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La caza y la ética. Argumentos de los cazadores y problemas que provocan

Se caza por placer y no para comer la carne, por lo que el despilfarro no importa
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¿Puede ser contrario a la ética algo que se ha hecho por tradición desde tiempo inmemorial? Por supuesto que . Primero porque el ser humano tiene algunas tradiciones muy salvajes (la ablación o la tauromaquia son buenos ejemplos) y segundo porque el contexto cambia constantemente. La caza pudo ser una actividad ética para los primeros humanos que sobrevivían en pequeños grupos de cazadores-recolectores, pues lo hacían para sobrevivir. Para ellos la carne no fue más que un alimento secundario, como constata Harari en su libro Sapiens. Sin embargo, poco después la caza ya provocó la extinción de muchas especies, porque el ser humano antiguo no sabía cazar éticamente.

Domingo 3 de Febrero: MANIFESTACIONES CONTRA LA CAZA POR TODA ESPAÑA.
Domingo 3 de Febrero: MANIFESTACIONES CONTRA LA CAZA POR TODA ESPAÑA.

La ética de la caza depende del contexto en el que se haga: cuando no se necesita cazar para obtener una alimentación completa y saludable, la caza carece de justificación ética porque genera graves problemas que vamos a estudiar a continuación. Solo tiene sentido la caza como sustento, pero hoy, en los países ricos se caza por gusto y sin pensar en la ética. Por supuesto, hay muchas formas de cazar: hay cazadores que cazan con mucha moderación y se comen todo lo cazado, y hay cazadores que solo buscan trofeos o matar todo lo posible. Pero no queremos atacar a los cazadores, pues la mayoría han sido educados en un entorno en el que cazar se ha visto como algo normal, divertido y hasta beneficioso por dos motivos.

¿Qué argumentan los cazadores para justificar su caza?

Algunos de cazadores buscan argumentos para justificarse y no aceptan razones en su contra, pues eso les obligaría a abandonar una actividad que le agrada. Los cazadores reconocen el sufrimiento animal, reconocen que cazan por gusto y reconocen que “otros cazadores” provocan daños inaceptables a la fauna, pero cuesta más trabajo reconocer el propio impacto.

Los argumentos que alegan los cazadores son básicamente los dos siguientes, pero son realmente muy discutibles:

1. ¿La caza ayuda a la conservación?

Los cazadores no son ecologistas que hacen un sacrificio para la conservación de la naturaleza. Los cazadores cazan por gusto, no porque amen la conservación. Al menos en Europa, el objetivo de la caza no es la conservación, sino el placer. Hay cientos de especies que se han extinguido por culpa de la caza: ¿Conservó la caza la numerosa población de paloma migratoria americana? ¿Conservó la caza el bucardo de los Pirineos? También se extinguieron por la caza el lobo de Tasmania, el rinoceronte negro… Por tanto, alegar la conservación para defender la caza genera más risa que respeto.

En ciertas circunstancias hay superpoblación de algunas especies, lo cual genera problemas (desnutrición, enfermedades…). En esos casos, la caza puede contribuir a mejorar la salud de esos animales y el estado del ecosistema, pero los que alegan esto olvidan conscientemente que esa inestabilidad se ha producido siempre por culpa del hombre: o bien se trata de animales introducidos (especies invasoras), o bien el hombre ha aniquilado los predadores naturales (lobos, rapaces…), o bien, en muchos casos, son los propios cazadores los que provocan la superpoblación de especies cinegéticas (alimentándolas artificialmente, construyendo bebederos…). A veces, se da la paradoja de que los mismos cazadores que defienden la caza por superpoblación, también defienden la caza del lobo, cuando precisamente el lobo ayudaría a combatir esa superpoblación.

La auténtica conservación debe tender a conservar todas las especies propias de cada ecosistema y no solo las que tengan interés económico para unos pocos. La caza ha contribuido al retroceso exagerado de muchas especies que antes eran comunes (la tórtola, la perdiz, la avefría europea…). Y el problema es tan grave que en muchos casos los cazadores se ven obligados a pagar para que se (mal)críen los animales en granjas y luego se suelten en el campo el día de caza. En otros cotos, el monte es vallado convirtiendo el monte en una granja en la que pegar tiros cuando apetezca (por no mencionar los problemas que generan esas vallas en muchos animales salvajes). Estos hechos demuestran que el objetivo es divertirse pegando tiros, sin importar ni la naturaleza, ni el bienestar animal, ni la contaminación por plomo y munición.

Téngase en cuenta que muchas especies están siendo conservadas y su caza está prohibida (el oso o el lince en España son buenos ejemplos). Los animales no son simples recursos al servicio del todopoderoso ser humano.

2. ¿La caza genera empleo y riqueza?

Este segundo argumento es cierto. Por supuesto que genera empleo, pero también lo destruye o lo desplaza, porque en las zonas donde se caza, se están desplazando a los turistas y a los senderistas hacia otras zonas más tranquilas. Muchas zonas han descubierto que el turismo ecológico es muy rentable, pues la gente adora ir a las zonas bien conservadas (para observar lobos o ciervos, por ejemplo). La observación y la  fotografía son actividades que pueden generar riqueza sin matar.

Cuando Reino Unido prohibió la caza del zorro con perros, también hubo quién predijo desastres sociales por la pérdida de empleos, pero no ocurrió nada negativo.

Hay que respetar a los cazadores, porque no saben lo que hacenEl colmo es esa minoría de gente acomodada que se permite el lujo de viajar a lugares lejanos para matar animales exóticos con su fusil con mirilla telescópica (por cazar un leopardo se tienen que pagar más de 25.000€). No viajan con el objetivo de ayudar a esos países, aunque luego presuman de “ayudar” a los pobres, mientras cuelgan en su casa el cadáver-trofeo de un animal que vivía libremente. Si realmente desearan ayudar, seguro que encontrarían formas mucho más eficaces. Por supuesto, mucho más grave es la caza furtiva. Seguramente, el 100% de los cazadores furtivos son cazadores con licencia. Por tanto, prohibir la caza y la venta de armas de caza simplificaría mucho la lucha contra los furtivos.

Para terminar con este argumento de forma radical es preciso decir que la ética de cualquier actividad no puede sustentarse en motivos económicos. Los cazadores deberían buscar otros argumentos para defender la caza y, si no los hay, deberíamos prohibir esta actividad. Hay muchas actividades que generan “riqueza” (para algunos) pero no son éticas (tráfico de armas, de especies, de seres humanos…).

¿Cuáles son los problemas que genera la caza?

En resumen, el objetivo de la caza es matar a animales indefensos que están en su propio ecosistema, en su casa, y sin posibilidad de defenderse. La caza es solo un negocio que genera graves y numerosos problemas, por lo que es necesario exigir un control mucho más exhaustivo. De forma muy resumida, los problemas de la caza son:

  1. La caza no ayuda a la conservación y es la causa de la superpoblación de especies cinegéticas: La caza provoca una disminución de hasta el 83% en las poblaciones de mamíferos tropicales y aves, y no sirve para controlar las superpoblaciones. De hecho, a veces es la causa de ellas.
  2. La caza contamina: Europa califica de riesgo para la salud la cantidad de plomo que disparan los cazadores. También existe contaminación genética cuando se sueltan animales que se cruzan con las poblaciones locales.
  3. La caza reduce la biodiversidad: La caza solo tiene interés en ciertas especies. Por eso, para los cazadores no importa que las demás especies se vean perjudicadas. Así por ejemplo, en demasiadas ocasiones se han introducido especies exóticas y se disparan (por accidente o no) a especies que pasaban por allí.
    • Como explica M. Tafalla en su libro Filosofía ante la crisis ecológica, la caza expulsa animales de un territorio (sea o no su objetivo) y, cuando estos huyen, los conocimientos que se adquirieron en su territorio original son prácticamente inútiles. Además, cuando se mata a un animal adulto se impide que se transmitan conocimientos importantes a sus crías. Todo esto dificulta la supervivencia y la calidad de vida de una población.
  4. La caza genera riesgos para la vida y molestias: Aparte de los accidentes de caza, los vecinos y senderistas tienen que soportar el ruido, el riesgo y las molestias que generan los cazadores, pues incluso se cortan caminos públicos. Cada año hay muchos accidentes de caza que suponen también un coste para las arcas públicas. Gente paseando por el campo, en bicicleta o recogiendo piñas han recibido disparos de cazadores. Más de 600 víctimas hubo solo en 2020 (hasta septiembre).
  5. La caza frena el desarrollo rural sostenible: El turismo rural y ecológico huye de los pueblos en los que hay caza. Así, una minoría de cazadores está frenando la sostenibilidad de muchas zonas rurales.Matar a una madre embarazada o con su lactante es cruel, independientemente de la especie de la que se trate
  6. La caza produce sufrimiento animal: Nadie puede dudar que los animales cazados sufren mucho en su huida, hasta que mueren desangrados. Muchas veces mueren tan lejos del cazador que ni siquiera son encontrados. Por otra parte, está demostrado que muchos cazadores disparan también a especies no cinegéticas y a madres embarazadas… ¿para practicar su puntería o para curtirse en insensibilidad? Además, los perros de caza, especialmente los galgos, suelen sufrir graves consecuencias, tales como accidentes de caza, estar encerrados todo el año o incluso ser abandonados o sacrificados cuando no son aptos para la caza o cuando termina la temporada.
  7. La caza es una actividad violenta: No podemos enseñar valores de respeto a la naturaleza y a las demás personas, fomentando este tipo de actividades. Si se aceptara como ética la “caza por placer”, sería muy complicado poner el límite de lo que es o no aceptable. ¿Por qué la mayoría de los cazadores son hombres?
  8. La caza mata sin aprovechar todo lo que mata: Es demasiado frecuente que los cazadores no se coman todo lo que cazan, pues a veces es sencillamente imposible aprovechar tanta carne, o bien, solo buscan el trofeo y la foto (los lobos no se comen). ¿Cuántos zorzales como máximo debería matar un cazador?
  9. La caza promociona el consumo de carne: El consumo de carne está destrozando el planeta. Lo dicen los científicos y los ecologistas. Es difícil encontrar un cazador que solo coma carne de caza, y mucho más difícil es encontrar un cazador (o un taurino) vegano, aunque sí se dan casos de gente que se hace vegetariana gracias a los taurinos.
  10. La carne de caza está contaminada por plomo (cuando se usa esa munición). Por eso, está especialmente desaconsejado que la coman niños menores de 10 años.
  11. La caza recibe subvenciones desproporcionadas para una actividad extremadamente minoritaria y muy despreciada socialmente: La cantidad total se desconoce, pero tenemos muchos datos al respecto. Especialmente grave es que con dinero público de RTVE se mantiene un programa de TV y su revista sobre caza.
  12. La caza provoca incendios forestales que, con el cambio climático, son cada vez más virulentos y difíciles de controlar. Aunque el sector de la ganadería extensiva provoca muchos más incendios, también hay intereses cinegéticos.

Concluyendo

Un partido que recopila los votos de los desesperados cazadores para mantener su derecho a masacrar animales.Cada vez más gente rechaza la caza tanto como la decoración con cabezas o cráneos de animales masacrados en su hábitat natural. El mundo de la caza se siente amenazado, con razón. Ante su desesperación elaboran reglas para que sus fotos queden bien en las redes sociales (que no se vea la sangre, que no salgan menores, que no se vean los lobos muertos…) y piden que no se publiquen vídeos o fotos en los que se vea la barbarie que implica la caza. En definitiva, quieren que no se vea lo que la caza es de verdad. Están tan asustados que no temen votar a partidos extremistas que les prometen defender su actividad todo lo posible, aunque sea poco.

Matar animales para tener un trofeo es un ejemplo de la estupidez humanaLa conclusión es evidente: la caza no es necesaria, los animales no son trofeos y amar la naturaleza no es matarla. Los animales sienten y sufren. Salvo que tengas necesidad de salvar tu vida o la de tu familia, la caza no tiene justificación ética. La caza puede ser divertida pero difícilmente será ética. El problema es que los cazadores no leerán esto… y menos aún reflexionarán seriamente sobre todo lo dicho.

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Dejémoslo claro con un caso histórico. No generó turbación ni malestar general que el presidente de un gobierno defendiera el consumo de carne diciendo que un chuletón al punto es «imbatible». Lo que sí levantó la controversia fue visibilizar el enorme problema que tenemos por conseguir carne en el modo y la cantidad que lo hacemos (a nivel global, pero también a nivel europeo o español). Y no importa que sea de ganadería extensiva. Si te atreves a decir que la carne y el pescado deberían ser más caros, te machacarán si eres importante y te ningunearán si no lo eres.

¿Tiene algo que decir la ciencia en este tipo de debates? Por supuesto que sí. Ya lo ha hecho y su conclusión es muy clara en multitud de estudios, como el de Ripple et al., el de Kozicka et al., el de Pieper et al., el de Berkhout et al., el de Wynes et al. o el manifiesto firmado por más de 15.000 científicos. Pero, ¿de qué sirve realizar estos estudios —casi siempre financiados con dinero público— si no se atienden sus conclusiones?

La sociedad prefiere seguir danzando al ritmo de la música en la cubierta del Titanic. ¿Ignorancia? ¿Comodidad? ¿Egoísmo? ¿Confianza en el más allá, en dioses, en políticos, en el tecnooptimismo…? ¿Tal vez un poco de todo?

Si cumplir con tus principios no te cuesta dinero, ni críticas ni tu comodidad —las tres cosas—, es que son principios muy flojos.

Ser coherente con tus valores necesita, para empezar, un poco de sosiego y reflexión crítica para establecer tales principios con cierta consistencia y no porque lo dice «mi cuñao» o el «líder político de mi partido» (aunque ambos sepamos que son volubles y chaqueteros). Por otra parte, podemos asegurar que todo el mundo tiene principios éticos, más o menos fundamentados, procedentes de sus vivencias y de su formación (religiosa, cultural, mediática, política, etc.). Y a pesar de todo, sostener esos principios ha de ser costoso.

Principios para mitigar el colapso

El colapso es inevitable porque la alta dependencia de la tecnología requiere de muchos materiales y energía (y las alternativas no pueden sostener la complejidad actual). Las ciudades son aún más vulnerables por su dependencia de todo tipo de recursos externos. «No hay tiempo para una transición ordenada que pueda esquivar el colapso» (cfr. Fernández et al.). La transición energética requiere décadas y, encima, no se dan las condiciones políticas ni culturales. Algunas razones para esto son: el consumismo, el individualismo, el antropocentrismo, la irracionalidad humana o la comodidad en sí misma.

Este colapso, aunque sea inevitable, puede desacelerarse. Los científicos alegan que lo peor puede evitarse con medidas tan bien conocidas y aplicables como poco empleadas.

Defender los derechos sociales (vivienda, respirar aire limpio, derecho a migrar, etc.), señalar los desmanes de los mega ricos y sus paraísos fiscales, o denunciar la desigualdad imperante no es suficiente. En la era de las redes sociales, creíamos que la libertad de expresión sería mayor. En cambio, de nuevo, los intereses económicos han vuelto a ganar la partida, maximizando su libertad de expresión (léase de manipulación). Polarizan a la sociedad para que tengamos miedos que maximicen sus ganancias (en dinero o en votos). Demasiadas veces ha pasado ya en la historia.

Para algunos, la empatía hacia el pobre, hacia el necesitado, está bien para una foto, pero no para una película de larga duración y menos, subvencionada con dinero público recortando gastos en defensa.

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