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AnteayerSalida Principal

Franco murió, pero no el franquismo. Cincuenta años de una Transición orquestada por el fascismo español

30 Noviembre 2025 at 09:40

El régimen franquista fue el proyecto de la burguesía nacional apoyada por el capitalismo internacional que, en distintas fases, protegió sus intereses económicos consolidando una dictadura en torno a la figura de Franco como garante de ese orden sangriento. La muerte de Franco marcaba el punto de inflexión de un proceso ya iniciado años atrás. Se estaba pactando una clausura idílica del Franquismo desde, al menos, el año 1968, escondiendo posteriormente un proceso complejo de continuidad reformada. Mismos perros, pero también mismos collares.

Bajo el relato oficial, presentado como una proeza de consenso y moderación democrática, se ocultó una gran lógica política de fondo: la necesidad de las élites económicas, políticas y militares consolidadas tras 1939 de reorganizar su hegemonía ante un contexto internacional y social que hacía inviable la continuidad de una dictadura que había cumplido ya su papel como garante de sus privilegios. El fascismo español había hecho ya su función, pero ni se bajaría el telón, ni se marcharía de la escena, se le otorgaba un papel protagonista como consolidante y fuerza de choque hasta la actualidad.

Si podemos encontrar una cuestión común a lo largo del siglo XX español, desde la monarquía de Alfonso XIII, la dictadura de Miguel Primo de Rivera, la Segunda República española, el Franquismo, y el régimen monárquico actual; es el poder económico detentado en manos de prácticamente las mismas familias y fuerzas vivas del capitalismo patrio. La Transición española debe entenderse no como una ruptura, sino como una recomposición del poder, donde buena parte de las élites franquistas y los intereses económicos dominantes conservaron posiciones clave remodelando el sistema institucional.

Cuarenta años de Franquismo, el fascismo marca España

El régimen franquista nacía directamente del poder otorgado por el golpe militar de julio de 1936, y ampliado a todo el territorio mediante una guerra de exterminio contra la clase trabajadora y las fuerzas populares. Fue, desde el inicio, un proyecto con un objetivo antirrevolucionario al servicio de las élites económicas y militares de la España oligárquica, adelantándose al potencial de triunfo si el movimiento obrero organizado hubiese pasado a la ofensiva total de construir un poder popular de clase. No fue una tragedia histórica, sino la apuesta consciente y planificada de terratenientes, grandes industriales, jerarquía eclesiástica y mandos del ejército para aplastar una posible victoria de las fuerzas populares revolucionarias, que ponían en contundente riesgo la estructura de poder construida durante siglos. El golpe militar no fue contra el gobierno republicano, sino que la violencia se dirigía hacia la clase obrera, y ese es el primer punto que debemos tener claro en una visión revolucionaria. No existían dos Españas, sino dos clases sociales antagónicas, la dominante, y la explotada.

El proyecto previo de la burguesía española fue construir un gobierno político republicano y socialdemócrata como apagafuegos al crecimiento del movimiento obrero. Ese republicanismo interclasista habría sido el particular terreno de preparación y desarrollo del fascismo español. La victoria franquista en 1939 reeditaba un Estado autoritario, militarizado y de terror psicológico, y físico, basado en la represión sistemática, la censura, el control social y la destrucción de cualquier forma de organización obrera. El aparato estatal —desde la Iglesia Católica a la Guardia Civil, desde el Movimiento Nacional a los tribunales militares— funcionó como un engranaje perfectamente coordinado para garantizar la restauración brutal del orden capitalista más reaccionario tras la revolución social del pueblo.

En la primera fase el Franquismo extendió el exterminio de decenas de miles de integrantes de la clase trabajadora, y su proyecto estaba alineado férreamente con el fascismo italiano y el nazismo alemán; que tomaron la iniciativa de ofensiva hasta 1943 en el conflicto mundial. Durante los años cuarenta el régimen fue virando para distanciarse de la Alemania nazi, y sobrevivir al nuevo reordenamiento global de las potencias vencedoras. El Franquismo fue tolerado, y tomado como baluarte político en Europa contra el marxismo, y así evitar concesiones sociales y políticas que, el capitalismo imperialista tuvo que hacer mientras desarrollaba las nuevas estrategias de aplastamiento de los movimientos obreros nacidos de la lucha en el conflicto mundial contra los fascismos.

Esos años cuarenta y los primeros cincuenta, estuvieron marcados por el modelo económico autárquico que impuso el Franquismo y, que proyectaba a los grupos empresariales afines al régimen, hundiendo al país en el hambre y la miseria mientras consolidaba un capitalismo oligárquico protegido por el Estado. La represión de posguerra, con cientos de miles de encarcelados, deportados, fusilados y depurados, no fue un «exceso», sino el pilar sobre el que se edificó la estabilidad del régimen y, en cierta medida, el retorno a las estructuras políticas normalizadas por el capitalismo. La clase trabajadora quedó sometida a un sindicalismo vertical obligatorio, diseñado para neutralizar cualquier capacidad de conflicto y asegurarse la subordinación al régimen.

La Guerra Fría permitió a la dictadura un lavado internacional: el anticomunismo se había convertido en el salvoconducto. Estados Unidos y las potencias occidentales integraron a España como pieza funcional del bloque capitalista, abriendo la puerta a la tecnocracia, al desarrollismo y a una «modernización» controlada que jamás cuestionó las bases del poder. El Plan de Estabilización de 1959 coincidía con la visita del presidente estadounidense Eisenhower, y el crecimiento económico de los años 60 no fue en absoluto un despegue neutral: consolidaron a nuevas facciones de la burguesía, reforzaron desigualdades y utilizaron la emigración masiva a Europa como válvula de escape social. La represión se volvió más selectiva, pero no menos efectiva.

A lo largo de esas cuatro décadas, el Franquismo mutó, pero no cambió jamás su naturaleza: fue siempre un régimen militarista y ultracatólico, que defendía los intereses de clase burgueses y aseguraba la continuidad de la explotación económica y política de las élites empresariales. Las luchas obreras, estudiantiles y vecinales que surgieron, fueron respondidas con una violencia perfectamente calculada parta no permitir erosionar su legitimidad. Las leyes represivas, el Tribunal de Orden Público, la Guardia Civil y la Brigada Político-Social de la policía, actuaban como aparato principal del control y el castigo.

La Transición: un pacto de silencio y reforma de la oligarquía desde arriba

Muy lejos de suponer ninguna ruptura impulsada desde la base, la Transición fue el resultado de un pacto de la élite oligárquica española. Una parte de la vieja guardia franquista entendió que sostener el régimen tal cual era se hacía incompatible con su integración en los mercados europeos y con el control de una clase trabajadora altamente movilizada desde 1968. Por eso, optaron por dirigir ellos mismos la evolución del régimen. Debían preservarse las estructuras del aparato estatal nacido de 1939, se mantendría intacta la jerarquía judicial y policial; además de garantizarse la continuidad monárquica designada por Franco en quien sería coronado como Juan Carlos I. No se desmontaba el armazón autoritario que se heredaba, solo se le otorgaba un cambio de look, para adaptarlo a las normativas represivas y de control social constituidas por las democracias imperialistas occidentales.

El movimiento estudiantil eclosionado en 1968, se había aliado con las demandas de la clase trabajadora, y funcionaba como catalizador de un cuestionamiento profundo al régimen franquista. Las asambleas y huelgas universitarias se solidarizaban con las luchas obreras. Mientras tanto se intensifica la preocupación por la insurgencia política y armada representada por organizaciones como ETA, FRAP, y más tarde MIL que, si bien no representan una amenaza real al poder estatal, sí que son un desafío simbólico a su capacidad de control total. Se abren grietas en la narrativa legitimadora del Franquismo, lo cual conduce a un repunte en la represión y a su sofisticación; comenzando a idear un plan de reformas pactadas desde arriba.

La muerte de Carrero Blanco en diciembre de 1973 fue el golpe simbólico al régimen franquista que se necesitaba para poner en marcha toda la Transición que ya se venía fraguando desde el inicio de esa década. A los sectores más reacios a la reforma pactada desde arriba había que domesticarlos, no se destruiría su estructura, solo se liquidaba el plan de un franquismo sin Franco pero con franquistas puros. Las élites económicas y políticas asumen una recomposición en el bloque de poder, y se arma una transición que neutralice al movimiento de clase trabajadora. Las luchas obreras estaban viviendo un crecimiento explosivo, decenas de miles de trabajadores desbordan el sindicalismo vertical, y se genera un potencial contrapoder social de coordinadoras y comisiones, huelgas y asambleas masivas en barrios obreros. Por lo que esa Transición debía abordar como objetivo principal la desactivación de ese sujeto político que estaba construyendo al margen de los canales del régimen.

En este contexto, el papel internacional también pesa mucho; y los Estados Unidos, a través de la CIA, busca garantizar un aliado estable en la OTAN y fiel a los intereses imperialistas. De ahí la operación de «reciclaje» del socialismo parlamentario en el Congreso de Suresnes (1974), desde el que emerge un PSOE rejuvenecido, moderado y funcional al nuevo proyecto. El PSOE, a través de Felipe González, es seleccionado como el actor ideal para ofrecer una salida controlada, capaz de seducir a sectores jóvenes y urbanos sin poner en riesgo la estructura económica del franquismo sociológico. De esta manera se evitaba una escalada como la Revolución de los Claveles portuguesa, donde se tuvo que actuar de manera más decisiva para evitar una ruptura que desestabilizara los intereses capitalistas.

Los aparatos franquistas no se depuraron, y la represión seguiría activa, siendo asesinados en ese periodo centenares de trabajadores. En 1975, cuando Franco murió, el franquismo no estaba agonizando, tan solo cumplió su funcional ciclo histórico. La dictadura que nació como proyecto antirrevolucionario, dejaba tras de sí una matriz que se ha mantenido intacta hasta la actualidad, porque Franco murió, pero no el Franquismo.

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La amistad mística más allá de la muerte

3 Diciembre 2025 at 12:25

Durante la Baja Edad Media, cientos de mujeres en Europa, también en los países catalanes, crearon comunidades espirituales autogestionadas donde la amistad, el cuidado y la libertad femenina florecieron a contracorriente de su tiempo: los beguinatos.

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René Passet, in memoriam

26 Noviembre 2025 at 20:02
Por: Arturo

Fotografía: Conferencia en Sao Paulo. por Damião A. Francisco. (wikipedia)

Por lourdes Lucía. Publicado en CTXT.

“Trabajé la tierra en Lescun, el lugar de mis raíces familiares, pero crecí en un barrio obrero de Burdeos. Tuve la suerte de no ser rico y de haber mantenido siempre a mis amigos obreros. Ese es mi orgullo. Dicen que conozco al pueblo, pero es mentira, formo parte de él. Mi origen humilde me ha permitido vivir modestamente, y educar a mis hijos sin grandes lujos”. Así se definía René Passet en una entrevista realizada por Miguel Mora para El País en 2013, con motivo de la publicación en lengua castellana de su libro Las grandes representaciones del mundo y la economía a lo largo de la historia (Clave Intelectual/Siglo XXI y Eudeba 2013, traducción de Mariana Saúl).

Profesor emérito de la Universidad Paris-Pantheón-Sorbonne, René Passet ha sido uno de los economistas más importantes de Francia. Pionero del enfoque transdisciplinar en las ciencias económicas, fue el primer presidente del Consejo Científico del movimiento internacional Attac. Miembro fundador del Collegium International Éthique, Politique et Scientifique (IC Ethiques), ha sido columnista en Le Monde, y articulista en Le Monde Diplomatique. Es autor de varios libros, entre otros y además del citado más arriba, de L’Economique et le vivant (galardonado por la Academia de Ciencias Morales y Políticas de Francia), La ilusión neoliberal (Debate, 2001, traducción de María Victoria López Paños) o Elogio de la globalización por una “mundialización humana” (Salvat, 2002, traducción de Manuel Serrat Crespo).

Amigo de Stéphane Hessel, las ideas de René Passet fueron un estímulo para el movimiento de indignados. Participó en el primer Foro Social celebrado en Porto Alegre, fue uno de los pocos economistas que advirtieron de la crisis económica de 2007-2008 y que avisó de las nefastas consecuencias que traería la desregulación financiera. Su concepción de la economía vincula las formas económicas de organización de las sociedades humanas con las teorías y avances científicos producidos en cada época. Y contiene una dura crítica al reduccionismo económico neoliberal, que pretende rebajar a las personas a meros seres económicos. Defensor de un nuevo paradigma: la bioeconomía, los trabajos de Passet integran las actividades económicas en los sistemas naturales, porque hay bienes comunes, como el aire y el agua, que tienen que ir más allá de la lógica de los mercados.

“La perfección a la que todos aspiramos nunca se alcanzará y esta es una noticia excelente: la historia no tiene fin; en tanto que mujeres y hombres habiten este planeta habrá lugar para los sueños, la utopía y la superación de uno mismo”, afirmaba en una entrevista hecha por Iván Gil y publicada en El Confidencial.

Un año antes de cumplir los 100 años (nació en 1926), René Passet nos ha dejado. Como compañera de Attac, como editora de dos de sus libros en lengua castellana (La ilusión neoliberal Las grandes transformaciones del mundo y la economía a lo largo de la historia) y, sobre todo, como amiga, la desaparición de René es una gran pérdida. Pero haber tenido la oportunidad de conocerlo y tratarlo ha sido también una suerte y un privilegio. Su coherencia y su compromiso han sido modélicos. Su obra y su ejemplo quedarán siempre vigentes.

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“No se ha hecho una política de memoria, y de las mujeres todavía menos”

26 Noviembre 2025 at 12:05

Una ruta, organizada por la Asamblea feminista de València, ha recorrido varios espacios en los que operó el Patronato de Protección a la Mujer en la ciudad.

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La denuncia de asociaciones memorialistas desde Cuelgamuros: “Llevamos 50 años sin Franco y 50 años de impunidad”

22 Noviembre 2025 at 19:14

CUELGAMUROS (Madrid) | “Es imposible la resignificación mientras este lugar siga sacralizado, con los monjes benedictinos en su interior y con la mayor cruz cristiana de Europa”. Así se ha pronunciado Miguel Ángel Muga, presidente del Foro por la Memoria de la Comunidad de Madrid, en la protesta que ha tenido lugar esta mañana a las puertas del Valle de Cuelgamuros. Como vienen repitiendo desde hace 20 años, cuando el Foro Social de la Sierra de Guadarrama inauguró esta movilización, los colectivos han reclamado una verdadera política de memoria al Gobierno presidido por Pedro Sánchez, y han criticado el proyecto que en teoría resignificará uno de los espacios convertidos en epicentro de la apología franquista.

Los convocantes -los foros mencionados y la Comuna de Expresos y Represaliados del Franquismo, con el apoyo de la Coordinadora Antifascista de Madrid- han cifrado el seguimiento de la concentración en 120 personas, que han llegado de diversos puntos de la región. La movilización, que ha comenzado a las 12.00 horas, ha estado salpicada por gritos de “arriba España” y “viva Cristo Rey” que procedían de varios coches que pasaban por la zona; también por vivas a la república y gritos de “abajo el fascismo” proferidos por conductores de otros vehículos.

“Han aprobado dos leyes de Memoria pero la ligazón entre política e Iglesia sigue vigente con las negociaciones que ha mantenido el Gobierno con la Iglesia Católica para mantener la cruz y a los benedictinos”, ha expresado Muga a La Marea mientras los presentes, ubicados en una cuneta a unos 50 metros de la entrada al Valle, agradecían los rayos de sol que competían con el viento frío de la sierra. La concentración, liderada por una pancarta con el lema “Verdad, justicia y reparación para las víctimas del franquismo”, ha estado en todo momento flanqueada por varios coches de la Guardia Civil, y se ha situado a la entrada de una finca privada que advierte del “ganado bravo” que hay en su interior.

El presidente del Foro por la Memoria ha criticado que el proyecto La Base y la Cruz, firmado por Pereda Pérez Arquitectos y Lignum, y al que el Ejecutivo de coalición dedicará 31 millones de euros, “no es un proyecto de resignificación, sino meramente arquitectónico y de una parte del valle”. Ha basado su postura en factores como que el concurso de ideas haya sido liderado por el Ministerio de Vivienda, y no por el de Memoria Democrática.

Mientras se escuchaban cánticos como “sin memoria no hay democracia” y “los benedictinos protegen a asesinos”, Muga ha resaltado que “desde el punto de vista democrático, no existe resignificación posible si las víctimas no obtenemos justicia, verdad y reparación”. En este sentido, también ha denunciado que desde el Gobierno no se han escuchado las reivindicaciones de ninguna asociación memorialista a la hora de plantear la pretendida resignificación.

Desde el Foro por la Memoria consideran insuficientes gestos como la salida de los cuerpos de Franco y Primo de Rivera de la basílica, así como el cambio de nomenclatura, de Valle de los Caídos a Valle de Cuelgamuros, aunque muchas de las señales de tráfico en las inmediaciones que conducen al enclave todavía no han sido renovadas. “Un espacio de memoria es lo que hay en la Escuela de Mecánica de la Armada en Buenos Aires, un lugar horroroso donde se torturaba y asesinaba a opositores al régimen, no lo que quieren hacer aquí”, ha comparado el mismo Muga.

Alianza que perdura

Entre las principales críticas de las tres asociaciones convocantes está el mantenimiento de la gran cruz de más de 152 metros que el dictador mandó construir para coronar el enclave. “Tenemos el mayor símbolo cristiano por encima de miles de republicanos asesinados por la dictadura en crímenes de lesa humanidad, y ahora dejan que la misma orden que Franco puso en el lugar, y a la que encomendó su salvaguarda, siga en él”, ha desarrollado el activista por la memoria.

La alianza entre Iglesia y Estado, tan explotada por el franquismo y, más tarde, mantenida por diversos gobiernos de la democracia española, es otra de las cuestiones más criticadas por estas asociaciones. En palabras del mismo Muga, “un lugar sacralizado no puede ser un espacio de memoria si atendemos a la función que tuvo la Iglesia, que apoyó el golpe de Estado de 1936 y la dictadura durante casi 40 años”.

Primero verdad, luego justicia

Juan Carlos Pérez, portavoz de La Comuna de presos y presas y represaliados y represaliadas por la dictadura franquista, ha añadido que se movilizan para reivindicar “que haya justicia, aunque para eso tiene que haber una recuperación de la verdad, y la verdad es lo más oculto que hay en Cuelgamuros”. Este memorialista ha recordado que la basílica y la gran cruz fueron construidas con trabajo esclavo de presos republicanos y que muchos de ellos fallecieron durante el proceso.

El propio Pérez, más conocido como Hereje, ha tildado de “timorata” la operación que ha realizado el Gobierno central: “Parece que tienen miedo a Franco. Eso prueba que el dictador murió, pero el franquismo sigue vivo”. La Comuna lleva una década asistiendo los sábados más cercanos a cada 20-N a este lugar para expresar sus reclamaciones, aunque la movilización existe desde hace 20 años, cuando comenzaron a repetirla desde el Foro Social de la Sierra de Guadarrama.

Resignificación equivale a conservación

La idea de resignificar este tipo de espacios no es nueva. Daniel Palacios González, autor de ¿Quién tiene derecho al monumento? (Katakrak, 2025) junto a José María Durán Pedraño, comenta que “todo lo que se ha venido llamando resignificación no es otra cosa más que una excusa para la conservación”. Este historiador del arte sostiene que la resignificación es “una manera muy oportunista de un grupo de personas en la élite que quieren convencernos de que esa es la solución para un monumento que representa tal agravio como el Valle”.

El también investigador de la UNED defiende que “la idea de la resignificación para los colectivos de víctimas es una farsa”. Asimismo, incide en el agravio comparativo que supone el destino de más de 30 millones de euros públicos a este proyecto “mientras en el cementerio de Paterna, con uno de los conjuntos de fosas más grandes del Estado, no se puede completar su memorial porque está desfinanciado”.

Palacios afirma tajante que “si continúa existiendo la cruz y la basílica no es solo porque sobrevivan los monumentos al fascismo español, sino porque también lo hacen aquellos conglomerados económicos, jurídicos y políticos heredados de la dictadura”.

Un franquismo vivo con Franco muerto

En torno a las 13.00 horas, los presentes a las puertas del Valle de Cuelgamuros han escuchado con atención las palabras que cada asociación memorialista ha preparado para la ocasión y en las que se destilaban sus principales exigencias al Ejecutivo. Miguel Montanya, integrante del Foro Social de la Sierra de Guadarrama, ha reivindicado que “no se necesita construir sobre lo ya construido, sino una destrucción de forma selectiva”. Tras las intervenciones, los concentrados han levantado el puño para entonar La Internacional.

La gente empezaba a irse del lugar cuando Muga, el presidente del Foro por la Memoria de la Comunidad de Madrid, ha declarado: “Llevamos 50 años sin Franco y 50 años de impunidad en los que algunos siguen ejerciendo ese trabajo para ir en contra de la democracia y de la gente de izquierdas, y en los que ni uno de los perpetradores franquistas ha terminado condenado por la justicia”. Un año más, en el mismo lugar de siempre, tan solo quedaba un único eco: “Somos la memoria de vuestros crímenes”.

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Formas de viajar al pasado (vacuna para nostálgicos de salón)

21 Noviembre 2025 at 10:03

16 de noviembre

Leyendo en el tren un libro de poemas de Inge Müller, leyendo un ensayo de Marc Casals sobre Bosnia, también otro ensayo sobre las Trümmerfrauen, aquellas mujeres que contribuyeron a levantar las ciudades alemanas de debajo de sus escombros. El tren es mi nueva universidad.


Suelo leer los agradecimientos de los libros antes que el texto en sí, por curiosidad y porque me dan una idea de los referentes y el contexto de quien escribe. Aunque solo llevo la mitad de su ensayo, salto también a los agradecimientos de La piedra permanece, en cuyo final Marc Casals da las gracias a su compañera, Patricia Pizarroso, y añade: «Ojalá pueda escribir más libros en el futuro, aunque solo sea para que ella los lea». Sonrío al leerlo porque yo a veces también tengo la impresión de que, cada vez más, escribo con la ilusión de que Edurne me lea. No es esa la razón primera de mi escritura, claro, pero una y otra vez me sorprendo pensando: «esto le va a gustar a Edurne» o «a ver qué piensa Edurne de esto». Si ella no apreciase mi trabajo, la escritura sería una fuente de tristeza (pero seguiría escribiendo).


¿Se debe esto a una necesidad de aprobación, de aceptación, de elogios por parte de alguien a quien admiramos y queremos? Sin duda. Pero la razón principal está en otro sitio: nadie es solo la persona que los demás creen; por mucho que nos esforcemos en expresarlo (si es que nos atrevemos a hacerlo) siempre queda un fondo incomunicable de lo que somos y, a menudo, tenemos la impresión de que somos sobre todo lo que no podemos comunicar. El arte es una forma de expandir el campo de lo decible. Al mostrar a Edurne lo que escribo tengo la impresión de que comparto con ella aquello que no sé compartir en el día a día; que, si me sigue queriendo después de leerme, su amor será más auténtico porque amará a alguien que se parece más a mí que la persona con la que desayuna casi todos los días.


19 de noviembre

Tengo sentimientos encontrados ante el despliegue de memoria con el que se tropieza cualquier persona que pasea por Berlín. Por un lado, viniendo de un país en el que una presidenta de Comunidad Autónoma se opone a instalar una placa en la que se recuerde a los torturados por el franquismo en la DGS y en el que se discute el interés de desenterrar e identificar a los cadáveres que aún continúan en las cunetas o fosas comunes, envidio que en Alemania el Estado y los poderes públicos en general consideren un deber recordar y explicar el pasado, en particular el terror desatado por el nazismo y el intento de exterminio de judíos, otras minorías y disidentes.

Al mismo tiempo, en un sistema que convierte en mercancía todo lo que toca, también la historia es una inversión rentable: la represión, la tortura, los asesinatos políticos, debidamente musealizados y gadgetizados, pueden ofrecerse a pie de calle como una experiencia turística. Hay un museo y una tienda del Checkpoint Charlie, alrededor de los cuales es posible adquirir auténticos gorros soviéticos de imitación; están el museo del espía, el de la RDA, el de la Stasi, el de la Resistencia, uno sobre la historia germano-soviética, el de la Guerra Fría, el museo contra la guerra. A ellos –y a muchos más– se suman espacios para exposición pedagógica y conmemoración, como las instalaciones de Topografía del Terror, el del campo de concentración de Ravensbrück o el del Centro de Documentación del Trabajo Forzoso Nazi en Schöneweide –acabamos de visitar los dos últimos–.

Junto a trabajos serios de documentación del pasado proliferan los museos espectáculo; junto al esfuerzo por mantener vivo el recuerdo y la comprensión de las violencias sufridas y provocadas por los alemanes que han marcado una ciudad como Berlín, nos encontramos con mercachifles que más que conocimiento te venden entretenimiento: olvídate de los libros de historia y de pasar horas investigando; en tres horas te hacemos una visita guiada por la historia de Berlín. Así se promocionan unos tours turísticos que te prometen una experiencia inolvidable e ilustran la página con una foto de turistas sonrientes mal parapetados tras una barricada de sacos terreros. Y como el morbo vende, incluyen en el tour una visita al búnker de Hitler, aunque allí solo hay un aparcamiento y un tablón explicativo.

No recuerdo dónde leí que el piolet con el que Mercader asesinó a Trotsky está expuesto en un museo estadounidense. Una pena que no vendan reproducciones en plástico o metal. ¿O sí las venden?


No voy a intentar transcribir aquí lo que pienso y siento tras visitar el centro de documentación de trabajos forzados bajo los nazis y el antiguo KZ de Ravensbrück. Casi no he empezado aún a asimilarlo.


20 de noviembre

En los comentarios a las visitas guiadas a un campo de concentración cercano a Berlín, leo frases elogiosas por el sentido del humor de un guía, o porque otro fue muy ameno, o porque pasaron un rato muy agradable.

Si quería empezar el día espoleando mi misantropía, el objetivo está cumplido.


Hoy celebramos 50 años sin el dictador Franco. Esa gente que desde la libertad y las posibilidades que disfrutan hoy quieran regresar a aquellos tiempos me recuerda a los burgueses que iban a los barrios bajos a «encanallarse». Disfrutaban la excitación de lo prohibido y peligroso pero sabiendo que en un rato podían regresar a sus apartamentos calentitos y protegidos. Qué pena que no se hayan cumplido las promesas de la ciencia ficción y no podamos organizar un viaje en el tiempo a nuestros nostálgicos del orden y la seguridad: si viviesen unos días en aquellos tiempos de represión, de cutrez, de corrupción impune y silenciada, de miseria moral en medio de discursos altisonantes me parece muy probable que revisasen sus opiniones. A no ser que perteneciesen a la elite rapaz y meapilas de entonces.

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Las víctimas saharauis del franquismo

20 Noviembre 2025 at 22:02
Por: La Marea

No todos los afectados por el franquismo están en España. El dolor y el recuerdo han sido el hilo conductor de la jornada Contra el olvido. Víctimas del franquismo y Sáhara Occidental, un acto diseñado por el Instituto Hegoa (EHU) para arrojar luz sobre los crímenes cometidos durante este periodo contra el pueblo saharaui, así como avanzar en su reconocimiento como víctimas amparándose en la Ley de Memoria Democrática 20/2022.

La periodista y escritora Ebbaba Hameida, autora de Flores de papel, fue la conductora del acto, que contó con Abdeslam Aomar Lahsen, presidente de la Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis (AFAPREDESA); la escritora Laura Casielles (Arena en los ojos, 2024); Carlos M. Beristain, doctor en Psicología e investigador de derechos humanos; y Gemma Arbesú, abogada y observadora internacional. Estos dos últimos ponentes destacaron las dificultades para acceder a documentación de este periodo: papeles quemados, ocultados, etc. “Es necesario investigar y acceder a estos archivos, expuso Carlos M. Beristain, afirmando que  “la memoria empieza con un acto de desobediencia de las víctimas” ante todas estas dificultades.

La periodista y escritora Ebbaba Hameida unto a Abdeslam Aomar Lahsen, presidente de la Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis (AFAPREDESA).
La periodista Ebbaba Hameida junto a Abdeslam Aomar Lahsen, presidente de AFAPREDESA. Foto: Miguel Ángel Herrera.

“No podemos quedarnos sólo en el camino de la justicia, porque no está en nuestras manos y nos hace creer que no hay nada que hacer. Hay que explorar otras vías”, subrayó Nerea Martínez, de Martxoak 3 Elkartea. La representante de esta organización -que trabaja para preservar la memoria de la masacre de 1976 en Vitoria-Gasteiz- formó parte de una mesa redonda con víctimas saharauis y vascas del franquismo. Judeig Ahmed Lemadel, de AFAPREDESA; Elmami Bahim Ahmed Salen, de la Asociación de Familiares y Amigos de Basiri (AFAB); y Josu Ibargutxi, de la Plataforma Vasca para la Querella contra los Crímenes del Franquismo; y Nerea Martínez.

El acto también guardó un espacio para hablar de la responsabilidad política hacia las víctimas saharauis del franquismo. Para ello, reunió a tres partidos con representación en el Parlamento Vasco: EH Bildu (Diana Urrea), PNV (Mikel Arruabarrena) y Sumar (Alba García).

En paralelo a las charlas, se presentó el memorial Rastros, una instalación de arte digital diseñada por Lab-Elemental y Forward Films, que se inspira en la realidad cambiante del desierto para, mediante un juego con espejos, arena, luces y sonido, intentar que grabemos en nuestra mente una frase del antropólogo y filósofo francés Paul Ricoeur: “La memoria es frágil porque puede ser acallada. Hay silencios que no son olvido, sino violencia sobre el recuerdo”.

La jornada Contra el olvido forma parte de una línea de trabajo que el Instituto Hegoa lleva varios años desarrollando gracias al apoyo de Euskal Fondoa. En esta ocasión, han contado también con la colaboración de la Delegación Saharaui en Euskadi y con el apoyo del Ayuntamiento de Bilbao.

EN AMPLIACIÓN

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Homenajes sin fecha

20 Noviembre 2025 at 00:01

No fue un gran acto –al menos, no fue lo que acostumbra a ser denominado como un gran acto– el día en que Antonio sintió que alguien escuchaba su historia, que podía contar que a su padre y a su madre los mataron cuando él era un niño de tres años, que no recordaba sus rostros, pero que quería, con todo su corazón, saber dónde estaban sus restos. Por eso, aquella mañana sin prensa, sin focos, sin políticos, como casi todos los últimos sábados de mes, Antonio, con una vieja foto pegada al pecho como única prueba física de la desaparición de quienes lo habían traído a este mundo, pedía, junto a otras víctimas del franquismo en la sevillana Plaza de la Gavidia, que alguien lo ayudara a buscar sus huesos.

No fue tampoco lo que se conoce como un gran acto el día en que Paqui y su amiga Isabel –con la misma determinación y alegría de una Thelma y una Louise que aceleran aun sabiendo que van a despeñarse– arrancaron el coche camino de un juzgado de Aracena a poner una denuncia por el hallazgo de una fosa. En menos de tres minutos fueron despachadas. Pero ellas hicieron lo que creían que tenían que hacer. 

Tampoco se considera un homenaje, en los términos habituales, el empeño de Manuel por honrar a sus bisabuelos Luisa y Antonio, y el amor inquebrantable que se profesaban y que un cura intentó separar cuando ya eran ancianos, en los últimos años de sus vidas. 

Cecilio Gordillo porta una fotografía de su familiar. RMHSA
Cecilio Gordillo porta una fotografía de su familiar. RMHSA

Por supuesto, no fueron grandes actos aquellas conferencias que, cualquier día de la semana, en cualquier pueblo, sin sillas con cartel de reservado, con frío, con calor, en cualquier aula, en la plaza más inesperada, dieron José María o José Luis o Pura o Ángel o Emilio o Susana. O Cecilio, siempre Cecilio. Puede que por no haber no hubiera ni mucha gente. Porque en estos actos, además, casi todo el mundo se conoce de esos mismos actos, ajenos a aniversarios y conmemoraciones protocolarias, que, por otro lado, no está mal que las haya. Todo lo contrario. 

Durante muchos años, las víctimas del franquismo, en estos formatos caseros, voluntariosos, altruistas, en los que muchas veces Lucía puso –y sigue poniendo– su música y su voz, han pedido ser reconocidas en público por el Estado, que durante esos mismos años –muchos años– ha mirado para otros lugares. 

Se han aprobado leyes, es cierto. Hay quien opina que se ha avanzado, también. Pero no es menos cierto que sola estaba Paqui cuando los restos de Queipo salieron de la Basílica de la Macarena. Solo estuvo José cuando, delante de la tumba de su padre en un pueblito de Portugal al que tuvo que exiliarse toda la familia, le dijo que por fin, después de tanto miedo y silencio, había adquirido la nacionalidad española. 

Solas han estado durante demasiado tiempo las víctimas del franquismo, también las de la Transición, que continúan –todas ellas– observando perplejas cómo se siguen celebrando actos fascistas de manera impune, cómo continúan sin juzgarse en este país unos crímenes de lesa humanidad o cómo las encuestas dan cada vez más apoyo a la ultraderecha entre los más jóvenes.   

Puede que los de este año, cuando se cumple medio siglo de la muerte del dictador Franco, ese número redondo que siempre invita a celebración, sean los que todo el mundo conoce como los grandes actos. Pero han sido todos esos pequeños eventos juntos, sin fecha, los que han permitido tejer la memoria de este país en los últimos tiempos, la de niños como Antonio, la primera persona mencionada en este artículo, que no logró encontrar a sus padres y que ya no vive para seguir buscándolos. En estos momentos de fastos, conviene no olvidarlo.  

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El peligro de “designificar” los espacios y borrar las huellas del crimen

19 Noviembre 2025 at 11:08

Cuidar la memoria no pasa por borrar lo que un espacio fue, sino por explicitar qué pasó. La impunidad del franquismo se manifiesta, por ejemplo, en la ausencia de mecanismos que señalen los lugares del crimen.

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María Luisa Elío, una autora “sorprendentemente contemporánea” exiliada en el franquismo

19 Noviembre 2025 at 11:07

La artista visual Celia Viada rescata en su documental 'Volver a casa tan tarde' la historia de una escritora y actriz olvidada, a pesar de que realizó su propia película autobiográfica, estrenada en 1961, y que fue una de las personas que inspiró 'Cien años de soledad'.

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¡Corre, corre, corre!

19 Noviembre 2025 at 11:07

Un diario de duelo, una crónica performática, un kintsukuroi narrativo sobre una historia de represión en la Zaragoza tardofranquista.

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Cristina Farré: “Es evidente que la Transición fue una operación cosmética”

19 Noviembre 2025 at 00:02

Esta entrevista con Cristina Farré se publicó originalmente en Catalunya Plural. Puedes leerla en catalán aquí.

Quedamos en una cafetería del centro de la ciudad condal. Es una tarde agradable, templada. Cristina Farré llega con paso decidido. Tiene una energía que descoloca: habla rápido, con intensidad, con esa clase de convicción que solo se ha visto en personas que realmente se han jugado la piel. Su libro, Ho vam donar tot (editado por Manifest Llibres), se ha convertido en un pequeño fenómeno: no solo rescata la memoria del Partido Comunista Internacionalista (PCI), sino que recuerda qué significaba realmente luchar contra el franquismo cuando la lucha comportaba prisión, tortura, exilio o muerte. Es un libro escrito con el pulso de quien sabe que decir la verdad tiene un precio —y que, aun así, hay que pagarlo.

Ella fue quien, en plena agitación estudiantil de 1969, lanzó el busto de Franco por una ventana de la Universidad de Barcelona. La acción tuvo un enorme eco político, pero nunca se supo quién había sido la autora. Ahora, medio siglo después, lo explica con la naturalidad de quien ya no le debe nada a nadie. Es solo un fragmento de una vida marcada por la lucha antifranquista, la clandestinidad, la prisión, el exilio en Argelia, Colombia y Cuba, y el regreso a una Barcelona posolímpica que la hizo sentirse extraña en su propia tierra. Fundó la asociación ELNA, dedicada a la educación emocional y al empoderamiento de jóvenes y familias, convencida de que solo cambiando la manera de relacionarnos podemos cambiar algo más profundo.

Cuando terminamos la entrevista, la acompaño hasta Via Laietana, delante del edificio de la policía. Cada mes, un martes, allí se reúnen asociaciones que reivindican memoria y reparación para las víctimas de la tortura franquista. Hoy, ella será la encargada del parlamento. Experiencia vital no le falta. Tiene claro lo importante de estos actos porque, como dice, «no se puede perder la memoria porque, si se pierde, se pierde todo».

Escribes que el libro está dedicado a quienes dejaron la vida en el camino revolucionario y a las nuevas generaciones que no lo vivieron, pero deben saberlo. Pero las encuestas dicen que los jóvenes actuales son más de derechas que nunca. ¿Qué esperanza tienes en las nuevas generaciones?

Hay un giro a la derecha global, no solo entre los jóvenes. Es un fenómeno mundial. Pero también hay mucha más gente joven implicada de lo que parece. Hay una parte de la juventud que vive en el espejismo de la opulencia, pero es una ilusión. Y, aun así, si comparas con otros lugares del mundo, somos unos privilegiados. El problema es que eso no llena a nadie. No tenemos pisos, no tenemos expectativas, y no hay una militancia como la de antes. Nosotros nos dejábamos la piel, literalmente. Trabajábamos en la fábrica, después hacíamos reuniones, sabíamos que podían detenernos o matarnos, pero íbamos. Ahora eso no se puede repetir. Hay que pensar la militancia de otra manera.

Ese desencanto general quizá tiene que ver con la sensación de que ya no se puede cambiar nada. Para ti, ¿qué significa «cambiar el mundo» hoy?

El mundo está mucho peor que cuando yo militaba. En aquel momento había un contexto internacional: revoluciones por todas partes, esperanzas compartidas. Sabíamos que era posible. Después, desde los centros de inteligencia y el capitalismo mundial —sobre todo los Estados Unidos—, lo orquestaron todo muy bien: la droga, la represión, las divisiones internas. Y consiguieron desmantelarlo todo.

Pero la llama de querer una humanidad más justa, sin discriminaciones, eso no se apaga nunca. Puede quedar escondida, pero siempre está ahí. Nosotros no triunfamos, pero aún estamos aquí para recordar que hay que seguir picando piedra. Y eso, a muchos jóvenes, les emociona.

También decías que tenemos la barriga llena.

No es exactamente eso. Lo que digo es que no nos hagamos ilusiones: la militancia no será la misma. Hay que adaptar los valores a las circunstancias actuales. Si quieres movilizar a la gente, no puedes limitarte a hacer un cartelito y ya está. Eso no sirve. Hace falta trabajo de base: puerta a puerta, hablar con la gente, convencerla. Si no hacemos eso, no avanzaremos.

¿Qué condiciones han cambiado?

Primero, la esperanza internacional. Nosotros sabíamos que la revolución era posible porque pasaba en todas partes: Vietnam, Cuba, Argelia, el Sáhara… Había un contexto. Después, el capitalismo mundial y los Estados Unidos supieron desactivarlo todo muy bien: represión, infiltraciones, droga, mil estrategias. Aniquilaron movimientos enteros, como las Panteras Negras. La llama continúa, sin embargo. Hay gente que, aunque no diga nada, no soporta las crecientes desigualdades. Y eso siempre puede estallar.

También dices que el mundo es privilegiado pero, al mismo tiempo, no. Sin piso, sin trabajo estable, sin expectativas…

Sí. Somos privilegiados si nos comparamos con África, Asia o América Latina. Pero las condiciones de vida aquí también se han degradado mucho. Aunque se tenga trabajo, es precario. Pero, aun así, no podemos esperar que la militancia sea igual. Antes sabíamos que podían matarnos, torturarnos o encarcelarnos en cualquier momento. Y seguíamos. Eso hoy es impensable.

Quizá también hay un pesimismo general, una sensación de impotencia.

Y tanto. Pero yo siempre respondo lo mismo: no sé si la revolución es posible, pero es absolutamente necesaria. Y esa es la diferencia. La humanidad no puede aguantar indefinidamente esta degradación. La situación es tan insostenible que tiene que estallar. Cada vez hay más desigualdades, y esto no puede durar para siempre.

Cristina Farré
Portada de Ho vam donar tot. MANIFEST LLIBRES

Encaminaste tu militancia hacia el PCE(i), aunque tu familia lo había hecho hacia el Front Nacional de Catalunya. ¿Por qué te decantaste por el comunismo y no por el anarquismo o el catalanismo?

Lo que más me movió fue el internacionalismo. Siempre he pensado que no tiene que haber fronteras, que cada uno debe poder vivir donde quiera. Me siento muy catalana, pero la revolución la habría hecho en cualquier lugar. Además, viví de cerca la cuestión del Sáhara Occidental, y eso me marcó. En aquel momento, el único partido realmente internacionalista era el PCI.

El anarquismo no lo encontré en mi camino, pero hoy día me entendería perfectamente. El otro día, un chico de un colectivo anarquista me abrazó y me dijo que le había gustado mucho el libro. Le dije: «Si me invitáis, voy». Porque ahora lo que me interesa es encontrar acuerdos mínimos con quien quiera destruir este mundo injusto. Estamos hablando de la supervivencia de la humanidad, no de matices.

Pero la crítica al Estado y al capitalismo también forma parte del anarquismo.

Sí, pero no lo encontré. Y ahora, a estas alturas, me da igual. El otro día un chico anarquista me abrazó y me dijo que le gustaría que fuera a una casa okupada a hablar. Y voy a ir. Ahora lo importante es destruir este mundo injusto. El resto son matices.

Volviendo a Cataluña: dices que el fracaso del 1-O fue no entender que una revolución requiere sacrificios.

Es que es evidente. Cuando te embarcas en algo así, sabes que habrá muertos, presos, represión. No puedes fingir que no lo sabías. La burguesía catalana pensaba que se lo regalarían. Y no. Nadie regala nada. Siempre lo digo: no hay ninguna revolución en el mundo que haya triunfado sin pagar un precio.

¿Crees que, si se hubiera ido hasta el final, había posibilidades reales?

Si se hubiera planificado bien, quizá sí. Pero no puedes dejar la dirección en manos de partidos que representan a la burguesía catalana. O la independencia la lideran las clases populares, o será más capitalismo catalán. Y a mí eso no me interesa.

Has sido una pionera también dentro del movimiento feminista, organizando, entre otros hitos, la primera huelga en una prisión de mujeres. ¿Crees que es una de las luchas más fructíferas?

Sí, sin duda. En el PCI teníamos muchas mujeres con responsabilidades. Éramos el único partido que tenía más mujeres que hombres en el Comité Central. Pero eso no quiere decir que no hubiera machismo. También teníamos que luchar contra eso dentro del partido. Ahora sí que ha habido avances: más incorporación de la mujer al trabajo, más concienciación. Pero también veo cosas que me preocupan. Cuando una chica me dice que es normal que su novio le controle el móvil «porque así no tiene nada que esconder», pienso: ¿qué es lo que hemos avanzado, realmente? Llevo cincuenta años luchando contra esto. La extrema derecha ha hecho mucho daño con su discurso antifeminista, y pese a los avances, creo que hemos progresado poco. Poquito, sinceramente.

En el libro también hablas del silencio con tus hijos y de la importancia de la lengua. ¿Qué relación ves entre identidad y lengua?

Para mí, lengua e identidad son inseparables. Hace 15 años que nunca cambio de lengua. Si alguien me habla en castellano y lleva 30 años viviendo aquí, le respondo en catalán y le digo: «Te hablaré despacio, porque alguien tiene que ayudarte». La lengua es cultura, es huella, es memoria.

Esto pasa en todas partes. En Argelia, por ejemplo, los autores que escriben en francés también arrastran esa colonización mental. Pero en el caso catalán hay un problema añadido: la mezcla de población y unas políticas lingüísticas desastrosas. No sé si las próximas generaciones vivirán en catalán. Y es triste, pero así es.

También criticas duramente la Transición…

Es que es evidente que la Transición fue una operación cosmética. Si en 2021 apalean jóvenes en la calle por defender a Pablo Hasél, ¿eso es democracia? Si tenemos a un rey corrupto y a un rapero en prisión, ¿eso es una democracia? Es una democracia heredera del franquismo. Y en Europa tampoco veo democracias auténticas. Pero aquí, menos todavía: las cloacas del Estado son profundas. Un Estado puede funcionar sin cloacas. Pero un Estado autoritario, no.

¿Te costó volver del exilio?

Mucho. Fue lo más duro. Volver a una Barcelona consumista, postolímpica, donde mucha gente que yo conocía se había vendido por un cargo. Yo venía de la clandestinidad y me encontré un país irreconocible. Pero poco a poco me impliqué en movimientos feministas, asociaciones, solidaridad… Todo lo que consideré necesario. Organizativamente, no me he sentido a gusto en ningún sitio. Pero colaboro con todo lo que me parece justo.

Para acabar: ¿qué esperas de este libro?

Lo he escrito por deber, como un tributo a mi generación y a todos los que lucharon. No es un libro de historia, es un relato de vida, de convicciones. He tardado siete años en escribirlo, dudando mucho, intentando no herir a nadie. Y un día lo ves impreso y piensas: «Ya está». Pero es justo lo contrario: es cuando todo empieza.

Me ha sorprendido mucho la respuesta, la cantidad de gente que me escribe, que me llama, que quiere hablar del libro. Incluso les doy unas tarjetas de cerámica con mi contacto. Y me dicen cosas maravillosas. Creo que este libro no tiene caducidad. Es para el presente y para el futuro. Si sirve para que un solo joven piense que el mundo se puede cambiar, ya habrá valido la pena.

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Lo que aprendí de Spice Girls

12 Noviembre 2025 at 12:03

Mel B, Geri, Mel C, Emma y Victoria no eran por sí mismas iconos feministas y revolucionarios, pero una parte de sus historias puede leerse a través del prisma de las niñas de los 90 para las que supusieron un cambio de perspectiva vital.

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Sáhara Occidental: 50 años de una ocupación que no termina

6 Noviembre 2025 at 15:59

Por Queralt Castillo Cerezuela. Extraído de El Salto

En el extremo occidental del desierto del Sáhara, a orillas del océano Atlántico, hay un territorio de unos 266.000 kilómetros cuadrados ocupado desde hace 50 años. El 6 de noviembre de 1975, más de 300.000 marroquíes iniciaron lo que se conoce como la Marcha Verde, una movilización impulsada por Hassan II para reivindicar y ocupar un territorio que no les pertenecía.

La provincia 53, dejada a su suerte

En 1970, el Sáhara Occidental era la provincia 53 del Estado español, pero el pueblo saharaui ya aspiraba a la independencia, por eso en 1973 se creó, en la localidad mauritana de Zuérate, el Frente Popular de Liberación de Saguia el Hamra y Río de Oro, conocido actualmente como Frente Polisario. En 1975, antes de que el monarca marroquí Hassan II enviara a su población hacia el territorio, España se comprometió a llevar a cabo un referéndum de autodeterminación para que la población saharaui pudiese decidir su futuro; pero eso ya nunca sucedió: los ataques militares de Marruecos se empezaron a intensificar, lo que provocó un éxodo de la población saharaui hacia el país vecino, Argelia. Desde entonces, este país ha sido el principal defensor de los derechos de la población saharaui.

El 6 de noviembre de 1975, las tropas españolas desplegadas en el Sáhara Occidental recibían la orden de levantar las minas que pocos días antes les habían conminado a colocar en la frontera norte de lo que entonces era la provincia del Sáhara Español. Los fontaneros de un régimen franquista en sus últimos estertores habían pactado con el monarca marroquí facilitar la ejecución de la Marcha Verde: una operación que serviría de punto de partida para ceder a Marruecos la colonia española sin el aval de sus habitantes.

El plan había sido anunciado por Hassan II el 16 de octubre. Cerca de 350.000 civiles marroquíes escoltados por unos 25.000 militares entrarían al Sáhara Occidental para reivindicar el territorio como propio. Aunque había sido anunciada como una “manifestación pacífica”, en las palabras del monarca eran palpables otras pretensiones: “Si encontramos en nuestro camino otras fuerzas que no sean españolas recurriremos entonces a la autodefensa”, en una clara referencia al Frente Polisario, que estaba dispuesto a la lucha armada para defender el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.

Ocho días más tarde, el 14 de noviembre de 1975, se firmaba el Acuerdo Tripartito de Madrid entre España, Mauritania y Marruecos, que consistía la cesión del territorio saharaui, por parte de España, a Marruecos y a Mauritania con la condición de que se llevase a cabo un referéndum de autodeterminación. Esto nunca sucedería y, en febrero de 1976, España se retiró de manera definitiva del Sáhara Occidental, lo que dio paso a la lucha armada entre el pueblo saharaui y el Ejército marroquí, y a una situación de ocupación que se extiende hasta el día, de hoy.

Mauritania se retiró de los territorios saharauis en 1979, condición que fue aprovechada por Marruecos para ampliar su dominio. Sin bien oficialmente la guerra entre el Frente Polisario y Marruecos terminó en 1991, cuando se firmó un alto el fuego y Naciones Unidas estableció la Misión de las Naciones Unidas por el Referéndum del Sáhara Occidental (Minurso), lo cierto es que el pueblo saharaui nunca ha conocido la paz; y el compromiso de llevar a cabo el archinombrado referéndum de autodeterminación nunca se ha hecho realidad. La represión, las amenazas y el bloqueo informativo por parte de Marruecos han sido una constante desde entonces.

La nueva resolución de Naciones Unidas; patada a la independencia y nueva etapa

Los territorios del Sáhara Occidental han conocido momentos de mayor y menor tranquilidad, y han pasado por una serie de fechas históricas que han ido marcando el camino de su historia. El hito más reciente se produjo hace tan solo unos días, el pasado viernes 31 de octubre, cuando Naciones Unidas adoptó una nueva resolución sobre esta causa.

La resolución 2797 de 2025 —votada con la abstención de China y Rusia— da un giro diplomático a la cuestión de la autodeterminación saharaui y abre las puertas a la consolidación del dominio de Marruecos sobre el territorio. Si bien se renueva el mandato de la Minurso hasta el 31 de octubre de 2026, el cambio de postura de la ONU es significativo, ya que se legitima la propuesta de Rabat, que pone sobre la mesa una autodeterminación parcial, pero en ningún caso significa una independencia de facto. En el texto, la opción del referéndum no desaparece, pero ya no se considera como una condición sine qua non, sino como una opción.

Esta nueva resolución va en línea con el modelo de autonomía propuesto por Marruecos en 2007, por el cual “la región autónoma del Sáhara” tendría competencias jurídicas, administrativas, judiciales, económicas, tributarias y socio-culturales; pero no podría gobernarse en asuntos referentes a religión, Defensa o Exteriores, entre otros.

La responsabilidad de la comunidad internacional

Durante todos estos años, España, que tenía y tiene una responsabilidad histórica para con el territorio, ha permanecido aparentemente neutral y, hasta relativamente poco, apoyaba la opción del referéndum de autodeterminación. El cambio de postura, sin embargo, llegó en 2022, cuando el Gobierno de Pedro Sánchez, de manera unilateral y sin consultarlo previamente en sede parlamentaria, se posicionó con Marruecos e inició una nueva etapa en las relaciones bilaterales con la mirada puesta en la migración, algo que el Gobierno marroquí ha estado usando como moneda de cambio para forzar acuerdos y decisiones. 

Destacable es también la postura de Estados Unidos, quien en 2020 decidió apoyar de manera abierta el dominio marroquí sobre el territorio y lo hizo con acciones tan simbólicas como la apertura de consulados en las ciudades ocupadas de Dajla y El Aaiún. Francia, que tiene en Marruecos uno de sus socios más fiables en la zona del Magreb, siempre ha permanecido al lado de Rabat.

La cuestión del Sáhara, fuera de las reivindicaciones de la Gen Z

En el ámbito social, la soberanía del Sáhara Occidental continúa siendo un tema tabú en Marruecos, donde la población suele tener una postura monolítica respecto al tema. Buena prueba de ello es la ausencia total de reivindicaciones para el Sáhara en las recientes protestas que han tomado las calles del país y que han sido protagonizadas, en gran parte, por los más jóvenes, la Gen Z.

Si bien la juventud marroquí está muy concienciada y se muestra muy favorable a la autodeterminación del pueblo palestino, no parece estarlo tanto con la cuestión saharaui; y el tema continúa siendo un tabú. La sociedad marroquí considera el territorio como “las provincias del sur”, y no hay ningún cuestionamiento sobre su soberanía. De hecho, es una de las líneas rojas, como el Islam o la Monarquía, que no se suelen cruzar.

En un análisis reciente por parte de Lucía G. Del Moral, investigadora de la Fundación Euroárabe de Altos Estudios (Fundea) y de la Universidad de Granada, la experta destacaba que “no existe una tendencia clara a conectar la causa palestina con la causa del Sáhara […] La legitimidad política de Marruecos se construye en el majzén, que es el régimen político completo: el Rey y todos los poderes que se articulan a su alrededor, tanto políticos como económicos. Esto se sustenta en varios pilares, y uno de ellos es la cuestión territorial y el nacionalismo”.

La cuestión del Sáhara es considerada por la sociedad marroquí como algo interno; y la fragmentación habitual de los movimientos sociales hace que se haya adoptado una postura práctica alrededor de este tema: los grupos reivindicativos han preferido, históricamente, buscar punto de conexión entre ellos para mostrarse más fuertes, en lugar de incidir en las diferencias, con lo cual se ha adoptado una postura monolítica respecto al Sáhara Occidental: el silencio.

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Las cosas claras del transformismo

22 Octubre 2025 at 12:13

Tras la muerte de Francisco Franco volvieron a estallar los cantos y las plumas. Algunas artistas del transformismo vieron en sus actuaciones un arma política y otras se conformaron con disfrutar de los aplausos de una sociedad que se abría también entonces a la democracia.

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Marcha en homenaje a la Columna Durruti, 89 años después

7 Octubre 2025 at 17:00

Un grupo ciudadano convoca para el 15 de noviembre una marcha conmemorativa que recreará el recorrido de la Columna Durruti durante la defensa de Madrid en 1936. La iniciativa, abierta y sin adscripción a organizaciones, busca rendir homenaje a los milicianos que frenaron el avance de las tropas sublevadas en la Ciudad Universitaria y mantuvieron la capital bajo control republicano.

En noviembre de 1936, con el frente fascista cruzando el Manzanares a la altura del Puente de los Franceses y avanzando por la Ciudad Universitaria hasta el Hospital Clínico, la caída de Madrid parecía inminente. El Gobierno de la República reclamó entonces el apoyo de la columna dirigida por Buenaventura Durruti, que dejó el frente de Aragón para reforzar la defensa de la capital.

El 15 de noviembre, los milicianos desembarcaron en Príncipe Pío y, en rápida progresión, alcanzaron puntos clave como el cuartel de la Montaña (actual Templo de Debod), Argüelles, el Parque del Oeste, la antigua Cárcel Modelo (hoy Cuartel General del Ejército del Aire) y el Hospital Clínico, hasta tomar posiciones en las Facultades de Medicina y Filosofía. La batalla fue durísima y dejó innumerables víctimas, entre ellas el propio Durruti, pero el avance sedicioso quedó contenido.

La convocatoria y el recorrido

Los promotores proponen repetir la marcha histórica el 15 de noviembre, deteniéndose en diversos puntos simbólicos para recordar los hechos y a sus protagonistas. “Tanto sacrificio, tanta sangre y tanto dolor no merecen ser olvidados; merecen ser recordados y ensalzados”, señalan.

  • Inicio: Estación de Príncipe Pío

La Columna Durruti comenzó su travesía en los alrededores de Príncipe Pío, un lugar que en aquel entonces representaba un punto estratégico de acceso a la ciudad. Los milicianos se preparaban para organizar la defensa de Madrid ante la inminente amenaza fascista.

  • Templo de Debod (antiguo cuartel de la Montaña):

El Templo de Debod, que hoy en día es un lugar turístico y cultural, fue uno de los lugares por donde pasó la Columna Durruti. En su tiempo, este lugar representaba una posición estratégica en el frente madrileño, escenario de enfrentamientos decisivos durante la contienda.

  • Argüelles y Parque del Oeste

El Cuartel General del Ejército del Aire fue otro de los lugares clave que la Columna Durruti atacó para neutralizar las fuerzas sublevadas. Este sitio fue escenario de enfrentamientos fundamentales para frenar el avance de los franquistas en Madrid.

  • Entorno del Hospital Clínico:

El Hospital Clínico San Carlos desempeñó un papel crucial durante la Guerra Civil. Fue un lugar clave para atender a los soldados y milicianos heridos en los combates. La Columna Durruti tuvo contacto con este hospital, brindando apoyo a los caídos en batalla.

  • Final: Facultades de Medicina y Filosofía

La Facultad de Medicina de la UCM fue otro de los puntos estratégicos en el recorrido de la Columna Durruti. Este centro, además de ser un lugar de formación académica, se convirtió en un bastión de la resistencia republicana, donde se llevaron a cabo diversas actividades relacionadas con la defensa de Madrid.

Participación abierta

La iniciativa es colaborativa: se invita a quienes deseen unirse a aportar ideasayudar en la organización o simplemente caminar la ruta conmemorativa.

Contacto: columnadurrutimadrid1936@gmail.com

Más información en su web

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La casa encantada 16092019

18 Septiembre 2019 at 12:08

Camino hacia la libertad. Hablamos con Enrique de la Asociación para la recuperación de la memoria histórica en Aragón, sobre su proyecto para rememorar el recorrido que hacían las personas en riesgo de ser represaliadas, para escapar de Zaragoza a través de los montes de Torrero, hasta Fuendetodos.

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