La
publicación del libro que el lector tiene ahora entre sus manos es
un hecho importante, en términos políticos y también en términos
ideológicos, dentro del complicado panorama que hoy, en 2024, vive
todo el semicontinente de América Latina. Pues luego de la crisis y
debacle de todo el conjunto de los gobiernos latinoamericanos
llamados ‘progresistas’, que al haber terminado desilusionando
completamente
a todos sus respectivos pueblos, han ido abriendo la puerta al
retorno de los gobiernos de derecha y ultraderecha en distintas
naciones latinoamericanas, resulta relevante comprender de modo
adecuado cuales son los mecanismos represivos y los modos de operar
en general de los actuales gobiernos capitalistas latinoamericanos,
sean los ya mencionados gobiernos de derecha y ultraderecha, que hoy
vuelven a hacerse presentes y a ganar elecciones, sean también los
supuestos gobiernos de ‘izquierda’ o ‘progresistas’ aún
subsistentes dentro del cada día más deslegitimado ámbito de la
política contemporánea de América Latina.
En este sentido, creemos que el injusto y absurdo montaje que el profesor Miguel Ángel Beltrán Villegas vivió a partir de mayo de 2009 y hasta 2016, cuando el Tribunal Superior de Colombia lo declaró finalmente inocente, e incluso hasta 2018, cuando el Consejo de Estado ordenó su reincorporación a la Universidad, es un caso excepcionalmente revelador de esos modus operandi de dichos gobiernos de nuestro semicontinente. Porque en ese ridículo montaje, que fue denunciado como tal desde su inicio,1 convergen desde evidentes inconsistencias jurídicas hasta delirantes declaraciones ideológicas, pasando por claras arbitrariedades políticas y por inconfesables alianzas diplomáticas, las que en su conjunto desnudan y revelan de manera paradigmática la inmensa torpeza y la gran limitación de todos los gobiernos recientes y actuales de América Latina, lo mismo los de derecha y ultraderecha de los que se trata en este caso, que de los llamados supuestamente ‘progresistas’ o de ‘izquierda’, los que sin duda son en general, y más allá de estos pequeños matices, genuinos gobiernos burgueses y procapitalistas, y por ende, obligados guardianes y reproductores del injusto orden capitalista todavía vigente en todos los países de nuestro semicontinente latinoamericano.
Entonces,
revisitar este caso quince años después de su comienzo, es sin duda
importante por varias razones. La primera, es porque se trata de una
injusticia profunda, que tenía fines absolutamente espurios de
autolegitimación del gobierno de Álvaro Uribe, cuando ese gobierno
se tambaleaba por los múltiples efectos de su ilegítima acción
internacional del ataque en Sucumbíos de 2008, llevada a cabo
violando todos los principios del derecho internacional, y cuando
Uribe pretendía, de modo delirante e irracional, reelegirse por
tercera ocasión como presidente de Colombia. Injusticia profunda y
flagrante que, como toda injusticia, debe ser denunciada y hecha
pública, no sólo para que sea repudiada por la opinión pública,
sino sobre todo para tratar de evitar que pueda repetirse en el
futuro, en México, en Colombia, o en cualquier país de América
Latina o del mundo.
En
segundo lugar, porque se trató de una clara estigmatización y
criminalización del pensamiento
crítico,
cuyo ejercicio abierto y confeso, era el único posible ‘crimen’
que podía realmente imputarse al Dr. Beltrán Villegas en 2009 o
ahora. Descarada persecución de la actividad de la reflexión y el
pensar críticos en América Latina, que se explica precisamente por
el hecho de que este pensamiento crítico ha estado floreciendo
abundantemente en Latinoamérica a partir del 1 de enero de 1994,
fecha de la irrupción pública del digno movimiento del neozapatismo
mexicano, florecimiento que acompaña y expresa en el plano
intelectual, al claro fortalecimiento de distintos movimientos
realmente anticapitalistas y antisistémicos desplegados a todo lo
largo y ancho del semicontinente, incluidos naturalmente tanto
Colombia como México.
Combate
feroz a estas nuevas expresiones del pensamiento crítico, impulsado
por las clases dominantes, por los Estados y los gobiernos, y por los
sectores poderosos de toda Latinoamérica, que es llevado a cabo lo
mismo por ciertos sectores cómplices y acomodaticios de la academia
institucional, que por diversos defensores de la ideología
dominante, junto a jueces, magistrados y funcionarios del más
distinto rango y jerarquía. Constante criminalización del
pensamiento crítico, que seguramente continuará y se incrementará
en el cercano futuro, y que vuelve también relevante el estudio y el
análisis de este caso mencionado, en la lógica de obtener lecciones
que nos sirvan para enfrentar dicha persecución y estigmatización
futuras, con más herramientas y en mejores condiciones. Porque es
evidente que pensar de manera diferente,
y también de manera crítica,
no
debería ser objeto ni de persecución, ni de encierro, ni de cárcel,
ni de secuestro o represión alguna, aunque como lo demuestra el caso
del Profesor Miguel Ángel, en pleno siglo XXI, y dentro del actual
capitalismo latinoamericano y mundial todavía dominante, todavía lo
es, y es también por eso que esta difícil experiencia debe ser
conocida y difundida hoy.
En
tercer lugar, la lectura de este libro es útil e importante, porque
a través de la revisión de sus distintos contenidos, y de las
descripciones que incluye, por ejemplo de la verdadera
situación-límite que representa la experiencia carcelaria,2
o del examen y demostración del importante aunque contradictorio rol
que juegan los medios de comunicación masiva, o del estudio de las
muy diferentes posturas de los propios colegas académicos
colombianos y mexicanos frente a este suceso, se nos van entregando
diversos elementos y pistas que nos permiten comprender cómo
funciona la sociedad colombiana actual, marcada por varias décadas
de una verdadera guerra civil no declarada, pero también por una
clara colusión entre el Estado colombiano y los carteles del
narcotráfico, junto a una violencia paramilitar desmesurada y un
clima represivo general bastante agudizado.
Y
lo mismo sucede con la sociedad mexicana reciente y actual, en donde
el Estado también se ha aliado con los carteles del narcotráfico, y
en donde los diversos gobiernos de todos
los partidos políticos, sin excepción alguna e incluyendo lo mismo
al PRI o al PAN, que al PRD o MORENA, compiten para mejor reprimir a
los crecientes movimientos sociales anticapitalistas de todo México,
aterrados por la amenaza de un nuevo estallido social general, que
muy posiblemente será equivalente a la guerra de Independencia de
1810, o a la Revolución Mexicana de 1910, como lo han planteado
recientemente tanto el Subcomandante Insurgente Marcos, como también
Immanuel Wallerstein.3
Porque luego de seis años de una retórica vacía y mentirosa, junto
a políticas clara y agresivamente capitalistas, antipopulares y
beneficiarias sólo de las élites mexicanas, ya muy pocos se hacen
ilusiones sobre el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el que
en muchos ámbitos sigue siendo tan atrasado y tan represor como los
anteriores gobiernos de Vicente Fox, de Felipe Calderón y de Enrique
Peña Nieto, y en otros es incluso peor, como en los temas de los
feminicidios, en su torpe y servil política migratoria, o en su
absurdo manejo de la economía mexicana, el que muy pronto bien
podría provocar una nueva y fuerte devaluación del peso mexicano.
Y
son estas pistas o claves valiosas sobre la situación colombiana o
la situación mexicana contemporáneas, las que también convierten a
este libro en un instrumento útil y valioso para los lectores
actuales.
*
* *
Para
entender mejor el sentido profundo del injusto secuestro que sufrió
el Profesor Miguel Ángel Beltrán el 22 de mayo de 2009, hecho que
fue concertado y realizado de manera coordinada entre el gobierno
colombiano de Álvaro Uribe y el gobierno mexicano de Felipe
Calderón, vale la pena recordar los distintos contextos en que este
infeliz acontecimiento tiene lugar, reconstruyendo algunos de los
trazos principales del contexto mexicano, luego del contexto
colombiano, y finalmente del contexto latinoamericano más global que
entonces se vivía en el conjunto de América Latina.
Respecto
del contexto mexicano, hay que recordar que este acontecimiento se da
en el año de 2009, cuando el presidente de México era Felipe
Calderón, y su gobierno era el segundo gobierno panista dentro de la
historia reciente de México. Pero no hay que olvidar que Calderón
era un presidente absolutamente espurio, que había llegado al poder
en el año de 2006 mediante un escandaloso fraude electoral, montado
por el gobierno de Vicente Fox, fraude que casi al final de su
mandato fue reconocido cínicamente por el propio Calderón. Lo que
implica que dicho gobierno calderonista haya sido, sin duda alguna,
el gobierno más ilegitimo
de toda la historia de México, después de la dictadura militar del
general Victoriano Huerta, de inicios del siglo XX.
Esto
es importante de recordar, porque entonces Calderón fue siempre un
presidente con una bajísima legitimidad, y por ende, era un
presidente muy débil, que para poder gobernar se apoyó de manera
muy importante, en todo su periodo de gobierno desde 2006 hasta 2012,
en las fuerzas represivas del ejército y de la policía. Y hay que
decir claramente que los gobiernos que recurren con frecuencia a las
fuerzas represivas de la policía y el ejército no
son los gobiernos fuertes sino los gobiernos débiles, los que al
tener un muy escaso o nulo consenso social, y muy poca legitimidad
social, necesitan por eso a las fuerzas armadas y a los cuerpos
policiacos, para poder mantenerse, reproducirse, y para llevar a cabo
sus distintas políticas. No hay que olvidar que Felipe Calderón
declaró lo que el mismo llamó la “guerra al narcotráfico”, que
produjo más de 120 mil muertes inútiles,4
pues como se ha sabido después, ese gobierno de Calderón tenía una
alianza estratégica con el Cartel de Sinaloa, a través de su
Secretario de Seguridad, Genaro García Luna, que hoy está siendo
enjuiciado por esta alianza en Estados Unidos.
Y
de la mano de esas muertes absurdas e inútiles de la supuesta guerra
al narcotráfico, también se disparó en ese gobierno calderonista
la cifra de los desaparecidos, la que entonces pasó de unos cuantos
centenares en el gobierno de Vicente Fox, a más de 17,000 personas.5
Y cabe señalar que este problema ha continuado creciendo y
aumentando, pues ni el gobierno de Peña Nieto ni el de López
Obrador, han querido ni podido enfrentarlo seriamente y resolverlo,
lo que implica que este siga siendo hasta hoy un problema acuciante
de la sociedad mexicana, que mantiene a miles de familias mexicanas
en una angustia extrema.
Otro
segundo elemento que hay que tomar en cuenta en este contexto
mexicano, es que Felipe Calderón era el segundo presidente panista
de México, pues después de que el PRI gobernó en México desde
1929, el año de su fundación, hasta el año 2000, llego al poder
Vicente Fox, como el primer presidente panista de México, dando
durante su errático e ineficiente gobierno, un giro de ciento
ochenta grados en la política exterior mexicana, política que era
quizá el único elemento medianamente rescatable de los setenta años
de gobiernos priistas. Pues estos últimos fueron siempre gobiernos
muy represivos dentro del propio México, apoyando esa represión en
el amplio control corporativo que tenían de los movimientos obreros,
de los movimientos campesinos, y de los movimientos urbano-populares,
los que a través de la CTM (Central de Trabajadores de México), la
CNC (Central Nacional Campesina), o la CNOP (Central Nacional de
Organizaciones Populares) eran obligados a someterse totalmente a los
diversos designios del gobierno.
De
esta forma el PRI, que gozaba de ese vasto control de los movimientos
populares en México, pudo darse el lujo de desarrollar, en el ámbito
de la política exterior, una cierta actitud y postura relativamente
progresista, recibiendo por ejemplo a los emigrados republicanos de
la guerra civil española, o al exiliado León Trotsky, que había
sido rechazado por muchos gobiernos europeos. Y todavía en los años
sesenta, setenta y ochenta, México fue receptivo para recibir a
todos los exiliados latinoamericanos, de Brasil, de Chile, de
Argentina, de Guatemala, etc. que escapaban a las dictaduras
militares y a las represiones brutales de todos sus respectivos
países. Además, México es el único país que se niega a apoyar la
iniciativa estadounidense dentro de la OEA, para montar el criminal
bloqueo a Cuba, a la rebelde y digna isla del Caribe, manteniendo por
décadas el comercio normal y la venta de petróleo a ese país.
Por
eso se dice en México que, bajo el PRI, los sucesivos gobiernos de
nuestro país eran “Farol de la calle, y obscuridad de su casa”,
o sea que dentro de México había una represión clara contra todo
tipo de oposición política o contra toda forma de protesta social
popular, como es siempre el caso de cualquier gobierno burgués,
mientras que en política exterior el gobierno mexicano se jactaba de
ser avanzado y progresista, de ser abierto, tolerante y hasta
solidario con estos exilios españoles, con Trotsky y con los
distintos exilios latinoamericanos mencionados.
Pero
esto se acabó totalmente con Vicente Fox y Felipe Calderón. Pues
luego del año 2000, se da ese giro radical de la política exterior
mexicana hacia posturas muy conservadoras y de derecha, además de
que esos dos gobiernos panistas empiezan a cometer una serie de
errores diplomáticos elementales, los que sólo demuestran su enorme
inexperiencia, en esa política internacional, pero también en la
política interna. Y es así que por ejemplo se da, en marzo de 2002,
la vergonzosa situación de que Fox invita a Fidel Castro a la
Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo,
en la ciudad de Monterrey, pero le pide que no se quede mucho tiempo,
para evitar que pueda encontrarse con George Bush hijo, mostrando así
una actitud totalmente servil frente al gobierno de Estados Unidos.
En
esta misma lógica, se inscribe el torpe manejo del gobierno de
Felipe Calderón de la terrible crisis del ataque del ejército
colombiano en la ciudad ecuatoriana de Sucumbíos, donde estuvieron
involucrados cinco estudiantes mexicanos y cuatro de ellos murieron,
logrando sobrevivir solo una estudiante. Ese manejo muestra
nuevamente la gran inexperiencia e incapacidad de esos gobiernos
panistas en el área de la política exterior. De modo que una cierta
presencia independiente y un cierto rol de liderazgo latinoamericano,
que México había conquistado en varias décadas gracias a su
política exterior relativamente progresista, se derrumbaron
totalmente por estas grandes torpezas y errores de ambos gobiernos
panistas. Desde el año 2000, México pierde un cierto protagonismo
positivo en las arenas internacionales, y su papel diplomático y
geopolítico en Latinoamérica comienza a declinar, para cederle esos
roles al gobierno de Lula en Brasil, el que a pesar de ciertos
errores también muy grandes, como el del envío de cascos azules a
Haití, ha sido muy activo a nivel latinoamericano, desplegando una
política exterior que más allá de sus evidentes claroscuros, se
aparece, comparada con la de México, como una política exterior
mucho más relevante y hasta moderadamente progresista.
Y
debemos agregar un tercer elemento a este contexto mexicano del año
de 2009. Y es que Felipe Calderón es, en sí mismo, un hombre muy
torpe. Como lo era también Vicente Fox. Entonces, Calderón estaba
aliado con las fuerzas más oscuras, porque la antes mencionada
alianza de su Secretario Genaro García Luna con el Cartel de Sinaloa
no era la única. Él tenía también nexos con los sectores más
conservadores de la Iglesia, lo mismo que con ciertos personajes de
la derecha y la ultraderecha europea y latinoamericana. Y uno de esos
vínculos era con el presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez. Por
eso, Calderón va a aceptar de manera sumisa y complaciente el
desarrollo del burdo montaje que le propone el mismo Uribe, montaje
en donde el Profesor Miguel Ángel Beltrán es tan sólo la víctima
y el chivo expiatorio, cien por ciento inocente, de la confabulación
uribista y de sus vanos y ridículos esfuerzos por recuperar su
limitada legitimidad perdida.
Pues
en esos años previos al año 2009, pasando ahora a la revisión del
contexto colombiano de aquellos tiempos, Álvaro Uribe ya había
gobernado Colombia por un primer período de cuatro años, y se había
reelegido, pero su gobierno estaba ya muy desgastado por haber sido
un muy mal gobierno. Así que en 2009, Uribe también se apoyaba ya
sobre todo en el ejército y en la policía colombianos, porque era
también un gobierno débil y deslegitimado, como el de Felipe
Calderón.
Además,
era un gobierno que estaba en una gran crisis, debida al inmenso
error del ataque de Sucumbíos, en la que se invadió, sin
justificación legal alguna y sin razones válidas, el territorio de
Ecuador. Esto provocó la ruptura de relaciones diplomáticas con el
gobierno de Rafael Correa, y entonces Álvaro Uribe vuelve a apoyarse
sobre todo en la fuerza, en el ejército. Y ya desde esos años se
decía abiertamente que Uribe había financiado grupos paramilitares,
y ese era entonces un escándalo que estaba creciendo y que cobrará
mucha más fuerza cuando termine su segundo período.6
Sumado a todo esto, se estaban descubriendo los casos inventados de
los llamados ‘falsos positivos’ los que fueron promovidos e
impulsados en escala masiva por el gobierno uribista, junto a su
constante y descarada política brutal de represión hacia todos los
movimientos sociales de protesta y de oposición.
Y
es dentro de este contexto colombiano de gran debilidad del propio
Álvaro Uribe, que él se inventa ese montaje ridículo en contra del
Dr. Beltrán Villegas, en un intento desesperado para tratar de
relegitimarse dentro de la misma Colombia. Por eso su visita a México
antes del secuestro del Profesor Miguel Ángel, en la que seguramente
convenció a Felipe Calderón de ser cómplice de dicho montaje, y
ajusto los detalles logísticos y prácticos para el mismo. Y Uribe
va además a agradecer, con todo cinismo, esta colaboración activa y
cómplice del gobierno de Calderón, luego del secuestro y
deportación ilegales del Doctor Beltrán. Descarado agradecimiento
que desnuda la explícita alianza que estuvo detrás de este burdo
montaje, alianza de la más rancia y atrasada ultraderecha mexicana,
representada por el Partido Acción Nacional y por Felipe Caderón, y
la más rancia y atrasada ultraderecha colombiana, representada por
Álvaro Uribe,7
el que paradójicamente, ganó la Presidencia apoyado en el
movimiento ‘Primero Colombia’, cuyas raíces principales eran más
bien del viejo Partido Liberal.
En
cuanto al contexto de América Latina de aquellas épocas, hay que
recordar que en el año de 2009, todavía una parte importante de la
izquierda vivía bajo la ilusión del supuesto carácter radical y
avanzado del llamado ‘progresismo latinoamericano’, ilusión que
se fue disolviendo y quebrando progresivamente en los años
posteriores, y que ahora ya muy pocos sostienen. Pero en aquellos
tiempos, cuando en 1999 Hugo Chávez subió al poder en Venezuela, o
en 2002 comenzó el gobierno de Lula en Brasil, o en 2003 el gobierno
de Néstor Kirchner en Argentina, o en el año 2005 el de Rafael
Correa en Ecuador, y en 2006 se instauró el gobierno boliviano de
Evo Morales, un sector de la izquierda de América Latina aún
mantenía la ilusión de que estos gobiernos realmente iban a llevar
a cabo cambios sociales sustantivos, que podrían realmente hacer una
diferencia fundamental frente a los gobiernos neoliberales de derecha
anteriores.8
Pero
esa ilusión, difundida un poco en diversos ambientes de la izquierda
de toda Latinoamérica, va a irse desvaneciendo cuando en los hechos,
todos estos gobiernos supuestamente ‘progresistas’, demuestren
que ellos son totalmente procapitalistas, y que no representaron
nunca los intereses ni de sus respectivas clases populares, ni de sus
movimientos sociales realmente anticapitalistas y antisistémicos
(aunque luego hayan tratado, e incluso muchas veces logrado, cooptar
a los líderes de esos movimientos), sino que siempre representaron a
sus respectivas burguesías nacionales.
Y ahora es muy claro que fueron esas burguesías nacionales las que
impulsaron, sostuvieron y defendieron a esos gobiernos ‘progresistas’
beneficiándose ampliamente de dicho apoyo.
Pues
como lo declaró el propio Lula, la burguesía nacional brasileña
nunca ganó tanto dinero como lo hizo bajo sus dos gobiernos, y lo
mismo puede decirse de la burguesía nacional boliviana bajo el
gobierno de Evo Morales, o de las burguesías nacionales ecuatoriana,
venezolana o argentina, durante los gobiernos de Correa, de Chávez o
de los Kirchner. En cambio ahora, creo que ya muy poca gente que sea
realmente de izquierda podría defender a los actuales gobiernos
‘progresistas’ de Gabriel Boric en Chile, o de Gustavo Petro en
Colombia, o de Andrés Manuel López Obrador en México, gobiernos
tan moderados, tan pálidos y tan descoloridos, incluso en su
supuesto lenguaje de izquierda, que sólo combinan una retórica
vacía y supuestamente crítica, con una clara práctica totalmente
capitalista y represiva, muy poco diferente de los gobiernos de
derecha latinoamericanos actuales.
Pero
en 2009, este hoy decadente progresismo latinoamericano estaba aún
en su fase ascendente, y creo que esto influyó para que tanto la
ultraderecha colombiana aliada con Uribe, como la ultraderecha
mexicana representada por Calderón se sintieran un poco acosadas, y
comenzaran a sentirse derrotadas y cercadas. Ellas se asumían como
estando en una etapa de declive, y quizá eso es lo que explica que
el propio Uribe haya montado esta especie de intento de golpe de
timón desesperado, usando como chivo expiatorio, totalmente
inventado, al Profesor Miguel Ángel Beltrán Villegas, el que, hay
que decirlo muy claramente, no era más que un académico brillante,
que al mismo tiempo defendía de manera clara, firme y explícita la
necesidad y la urgencia del cultivo del pensamiento crítico en todas
sus formas, y en todos los espacios sociales posibles. Y dado que
entre los varios temas que el Dr. Beltrán Villegas había estudiado,
estaba también incluido el tema de la historia de las FARC, entonces
la rancia y atrasada derecha colombiana de Uribe pensó que podía
llevar a cabo el montaje absurdo y el ridículo golpe publicitario de
su supuesta ‘aprehensión’, montaje e informaciones que en los
años siguientes fueron siendo demostrados como totalmente falsos e
inventados, además de ilegales y delirantes, aunque naturalmente si
le cambiaron la vida entera al Profesor Miguel Ángel Beltrán
Villegas.
*
* *
Conocí
personalmente al Doctor Miguel Ángel Beltrán en el año de 1992,
cuando él cursaba en México sus estudios de Maestría. Él asistió
primero a un Coloquio Internacional celebrado en la UNAM, sobre la
historia de la corriente francesa de los Annales, y luego a otro
Coloquio Latinoamericano sobre la influencia de esos mismos Annales
en la historiografía de América Latina. Recuerdo que en este
segundo Coloquio hubo ponentes que analizaron la influencia de esa
tendencia historiográfica francesa en Perú, en Brasil, en
Guatemala, en Argentina, y naturalmente también en México. Así que
al concluir el Coloquio, el Profesor Miguel Ángel se me acercó y me
pregunto: “¿Y por qué en este Coloquio, no fue incluida la
influencia de Annales en Colombia? Porque esa influencia existe y es
importante”. Y yo le respondí: “Porque yo no conozco a ningún
investigador serio que haya trabajado esa influencia. No dudo que
exista ese investigador, pero yo no lo conozco”. Luego el me
facilitó algunos materiales sobre este tema, y fue así que inició
una larga amistad que perdura hasta el día de hoy.
En
aquel año de 1993, no había ido nunca a Colombia, y cuando estuve
viviendo un año en Francia, entre 1988 y 1989, para hacer un
Posdoctorado en Historia, nunca encontré algún profesor colombiano
o de otra nacionalidad que hubiese estudiado el impacto de los
Annales en Colombia. Comenzó así una rica relación académica y
también una valiosa relación personal, lo que hizo que entre 1992 y
1997, cuando el Profesor Miguel Ángel retornó a Colombia, luego de
concluir sus estudios de Doctorado, hayamos participado juntos en
varios Coloquios, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM,
en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, en la Escuela
Nacional de Estudios Profesionales Acatlán, o en la Universidad
Iberoamericana, entre otros varios foros.
Después
de 1997, cuando el Profesor Beltrán Villegas regresó a Colombia,
mantuvimos nuestros vínculos académicos, y así yo fui invitado por
él a Colombia, por primera vez, para dar Conferencias en varias
Universidades de ese país, invitación que se repitió más adelante
en varias ocasiones. También, cuando en el año de 2003 participé
en la fundación de una revista de historia y de pensamiento críticos
de la cual aún soy miembro, la revista Contrahistorias,
propuse a los miembros del Comité de Redacción, que incorporáramos
al Doctor Beltrán dentro del Comité Científico Internacional de
Contrahistorias,
propuesta que felizmente prosperó, lo que entonces enriqueció y
potenció una vez más nuestros diversos vínculos académicos.
Así,
el Profesor Miguel Ángel colaboró activamente en el trabajo de la
revista, publicando primero en 2004 una entrevista que él me
realizó, y luego un artículo escrito en coautoría con Natalia
Caruso, en el número 5 de Contrahistorias
editado en 2005. En 2008, decidió realizar en México un
Posdoctorado, el que concluyó exitosamente entre 2008 y 2009. Y
precisamente cuando intentaba renovar los trámites para extender esa
investigación posdoctoral durante un año más, fue cuando fue
ilegalmente secuestrado y deportado a Colombia. Nosotros habíamos
estado cenando juntos la noche anterior a su ridícula supuesta
‘captura’, la que no fue tal, porque el Profesor se presentó
voluntaria y pacíficamente en las oficinas del Instituto Nacional de
Migración, pensando que le entregarían la nueva Visa para poder
permanecer un año más en México, y se encontró en cambio con el
violento e irracional montaje mediante el cual se intentó justificar
su secuestro y su inmediata deportación a Colombia.
Es
importante subrayar que para todas las personas que conocían de
cerca al Dr. Beltrán Villegas, las acusaciones que se le hacían
aparecían como completamente inverosímiles e increíbles, además
de absurdas y delirantes. Lo que no impidió que la noticia
apareciera en México el lunes 25 de mayo, en la noche, en el
principal noticiero de televisión de México, de la cadena Televisa.
Y también fueron transmitidas las declaraciones de Álvaro Uribe,
proclamando que había sido una ‘gran captura’ y un gran éxito
de su gobierno. Lo cual demuestra nuevamente, tanto la vergonzosa
complicidad del gobierno calderonista en este burdo montaje, como
también el triste papel de los medios de comunicación masiva, que
en lugar de investigar mínimamente la verdad y tratar de informarla,
se limitan a repetir y difundir los boletines de noticias que les
hacen llegar sus respectivos gobiernos.
Ahora,
quince años después, y partiendo de considerar los contextos
colombiano, mexicano y latinoamericano de esas épocas, es un poco
más fácil comprender el limitado sentido de esta irracional acción
de las autoridades mexicanas y colombianas, pero en esos momentos si
fue un hecho que nos impactó y nos sorprendió profundamente, en
virtud de su carácter artero e inesperado. Entonces, frente a lo
inverosímil de las acusaciones dirigidas al Profesor Miguel Ángel,
nosotros protestamos en la revista Contrahistorias
en contra de esta absurda captura, y en contra de todas esas
increíbles acusaciones que se le hacían, y también tratamos de
seguir de cerca las noticias de sus juicios.
Y
vale la pena recordar que en el primer juicio, él fue declarado
inocente, pero la Fiscalía colombiana apeló dicho fallo, y el
proceso se fue a una segunda instancia, y en ella, él fue
absurdamente declarado culpable. A partir de esto, sus abogados
llevaron el proceso a un tercer nivel de la justicia colombiana, el
más elevado posible, que equivale a lo que en México se llama la
Suprema Corte de Justicia, la que es el Tribunal Superior de la
justicia mexicana y cuyos fallos son definitivos e irrevocables.
Entonces, en esa tercera instancia, el Doctor Miguel Ángel Beltrán
fue absuelto y declarado definitivamente inocente.
Durante
el complicado proceso de estos tres juicios, cuyo desarrollo se llevó
varios años, el Profesor tuvo que exiliarse un tiempo en Argentina,
y estuvo dos veces viviendo la terrible experiencia del encierro
carcelario, experiencia que ha sido tan agudamente estudiada y
diagnosticada por Michel Foucault, y sobre la cual afirma que la
cárcel es el único
lugar en el que el poder se muestra de manera desnuda, sin tapujos,
sin cortapisas, sin encubrimientos. Porque ahí el poder se siente a
sus anchas, y siente que puede desplegar toda su potencia y su
capacidad de castigo, toda su fuerza represiva en contra de las
víctimas que están encarceladas, sin tener que ‘guardar las
formas’, y sin necesidad de legitimarse con discursos, porque ahí
el poder simplemente actúa.
Y
sabemos que esa experiencia de la cárcel, además de ser una
experiencia excepcionalmente dura, es también una experiencia
contradictoria, porque puede ser al mismo tiempo muy aleccionadora,
para aquellas personas inteligentes que la sufren. En este sentido,
podemos evocar los célebres Cuadernos
de la Cárcel
de Antonio Gramsci, por ejemplo. En este sentido, el Profesor Miguel
Ángel vivió en la cárcel una experiencia similar a la que han
vivido algunos otros pensadores críticos o intelectuales, los que al
ser encarcelados, tratan de utilizar sus propias herramientas
intelectuales para intentar procesar esta terrible experiencia
límite, aunque al mismo tiempo para sacar algunas posibles lecciones
útiles de la misma.
Porque
resulta muy ejemplar, de manera positiva, el comportamiento del
Profesor Beltrán Villegas en la cárcel. Pues esta última quiebra y
destruye a mucha gente, literalmente la anula y la aniquila, así que
mucha gente no sale indemne de esta atroz experiencia carcelaria, y
luego de vivirla ya no es capaz de recuperar su vida anterior. En
cambio, felizmente, el Profesor Miguel Ángel Beltrán trató de
‘hacer buena cara al mal tiempo’, y entonces buscar algunos
elementos positivos de esta difícil experiencia, a la que fue
llevado de manera forzada y además, con fundamentos absolutamente
injustos, injustificados, absurdos e irracionales.
Así,
al estar conviviendo con los presos, él fue recolectando y
ensamblando los elementos para construir un libro muy interesante, en
el que recoge los testimonios de muchos de los protagonistas
fundamentales de la vida social colombiana de los años más
recientes. Se trata de gente que está reunida y que convive
cotidianamente en la cárcel, aunque haya llegado allí por razones
completamente diferentes: para empezar los propios guerrilleros,
tanto los de las FARC como los del ELN, pero también los
paramilitares, o los militares mismos, además de los distintos tipos
de presos políticos y de presos sociales. Es muy interesante este
libro, que se llama La
vorágine del conflicto colombiano. Una mirada desde las cárceles.9
En
ese libro se nos dan los testimonios directos de esos protagonistas
centrales, lo que creo nos permite captar de una manera mucho más
cercana a lo real, incorporando como decían los microhistoriadores
italianos, la dimensión de lo
vivido
de la historia. Pues la microhistoria reivindicaba y defendía sin
duda la historia general, la macrohistoria, los modelos generales,
pero afirmaba también que cuando fuera posible, los historiadores y
los científicos sociales también deberían tratar de recuperar esa
experiencia vivida directamente por los propios protagonistas, lo que
los franceses llaman le
vécu.
Y lo que hace el Doctor Miguel Ángel en este libro es recuperar esa
experiencia de ‘lo vivido’ mismo, tal y como es concebida,
sentida, vivida y procesada emocional e intelectualmente por sus
propios protagonistas.
Junto
a esto, está un hecho que el Profesor Beltrán Villegas me ha
referido recientemente. Yo sabía que muchos años antes de estar
encarcelado, él estaba interesado, entre muchos otros temas de
investigación, también en la historia de las FARC. Así, como
muchos otros investigadores de su país, él había estudiado esa
historia de las FARC, porque le preocupaba entenderla más a fondo. Y
sucedió que cuando estuvo en la cárcel, se encontró directamente
con varios guerrilleros que eran militantes activos de las FARC y que
en ese momento estaban allí como presos políticos. Y él pudo
entrevistarlos con mucho tiempo, ampliamente y sin prisas, de modo
que parecía que le habían preparado ese escenario, en donde en
lugar de tener que ir a buscar a cada posible testigo, y sólo poder
hacer una entrevista hoy, y la siguiente tres meses después, y la
tercera en un año, el podía en cambio realizar esas entrevistas en
muy poco tiempo y con la amplitud que deseara.
Era
como si le hubieran juntado a todos sus ‘testigos’, por usar esta
expresión de historiadores y de jueces, y el pudiese entrevistarlos
todo el tiempo necesario y hasta agotar sus preguntas e inquietudes
completamente. Así que él pudo entrevistar a diecisiete miembros de
las FARC que vivieron buena parte de los procesos históricos y
políticos de la evolución global de esa organización de manera
directa y personal, y que le cuentan tanto su historia como sus
propias evaluaciones y experiencias personales. Con lo cual es capaz
de escribir una historia de las FARC que en este sentido es
totalmente excepcional y original, y que hace de este libro una
fuente imprescindible para cualquiera que quiera estudiar o
comprender este complejo tema.10
Yo
no soy para nada especialista en este tema, pero sí me doy cuenta de
que posee esta singular dimensión de rescatar ese elemento de lo
vivido y de lo concreto experimentado, que en cambio no está
presente en la gran mayoría de las anteriores investigaciones sobre
la historia de las FARC. Y todo esto sólo fue posible por la dura
experiencia de la vivencia de la cárcel, la que el Profesor Miguel
Ángel aprovecha para recabar esos testimonios directos, y para
escribir a partir de ellos los dos libros que ya hemos mencionado, y
que representan importantes contribuciones para aproximarnos a la
reconstrucción de la historia y de la radiografía actual de la
verdadera guerra civil que Colombia ha vivido desde hace ya más de
medio siglo.
Otro
tema importante que se rescata en este libro, es el de las posturas
que la Academia dominante y la Universidad tuvieron frente al burdo
montaje del gobierno de Uribe. Pues muchas de las autoridades
universitarias, junto a muchos colegas y compañeros del Profesor
Beltrán, que lo conocían desde hacía muchos lustros y décadas, y
que sabían perfectamente que era un Profesor honorable, y un
académico e investigador brillante, que dedicaba el cien por ciento
de su tiempo a las actividades de la docencia, de la investigación y
de la difusión académica, tuvieron actitudes y posturas a veces
sumisas, y a veces omisas, pero en ambos casos de clara complicidad
con el montaje del gobierno colombiano, cuando no posturas abiertas
de promover activamente la criminalización del pensamiento crítico,
promoviendo diversos esfuerzos e iniciativas para que él fuera
declarado culpable.
De
modo que con unas pocas excepciones valientes y notables, la
Universidad Nacional de Colombia se mostró como una institución
poco solidaria y poco responsable frente a una clara injusticia e
ilegalidad cometida en contra de uno de sus Profesores, al mismo
tiempo que exhibía su naturaleza predominantemente conservadora, en
lo que se refiere a sus autoridades y a sus académicos, aunque no,
felizmente, en lo referido a sus estudiantes, los que en cambio sí
mantuvieron durante mucho tiempo sus protestas y sus exigencias de
liberación del Profesor Beltrán Villegas. En cambio, la Universidad
y muchos de sus académicos no solamente guardaron un silencio
cómplice, evitando defender la honorabilidad de su propio colega
vulnerado, mediante uno o varios pronunciamientos contundentes que
plantearan que el Profesor Miguel Ángel llevaba muchos años
trabajando para la Universidad, y que todos lo conocían y
respetaban, y que por ende respondían totalmente por su persona y
por su respetabilidad en general.
En
lugar de esto, en el año de 2015, el Doctor Miguel Ángel Beltrán
Villegas fue destituido de su cargo como docente, aunque después
tuvo que ser restituido en el mismo, cuando el Tribunal Supremo de
Colombia lo declaró final y definitivamente inocente. Si no, él no
hubiese podido regresar a la Universidad. Por eso, es importante
ahora volver a recordar los nombres de las personas, y las
declaraciones concretas que entonces hicieron, y las posturas
políticas que adoptaron, y cual es el diverso grado de
responsabilidad de cada uno, en las distintas medidas que, de
diferentes modos, afectaron la situación universitaria del Profesor
Miguel Ángel.
*
* *
La
historia es muchas veces paradójica, y avanza por caminos extraños
e insospechados. Por eso hoy, quince años después del artero y
cobarde montaje de la supuesta ‘captura’ y ‘aprehensión’ del
Profesor Miguel Ángel Beltrán, los personajes principales de ese
infeliz acontecimiento han comenzado a ubicarse en el verdadero lugar
histórico que les corresponde.
Así,
Álvaro Uribe es hoy un personaje totalmente deslegitimado, que en la
opinión pública colombiana es concebido como un claro promotor del
paramilitarismo, y cuya detención preventiva fue solicitada por la
Corte colombiana en 2020, obligándolo a renunciar a su puesto como
Senador, y provocando que su caso pasara a manos de la Fiscalía, la
que recientemente, en marzo de 2024, lo llamó a juicio, por los
cargos de fraude procesal y de soborno a testigos. Y esperemos que un
poco de verdadera justicia se cumpla, y Uribe sea muy pronto
condenado a pagar todos los crímenes que ha cometido a lo largo de
prácticamente toda su vida.11
Por
su parte, Felipe Calderón es también un presidente completamente
desprestigiado en México y en el mundo, al ser concebido como el
responsable del ciclo todavía abierto del aumento desmesurado de los
desaparecidos mexicanos, el que no se ha detenido ni disminuido
durante el gobierno de López Obrador, así como de la enorme y
espeluznante cifra de los llamados ‘muertos colaterales’ que
antes mencionamos, y que fue provocada por su insensata y absurda
‘guerra al narcotráfico’. Además, él está hoy exiliado en
Estados Unidos, temeroso de que su Secretario de Seguridad, Genaro
García Luna, hoy acusado de colusión con el Cartel de Sinaloa,
pueda delatarlo como obvio cómplice, y también como beneficiario
directo de esa misma colusión. Y no es para nada imposible que una
vez que García Luna sea condenado, decida confesar dicha
culpabilidad de Calderón, aportando pruebas prácticas de la misma,
para a partir de esto intentar negociar alguna reducción de su pena.
Mientras tanto, el profesor Miguel Ángel Beltrán Villegas se ha convertido, en toda Colombia, y también en buena parte de toda América Latina, en un claro ejemplo de los reales riesgos que corren hoy todos aquellos que se atreven a cultivar el pensamiento crítico, a ejercer una docencia realmente libre y autónoma, a difundir las múltiples injusticias que cotidianamente padecemos, dentro de las Universidades, y también dentro de nuestras sociedades, y a investigar guiados solamente por la búsqueda de la verdad y por el afán de comprender la compleja realidad actual.
Pero
también se ha convertido en un ejemplo paradigmático de ese mismo
pensamiento crítico latinoamericano, y en un referente práctico
que, en contra de todos los poderes hoy dominantes, en Colombia, en
México, en América Latina y en el mundo entero, nos demuestra una
vez más que siempre es posible resistir con dignidad, y que siempre
se puede continuar defendiendo con orgullo y con valentía nuestras
propias ideas, y que aún en las condiciones más adversas se pueden
mantener vigentes nuestras posiciones, y que siempre seremos capaces
de afirmar nuestras verdades, y de proseguir reivindicando, al precio
que sea necesario, la inmensa e invencible fuerza de la razón, en
contra de las bajas y terribles razones de la fuerza.
Este texto corresponde al prólogo del libro México y Colombia: Alianza para un secuestro. Persecución al pensamiento Crítico. El caso del sociólogo y profesor universitario Miguel Ángel Beltrán Villegas (2009-2025) Volumen I. Secuestro, cárcel y Juicio, cuyos autores son Natalia Caruso (Universidad Pedagógica Nacional), Rosembert Ariza y Miguel Ángel Beltrán (Universidad Nacional) y que fue lanzado en el auditorio Camilo Torres de la Universidad Nacional de Colombia el jueves 22 de mayo.
Carlos Antonio AGUIRRE ROJAS es investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM- México.
Notas:
1
A este respecto, cfr. el ‘Editorial’ del diario La
Jornada,
del domingo 24 de mayo de 2009, página 2, publicado sólo dos días
después del artero secuestro y la ilegal deportación del Doctor
Miguel Ángel Beltrán Villegas, llevados a cabo por las autoridades
mexicanas, en total connivencia con las autoridades colombianas.
2
Al usar el concepto de ‘situación-limite’ estamos pensando en
la definición que Jean-Paul Sartre dio del mismo en su texto, “Pour
une théâtre de situations”, incluido en su libro Une
théâtre de situations,
Ed. Gallimard, París, 1992. Y sobre la radical experiencia
carcelaria y sus múltiples implicaciones, cfr. Michel Foucault,
Vigilar
y castigar. El nacimiento de la prisión,
Ed. Siglo XXI, México, 1976.
3
Dice el Subcomandante Insurgente Marcos: “…la gente ya está
harta, ya está harta y no cree en ningún partido político, en
ninguno, ni cree en la vía electoral. Se está levantando allá
abajo, se está preparando un gran estallido social, grande, como ni
en la Revolución Mexicana ni en la Guerra de Independencia…”,
en “Reunión con el Magisterio y otros sectores de Tlaxcala”,
del 20 de febrero de 2006, en el sitio de Enlace
Zapatista,
en: https://enlacezapatista.ezln.org.mx.
Una idea similar expresa Immanuel Wallerstein en dos de sus
Comentarios, titulados “La bomba de tiempo mexicana”, del 1 de
octubre de 1999, y “La tempestad mexicana: ¿Insurrección o
guerra civil?” del 15 de diciembre de 2006, ambos incluidos en
Contrahistorias,
num. 33, 2020.
4
En el sitio de Wikipedia en español se dice que “Entre diciembre
de 2006 y enero de 2012, murieron alrededor de 121,000 personas,
mediante ejecuciones, enfrentamientos entre bandas rivales y
agresiones a la autoridad”, en la entrada “Guerra contra el
narcotráfico en México”, en el sitio en internet:
https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_contra_el_narcotráfico_en_México.
5
“En el sexenio de Vicente Fox (2000-2006) hubo 854 desparecidos;
con Felipe Calderón (2006-2012), 17,210 y con Enrique Peña Nieto
(2012-2018), 35,305, de acuerdo al Registro Nacional de Personas
Desaparecidas”. Sobre este punto, cfr. el artículo “100,012
desaparecidos”, del 2º de mayo de 2022, en el sitio en internet:
https://animalpolitico.com.
6
Sobre estos turbios vínculos entre el Estado colombiano y los
grupos paramilitares, que abarcan desde los niveles locales y
regionales, hasta la escala nacional, cfr. el libro colectivo
Parapolítica.
La ruta de la expansión paramilitar y los acuerdos políticos,
Ed. Intermedio Editores, Bogotá, 2007.
7
Una vez consumado el montaje, y la ilegal deportación a Colombia
del Doctor Miguel Ángel Beltrán Villegas, Uribe declaró: “Hago
llegar nuestra más sentida voz de gratitud al presidente Calderón,
porque en México se acaba de capturar a uno de los terroristas más
peligrosos de la organización narcoterrorista FARC”, en el diario
Crónica,
del 24 de junio de 2009, página 7. Más allá de las afirmaciones
delirantes y calumniosas de Uribe, queda aquí claro el contubernio
entre los dos presidentes y los dos gobiernos mencionados.
8
Para una crítica de las limitaciones, del verdadero contenido de
clase, de los intereses sociales subyacentes y de los objetivos
globales de todos esos gobiernos que fueron llamados ‘progresistas’,
e incluso gobiernos ‘del giro a la izquierda’ de América
Latina, que nos sea permitido remitir a nuestros trabajos Carlos
Antonio Aguirre Rojas, América
Latina en la encrucijada,
Ed. Contrahistorias, México, 2005, Antimanual
del Buen Rebelde,
Ed. El Viejo Topo, Barcelona, 2015, y Movimientos
antisistémicos y cuestión indígena en América Latina,
Ed. Quimantú, Santiago de Chile, 2018.
9
Véase Miguel Ángel Beltrán Villegas, La
vorágine del conflicto colombiano. Una mirada desde las cárceles,
Ed. CLACSO, Buenos Aires, 2018, libro digital consultable en el
sitio en internet:
https://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20180808092008/La_Voragine_del_conflicto.pdf.
10
Nos referimos al libro de Miguel Ángel Beltrán Villegas, Las
FARC-EP (1950-2015): luchas de ira y esperanza,
Ed. Desde Abajo, Bogotá, 2015.
11
Sobre la opinión pública generalizada de la figura de Uribe, y
sobre ese llamado a juicio reciente, véanse los artículos de
Nicholas Dale Leal, “La nube negra que persigue a Uribe”, en el
diario El
País,
del 29 de noviembre de 2023, de Camila Osorio, “La fiscalía llama
a juicio a Álvaro Uribe por el caso de falsos testigos”, en El
País,
del 9 de abril de 2024, y el de Emma Jaramillo Bernat, “El
expresidente Uribe tras ser llamado a juicio: ‘Me abren las
puertas de la cárcel sin pruebas’”, del 10 de abril de 2024,
todos ellos en el sitio: https://elpais.com/america-colombia/.