Agobiada por las deudas y su situación de pobreza, Eve, una joven mujer tailandesa de 24 años, se fijó en un anuncio publicado en Facebook para trabajar en Georgia. Nunca había oído hablar de ese país y no tenía mucha idea de la gestación subrogada, que era lo que ofrecía esa oferta: unos 16.400 dólares por ser madre por este procedimiento. El anuncio parecía inocuo, pero aquello se convirtió en una pesadilla, no solo para ella, sino para las docenas de mujeres tailandesas que viajaron 6.400 kilómetros acuciadas por su situación económica.
Son las historias que narra The New York Times en una nueva investigación sobre la industria de los vientres de alquiler, cuya conclusión principal es la misma a la que llegó la investigación realizada por La Marea: no hay altruismo en la gestación subrogada.
La Relatora Especial de la ONU sobre la violencia contra las mujeres y las niñas, sus causas y consecuencias, Reem Alsalem, lo resume así: «La práctica de la reproducción subrogada se caracteriza por la explotación de las mujeres y los niños, incluidas las niñas, y la violencia contra ellos. Asimismo, refuerza las normas patriarcales al mercantilizar y cosificar el cuerpo de las mujeres y exponer a las madres sustitutas y los niños a graves violaciones de los derechos humanos».
En su investigación, el diario norteamericano pone el foco en la deshumanización de las mujeres, en la mercantilización de su cuerpo por parte de la industria y de cómo se convierten prácticamente en sus esclavas. Tal es la gravedad, según publica The New York Times, que si alguna mujer ya en Georgia cambiaba de opinión, no podía hacerlo: «Además de pagar su propio viaje de vuelta, tenía que reembolsar a los jefes lo que, según ellos, les había costado«. Un dinero que no tenían y que se sumaban a las deudas que las habían llevado hasta allí.
Georgia ha sido, de hecho, uno de los países destacados de la investigación realizada por La Marea, uno de los grandes beneficiados de la crisis que atraviesa la industria del alquiler de vientres en Ucrania a causa de la guerra. Su principal problema, como se recoge en los reportajes, es la escasez de mujeres georgianas dispuestas a gestar.
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