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El Frente Polisario, 50 años después

16 Diciembre 2025 at 07:53

Este artículo forma parte del dossier dedicado al Sáhara Occidental publicado en #LaMarea108. Puedes descargarte gratuitamente la revista aquí o suscribirte para recibir los próximos números y seguir apoyando el periodismo independiente.

La palabra «nakba» (‘catástrofe’) se suele utilizar para referirse a Palestina; sin embargo, en términos relativos, resulta aún más apropiada para aludir a la ocupación del Sáhara Occidental por Marruecos y Mauritania en 1975 y a la huida subsiguiente de casi la mitad de la población, mientras los saharauis que quedaron en el territorio ocupado tuvieron que hacer frente al horror de la tortura, las cárceles secretas y las desapariciones.

La «nakba saharaui» obligó a una entidad que apenas contaba con dos años y medio de existencia a realizar un trabajo inmenso: organizar la vida de los refugiados, luchar militarmente contra la ocupación, defender diplomáticamente su causa y apoyar la resistencia. Una tarea titánica para una organización entusiasta, pero pequeña e inexperta. Cincuenta años después puede hacerse una reflexión sobre el papel pasado y actual del Frente Polisario teniendo en cuenta que la población saharaui sigue siendo pequeña y que el Frente Polisario cuenta con un número de personas muy inferior al de sus adversarios.

Si tuviera que decir en qué tuvo su mayor acierto el Frente Polisario diría que fue en la organización de los campamentos de refugiados. El Frente Polisario consiguió, con escasos medios, pero con enorme ilusión y el apoyo de algunos pocos países y asociaciones, lo que ningún país de su entorno tenía: una alfabetización casi total y una asistencia sanitaria gratuita y de calidad. Educación y sanidad fueron las «joyas» del Polisario. Pero hoy la situación de la educación y la sanidad se han deteriorado por causa de lo que siempre fue la gran asignatura pendiente de su gestión: la economía.

Ni que decir tiene que conseguir una estructura económica solvente en unos campamentos de refugiados en el desierto es cualquier cosa menos fácil. Pero en mi opinión no se hizo el esfuerzo necesario en esta tarea al considerarla no prioritaria en un momento en que se contaba con una ayuda proveniente de organizaciones internacionales (ONU y UE), Estados (Argelia, Libia y Cuba) y asociaciones (sobre todo españolas). El empobrecimiento de España y de Cuba y la pérdida del apoyo económico libio aún antes de la caída de Gadafi, sumados al proceso de globalización, terminaron afectando a los logros del Polisario. Ya no se trataba simplemente de que el sueldo a profesores y sanitarios fuera ridículo. Siempre lo fue, pero inicialmente el Estado saharaui proveía las necesidades básicas de alimento y alojamiento. Ocurre que la evolución del mundo llevó a nuevas necesidades que el Estado saharaui no podía proveer, lo que empujó a muchas personas a emigrar. Que el capital humano formado por la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) pueda dar a la RASD el retorno que se esperaba es hoy en día el mayor reto al que se enfrenta el Polisario en la administración de los campamentos de refugiados.

Cuando se produjo la «nakba saharaui» ningún servicio de inteligencia del mundo apostaba a que el Frente Polisario, sin la intervención directa de otro Estado (como Argelia), pudiera hacer frente a Marruecos y a Mauritania. También aquí el Frente Polisario sorprendió: a pesar de su notoria inferioridad numérica y de la carencia de aviación, consiguió derrotar a Mauritania y poner en jaque a Marruecos. La aceptación por Marruecos del Plan de Arreglo (1988-1990) no se explica tanto por la presión diplomática como por la presión militar saharaui. Sin embargo, los 30 años de alto el fuego (1990-2020) tuvieron un elevado coste para el Polisario. Puede ser comprensible que ante la escasez de recursos los esfuerzos se concentraran en otros objetivos, pero cinco años después de la reanudación de la guerra parece claro que el Polisario no estaba preparado para la misma. Resulta especialmente sorprendente que no disponga de drones que, por el contrario, usa el adversario con gran eficacia. A mi entender, uno de los grandes retos actuales del Polisario es una revisión de su estrategia militar.

La diplomacia saharaui ha tenido una considerable evolución en estos años. Ha perdido la audacia y la frescura de sus inicios, pero ha ganado en profesionalidad, aunque ésta a veces puede caer en la tentación del conformismo. Desde 2011 –cuando se sumó Sudán del Sur–, ningún Estado más ha reconocido a la RASD. A mi entender, el Polisario no supo aprovechar la entrada de Marruecos en la Unión Africana, que exigía reconocer a la RASD, y esta omisión ha terminado sirviendo a Marruecos para desactivar desde dentro las iniciativas africanas en favor del Sáhara Occidental. En contraste con ello, los procesos iniciados en 2012 por el Frente Polisario ante la Unión Europea han concluido con un éxito sin precedentes en las sentencias del 4 de octubre de 2024.

Algo parecido ha ocurrido con el «Polisario del interior». Después de la brutal represión del campamento de Gdeim Izik, en noviembre de 2010, la resistencia en los territorios ocupados se encuentra bajo mínimos. Por supuesto, esto es en buena medida consecuencia del perfeccionamiento de los sistemas de control y de espionaje marroquíes, a lo que hay que añadir el considerable aumento de colonos que convierte a la población saharaui en minoría. Sin embargo, sorprende que no haya habido una campaña de sabotajes en el interior para complementar la ofensiva militar al otro lado del muro.

El mundo de 2025 no es el de 1975. Algunos alineamientos de entonces se mantienen hoy. Otros han cambiado. Logros del pasado hoy han desaparecido. Logros inimaginables en el pasado han terminado por ocurrir. El Frente Polisario intenta adaptarse, quizá más despacio de lo que sería preciso, pero sigue ahí. El sueño marroquí de hacerlo desaparecer o condenar no se ha cumplido. Y probablemente no se cumplirá.


Carlos Ruiz Miguel es catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago y director del Centro de Estudios sobre el Sáhara Occidental de esta universidad.

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