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AnteayerSalida Principal

Cine que rompe silencios

2 Octubre 2025 at 14:04

30 de septiembre

Recordaba, viendo la muy ruidosa Franz, la película de Agnieszka Holland sobre Kafka, una conocida frase del escritor que creo se encuentra en una de las cartas a Felice: «La noche no es suficientemente noche». Se refería Kafka a la necesidad de recogimiento, de aislamiento, de silencio para escribir.

No solo para quien escribe es esencial que el ruido cese; el silencio nos sirve para pensar, para detenernos en lo que nos importa o duele o satisface. El ruido, en nuestros edificios, mejor aislados que antiguamente, y en estos tiempos en los que hay mucha más gente viviendo sola que en el pasado, llega sin embargo a través de aparatos y redes sociales. La noche no es suficientemente noche porque no permitimos y no nos permiten que lo sea.

El silencio se ha vuelto un lujo que disfrutamos mucho menos de lo que podríamos permitirnos.


De las seis películas que vimos durante los dos días que estuvimos en el Festival de San Sebastián, en cuatro el silencio desempeña un papel importante. Pero no me refiero ahora a ese callar que nos permite reflexionar o sentir lo que nos rodea, sino a un silencio que destruye al individuo y a la sociedad.

En La tarta del presidente (Mamlaket) se cuenta la historia de una niña a la que toca hornear una tarta por el cumpleaños de Sadam Husein, cosa que debe hacer un alumno de cada escuela. El drama surge porque la niña vive con su abuela en una pobreza tal que no tienen dinero para comprar los huevos ni harina ni azúcar. Tan pobres son, que la abuela decide entregar la niña a una familia que se hará cargo de ella. Pero no le explica la auténtica razón a la cría, por lo que esta interpreta que su abuela está enfadada con ella y por eso la abandona.

Siempre he defendido que a los niños hay que contarles todo, es decir, todo lo que les atañe, aunque sea indirectamente; no sé qué opinarán la pedagogía o los miles de libros publicados sobre «cómo cuidar a tus hijos» o «cómo ser un buen padre/una buena madre», pero estoy convencido de que silenciar los problemas solo los agranda. Aunque se trate de asuntos que pueden asustar al niño, o que le duelan –también que los padres tienen problemas, sea entre ellos o de otro tipo, como problemas económicos–, de cualquier manera el niño los percibe e intenta explicárselos, a menudo, como en el caso de la niña de Mamlaket, buscando la culpa en sí mismos. Así que lo mejor es intentar explicárselos de forma adecuada a su edad. «No se le puede decir eso a un niño» es una frase que se usa demasiado, quizá porque nos sentimos incómodos explicando ciertas cosas.


No sé cómo he llegado a este momento de consultorio para padres, porque de lo que quería escribir es de mi sorpresa por encontrarme tantas películas con el silencio como eje; si en Mamlaket solo atañe a una rama secundaria del argumento, en Maspalomas lo articula: el hombre gay que tras un ictus es ingresado por su hija en una residencia y allí vuelve a entrar en el armario. Aunque a veces abuse de los estereotipos y el final sea algo complaciente, me interesó sobre todo cómo una persona que creía haberse librado de las expectativas ajenas vuelve a verse sometida a ellas y solo puede hacerlo guardando silencio sobre quién es de verdad.

También en Cuerpo celeste, una recomendable película chilena,hay un silencio tan atronador como paradójico. Los padres de la protagonista se dedican –aunque de forma clandestina– a romper silencios sobre los asesinados por la dictadura de Pinochet: localizan tumbas en el desierto, las marcan y así luego podrán ser desenterrados los cadáveres, sacados del olvido y del silencio impuesto sobre ellos. Pero no le cuentan a la hija lo que hacen. Ella varias veces pregunta qué están haciendo o de qué hablaban y han callado al llegar ella; la adolescente se adelanta a la respuesta de sus padres, que se sabe de memoria: «Nada». En dos escenas de la película, los protagonistas gritan, como juego pero que se vuelve simbólico, «nada», una y otra vez, provocando un eco que repite la palabra. De pronto la nada se vuelve ruido, se amplifica y cobra significado. Lo que se quería silenciar reverbera en las vidas de todos ellos.


1 de octubre

También Le cri des gardes está marcada por el silencio, esta vez el de los colonizadores sobre sus crímenes. Un trabajador africano muere en un supuesto accidente en una empresa de obras públicas en África Occidental dirigida por blancos. El hermano del fallecido llega en la noche a reclamar el cadáver. El capataz le da largas, luego le ofrece dinero, le amenaza, le ruega, reconoce de boquilla que se han cometido errores, hace falsas promesas; cualquier cosa con tal de no entregar el cadáver, la prueba no solo del crimen, también de la responsabilidad individual y colectiva del delito, porque el joven ha sido asesinado por un ingeniero, amigo del capataz. La metáfora de la relación entre los poderes coloniales y sus excolonias es –¿demasiado?– evidente: actos simbólicos, contrición, soborno, chantaje, pero nunca reconocer y asumir auténtica responsabilidad del delito.


Supongo que es casualidad haber visto varias películas seguidas articuladas por lo que no se dice. O a lo mejor, en una época de fake news, tergiversaciones constantes de la verdad y de una política que avanza a golpe de eslogan publicitario en lugar de ideas, nos empieza a preocupar todo eso que se oculta tras tanto palabrerío interesado, pues sabemos que lo que se calla a menudo es más importante que lo que se dice. Y el arte suele ser el sismógrafo que recoge las agitaciones en una sociedad antes de que esta las perciba conscientemente.

La entrada Cine que rompe silencios se publicó primero en lamarea.com.

¿Es ético mezclar ficción y la voz de la niña asesinada en ‘La voz de Hind’?

25 Septiembre 2025 at 12:53

24 de septiembre de 2025

Hemos pasado tres días en el festival de San Sebastián y un amigo, que ya la ha visto, nos pide que le digamos nuestra opinión después de ver La voz de Hind. Hoy la entrada de mi diario es el correo que le escribo al respecto.


Querido J.: como puedes imaginar, asistir a la proyección de La voz de Hind nos ha conmocionado; creo que fue a Marta Sanz a quien le oí decir o leí que el arte no debe tanto emocionarnos como conmocionarnos. Esta película lo logra por completo.

Nos decías que te interesaba mucho nuestra opinión y que tenías ciertas dudas sobre lo ético del planteamiento de la película. Sé que Edurne ha estado escribiéndote ya hace una hora. Aunque lógicamente comentamos la película al salir del cine, he preferido no leer lo que te escribe e intentar aclarar yo antes lo que pienso de ella, aunque luego leeré lo que te ha escrito Edurne para ver si reviso o no alguna de mis opiniones. Es una pena, por cierto, no poder hablar de todo ello contigo en vivo y en directo.

Anoche leí en una red social algún comentario en el que se reprochaba a la directora usar la voz de la niña y tomas reales del estado de la ambulancia y del coche donde fueron asesinados por el ejército israelí respectivamente los enfermeros y la niña y su familia, para luego mezclarlas con una dramatización de las escenas en el centro de la Media Luna Roja, desde donde hablaron con Hind mientras la niña estaba sola y rodeada de los cadáveres de su familia. No recuerdo si se utilizaba la palabra «manipulación» pero era el sentido general de la crítica hacia esa mezcla de lo inventado y lo documental para conseguir un efecto. Lo que nos acerca también a la posible «pornografía emocional» de la que creo que hablamos la noche anterior.

Creo que se pueden separar ambas críticas. A mí no me parece mal que haya una parte documental, que incluye la voz de Hind, y una parte de actuación, aunque esta nos haga preguntarnos qué se dijo de verdad, cuánto de lo que se nos muestra corresponde a la realidad de lo sucedido y cuánto hay de licencia artística. Pienso que tomarse una licencia artística en el caso de la voz de la niña habría sido casi criminal; o escuchamos su voz o no la escuchamos, pero no podemos usar un sufrimiento personal tan terrible y adaptarlo en función de nuestra conveniencia creadora. La niña asesinada exige un respeto absoluto (y por supuesto el acuerdo de la madre con el uso de la voz, con el que parece haber contado la directora). Pero la escena en la sede de los voluntarios no trata tanto de la situación individual de cada uno de ellos, de lo que dijo y lo que no dijo, sino de los dilemas morales y los conflictos que surgen en una situación así. El conflicto entre el deseo de intentar salvar inmediatamente a la niña y el de garantizar la seguridad de los enfermeros que van a rescatarla es terrible, es real independientemente de con qué palabras y gestos se exprese; se trata de un dilema ético general que se puede representar mediante la ficción. Y también se nos muestra (representado) algo que me parece muy importante: la impotencia frente a la barbarie del ejército israelí. Porque en la situación en la que actúan los voluntarios no hay decisión acertada, no hay un criterio objetivamente mejor que otro: si envías a los enfermeros sin garantías del ejército es muy probable que los maten –y que muera la niña también–; pero si esperas a salvarla para tener esas garantías, también es posible, como sucedió, que los maten igualmente. La posibilidad que planea sobre toda la situación, que los soldados sepan que la niña está viva y la usen como cebo para asesinar a los enfermeros y luego matarla a ella o dejarla agonizar sola es aterradora, pero también forma parte de esa dramatización que no falsifica sino que nos acerca a la verdad. La voz de la niña es parte de la documentación de un asesinato; la de los voluntarios es una contribución a dilucidar las tensiones éticas en una agresión bélica de estas características.

¿Es ético mezclar ficción y la voz de la niña asesinada en ‘La voz de Hind’?
Fotograma de La voz de Hind, película dirigida por Kaouther Ben Hania. LA ZONA / CARAMEL FILMS

Por otro lado, si rechazo que el uso de la voz real de la niña sea pornográfica, es por lo siguiente: la pornografía es una representación de lo íntimo con el objetivo primordial de causar un efecto, normalmente la excitación sexual, y todo lo demás –trama, personajes, estilo– son casi insignificantes para lograrlo. En La voz de Hind hay una complejidad y tal multitud de temas relevantes éticamente que no tengo la impresión de que la voz real de la niña se use meramente como instrumento para conmovernos. Es una parte más de un cuadro matizado de una situación límite.

Sí dudo que sea acertado mostrar al final fotografías y fragmentos de vídeo de cuando Hind estaba viva. El uso de los fragmentos documentales –que incluyen las voces de quienes asistieron de verdad a la cría– nos recuerda que se nos está hablando de crímenes reales que afectaron a personas reales; que la película no es mera propaganda. Pero nos dice mucho más la voz de la niña que las imágenes de ella, porque lo que entendemos es que da igual que la niña tenga seis u ocho años, que sonría o no, que se divierta o no, que tenga un rostro gracioso o no. La voz de Hind es al mismo tiempo individual y la de todas las niñas y todos los niños asesinados y sí me parece algo manipulador pretender conmovernos aún más con la imagen concreta de ella (entramos en esa situación peligrosa en la que se deja de conmocionar para conmover, acercándonos así al sentimentalismo).

Después de decir todo esto, tengo que confesarte que hay algo a lo que no sé muy bien cómo responder: qué cambiaría en la película si en lugar de oír a Hind oyésemos a una actriz que reproduce las palabras de Hind. ¿Sería más respetuoso con el sufrimiento de la niña? Y también: ¿nos desgarraría menos escucharla? Creo que la respuesta a ambas preguntas es sí.

Y aquí tendríamos que adentrarnos en el tema de la función política del arte y qué se puede o debe sacrificar en él para que tenga un impacto directo sobre la realidad en situaciones de emergencia. La voz de Hind pretende claramente amplificar la lucha contra una agresión criminal y subordina ciertas decisiones a esta función; pero no me parece que lo haga de una forma tan descarada o simplista como para descalificar la película como obra de arte o negar su carácter ético. Pero la discusión sobre las tensiones entre arte y realidad abre un campo muy amplio y vamos a tener que dejarla para otro momento porque ya me he extendido mucho. Ojalá podamos hablar de todo ello pronto. Me gustaría escuchar con más detalle tus opiniones.

Un fuerte abrazo,

José

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