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Libro “21 lecciones para el siglo XXI” de Y.N. Harari (resumen)

Resumen del libro "21 lecciones para el siglo XXI" de Harari. En nuestro blog también encontrarás el resumen de su libro "Sapiens"Sus dos anteriores libros fueron “Sapiens” y “Homo Deus” y en ellos se exploraba la historia del hombre y su futuro, respectivamente. Aquí, Yuval Noah Harari nos presenta un compendio de 21 temas esenciales para el presente. Mientras estamos atareados en nuestros problemas cotidianos, están pasando cosas a nivel global que nos deberían importar.

“A la filosofía, a la religión y a la ciencia se les está acabando el tiempo”. La inminente crisis ecológica, la creciente amenaza de las armas de destrucción masiva y el auge de las nuevas tecnologías disruptivas no permitirá prolongar mucho más el debate sobre el significado de la vida. Porque ese significado se ha de usar para tomar decisiones importantes (en ciencia, biotecnología, inteligencia artificial…). Los mercados son impacientes y no toman siempre las mejores decisiones para todos.

1. Decepción ante la ausencia de una ideología convincente

“Relatos Ecoanimalistas” —Colección de relatos ecologistas y animalistas.
“Relatos Ecoanimalistas” —Colección de relatos cortos, ideal para regalar a personas, sean o no ecologistas o animalistas. Aumentará la conciencia ambiental del planeta. Gracias.

Tras la caída del fascismo y del comunismo, el liberalismo se ha impuesto casi por todo el mundo de una u otra forma, defendiendo cosas tan bonitas como la libertad, los derechos humanos, la libertad de movimiento (más para el dinero que para las personas, ciertamente), o el libre mercado (que con tanto acierto criticó N. Klein). Pero desde la crisis global de 2008, los decepcionados por el liberalismo crecen y hay, además, dos retos que para Harari son muy inquietantes: la infotecnología (desarrollos tecnológicos, inteligencia artificial, robots…) y la biotecnología (modificar genes, transgénicos…). “Los humanos siempre han sido mucho más duchos en inventar herramientas que en usarlas sabiamente. Es más fácil reconducir un río mediante la construcción de una presa que predecir las complejas consecuencias que ello tendrá para el sistema ecológico de la región”.

El poder de “manipular el mundo” ha llevado a que “nos enfrentamos a un colapso ecológico”, porque las revoluciones en biotecnología y en infotecnología las lideran científicos o emprendedores “que apenas son conscientes de las implicaciones políticas de sus decisiones”. Así, “Donald Trump advirtió a los votantes que mexicanos y chinos les quitarían el trabajo y (…) nunca advirtió a los votantes que los algoritmos les quitarían el trabajo” (poniendo a las máquinas a trabajar). “Quizá en el siglo XXI las revueltas populistas se organicen no contra una élite económica que explota a la gente, sino contra una élite económica que no la necesita”. Cada vez se precisan menos trabajadores y ahora debemos ya empezar a buscar soluciones (como reducir la jornada laboral o la renta básica), antes de alcanzar el “desempleo masivo”.

Los que votaron a Trump en EE.UU. o a favor del Brexit en Reino Unido, no rechazaron el liberalismo totalmente pero sí quisieron encerrarse un poco en su casa y que se adoptaran “políticas intolerantes para con los extranjeros”. Pretender aislarse, como pide el nacionalismo, es una política inviable en la era de internet y del calentamiento global. China lo hace al revés: aplica el liberalismo más fuera de sus fronteras que dentro, mientras Rusia aplica un liberalismo atroz que genera la “mayor desigualdad del mundo” (el 87% de la riqueza está en manos del 10% de los más ricos) y el islamismo solo atrae a algunos de los que crecieron en su seno. A pesar de todo, la humanidad no puede abandonar el liberalismo, “porque no tiene ninguna alternativa”, aunque tampoco ofrece respuestas “a los mayores problemas a los que nos enfrentamos: el colapso ecológico y la disrupción tecnológica”. El liberalismo todo lo resuelve con el crecimiento económico pero esa solución no sirve porque ya sabemos que esa es precisamente la causa de la crisis ecológica y que gran parte de la tecnología tiene un fuerte impacto social y ambiental. Por eso, para Harari la primera medida es la perplejidad: reconocer que no sabemos lo que está ocurriendo.

2. Trabajo: en el futuro habrá mucho menos empleo

La robotización tiene ventajas e inconvenientesEs obvio que las máquinas y los robots están efectuando cada vez más trabajos: mejoran nuestra vida y, a la vez, nos quitan el trabajo. El poder de las máquinas, junto con la IA (Inteligencia Artificial) es inmenso y tienen dos capacidades muy importantes: la conectividad y la capacidad de actualización. Por ejemplo, en conducción automática de vehículos, dos coches podrían conectarse para acordar quien pasa primero y evitar colisionar. Además, cualquier nueva norma de tráfico o mejora del software podría actualizarse en todos los vehículos automáticos de forma inmediata.

También es cierto que se están creando nuevos empleos, pero en general exigen “un gran nivel de pericia y, por tanto, no resolverán los problemas de los trabajadores no cualificados”. Podría ocurrir que padezcamos “a la vez unas tasas de desempleo elevadas y escasez de mano de obra especializada”. Además, dado la vertiginosa velocidad de cambio, podrían ser profesiones que surgen y desaparecen en cuestión de una década, por lo que es muy complicado exigir derechos laborales o crear sindicatos en tales circunstancias. El autor sostiene que “hoy ya son pocos los empleados que esperan ocupar el mismo empleo toda la vida”. Además reconoce que “el cambio es siempre estresante” y podría ser complicado reeducar a miles de empleados.

Por otra parte, evitar la pérdida de puestos de trabajo no es una buena opción, porque supone abandonar las ventajas de la mecanización, pero tampoco podemos hacerlo sin dar alternativas a los empleados. Harari alaba lo que ocurre en Escandinavia, donde los gobiernos siguen el lema «proteger a los obreros, no los empleos». Una forma de hacer esto es lo que llamamos las dos erres urgentes: Reducir la jornada laboral y la RBU (Renta Básica Universal). Por supuesto, también se está aplicando en muchos países la subvención de servicios básicos universales: educación, sanidad, transporte… Pero en estas opciones el problema está en definir qué es «universal» y qué es «básico»:

  • Por universal se suele interpretar la población nacionalizada en un país, pero hay que tener en cuenta que las principales víctimas de la automatización quizá no vivan en donde se apruebe la RBU o esos servicios básicos universales. Automatizar en exceso podría generar la ruina en países en desarrollo que actualmente están dando mano de obra barata a los países ricos.
  • Por básico se puede interpretar la comida que un sapiens requiere (entre 1500 y 2500 calorías), pero también se pueden considerar básicos aspectos como la educación, la sanidad, el acceso a internet…

El problema es complejo, porque contentar a los sapiens no es tarea sencilla. La felicidad puede depender de las expectativas y éstas dependen de las circunstancias. Por tanto, aunque se mejoren las condiciones, no se garantiza que haya satisfacción. Como ejemplo exitoso cita el caso de Israel, país que obtiene buenos resultados en la satisfacción de la población, en parte gracias a un montón de personas pobres que no trabajan y que se dedican exclusivamente a cuestiones religiosas (el 50% de los hombres judíos ultraortodoxos). El gobierno da generosas subvenciones y se constata que debatir el Talmud es más satisfactorio que el trabajo de los obreros. Así pues, “la búsqueda de plenitud y de comunidad podría eclipsar la búsqueda de un puesto de trabajo”. El objetivo debería ser combinar una red de seguridad económica universal y básica, comunidades fuertes con servicios básicos universales y educar para una búsqueda de una vida plena. Esto podría compensar la pérdida de empleos y mejorar la calidad de vida de la gente.

“Dado el inmenso poder destructor de nuestra civilización, no podemos permitirnos más modelos fallidos”, pues equivocarnos ahora podría acabar en una guerra nuclear, en desastres por manipulación genética o en un colapso completo de la biosfera.

3. Libertad: computadoras y big data contra los derechos humanos

Lee un resumen de este otro libro de Harari. En Nexus habla de la Inteligencia Artificial, de la democracia y del futuro.
Lee un resumen de este otro libro de Harari. En Nexus habla de la Inteligencia Artificial, de la democracia y del futuro.

Dice Harari que “los referéndums y las elecciones tienen siempre que ver con los sentimientos humanos, no con la racionalidad”. Aunque algunas personas están más informadas y otras son más racionales, al final cada voto cuenta lo mismo y los sentimientos son los que guían a la mayoría. El biólogo Richard Dawkins dijo a propósito de la votación del Brexit que someterlo a referéndum es como «dejar que los pasajeros de un avión votaran en qué pista debería aterrizar el piloto». Teniendo esto en cuenta, queda claro el alto interés en acceder al corazón humano, a sus entresijos y a cómo manipularlo. Si se consiguiera en grado suficiente, la política sería “un espectáculo de títeres emocional”.

Pensemos que, al final, los sentimientos están basados en el cálculo. Millones de neuronas calculan, por ejemplo, cuando tener miedo según la probabilidad de ser dañados. Los sentimientos “encarnan la racionalidad evolutiva”, pero “pronto los algoritmos informáticos podrán aconsejarnos mejor que los sentimientos humanos”. Seguramente cometerán errores, pero solo se necesita que sean, de media, mejor que nosotros, lo cual “no es muy difícil, porque la mayoría de las personas no se conocen muy bien a sí mismas, y (…) suelen cometer terribles equivocaciones en las decisiones más importantes de su vida”. Incluso en ética, las máquinas superarán a la mayoría de los humanos, porque las máquinas no tienen emociones. Se ha demostrado que las emociones humanas controlan las decisiones humanas, por encima de sus ideologías o de sus planteamientos filosóficos. La selección natural no ha seleccionado a los homínidos más éticos, sino a los que gracias a sus emociones (miedo, deseo…) han conseguido reproducirse con más éxito. Por otra parte, “los ordenadores no tienen subconsciente” y si fallaran, resultaría “mucho más fácil corregir el programa que librar a los humanos de sus prejuicios”. Esto abre mercado a los filósofos, pues hará falta la filosofía para hacer buenos programas.

Cuando las decisiones importantes las tomen los algoritmos, basados en el cómputo de millones de datos (macrodatos o big data), ¿dónde queda nuestra libertad? ¿Confiaremos en los algoritmos para que nos escojan pareja, qué estudiar o dónde trabajar? ¿Escogerán también a quien votar? ¿Qué sentido tienen entonces las elecciones y los mercados libres?

Ya hoy día la gente confía en Google para hallar respuestas mientras “la capacidad para buscar información por nosotros mismos disminuye”. Esto hace que la gente considere «verdad» lo que aparece en los primeros resultados de la respuesta de Google. Más aún, la capacidad para orientarse es como un músculo que o lo usas o lo pierdes, y mucha gente depende tanto de Google Maps que si falla se encuentra completamente perdida.

El que controle esos algoritmos de macrodatos, controlará buena parte del mundo. Un ejemplo está en Israel, país que controla el cielo, las ondas de radio, el ciberespacio y el mar y, gracias a ello, un puñado de soldados pueden controlar a 2.5 millones de palestinos en Cisjordania. Y lo hacen usando IA: en 2017 un palestino publicó una foto poniendo en árabe “¡Buenos días!”. Un algoritmo israelí confundió las letras árabes y lo tradujo como “¡Mátalos!” y el obrero fue detenido. Quedó en libertad cuando se aclaró el error, pero el incidente demuestra la importancia de la IA para controlar a la población. Llevado al extremo, en manos de gobiernos autoritarios las herramientas de IA podrían controlar a la población “más incluso que en la Alemania nazi”.

Usando las reglas de la selección natural, hemos criado vacas dóciles que producen más leche, pero que son inferiores en otros aspectos. Igualmente, “estamos creando humanos mansos” pero que “en absoluto maximizan el potencial humano”. De hecho, “sabemos poquísimo de la mente humana”, mientras la investigación se centra en mejorar los ordenadores y los algoritmos. “Si no somos prudentes, terminaremos con humanos degradados que usarán mal ordenadores mejorados”. Para Harari esto podría provocar el caos, “acabar con la libertad” y “crear las sociedades más desiguales que jamás hayan existido”. La inmensa mayoría de la gente podría sufrir algo peor que la explotación: la irrelevancia.

4.  Igualdad: El que tenga los datos dominará el mundo

Los primeros grupos de sapiens eran más igualitarios que cualquier sociedad posterior. La revolución agrícola multiplicó la propiedad (tierra, herramientas…) y con ella la desigualdad. En el siglo XX se ha reducido la desigualdad en muchos países, pero “hay indicios de una desigualdad creciente”: “El 1% más rico posee la mitad de las riquezas del mundo” (y es responsable de la mitad de la contaminación mundial) y las 100 personas más ricas tienen más que los 4.000 millones más pobres. En el futuro, la biotecnología podría dar ventajas a ciertos sapiens (mayor longevidad, mejores capacidades físicas…) y podrían generarse “castas biológicas”, lo cual ahondará en la desigualdad. También insiste en el poder de la infotecnología para eliminar la utilidad de los humanos para las élites.

Antiguamente la tierra era el bien más importante. Luego pasaron a ser las máquinas y la industria. Hoy, cada vez tienen más importancia los datos. Empresas como Google, Facebook, Baidu y Tencent lo saben bien. Por ejemplo, Google nos proporciona servicios gratuitos, pero gracias a eso consigue millones de datos de sus usuarios. Esos datos valen mucho. No solo para ponernos la publicidad en la que caeremos con mayor probabilidad. Creemos que Google nos ayuda mucho, pero nosotros ayudamos a Google mucho más, porque mientras Google solo nos hace la vida un poco más fácil, nosotros somos los que permitimos que Google pueda existir haciendo negocio con nuestros datos. Así, en el futuro habrá que responder a una pregunta clave en nuestra era: ¿quién es el propietario de los datos? (datos sobre nuestros hábitos, nuestro ADN, nuestros gustos…). Tenemos experiencia regulando la propiedad de la tierra y la propiedad de la industria, pero “no tenemos mucha experiencia en regular la propiedad de los datos”, los cuales tienen características especiales (fáciles de copiar y de transportar, están en muchos sitios y en muchos formatos…).

¿Qué prefieres? ¿Libertad o igualdad?

5. Comunidad: “La gente lleva vidas cada vez más solitarias en un planeta cada vez más conectado”

Las redes sociales están rompiendo aún más las comunidades íntimas, las cuales ya están bastante sustituidas por gobiernos y empresas. Facebook se propuso conectar a los humanos, pero el escándalo de Cambridge Analytica reveló que se recogían datos “para manipular las elecciones en todo el mundo”. En teoría, las redes sociales pueden contribuir a fortalecer el tejido social y a hacer que el mundo esté más unido (ingeniería social), pero es complicado porque eso choca con intereses empresariales. Mientras la gente esté más interesada en el ciberespacio que en lo que pasa en su calle hay mayores posibilidades de manipularlo y de sacarle el dinero online. No olvidemos que los gigantes tecnológicos han sido acusados repetidas veces de evasión fiscal. ¿Es creíble que empresas que no pagan sus impuestos nos vayan a ayudar realmente a crear comunidades fuera del mundo virtual?

6. Civilización: Solo existe ya una civilización

Harari desmonta la teoría de que hay un choque de civilizaciones, pues en realidad la globalización tiende a unir cada vez más a la gente y no es posible, ni deseable, dar marcha atrás. “Hace diez mil años la humanidad estaba dividida en incontables tribus aisladas. Con cada milenio que pasaba, estas tribus se fusionaron en grupos cada vez mayores”. El proceso de unificación de la humanidad se ve claro si uno piensa los vínculos que hay entre los distintos grupos y las prácticas comunes entre ellos. Con sus diferencias, todos los países aceptan una serie de protocolos diplomáticos, leyes internacionales… y participan en los Juegos Olímpicos bajo las mismas reglas, lo cual es “un asombroso acuerdo global” y debemos “sentir orgullo porque la humanidad sea capaz de organizar un acontecimiento de este tipo”. Más aún, todos comparten similares reglas económicas, confianza en el dinero, los médicos comparten conocimientos y tienen similares protocolos… “La gente tiene todavía diferentes religiones e identidades nacionales. Pero cuando se trata de asuntos prácticos (…) casi todos pertenecemos a la misma civilización“. Nuestras diversas opiniones traerán debates y conflictos, pero eso nos hará aún más conectados, más interdependientes.

7. Nacionalismo: La historia tiende a unirnos, no a separarnos

El Brexit o el nacionalismo en Cataluña… ¿a qué se deben? ¿pueden dar respuestas a los problemas más importantes? Las formas moderadas de patriotismo pueden ser benignas. “El problema empieza cuando el patriotismo benigno se metamorfosea en ultranacionalismo patriotero”, lo cual es “terreno fértil para los conflictos violentos”. En el pasado era razonable buscar seguridad y sentido en el regazo de la nación, pero hoy, sin negar eso, tenemos al menos tres retos que nos obligan a trabajar más conjuntamente. La guerra nuclear es el primero y ciertamente en este campo lo estamos haciendo bien: a pesar de las guerras, hoy mueren menos personas por violencia humana que por obesidad, accidentes de tráfico o suicidio. El miedo a la guerra nuclear hace que los estados poderosos piensen bien antes de meterse en una guerra que sería desastrosa para el planeta.Resumen del libro "Sapiens", muy recomendable. Haz click para leerlo.

El segundo reto es el cambio climático y el desastre ambiental  (contaminación de la agricultura, pérdida de biodiversidad…). “Un agricultor que cultive maíz en Iowa podría, sin saberlo, estar matando peces en el golfo de México”. Homo sapiens ha pasado de ser un asesino ecológico en serie (como explica Harari en su libro Sapiens) a ser un asesino ecológico en masa. “Los científicos están de acuerdo en que las actividades humanas (…) hacen que el clima de la Tierra cambie a un ritmo alarmante. (…) Es fundamental que realmente hagamos algo al respecto ahora”. Harari tiene claro que el nacionalismo no puede sino empeorar la respuesta a este problema, porque las actuaciones “para ser efectivas, tienen que emprenderse a un nivel global”. Harari subraya que la industria de la carne, además del enorme sufrimiento que infringe, “es una de las principales causas del calentamiento global, una de las principales consumidoras de antibióticos y venenos, y una de las mayores contaminadoras de aire, tierra y agua” (producir 1 kilo de carne puede consumir 15.000 litros de agua).

El tercer reto es la disrupción tecnológica (biotecnología e infotecnología). A muchos nacionalistas les gustaría volver a tiempos pasados, pero eso es algo imposible. Estos tres retos pueden servir para “forjar una identidad común” que permita afrontar los riesgos. Por supuesto, queda espacio para “ese patriotismo que celebra la singularidad de mi nación y destaca mis obligaciones especiales hacia ella”. Harari ve claro que debemos “globalizar nuestra política”, lo cual no implica necesariamente un gobierno global, sino que todos los gobiernos (nacionales o de ciudades) “den mucha más relevancia a los problemas y los intereses globales”. Por ejemplo, recientemente muchas ciudades se han propuesto muchos retos en el llamado Pacto de Milán, como por ejemplo reducir el consumo de carne.

8. Religión: ¿Una ayuda para la unión del mundo o un inconveniente?

¿Pueden las religiones ayudar a resolver los problemas? Para Harari hay tres tipos de problemas —técnicos, políticos y de identidad— y las religiones solo pueden ayudar en el último tipo. Precisamente porque no ofrecen soluciones interesantes a los dos primeros tipos de problemas, “la autoridad religiosa ha estado reduciéndose”. Por ejemplo, cada vez menos gente acude a la religión ante problemas de salud, y si acude, lo hace después de acudir a la ciencia. A nivel político tampoco la religión ofrece alternativas globales a los retos actuales. De hecho, en muchos casos se desoye la religión cuando están en juego intereses políticos. Harari dice que “aunque algunas de las cosas que dijo Jesús suenan a comunismo total, (…) buenos capitalistas norteamericanos seguían leyendo el Sermón de la Montaña sin apenas darse cuenta”. Otras veces es la religión la que intenta meterse en política, con escaso éxito. Tal es el caso de la encíclica “ecológica” del Papa Francisco, “Laudato Si” (véase aquí un resumen sobre ella).

Las religiones determinan quiénes somos y quiénes son los demás. Es aquí donde la religión puede jugar un papel importante. Las religiones continuarán siendo importantes y pueden contribuir a la unión del mundo pero, como el nacionalismo, en demasiados casos lo que hacen es dividir y generar hostilidades.

9. Inmigración: La discriminación por la cultura genera injusticias

“Aunque la globalización ha reducido muchísimo las diferencias culturales en todo el planeta, a la vez ha hecho que sea más fácil toparse con extranjeros y que nos sintamos molestos por sus rarezas”. Pero las migraciones son naturales en el hombre a lo largo de toda su historia, y hoy el problema más grave está en Europa. La Unión Europea ha conseguido convivir con las diferencias entre los distintos países pero tiene problemas para convivir con todos los inmigrantes y refugiados que llegan.

Para Harari, “mientras no sepamos si la integración es un deber o un favor, qué nivel de integración se exige a los inmigrantes y con qué rapidez los países anfitriones deben tratarlos como ciudadanos de pleno derecho, no podremos juzgar si las dos partes cumplen sus obligaciones”. Pero si esa evaluación se hace de forma colectiva pueden generarse injusticias. Por otra parte, cada cultura tiene distinto nivel de aceptación a otros. Harari resalta que “Alemania ha acogido a más refugiados sirios de los que han sido aceptados en Arabia Saudí”.

Harari dice que la gente “lucha contra el racismo tradicional sin darse cuenta de que el frente de batalla ha cambiado”, porque ahora hay discriminación por la cultura (que este autor llama «culturismo»). Así, muchas veces se culpa a los inmigrantes de tener una cultura y valores no adecuados, pero por otra parte, “en muchos casos, hay pocas razones para adoptar la cultura dominante y en muchos otros se trata de una misión casi imposible”, pues podría, por ejemplo, requerir un nivel económico o educativo imposible de alcanzar por las clases inferiores (sean o no inmigrantes). Los dos grandes problemas de la discriminación por la cultura son:

  1. Usan afirmaciones generales, poco objetivas, que evalúan una cultura como superior a otra, sin hacer una valoración completa y objetiva.
  2. Discriminan a individuos concretos en base a esas afirmaciones generales.

“Si 500 millones de europeos ricos no son capaces de acoger a unos pocos millones de refugiados pobres, ¿qué probabilidades tiene la humanidad de superar los conflictos de mucha más enjundia que acosan a nuestra civilización global?”. “La humanidad puede dar la talla si mantenemos nuestros temores bajo control y somos un poco más humildes respecto a nuestras opiniones”.

10. Terrorismo: los terroristas son débiles y su arma es el miedo

Los terroristas “matan a muy pocas personas, pero aún así consiguen aterrorizar a miles de millones”. Desde el 11-S los terroristas han matado anualmente a unas 50 personas en la UE, 10 en EE.UU…. y hasta 25.000 en el mundo (principalmente en Irak, Afganistán, Pakistán, Nigeria y Siria). “En comparación, los accidentes de tráfico matan anualmente a unos 80.000 europeos, 40.000 norteamericanos (…) y 1,25 millones de personas en todo el mundo”. Por su parte, la contaminación atmosférica mata a unos 7 millones y nuevas formas de contaminación nos invaden con efectos desconocidos.

“Existe una desproporción asombrosa entre la fuerza real de los terroristas y el miedo que consiguen inspirar”, pero ellos son débiles. Si tomamos conciencia de su debilidad, ellos serán aún más débiles, porque su mayor poder radica en el miedo que generan. Por supuesto, los gobiernos y los medios de comunicación deben luchar contra el terrorismo e informar, pero evitando la histeria. “El dinero, el tiempo y el capital político invertido en luchar contra el terrorismo no se han invertido en luchar contra el calentamiento global, el sida y la pobreza; en aportar paz y prosperidad al África subsahariana, o en forjar mejores vínculos” entre las naciones del mundo.

11. Guerra: hoy se pierde más con las guerras de lo que se gana

El militar japonés Tojo fue el culpable de que Japón se metiera en la Segunda Guerra Mundial. Sus malas decisiones generaron millones de muertos. Fue juzgado por un tribunal internacional y condenado a muerte en la horca.“Las últimas décadas han sido las más pacíficas de la historia de la humanidad” (ver datos). Antiguamente, ganar una guerra era un símbolo de prosperidad pero las cosas han cambiado. Hoy las guerras no traen prosperidad, sino miseria, porque “los principales activos económicos consisten en el conocimiento técnico e institucional más que en los trigales, las minas de oro o incluso los campos petrolíferos, y el conocimiento no se conquista mediante la guerra“. De hecho, tras la Segunda Guerra Mundial, las potencias derrotadas prosperaron como nunca antes (Alemania, Japón…). La guerra fue producto de un “error de cálculo”. Pensaron que sin nuevas conquistas estaban condenados al estancamiento económico, pero se equivocaron. Por todo esto, las nuevas guerras merecen menos la pena, pero Harari nos advierte de que no podemos confiarnos, pues “los humanos son propensos a dedicarse a actividades autodestructivas”. Y dado que un detonante de la guerra es el sentimiento de superioridad, Harari recomienda “una dosis de humildad”.

12. Humildad: ¿Y si aprendemos más de las demás culturas?

“La mayoría de la gente suele creer que es el centro del mundo y su cultura, el eje de la historia”. Pero no es así. La historia de la humanidad empezó mucho antes que las culturas actuales y continuará, tal vez, tras ellas. Harari dice que su pueblo, los judíos, “piensan también que son lo más importante del mundo”, para luego pasar a desmontar punto por punto esa “desfachatez”, desde el origen de la ética hasta las importantes contribuciones científicas de los judíos. Con respecto a lo primero, “todos los animales sociales, como lobos, delfines y monos, poseen códigos éticos, adaptados por la evolución”, así como sentimientos que muchos atribuyen solo a humanos. Además, Buda, Mahavira o Confucio crearon sistemas morales anteriores al judaísmo. Por tanto, “humanos de todas las creencias harían bien en tomarse más en serio la humildad”.

13. Dios: ¿Quién dice lo que es correcto?

Dios puede verse como un enigma del que “no sabemos absolutamente nada”, o bien, como un “legislador severo y mundano, acerca del cual sabemos demasiado”, pues se han escrito bibliotecas enteras, y se ha usado el nombre de Dios para justificar intereses de todo tipo. Aunque las religiones pueden generar amor y paz, también han generado odio y violencia y por eso, para Harari no son estrictamente necesarias, pues la moral se puede justificar sin acudir a Dios. “Hacer daño a los demás siempre me hace daño también a mí”, porque antes de hacer algo mal hay un sentimiento interno que hace daño: “antes de que matemos a alguien, nuestra ira ya ha matado nuestra paz de espíritu”.

14. Laicismo: Ser responsables sin que lo mande Dios

El laicismo no es rechazar todo lo espiritual, sino no confundir verdad con fe, no santificar ningún libro, persona o grupo como poseedores de la verdad absoluta. Y también es el compromiso con la compasión y la comprensión del sufrimiento. Por ejemplo, “la gente secular se abstiene del homicidio no porque algún libro antiguo lo prohíba, sino porque matar inflige un sufrimiento inmenso a seres conscientes”. Es mejor encontrar la motivación en la compasión que en la obediencia divina. Pero el laicismo también se encuentra con dilemas complejos y, en tal caso, “sopesan con cuidado los sentimientos de todas las partes”. El laicismo también valora la responsabilidad: “En lugar de rezar para que ocurran milagros, necesitamos preguntar qué podemos hacer nosotros para ayudar”.

15. Ignorancia: A la gente no le gustan los hechos reales

Sócrates, el defensor de la necesidad de reconocer nuestra ignoranciaLos humanos nos movemos en la ignorancia y en la irracionalidad. “La mayoría de las decisiones humanas se basan en reacciones emocionales y atajos heurísticos más que en análisis racionales. (…) No solo la racionalidad es un mito: también lo es la individualidad. Los humanos rara vez piensan por sí mismos. Más bien piensan en grupos. (…) Es probable que bombardear a la gente con hechos y mostrar su ignorancia individual resulte contraproducente. A la mayoría de las personas no les gustan demasiado los hechos y tampoco parecer estúpidas”. Más aún, los poderosos en vez de aprovechar su poder para obtener una mejor visión de la realidad, suelen emplearlo en distorsionar la verdad. Así, los que buscan la verdad deben alejarse del poder y permitirse “la pérdida de mucho tiempo vagando por aquí y por allá en la periferia” y como hizo Sócrates, “reconocer nuestra propia ignorancia individual”.

16. Justicia: ¿Somos responsables de las injusticias de las empresas?

“Nuestro sentido de la justicia podría estar anticuado”. Dependemos de una red alucinante de lazos económicos y políticos, hasta el punto de costarnos responder preguntas sencillas como de dónde viene mi almuerzo. ¿Podemos ser inocentes de las injusticias que generan las multinacionales? Harari afirma que es erróneo tener en cuenta solo las intenciones sin hacer un esfuerzo sincero por saber lo que se esconde. Pero también sostiene que “el planeta se ha vuelto demasiado complicado para nuestro cerebro de cazadores-recolectores“. “Padecemos problemas globales, sin tener una comunidad global” y por tanto, entender bien tales problemas es misión imposible. Por eso, mientras unos simplifican la realidad para hacerla abarcable, otros se centran en alguna historia conmovedora olvidando los demás datos, otros inventan teorías conspiratorias, y otros depositan su confianza en algún líder o teoría, porque “la complejidad de la realidad se vuelve tan irritante que nos vemos impelidos a imaginar una doctrina que no pueda cuestionarse” y que nos dé tranquilidad, aunque difícilmente proporcione justicia.

17. Posverdad: Los poderosos siempre mienten

Estamos rodeados de mentiras y ficciones, pero la desinformación no es nada nuevo. El autor comenta varios casos de mentiras históricas, como los relatos falsos de asesinatos rituales por parte de judíos en la Edad Media, lo cual costó la vida a muchos judíos inocentes.

Si el ser humano es capaz de matar por una causa, ¿cómo no va a ser capaz de mentir? De hecho, como explica Harari en su libro anterior, el ser humano conquistó el planeta gracias a su capacidad de crear ficciones. Cuando un grupo cree en las mismas ficciones, son capaces de cooperar de manera eficaz. “Cuando mil personas creen durante un mes algún cuento inventado, esto es una noticia falsa. Cuando mil millones de personas lo creen durante mil años, es una religión, y se nos advierte que no lo llamemos «noticia falsa» para no herir los sentimientos de los fieles”. Pero Harari aclara que no niega “la efectividad ni la benevolencia potencial de la religión”. Las religiones inspiran buenas y malas acciones.

Una de las mentiras más aceptadas en la actualidad procede de los anuncios de las marcas comerciales. Nos cuentan repetidamente un relato hasta que la gente se convence de que es la verdad. Por ejemplo: ¿con qué se asocia la Coca-Cola? ¿Con jóvenes divirtiéndose o con pacientes con diabetes y sobrepeso en un hospital? Beber Coca-Cola aumenta la probabilidad de padecer obesidad y diabetes, y no nos va a hacer jóvenes . ¿Ha funcionado el relato falso que nos cuenta Coca-Cola en su publicidad?

Harari asegura que “si queremos poder, en algún momento tendremos que difundir ficciones”, pues la verdad no siempre gusta a todos. “Como especie, los humanos prefieren el poder a la verdad. Invertimos mucho más tiempo y esfuerzo en intentar controlar el mundo que en intentar entenderlo”. Por eso, “es responsabilidad de todos dedicar tiempo y esfuerzo a descubrir nuestros prejuicios y a verificar nuestras fuentes de información”. Harari ofrece dos reglas para evitar el lavado de cerebro: a) “Si el lector consigue las noticias gratis, podría muy bien ser él el producto”. b) “Haga el esfuerzo para leer la literatura científica relevante”, pues la ciencia suele ser objetiva. Y por eso hace un llamamiento a los científicos a hacer oír su voz cuando el debate caiga dentro de su campo.

18. Ciencia ficción: No te puedes librar de la manipulación, pero tú puedes hacerte feliz a ti mismo

La ciencia ficción es un género artístico que ha de tomar importancia, porque modela lo que la gente piensa sobre cuestiones tecnológicas, sociales y económicas de nuestra época, dado que poca gente lee los artículos científicos. Muchas películas de este género, como Matrix, reflejan el miedo a estar atrapado y manipulado y el deseo de liberarse. Sin embargo, “la mente nunca está libre de manipulación”. Por ejemplo, las películas de Hollywood socavan el subconsciente creando paradigmas de lo bueno y lo correcto. Pero cuanto experimentamos en la vida se halla dentro de nuestra mente y nosotros mismos podemos manipularlo también. O sea, no podemos librarnos de la manipulación, pero tampoco necesitamos ir a Fiyi para sentir la alegría.

En la novela Un mundo feliz, Aldous Huxley describe una sociedad idílica, sin sufrimiento ni tristeza. Todo el mundo es virtuoso gracias a soma, una droga que consigue volver a la gente paciente y sin problemas. La gente sabe lo que tiene que hacer y lo hace sin esfuerzo. Es una sociedad libre de mosquitos. Pero hay un personaje, El Salvaje, que se queja alegando que la sociedad se libra de todo lo desagradable en vez de aprender a soportarlo. El Salvaje, reclama su derecho a ser libre con todas las consecuencias y el líder le dice que lo que está reclamando es el derecho a ser desgraciado, a enfermar, a vivir con incertidumbre, a sufrir hambre, miedo… El Salvaje asiente y entonces le permiten salirse de la sociedad para vivir como un ermitaño, un bicho raro en una sociedad que no le entiende y que le lleva a un triste final.

19. Educación: Conócete a ti mismo mejor que los algoritmos

Lo único que podemos asegurar del futuro es que habrá grandes cambios en poco tiempo. ¿Qué debemos enseñar a los jóvenes? Gracias a Internet y a los medios de comunicación, estamos inundados de información, contradictoria casi siempre. En educación, proporcionar más información no es lo más necesario, sino que debemos enseñar a dar sentido a la información y a discriminar lo que es o no importante. Expertos pedagogos recalcan que se deben enseñar «las cuatros CES»: pensamiento crítico, comunicación, colaboración y creatividad.

Esta necesidad de aprender constantemente y de reinventarnos choca con el hecho de que con cincuenta años “no queremos cambios”. Pero además, enseñar resiliencia, enseñar a aceptar los cambios con equilibrio mental es mucho más difícil que enseñar una fórmula de física. Para Harari, el mejor consejo que dar a los jóvenes es que no confíen demasiado en los adultos, pues aunque tengan buenas intenciones no acaban de entender el mundo.

La invención de la agricultura sirvió para enriquecer a una élite minúscula, al tiempo que esclavizaba a la mayoría de la población. Algo similar podría ocurrir con la tecnología. “Si sabes lo que quieres hacer en la vida, tal vez te ayude a obtenerlo. Pero si no lo sabes, a la tecnología le será facilísimo moldear tus objetivos por ti y tomar el control de tu vida“. Por eso, hoy es más importante que nunca algo que han repetido filósofos desde antiguo: Conócete a ti mismo, “saber qué eres y qué quieres en la vida”. Y hoy eso es más importante que nunca porque ahora hay una competencia seria: multinacionales sin conciencia ética (y partidos políticos) están trabajando duro para usar los algoritmos y el big data para conocerte mejor que tú mismo (cada vez que usas tu teléfono o tu tarjeta estás regalando valiosos datos sobre ti mismo). “Vivimos en la época de hackear a humanos” y “si los algoritmos entienden de verdad lo que ocurre dentro de ti mejor que tú mismo, la autoridad pasará a ellos”. Pero si quieres conservar cierto control de tu existencia, tendrás que conocerte bien y saber cómo liberarte porque… “¿Has visto esos zombis que vagan por las calles con la cara pegada a sus teléfonos inteligentes? ¿Crees que controlan la tecnología, o que esta los controla a ellos?”

20. Significado: ¿Para qué dar sentido a nuestras vidas?

¿Cuál es el sentido de la vida? Eterna pregunta para la que “cada generación necesita una respuesta nueva”. El libro sagrado hindú Bhagavad Gita sostiene que cada ser debe seguir su camino concreto (dharma) y si no se sigue, no se hallará paz ni alegría. Ideologías de todo tipo (religiones, política, nacionalismos…) cuentan un relato para hacer que los suyos se sientan importantes, un relato que da trascendencia a sus vidas pero que siempre tiene contradicciones que evitan aclarar. Los nacionalistas, por ejemplo, suelen centrarse solo en el valor de su nación pero no suelen aclarar el porqué de esa superioridad. Para Harari, los relatos que cuentan esas corrientes de pensamiento son invenciones humanas y siempre tienen errores. Sin embargo, esas invenciones humanas nos han permitido colaborar entre nosotros y montar sociedades complejas que podrían desmoronarse si todos nos damos cuenta de que esos relatos son falsos: “La mayoría de los relatos se mantienen cohesionados por el peso de su techo más que por la solidez de sus cimientos” (y el peso del techo representa el peligro que hay al mostrar que los cimientos son débiles).

“Si queremos conocer la verdad última de la vida, ritos y rituales son un obstáculo enorme”. Los ritos solo sirven para ayudar a mantener relatos falsos, pero también cierta armonía y estabilidad social. “Una vez que sufrimos por un relato, eso suele bastar para convencernos de que el relato es real”, porque el sufrimiento es de las cosas más reales que existen. Dado que a la gente no le gusta admitir que es tonta, cuanto más se sacrifica por una causa, más se fortalece su fe en ella. También se usa el sufrimiento hacia los demás, y dado que a la gente no le gusta admitir que es cruel, también fortalece la fe en una causa el hacer sufrir a los demás por ella. Ese “sufrimiento” (o esfuerzo) puede ser de muchos tipos: corporal, dedicación de dinero o tiempo… Harari pregunta: “¿Por qué cree el lector que las mujeres piden a sus amantes que les regalen anillos de diamantes?”. Creen que cuanto mayor es el sacrificio mayor es el compromiso. Por todo esto, los embaucadores adoran las palabras sacrificio, eternidad, pureza, redención…

Para dar sentido trascendente a la vida, algunos se centran en dejar tras la muerte algo tangible (un poema, genes…), pero puede ser complicado y, al fin y al cabo, ni siquiera el planeta es eterno (dentro de 7.700 millones de años el Sol absorberá la Tierra y el fin del universo llegará, aunque tarde al menos 13.000 millones de años). Con ese panorama, Harari se pregunta: “¿No será suficiente con que hagamos que el mundo sea un poco mejor? Podemos ayudar a alguien, y ese alguien ayudará a continuación a alguna otra persona, y así contribuiremos a la mejora general del mundo y seremos un pequeño eslabón en la gran cadena de la bondad“. En el fondo, el amor es más seguro que los demás relatos.

La gente corriente suele creer en varios relatos a la vez, sentir distintas identidades, y muchas veces hay contradicciones importantes, porque en el fondo no están convencidos de su propias creencias. La historia está llena de estas “disonancias cognitivas”. Un ejemplo son los que han ido a la guerra para defender el cristianismo, religión del amor. Pero aún hoy día hay muchos cristianos que se oponen a las políticas de bienestar social, que se oponen a ayudar a los inmigrantes o que apoyan las armas, por ejemplo. También es fácil encontrar gente que se lamenta de la injusta distribución de la riqueza pero tienen inversiones en bolsa, cuando es bien sabido que invertir en bolsa genera injusticias y desigualdad (y si tu banco no es ético también estás colaborando con sucios negocios).

Nuestros deseos nos llevan a actuar y Harari sostiene que somos libres para elegir nuestras acciones, pero no nuestros deseos. Muy poca gente es la que controla sus pensamientos. Para la mayoría, los pensamientos vienen y van de forma caótica y descontrolada. Algunas religiones enseñan a controlar la mente. Buda enseño que hay tres realidades básicas del universo: que todo cambia sin cesar, que no hay nada eterno y que nada es completamente satisfactorio. Aceptando esto, el sufrimiento cesa: “según Buda la vida no tiene sentido, y la gente no necesita crear ningún sentido”. El consejo de Buda es: «No hagas nada. Absolutamente nada». “Todo problema radica en que no paramos de hacer cosas” (física o mentalmente). No hacer nada es conseguir que la mente tampoco haga nada.

21. Meditación, para conocernos mejor

Haz click para aprender la bases teóricas e históricas del hinduísmo, la meditación, el tantra, el yoga...En el último capítulo, el autor nos cuenta su experiencia personal aclarando que no tiene porqué funcionar bien a todo el mundo. Casi por casualidad, descubrió la meditación Vipassana (introspección) que, simplificando, consiste en centrar la atención en algo concreto, como el aire que entra y sale por la nariz. La gente corriente es incapaz de mantener esta atención de forma prolongada y Harari confiesa que al instante perdía la concentración. El objetivo de esta meditación es observar las sensaciones personales. Cuando uno se enfada se centra en pensar en el objeto que supuestamente provoca el enfado y no la realidad sensorial. Harari dice que aprendió más cosas sobre sí mismo y los humanos observando sus sensaciones en diez días que durante el resto de su vida hasta ese momento y, además, sin tener que aceptar cuentos o mitologías. Basta solo con observar la realidad como es.

El origen del sufrimiento está en la propia mente. Cuando deseamos que ocurra algo y no ocurre, generamos sufrimiento. Es una reacción de la mente. Es la mente la que provoca el sufrimiento. “Aprender esto es el primer paso para dejar de generar más sufrimiento”. La meditación es cualquier método de observación directa de nuestra propia mente y, aunque la han usado muchas religiones, la meditación no es necesariamente religiosa. La meditación Vipassana advierte que no se debe practicar solo como búsqueda de experiencias especiales, sino para comprender la realidad de nuestra propia mente, aprovechando todo tipo de sensaciones por simples que sean (calor, picor…).

Meditar te ahorrará tus sufrimientosHarari dice que medita dos horas diarias y que le ayuda al resto de tareas del día. Además, recomienda meditar para conocernos a nosotros mismos, antes de que los algoritmos decidan por nosotros quiénes somos realmente.

♥ Información relacionada:

  1. Lee otros libros resumidos, para captar su esencia en poco tiempo.
  2. De Yuval Noah Harari:
  3. Dos Erres URGENTES: Renta básica y Reducción de la jornada laboral.
  4. Máquinas y robots nos quitan el empleo pero mejoran nuestra vida.
  5. Crisis ecológica, conocimiento y finitud: Fracaso del ser humano como ser racional.
  6. HINDUISMO: Upanishad, Bhagavad Gîtâ, yoga y tantra, meditación, iluminación y mucho más.

Activar el freno de emergencia o colapsar: el decrecimiento toma la palabra en el Congreso

22 Octubre 2025 at 09:00
Por: Nuria

conferenciaconferencia

Fotografía de David F. Sabadell  – Conferencia Más Allá del Crecimiento 2025.

Artículo original publicado en elsaltodiario.com por Andrés Actis

Poner en práctica todo lo que este viernes se ha dicho en la sala Ernest Lluch del Congreso parece, a septiembre de 2025, bastante utópico. Hay que reconocerlo. Las dudas son infinitas. Cómo. De qué manera. Con qué apoyo social y político. Con qué narrativa se convence. Con qué aliados económicos y productivos. Con qué Estados. Con qué correlación de fuerzas. Los interrogantes son muchísimos. Pero no poner nada en práctica de todas las ideas y reflexiones que aquí se han lanzado, seguir metiendo la arena debajo de la alfombra fingiendo que hay soluciones a esta policrisis dentro de este sistema capitalista que necesita más y más crecimiento, es una sentencia de dolor y sufrimiento para la gran mayoría de personas que habitan este planeta.

Porque al salir del Hemiciclo, donde académicos, políticos, sindicalistas, intelectuales y representantes de la sociedad civil debatieron durante diez horas sobre cómo activar de forma colectiva un freno de emergencia al modelo que está llevando al planeta a un colapso ecológico y social, las distintas crisis que esta insaciable forma de producir, consumir y acumular ha generado, seguían ahí, inalterables y sin señales de resolución. Todo lo contrario. La sensación es que el capitalismo ha decidido forzar al máximo la máquina, coqueteo con el fascismo mediante, para sobrevivir y perpetuarse.

Esta semana, el planeta ha estado 1,65 °C por encima de la época preindustrial. Una bestial anomalía que ha dejado de ser una excepción. Lo mismo ha ocurrido en septiembre de 2023 y de 2024, primer año completo que la Tierra cruzó la línea roja de +1,5ºC marcada por el Acuerdo de París.

Esta semana, nos hemos enterado que el mundo producirá en los próximos cinco años el doble de energía fósil del límite exigido para frenar el cambio climático. También que ya hemos sobrepasado siete de los nueve límites que permiten un espacio operativo seguro para la vida. Que Estados Unidos, con el discurso de Donald Trump en la Asamblea General de la ONU, ha decidido intensificar el drill, baby, drill; que los planes de China para reducir sus emisiones son demasiado débiles para evitar una catástrofe global; y que el pilar de la descarbonización, las renovables, se tambalea. “Las cuentas no salen. Estamos viendo como la rentabilidad de los proyectos ha bajado drásticamente”, admitieron los empresarios del sector en un foro sobre transición energética.

“Se trata de un debate democrático inaplazable”, han afirmado organizaciones sociales como  Rebelión Científica, Greenpeace, Research & Degrowth y Ecologistas en Acción, en la declaración final

No son cabos aislados ni sueltos, han insistido la mayoría de los disertantes de la Conferencia ‘Más Allá del Crecimiento’, la primera gran cita institucional en España para hablar sobre poscrecimiento –término hermano de decrecimiento, muy tergiversado y menos atractivo a nivel comunicativo, se ha explicado–, sobre cómo vivir con bienestar dentro de los límites del planeta sin depender de la explotación de otras vidas, humanas y no humanas, presentes o futuras, poniendo la vida en el centro. “Se trata de un debate democrático inaplazable”, han aclarado los organizadores en su declaración final, un conjunto de colectivos sociales y civiles, entre ellos Rebelión Científica, Greenpeace, Research & Degrowth y Ecologistas en Acción.

Para este movimiento, el diagnóstico es claro: un modelo social y económico basado en el crecimiento sin fin es totalmente incompatible con el equilibrio ecológico del planeta y su habitabilidad. Este sistema, se agrega, “carece de legitimidad para guiar la transición ecosocial” en un contexto de creciente autoritarismo y deterioro de las instituciones democráticas.

“El dogma del crecimiento económico permite seguir acumulando riqueza y poder en pocas manos a costa de la vida y con ello se perpetúan guerras, expolios y genocidios como el de Palestina”

La transición energética en marcha, la solución empresarial y política a esta crisis planetaria, esconde bajo el disfraz de la “sostenibilidad” y el “crecimiento verde” la voluntad de “perpetuar lo insostenible”. “El dogma del crecimiento económico permite seguir acumulando riqueza y poder en pocas manos a costa de la vida y con ello se perpetúan guerras, expolios y genocidios como el de Palestina”, han relacionado Nerea Ramírez Piris, licenciada en Ciencias Ambientales por la UAM, responsable de ecofeminismo de Greenpeace; y Hugo Abad Frías, investigador y activista ecosocial, portavoces del evento.

La conferencia, una continuidad del evento Beyond Growth que tuvo lugar en el Parlamento Europeo en 2023, ha comenzado, justamente, con un emotivo minuto de silencio por las miles de víctimas del genocidio que Israel está consumando en Gaza. En representación del Gobierno, Sira Rego, ministra de Juventud e Infancia y activista social, ha celebrado que en el corazón de la democracia española, el Congreso de los Diputados, se interpele a un capitalismo que, por su lógica de acumulación, está “en guerra con la vida”.

“El capitalismo se ha quitado la máscara y el nuevo orden que plantea no incluye a las mayorías. Por lo tanto, la claridad debe ser rotunda: o planificamos el decrecimiento de manera justa o el capital lo hará de manera violenta y muy injusta”, ha reflexionado. Ha resaltado que la “política es disputa de poder” y que si el capital ha “pateado el tablero para perpetuar privilegios”, quienes desean construir un nuevo paradigma tienen que “romper este tablero” para repartir igualdad.

Cómo construir una agenda política para salir de la policrisis

Dado que los caminos basados únicamente en mejoras tecnológicas son insuficientes al ignorar los límites biofísicos, la “encrucijada” en la que nos encontramos es clara y crucial, han coincidido Jason Hickel, antropólogo económico y escritor; Olivier de Schutter, Relator Especial de la ONU sobre pobreza extrema y derechos humanos; Margarita Mediavilla, doctora en Ciencias Físicas por la Universidad de Valladolid; y Carmen Madorrán, filósofa y activista ecosocial, integrantes de la primera mesa. O se tira del carro para lograr una transición ecosocial democráticamente planificada –vidas más justas, deseables, igualitarias e inclusivas– o el “abismo de la destrucción” será inevitable.

“Sabemos que el sistema actual no funciona. Necesitamos un cambio de paradigma radical, otra forma de entender el progreso”, ha introducido Eva Saldaña, presidenta de Greenpeace España, moderadora del panel. ¿Por qué el sistema no funciona? Porque el capitalismo no es democrático, ha respondido Hickel, máxima referencia académica del decrecimiento. “El capitalismo no es democrático en la economía, la democracia no puede entrar en la producción, sólo el capital decide y lo hace siempre para maximizar y acumular beneficios”, ha señalado.

El autor del libro “Menos es más” (Capitán Swing, 2023) ha puesto un ejemplo: por más que las energías renovables son más económicas, el capital sigue apostando con fuerza a la rentabilidad de los combustibles fósiles. Por suerte -ha señalado- hay una “narrativa popular” que está emergiendo como respuesta a este sistema que atenta contra la supervivencia misma de la humanidad. “No hay manera de resolver esta policrisis con más crecimiento”, ha sentenciado.

En este contexto, Hickel ha afirmado que el poscrecimiento debe “subordinar la producción a objetivos democráticos”, con una batería de medidas esenciales, como mecanismos de financiación pública y de límites a la inversión de la industria fósil. Schutter, representante de la ONU, ha tomado la posta y ha asegurado que el “enfoque clásico” para reducir la pobreza -crecimiento, impuestos, redistribución- está agotado porque la riqueza sigue concentrada en muy pocas manos y porque los costes de esta tríada son cada vez más altos para la salud, el clima y la naturaleza.

“Esta es una de las grandes grietas del crecimiento verde, que no cuestiona el estilo de vida de los países ricos. Esta alternativa está perdiendo cada vez más credibilidad. Es cierto que el decrecimiento sigue siendo tabú en las altas esferas políticas. Una clave para sumar más adhesiones es cómo garantizar que el decrecimiento del Norte Global no va a ser perjudicial para los países del Sur Global, sino todo lo contrario, que va a ayudar a las regiones más pobres”, ha reflexionado.

“Nos obsesiona este espejo. Pero el PIB es un indicador amoral. Le encanta la contaminación, no le hace asco a las guerras”: Carmen Madorrán, filósofa y activista ecosocial

La filósofa Madorrán ha intentado desenmascarar al PIB y su “atractivo” para medir el desarrollo de las sociedades. “Nos obsesiona este espejo. Pero el PIB es un indicador amoral. Le encanta la contaminación, no le hace asco a las guerras”, ha aclarado. Mediavilla, experta en dinámica de sistemas para modelar transiciones energéticas ecosociales, ha puesto la lupa en el agotamiento de los recursos energéticos y minerales que sustentan el capitalismo, un tema “escondido por la agenda política”, pero clave para entender el mundo y sus crisis.

Su análisis es que, guste o no, la economía basada en el crecimiento se va a acabar. “Estamos entrando en una nueva etapa histórica: la era de la extracción fácil y barata de la energía se está acabando”, ha subrayado. El problema es que su reemplazo, la energía verde, “tiene muchos problemas”, por su intermitencia y por la dificultad para acumularla. “Por eso es importante que se entienda que la transición energética no es un cambio tecnológico, es un profundo cambio en las formas en las que vivimos”, ha aseverado.

Lo políticamente posible

La conferencia ha contado con la participación de cuatro diputados, quienes intentaron bajar al “barro” los preceptos teóricos de la jornada. Mikel Otero, secretario de transición ecológica de EH Bildu, ha coincidido que el reto del sobrepaso ecológico es el tema más importante de esta época, pero ha aclarado que hay un “abismo entre lo ecológicamente necesario y lo políticamente posible”.

“El capitalismo carece de capacidad para resolver esta policrisis. Estamos todos de acuerdo. Pero tenemos un problema con el tiempo. Aunque pensemos en un horizonte poscapitalista, los primeros movimientos los tenemos que hacer con el sistema en vigor. Esto obliga a jerarquizar las medidas para que sean posibles y a moverse en los grises, a embarrarse, a admitir que la soluciones son imperfectas y que hay que combinar la aspiración con medidas insuficientes”, ha reflexionado.

Ha puesto de ejemplo La ley de Movilidad Sostenibles, pronto a votarse. Otero ha reconocido que “está lejos de lo que se necesita”, pero ha contado que cuando se intentó “inyectar ambición, la mayoría parlamentaria se quebró”. ¿Qué hacemos, nos quedamos sin ley o aprobamos algo incompleto?, ha interpelado al auditorio.

Marc Pons (PSOE), Mar González (Verdes Equo/Sumar) y Héctor Escudero (Izquierda Unida) han sido los otros tres representantes políticos que aceptaron la invitación de los organizadores. “El progreso no se mide por el PIB, por mucho de que nos alegramos de que el de España siga creciendo. No podemos luchar contra la crisis climática y ampliar los aeropuertos. Tenemos dos opciones: colapso o supervivencia organizada”, ha apuntado González.

38 medidas para un pacto poscrecimiento

La conferencia se ha cerrado con experiencias de los (pocos) municipios que en España están llevando a la práctica políticas ecosociales y con un diálogo entre academia y sindicalismo, dos patas claves del decrecimiento. Los organizadores han pedido poner en marcha una “agenda común poscrecimiento” que permita abrir el debate a gran escala y de forma democrática dentro del Estado español.

Se han puesto sobre la mesa un total de 38 medidas, distribuidas en 12 ejes (servicios básicos universales; renta básica universal; fin de subsidios a actividades destructivas; decrecimiento del sector turístico; transición agroecológica; impulso de la economía social y solidaria; reforma fiscal justa y verde; democracia deliberativa permanente y vinculante; protección de derechos de las generaciones futuras y de la naturaleza; cancelación de los Tratados de Comercio e Inversión; cancelación de deuda y reparación histórica; y decrecimiento digital), para poder crear condiciones “favorables” para consolidar este inédito diálogo político.

Los más de 200 asistentes de la conferencia -los organizadores han recibido más de 800 peticiones de acceso- se han ido a sus casas convencidos de que el decrecimiento “no es un sacrificio, sino una oportunidad”. ¿Qué hay al dejar atrás al capitalismo? Sociedades girando alrededor del cuidado mutuo, la cooperación, la participación y la justicia. Un modelo económico asegurando vidas dignas en un planeta habitable.

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Declaración Conferencia Más Allá del Crecimiento 2025

26 Septiembre 2025 at 09:00
Por: Arturo

Decrecimiento para el bienestar: la urgencia de un nuevo modelo ecosocial

26 de septiembre de 2025 

Activar el freno de emergencia 

Con esta Conferencia Más Allá del Crecimiento, en el Congreso, activamos colectivamente el  freno de emergencia ante un modelo que nos está llevando al colapso ecológico y social. Es una  llamada directa a la sociedad y a las instituciones para abrir un debate democrático inaplazable:  cómo vivir con bienestar dentro de los límites del planeta sin depender de la explotación de  otras vidas, humanas y no humanas, presentes o futuras, poniendo la vida en el centro. 

Partimos de una situación en la que nuestros modos de vida han sido moldeados por un sistema  económico basado en la acumulación sin límites, un sistema capitalista, fósil, patriarcal, colonial  y antropocéntrico que no cuida a las personas ni al planeta, que depende de recursos energéticos  y minerales limitados, que se apropia de innumerables trabajos de cuidados para sostenerse, y  que deja de lado a millones de vidas mientras nos empuja hacia la extinción. Un sistema que  carece de legitimidad para guiar la transición ecosocial que necesitamos en un contexto de  creciente autoritarismo y deterioro de las instituciones democráticas.  

Esta Conferencia da continuidad a la Conferencia Beyond Growth celebrada en el Parlamento  Europeo en mayo de 2023, a la que le han seguido hasta el momento conferencias y eventos en  Italia, Austria, Dinamarca, Portugal, Irlanda, Francia, Noruega y Estonia. Todas ellas parten de la  asunción que ha guiado desde su nacimiento al movimiento ecosocial y que la comunidad  científica, desde los años 70 del siglo pasado hasta la actualidad, ha constatado: un modelo social  y económico basado en el crecimiento sin fin es incompatible con el equilibrio ecológico del  planeta y su habitabilidad. Ante esta realidad, es urgente construir una prosperidad  socialmente justa más allá del crecimiento, compatible con los límites biofísicos. 

El lavado verde y las falsas soluciones  

Denunciamos que, en el contexto global y europeo actual, bajo el disfraz de la “sostenibilidad” y  el “crecimiento verde” se esconde la voluntad de perpetuar lo insostenible. Se apuesta por una  transición energética miope que no plantea un cambio real en los patrones de producción y  consumo y se basa exclusivamente en cambios tecnológicos. Se vende la idea de un 

desacoplamiento absoluto entre el crecimiento económico y los impactos ecológicos, un  desacoplamiento imposible, sobre todo teniendo en cuenta la escala global y ritmo a la que  tendría que producirse para evitar el colapso climático, de biodiversidad y de recursos. Se blindan los privilegios de las clases dominantes, ultrarricos y grandes corporaciones, mientras se margina  cualquier intento real de transformación. Se tapa el fracaso del sistema capitalista con promesas  huecas, mientras el crecimiento del PIB se agita como tótem de una prosperidad que nunca llega  para la mayoría ni lo hará para las generaciones futuras. Los resultados de este modelo son  evidentes: la crisis ecológica se agrava, la pobreza no ha retrocedido y las desigualdades no han  hecho más que crecer, dentro y entre países. 

Hoy en día, el dogma del crecimiento económico, permite seguir acumulando riqueza y poder  en pocas manos a costa de la vida y con ello se perpetúan guerras, expolios y genocidios como  el de Palestina. El crecimiento económico se ha hecho más difícil en esta última década a medida  que se constata que los recursos energéticos disponibles son de menor calidad, los minerales son  más escasos y los ecosistemas están más degradados. La carrera por crecer hace que se  incrementen todavía más los gastos militares, se precaricen y desmantelen servicios públicos, se  refuercen estructuras y violencias patriarcales, se acaparen y destruyan ecosistemas esenciales  para la vida, se nieguen derechos básicos como el derecho a la vivienda, el derecho a una  alimentación sana o el derecho a migrar, se reprima el derecho a la protesta, se criminalice la  disidencia y se ignore la soberanía de los territorios y las comunidades para decidir sobre su  presente y futuro, siendo muchos convertidos en zonas de sacrificio dentro y fuera del Estado  español.  

Por todo ello, ante la inviabilidad e indeseabilidad de más crecimiento proponemos una reducción  democrática planificada de la producción y el consumo enfocada en el bienestar social y ecológico  en lugar de la acumulación de capital. Un decrecimiento que debe comenzar por los sectores más  dañinos y grupos y territorios más privilegiados y ofrecer alternativas de reorganización  socioeconómica. Esto no solo conlleva ajustar la economía a los límites planetarios para una  sostenibilidad real, sino que también supone cambiar las reglas del juego en favor de una visión  de largo plazo, una reorganización democrática de la economía y un cambio cultural que haga  posible vivir mejor con menos, rompiendo con las lógicas extractivistas y coloniales del actual  modelo económico, que perpetúan modos de vida imperiales. 

Hacia un nuevo modelo ecosocial 

Dado que los caminos basados únicamente en mejoras tecnológicas son insuficientes al ignorar  los límites biofísicos y el cambio cultural necesario, la encrucijada en la que nos encontramos es  clara: Transitar a modos de vida más justos, deseables, igualitarios, inclusivos y ecocentrados o  seguir acercándonos al abismo de la destrucción y competición militarizada y de creciente  desigualdad. 

Somos conscientes de que contamos con el saber colectivo acumulado y de que tenemos la  capacidad de imaginar y hacer realidad otros mundos posibles. Necesitamos transitar con  urgencia a un nuevo modelo ecosocial donde el bienestar no dependa del crecimiento  económico y sabemos que esto no es posible dentro del sistema capitalista. Debemos  embarcarnos en una transición ecosocial democráticamente planificada basada en la suficiencia  de la producción y el consumo, en línea con los informes científicos del Panel Intergubernamental  del Cambio Climático (IPCC) y la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios  de los Ecosistemas (IPBES), mejorando las condiciones de habitabilidad presente y futura a la vez  que se posibilita la regeneración y equilibrio de los ecosistemas de los que depende la vida en el  planeta. Esta transformación debe tener una clara perspectiva ecofeminista como forma de  resistencia al sistema patriarcal y ecocida que sostiene este modelo de opresión y explotación, y  como motor de alternativas basadas en el cuidado, la equidad, la participación, la justicia  socioecológica y una ciencia centrada en los bienes comunes.  

Este nuevo modelo ecosocial precisa de una democratización de la economía con mecanismos  deliberativos que permitan la participación directa y permanente de la ciudadanía informada  por la ciencia y los actores sociales en la toma de decisiones. El decrecimiento ecofeminista no  es un sacrificio, sino una oportunidad para reorganizar la sociedad alrededor del cuidado mutuo,  la cooperación, la participación y la justicia, asegurando que todas las personas puedan vivir vidas  dignas en un planeta habitable, siendo ésta la única forma de atender la brecha global y las  responsabilidades históricas y actuales del Norte Global hacia al Sur o Mayoría Global.  

Una agenda para un pacto post-crecimiento 

Hacemos un llamamiento a lograr un pacto post-crecimiento bajo los principios de justicia global,  justicia intergeneracional y cuidado de la vida, reinsertando la economía en su base social y  ecológica. Un pacto ecosocial que permita, en primer lugar, responder colectivamente a  cuestiones centrales como: ¿Qué actividades económicas es necesario reducir y cuáles ampliar?,  ¿Cómo abordamos la transición energética y alimentaria teniendo en cuenta a todos los  territorios y comunidades?, ¿Cómo afrontamos los conflictos y oportunidades que nos iremos  encontrando en el camino? O ¿Cómo generar más espacios de cooperación para una transición  ecosocial y feminista justa? Nos reunimos bajo esta declaración para avanzar en una agenda  común post-crecimiento que permita precisamente abrir el debate a gran escala y de forma  democrática sobre la transición por delante, a nivel del Estado español y más allá de éste. Para  ello, proponemos una serie de medidas que permiten crear condiciones más favorables para este  diálogo y para la acción colectiva, desde la situación actual, que constituyen la base y ejes de  convergencia desde los cuales profundizar y trabajar en las transformaciones necesarias para  poner la vida en el centro, lo cual significa priorizar la satisfacción de las necesidades humanas y  ecológicas sobre la acumulación.

Medidas base propuestas 

1. Servicios básicos universales con perspectiva público-comunitaria: 

Poner topes a los precios de los alquileres de inmediato y avanzar en la  desmercantilización y mejora del parque de vivienda con criterios ecosociales, iniciando  planes de rehabilitación para acabar con la pobreza energética, reducir el consumo  energético y sacar los combustibles fósiles de nuestros hogares. 

• Garantizar el acceso a transporte público asequible y de calidad y movilidad sostenible  en áreas urbanas y comarcas rurales, mejorando la calidad, la frecuencia y las  interconexiones desde un principio de equidad, en el marco de un proceso de transición  hacia una reducción de la movilidad y su descarbonización, que reduzca la movilidad  individual motorizada fósil en favor de la movilidad colectiva sostenible y las formas de  movilidad activa. 

• Favorecer la generación energética distribuida y descentralizada en base a energías  renovables (ej. comunidades energéticas solares) en el marco de una transición  energética justa, basada en la suficiencia y en la reducción del consumo, en el abandono  de los combustibles fósiles y la energía nuclear, y que incorpore criterios de planificación  territorial y de justicia global, priorizando el ahorro energético y la eficiencia antes de la  generación. 

• Asegurar la gobernanza democrática del agua desde un enfoque público-comunitario,  que establezca un riguroso control de cauces y acuíferos y dé seguridad en el  abastecimiento de agua para consumo humano. 

• Impulsar sistemas integrales de cuidados basados en la sostenibilidad de la vida, que  integren la dimensión ecológica, fomenten una cultura del cuidado y garanticen equidad  y justicia social, de género e interseccional. 

• Mejorar y ampliar la cobertura de la salud pública sin depender del mercado, al igual  que las instituciones e infraestructuras de cuidado y salud comunitaria dirigidas a  promover la salud y a prevenir las enfermedades. 

• Asegurar la gratuidad y universalidad de la educación pública en todas sus fases,  favoreciendo una educación integral con enfoque ecosocial que incluya la formación de  personal docente. 

• Poner en marcha los medios necesarios para garantizar universalmente las necesidades  en el contexto de reducción y/o restructuración de las múltiples ramas de la economía 

con fuertes impactos ecosociales. Una medida que podría favorecer este proceso es una  garantía de trabajo ecosocial que permita acceder a un empleo con impactos sociales y  ecológicos positivos a todas las personas que lo deseen, favoreciendo una transición justa  en los sectores que deben reducirse o transformarse

• Impulsar marcos regulatorios que incidan en la fase de diseño de cualquier producto  para permitir la substitución de componentes y la reparabilidad, aumentando así la  durabilidad y eliminando la obsolescencia

• Activar planes de restauración de la naturaleza que pongan freno a los peores efectos  del cambio climático a base de la protección de ecosistemas y la regeneración de los  suelos. 

• Incrementar la resiliencia frente a la emergencia climática y ambiental con políticas  públicas preventivas contra los incendios forestales, las inundaciones y sequías con  implicación y recursos disponibles a nivel municipal y territorial. 

• Favorecer la co-creación de planes municipales de transición ecosocial como  herramientas democráticas y transformadoras con un enfoque público-comunitario. 

2. Renta básica universal e incondicional como derecho de garantía de ingresos: 

• Poner en marcha una renta básica universal, incondicional, individual y suficiente que  garantice la seguridad económica de todas las personas, contribuyendo a las actividades  dirigidas al sostenimiento cotidiano de la vida y a la participación social y democrática en  la transformación socioecológica

• La puesta en marcha de esta renta básica se fundamenta en un reparto justo y adecuado  de la riqueza social y natural, por lo que su financiación conlleva una redistribución de la  riqueza con impuestos progresivos, donde quien más contribuya sea el 1% de la  población con mayores ingresos y riqueza, mayores responsables de la crisis ecológica  actual, junto a otras medidas de fiscalidad ecosocial.  

3. Fin de subvenciones a actividades destructivas y finanzas ecosociales: 

• Poner fin inmediato a todas las subvenciones públicas destinadas al sector de los  combustibles fósiles y a las industrias de alto impacto ambiental y territorial, como es el  caso de la agroindustria, asegurando una transición justa en todos los sectores  afectados.

• Una política financiera y monetaria que ajuste los flujos de inversión privados, vía crédito  guiado, para alinearlos con objetivos sociales y ecológicos definidos a través de procesos  democráticos, anulando la lógica del lucro por lucro.  

4. Decrecimiento del sector turístico: 

• Llevar a cabo un decrecimiento del sector turístico implica controlar los pisos turísticos,  poner límites a las plataformas digitales y a la entrada de visitantes y a los vuelos y  cruceros en función de la capacidad de carga de los ecosistemas y el bienestar y dignidad  de las poblaciones locales, primando la justicia social y el equilibrio territorial. 

5. Transición agroecológica: 

• Favorecer el desarrollo de sistemas alimentarios agroecológicos con políticas agrarias y  alimentarias que favorezcan la producción ecológica, cuidando la fertilidad del suelo, la  biodiversidad, la salud de las personas que trabajan en el campo y a las consumidoras.  Esto permite al sector primario romper con la dependencia actual de los insumos fósiles  cada día más escasos.  

• Incorporar la soberanía alimentaria y biorregional y una perspectiva ecofeminista a la  transición agroecológica , apoyando rentas dignas, precios justos, dietas saludables para  todas las personas, asumiendo las tareas de cuidados de forma equitativa, y reduciendo  el transporte y desperdicio alimentario.  

• Priorizar en la compra pública los alimentos ecológicos, de temporada, circuito corto, de  empresas de la economía social y solidaria, y favorecer la formación – al personal  vinculado – en alimentación saludable y ecológica y desperdicio cero. 

• Impulsar un desmantelamiento de la agricultura y ganadería industrializada y  contaminante mediante planes territoriales de transición agroecológica justa en los que  participe la ciudadanía, que impulsen la producción ecológica y su venta en circuitos  cortos, la formación a jóvenes y mujeres agricultoras en manejo agroecológico y el acceso  a la tierra a través de bancos de tierra u otras formas de acceso social a la tierra, dando  prioridad a residentes en los pueblos para frenar el despoblamiento rural y favorecer el  relevo generacional. 

6. Impulso de la economía social y solidaria: 

• Reforzar la presencia de la economía social y solidaria en sectores esenciales que  garantizan necesidades básicas para asegurar que se gestionen bajo principios de  cooperación, equidad y sostenibilidad ecológica. 

• Impulsar una transición hacia modelos circulares y de decrecimiento, priorizando  aquellos sectores esenciales para la vida, y desmantelando dinámicas especulativas en 

favor de actividades comerciales, industriales, tecnológicas y financieras que se  sostengan en fórmulas de economía social y solidaria: cooperativas de producción  agroecológica, de comercio justo y de proximidad, supermercados cooperativos,  comunidades energéticas, cooperativas de vivienda en cesión de uso y, las finanzas éticas,  que impulsen iniciativas que garanticen justicia social y sostenibilidad ecológica. 

• Incorporar cláusulas sociales y ambientales en las contrataciones públicas para dar  prioridad a los modelos empresariales de la Economía Social y Solidaria. 

Incorporar en los currículos educativos empresariales el modelo de empresa de  Economía Social y Solidaria, basado en la toma de decisiones compartida, diversas y  democráticas que impulsen la participación, prestando atención a los procesos y las  relaciones, e incorporando en su cultura organizativa la salud emocional y la  corresponsabilidad en los cuidados. 

7. Reforma fiscal justa y verde: 

• Poner en marcha una política de ingresos máximos que permita financiar el conjunto de  medidas aquí propuestas, estableciendo un tope a los ingresos en el actual 0,1% con  mayores ingresos en el Estado español. Esta política debe integrarse dentro de un nuevo  marco fiscal donde quienes más contribuyan sean las empresas más contaminantes y el  1% de la población con mayores ingresos y riqueza. 

• Impulsar activamente una fiscalidad justa y verde a nivel estatal, europeo e  internacional, con medidas como una agenda tributaria de la riqueza y las rentas del  capital, en particular a los “super ricos” y grandes patrimonios y hacer que las grandes  corporaciones extractivistas paguen por sus daños al medio ambiente y a las sociedades. 

• Tener unos presupuestos públicos que garanticen los servicios básicos, los cuidados a lo  largo de toda la vida y la transición ecológica justa. 

8. Democracia deliberativa permanente y vinculante: 

• Diseñar y poner en marcha mecanismos de democracia deliberativa y directa de carácter  vinculante que permitan una planificación ecosocial a largo plazo, como es el caso de  las asambleas climáticas permanentes. La participación de la ciudadanía es una  herramienta clave contra la corrupción, para construir políticas de suficiencia a gran  escala y desmantelar el secuestro de la acción pública por los lobbies y grupos de  intereses. En definitiva, más democracia para hacer posibles modos de vida definidos  desde una autonomía colectiva que acabe con estructuras tecnocráticas y corruptas. 

Defensa de espacios cívicos y autónomos propicios para el trabajo, expresión y  participación de la sociedad civil, dentro y fuera de las fronteras del Estado español,  generando condiciones favorables para ello.

9. Protección de derechos de las generaciones futuras y de la naturaleza: 

• Poner en marcha las medidas legislativas necesarias para proteger los derechos de las  generaciones futuras a un planeta habitable. 

• Poner en marcha las medidas legislativas de justicia ecológica necesarias para dotar de derechos a la naturaleza, siguiendo el precedente del Mar Menor y los diversos casos a  nivel internacional; así como salir de la postura antropocéntrica utilitarista para  desarrollar una teoría legal con visión ecocéntrica que reconozca el valor intrínseco de la  naturaleza. 

• Generar y publicar una métrica ecosocial de progreso “más allá del PIB” en el lNE. 

10. Cancelación de los Tratados de Comercio e Inversión: 

Cancelación de los Tratados de Comercio e Inversión, los ya firmados y aquellos que se  estén negociando buscando vías multilaterales de cooperación entre países donde el  intercambio comercial priorice el cumplimiento de los derechos humanos y los  principios acordados en la COP 21 para frenar el cambio climático. 

11. Cancelación de deuda y reparación histórica: 

• Llevar a cabo la abolición de las deudas odiosas e ilegítimas con los países del Sur o  Mayoría Global y favorecer la transferencia de tecnología junto a la cooperación  internacional y otras medidas de reparación de las diversas deudas coloniales históricas  entre las que se encuentra la deuda ecológica y climática, desde una perspectiva de  solidaridad internacional. 

12. Decrecimiento digital: 

• Poner la esfera digital al servicio del bien común con herramientas efectivas para evitar  burbujas tecnológicas – y de centros de datos -, regular inversiones y proteger derechos. 

• En educación y salud y los trámites de la administración, garantizar de manera prioritaria  la atención y servicio personal y adaptado, dejando los procedimientos digitales como  algo voluntario. 

Garantizar la soberanía digital y la protección de la democracia poniendo coto al poder  de las grandes empresas tecnológicas, paralizando los planes de extensión de la vigilancia  automatizada e implementando masivamente el uso de software libre en las instituciones  públicas.

Reducir el consumo hídrico, material y energético del sector de las TIC fomentando el  uso colectivo de equipos existentes, poniendo fin a la obsolescencia programada y liberando internet de los oligopolios para favorecer su desacoplamiento de los grandes  nodos y su uso descentralizado. Esto implica establecer una moratoria a la construcción  de centros de datos. 

Próximos pasos y compromiso colectivo hacia 2026 

Estas medidas, junto a otras que nos comprometemos a seguir impulsando, profundizan en un  nuevo modelo ecosocial donde lo que está en el centro de la economía es la vida misma y todo  lo que permite que se desarrolle con dignidad. Para ello es preciso avanzar en una gobernanza  global que prime la redistribución, los derechos humanos, la democracia económica, y la  resiliencia ecológica y social, haciendo posible el bienestar colectivo dentro de los límites  planetarios, superando la ficción del crecimiento verde y en clara oposición a la deriva  reaccionaria que pretende monopolizar el control de recursos naturales desde un fascismo fósil.  De este modo, los colectivos, organizaciones y personas firmantes de esta Declaración nos  comprometemos a celebrar en la primera mitad de 2026 un Foro Social que profundice en la  puesta en práctica de los principios y medidas aquí presentadas. 

Adhesiones colectivas e individuales 

La entrada Declaración Conferencia Más Allá del Crecimiento 2025 se publicó primero en ATTAC España | Otro mundo es posible.

¿Cuánto cuesta tener principios?

Una familia plantando un árbol.Es más fácil ser negacionista —o relativista— que actuar con responsabilidad medioambiental. Ahora, la moda es apoyar medidas ecologistas, pero de forma superficial, sobre el papel, con acciones tipo greenwashing: coche eléctrico, reciclaje, una supuesta economía circular o con bonitos lemas verdes. Por ejemplo, hoy todos apoyan las renovables (no se entendería no hacerlo), pero algunos siguen defendiendo la nuclear con argumentos falaces (como que evitaría el omnipresente riesgo de apagones).

Dejémoslo claro con un caso histórico. No generó turbación ni malestar general que el presidente de un gobierno defendiera el consumo de carne diciendo que un chuletón al punto es «imbatible». Lo que sí levantó la controversia fue visibilizar el enorme problema que tenemos por conseguir carne en el modo y la cantidad que lo hacemos (a nivel global, pero también a nivel europeo o español). Y no importa que sea de ganadería extensiva. Si te atreves a decir que la carne y el pescado deberían ser más caros, te machacarán si eres importante y te ningunearán si no lo eres.

¿Tiene algo que decir la ciencia en este tipo de debates? Por supuesto que sí. Ya lo ha hecho y su conclusión es muy clara en multitud de estudios, como el de Ripple et al., el de Kozicka et al., el de Pieper et al., el de Berkhout et al., el de Wynes et al. o el manifiesto firmado por más de 15.000 científicos. Pero, ¿de qué sirve realizar estos estudios —casi siempre financiados con dinero público— si no se atienden sus conclusiones?

La sociedad prefiere seguir danzando al ritmo de la música en la cubierta del Titanic. ¿Ignorancia? ¿Comodidad? ¿Egoísmo? ¿Confianza en el más allá, en dioses, en políticos, en el tecnooptimismo…? ¿Tal vez un poco de todo?

Si cumplir con tus principios no te cuesta dinero, ni críticas ni tu comodidad —las tres cosas—, es que son principios muy flojos.

Ser coherente con tus valores necesita, para empezar, un poco de sosiego y reflexión crítica para establecer tales principios con cierta consistencia y no porque lo dice «mi cuñao» o el «líder político de mi partido» (aunque ambos sepamos que son volubles y chaqueteros). Por otra parte, podemos asegurar que todo el mundo tiene principios éticos, más o menos fundamentados, procedentes de sus vivencias y de su formación (religiosa, cultural, mediática, política, etc.). Y a pesar de todo, sostener esos principios ha de ser costoso.

Principios para mitigar el colapso

El colapso es inevitable porque la alta dependencia de la tecnología requiere de muchos materiales y energía (y las alternativas no pueden sostener la complejidad actual). Las ciudades son aún más vulnerables por su dependencia de todo tipo de recursos externos. «No hay tiempo para una transición ordenada que pueda esquivar el colapso» (cfr. Fernández et al.). La transición energética requiere décadas y, encima, no se dan las condiciones políticas ni culturales. Algunas razones para esto son: el consumismo, el individualismo, el antropocentrismo, la irracionalidad humana o la comodidad en sí misma.

Este colapso, aunque sea inevitable, puede desacelerarse. Los científicos alegan que lo peor puede evitarse con medidas tan bien conocidas y aplicables como poco empleadas.

Defender los derechos sociales (vivienda, respirar aire limpio, derecho a migrar, etc.), señalar los desmanes de los mega ricos y sus paraísos fiscales, o denunciar la desigualdad imperante no es suficiente. En la era de las redes sociales, creíamos que la libertad de expresión sería mayor. En cambio, de nuevo, los intereses económicos han vuelto a ganar la partida, maximizando su libertad de expresión (léase de manipulación). Polarizan a la sociedad para que tengamos miedos que maximicen sus ganancias (en dinero o en votos). Demasiadas veces ha pasado ya en la historia.

Para algunos, la empatía hacia el pobre, hacia el necesitado, está bien para una foto, pero no para una película de larga duración y menos, subvencionada con dinero público recortando gastos en defensa.

♦ Propuestas inquietantes:

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Una familia plantando un árbol.

¿Cuánto cuesta tener principios?

Una familia plantando un árbol.Es más fácil ser negacionista —o relativista— que actuar con responsabilidad medioambiental. Ahora, la moda es apoyar medidas ecologistas, pero de forma superficial, sobre el papel, con acciones tipo greenwashing: coche eléctrico, reciclaje, una supuesta economía circular o con bonitos lemas verdes. Por ejemplo, hoy todos apoyan las renovables (no se entendería no hacerlo), pero algunos siguen defendiendo la nuclear con argumentos falaces (como que evitaría el omnipresente riesgo de apagones).

Dejémoslo claro con un caso histórico. No generó turbación ni malestar general que el presidente de un gobierno defendiera el consumo de carne diciendo que un chuletón al punto es «imbatible». Lo que sí levantó la controversia fue visibilizar el enorme problema que tenemos por conseguir carne en el modo y la cantidad que lo hacemos (a nivel global, pero también a nivel europeo o español). Y no importa que sea de ganadería extensiva. Si te atreves a decir que la carne y el pescado deberían ser más caros, te machacarán si eres importante y te ningunearán si no lo eres.

¿Tiene algo que decir la ciencia en este tipo de debates? Por supuesto que sí. Ya lo ha hecho y su conclusión es muy clara en multitud de estudios, como el de Ripple et al., el de Kozicka et al., el de Pieper et al., el de Berkhout et al., el de Wynes et al. o el manifiesto firmado por más de 15.000 científicos. Pero, ¿de qué sirve realizar estos estudios —casi siempre financiados con dinero público— si no se atienden sus conclusiones?

La sociedad prefiere seguir danzando al ritmo de la música en la cubierta del Titanic. ¿Ignorancia? ¿Comodidad? ¿Egoísmo? ¿Confianza en el más allá, en dioses, en políticos, en el tecnooptimismo…? ¿Tal vez un poco de todo?

Si cumplir con tus principios no te cuesta dinero, ni críticas ni tu comodidad —las tres cosas—, es que son principios muy flojos.

Ser coherente con tus valores necesita, para empezar, un poco de sosiego y reflexión crítica para establecer tales principios con cierta consistencia y no porque lo dice «mi cuñao» o el «líder político de mi partido» (aunque ambos sepamos que son volubles y chaqueteros). Por otra parte, podemos asegurar que todo el mundo tiene principios éticos, más o menos fundamentados, procedentes de sus vivencias y de su formación (religiosa, cultural, mediática, política, etc.). Y a pesar de todo, sostener esos principios ha de ser costoso.

Principios para mitigar el colapso

El colapso es inevitable porque la alta dependencia de la tecnología requiere de muchos materiales y energía (y las alternativas no pueden sostener la complejidad actual). Las ciudades son aún más vulnerables por su dependencia de todo tipo de recursos externos. «No hay tiempo para una transición ordenada que pueda esquivar el colapso» (cfr. Fernández et al.). La transición energética requiere décadas y, encima, no se dan las condiciones políticas ni culturales. Algunas razones para esto son: el consumismo, el individualismo, el antropocentrismo, la irracionalidad humana o la comodidad en sí misma.

Este colapso, aunque sea inevitable, puede desacelerarse. Los científicos alegan que lo peor puede evitarse con medidas tan bien conocidas y aplicables como poco empleadas.

Defender los derechos sociales (vivienda, respirar aire limpio, derecho a migrar, etc.), señalar los desmanes de los mega ricos y sus paraísos fiscales, o denunciar la desigualdad imperante no es suficiente. En la era de las redes sociales, creíamos que la libertad de expresión sería mayor. En cambio, de nuevo, los intereses económicos han vuelto a ganar la partida, maximizando su libertad de expresión (léase de manipulación). Polarizan a la sociedad para que tengamos miedos que maximicen sus ganancias (en dinero o en votos). Demasiadas veces ha pasado ya en la historia.

Para algunos, la empatía hacia el pobre, hacia el necesitado, está bien para una foto, pero no para una película de larga duración y menos, subvencionada con dinero público recortando gastos en defensa.

♦ Propuestas inquietantes:

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