«2026 será un año de reajuste global. El trumpismo ha inaugurado una nueva era en la instrumentalización de la coerción económica y tecnológica. En el fragor de la resaca arancelaria, del intervencionismo expansionista y la transaccionalidad, asistiremos a una aceleración de la reconfiguración global de las conexiones comerciales, financieras y geopolíticas. 2026 pondrá a prueba la capacidad de adaptación para lidiar con una geopolítica brutal«. Es el resumen que realiza el equipo investigador de CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs), que ofrece una mirada prospectiva sobre diez de los temas que definirán la agenda internacional el próximo año.
En ese balance, la organización no habla solo de ganadores y perdedores, sino de muchos otros grupos con más matices: «También están los oportunistas, que instrumentalizan el retorno de agendas y doctrinas imperiales; los pragmáticos desacomplejados, capaces de hallar acomodo o coyunturas para influir en un orden caótico; los resistentes, que impulsan movimientos de protesta o espacios a contracorriente; y los desubicados, faltos de instrumentos o de liderazgo para enfrentar los cambios». A continuación, las diez claves aportadas por CIDOB.
1. Impunidad del intervencionismo
2025 se cierra con un despliegue militar estadounidense en el Caribe sin precedentes. «No es un episodio más de la llamada ‘diplomacia del cañonero’. Trump simboliza la creciente ola de estados que se sitúan al margen de la ley. La ‘Doctrina Donroe’ –término acuñado por The New York Post para referirse a la versión trumpiana de la ‘Doctrina Monroe’– ha sido consagrada en la Estrategia de Seguridad Nacional de 2025″, señala la organización, que indica que dos conflictos pueden agravar en 2026 este vacío de legalidad: un posible ataque estadounidense contra Venezuela y la reanudación de la guerra inconclusa entre Israel e Irán, junto con una renovada ofensiva israelí contra Hezbolá en Líbano. «La impunidad ha convertido el intervencionismo militar en un instrumento más al alcance de gobiernos o actores internacionales dispuestos a hacer uso de una violencia cada vez más desregulada», afirma.
2. La privatización de la paz
Según explica el equipo de CIDOB, 2026 arrancará con el futuro de Ucrania sobre la mesa de negociación. «La paz de Trump se construye a través de los negocios, aplicando una mentalidad comercial que incentive un alto el fuego de réditos inmediatos. En plena crisis del multilateralismo, personajes como Trump, Erdogan, o Xi Jinping, y países como Qatar, Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos se erigen como nuevos brokers del poder». La diplomacia tradicional –añade– ha sido sustituida por acuerdos entre magnates al servicio de lucros particulares. Pero, ¿quién monetiza la paz?
«Tras el frágil acuerdo firmado en junio entre Ruanda y la RDC en Washington, Estados Unidos obtuvo ‘gran parte de los derechos mineros del Congo’. Desde entonces, empresas del entorno de Donald Trump han firmado contratos en la región: KoBold Metals –compañía financiada por Jeff Bezos y Bill Gates, que se dedica a la recolección de datos y la investigación de minerales críticos a partir de la inteligencia artificial (IA)–; Ballard Partners, consultora vinculada a la familia Trump; o Apple (en enero de 2025 se inició en Bélgica una investigación por posible uso de «minerales de conflicto» en su cadena de suministro)», resume el equipo.
3. Más armas, tropas e IA militar
En 2026, destaca CIDOB, el rearme tecnológico se acelera: el gasto militar en IA podría superar los 30.000 millones de dólares, con Estados Unidos y China a la cabeza, con un presupuesto actual de 2.000 millones de dólares anuales. La robotización y los drones –mercado dominado en un 80% por China– transforman la guerra. Tras el nuevo ultimátum del Pentágono a sus socios europeos para que asuman la mayoría de las capacidades de defensa convencional de la OTAN en 2027, la defensa será clave para la UE en 2026.
4. Una carrera global para diversificar alianzas
La incertidumbre comercial y política es la nueva normalidad. La Organización Mundial del Comercio (OMC) estima que el porcentaje del comercio mundial que respeta sus reglas se ha reducido hasta el 74%. Además, según sus cálculos, en 2026 el comercio mundial solo crecerá un 0,5%, mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) apuesta por un crecimiento económico global del 3,1%. Según el análisis de CIDOB, en 2025, el sistema ha resistido por la importación masiva de productos en anticipación a los aranceles de Trump; a la contención de los países frente a estas medidas; al aumento de la demanda de productos vinculados a la IA, y al incremento del comercio entre el resto del mundo. Pero este efecto amortiguador está menguando y los aranceles empezarán a afectar a los precios, las inversiones y el consumo, coincidiendo con el primer año de proteccionismo reforzado.
«En 2026, veremos si los nuevos acuerdos comerciales con países y bloques regionales, así como la tregua entre Donald Trump y Xi Jinping en Busan en octubre de 2025, aguantan o se desmoronan con otra ronda de aranceles. Aunque Trump priorizará la estabilidad hasta su viaje a China, previsto en abril, su política comercial está pendiente de la resolución del Tribunal Supremo de EEUU sobre la legalidad de los aranceles recíprocos y su potencial impacto inflacionario en las familias estadounidenses».
5. ¿Freno a la burbuja tecnológica?
El valor de las empresas de tecnología de IA se ha disparado. Solo la capitalización bursátil de las cuatro grandes (Nvidia, Microsoft, Apple y Alphabet/Google) equivale al 50% del PIB de Estados Unidos en 2025. Esto significa que el crecimiento de la economía estadounidense depende de la inversión en infraestructura de IA, y genera inquietud el peso de Silicon Valley. Además, prosigue CIDOB, las empresas tecnológicas invierten entre sí –especialmente en el fabricante de chips Nvidia–, alimentando la idea de burbuja y el llamado «capitalismo con esteroides».
«Es un problema de magnitud ya que, si estas inversiones millonarias se frenan, la economía estadounidense y, en consecuencia, la economía global sufrirán un impacto en su crecimiento. Además, el modelo chino está obteniendo muy buenos resultados con un menor acceso a chips avanzados, optando por escalar y llevar al mercado tecnologías ya existentes».
6. Generación Z, entre las expectativas y la realidad
Un hartazgo generacional sacude medio mundo. En 2025, el malestar de la Generación Z salió a las calles en Nepal, Madagascar, Marruecos, Perú o México y, de forma más incipiente, en Indonesia y Filipinas. El desencadenante ha sido distinto en cada uno de los países, pero todos comparten un profundo malestar y la sensación de vivir bajo un clima de violencia social, medioambiental y humana.
En algunos casos, las protestas han provocado ya cambios políticos. En Nepal, una población joven, frustrada por la precariedad, convirtió la imagen ostentosa de los hijos de las élites políticas nepalíes en las redes, en el elemento movilizador que forzó la dimisión del primer ministro en septiembre. Un Gobierno interino ha prometido elecciones en marzo de 2026. También en Madagascar, uno de los países más pobres del mundo, donde el 50% de la población pertenece a la Generación Z, y 8 de cada 10 jóvenes no pueden vivir dignamente de su trabajo, las protestas llevaron a la caída del Gobierno y a la toma del poder por parte de los militares para los próximos dos años. En 2026 veremos si estos espacios de resistencia o de contestación se trasladan a las urnas: Bangladesh celebrará elecciones en febrero y le seguirán Nepal, Marruecos y Perú.
7. Socioeconomía del miedo
2026 pondrá a prueba la resistencia de unas sociedades ante la incertidumbre y la erosión del bienestar. En la Unión Europea, la cesta de la compra cuesta un 34% más que en 2019, según el Banco Central Europeo (BCE): los europeos destinan, de media, el 20% de su presupuesto a la alimentación. La deuda pública es también cada vez mayor, y afecta a los países más grandes y ricos. Los problemas fiscales en Francia, Reino Unido y Alemania seguirán siendo motivo de preocupación en 2026, especialmente ante la presión por aumentar el gasto en defensa. La crisis de la vivienda en 2025 ha tenido impacto electoral en los Países Bajos, Canadá o Australia, favoreciendo a la extrema derecha, pero también en la victoria de Zohran Mamdani a la alcaldía de Nueva York.
En Estados Unidos, la deuda alcanzó los 38 billones de dólares en 2025, registrando el crecimiento más acelerado hasta la fecha fuera del período de la pandemia. «Pero, aunque la economía de EEUU siga creciendo a un ritmo sólido en los próximos dos años, los datos enmascaran una desigualdad y vulnerabilidad considerables: sin inversión en centros de datos e IA, Estados Unidos habría rozado la recesión en 2025«.
La deuda devora los ingresos del Sur Global. Según datos del FMI, en 2025, 47 países habrán destinado más del 50% de sus ingresos presupuestarios a sufragar la deuda, y otros 75 países le habrán dedicado más del 33%. En total, 5.200 millones de ciudadanos del mundo viven en países donde el compromiso de la deuda supera el gasto social.
8. Desorientación estratégica europea
La Unión Europea se enfrenta a un año decisivo que puede suponer tanto la resistencia de su modelo como la constatación de sus límites políticos, en un contexto de desorientación estratégica y atrapada entre fracturas internas y amenazas externas. «Esta debilidad se ve agravada por la crisis de sus motores tradicionales y por el auge de nuevas mayorías políticas alejadas de la integración clásica. Además, por primera vez, una Administración estadounidense declara abiertamente su deseo de desmantelar la Unión: la Estrategia de Seguridad Nacional de Trump desafía a la UE, fomentando fuerzas desintegradoras y euroescépticas desde dentro».
Según CIDOB, la UE se enfrenta a su propio trilema: cómo impulsar el crecimiento económico, contener los enormes déficits públicos y aumentar la inversión en defensa, sin que la austeridad alimente aún más el apoyo a la extrema derecha. T»anto la presión de EEUU como la resignación europea debilitan la agenda verde y convierten la legislación digital en un nuevo campo de confrontación».
9. Clima: víctima de la geopolítica
Aunque 2025 termina con récords históricos de adopción de energías renovables, el cierre de la COP30 en Belém (Brasil) –sin acuerdos sobre la reducción de los combustibles fósiles y sin el apoyo financiero de los países desarrollados para la transición climática en el Sur Global– evidenció la falta de consenso actual en la gobernanza climática multilateral. En 2026 la agenda climática de la UE pierde fuerza: aunque entra en vigor el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM), la ambición de las políticas se reduce y se diluye la responsabilidad del sector privado, mientras la revisión del paquete «Objetivo 55» podría debilitar aún más los compromisos climáticos. Además, la competencia global, especialmente con China, lleva a la UE a priorizar la protección de su industria verde frente a la acción climática.
En enero de 2026, EEUU hará efectiva su segunda salida del Acuerdo de París, a la vez que impulsa una política de expansión petrolera y la reapertura de minas de carbón. Este auge de los combustibles fósiles no se limita a EEUU: Brasil, Guyana y Argentina también liderarán el crecimiento petrolero en 2026, posicionando a América Latina como «la nueva frontera del petróleo». La producción mundial de energía fósil prevista para 2030 superará en más de un 120% el límite necesario para frenar el calentamiento global a 1,5?°C.
10. Autocratización de los Estados Unidos
La consolidación del poder de Donald Trump durante su segundo mandato está acelerando la deriva autoritaria en Estados Unidos, debilitando el estado de derecho mediante la declaración de emergencias nacionales para justificar medidas políticas extremas; el cese de decenas de inspectores generales y fiscales, y la marginación de los directores de agencias independientes. E
n 2026, mientras EEUU celebra su 250º aniversario, las elecciones de medio mandato estarán marcadas por el temor a la interferencia electoral y pondrán a prueba la solidez de la democracia. La falta de control del Congreso sobre la presidencia ha incrementado la presión sobre un poder judicial dividido, en medio de una ola de demandas contra el Gobierno. Por su parte, la Administración Trump ha emprendido un ataque frontal contra los derechos civiles, con miles de deportaciones de ciudadanos estadounidenses y otras personas sin el debido proceso.
Algunas estimaciones apuntan a que el presupuesto del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) para 2026, se podría triplicar, hasta alcanzar 30.000 millones de dólares, con el apoyo extrapresupuestario garantizado en la ley «Big Beautiful Bill».
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