Capítulo "El Acocalipsis" del libro "Anarquía y cristianismo" de Jacques Ellul (1991).

Tratemos de determinar cuál podía ser la actitud de los cristianos de las dos primeras generaciones hacia el poder. Tomemos el Apocalipsis porque es uno de los textos (escrito entre 100 y 130 después de Cristo) más violentos, que se inscribe en la línea de las palabras de Jesús, pero más duro [32]. Es un texto que se dirige evidentemente a Roma (pero no sólo a la presencia de los romanos en Judea: se trata del poder central, imperial, de Roma misma). En todo el conjunto del libro hay una oposición radical entre la Majestad de Dios y todas las potencias y poderes de la tierra (de ahí el considerable error de quienes dicen que hay continuidad entre el poder divino y los poderes terrestres o, también, como sucedió bajo la monarquía, que a un Dios único, todo poderoso, que reina en el cielo, debe corresponder en la tierra un Rey único, igualmente todo poderoso; el Apocalipsis dice exactamente lo contrario).
En todo el conjunto de ese libro hay un cuestionamiento del poder político. Sólo retendré de él dos grandes imágenes: la primera es la de las “dos bestias” –que retoma una imagen de los últimos profetas– que, en efecto, representa los poderes políticos de su tiempo como bestias. La primera es “la bestia que sube del mar” (probablemente Roma, cuyas tropas llegaban por mar). Ella tiene un “trono” que le es dado por el Dragón (caps. 12 y 13) (el Dragón representa al anti-Dios), quien le atribuyó “toda autoridad a la Bestia”. Los hombres la adoran y declaran: “¿Quién puede combatir contra ella?” Le fue dada “toda autoridad y poder sobre toda tribu, todo pueblo, toda lengua y toda nación”. Creo que no se puede ser más explícito para designar al poder político que tiene autoridad, fuerza militar y que exige la adoración (en consecuencia, la obediencia absoluta). A esta Bestia la crea el Dragón (misma relación que ya encontramos entre el poder político y el diabolos). Lo que confirma la idea de que la Bestia es el Estado, que al final del Apocalipsis aparece como la Gran Babilonia (Roma) que es destruida (cap. 28).
Luego viene el combate en donde la Bestia reúne a todos los reyes de la tierra para hacer la guerra contra Dios, y a la Bestia se le aplasta y se le condena después del aplastamiento y condenación de su principal representante. En cuanto a la segunda Bestia, que sube de la tierra, mi interpretación pareció completamente absurda a los especialistas, pero la sostengo: cómo se caracteriza a esta Bestia, “hace que todos los habitantes de la tierra adoren a la primera bestia”; “seduce a los habitantes de la tierra”, “les pide hacer una estatua a la primera bestia”. “Anima la imagen de la bestia y habla en su nombre”. “Hace que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, reciban una señal sobre la mano derecha o sobre la frente, y que nadie pueda comprar ni vender sin que tenga la señal de la bestia”. En lo que a mí respecta veo la descripción muy exacta de la Propaganda asociada con la Policía. Ella, efectivamente, tiene discursos que llevan a la gente a obedecer al Estado, a adorarlo; da “señales” que permiten vivir en esta sociedad. Por último, a quienes no obedecen a la primera Bestia se les matará. Creo que la designación es clara, sobre todo si se toma en cuenta que uno de los principales medios de la propaganda era el establecimiento de un culto de Roma y del Emperador con altares, templos, etcétera, y que los reyes judíos de la época obedecían a ello perfectamente. Por ello, el texto habla de una Bestia que sube de la tierra, pues las autoridades locales de las provincias de Oriente eran las más entusiastas para que se desarrollara el culto de Roma. Es, por lo tanto, un poder que actúa sobre la inteligencia o la credulidad y que obtenía la obediencia voluntaria de la primera Bestia. Pero, recordemos que para los judíos que escribían ese texto, el Estado y su propaganda son dos poderes que vienen del Mal.
Finalmente, el último texto a considerar es el famoso capítulo 18 sobre la caída de la Gran Babilonia. Todo el mundo está de acuerdo en considerar que bajo ese nombre se visualiza a Roma. Pero es muy claro que en ese texto Roma se identifica con el poder político supremo. Todas las naciones han bebido el vino del furor de sus vicios (primer carácter interesante, el del furor, el de la violencia en el mal). Todos los reyes de la tierra se han abandonado con ella al adulterio (se trata del poder político en su cumbre, pues todos los reyes se han acostado con ella). Los mercaderes de la tierra se han enriquecido por el poder de su lujo (esto no tiene comentario: el Estado es un medio de concentración de la riqueza, enriquece a sus clientes. Hoy en día sucede lo mismo con las empresas “de grandes trabajos” y la fabricación de armamento. Conjugación del poder político y del poder del dinero). Cuando se hunda, “todos los reyes de la tierra se lamentarán, se desesperarán. Los capitalistas lloran…” Sigue una larga enumeración de todo lo que se vendió y se compró en Roma, pero lo más interesante es que al final de esta enumeración encontramos lo siguiente: la Gran Babilonia compra y vende “cuerpos y almas de hombres”. Si hubiera solamente cuerpos se podría pensar que se trata de esclavos. Pero está también la palabra alma. No es el comercio de esclavos lo que se cuestiona. Es el hecho de que el poder político detenta todo el poder sobre el hombre. Y lo que se promete es la pura y simple destrucción de ese régimen político. Sin duda alguna, Roma, pero no solamente ella, sino también todo lo que es el poder y cualquier supremacía que se muestran específicamente como enemigos de Dios. Dios juzga este poder político que es llamado la gran Prostituta. No hay ninguna justicia, ninguna verdad, ningún bien que podamos esperar de él; el único resultado es la destrucción. Estamos muy lejos de la eventual rebelión de Jesús contra la colonización romana. Dicho de otra manera, conforme los cristianos se volvían más numerosos y su pensamiento evolucionaba, se endurecía contra el poder político.
Sólo un pensamiento reduccionista puede pretender limitar exclusivamente ese texto a Roma. Quizás ese endurecimiento se debe a que las persecuciones comenzaban, cosa que el texto deja ver, ya que dice que la Gran Prostituta estaba “ebria de sangre de los santos y de la sangre de los testigos de Jesús”. “Encontramos en la gran ciudad la sangre de los profetas, y de todos los que han sido degollados sobre la tierra” (se trata no sólo de la masacre de los primeros cristianos, sino de todos los hombres justos).
Se nos enseña en ese texto que a quienes asesinaron a causa de su pertenencia cristiana eran decapitados (cap. 20, 4). No se trata todavía del espectáculo del circo, de los leones, etcétera. De esa manera el Poder no sólo mata a los cristianos, sino a todos los “justos”. Es verdad que esta experiencia aumentó la certeza de la condena al poder político. Creo que no hay en las primeras generaciones cristianas ninguna otra posición global. El cristianismo es en ese momento completamente hostil al Estado.
Jacques Ellul
Fuente: https://www.solidaridadobrera.org/ateneo_nacho/libros/Jacques%20Ellul%20-%20Anarquia%20y%20cristianismo.pdf
![]()