarse a los votantes de las ciudades con gran población árabe.

A diferencia de la mayoría de los que orbitan alrededor de Trump, Bahbah ha criticado públicamente al presidente, quizás con mayor dureza después de que Trump anunciara el 4 de febrero que quería apoderarse de Gaza como territorio estadounidense y convertirla en una Riviera de Oriente Medio. «Gaza es para los palestinos, no es la tierra de nadie más», escribió Bahbah en la plataforma de redes sociales X el 8 de abril. «Ni Estados Unidos ni Israel deberían tratarla como una propiedad inmobiliaria. Y punto».

Bahbah era una figura muy conocida en Palestina y había sido asesor de política exterior de Yasser Arafat, el que fuera durante mucho tiempo presidente de la Organización para la Liberación de Palestina. Bahbah también era conocido por su oposición al gobierno de Hamás en Gaza y su defensa de una «solución de dos Estados». En abril, un miembro veterano de Hamás se puso en contacto con Bahbah para que le transmitiera un mensaje a Trump: el movimiento de resistencia islámico estaba interesado en llegar a un acuerdo directo para la liberación del ciudadano estadounidense y soldado israelí Edan Alexander, que había sido capturado por combatientes palestinos el 7 de octubre de 2023. Al mes siguiente, el 12 de mayo, gracias a la intervención de Bahbah, Alexander fue escoltado por la Cruz Roja fuera de Gaza.

Hamas acusaría posteriormente a la administración Trump de violar el acuerdo negociado por Bahbah y certificado por el enviado especial de Trump, Steve Witkoff. Hamas afirmó que Witkoff había prometido personalmente que, dos días después de la liberación de Alexander, Estados Unidos obligaría a Israel a levantar el bloqueo total impuesto el 2 de marzo, que impedía la entrada de alimentos, medicinas y otros suministros esenciales en Gaza. Hamas afirma que se le dijo que Trump también pediría públicamente un alto el fuego inmediato y el inicio de negociaciones sólidas para poner fin a la guerra de forma permanente. «No violaron el acuerdo», declaró Naim, miembro de la oficina política de Hamas, a Drop Site. «Lo tiraron directamente a la basura».

A pesar de ello, Hamás siguió en contacto con Bahbah y lo consideró capaz de comprender la posición de Hamás y transmitirla con precisión a Witkoff y otros funcionarios estadounidenses. Cuando Trump partió para su gira por los países del Golfo, Arabia Saudí, Catar y los Emiratos Árabes Unidos, surgieron numerosas noticias que indicaban que Trump estaba cansándose de la guerra de Israel en Gaza y quería llegar a un acuerdo. En varias ocasiones, Trump reconoció la hambruna que se extendía por Gaza.

El viaje de Trump llegó y pasó, y no hubo anuncios importantes. Entre bastidores, Hamás continuó sus conversaciones con Bahbah y, a través de él, con Witkoff. En estas conversaciones, según fuentes de Hamás, Estados Unidos expuso a Hamás los términos generales de un acuerdo que sería aceptable para Trump. Hamás redactó un documento basado en esas conversaciones y se lo entregó a Bahbah. Según fuentes de Hamás, la posición de Estados Unidos era positiva y los responsables de Hamás afirman que se les dijo que el siguiente paso sería convencer a Israel para que siguiera adelante.

El 26 de mayo, Hamás anunció que había llegado a un «acuerdo» con Estados Unidos sobre los términos de un alto el fuego temporal que acabaría conduciendo al fin de la guerra y a la liberación de todos los prisioneros israelíes retenidos en Gaza. En un comunicado, Hamás lo describió como «un marco general que logra un alto el fuego permanente, la retirada completa de las fuerzas de ocupación de la Franja de Gaza, el flujo de ayuda y el nombramiento de un comité profesional para gestionar los asuntos de la Franja de Gaza inmediatamente después de que se anuncie el acuerdo».

Lo que sucedió a continuación cogió por sorpresa a Hamás. No fue una sorpresa que los funcionarios israelíes se apresuraran a decir a los periodistas de la prensa hebrea que el acuerdo era una operación de propaganda de Hamás: «El entusiasmo con el que fue rechazado en Israel indicaba un profundo temor a que Washington lo aceptara e incluso intentara imponerlo», como describió la publicación israelí YNet respecto a la reacción en Tel Aviv. Pero entonces Witkoff denunció públicamente a Hamás, diciendo: «Lo que he visto de Hamás es decepcionante y completamente inaceptable».

El miércoles, mientras Trump hablaba ante una multitud de periodistas en el Despacho Oval, llamó a Witkoff desde el fondo de la sala y le pidió que le pusiera al día sobre las negociaciones de Gaza. Witkoff no mencionó el acuerdo que Hamás dijo haber alcanzado con él tres días antes, pero dijo a los periodistas: «Creo que estamos a punto de enviar una nueva hoja de términos», y añadió: «Tengo muy buenas sensaciones sobre la posibilidad de llegar a una resolución a largo plazo: un alto el fuego temporal y una resolución pacífica y duradera de ese conflicto».

Según la prensa israelí, después de que Witkoff enviara a Israel el documento original —el que Hamás creía que serviría de base para un acuerdo para poner fin a la guerra—, el que es la mano derecha del primer ministro Benjamin Netanyahu, Ron Dermer, se reunió con Witkoff y otros funcionarios estadounidenses para redactar un documento alternativo. Antes de enviarlo a Hamás para su revisión, Israel comunicó a Estados Unidos que aceptaría públicamente sus términos.

Drop Site publicó el documento completo el pasado jueves. Sus términos son vagos y dejan abierta la clara posibilidad de que Israel pueda reanudar su guerra contra Gaza tras una tregua de 60 días. Según el acuerdo, Hamás estaría obligado a liberar a la mitad de los prisioneros israelíes que tiene en su poder durante la primera semana, y no habría garantía de que el acuerdo condujera a un claro fin de la guerra o a la retirada de las fuerzas de ocupación israelíes. Tampoco proporciona detalles sobre la cantidad de ayuda que se permitiría entrar en Gaza ni sobre dónde se «reposicionarían» las fuerzas israelíes durante el alto el fuego inicial.

Los responsables de Hamás afirman que siguen deliberando sobre sus términos, pero dicen que el acuerdo «pretende afianzar la ocupación y perpetuar las políticas de asesinato y hambruna, incluso durante lo que se supone que es un periodo de distensión temporal». Naim afirmó que «no satisface ninguna de las demandas justas y legítimas de nuestro pueblo, entre ellas el cese inmediato de las hostilidades y el fin de la catástrofe humanitaria que se está produciendo en Gaza». Añadió: «A pesar de ello, y plenamente conscientes de la gravedad del genocidio que se está cometiendo contra nuestro pueblo, los dirigentes de Hamás están llevando a cabo un examen exhaustivo y responsable de la nueva propuesta».

Versión árabe del «borrador del acuerdo» que Hamás dijo haber aceptado en las negociaciones con los enviados del presidente Trump el 25 de mayo de 2025.

A continuación, se presenta [la traducción de] el texto completo en inglés del acuerdo que Hamás dijo haber aceptado:

25 de mayo de 2025

Marco para un acuerdo de alto el fuego permanente en la Franja de Gaza:

1.    Un alto el fuego de 90 días.

2. Se liberará a diez rehenes israelíes y se entregarán dieciséis cadáveres a cambio de un número acordado de prisioneros palestinos, como se indica a continuación: cinco rehenes vivos el primer día de este acuerdo, cinco rehenes vivos el día 90, y los mecanismos y el calendario para la entrega de los cadáveres se acordarán durante el período de 90 días.

3. El presidente Trump garantizará el compromiso de Israel con el alto el fuego durante el período acordado de 90 días y el retorno de Israel al statu quo anterior al 2 de marzo de 2025.

4. La ayuda se entregará a Gaza inmediatamente después de que Hamás acepte el acuerdo de alto el fuego, de conformidad con el protocolo humanitario acordado el 17 de enero de 2025.

5. La ayuda no se restringirá durante el período de alto el fuego.

6. Todas las actividades militares israelíes cesarán inmediatamente tras el anuncio de este acuerdo. No se permitirá ninguna actividad aérea o de reconocimiento israelí sobre Gaza durante estos 90 días.

7. Witkoff viajará a Doha para firmar el acuerdo con el Dr. Khalil [Al Hayya, negociador principal de Hamás], y se reunirán y se darán la mano.

8. Steve Witkoff dirigirá las negociaciones con la ayuda de [el enviado estadounidense para los rehenes Adam] Boehler y Bahbah.

9. El presidente Trump anunciará personalmente el acuerdo de alto el fuego y dará las gracias a todos los que han contribuido a su consecución, especialmente a Hamás.

10. El presidente se toma muy en serio el compromiso de Israel con el acuerdo de alto el fuego e insiste en que las negociaciones durante el periodo de alto el fuego conducirán a una resolución permanente del conflicto.

11. Durante el periodo de alto el fuego de 90 días, se debatirán los siguientes puntos:

a. Tras alcanzar un acuerdo sobre el intercambio de los rehenes y los cadáveres restantes, y antes de que comiencen los procedimientos de entrega, se declarará un alto el fuego permanente y las fuerzas israelíes se retirarán de toda la Franja de Gaza.

b. Un comité independiente de tecnócratas comenzará a administrar todos los asuntos de la Franja de Gaza, con plena autoridad y responsabilidades, inmediatamente después de la aplicación de este acuerdo.

c. Comenzará la reconstrucción de la Franja de Gaza.

d. Se establecerá un cese a largo plazo de las operaciones militares mutuas (hostiles) entre ambas partes, garantizado por los mediadores (Estados Unidos, Egipto y Qatar).

12. Mientras las operaciones militares de ambas partes permanezcan suspendidas, Estados Unidos se compromete a alcanzar un acuerdo y desea que todas las partes se sienten a la mesa de negociaciones hasta que se alcance una resolución permanente del conflicto y un acuerdo de paz.        

13. Tras la tregua de 90 días, Estados Unidos y los mediadores se comprometen a garantizar la continuación de las negociaciones, el mantenimiento del cese de las hostilidades y la entrada de ayuda, hasta que se alcance un acuerdo de alto el fuego permanente.

Garantes del acuerdo (Estados Unidos, Egipto, Catar).

Jeremy Scahill es periodista de Drop Site News y fue cofundador de The Intercept. Es reportero de investigación, corresponsal de guerra y autor de “Dirty Wars: The World Is a Battlefield” y “Blackwater: The Rise of the World’s Most Powerful Mercenary Army”. Ha informado desde Afganistán, Iraq, Somalia, Yemen, Nigeria, la antigua Yugoslavia y otros lugares del mundo.

(Herman Gill y Jawa Ahmad, investigador sobre Oriente Medio de Drop Site News, han contribuido a este informe).

Texto en inglés: Drop Site News traducido por Sinfo Fernández.

Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/05/31/israel-y-witkoff-tratan-de-intimidar-a-hamas-para-un-acuerdo-que-no-pone-fin-al-genocidio/

Cuando los muertos hablan y los vivos se niegan a escuchar

2 Junio 2025 at 06:10

Israel ha sido descaradamente franco sobre sus planes de someter a Gaza, despoblarla de palestinos y apoderarse de la Franja para sí mismo. Israel no va a cambiar. No se ha desviado de este curso genocida desde el 8 de octubre de 2023. Durante 19 meses, todos los palestinos han sido un objetivo porque Israel quiere limpiar Gaza de palestinos. Por lo tanto, todos pueden ser bombardeados. Todos pueden pasar hambre. A todos se les puede negar la atención médica y los elementos básicos para la vida.

Aquellos que distinguen entre objetivos legítimos e ilegítimos, entre Hamás y civiles, entre adultos y niños, se convierten ellos mismos en objetivos. Los trabajadores humanitarios son objetivos porque insisten en ver a los palestinos como seres humanos. E incluso sus muertes, su matanza sistemática, provocan el silencio de los países de los que proceden, muchos de ellos asesinados con armas fabricadas y vendidas por sus propios países. Cualquiera que se relacione con un palestino es tratado como un palestino, como alguien a quien hay que silenciar, de una forma u otra: prohibir, amordazar, exiliar, deportar, encarcelar, asesinar.

El silencio sobre una atrocidad sirve para legitimar todas las que la precedieron y las que le seguirán. Después de que Israel se saliera con la suya al bombardear su primer hospital en Gaza, supo que podía salir impune si bombardeaba todos los hospitales y clínicas de Gaza. Y eso fue lo que hizo.

Está claro que Israel no cederá ante la opinión pública; sólo pueden frenarle aquellos que son más poderosos que él: Sus financiadores y proveedores de armas. Sin embargo, nada cambia. Nadie interviene. Ni Estados Unidos, por supuesto, ni el Reino Unido, ni Alemania, ni China, ni Rusia o Arabia Saudí, ni Turquía, India o Francia. Solo silencio, un silencio que amplifica y aísla los gritos de los niños quemados. Este silencio colectivo invalida el exaltado concepto que Occidente tiene de sí mismo, dejando al descubierto la monstruosa hipocresía que se esconde bajo el brillante barniz de las leyes de derechos humanos y la retórica fatua sobre la santidad de las vidas civiles.

No estoy convencido de que existan «guerras justas», pero sí de que hay guerras injustas. Hay guerras que traicionan todas las nociones apreciadas de conducta civilizada, todas las reglas que los combatientes deben respetar desde 1919. Y esta guerra, si se le puede llamar así, las ha violado todas: no solo matando, sino atacando a civiles; volando infraestructuras no militares; bombardeando escuelas, universidades, iglesias y mezquitas; quemando campos agrícolas, talando huertos, cementando pozos, envenenando y matando a tiros al ganado; asesinando a médicos, enfermeras y trabajadores de rescate; asesinando a trabajadores humanitarios; utilizando armas químicas; deteniendo a miles de personas sin orden judicial; infligiendo torturas y abusos sexuales a los prisioneros; utilizando escudos humanos; practicando la perfidia durante las redadas; asesinando a diplomáticos y periodistas; disparando a los niños en la cabeza…

Las reglas de la guerra las establece el vencedor. ¿Cómo serán las nuevas reglas tras Gaza, donde lo que antes estaba prohibido se ha convertido en procedimiento operativo estándar?

Biden quería atribuirse el mérito de haber trabajado por un alto el fuego que nunca presionó a los israelíes para que aplicaran. Rafah fue arrasada bajo la mirada de Biden, después de que este dijera públicamente (aunque sin creérselo) que una invasión israelí de la ciudad cruzaría una línea roja. Cruza una línea roja y las cruzas todas. Trump quiere que se le reconozca el mérito por un alto el fuego temporal y la rápida reanudación de una guerra total destinada a vaciar Gaza de palestinos. Pero el resultado final tanto para Biden como para Trump siempre iba a ser el mismo: matanza masiva de civiles, destrucción de los espacios habitables de Gaza, desplazamiento de dos millones de personas y eventual anexión israelí de grandes extensiones de la Franja. En una palabra: genocidio.

Los miembros del gabinete de guerra israelí prometieron esta semana que su ejército pulverizará todos los edificios de más de dos pisos si Hamás, o lo que quede de Hamás, no se rinde. ¿A quién se lo dicen? ¿A la gente que no sabe que Israel ya ha pulverizado más del 80 % de los edificios de Gaza? ¿Cuál es el propósito de decir esto, si no es como una especie de triunfalismo descarado, una declaración de impunidad para cometer los peores crímenes y no sólo salirse con la suya, sino que además las instituciones que prohíben el genocidio y el robo de tierras no digan nada al respecto?

El silencio engendra silencio.

Israel ya no teme a ninguna institución internacional: ni a la ONU, ni a la Corte Penal Internacional, ni a la Corte Internacional de Justicia, ni a la OTAN, ni a la Liga Árabe, ni a los BRICS, ni a la Interpol. Israel viola las leyes internacionales sabiendo que no habrá consecuencias. Netanyahu viaja libremente, sabiendo que los cargos y las órdenes de detención contra él nunca se ejecutarán. Israel ha humillado a las potencias occidentales y ha sido acogido por muchos de los que humilló por hacerlo.

En esta época de silencio, muchas de las palabras que se pronuncian han perdido todo su significado. De hecho, su significado se ha invertido, se ha tergiversado por completo. Las zonas humanitarias son ciudades de tiendas de campaña, cuyas poblaciones de refugiados se ven privadas de agua, alimentos, ropa, saneamiento y calefacción. Las zonas humanitarias son lugares a los que te ves obligado a huir para pasar hambre, enfermar, sufrir hipotermia o ser bombardeado mientras duermes con tus hijos en una tienda de campaña hecha con bolsas de basura y tela podrida. Una zona humanitaria es un lugar al que no se permite entrar a los humanitarios. Una zona humanitaria es un lugar donde se cometen actos inhumanos a la vista de todos.

Los dos millones de habitantes de Gaza, en su mayoría mujeres y niños, no están «muriendo de hambre». Los están matando de hambre. Estamos condicionados a pensar que las hambrunas son fenómenos naturales, causados por sequías prolongadas, inundaciones o terremotos. Eso no es lo que está ocurriendo en Gaza. Lo que está ocurriendo en Gaza es algo inimaginable. Excepto que no tenemos que imaginarlo, porque está ocurriendo ante nuestros ojos. La hambruna en Gaza está completamente orquestada. Se trata de una hambruna como arma, diseñada literalmente para «matar de hambre» a toda la población de Gaza.

Las madres palestinas están tan desnutridas que no pueden amamantar a sus recién nacidos. Esto ya es suficientemente espantoso, pero Israel también ha bloqueado la entrada de leche maternizada en Gaza. Sin embargo, no hay escasez de alimentos. Los alimentos están a la vista de Gaza, dentro de camiones que se acumulan durante kilómetros en los puntos de entrada bloqueados por Israel. Si no se puede trazar una línea en el hambre intencionada de los recién nacidos, ¿dónde se puede trazar?

¿A cuántos palestinos ha matado Israel en Gaza? ¿100.000? ¿200.000? ¿Podría tener razón Ralph Nader al decir que el total ascenderá a 500.000 o más? No lo sabremos hasta dentro de muchos años.

El número de muertos en Gaza desafía la comprensión humana. Visto desde una perspectiva estadística, cada nueva muerte se vuelve cada vez menos significativa. La primera imagen de un bebé palestino decapitado por un cuadricóptero israelí provocó repugnancia, ira y tristeza. Ahora, ocho o diez bebés asesinados de forma similar en un día apenas merecen una mención en los medios de comunicación. Nuestras voces están en silencio, nuestra repulsa se ha adormecido, nuestra capacidad de empatía humana se ha silenciado. Nos estamos deshumanizando.

Las primeras muertes son las que más nos impactan. Las muertes más recientes pasan desapercibidas. No podemos pensar en ellas sin condenarnos a nosotros mismos por no haber hecho nada para frenar la matanza desde que vimos aquellas primeras imágenes impactantes hace más de año y medio.

Según Unicef, más de 50.000 niños palestinos han muerto o resultado gravemente heridos por los ataques militares israelíes en Gaza. Han sido quemados, destripados, decapitados, han perdido extremidades, les han quemado los ojos, les han desollado la piel hasta los huesos y les han carbonizado los pulmones.

Los niños asesinados de Gaza no eran, no son, daños colaterales. Eran objetivos que debían ser eliminados, al igual que sus padres, y su matanza masiva fue justificada por personas como Avigdor Lieberman y Galit Distel Atbaryan, del propio partido Likud de Netanyahu: «No hay personas inocentes en Gaza… Ellos (los palestinos) crían a toda una población de nazis». La diputada Meirav Ben-Ari declaró: «Los niños de Gaza se lo han buscado». Y el primer ministro de Israel, Isaac Herzog, denunció al Papa por difundir calumnias sangrientas al condenar la matanza de niños palestinos por parte de Israel. Pero una forma segura de demostrar que Israel está cometiendo un genocidio en Gaza es que su intención es eliminar no solo a esta generación, sino también a la futura.

Esta semana, el Dr. Feroze Sidhwa describió ante el Consejo de Seguridad de la ONU sus experiencias al tratar a víctimas de los ataques aéreos y con drones israelíes en Gaza:

En Gaza, operé en hospitales sin esterilidad, electricidad ni anestésicos. Las cirugías se realizaban en suelos abarrotados y sucios. Los niños morían no porque sus heridas fueran incompatibles con la vida, sino porque carecíamos de sangre, antibióticos y los suministros más básicos que están fácilmente disponibles en cualquier gran hospital del mundo. No vi ni traté a un solo combatiente durante mis cinco semanas en Gaza. Mis pacientes eran niños de seis años con metralla en el corazón y balas en el cerebro, y mujeres embarazadas cuya pelvis había sido destrozada y cuyos fetos habían sido desgarrados mientras aún estaban en el útero. Las madres que se refugiaban en el hospital cocinaban pan en placas calefactoras en el servicio de urgencias durante los incidentes con víctimas múltiples, mientras nosotros nos enfrentábamos al reinado del fuego y la muerte que caía a nuestro alrededor.

¿Quién puede escuchar esto y no sentirse impulsado a actuar? ¿Quién puede escuchar esto y decir que los niños y las madres se lo merecían?

Muchos han sido silenciados. Pero muchos, muchos más, se han silenciado a sí mismos.

Permítanme presentarles un caso reciente para su consideración, el de Joseph Borrell, ex Alto Representante de la UE  para Asuntos Exteriores, que tuvo un asiento en primera fila para ver lo que estaba sucediendo en Gaza, donde fue testigo de cómo se ametrallaban campos de refugiados, se emboscaba a conductores de ambulancias, se asesinaba a poetas e ingenieros, se destruían plantas desalinizadoras y se rompían tuberías de alcantarillado, se torpedeaban barcos pesqueros, se detonaban panaderías, se bombardeaban Rafah, la ciudad de Gaza y Jan Yunis hasta quedar en ruinas, dos millones de personas desplazadas y 12.000 niños asesinados. Sin embargo, guardó silencio sobre lo que realmente estaba ocurriendo, lo que él sabía que estaba ocurriendo, hasta después de jubilarse. Sólo entonces, en el momento en que tendría el menor impacto político, y principalmente para aliviar su propia conciencia, se sintió libre de llamar a las cosas por su nombre: genocidio.

Cuando los palestinos han intentado romper el muro de silencio que rodea la Franja de Gaza y describir los crímenes que ha cometido Israel, han sido sistemáticamente asesinados: mientras informaban, mientras grababan y fotografiaban, mientras conducían, mientras entrevistaban, mientras dormían en casa con sus familias. Más de 210 han sido asesinados, y cada semana se ataca a más. Todo para evitar que se corra la voz. Nunca ha habido este tipo de «censura» mediante drones en ninguna otra guerra. Sin embargo, aquí nos enfrentamos a un doble silencio desconcertante. No sólo el terrible silencio de los periodistas asesinados, sino también el silencio mortal de sus colegas de los medios de comunicación occidentales sobre sus asesinatos y sobre quienes los asesinaron. Es un silencio que mata y entierra la historia junto con los periodistas que arriesgaron sus vidas para informar de ella.

En Gaza, incluso los muertos hablan, pero nos negamos a escucharlos.

Jeffrey St. Clair es coeditor de CounterPunch. Su libro más reciente es An Orgy of Thieves: Neoliberalism and Its Discontents (junto a Alexander Cockburn). Se puede contactar con él en: sitka@comcast.net  o en X: @JeffreyStClair3.

Texto en inglés CounterPunch.com, traducido por Sinfo Fernández.

Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/05/30/cuando-los-muertos-hablan-y-los-vivos-se-niegan-a-escuchar/

Gaza, 600 días después: una catástrofe sin fin

31 Mayo 2025 at 06:35

“Seiscientos días después [del comienzo de la ofensiva israelí], la situación humanitaria en Gaza atraviesa su momento más sombrío”, afirma el último comunicado del Equipo Humanitario de las Naciones Unidas en los Territorios Palestinos Ocupados, encargado de coordinar la ayuda destinada a la población palestina. Israel mantiene un bloqueo casi absoluto sobre la Franja de Gaza desde hace tres meses y ha impedido que alimentos, medicinas, combustible y agua potable lleguen a los más de dos millones de residentes del enclave palestino. Las muertes por inanición aumentan, al tiempo que las fuerzas armadas israelíes continúan bombardeando hospitales, viviendas y campamentos para personas desplazadas ubicados en las llamadas “zonas seguras”.

El 23 de mayo, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, afirmó: “Los palestinos de Gaza están soportando lo que puede ser la fase más cruel de este cruel conflicto. […] Toda la población de Gaza corre el riesgo de padecer hambruna. Las familias pasan hambre y se les niega lo más básico. Todo esto, mientras el mundo entero observa en tiempo real”.

La violencia que Israel ejerce contra Gaza cuenta con el apoyo de los dos partidos principales de Estados Unidos. El mismo día que el secretario Guterres hizo estas declaraciones a la prensa, Israel bombardeó la casa de la doctora Alaa al-Najjar mientras ella estaba trabajando en la sala de emergencias del hospital Nasser. Nueve de los diez hijos de la doctora murieron en el ataque. El esposo de al-Najjar, también médico, y su único hijo sobreviviente —Adam, de once años— resultaron gravemente heridos.

Ali al-Najjar, cuñado de la doctora, describió detalles del bombardeo:

“Empezamos a sacar cuerpos carbonizados. Uno de los trabajadores de Defensa Civil me entregó uno de los cuerpos. La doctora Alaa, que estaba junto a mí, reconoció el cuerpo y dijo ‘esta es Reval. Démela’… como si su hija aún estuviera con vida. Pidió que le permitieran sostenerla en brazos. […] Quería abrazar a su hija, aún viendo que su cuerpo estaba calcinado. Luego, agarramos a esos niños carbonizados y los trasladamos al hospital Nasser. Me llevé a la doctora conmigo. Ahora ella permanece atrapada entre sus hijos muertos, su único hijo sobreviviente y su esposo, quien se debate entre la vida y la muerte”.

Adam fue trasladado de urgencia a la sala de emergencias del hospital Nasser, donde fue atendido por el doctor Graeme Groom, un cirujano ortopédico de Londres que está trabajando como voluntario en Gaza.

Días después del ataque, Groom dijo a Democracy Now!: “Me resulta difícil describir el horror de lo que le ha ocurrido a la familia [de la doctora al-Najjar], porque estuvimos todo el día en el quirófano y este pequeño trozo de humanidad llegó cuando ya deberíamos haber concluido lo que habíamos planeado hacer. Nos enviaron al pobre Adam para que le amputáramos el brazo izquierdo”. Y continuó: “Las personas que se encuentran muy cerca del lugar donde ocurre una explosión sufren lo que llamamos una ‘lesión cerebral traumática’. Sus cerebros quedan profundamente alterados y sus funciones cognitivas pueden resultar dañadas de forma irreversible. Continuaremos trabajando en el brazo [de Adam] y en el resto de sus heridas. El tiempo dirá qué pasa con su lesión cerebral”.

Los palestinos de Gaza que milagrosamente han logrado escapar de la muerte o de resultar heridos durante el ataque y asedio israelí, que ya lleva más de 600 días, siguen enfrentando una escasez catastrófica de alimentos, la falta de agua potable y de servicios de saneamiento, así como el trauma físico y psicológico devastador provocado por el asedio, el hambre y una guerra sin fin.

La cadena Al Jazeera informó que Israel está atacando comedores comunitarios y que unas 20 de estas instalaciones, pequeñas pero de importancia vital, han sido destruidas en las últimas semanas. Como consecuencia de esto, la desesperada población palestina se ha visto obligada a recurrir a los escasos centros de ayuda establecidos por la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, por sus siglas en inglés), una organización estadounidense de dudosa reputación que cuenta con el respaldo de Israel.

Horas antes de que la organización comenzara sus operaciones esta semana, su director ejecutivo, Jake Wood, renunció a su cargo y escribió: “Está claro que no es posible implementar este plan y al mismo tiempo respetar estrictamente los principios humanitarios de humanidad, neutralidad, imparcialidad e independencia, a los que no renunciaré”.

En conversación con Democracy Now!, Jeremy Scahill, un periodista del medio independiente Drop Site News, brindó detalles sobre la Fundación Humanitaria de Gaza.

“[La Fundación Humanitaria de Gaza] fue establecida por personas vinculadas a la CIA y a la inteligencia israelí, con la intención de que actúe como instrumento en la guerra de aniquilación promovida por Netanyahu. El propio Netanyahu […] reveló que estaba recibiendo algunas presiones, incluso por parte de los más fervientes aliados que tiene dentro del Bloque Republicano del Senado. Dijo que ellos no quieren dar la impresión de que se está matando de hambre a los palestinos, porque eso podría llevar a que Estados Unidos deje de brindarle apoyo y armas [a Israel], y que, por tanto, necesitan dar la apariencia de que están ofreciendo algún tipo de ayuda”.

Scahill agregó que la Fundación Humanitaria de Gaza “instauró lo que funcionarios de ayuda internacional han descrito como condiciones propias de un campo de concentración o de internamiento” para distribuir una ayuda alimentaria insignificante. Los militares que custodian esos centros de ayuda han disparado contra la multitud, matando e hiriendo a personas que intentaban obtener algo de comida.

Mientras los gazatíes se enfrentan a la hambruna, el presidente Donald Trump insiste en su propuesta de que Estados Unidos se “apropie” de Gaza y la convierta en la “Riviera del Medio Oriente”. La cadena NBC News informó que el Gobierno de Trump elaboró y evaluó planes para reasentar hasta un millón de palestinos de Gaza en Libia, algo que la Casa Blanca ha negado. Independientemente del destino, la limpieza étnica es un crimen de guerra y un crimen contra la humanidad.

Mientras tanto, ciudadanos y estudiantes de todo el mundo continúan desafiando la represión de las protestas de solidaridad con Gaza y exigiendo una paz justa y duradera en Israel y Palestina.


© 2025 Amy Goodman

Traducción al español de la columna original en inglés. Edición: Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Fuente: https://www.democracynow.org/es/2025/5/30/gaza_600_dias_despues_una_catastrofe

El genocidio en Gaza y el resurgir del movimiento antibélico global

31 Mayo 2025 at 06:19

Durante el mes de mayo se incrementaron las protestas masivas contra la ocupación israelí de la Franja de Gaza.  A pesar de los intentos de varios gobiernos por impedirlas y de que muchos medios de comunicación ni siquiera las registren, éstas no cesan.   

Más de 100 mil personas marcharon por las calles de Londres el 18 de mayo mientras que en Ámsterdam, Berlín, Madrid, Montreal, Londres y París hubo grandes movilizaciones que ningún gobierno pudo ignorar.  A esto se suma un extendido activismo universitario en Estados Unidos a pesar del intento de silenciar las voces críticas hacia el Estado de Israel, so pena de ser acusadas de antisemitismo.

Los grandes medios de comunicación proisraelíes insisten en ocultar o minimizar lo que sucede en Gaza. Tratan de no mostrar las terribles imágenes de niños quemados o la destrucción de la pequeña Franja, pero la competencia de las redes sociales los obliga –como mínimo- a informar, aunque no quieran. 

La protesta contra Israel es global y evoca los grandes movimientos antibélicos del pasado. El más reciente de gran escala fue la oposición a la invasión de Estados Unidos a Irak en 2003, cuando el 15 de febrero se organizaron manifestaciones simultáneas en más de 600 ciudades alrededor del mundo. Sin embargo, pese a la importancia y alcance de estas protestas, no se logró impedir la invasión.

 Más atrás en el tiempo podemos mencionar la protesta contra la guerra en Vietnam con epicentro en Estados Unidos en la década de los 60 y 70 del siglo pasado.  Este fue el movimiento antibélico y pacifista más importante de la historia e incidió en el retiro de las tropas estadounidense en 1975. 

Los movimientos de protesta —el de Vietnam en su momento y el de Israel hoy— actúan en dos frentes complementarios. Por un lado, exponen las atrocidades cometidas contra poblaciones civiles; y en la era de los celulares y las múltiples plataformas, esas imágenes se propagan con rapidez. 

Por el otro, las movilizaciones globales alientan a que crezcan las voces locales que, aunque aún minoritarias, se pronuncian contra la destrucción de Gaza.  Algunos israelíes, desde una perspectiva ética, rechazan los bombardeos sobre la población civil.  Otros temen una guerra interminable que solo suma muertos. Como se suele decir en Israel: “mueren nuestros hijos”.

Durante la guerra de Vietnam uno de los efectos más impactantes para la población estadounidense, que llevó a exigir el retiro de las tropas, fue ver los ataúdes que regresaban del sudeste asiático.  Mientras cenaban y miraban la televisión veían llegar los féretros a la base de Denver.  Las estadísticas son frías, lejanas; un ataúd cubierto de la bandera impacta.  En la Casa Blanca aprendieron la lección.  Conscientes del impacto visual que tienen las escenas de los ataúdes, prohibieron que se mostraran durante la invasión a Irak de 2003.  Solo divulgaban cifras impersonales.  

La otra lección que aprendieron fue no brindar información sobre la muerte de civiles ya que es un tema muy sensible, incluso para quienes apoyan una guerra.  No es lo mismo matar soldados regulares o irregulares que niños y ancianos.  Durante la invasión a Irak le preguntaron al comandante Tommy Franks por la muerte de iraquíes; simplemente dijo “no contamos cuerpos”.  

Es la misma actitud que hoy muestran los principales responsables israelíes al ser preguntados por las muertes de civiles causadas por los intensos bombardeos. Tampoco las cuentan.  El ejército israelí aplica la llamada “Doctrina Dahiya”.  

Esta doctrina, nombrada así por un barrio del sur de Beirut que fue duramente bombardeado por el ejército israelí durante la invasión de 2006, implica el uso de una fuerza desproporcionada y sistemática contra áreas civiles que se consideran estratégicamente importantes. 

El término fue acuñado por analistas militares tras declaraciones públicas del general Gadi Eizenkot en 2008, quien afirmó que la estrategia busca causar gran daño y destrucción para debilitar al enemigo, sin importar las pérdidas civiles.

Hay que reconocer que el general Eizenkot fue más honesto que el general Franks.  Al ser consultado por los bombardeos sobre ese barrio de Beirut dijo: «aplicaremos una fuerza desproporcionada sobre esa aldea y causaremos allí un gran daño y destrucción. Desde nuestro punto de vista, no se trata de aldeas civiles, sino de bases militares»

Y para que no quedaran dudas sobre sus palabras agregó: “no es una recomendación. Es un plan. Y ha sido aprobado».   Clarísimo: es una estrategia basada en la destrucción sistemática de zonas civiles.

Pero siempre se puede ser más explícito.

El 20 de mayo, Yair Golan, exgeneral del ejército israelí y actual líder del partido de oposición “Los Demócratas”, declaró en una entrevista que “un país sensato no lucha contra civiles, no mata bebés como pasatiempo y no se fija como objetivo la expulsión de una población”. Textual.  Como suele ocurrir en casi todo el mundo cuando se critica al gobierno israelí, para descalificar y silenciar esas voces se las tilda de antisemitas.  Golán, israelí y exgeneral, tampoco se salvó.

Las palabras de Golan resonaron tanto en Israel como en el ámbito internacional.  Las críticas de un general tienen un peso especial y pueden influir en muchos soldados que dudan entre acatar las órdenes de combatir en Gaza o unirse a quienes ya se niegan por convicción ética.  A nivel global, su declaración ha sido recogida por los movimientos de protesta que ya la emplean para presionar a sus gobiernos a cesar el apoyo y suministro de armamento a Israel.  

La historia de las protestas antibélicas demuestra que las voces colectivas pueden cambiar el curso de los conflictos.  La resistencia global frente al genocidio en Gaza no solo gana terreno, sino que está forzando un cambio en la agenda internacional.  La creciente presión externa e interna demanda que Israel detenga los bombardeos y que los gobiernos de todo el mundo revisen y cuestionen su apoyo político y militar a Israel.

* Colectivo del Observatorio en Comunicación y Democracia (Comunican),  Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA)

Cómo Ansar Allah de Yemen puso fin al capitalismo marítimo

31 Mayo 2025 at 06:15

Un artículo del New York Times del 12 de mayo titulado «Por qué Trump declaró repentinamente la victoria sobre la milicia hutí» reveló inadvertidamente la verdad sobre el fracaso de la coalición liderada por Estados Unidos en Yemen. El artículo señalaba que mientras Estados Unido estaba quemando municiones, los hutíes de Yemen, o Ansar Allah, continuaban disparando a barcos y derribando drones con impunidad. En otras palabras: Yemen, uno de los países más pobres del mundo imponía con éxito un bloqueo sobre el Mar Rojo, una de las rutas marítimas más importantes del mundo, mientras que Estados Unidos malgastaba millones de dólares en defensa antimisiles contra un oponente que lo superaba a cada paso.

Las operaciones militares estadounidenses en Yemen han causado importantes bajas civiles, con estimaciones muy contradictorias. Air Wars, un monitor de conflictos con sede en el Reino Unido, documenta cientos de muertes de civiles yemeníes en 181 acciones militares estadounidenses desde 2002. Estas cifras contrastan dramáticamente con los informes del Pentágono que reconocen solo trece muertes de civiles. La guerra civil yemení, en curso desde 2014, ha sido aún más devastadora. Los expertos independientes estiman que la campaña de bombardeos y el bloqueo de la coalición liderada por Arabia Saudita, apoyada por Estados Unidos, han contribuido a más de 150.000 muertes, parte de un conflicto que se ha cobrado cientos de miles de vidas yemeníes en general.

¿Cómo ha terminado? Tres factores clave explican la capacidad de los hutíes para mantener un bloqueo a pesar de la oposición occidental: su control de un punto vital de paso forzoso, su arsenal de misiles y drones producidos en el país, y la vulnerabilidad inherente de una industria naviera global hiperconsolidada.

El bloqueo que sacudió al mundo

El 19 de noviembre de 2023 los combatientes hutíes abordaron el barco Galaxy Leader en el Mar Rojo, lo que marcó el primer bloqueo naval de la historia impuesto por una fuerza sin una Armada naval propia. A partir de ese momento Yemen cerró efectivamente una de las rutas comerciales más vitales del mundo, e interrumpió un tercio del tráfico mundial de contenedores y casi una cuarta parte de todo el comercio marítimo entre países no vecinos. La onda expansiva económica fue inmediata. Los gigantes del transporte marítimo desviaron sus buques por el Cabo de Buena Esperanza por primera vez en más de 150 años, lo que provocó un aumento del tiempo del viaje, de los costos y de las primas de seguro.

Cuando comenzó el bloqueo el 14 de noviembre de 2023, inicialmente solo se había atacado a barcos con destino a Israel. Desde un principio los hutíes se comprometieron a poner fin al genocidio en Gaza ejerciendo presión económica sobre Israel. Estados Unidos respondió con la Operación Prosperity Guardian, una coalición de veinte naciones (algunos de sus miembros no quisieron ser mencionados públicamente) cuyo objetivo era asegurar el comercio del Mar Rojo.

Sin embargo, el bloqueo por parte de Ansar Allah continuó. Su estrategia supuso un cambio fundamental en la guerra naval: un actor no estatal, que utilizaba tecnología barata y de producción nacional, había superado a la alianza militar más poderosa de la historia.

A principios de 2025 se impuso un frágil alto el fuego y con él se levantó temporalmente el bloqueo del Mar Rojo, pero en marzo, cuando Israel rompió la tregua y escaló su campaña de hambre en Gaza, Ansar Allah se movió rápidamente para volver a imponer su asedio marítimo. Esta vez Estados Unidos lanzó una campaña unilateral de bombardeos contra Yemen a la que Gran Bretaña, siempre un leal aliado menor, no tardó en sumarse.

El poder de los puntos geográficos de paso forzoso

El estrecho de Bab el-Mandeb, un paso de 20 millas de ancho entre Yemen y Djibouti, es uno de los cuellos de botella más críticos en el comercio mundial. Por ahí pasa entre el 12% y el 15% de todo el comercio mundial, incluido el 12% del petróleo mundial y el 30% de las mercancías en contenedores. Cuando Ansar Allah lo cerró, las consecuencias económicas fueron enormes.

Solo las interrupciones en Bab el-Mandeb cuestan a la economía global unos 23.000 billones de dólares anuales en condiciones normales y no digamos ya durante un bloqueo completo. Sin acceso al estrecho, los barcos se vieron obligados a tomar el largo y tormentoso desvío alrededor del Cabo de Buena Esperanza de África, que añade semanas al tiempo de navegación y millones en costos de combustible por el viaje.

Estados Unidos y sus aliados no podían limitarse simplemente a bombardear para solucionar el problema. El control de la costa por parte del Yemen significaba que incluso unos pocos misiles o drones bien colocados podían disuadir indefinidamente el transporte comercial.

Producción nacional de armas y apoyo iraní

La geografía por sí sola no explica el éxito de la estrategia de Ansar Allah. En la última década ha creado una formidable industria nacional de armamentos que produce misiles crucero, misiles balísticos y drones capaces de atacar buques a cientos de kilómetros de distancia.

Irán ha desempeñado un papel fundamental en ello al proporcionar conocimientos técnicos, componentes de misiles y adiestramiento. Al menos desde 2014 la Fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica ha estado contrabandeando asesores y armas a Yemen por aire y mar, lo que ha ayudando a Ansar Allah a establecer instalaciones de producción de misiles en Sa’da. Pero igual de importante ha sido la capacidad de Yemen para adaptar la tecnología comercial al uso militar, como los drones reutilizados fabricados en China. Esta mezcla de innovación nacional y apoyo extranjero permitió a Ansar Allah librar una guerra asimétrica contra adversarios mucho más ricos.

La fragilidad del transporte marítimo mundial

El hecho de que Estados Unidos y sus aliados no puedan detener el bloqueo de Ansar Allah ha puesto de manifiesto los costos subyacentes de la eficiencia del capitalismo marítimo moderno. La marcha de décadas de la industria naviera hacia la consolidación y la expansión ha socavado la estabilidad de las rutas comerciales marítimas. Grupos como Ansar Allah han explotado esta fragilidad, con unos efectos devastadores.

Hoy en día el comercio mundial se mueve a través de un embudo cada vez más estrecho. En la última mitad de la década tres o cuatro alianzas navieras han controlado más del 90% del tráfico de contenedores entre Asia, Europa y América del Norte. Las flotas de estas alianzas están compuestas por buques portacontenedores ultralargos (ULCV, por sus siglas en inglés) que hubieran sido inimaginables hace apenas unas décadas. En la década de 1980 los buques más grandes transportaban 4.500 contenedores; hoy día un ULCV típico transporta 24.000.

Sin embargo, la adopción del transporte marítimo a gran escala también tuvo un costo. Este nuevo modelo tuvo tres consecuencias principales:

Primera, la presión portuaria: los ULCV requieren puertos de aguas profundas con una infraestructura especializada, de modo que solo quedan un puñado de centros globales capaces de manejarlos. Mientras que antes cientos de puertos participaban en el comercio mundial, ahora una interrupción en Singapur, Rotterdam o Shanghai tiene repercusiones en el resto del mundo.

Segunda, la trampa de la eficiencia: el afán de maximizar la capacidad ha eliminado cualquier flexibilidad del sistema. El transporte marítimo moderno funciona con precisión just-in-time, en la que los retrasos medidos en horas pueden desencadenar retrasos de semanas. Cuando el barco Ever Given bloqueó [al encallar] el Canal de Suez en 2021, bloqueó el 12% del comercio mundial durante seis días.

Tercera: el control absoluto de la alianza: con un control casi total de las rutas fundamentales, las alianzas navieras crearon un sistema en el que su aversión al riesgo se convirtió en una profecía autocumplida. Cuando las aseguradoras se resisten a subir las primas, las alianzas se desvían en masa, como lo hicieron durante el bloqueo de Ansar Allah.

La revolución de los contenedores de la década de 1960 hizo posible este sistema al multiplicar por cien la productividad portuaria, pero también eliminó los amortiguadores que una vez habían absorbido los choques. En el pasado los estibadores movían la carga pieza por pieza. Hoy en día las máquinas automatizadas mueven montañas de contenedores en unas horas, hasta que algo sale mal.

Al parecer Ansar Allah entendió perfectamente este cálculo: no tenía que derrotar a la Marina de los Estados Unidos; simplemente tenía que hacer que las primas de riesgo del Mar Rojo superaran los beneficios. El comandante Eric Blomberg, que supervisó la Operación Prosperity Guardian, admitió con renuencia que «nosotros (Estados Unidos) solo tenemos que equivocarnos una vez; los hutíes solo tienen que triunfar una vez».

Esta es la paradoja del capitalismo del siglo XXI: la misma eficiencia que genera unas ganancias asombrosas también crea una vulnerabilidad catastrófica. La mayor fuerza del sistema (su estrecha interdependencia) se convirtió en su mayor debilidad cuando se enfrentó a un movimiento capaz de explotar sus puntos débiles.

La crisis económica de Israel

El bloqueo ha afectado a Israel con particular dureza. Alrededor del 60% de su PIB proviene del comercio y el 99,6% (en peso, 65% en volumen) es marítimo. Esto convierte a Israel en un Estado insular de facto, dependiente de las importaciones de materias primas, bienes de consumo y recursos energéticos, excluido el gas natural. Tres puertos, Haifa, Ashdod y Eilat, manejan el 80% del tráfico marítimo del país. Pero a mediados de 2024, Eilat, la principal vía de comunicación de Israel con Asia a través del Mar Rojo, estaba muerta y había declarado oficialmente su bancarrota ante el Knesset. Los barcos se negaron a arriesgar el viaje y en vez de ello optaron por desviarse 11.000 millas náuticas alrededor de África. Las primas de seguro aumentaron en un 900% y se cuadruplicaron los costos de envío de China a Europa.

Incluso las alabadas exportaciones de gas natural de Israel quedaron paralizadas. Israel perdió su sueño de convertirse en un centro regional de exportación de gas natural licuado (GNL), dada la dificultad y el costo de llevar grandes petroleros a sus puertos.

Un nuevo capítulo en el conflicto asimétrico

El bloqueo del Mar Rojo por parte de Ansar Allah fue más que un éxito táctico; puso de manifiesto que actores más pequeños pueden aprovechar la vulnerabilidad de una economía global interconectada. Al interrumpir una de las rutas marítimas más importantes del mundo, demostró que en la era de comercio hipereficiente incluso unas capacidades militares limitadas pueden tener unos efectos estratégicos de gran envergadura.

A pesar de su abrumadora potencia de fuego, Estados Unidos y sus aliados tuvieron dificultades para contrarrestar una campaña que no solo se centraba en los buques, sino también en la economía subyacente del comercio marítimo. Mientras que la doctrina militar tradicional prioriza la fuerza bruta, el planteamiento de Ansar Allah explotó debilidades sistémicas: unas rutas marítimas consolidadas, la logística just-in-time y unos mercados reacios al riesgo. El resultado fue una crisis que no se podía resolver solo con misiles.

Este conflicto tiene implicaciones más amplias acerca de cómo se proyecta el poder en el siglo XXI. El dominio militar ya no garantiza el control cuando se pueden contrarrestar los puntos débiles de la economía (las vías marítimas, las cadenas de suministro, los sistemas financieros) con medios no convencionales. Las herramientas de la globalización, diseñadas para maximizar la eficiencia, también han creado una nueva vulnerabilidad.

Texto original: https://znetwork.org/znetarticle/how-yemens-ansar-allah-brought-maritime-capitalism-to-a-halt/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.

Breve guía sobre cómo matar de hambre a toda una población

29 Mayo 2025 at 06:30
Por: Caty R

1. Escoja el momento. Bueno, usted lleva décadas realizando una limpieza étnica, ocupando un territorio, oprimiendo y asesinando a sus vecinos. Los tribunales internacionales han dictaminado que sus actos son ilegales. Pero nada de eso tendrá importancia en el momento en que sus vecinos reaccionen atacando. No se preocupe. Puede confiar en que los medios de comunicación occidentales le echaran una mano. Estarán más que dispuestos a pretender que esa historia comenzó el día en que usted fue atacado.

2. Como respuesta, declare que su intención es matar de inanición a sus vecinos, tratarles de “animales humanos”, bloqueando el acceso a todo alimento, agua y energía. Le sorprenderá cuantos políticos occidentales están dispuestos a apoyarle basados en su “derecho a la defensa”. Los medios de comunicación se harán eco de este argumento. Es importante no hablar solo de bloquear la ayuda. Debe hacerlo realmente. No se producirá oposición alguna durante muchos, muchos meses.

3. Empiece de manera relativamente lenta. El tiempo está de su lado. Permita que entre una pequeña cantidad de ayuda humanitaria. Pero asegúrese de calumniar incansablemente el buen funcionamiento con décadas de experiencia del sistema de distribución de esa ayuda llevado a cabo por la comunidad internacional: transparente, responsable y ampliamente integrado en la comunidad a la que presta ayuda. Afirme que está “infiltrado por terroristas”.

4. Utilice esa afirmación –no es necesario que presente pruebas, los medios de comunicación occidentales no se las pedirán– como pretexto para bombardear los almacenes, los centros de distribución y las cocinas comunitarias del sistema de ayuda. Ah, y no olvide bombardear las panaderías, destruir las tierras de cultivo, matar a todos los animales domésticos y asesinar a cualquiera que trate de pescar con un bote, para que no queden otras fuentes de alimentación. Ahora ya tiene bajo control la poca ayuda que llegue a la población que está sufriendo malnutrición aguda a marchas forzadas.

5. Es hora de acelerar el proceso. Impida cualquier entrada de ayuda de la comunidad internacional. Necesitará una tapadera humanitaria para esta parte. El peligro, sobre todo en la era de las redes sociales, es que las imágenes de bebés demacrados le harán quedar muy mal. Manténgase firme. Pero puede superarlo. Afirme –como ya sabemos, las pruebas no son realmente necesarias, los medios occidentales no las pedirán– que los “terroristas” están robando la ayuda. Le sorprenderá lo dispuestos que están esos medios de comunicación a hablar de bebés que pasan “hambre”, ignorando el hecho de que es usted quien los está matando, o a hablar de “hambruna”, como si se debiera a la sequía y a la pérdida de cosechas, y no a planes cuidadosamente elaborados.

6. No pierda de vista el relato general. Usted está bloqueando la ayuda para “erradicar a los terroristas”. Al fin y al cabo, qué importancia tiene un bebé, o un niño –un millón de ellos– en la batalla para eliminar a un ejército harapiento de “terroristas” con armas ligeras que nunca han llevado su lucha más allá de su patria histórica.

7. Ahora que tiene a la población completamente a su merced puede poner en marcha una alternativa “humanitaria” al sistema existente al que ha estado calumniando y destrozando. Probablemente lo mejor sea haber estado trabajando en esta parte del plan entre bastidores desde el principio, y haber consultado periódicamente a los estadounidenses sobre cómo desarrollarla. Puede que incluso estén dispuestos a financiarlo. Suelen estarlo. Puede ocultar su papel utilizando el término “contratistas privados”.

8. Es hora de implementarlo. Evidentemente, no se trata de distribuir realmente ayuda sino de ofrecer una tapadera para que el hambre y la limpieza étnica puedan continuar. Asegúrese de que sólo proporciona una pequeña cantidad de ayuda y de que sólo esté disponible en unos pocos puntos de distribución que ha establecido con esos “contratistas privados”. Esto tiene dos ventajas.

9. Obliga a la población a desplazarse a las zonas donde usted quiere que vayan. Como atraer a un ratón hacia la trampa. Lléveles hasta el extremo del territorio, puesto que desde allí estará mejor posicionado para, llegado el momento, expulsarles al otro lado de la frontera y librarse de ellos para siempre.

10. Su sistema provocará el caos, cuando quienes están desesperados y muriendo de hambre  empiecen a pelearse por la comida. Eso le viene muy bien. Les hará parecer una masa de esos “animales humanos” de los que habla desde el principio. Se merecen lo que les pasa. Y además eso supone que los hombres jóvenes más aptos –especialmente los que proceden de grandes familias de delincuentes, a menudo armadas– acabarán haciéndose con la mayor parte de la comida. La que no puedan apropiarse en los puntos de distribución la conseguirán posteriormente, cuando las personas traten de regresar a casa cargados con los paquetes de ayuda. Esto puede parecer contraproducente, dado que usted afirma querer eliminar a los “terroristas”. Estos hombres jóvenes y en forma, a medida que las condiciones degeneren más, ¿no constituirán una futura fuente de reclutas para los “terroristas”? Pero recuerde, el verdadero objetivo aquí es matar de hambre a la población lo más rápido posible. Los niños, los ancianos, los enfermos y los vulnerables son los que morirán primero. Cuantos más de ellos empiecen a morir, más rápido aumentará la presión sobre todos los demás para que huyan del territorio para salvarse.

Ya casi ha llegado a ese punto. Es verdad que ante la visión de los cuerpos macilentos de sus víctimas, los políticos occidentales comenzarán a hacer duras declaraciones. Pero ya le han dado una tremenda ventaja de veinte meses. Siéntase agradecido por eso. No necesitará mucho más tiempo. Mientras ellos titubean usted puede acabar con la tarea del exterminio. Deje que sean los libros de historia los que juzguen lo que realmente pasó.

Jonathan Cook es autor de tres libros sobre el conflicto palestino-israelí y ganador del Premio Especial de Periodismo Martha Gellhorn. Vivió en Nazaret durante veinte años, de donde regresó en 2021 al Reino Unido. Sitio web y blog: www.jonathan-cook.net

Fuente: Blog del autor

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y Rebelion.org como fuente de la traducción.

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