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Oferta de trabajo: redes sociales y boletines en Pikara Magazine

21 Noviembre 2025 at 13:21

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Lan eskaintza: sare sozialak eta buletinak Pikara Magazinen

21 Noviembre 2025 at 13:21

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La generación Z busca su lugar en el mundo protagonizando un nuevo ciclo de protestas

20 Octubre 2025 at 11:45

El pasado mes de septiembre, la prohibición en Nepal de las principales redes sociales y plataformas de mensajería (Whatsapp, Facebook, X, Instagram y YouTube), supuestamente por no cumplir con la legislación, encendían la mecha de la revuelta de una generación de jóvenes cansados de corrupción y nepotismo. Esa movilización acabaría consiguiendo la dimisión del primer ministro, Khadga Prasad Oli, nombrando a la expresidenta del Tribunal Supremo Sushila Karki como primera ministra interina y restaurando las plataformas digitales. La de Nepal fue una llamada de atención acerca de un fenómeno que pronto se extendería como un reguero de pólvora.

En semanas posteriores, la chispa ha ido incendiando los cuatro puntos cardinales del planeta: Indonesia, Filipinas, Paraguay, Perú, Marruecos, Madagascar… y, pese a las particularidades sociales de cada uno de esos países, la necesidad de salir a la calle y gritar la frustración de una generación que ha dado en llamarse Z es similar: falta de expectativas de futuro e indignación con respecto a las élites políticas y económicas corruptas y unos gobiernos autoritarios, normalmente neoliberales, pero también comunistas, como en el caso de Nepal.

Y comunes son también la serie de códigos y herramientas culturales utilizadas, como el de la icónica profusión de la bandera pirata del anime One Piece o las plataformas para organizarse, que definen a un grupo humano nativo ya digitalmente: WhatsApp, Telegram, Tik Tok… pero fundamentalmente Discord, inicialmente pensada como herramienta de comunicación para comunidades de videojuegos.

Todo ello ha supuesto la irrupción en tromba de una generación que cuenta con un importante peso demográfico, pero que se siente relegada: en Marruecos, más de la mitad de la población tiene menos de 35 años, al igual que en Indonesia; en Nepal, la generación Z supone cerca del 20% del total. Y la indignación de estas masas airadas ya se ha cobrado algunos gobiernos: si en septiembre caía el nepalí, el pasado 13 de octubre hacía lo propio el presidente en Madagascar, Andry Rajoelina.

Para Iago Moreno, sociólogo especializado en política digital, «lo que comparten los procesos que se están dando en todos estos países es que efectivamente tienen una centralidad en la gente joven, la generación Z, que es la que encarna ese desafío, pero en realidad se trata de procesos más complejos, donde lo que comparten entre sí es la representación de un nuevo ciclo de protestas que, en todos casos, se refieren a decepciones, anhelos frustrados y al fracaso político de procesos muy concretos”.

Es el caso de Marruecos, para Youssef Ouled, periodista rifeño afincado en Madrid, «la revuelta surge un poco como otras que la precedieron, como el Hirak del Rif en 2016 -2017, cuya chispa saltó por la muerte de un vendedor de pescado a manos de la policía. Ahora han sido las ocho mujeres embarazadas fallecidas en un hospital público de Agadir, evidenciando las carencias del sistema de salud. La indignación se mantiene debido a una situación estructural: un sistema sanitario absolutamente precario, uno educativo que no da salida a quienes invierten ingentes recursos en formarse… El sistema no es capaz de atender las necesidades laborales de su población, llegando a albergar un cerca de un 40% del paro juvenil, y en general, niega derechos y libertades fundamentales». Por tanto, «esas muertes han evidenciado el fracaso del sistema en sí y han hecho estallar unas revueltas contra un gobierno que se está gastando miles de millones de euros en infraestructuras para el mundial de fútbol mientras el pueblo se muere sin ser atendido. Y claro, piden la dimisión en bloque del del Gobierno, especialmente de quien es una de las grandes fortunas del país, el primer ministro Aziz Ajanuch, además de exigir el cumplimiento efectivo de la Constitución del 2011, la que salió de aquellas protestas de las primaveras árabes en Marruecos pero que no ha llegado a desarrollarse de manera efectiva».

Ouled recalca también que, como en otras partes del mundo, las manifestaciones tienen en común la extrema juventud de sus protagonistas y el uso de nuevas plataformas de comunicación: «Los medios generalistas se encuentran controlados por el poder. Y aunque lo que estamos viendo ahora no sea una cosa nueva, sí está más potenciada por las redes y especialmente Discord; el sistema no les permite articularse en la vía pública, no les permite organizarse al uso… y al final tienen que huir y buscar vías informales».

¿Un nuevo 15-M?

También en Paraguay se pueden encontrar rasgos comunes novedosos, pero a la vez referencias previas; así lo explica Santiago Carneri, corresponsal con una década de experiencia sobre el terreno: «Sí, justo por este tema del One Piece y otros símbolos juveniles. A mí me recuerda un poco al 15-M, que viví en España: gente que contacta en redes y que no se conoce entre sí y que tampoco tiene experiencia política ni participa en sindicatos ni en partidos políticos y que, de repente, está indignadísima con la corrupción y la situación social».

Y añade: «En Paraguay, la bandera de la anticorrupción la ha llevado tradicionalmente la oposición, pero esta oposición es también de carácter neoliberal y forma parte del sistema. En realidad, se diferencia poco del partido Colorado, que gobierna casi ininterrumpidamente desde el golpe de Estado de 1954. Y la izquierda, socialistas, comunistas, la izquierda radical con raíz campesina, ha estado observando desde fuera, aunque después, cuando vieron a los chavales moverse, acudieran para intentar frenar la represión policial, que en Paraguay fue muy fuerte. Pero sí, la juventud de la mayoría de los manifestantes, el hecho de conectarse a ciertas plataformas para organizar sus protestas, todo ello es común a lo que estamos viendo en otros países».

En todo caso, el uso que hacen las nuevas generaciones de la tecnología con la que han nacido –totalmente incorporada a sus vidas– es algo evidente desde hace tiempo, tal y como recalca Moreno: «Recuerdo que hace bastantes años, en 2019 o 2020, ya las primeras manifestaciones de América Latina encabezadas por la generación millennial, o los primeros zetas, salían a la calle contra el gobierno del presidente Merino utilizando estos repertorios de acción. De hecho, fue la primera vez que yo vi una revuelta juvenil utilizando intensivamente Tik Tok, grabándose desde casas de uralita y realizando coreografías en contra del presidente y pidiendo el cierre del Congreso y la dimisión de todos los políticos. Eran códigos que ya estaban borboteando en ese momento y ahora explotan». Y siguiendo la estela de lo que comenta el sociólogo es interesante recordar que hace ya un año, miles de kenianos utilizaron Zello, una aplicación online que imita un walkie-talkie, para coordinar movimientos y comunicarse anónimamente durante las recientes protestas contra un controvertido proyecto de ley.

De cualquier manera, no es difícil trazar paralelismos entre estas últimas revueltas y las que vivimos hace algunas décadas. En su momento, las causas fueron multifactoriales, y en cada rincón obedecían a unas razones concretas, ya fueran las denominadas primaveras árabes, el 15-M en España, o los diferentes Occupy en los países anglosajones. Y en buena medida es porque en todas hay un componente digital fundamental que explica tanto la mecha como su desarrollo.

Esto último es algo en lo que incide mucho Alberto R. Aguiar, periodista especializado en derechos digitales y ciberseguridad y autor de La conquista del Feed: «En su momento fueron las redes sociales abiertas, en su concepción aspiracional de plaza pública, como lo que pretendió en su momento ser Twitter. No fue raro entonces ver cómo algunos países trataban de contener el desborde de los movimientos sociales con apagones de Internet o vigilancia digital. Hoy sin embargo estas protestas de la generación Z, aunque siguen usando las redes sociales abiertas como una plataforma fundamental para su propaganda, están forjando redes de apoyo mutuo en plataformas sociales cerradas. Desde comunidades de WhatsApp o Telegram a, fundamentalmente, Discord, que es una plataforma de comunidades privadas con herramientas de mensajería de texto, audio y vídeo que nació en 2015 como un proyecto centrado en su público gamer, esto es, una herramienta de comunicación para comunidades de videojuegos».

El auge de Discord

El caso de esta última plataforma que desgrana el experto es particular, pues en su trayectoria ha crecido hasta el punto de haber tenido conversaciones con Microsoft para ser adquirida por 10.000 millones de dólares. En todo caso, aunque se trata de una herramienta de comunicación más con sus intereses empresariales, se ha convertido en uno de los espacios en línea que más ha capitalizado el descontento generado por magnates como Elon Musk con su compra de Twitter, ahora X.

Y en ello incide Aguiar: «El ascenso de Discord y su papel en las protestas no es baladí y también se puede explicar aludiendo a teorías como la ‘teoría del bosque oscuro de Internet’, basada en el título de la novela homónima de ciencia ficción de Cixin Liu, que plantea un escenario en el que la privacidad y el anonimato digital son más importantes que nunca. Si la teoría del Internet muerto plantea que estamos encaminados a una red de contenidos generados por máquinas y para máquinas (inteligencias artificiales, algoritmos de búsqueda y de recomendación de contenidos, deepfakes y bulos), la teoría del bosque oscuro digital plantea la idea de que frente a las plataformas abiertas como X, el Internet que conoceremos más pronto que tarde será como un bosque oscuro, en la que todos estamos conectados pero fuera de los claros, agazapados entre las sombras, refugiando y protegiendo nuestra identidad y nuestros mensajes. De ahí que cada vez cobren más pesos plataformas como Discord, cuyos servidores o canales son pseudopúblicos. Esto también explica cierto revival de los foros que fueron cruciales en Internet en los primeros años de la década de los 2000».

Si en este contexto de nuevas movilizaciones, plataformas como Discord prevalecen por el pseudonimato que garantiza a sus usuarios, tampoco es que sean la panacea y hace unos meses se supo que había sufrido un ciberataque por el que habían logrado robar 1,6 terabytes de datos. «Sin embargo, la tendencia avala que el activismo y la militancia busque y encuentre plataformas mínimamente más seguras y garantistas con la privacidad de sus usuarios y de los mensajes que comparten. Todo ello, en un contexto en el que la vigilancia digital por parte de Estados y corporaciones crece».

Lo que afirma Aguiar es algo que ya estamos viendo con las represalias a ciudadanos estadounidenses por haber hecho comentarios sobre la muerte de Charlie Kirk o en el auge de iniciativas en Europa como ChatControl, un proyecto comunitario que, invocando la lucha contra el material de abuso sexual infantil, aspira a cuestionar una tecnología crucial para la privacidad en el siglo XXI, como son los mensajes cifrados de extremo a extremo. En todo caso, «las protestas ya no se organizan en Twitter, a la vista de todo el mundo: buscarán espacios seguros y privados frente a la vigilancia policial. Discord no es la solución final, pero sí la confirmación de la tendencia».

Por el momento, las protestas siguen anegando las calles de un buen puñado de países y retoman fuerza en otros: en Marruecos ya hay una nueva oleada de manifestaciones y en Perú el descontento social no se ha disipado con la renuncia de Dina Boluarte y ahora exige la dimisión del presidente interino José Jerí y una nueva mesa directiva en el Congreso.

Aun así, queda por ver si estas movilizaciones lograrán consolidarse y extenderse más allá de erupciones espontáneas de descontento: «La clave es lo que vaya a pasar en todos estos países según vaya transcurriendo ese primer momento de estallido. En ese contexto, los derechos digitales que tenga ahí la gente van a ser muy importantes, porque la cobertura mediática repite el mantra de que las redes sociales son un vehículo de expresión para la gente joven y tal… pero también pueden ser un vehículo de desinformación o una herramienta para la represión; la información que se utiliza para perseguir a activistas en Marruecos sale de las redes sociales, y en el país operan redes monárquicas de trols y de extrema derecha que se encargan de perseguir a los activistas que utilizan esas mismas redes para impugnar al régimen. Las manifestaciones van a dejar un rastro digital muy grande que puede ser comprometedor para muchos jóvenes. Y cuando decaiga este momento de estallido urgente va a haber que pensar cómo se les va a proteger, cómo se les va a cuidar, cómo se les va a apoyar», zanja Moreno.

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WOKE UP, el perfil que quiere ganar la batalla digital a la derecha y ultraderecha en las redes

9 Octubre 2025 at 20:49

Cansados del clic fácil y los bulos virales que solo benefician a la derecha y extrema derecha, cinco jóvenes treintañeros han decidido hacer frente a la guerra digital a través de un perfil en Instagram que ya acumula más de 160.000 seguidores. Su nombre es en sí mismo una declaración de intenciones: WOKE UP. “Queríamos reapropiarnos del término woke y cargarlo de un contenido político mayor, que no sea algo que se utilice para reírse de la gente de izquierdas”, explican sus impulsores.

El perfil recoge un contenido muy variado: desde, por ejemplo, una pregunta al agitador Vito Quiles sobre el genocidio en Gaza, hasta el recuerdo de personas asesinadas por agentes de la Policía durante la Transición; desde el desmentido de bulos hasta la visibilización de temas más allá de la M-30 madrileña. A veces, con una pequeña dosis de humor, sus vídeos empiezan a competir con los productos fabricados por el espectro más conservador, incluso reaccionario, que puebla las redes.

“El crecimiento que hemos tenido ha sido una sorpresa, porque todos nosotros tenemos nuestro propio trabajo más allá de WOKE UP”, explica Álvaro López, doctor en Literatura Hispánica e ideólogo del proyecto. Actualmente, el perfil conjuga vídeos de algunos de sus integrantes hablando a cámara con otros que apoyan el contrarrelato que quieren dar a conocer. Su objetivo es crear un contenido atractivo que ayude a entender el mundo desde una perspectiva alejada de los intereses del poder. 

Según López, cosladeño de 35 años, WOKE UP surgió como una respuesta a ese otro contenido creado por perfiles de derecha y extrema derecha que, desde su punto de vista, no tenían suficiente respuesta en redes por parte de la izquierda. “A veces en la izquierda pecamos de crear mensajes demasiado elaborados y rebuscados y no llegamos a todo el mundo”, añade Elena Reinés, otra de las integrantes del perfil. Ella tiene 30 años, reside en Madrid y es periodista y publicista de formación. 

Amenazas tras solo seis meses de travesía

WOKE UP nació en marzo de este año. Y, tras seis meses de travesía digital, ya son varias las amenazas que tanto Elena como su compañera Diana López denuncian que han recibido. “Llevo poniendo la cara en los vídeos desde finales de agosto y desde entonces llegan mensajes muy bestias deseándome la muerte, o diciéndome que me van a pegar un tiro y dejar en una cuneta”, explica Reinés.

“Y eso es lo que me puede llegar a dar miedo, que me localicen o algo parecido, no que me relacionen con la izquierda. Eso es un orgullo para mí”, agrega la joven, que actualmente está opositando. A López también la han amenazado: “Eso crea un tremendo desequilibrio y es algo que he visto a lo largo de mi trayectoria como activista digital”, opina. 

Reinés está al frente de la sección ‘Fachabulos’. “Surgió del cansancio de ver a personajes como Vito Quiles e influencers de la derecha engañar a su audiencia de forma descarada y que nadie los desmienta”, argumenta. Ahora, estos vídeos, salpimentados con algunas pizcas de humor, libran una pequeña batalla dentro de cada pantalla de móvil: “Hay mucha gente que tiene como fuente de información Instagram o TikTok, así que intentamos llegar a ellos por ahí”, destaca.

Su compañero asevera que la izquierda parte desde una desventaja muy grande a la hora de desmentir bulos. “Yo veo que quienes nos dedicamos a ello desde este lado de la moneda no recibimos ningún tipo de financiación”, exclama frente a lo que consideran una profesionalización de la mentira y la intoxicación.

“Las derechas meten mucho dinero y tienen detrás un ejército de trolls, y mucha gente sin reparos que te amenaza de muerte o que te dice que sabe dónde vives y que irá a por ti. Puede parecer que no, pero eso también afecta”, prosigue el mismo López. Tal es la situación, que otros perfiles de contenido de izquierdas han aparcado las redes, al menos momentáneamente, por llegar a un punto inaguantable de acoso digital.

Una comunidad fiel como soporte

A la vista de los datos, los seguidores de WOKE UP están respondiendo.“Incluso nos paraban en la última manifestación por Palestina para darnos las gracias por lo que hacíamos”, comenta el cosladeño. También cuenta que les escriben estudiantes de Periodismo o Ciencias Políticas que se alegran de la existencia de un perfil como el suyo, que les ayuda como “brújula informativa”, en palabras del propio López. De todas formas, tienen claro que ni quieren ni aspiran a convertirse en un medio de comunicación. 

En cuanto al perfil de seguidor, aunque Reinés lo denomina “muy variado y abierto”, el sector social que más sobresale son personas de izquierdas, aunque sin una edad demasiado determinada. “Hemos llegado a gente mucho más mayor de la que pensábamos que llegaríamos en un primer momento”, remarca. 

Sobre la comunidad, la propia Reinés se muestra orgullosa de ella: “Los comentarios negativos son de gente que no sigue el perfil y que, de alguna manera, le ofende lo que hacemos”. También tienen respuesta por parte de sus seguidores, quienes dialogan y debaten en los comentarios y crean bastante engagement, es decir, vinculación con el perfil.

Actualmente, afirman que ninguno de los cinco del grupo cobra un euro por lo que hace. “Hemos crecido mucho pero no hemos monetizado nada, y mira que a cada vídeo mío que subo le puedo dedicar unas tres o cuatro horas entre documentarme, escribir el guion, grabarme y la posproducción”, ilustra Reinés.

Hacia la red de creadores de contenido de izquierda

Después de experimentar este crecimiento inusitado de seguidores, desde WOKE UP han decidido “especializarse” y dividir el trabajo. Si Reinés está al frente de este particular “desmentidero de bulos”, López suele encargarse de la información de alcance internacional. No existe todavía estructura oficial alguna pero sí han empezado a dividirse según temáticas. “A todos nos interesa bastante la política y estamos al día de lo que pasa. En cuanto vemos una posible noticia, nos organizamos dentro de nuestras posibilidades para ir”, apuntilla la periodista madrileña.

López incide en que no saben bien qué pasará en el corto plazo. “Tres de nosotros somos de Madrid, así que al final hay cierto centralismo, pero sí nos gustaría mucho conseguir hablar más de Latinoamérica, por ejemplo”, dice el ideólogo del proyecto. Ya lo hacen con otros compañeros que han decidido sumarse a WOKE UP con alguna colaboración, como Miriam Jiménez Lastra, Alán Barroso y René Soto. “Ese era otro de los objetivos, crear una red más global más allá de que cada uno contemos cómo vemos las cosas desde nuestra perspectiva, y es algo que nos motiva mucho”, enfatiza.

Reinés, por su parte, cifra en 200.000 seguidores la cifra a conseguir antes de que termine este 2025. Han empezado a subir a TikTok el mismo contenido: “Aunque ahí nos lo denuncian mucho porque es por donde más se mueve la ultraderecha”, se queja. Ya se han estrenado en X y esperan poderse mover pronto también por Facebook, hacia públicos algo más mayores. “Al final, cada persona de WOKE UP tenemos nuestra vida fuera y no sabemos con demasiada certeza dónde vamos a ir a parar”, reconoce.

“Somos una herramienta de comunicación para ganar la batalla a la derecha. Este es nuestro activismo, un activismo contra los referentes de la derecha que mienten sin pudor y que se mueven a sus anchas por las redes”, concluye Reinés.

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Las gurús del trabajo doméstico

24 Septiembre 2025 at 11:49

Las antiguas relaciones entre género y trabajo doméstico se refundan bajo el neoliberalismo en forma de 'reels' y 'tips' de la mano de las 'cleanfuencers'. Las tareas de casa aparecen en clave de promesa terapéutica asegurando la disposición de las mujeres a participar en el trabajo doméstico no remunerado.

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Autocensura consciente en las redes: reducir mi huella de narcisismo y crispación

17 Septiembre 2025 at 11:51

Hemos convertido nuestro oficio en un 'reality' y el público pide siempre más jarana. Que las y los periodistas nos hayamos convertido en vociferantes mercachifles de nuestro trabajo en las redes contribuye a nuestra pérdida de credibilidad.

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Fun-hada y cancel-hada, entre la denuncia y la ilusión de justicia

17 Septiembre 2025 at 11:51

En el sur de Chile, hace décadas, nació la palabra funa. No surgió de Twitter ni de TikTok, sino de la calle. En los años noventa, colectivos de derechos humanos comenzaron a realizar escraches públicos contra represores de la dictadura de Pinochet. Cuando la justicia oficial se negaba a actuar, la comunidad se organizaba para [...]

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El amor como Dios manda

17 Septiembre 2025 at 11:51

La comunidad católica también utiliza las redes sociales para tratar de hacer llegar su mensaje. Aparentemente adaptada a los nuevos tiempos, habla de amor, de entrega, de celibato, de paternidades responsables.

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De Matrix a TikTok: así difunde la manosfera el discurso antifeminista en redes

7 Marzo 2025 at 13:58

La celebración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, vuelve a abrir el debate sobre la igualdad de género, solo que ahora el escenario se ha trasladado a un campo de batalla cada vez más influyente: las redes sociales. El auge de discursos antifeministas entre los jóvenes está encendiendo las alarmas, especialmente en espacios digitales donde el machismo se reinventa y prolifera bajo una nueva identidad: la manosfera.

El término manosfera proviene del inglés manosphere, compuesto por las palabras man (hombre) y sphere (esfera), y apareció por primera vez en 2009. En el libro (Re)configurando el imaginario sobre la violencia sexual desde el antifeminismo, se define como el “conjunto de comunidades y grupos comunicativos digitales, que están masculinizados en su público y ocupan una heterogeneidad de interacciones y procesos comunicativos misóginos y antifeministas en la red».


La manosfera es un conjunto de comunidades digitales que difunden mensajes misóginos y antifeministas, promoviendo una supuesta «restauración de la masculinidad». A través de plataformas como TikTok, YouTube y foros anónimos, estos espacios propagan la idea de que los hombres deben ser fuertes, dominantes y evitar mostrar debilidad, mientras perpetúan una visión de la mujer como débil, sumisa y responsable de los problemas personales y sociales de los hombres. Ideas que también se recogen en el estudio: «Jóvenes en la Manosfera. Influencia de la misoginia digital en la percepción que tienen los hombres jóvenes de la violencia sexual».


El impacto de estos discursos en la juventud es innegable. Según el Barómetro Juventud y Género 2023, elaborado por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud, el 51% de los chicos de entre 16 y 24 años cree que la promoción de la igualdad ha ido «demasiado lejos», hasta el punto de discriminar a los hombres. Además, el 23,1% de los jóvenes de entre 15 y 29 años considera que «la violencia de género no existe y es un invento ideológico», una cifra que ha duplicado el porcentaje registrado en 2019.


Estos datos reflejan una preocupante desconexión con la lucha feminista y una normalización de discursos de odio en las redes sociales, donde los adolescentes pasan gran parte de su tiempo. Elisa García, profesora e investigadora en la Facultad de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y experta en violencias sexuales en red, en entrevista con la Cadena SER, señala que “estos discursos no llegan desde el entorno familiar o escolar, sino desde el espacio digital. Estos comportamientos se han intensificado con los nuevos formatos y han encontrado en TikTok un canal perfecto para viralizarse con mensajes breves y directos”.

Como advierte García, experta también en manosfera, estos «se han intensificado con los nuevos formatos y han encontrado en TikTok un canal perfecto para viralizarse con mensajes breves y directos”.


Para contrarrestar la difusión de estos mensajes, RTVE ha lanzado el proyecto interactivo ‘La manosfera al descubierto’, una iniciativa que analiza y desmonta las narrativas antifeministas que proliferan en el entorno digital. César Peña, coordinador del proyecto, ha explicado en La Ventana de la Tele que el objetivo es sumergirse en la manosfera con una mirada crítica, evidenciando los estereotipos de género y los discursos de odio que se presentan como una “revolución masculina”.

El reportaje interactivo, titulado «Manosfera y estereotipos: la nueva cárcel de la masculinidad«, invita a los usuarios a explorar cinco categorías clave dentro de estos discursos: antifeminismo, estereotipos, sexualidad, violencia de género y éxito. Con una estética inspirada en la película Matrix, el proyecto explica cómo estas ideas se entrelazan para crear un modelo de masculinidad tóxica que limita tanto a hombres como a mujeres


Según Stribor Kuric, quien ha analizado los modelos de estereotipos dentro de la manosfera, estos espacios ofrecen una narrativa cerrada sobre lo que significa ser hombre y cómo debe comportarse en distintos contextos, perpetuando relaciones de poder desiguales. En estos círculos, la autoridad en la pareja siempre recae en el hombre, reforzando ideas machistas que muchas sociedades han intentado erradicar.

Uno de los aspectos más preocupantes del auge de la manosfera es la idolatría que despiertan ciertos ‘gurús’ antifeministas en los jóvenes. Estos influencers, que combinan discursos de odio con consejos sobre éxito personal y sexualidad, han convertido la misoginia en un negocio rentable, generando miles de seguidores y monetizando sus contenidos.


Como advierte Elisa García, “cada vez hay más creadores de contenido que sacan rédito de estos mensajes. Parecen nichos de internet, pero pueden llegar a cualquier lugar, influenciando tanto a chicos como a chicas”. El problema se agrava cuando los algoritmos de plataformas como TikTok e Instagram detectan el interés del usuario y potencian la difusión de estos discursos, normalizando el machismo entre las nuevas generaciones.

El proyecto de RTVE no solo busca denunciar este fenómeno, sino también educar y ofrecer herramientas para combatirlo. Expertos como Lionel Delgado y Silvia Fernández trabajan en la plataforma para desglosar las estrategias de manipulación que utilizan estos grupos y ayudar a los usuarios a desarrollar un pensamiento crítico frente a los discursos de la manosfera.


Sin embargo, la responsabilidad no solo recae en la educación. Como señala García, “mientras el odio sea rentable, todos nuestros esfuerzos serán en vano”. La solución debe pasar por una mayor regulación de las redes sociales y una revisión profunda de las políticas de moderación del contenido. Pero este desafío no es sencillo, ya que las plataformas digitales tienen un modelo de negocio basado en la viralización, sin importar el impacto social de sus contenidos.

La proximidad del Día Internacional de la Mujer nos recuerda que la lucha feminista sigue siendo más necesaria que nunca. La manosfera representa una amenaza real para la igualdad de género, pero también una oportunidad para reflexionar sobre el impacto de las redes sociales en la juventud y la importancia de construir espacios digitales libres de violencia y desinformación. Ahora, la pregunta que queda en el aire es: ¿cómo podemos recuperar el relato feminista en un espacio donde el odio se ha convertido en tendencia?

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La Corte Suprema impulsa la protección de los periodistas ciudadanos tras el caso de Priscilla Villarreal, más conocida en redes como «La Gordiloca»

22 Octubre 2024 at 10:45
Imagen Facebook

Esta semana, la Corte Suprema de Estados Unidos ha marcado un precedente decisivo al anular un fallo que bloqueaba la demanda de Priscilla Villarreal, conocida en redes como La Gordiloca, una periodista ciudadana de Texas. Villarreal, arrestada en 2017 por publicar información no pública sobre un suicidio en su página de Facebook, ahora ve reabierto su caso. Esta victoria no solo es importante para ella, sino que sienta las bases para una mayor protección de los periodistas ciudadanos que, como Villarreal, se enfrentan a represalias y riesgos al realizar su trabajo.

En un contexto donde los medios tradicionales continúan atravesando una crisis de credibilidada, acentuada por el consumo de redes sociales y el estallido de la desinformación, figuras como Priscilla Villarreal, han emergido como referente informativo para su comunidad, llegando a las páginas de medios como el New York Times. Villarreal utiliza plataformas como Instagram o Facebok para compartir noticias que llegan a miles de personas. Con más de 200.000 seguidores en Facebook, Villarreal ha superado a muchos medios locales en términos de alcance, pero su trabajo como informadora voluntaria la ha expuesto a riesgos, incluidas detenciones y amenazas legales.

El riesgo de ser periodista ciudadano

El arresto de Villarreal, basado en una ley de Texas que criminalizaba la solicitud de información no pública con «la intención de obtener un beneficio», ejemplifica los peligros a los que se enfrentan los periodistas ciudadanos. A menudo, estos informadores trabajan sin los recursos, protecciones y respaldo de grandes corporaciones mediáticas, lo que los expone a situaciones de violencia, intimidación y acciones legales por el simple hecho de cumplir con su rol de informadores.

La Corte Suprema ha ordenado al Quinto Circuito que reconsidere la demanda presentada por Villarreal, tras un fallo anterior que bloqueaba su demanda bajo el argumento de la inmunidad de los agentes involucrados en su arresto. Este fallo podría ampliar las protecciones legales para los periodistas ciudadanos, quienes se han convertido en voces fundamentales en un ecosistema mediático que cambia rápidamente.

La creciente importancia de los periodistas ciudadanos

En un mundo donde los medios tradicionales siguen luchando por mantener su relevancia, los periodistas ciudadanos consiguen llegar a territorios donde los periodistas profesionales no pueden llegar. El caso de La Gordiloca refleja cómo, en algunos casos, la confianza del público se ha desplazando hacia fuentes independientes, menos convencionales. Sin embargo, la falta de reconocimiento legal y las amenazas que enfrentan estos periodistas exponen una necesidad urgente: proteger a quienes arriesgan su seguridad y libertad para informar a sus comunidades.

La sentencia de la Corte Suprema podría cambiar las reglas del juego, no solo para Villarreal, sino para todos los periodistas ciudadanos que se enfrentan a toda clase de amenazas en el ejercicio de su labor informativa y que requieren de protección legal frente a posibles represalias.

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