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‘Buscando a Pedro Baigorri’, cocinero y guerrillero

Por: Manuel Ligero

Hay personas que viven vidas «de película». Una de ellas es, sin duda, Pedro Baigorri, un hombre que cocinó para Franco, participó en los movimientos revolucionarios de su tiempo y acabó siendo asesinado en una emboscada en la selva colombiana. El periodista y cineasta Unai Aranzadi presenta ahora un documental sobre su azarosa vida: Buscando a Pedro Baigorri. El estreno tendrá lugar mañana, en el cine Maldà de Barcelona, dentro del marco del XXII Festival de Cine y Derechos Humanos.

«La película habla del sentido de la lucha, de la clandestinidad y de las raíces, en muchos casos, cristianas de eso de sacrificarse cual “Cristo con un fusil al hombro”, que diría Kapuscinski», explica su director. Aranzadi ha dedicado a esta historia casi 20 años de investigación que le han llevado a Cuba, Francia, Venezuela, España, México, Suecia y Colombia tras la pista de Baigorri.

Todo empezó en Navarra, en la década de 1950. Baigorri era hijo de guardia civil y se crió en diferentes casas cuartel hasta que, gracias a sus dotes de cocinero, fue contratado en el Hotel María Cristina de San Sebastián. Trabajando allí, fue llevado al buque Azor para cocinar para el mismísimo Francisco Franco. Aunque políticamente hablando no podía estar más alejado del dictador. Tanto, que en 1959 se marcharía a Francia para eludir el servicio militar obligatorio.

En la capital francesa comienza su etapa guerrillera, en las filas del Frente de Liberación Nacional argelino. Luego se traslada a la meca revolucionaria de la época: Cuba. Allí trabó amistad con los hermanos Castro y con el Che Guevara. Tras unos años de trabajo en la isla, hace un curso de guerrillas y es enviado a Colombia. En ese país todos sus proyectos revolucionarios fracasan y, finalmente, es asesinado en 1972 a manos del Ejército colombiano. En la trampa que le tendieron cayeron otros tres compañeros de armas, pero uno sobrevivió. Unai Aranzadi consiguió entrevistarlo antes de su muerte.

Por su documental desfilan varias personas que conocieron y trabajaron junto a Baigorri, como su paisano Lucio Urtubia (célebre anarquista exiliado como él en París), el escritor y guerrillero Alfredo Molano o el fotógrafo mexicano Rodrigo Moya (cuya hermana fue pareja de Baigorri).

Recomponer la historia del chef y revolucionario navarro ha sido una tarea muy ardua. Tras su martirio en Colombia se perdió toda pista de él, hasta el punto de que no se sabía muy bien si se trataba de una leyenda o era un personaje real. Pero era muy real. El primero que empezó a tirar del hilo fue Fermin Munarriz, periodista de Gara que en 2005 se propuso rastrear sus huellas a la manera tradicional: agarró la guía telefónica y empezó a llamar a todos los Baigorris navarros hasta que dio con su hermano Pablo, compositor de textos en la rotativa del Diario de Navarra durante más de 40 años. Gracias a él, la historia de Baigorri empezó a tomar forma.

Pedro Baigorri
Pablo Baigorri muestra una foto de su hermano mayor en sus últimos años de vida. UNAI ARANZADI

El documental será presentado mañana al público por el propio director, que se refiere a su obra como algo concienzudo y artesanal, «hecho con pocos medios, pero con mucho fondo». Aranzadi, reportero de guerra y colaborador habitual de La Marea, ha recibido premios en festivales de cine de Houston, México, Italia, Barcelona o Bahía entre otros. En la presentación de su nueva película le acompañarán los hermanos y sobrinos de Baigorri.


‘Buscando a Pedro Baigorri’ se estrena mañana, 6 de diciembre, en el Cinema Maldà de Barcelona, a las 18.00 horas.

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✇Todo Por Hacer

Huelga en Manantial Gestión (sector de la salud mental de la Comunidad de Madrid), con “plantillas extenuadas”

Por: Todo Por Hacer

La privatización sistemática desplegada por el Gobierno de la Comunidad de Madrid extiende sus raíces a la totalidad de servicios públicos esenciales.

«La sanidad, en su ámbito más directo de hospitales y centros de salud, es quizá el ejemplo más evidente y denunciado«, explica el periodista Roberto Ugena en elplural.com. «Sin embargo, la Red de Atención Social a Personas con Enfermedad Mental se deshace progresivamente y alejada del foco, arrastrando con ella a miles de usuarios, que requieren de este apoyo, y a sus trabajadores, precarizados hasta la extenuación y víctimas del peor de los chantajes: el que utiliza a los receptores de la atención.

Manantial Gestión S.L., brazo de reciente creación de Fundación Manantial, es una de las entidades concesionarias de estos servicios cada vez más decadentes. Las concesiones otorgadas por la Comunidad de Madrid a este grupo a lo largo de los años son incontables y su negocio se ha expandido, pero los derechos de los trabajadores, incluidos los legales garantizados por Convenio, han seguido un camino opuesto. Cuando las cosas iban bien, los beneficios se quedaron en la cumbre y los trabajadores recibieron migajas; flujo que se ha invertido con la llegada de las vacas flacas, que se han cargado en las espaldas de la plantilla.

El juego de las concesiones ha salido caro al Grupo Manantial, que ve ahora como otros conglomerados le arrebatan servicios gracias a ofertas que podrían llegar a considerarse bajas temerarias. Esa es la justificación dada a los trabajadores para mantenerles un salario cercano al mínimo interprofesional, en contra del mínimo del convenio sectorial; aumentarles la jornada laboral, incumpliendo el acuerdo alcanzado; eliminar pluses de experiencia ya pactados; o reducir las horas de formación. Así se lo trasladó la dirección al Comité de Empresa en una reunión. […]

La amenaza, tal y como recoge el acta de aquella reunión, es directa. “Son las medidas necesarias para no llegar a tener que hablar de despidos”, trasladó el representante legal de la Dirección. “Por lo que, si se impugna la decisión de la empresa, tendrán que tomar otra serie de medidas a las que no quieren llegar”, apostilló el letrado, por si no había quedado claro el cariz negociador. Unas actuaciones que retiran 2 de los 14 pluses de dirección y 2 de los 14 pluses de disponibilidad a los directivos y que arrebata todo a los trabajadores (literal a continuación):

  • Supresión del 9% del plus de experiencia consolidado, recogido en el Acuerdo de Mejora, a aplicar a la totalidad de la plantilla.
  • Ajuste del número de educadoras sociales de las Residencias ajustándose al mínimo posible según marcan los pliegos.
  • Aumento de la jornada laboral de 35 horas semanales a 38,5 horas según indica el XVI Convenio.
  • Reducción de las horas de formación de las 30 horas actuales recogidas en el Acuerdo de Mejora a 25 horas que fija el XVI Convenio.
  • Supresión de la contratación de educadores de refuerzo en vacaciones en las Residencias recogido en el Acuerdo de Mejora.

Y es que la jeta de la Dirección de Manantial Gestión llega al punto de querer acogerse al Convenio Sectorial según conveniencia y vulnerar acuerdos internos, de total validez e inalienables cuando mejoran las condiciones sectoriales (tal y como recoge el propio Estatuto de los Trabajadores en su artículo 3). Es decir, incumplimos el acuerdo interno consolidado, retrocediendo al Convenio, para la jornada laboral, el plus de experiencia, la formación y el número de trabajadoras; pero no ajustamos las nóminas a Convenio porque no hay dinero.

Una práctica a todas luces ilegal, pues vulnera acuerdos válidos suscritos y salvaguardados por el Estatuto de los Trabajadores, además del Convenio; y contraria a la normativa laboral, incurriendo incluso en amenazas con los representantes de los trabajadores, a los que se sugiere que o aceptan estos incumplimientos o se producirán despidos. La Inspección de Trabajo podría actuar de oficio o ante una denuncia anónima y sancionar gravemente. La Comunidad de Madrid, a la que no se espera, también podría tomar cartas en el asunto«, concluye el artículo.

Frente a este ataque contra los derechos laborales y la precarización de las plantillas, más de 300 trabajadoras han sido llamadas a la huelga indefinida por CGT, con el apoyo de CNT Comarcal Sur, en múltiples centros dominados por el Grupo Manantial. Lo hacen «en lucha por sus salarios, contra la pérdida de poder adquisitivo y por la mejora de sus derechos laborales«.

La primera de las jornadas se activó el jueves 4 de diciembre, pero el plato fuerte llegó el viernes 5 por la mañana, cuando las huelguistas se concentraron frente a la sede de la Fundación.

En un comunicado, la CNT Comarcal Sur aclara que «las reivindicaciones que impulsan esta movilización son claras, legítimas y urgentes:

  • Defender de manera efectiva el poder adquisitivo de la plantilla, reclamando medidas que compensen la pérdida acumulada y garanticen salarios dignos.
  • Preservar la jornada laboral semanal vigente, rechazando cualquier retroceso que implique un empeoramiento de las condiciones laborales.
  • Exigir la adopción inmediata de medidas adecuadas de prevención de riesgos laborales y psicosociales, indispensables para garantizar la salud y la seguridad en el trabajo.
  • Reclamar el cumplimiento íntegro del Acuerdo de mejora de las condiciones laborales, recogido en los convenios colectivos aplicables y de obligado respeto en los centros de trabajo.
  • Asegurar que se respeten los pliegos establecidos por la Consejería, especialmente en lo referente a las condiciones técnicas y la dotación mínima de personal imprescindible para prestar una atención profesional y de calidad.

Somos profesionales de la salud mental: psicólogas, trabajadoras sociales, educadoras, terapeutas, integradoras… Y sabemos que la precariedad es una agresión directa a la calidad del servicio. No vamos a permitir que se utilice la excusa de la “crisis” para desmantelar nuestras condiciones mientras se eluden responsabilidades y se pide sacrificio solo a la plantilla.

En un momento como este, resulta imprescindible la unidad de toda la plantilla. Solo con cohesión, apoyo mutuo y una posición colectiva firme será posible frenar el deterioro de las condiciones laborales y garantizar el cumplimiento de los compromisos adquiridos.

El sindicato reafirma su respaldo inequívoco a todas las trabajadoras y trabajadores en esta huelga, así como su compromiso en la defensa activa de sus derechos, la dignidad profesional y la calidad del empleo«.

En un artículo de El Salto, Néstor Camacho, delegado de CGT, explica que «los últimos años venimos sufriendo retrasos en las nóminas”, porque la empresa “no está en un buen momento económico, tienen dificultades de tesorería”. Asegura que Manantial Gestión explica que “la actualización del convenio es inasumible por su economía, que ya de por sí estaba tocada”. Por eso, afirma, llegaron a un acuerdo para que se asumieran mejoras poco a poco. “Se empezó a hablar de septiembre, para luego hablar de octubre, y estamos en diciembre y no ha ocurrido nada”, comenta. “Lo que nos han planteado hasta ahora es quitarnos el 9% de plus de experiencia; pasar de la jornada de 35 horas semanales que tenemos actualmente a tres horas y media más; bajar el número de horas de formación que tenemos, de 30 a 25; y no contratar a personal de refuerzo en épocas estivales o en Navidades”. Además, indica, “nos han dicho que estas medidas serían de manera indefinida”. Algo, que recuerdan, ya les pasó tiempo atrás y aceptaron bajarse el salario, una bajada que no llegaron a recuperar nunca.

Nos lleva a una situación insostenible, con los precios de las viviendas que hay en Madrid, que ha aumentado la cesta de la compra”, indica Néstor Camacho que asegura que “muchas compañeras tienen que tener dos trabajos para poder llegar a final de mes”. “El resultado es una plantilla extenuada”, afirma.

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✇BlogSOStenible··· – – – ··· – – – ··· – – – ··· – – – ··· «Otras» noticias, y «otra» forma de pensar…

Libro El mundo no se acaba, de Hannah Ritchie (resumen)

Por: Pepe Galindo

Un libro escrito por una científica y divulgadora de la Universidad de Oxford que tiene por bandera el optimismo y los datos (Anagrama, 2025). Se aleja del catastrofismo ecologista casi tanto como del negacionismo climático; y afirma que «aceptar la derrota ante el cambio climático es una postura indefendiblemente egoísta».

Hannah Ritchie aclara que su optimismo es «condicional» (i.e., condicionado a actuar adecuadamente); que es diferente a un «optimismo ciego» que confía sin promover la acción organizada. Su objetivo es conseguir que seamos la primera generación que logre alcanzar la sostenibilidad completa en los dos sentidos que recoge la definición de la ONU: satisfacer las necesidades de las generaciones actuales; y hacerlo sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras para satisfacer las suyas. Con respecto al primer aspecto, Ritchie opina que falta mucho por hacer aunque, al menos, se ha avanzado una barbaridad en aspectos tales como: la mortalidad infantil y materna, la esperanza de vida, el hambre y la malnutrición, el acceso a recursos básicos (agua, energía…), la educación y la pobreza extrema.

Por supuesto, estos avances en la calidad de vida global también «han tenido un enorme coste medioambiental», lo cual ha empeorado de forma colosal el segundo requisito de la sostenibilidad. Para equilibrar la situación, el libro examina en detalle siete problemas medioambientales y sus interconexiones entre sí.

Antes de examinar esos siete problemas, Ritchie se distancia de dos soluciones típicas del ecologismo: despoblación y decrecimiento. La primera consiste en reducir el tamaño de la población y Ritchie afirma que realmente esa no es una alternativa, primero porque la población ya se está frenando a nivel mundial y, segundo, porque es muy complicado hacerlo de forma ética. Apunta a que más impacto que la superpoblación lo generan los estilos de vida (especialmente de los millonarios), lo cual podría estar afectado por la segunda solución que Ritchie rechaza, el decrecimiento, entendido como un retroceso o empobrecimiento. Para ella, la pobreza no implica mayor sostenibilidad, por supuesto, si consideramos los dos pilares de la sostenibilidad anteriormente indicados. En el libro, ella matiza que es cuestionable el crecimiento en los países ricos, pero que para acabar con la pobreza se necesita un crecimiento económico global. Para ella, no vale cualquier crecimiento y afirma —igual que cualquier decrecentista— que sería necesario crecer en algunos sectores y tecnologías y decrecer en otras. Tal vez, la promesa más impactante del libro es que dice demostrar que podemos reducir el impacto ambiental y, a la vez, mejorar la situación económica.

1. Contaminación atmosférica

Aunque no se suela decir, la contaminación atmosférica es «una de las principales causas de mortalidad en el mundo». Las cifras de fallecidos por esta causa son similares a las muertes por tabaquismo; seis o siete veces mayores que los muertos en accidentes de tráfico; y superan en cientos de veces la cifra de vidas perdidas por terrorismo o por guerras. Cada año, la mala calidad del aire suele ser quinientas veces más mortífera que todas las catástrofes «naturales» juntas.

La buena noticia es que se está reduciendo este tipo de contaminación, especialmente en las ciudades, lo cual baja las tasas de mortalidad. Es preciso tomar medidas locales y globales. Usemos como inspiración el Protocolo de Montreal para eliminar las sustancias químicas que degradaban la capa de ozono, un problema de cuya gravedad advirtió incluso Carl Sagan. En 1987 fue firmado por 43 países; y en 2009 se convirtió en el primer convenio internacional que logró la ratificación universal de todos los países del mundo. Un ejemplo que demuestra que hacer caso a la ciencia tiene resultados positivos.

A escala global, la mayor fuente de contaminación es quemar madera o carbón, incluyendo aquí las quemas agrícolas. Luego está la polución por actividades agropecuarias, principalmente por culpa de la ganadería y por los fertilizantes. Después viene la quema de combustibles fósiles para producir electricidad. Luego, diversas industrias (textiles, químicas, metalúrgicas…), seguidas del transporte de personas y mercancías.

Resumen del libro "21 lecciones para el siglo XXI" de Harari. En nuestro blog también encontrarás el resumen de su libro "Sapiens"

Lee también un resumen de este libro de Yuval N. Harari.

♦ Las soluciones propuestas pueden parecer caras, pero son muy baratas si las comparamos con los cientos de millones en gastos por no solucionar el problema:

  1. Lo más urgente es «dejar de quemar cosas» y, cuando no sea posible, capturar las partículas de la combustión.
  2. Detener las quemas agrícolas por ser una inmensa fuente de contaminación estacional fácil de evitar haciendo compost, triturando, etc.
  3. Conseguir combustibles limpios para cocinar y calentarse. La leña puede ser muy natural, pero es la forma más contaminante de conseguir calor. Provoca múltiples enfermedades por respirar el humo.
  4. Eliminar el azufre de los combustibles fósiles. Es tan simple como poner filtros en las chimeneas.
  5. Transporte más limpio. Los vehículos eléctricos contaminan menos, pero no son parte de la solución porque siguen siendo origen de multitud de emisiones. Por supuesto, la aviación es muchísimo peor.
  6. Transporte sostenible: caminar, ir en bicicleta o en transporte público.
  7. Abandonar combustibles fósiles, en favor de las renovables y de la energía nuclear. Ritchie es contraria a debatir entre renovables y nuclear porque, para ella, lo importante es que son energías con bajas emisiones de CO2. No tiene en cuenta el problema de los residuos radiactivos, ni el riesgo de atentados terroristas, ni el hecho de que las nucleares no sean rentables sin subvenciones de dinero público.

2. Cambio Climático

«Un mundo 6 ºC más caliente que el actual sería devastador», nos advierte la autora. Tras comentar algunas de las consecuencias del calentamiento global, afirma que «si cada país cumpliera realmente sus compromisos climáticos, llegaríamos a los 2,1 ºC en 2100», lo cual sería una gran noticia, aunque podría ser mejor.

Hannah Ritchie asegura que «las tecnologías bajas en carbono resultan cada vez más competitivas» y «los líderes mundiales se han vuelto más optimistas». Ahora tenemos infraestructuras mejor preparadas, podemos predecir eventos climáticos extremos, organizar evacuaciones, existen redes internacionales de apoyo, etc. En definitiva, estamos mejor preparados que en el pasado y sabemos cómo reducir las emisiones de dióxido de carbono, porque hay solo dos fuentes principales: «la quema de combustibles fósiles y el cambio en el uso de la tierra» (deforestación).

La situación actual es que «las emisiones totales siguen aumentando, pero las emisiones per cápita han tocado techo». Ese dato es utilizado por la autora para ser optimista y esperar a que la contaminación empiece a declinar, al menos en los países ricos, porque dice que está demostrado que «los avances tecnológicos hacen que hoy consumamos mucha menos energía que en el pasado». Como ejemplo, afirma que en Suecia se vive con igual nivel que en Estados Unidos y, sin embargo, se emite solo una cuarta parte. Según sus datos, el crecimiento económico y la reducción de emisiones son compatibles. El problema es que mira datos de países ricos que ya son exageradamente insostenibles. En tales casos, ¿es correcto celebrar una pequeña reducción en su contaminación?

En su análisis, asegura que «las soluciones que pasan por reducir el consumo de energía a niveles muy bajos no son buenas», porque la energía es fundamental para mantener o aumentar la calidad de vida. Tampoco ve adecuado que se avergüencen los que viajan en avión, porque para ella volar es un gran invento y las ventajas son suficientes para olvidar sus serios inconvenientes. ¿Será una excusa para justificar su gusto por volar?

♦ Soluciones que propone:

  1. Transición hacia la energía renovable por todas sus ventajas. El inconveniente del espacio que requieren se resuelve buscando lugares adecuados: tejados, agrovoltaica, etc.
  2. Electrificar la demanda de energía donde sea posible y aumentar el almacenamiento (baterías…). Ritchie está convencida de que esta transición requerirá menos actividad minera que con combustibles fósiles.
  3. Replantear el transporte a larga distancia.
  4. Alimentación. Aunque sostiene que no es preciso ser veganos, deja claro que cualquier cambio a dietas más vegetales tiene una enorme influencia en el clima, como por ejemplo elegir hamburguesas de pollo en lugar de ternera (que es la carne con más huella de carbono). Con datos muy fiables confirma que «la carne con emisiones de carbono más bajas supera las de la proteína vegetal con emisiones más altas». Y no importa demasiado si son alimentos ecológicos, de proximidad o en extensivo. La autora afirma que adoptando las siguientes medidas se liberaría suficiente tierra como para compensar las emisiones del sistema alimentario resultante:
    • Comer menos carne.
    • Adoptar las mejores prácticas agrarias.
    • Reducir el consumo excesivo y el desperdicio alimentario.
  5. Reducir las emisiones por la construcción, básicamente eliminando el cemento, un material muy contaminante en su fabricación. Propone usar otros materiales y, aunque no lo cita, una opción es el cemento Sublime.
  6. Poner precio al carbono para que los productos de altas emisiones sean más caros y menos accesibles. Como todos sabemos, los precios no reflejan los costos de los productos, y mucho menos los costos ambientales. El peligro de esta medida —y Ritchie lo subraya— es que haga que las familias pobres sean aún más pobres. Para evitarlo se deben incluir ayudas y conseguir que sean los ricos los que más paguen, porque son, de hecho, los que más carbono emiten.
  7. Sacar a la población de la pobreza es otra medida para adaptarnos al cambio climático, porque son los pobres los más vulnerables.
  8. Mejorar la resiliencia de los cultivos ante los efectos del cambio climático.
  9. Adaptarnos ante el aumento de temperaturas.
  10. No caer en la trampa psicológica de la «autoconcesión moral». Esto ocurre cuando nos permitimos algo negativo porque creemos que lo compensamos con un sacrificio en otro aspecto. Por ejemplo, comernos un filete porque reciclamos el envoltorio de plástico; o caer en las trampas del greenwashing. Para ello, es importante tener muy presente qué cosas a nivel individual tienen más y menos impacto.

Un problema de la forma de comunicar de Ritchie es que quita importancia a aspectos que, aunque no sean principales, tienen suficiente peso como para no ser despreciados. Es como si olvidara el efecto sinérgico de juntar varias fuerzas. Sumar muchos pocos hace un mucho. A veces, este tipo de contradicción se hace patente en una misma explicación. Por ejemplo, cuando literalmente escribe: «Cambiar nuestra alimentación no va a resolver el cambio climático: para ello tenemos que dejar de quemar combustibles fósiles. Pero arreglar únicamente nuestros sistemas energéticos, ignorando la alimentación, tampoco nos llevará a esa meta».

3. Deforestación

La tierra ha perdido un tercio de todos sus bosques desde el final de la última glaciación. En el último siglo, también se ha perdido mucha superficie forestal, casi toda debida a la expansión de la agricultura. Las zonas incendiadas se regeneran si se las deja. Al perder bosques se emite carbono, pero Ritchie considera que eso es secundario en comparación con la pérdida de biodiversidad.

También resalta cómo la pérdida de hábitats se puede frenar con medidas políticas. Por ejemplo, «Brasil logró reducir la deforestación en un 80 % en solo siete años bajo la presidencia de Lula da Silva».

Con respecto al aceite de palma, no considera que su consumo sea preocupante, porque no se sabe con certeza la deforestación que causa de forma directa. Opina que no sería justo culpar a ciertos campos de palmeras de la deforestación de esas áreas si los bosques fueron talados con anterioridad. Es decir, no tiene en cuenta que esas zonas podrían volver a ser bosques. Además, sostiene que usar otros tipos de aceites podría ser incluso peor. Sin embargo, hay que tener en cuenta que evitar el aceite de palma no obliga a optar por otro aceite, sino que se puede optar por no consumir productos con aceite de palma (bollería, alimentos ultraprocesados, etc.) sin sustituirlos por nada con otros aceites. En cualquier caso, apoya el uso de aceite de palma certificado como sostenible (RSPO) y deja claro que «el biodiésel de aceite de palma produce más emisiones de carbono que la gasolina o el gasóleo».

«La tala de bosques para dejar espacio al ganado bovino es responsable de más del 40 % de la deforestación mundial». El siguiente factor de pérdida de bosques es la palma y la soja y, en tercer lugar, la silvicultura (papel/celulosa). Así, pues, la mejor forma de frenar la deforestación es reducir el consumo de carne de cordero y de vacuno. En tercer lugar, se situaría el queso y los lácteos de vaca. Ritchie apoya esta opción, incluso aunque sean productos de ganadería extensiva en tierras no aptas para la agricultura, porque en estos casos considera que la mejor opción sería dejar que esas tierras se conviertan en bosques u otros espacios naturales.

Otras opciones que propone son: que los países ricos paguen a los más pobres por conservar sus bosques; y que se compensen las emisiones mediante reforestaciones (aunque esto tiene un peligro muy evidente).

Para acabar este apartado, Ritchie sostiene que no es buena idea volver de la ciudad a zonas rurales (revitalizar pueblos), ya que la principal causa de deforestación es cómo producimos nuestros alimentos y no dónde vivimos. Y también alerta de los que piensan que la alimentación vegana contribuye a la deforestación por los cultivos de soja. Los datos son muy evidentes: el 76 % de la soja se utiliza para alimentar animales y «solo el 7 % se destina a los productos veganos» (tofu, tempeh y leche vegetal).

4. Alimentación para no comerse el planeta

«La demanda humana de alimentos representa la mayor amenaza para los animales del globo». Así de contundente se manifiesta Hannah Ritchie. Afortunadamente, no es cierto que haya una fecha límite en los suelos agrícolas del mundo. Unos se están degradando y otros están mejorando, aunque en general, el suelo agrícola está siendo maltratado (y no solo por la erosión).

Una persona necesita entre 2.000 y 2.500 calorías diarias. Si dividimos la producción mundial de alimentos a partes iguales entre todos, cada uno de nosotros podría consumir unas 5.000 calorías diarias (más del doble de lo necesario). El hambre en el mundo no es un problema de falta de alimentos, sino de mala distribución (también lo apuntaron Nebel y Wrigth). Este dato sirve a Ritchie para confirmar que, en realidad, no somos demasiados humanos. El problema es que los millones que habitamos el planeta Tierra no nos contentamos solo con comer, sino que aspiramos a un consumo cada vez mayor (casas, teléfonos, aviones, IA…).

La superproducción agraria se debe principalmente a dos inventos: el de Fritz Haber y Carl Bosch (para convertir el nitrógeno del aire en amoníaco, fertilizante); y el de Norman Borlaug (para mejorar el cultivo de trigo en México). Estos logros para aumentar la producción han evitado muchas muertes, pero también han hecho que no podamos volver atrás. Es decir, «el planeta no puede limitarse a consumir solo alimentos ecológicos» (porque hay demasiadas personas a las que alimentar). Por tanto, a nivel colectivo dependemos de los fertilizantes para sobrevivir, y fabricarlos requiere grandes cantidades de energía, lo cual explica por qué los países pobres los usan poco, aunque tengan que utilizar mayor superficie agraria.

Vivimos en un mundo con grandes desigualdades, en el que algunos sufren de obesidad y otros de desnutrición; el alimento que podría saciar el hambre de millones de personas se dedica a alimentar ganado o a producir agrocombustibles para nuestros coches. Menos de la mitad de los cereales que se producen se dedican a la alimentación humana directa. Todo un 41 % se lo come el ganado, lo cual nos hace ver que comer animales es una forma muy ineficiente de conseguir proteínas. «Los animales más pequeños son más eficientes en términos calóricos», aunque surge el «dilema moral» de que hay que matar una mayor cantidad de animales pequeños para conseguir la misma cantidad de carne.

Ritchie pone un ejemplo que sirve para visualizar bien lo que implica comer animales muertos: «¿Se imagina que comprara una barra de pan, cortara una rebanada y tirara el resto —más del 90 %— a la basura? Pues bien: en términos de calorías, eso es más o menos lo que hacemos con la carne». El ganado también es ineficiente convirtiendo proteínas. Lo bueno es que son proteínas «completas» (incorporan aminoácidos importantes), lo cual se puede conseguir con dietas vegetales comiendo legumbres y cereales. La carne también tiene otros nutrientes importantes, pero el único que no existe en los vegetales es la vitamina B12 (asunto que ya se zanjó aquí).

Para entender la magnitud del problema, afirma que tres cuartas partes de la superficie agraria tienen como fin último criar ganado, y todo eso solo sirve para producir el 18 % de las calorías y el 37 % de las proteínas que consumimos. Debemos «reducir al máximo la cantidad de tierra que destinamos a la actividad agraria», lo cual mejoraría también otros problemas: deforestación, contaminación atmosférica, de aguas, de tierras, maltrato animal, etc.

♦ Soluciones que propone:

  1. Mejorar los rendimientos agrícolas en todo el mundo, especialmente en África.
  2. Comer menos carne, sobre todo de vacuno y cordero, las carnes con mayor impacto (en emisiones, consumo y contaminación de agua, eutroficación, uso de tierra, etc.). Ritchie expone que no funciona instar a la ciudadanía a convertirse al veganismo, sino que es mejor invitar a hacer cambios paulatinos: poner un día a la semana sin carne, reducir las dosis, aumentar el consumo de legumbres, etc. Solo eliminando la carne de ternera y la de cordero se reduciría a la mitad nuestra necesidad de tierras de cultivo en todo el globo. Debemos entender que la dieta vegana es la más ecológica, pero no es necesario ser veganos estrictos: «El ahorro en comparación con una dieta con algo de pollo, o algo de pescado y huevos, no es tan significativo», aclara la autora del libro. Ella quiere derribar el mito de que si fuésemos veganos no habría tierra para cultivar porque, como ya se ha indicado, lo que ocurriría sería todo lo contrario: una dieta vegana requiere menos tierra de cultivo.
  3. Invertir en sustitutos de la carne. Para Ritchie, es importante que las carnes vegetales cumplan cuatro requisitos: ser sabrosas, baratas, fáciles de encontrar y fáciles de incorporar a las dietas habituales. Ella afirma que ha probado multitud de productos vegetales y que hay algunos realmente asombrosos que, incluso, pueden llegar a gustar tanto o más que los productos cárnicos que imitan. Optar por estos productos no solo reduce la huella de carbono, sino que contribuye a bajar el precio para el resto de la humanidad.
  4. Las hamburguesas híbridas también reducen la huella ecológica (usar carne de pollo total o parcialmente, introducir legumbres…).
  5. Sustituir los productos lácteos por alternativas vegetales. En la UE, los productos lácteos son la causa de un mínimo de una cuarta parte de la huella de carbono. Cualquier bebida vegetal tiene una huella ecológica menor que la leche animal. Ritchie recuerda aquí también la importancia de seguir una dieta variada, para evitar carencias nutricionales.
  6. Desperdiciar menos comida. Por ejemplo, resalta la importancia de cambiar los sacos de recogida de productos agrarios por cajas rígidas que protejan de golpes. También es importante saber que si un producto supera su fecha de «consumo preferente», no indica que no se pueda consumir.
  7. No depender de la agricultura de interior. Aunque minimiza el espacio ocupado (agricultura en vertical), sus necesidades energéticas son tan inmensas que no compensan las ventajas, ni empleando solo energía renovable.
  8. No centrarse en los alimentos de proximidad. Aunque el transporte es importante, supone solo el 5 % de las emisiones de GEI de la comida. El resto se debe a los procesos de producción, empaquetado y conservación. Lo más contaminante es el transporte aéreo (50 veces más que por barco), pero apenas se usa porque es caro. Por su parte, el transporte marítimo es barato, por lo que casi toda la contaminación del transporte de alimentos se produce en la carretera. En definitiva, Ritchie quiere dejar claro que está bien comer alimentos de proximidad, pero que las frutas y verduras producidas muy lejos tienen menos huella ecológica que la carne producida muy cerca.
  9. Los alimentos ecológicos tienen menos pesticidas, pero requieren más extensión. Abonar con estiércol también puede contaminar acuíferos. Respecto al clima, no hay consenso si es mejor o peor porque depende de múltiples factores. Ritchie dice que se fija más en el contenido de los envases que en las certificaciones ecológicas.
  10. Eliminar el plástico aumentaría el desperdicio alimentario. En la huella ecológica de los alimentos solo el 4 % de las emisiones procede de los envases. Nos advierte de que en ciertos alimentos es fácil de eliminar, pero en otros no. En todo caso, aquellos alimentos en los que el plástico es importante tal vez no sean esenciales en nuestra dieta y podemos prescindir totalmente del plástico y del alimento.

5. Pérdida de biodiversidad. Proteger la vida silvestre

«No cabe duda de que muchos animales están experimentando un preocupante y acelerado declive. Pero, si profundizamos un poco más, descubrimos que también hay algunos a los que les va bien». Lo que no debemos olvidar es que nuestra vida depende de la biodiversidad, aunque «no esté claro qué especies necesitemos y cuáles no». Recomendamos aquí leer el relato de La vida del doctor Biología. Lo cierto es que a veces prestamos más atención a ciertas especies, bonitas o más visibles, y olvidamos a las realmente importantes, como los gusanos y las bacterias.

El ser humano ha atacado a las demás especies desde sus orígenes, como bien explica Yuval N. Harari en su magnífico Sapiens. Ritchie declara que «antes de la aparición de la agricultura, hace unos diez mil años, la mayor amenaza para los animales era nuestra caza directa: una vez iniciada la actividad agraria, pasó a ser la destrucción de sus hábitats» y «en la última centuria, el ritmo de disminución ha sido aún más rápido». Un dato más: «Los vertebrados se han extinguido entre cien y mil veces más rápido de lo que cabría esperar».

Actualmente, los humanos y nuestro ganado constituimos la inmensa mayoría de los mamíferos del planeta. Estos son los datos del porcentaje de la biomasa actual y en 1900:

  1. Mamíferos salvajes: 2 % (17 % en 1900).
  2. Humanos: 35 % (23 %).
  3. Ganado: 63 % (60 %).

Esta desproporción también ocurre en las aves: «la biomasa de nuestros pollos duplica la de las aves silvestres». Hay multitud de datos que llevan a poder proclamar que «nos dirigimos hacia una sexta extinción masiva». La buena noticia es que podemos frenarla.

♦ Soluciones que propone:

  1. Reducir al mínimo la superficie cultivada.
  2. Utilizar fertilizantes y pesticidas de forma más prudente y eficaz.
  3. Emplear los métodos de la UE con los que ha conseguido frenar el declive de multitud de especies: reducir el uso de tierras agrícolas, recuperar hábitats naturales, prohibición total de la caza, implementación de cuotas cinegéticas, mecanismos para detener a los cazadores furtivos, proteger zonas por ley (incluyendo también el rewilding), sistemas de compensación para reproducir determinadas especies y programas de cría y reintroducción.
  4. Comer menos carne, porque esto reduciría la cantidad de tierra destinada a la agricultura, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la deforestación.
  5. Detener la deforestación, lo cual implicaría reducir la pérdida de hábitats y las emisiones de GEI.
  6. Proteger los parajes con mayor biodiversidad. El objetivo de la ONU de proteger para 2030 el 30 % de la superficie terrestre es poco ambicioso; y no son pocas las voces que piden proteger al menos el 50 % para 2050.
  7. Frenar el cambio climático.
  8. Detener los vertidos de plásticos en el mar.

6. Plásticos marinos

«El 44 % de todo el plástico del planeta se emplea en la fabricación de envases». Es ahí donde está el núcleo del problema de los plásticos. La autora critica el documental Seaspiracy por algunos de sus datos, pero está conforme con que el 80 % del plástico de las islas oceánicas procede de la industria pesquera. Solo el 20 % restante tiene su origen en tierra. Sin embargo, si miramos el plástico en zonas costeras, los datos podrían indicar justo lo contrario.

Ritchie dice que no hay aún evidencias de los auténticos peligros de los plásticos en el cuerpo humano, y que le parece más preocupante el daño que se causa a la fauna marina (enredos, atragantamientos…).

♦ Soluciones:

  1. Dejar de utilizar envases de plástico de un solo uso.
  2. Invertir más en gestión de residuos: sistemas de recogida, centros de reciclaje, vertederos adecuados (que capturen el metano de la materia orgánica), etc. Es importante reciclar todo lo que se pueda. El problema es que no siempre se puede. El reciclado mecánico permite que los plásticos se reciclen una o dos veces. El reciclado químico es mejor, pero es «tremendamente costoso» y no compensa hacerlo en ningún caso. Tal vez sería útil un SDDR para vidrio reutilizable y, en paralelo, imponer impuestos crecientes al plástico de un solo uso.
  3. Obligar a las industrias a un diseño más inteligente, que utilice solo plásticos reciclables y permita separarlos de forma cómoda.
  4. Prohibir el comercio de plástico usado para que los países ricos no usen a otros como sus vertederos. La proporción de plástico que circula por esta vía no es elevada, pero muchas veces acaba en el mar. Hablamos de 1,6 millones de toneladas en 2020.
  5. Trabajar con la industria pesquera para que no abandone su basura en el mar (redes, anzuelos, etc.). Podría castigarse a los barcos que no traigan de vuelta los aparejos con los que salieron y/o premiarse a quienes traigan basura encontrada en el mar.
  6. Poner interceptores en los ríos. Son aparatos o líneas de burbujas que sirven para capturar los plásticos evitando que lleguen al mar. Otra solución que no contempla es poner grandes bolsas de red a la salida de los desagües pluviales o residuales de las ciudades. Dado que esas aguas arrastran multitud de basura, esas redes la capturarían.
  7. Limpiar las playas es una forma mucho más barata de reducir el plástico en los océanos que recogerlo mar adentro.

7. Sobrepesca. Poner fin al expolio de los océanos

Esto está muy relacionado con la pérdida de biodiversidad. Según Ritchie, los animales marinos son discriminados con respecto a los terrestres. De alguna forma, su sufrimiento parece importar menos a los humanos, a pesar de las evidencias que existen de que los peces son capaces de sentir sufrimiento.

El incremento en potencia y tecnología aplicada al sector pesquero ha hecho que muchas pesquerías hayan entrado en declive o en grave colapso. Ante esto, hay dos formas de actuar. La primera es proponer «capturar muy pocos peces, por no decir ninguno». La segunda es «capturar tantos peces como sea posible, año tras año, pero sin mermar más sus poblaciones». Normalmente, se opta por la segunda opción, aunque sabemos que en demasiadas ocasiones no se cumple.

Una tercera vía (con un enorme crecimiento) ha sido la cría de pescados y mariscos: acuicultura o piscicultura. Actualmente, se crían más peces y mariscos de los que se pescan en estado salvaje. Para Ritchie es una buena noticia porque, según ella, esto reduce presión sobre los peces salvajes. No obstante, reconoce que parte de la comida de los peces de piscifactoría es, precisamente, peces salvajes, pero que, para algunas especies, se ha logrado una proporción de 0,3 (es decir, que hacen falta 0,3 peces salvajes para criar uno de forma artificial). El resto de comida lo forman, por ejemplo, piensos vegetales. La autora deja claro que «las normas de bienestar animal que rigen en las piscifactorías suelen ser bastante deficientes» (léase esto para más datos). Ella no habla de otros problemas presentes en las piscifactorías, como la contaminación que producen.

Con respecto a los atúnidos, Ritchie dice que su situación es mala, aunque algunas especies están mejorando sus poblaciones. Particularmente, alerta de la situación de los atunes en el océano Índico, donde se está sobrepescando sin control (España con la famosa operación Atalanta). El libro no habla de la amenaza del mercurio en los atúnidos.

Otro problema es la muerte generalizada de los corales. La autora demuestra ser una apasionada de estos animales y no le faltan motivos. La solución urgente a este problema es frenar el calentamiento global, evitando quemar combustibles fósiles. Si quieres enamorarte de los corales, te animamos a leer el relato de Lord Howe.

♦ Soluciones:

  1. Comer menos pescado, siempre que sea posible. Tal vez unos quieran no comer nada de pescado (lo cual evita el dilema del sufrimiento animal), mientras que otros opten por reducir este tipo de alimento.
  2. Elegir bien la especie a consumir. El problema de esta opción es que requiere el esfuerzo de investigar y puede variar en el tiempo y dependiendo de la región. Escogiendo bien, podemos comer pescado con poca huella de carbono (casi todos ellos son mejores que el pollo). Ella recomienda evitar los lenguados y mariscos caros, y optar por pescados pequeños y salvajes, como arenques o sardinas.
  3. Acabar con la sobrepesca aplicando cuotas de pesca estrictas. En la UE han mejorado algunas poblaciones de peces, pero otras siguen estando mal. En general, es preferible ser estrictos y que haya pesca suficiente, que ser demasiado permisivos y provocar la crisis de todo un sector.
  4. Reglamentos estrictos para capturas incidentales y descartes. El objetivo es reducir el número de peces que se pescan sin querer y que se tiran al mar (descartes), donde siempre mueren (si no lo están ya). Algunos países han prohibido los descartes y obligan a sus barcos de pesca a desembarcar todo lo que capturen, sea comercial o no.
  5. Prohibir la pesca de arrastre. Es el arte más perjudicial: normalmente se descarta entre el 30 y el 50 % de todo lo capturado (a veces es el 10 %), a lo que hay que sumar el destrozo del fondo marino que ocasionan, entre otros inconvenientes.
  6. Las áreas marinas protegidas evitan ciertas actuaciones humanas dentro de ellas. Son una buena solución, aunque a veces lo que provocan es que el impacto se traslade a otro lugar.

Propuestas finales de Hannah Ritchie

El libro de Ritchie es un canto de optimismo lleno de datos realistas. Algunas de sus opiniones pueden ser controvertidas, pero la mayoría están basadas en evidencias. Es cierto que estamos avanzando en muchos aspectos, aunque no sea tan rápido como nos gustaría. También es cierto que las opciones sostenibles se están volviendo más baratas. Y, en muchos casos, el pueblo está despertando.

Hannah se siente una traidora cuando no usa las opciones más ecológicas, aunque sí sean las opciones con menor huella de carbono, como usar el microondas o consumir alimentos que no sean de proximidad. Pero alerta que, aunque los cambios individuales sean importantes, es necesario un «cambio sistémico», es decir, una acción política que lleve a aprobar leyes que nos hagan avanzar en todas las soluciones que se han propuesto más arriba. Para ello, es necesario «votar a líderes que favorezcan medidas sostenibles» (partidos verdes y ecofeministas) y también sugiere importantes aportaciones individuales como estas:

  1. «Votar con la cartera», que quiere decir que cuando compramos estamos enviando una señal clara de nuestros intereses al mercado (a las empresas).
  2. Donar dinero a causas ecohumanistas (proyectos, organizaciones, etc.). Ritchie —conforme con lo que propuso Peter Singer— dice que dona al menos el 10 % de sus ingresos.
  3. Dedicar más tiempo a las cosas importantes (colaborar con ONG, por ejemplo) y menos a discusiones secundarias. Es decir, aunemos esfuerzos en la dirección correcta, aunque no opinemos todos exactamente lo mismo.
  4. También es muy importante elegir una trayectoria profesional que nos llene y en la que podamos empujar en la dirección que deseemos.

♦ Información relacionada:

  1. Otros libros resumidos para captar su esencia en poco tiempo:
  2. Quemar rastrojos o leña es tóxico para la salud, además de muy contaminante.
  3. La mejor solución a los incendios forestales: educar sí; quemar biomasa no.
  4. La agricultura de hoy debería ser como la de mañana.
  5. Los científicos vuelven a avisar del colapso que vendrá si seguimos sin reaccionar.
  6. Sin comer por el clima, las macrogranjas, los combustibles fósiles…
  7. Algunos libros del editor de Blogsostenible y de Historias Incontables.
  8. Una imagen del libro de Hannah Ritchie:

blogsostenible

Resumen del libro "21 lecciones para el siglo XXI" de Harari. En nuestro blog también encontrarás el resumen de su libro "Sapiens"

✇BlogSOStenible··· – – – ··· – – – ··· – – – ··· – – – ··· «Otras» noticias, y «otra» forma de pensar…

Libro El mundo no se acaba, de Hannah Ritchie (resumen)

Por: Pepe Galindo

Un libro escrito por una científica y divulgadora de la Universidad de Oxford que tiene por bandera el optimismo y los datos (Anagrama, 2025). Se aleja del catastrofismo ecologista casi tanto como del negacionismo climático; y afirma que «aceptar la derrota ante el cambio climático es una postura indefendiblemente egoísta».

Hannah Ritchie aclara que su optimismo es «condicional» (i.e., condicionado a actuar adecuadamente); que es diferente a un «optimismo ciego» que confía sin promover la acción organizada. Su objetivo es conseguir que seamos la primera generación que logre alcanzar la sostenibilidad completa en los dos sentidos que recoge la definición de la ONU: satisfacer las necesidades de las generaciones actuales; y hacerlo sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras para satisfacer las suyas. Con respecto al primer aspecto, Ritchie opina que falta mucho por hacer aunque, al menos, se ha avanzado una barbaridad en aspectos tales como: la mortalidad infantil y materna, la esperanza de vida, el hambre y la malnutrición, el acceso a recursos básicos (agua, energía…), la educación y la pobreza extrema.

Por supuesto, estos avances en la calidad de vida global también «han tenido un enorme coste medioambiental», lo cual ha empeorado de forma colosal el segundo requisito de la sostenibilidad. Para equilibrar la situación, el libro examina en detalle siete problemas medioambientales y sus interconexiones entre sí.

Antes de examinar esos siete problemas, Ritchie se distancia de dos soluciones típicas del ecologismo: despoblación y decrecimiento. La primera consiste en reducir el tamaño de la población y Ritchie afirma que realmente esa no es una alternativa, primero porque la población ya se está frenando a nivel mundial y, segundo, porque es muy complicado hacerlo de forma ética. Apunta a que más impacto que la superpoblación lo generan los estilos de vida (especialmente de los millonarios), lo cual podría estar afectado por la segunda solución que Ritchie rechaza, el decrecimiento, entendido como un retroceso o empobrecimiento. Para ella, la pobreza no implica mayor sostenibilidad, por supuesto, si consideramos los dos pilares de la sostenibilidad anteriormente indicados. En el libro, ella matiza que es cuestionable el crecimiento en los países ricos, pero que para acabar con la pobreza se necesita un crecimiento económico global. Para ella, no vale cualquier crecimiento y afirma —igual que cualquier decrecentista— que sería necesario crecer en algunos sectores y tecnologías y decrecer en otras. Tal vez, la promesa más impactante del libro es que dice demostrar que podemos reducir el impacto ambiental y, a la vez, mejorar la situación económica.

1. Contaminación atmosférica

Aunque no se suela decir, la contaminación atmosférica es «una de las principales causas de mortalidad en el mundo». Las cifras de fallecidos por esta causa son similares a las muertes por tabaquismo; seis o siete veces mayores que los muertos en accidentes de tráfico; y superan en cientos de veces la cifra de vidas perdidas por terrorismo o por guerras. Cada año, la mala calidad del aire suele ser quinientas veces más mortífera que todas las catástrofes «naturales» juntas.

La buena noticia es que se está reduciendo este tipo de contaminación, especialmente en las ciudades, lo cual baja las tasas de mortalidad. Es preciso tomar medidas locales y globales. Usemos como inspiración el Protocolo de Montreal para eliminar las sustancias químicas que degradaban la capa de ozono, un problema de cuya gravedad advirtió incluso Carl Sagan. En 1987 fue firmado por 43 países; y en 2009 se convirtió en el primer convenio internacional que logró la ratificación universal de todos los países del mundo. Un ejemplo que demuestra que hacer caso a la ciencia tiene resultados positivos.

A escala global, la mayor fuente de contaminación es quemar madera o carbón, incluyendo aquí las quemas agrícolas. Luego está la polución por actividades agropecuarias, principalmente por culpa de la ganadería y por los fertilizantes. Después viene la quema de combustibles fósiles para producir electricidad. Luego, diversas industrias (textiles, químicas, metalúrgicas…), seguidas del transporte de personas y mercancías.

Resumen del libro "21 lecciones para el siglo XXI" de Harari. En nuestro blog también encontrarás el resumen de su libro "Sapiens"
Lee también un resumen de este libro de Yuval N. Harari.

♦ Las soluciones propuestas pueden parecer caras, pero son muy baratas si las comparamos con los cientos de millones en gastos por no solucionar el problema:

  1. Lo más urgente es «dejar de quemar cosas» y, cuando no sea posible, capturar las partículas de la combustión.
  2. Detener las quemas agrícolas por ser una inmensa fuente de contaminación estacional fácil de evitar haciendo compost, triturando, etc.
  3. Conseguir combustibles limpios para cocinar y calentarse. La leña puede ser muy natural, pero es la forma más contaminante de conseguir calor. Provoca múltiples enfermedades por respirar el humo.
  4. Eliminar el azufre de los combustibles fósiles. Es tan simple como poner filtros en las chimeneas.
  5. Transporte más limpio. Los vehículos eléctricos contaminan menos, pero no son parte de la solución porque siguen siendo origen de multitud de emisiones. Por supuesto, la aviación es muchísimo peor.
  6. Transporte sostenible: caminar, ir en bicicleta o en transporte público.
  7. Abandonar combustibles fósiles, en favor de las renovables y de la energía nuclear. Ritchie es contraria a debatir entre renovables y nuclear porque, para ella, lo importante es que son energías con bajas emisiones de CO2. No tiene en cuenta el problema de los residuos radiactivos, ni el riesgo de atentados terroristas, ni el hecho de que las nucleares no sean rentables sin subvenciones de dinero público.

2. Cambio Climático

«Un mundo 6 ºC más caliente que el actual sería devastador», nos advierte la autora. Tras comentar algunas de las consecuencias del calentamiento global, afirma que «si cada país cumpliera realmente sus compromisos climáticos, llegaríamos a los 2,1 ºC en 2100», lo cual sería una gran noticia, aunque podría ser mejor.

Hannah Ritchie asegura que «las tecnologías bajas en carbono resultan cada vez más competitivas» y «los líderes mundiales se han vuelto más optimistas». Ahora tenemos infraestructuras mejor preparadas, podemos predecir eventos climáticos extremos, organizar evacuaciones, existen redes internacionales de apoyo, etc. En definitiva, estamos mejor preparados que en el pasado y sabemos cómo reducir las emisiones de dióxido de carbono, porque hay solo dos fuentes principales: «la quema de combustibles fósiles y el cambio en el uso de la tierra» (deforestación).

La situación actual es que «las emisiones totales siguen aumentando, pero las emisiones per cápita han tocado techo». Ese dato es utilizado por la autora para ser optimista y esperar a que la contaminación empiece a declinar, al menos en los países ricos, porque dice que está demostrado que «los avances tecnológicos hacen que hoy consumamos mucha menos energía que en el pasado». Como ejemplo, afirma que en Suecia se vive con igual nivel que en Estados Unidos y, sin embargo, se emite solo una cuarta parte. Según sus datos, el crecimiento económico y la reducción de emisiones son compatibles. El problema es que mira datos de países ricos que ya son exageradamente insostenibles. En tales casos, ¿es correcto celebrar una pequeña reducción en su contaminación?

En su análisis, asegura que «las soluciones que pasan por reducir el consumo de energía a niveles muy bajos no son buenas», porque la energía es fundamental para mantener o aumentar la calidad de vida. Tampoco ve adecuado que se avergüencen los que viajan en avión, porque para ella volar es un gran invento y las ventajas son suficientes para olvidar sus serios inconvenientes. ¿Será una excusa para justificar su gusto por volar?

♦ Soluciones que propone:

  1. Transición hacia la energía renovable por todas sus ventajas. El inconveniente del espacio que requieren se resuelve buscando lugares adecuados: tejados, agrovoltaica, etc.
  2. Electrificar la demanda de energía donde sea posible y aumentar el almacenamiento (baterías…). Ritchie está convencida de que esta transición requerirá menos actividad minera que con combustibles fósiles.
  3. Replantear el transporte a larga distancia.
  4. Alimentación. Aunque sostiene que no es preciso ser veganos, deja claro que cualquier cambio a dietas más vegetales tiene una enorme influencia en el clima, como por ejemplo elegir hamburguesas de pollo en lugar de ternera (que es la carne con más huella de carbono). Con datos muy fiables confirma que «la carne con emisiones de carbono más bajas supera las de la proteína vegetal con emisiones más altas». Y no importa demasiado si son alimentos ecológicos, de proximidad o en extensivo. La autora afirma que adoptando las siguientes medidas se liberaría suficiente tierra como para compensar las emisiones del sistema alimentario resultante:
    • Comer menos carne.
    • Adoptar las mejores prácticas agrarias.
    • Reducir el consumo excesivo y el desperdicio alimentario.
  5. Reducir las emisiones por la construcción, básicamente eliminando el cemento, un material muy contaminante en su fabricación. Propone usar otros materiales y, aunque no lo cita, una opción es el cemento Sublime.
  6. Poner precio al carbono para que los productos de altas emisiones sean más caros y menos accesibles. Como todos sabemos, los precios no reflejan los costos de los productos, y mucho menos los costos ambientales. El peligro de esta medida —y Ritchie lo subraya— es que haga que las familias pobres sean aún más pobres. Para evitarlo se deben incluir ayudas y conseguir que sean los ricos los que más paguen, porque son, de hecho, los que más carbono emiten.
  7. Sacar a la población de la pobreza es otra medida para adaptarnos al cambio climático, porque son los pobres los más vulnerables.
  8. Mejorar la resiliencia de los cultivos ante los efectos del cambio climático.
  9. Adaptarnos ante el aumento de temperaturas.
  10. No caer en la trampa psicológica de la «autoconcesión moral». Esto ocurre cuando nos permitimos algo negativo porque creemos que lo compensamos con un sacrificio en otro aspecto. Por ejemplo, comernos un filete porque reciclamos el envoltorio de plástico; o caer en las trampas del greenwashing. Para ello, es importante tener muy presente qué cosas a nivel individual tienen más y menos impacto.

Un problema de la forma de comunicar de Ritchie es que quita importancia a aspectos que, aunque no sean principales, tienen suficiente peso como para no ser despreciados. Es como si olvidara el efecto sinérgico de juntar varias fuerzas. Sumar muchos pocos hace un mucho. A veces, este tipo de contradicción se hace patente en una misma explicación. Por ejemplo, cuando literalmente escribe: «Cambiar nuestra alimentación no va a resolver el cambio climático: para ello tenemos que dejar de quemar combustibles fósiles. Pero arreglar únicamente nuestros sistemas energéticos, ignorando la alimentación, tampoco nos llevará a esa meta».

3. Deforestación

La tierra ha perdido un tercio de todos sus bosques desde el final de la última glaciación. En el último siglo, también se ha perdido mucha superficie forestal, casi toda debida a la expansión de la agricultura. Las zonas incendiadas se regeneran si se las deja. Al perder bosques se emite carbono, pero Ritchie considera que eso es secundario en comparación con la pérdida de biodiversidad.

También resalta cómo la pérdida de hábitats se puede frenar con medidas políticas. Por ejemplo, «Brasil logró reducir la deforestación en un 80 % en solo siete años bajo la presidencia de Lula da Silva».

Con respecto al aceite de palma, no considera que su consumo sea preocupante, porque no se sabe con certeza la deforestación que causa de forma directa. Opina que no sería justo culpar a ciertos campos de palmeras de la deforestación de esas áreas si los bosques fueron talados con anterioridad. Es decir, no tiene en cuenta que esas zonas podrían volver a ser bosques. Además, sostiene que usar otros tipos de aceites podría ser incluso peor. Sin embargo, hay que tener en cuenta que evitar el aceite de palma no obliga a optar por otro aceite, sino que se puede optar por no consumir productos con aceite de palma (bollería, alimentos ultraprocesados, etc.) sin sustituirlos por nada con otros aceites. En cualquier caso, apoya el uso de aceite de palma certificado como sostenible (RSPO) y deja claro que «el biodiésel de aceite de palma produce más emisiones de carbono que la gasolina o el gasóleo».

«La tala de bosques para dejar espacio al ganado bovino es responsable de más del 40 % de la deforestación mundial». El siguiente factor de pérdida de bosques es la palma y la soja y, en tercer lugar, la silvicultura (papel/celulosa). Así, pues, la mejor forma de frenar la deforestación es reducir el consumo de carne de cordero y de vacuno. En tercer lugar, se situaría el queso y los lácteos de vaca. Ritchie apoya esta opción, incluso aunque sean productos de ganadería extensiva en tierras no aptas para la agricultura, porque en estos casos considera que la mejor opción sería dejar que esas tierras se conviertan en bosques u otros espacios naturales.

Otras opciones que propone son: que los países ricos paguen a los más pobres por conservar sus bosques; y que se compensen las emisiones mediante reforestaciones (aunque esto tiene un peligro muy evidente).

Para acabar este apartado, Ritchie sostiene que no es buena idea volver de la ciudad a zonas rurales (revitalizar pueblos), ya que la principal causa de deforestación es cómo producimos nuestros alimentos y no dónde vivimos. Y también alerta de los que piensan que la alimentación vegana contribuye a la deforestación por los cultivos de soja. Los datos son muy evidentes: el 76 % de la soja se utiliza para alimentar animales y «solo el 7 % se destina a los productos veganos» (tofu, tempeh y leche vegetal).

4. Alimentación para no comerse el planeta

«La demanda humana de alimentos representa la mayor amenaza para los animales del globo». Así de contundente se manifiesta Hannah Ritchie. Afortunadamente, no es cierto que haya una fecha límite en los suelos agrícolas del mundo. Unos se están degradando y otros están mejorando, aunque en general, el suelo agrícola está siendo maltratado (y no solo por la erosión).

Una persona necesita entre 2.000 y 2.500 calorías diarias. Si dividimos la producción mundial de alimentos a partes iguales entre todos, cada uno de nosotros podría consumir unas 5.000 calorías diarias (más del doble de lo necesario). El hambre en el mundo no es un problema de falta de alimentos, sino de mala distribución (también lo apuntaron Nebel y Wrigth). Este dato sirve a Ritchie para confirmar que, en realidad, no somos demasiados humanos. El problema es que los millones que habitamos el planeta Tierra no nos contentamos solo con comer, sino que aspiramos a un consumo cada vez mayor (casas, teléfonos, aviones, IA…).

La superproducción agraria se debe principalmente a dos inventos: el de Fritz Haber y Carl Bosch (para convertir el nitrógeno del aire en amoníaco, fertilizante); y el de Norman Borlaug (para mejorar el cultivo de trigo en México). Estos logros para aumentar la producción han evitado muchas muertes, pero también han hecho que no podamos volver atrás. Es decir, «el planeta no puede limitarse a consumir solo alimentos ecológicos» (porque hay demasiadas personas a las que alimentar). Por tanto, a nivel colectivo dependemos de los fertilizantes para sobrevivir, y fabricarlos requiere grandes cantidades de energía, lo cual explica por qué los países pobres los usan poco, aunque tengan que utilizar mayor superficie agraria.

Vivimos en un mundo con grandes desigualdades, en el que algunos sufren de obesidad y otros de desnutrición; el alimento que podría saciar el hambre de millones de personas se dedica a alimentar ganado o a producir agrocombustibles para nuestros coches. Menos de la mitad de los cereales que se producen se dedican a la alimentación humana directa. Todo un 41 % se lo come el ganado, lo cual nos hace ver que comer animales es una forma muy ineficiente de conseguir proteínas. «Los animales más pequeños son más eficientes en términos calóricos», aunque surge el «dilema moral» de que hay que matar una mayor cantidad de animales pequeños para conseguir la misma cantidad de carne.

Ritchie pone un ejemplo que sirve para visualizar bien lo que implica comer animales muertos: «¿Se imagina que comprara una barra de pan, cortara una rebanada y tirara el resto —más del 90 %— a la basura? Pues bien: en términos de calorías, eso es más o menos lo que hacemos con la carne». El ganado también es ineficiente convirtiendo proteínas. Lo bueno es que son proteínas «completas» (incorporan aminoácidos importantes), lo cual se puede conseguir con dietas vegetales comiendo legumbres y cereales. La carne también tiene otros nutrientes importantes, pero el único que no existe en los vegetales es la vitamina B12 (asunto que ya se zanjó aquí).

Para entender la magnitud del problema, afirma que tres cuartas partes de la superficie agraria tienen como fin último criar ganado, y todo eso solo sirve para producir el 18 % de las calorías y el 37 % de las proteínas que consumimos. Debemos «reducir al máximo la cantidad de tierra que destinamos a la actividad agraria», lo cual mejoraría también otros problemas: deforestación, contaminación atmosférica, de aguas, de tierras, maltrato animal, etc.

♦ Soluciones que propone:

  1. Mejorar los rendimientos agrícolas en todo el mundo, especialmente en África.
  2. Comer menos carne, sobre todo de vacuno y cordero, las carnes con mayor impacto (en emisiones, consumo y contaminación de agua, eutroficación, uso de tierra, etc.). Ritchie expone que no funciona instar a la ciudadanía a convertirse al veganismo, sino que es mejor invitar a hacer cambios paulatinos: poner un día a la semana sin carne, reducir las dosis, aumentar el consumo de legumbres, etc. Solo eliminando la carne de ternera y la de cordero se reduciría a la mitad nuestra necesidad de tierras de cultivo en todo el globo. Debemos entender que la dieta vegana es la más ecológica, pero no es necesario ser veganos estrictos: «El ahorro en comparación con una dieta con algo de pollo, o algo de pescado y huevos, no es tan significativo», aclara la autora del libro. Ella quiere derribar el mito de que si fuésemos veganos no habría tierra para cultivar porque, como ya se ha indicado, lo que ocurriría sería todo lo contrario: una dieta vegana requiere menos tierra de cultivo.
  3. Invertir en sustitutos de la carne. Para Ritchie, es importante que las carnes vegetales cumplan cuatro requisitos: ser sabrosas, baratas, fáciles de encontrar y fáciles de incorporar a las dietas habituales. Ella afirma que ha probado multitud de productos vegetales y que hay algunos realmente asombrosos que, incluso, pueden llegar a gustar tanto o más que los productos cárnicos que imitan. Optar por estos productos no solo reduce la huella de carbono, sino que contribuye a bajar el precio para el resto de la humanidad.
  4. Las hamburguesas híbridas también reducen la huella ecológica (usar carne de pollo total o parcialmente, introducir legumbres…).
  5. Sustituir los productos lácteos por alternativas vegetales. En la UE, los productos lácteos son la causa de un mínimo de una cuarta parte de la huella de carbono. Cualquier bebida vegetal tiene una huella ecológica menor que la leche animal. Ritchie recuerda aquí también la importancia de seguir una dieta variada, para evitar carencias nutricionales.
  6. Desperdiciar menos comida. Por ejemplo, resalta la importancia de cambiar los sacos de recogida de productos agrarios por cajas rígidas que protejan de golpes. También es importante saber que si un producto supera su fecha de «consumo preferente», no indica que no se pueda consumir.
  7. No depender de la agricultura de interior. Aunque minimiza el espacio ocupado (agricultura en vertical), sus necesidades energéticas son tan inmensas que no compensan las ventajas, ni empleando solo energía renovable.
  8. No centrarse en los alimentos de proximidad. Aunque el transporte es importante, supone solo el 5 % de las emisiones de GEI de la comida. El resto se debe a los procesos de producción, empaquetado y conservación. Lo más contaminante es el transporte aéreo (50 veces más que por barco), pero apenas se usa porque es caro. Por su parte, el transporte marítimo es barato, por lo que casi toda la contaminación del transporte de alimentos se produce en la carretera. En definitiva, Ritchie quiere dejar claro que está bien comer alimentos de proximidad, pero que las frutas y verduras producidas muy lejos tienen menos huella ecológica que la carne producida muy cerca.
  9. Los alimentos ecológicos tienen menos pesticidas, pero requieren más extensión. Abonar con estiércol también puede contaminar acuíferos. Respecto al clima, no hay consenso si es mejor o peor porque depende de múltiples factores. Ritchie dice que se fija más en el contenido de los envases que en las certificaciones ecológicas.
  10. Eliminar el plástico aumentaría el desperdicio alimentario. En la huella ecológica de los alimentos solo el 4 % de las emisiones procede de los envases. Nos advierte de que en ciertos alimentos es fácil de eliminar, pero en otros no. En todo caso, aquellos alimentos en los que el plástico es importante tal vez no sean esenciales en nuestra dieta y podemos prescindir totalmente del plástico y del alimento.

5. Pérdida de biodiversidad. Proteger la vida silvestre

«No cabe duda de que muchos animales están experimentando un preocupante y acelerado declive. Pero, si profundizamos un poco más, descubrimos que también hay algunos a los que les va bien». Lo que no debemos olvidar es que nuestra vida depende de la biodiversidad, aunque «no esté claro qué especies necesitemos y cuáles no». Recomendamos aquí leer el relato de La vida del doctor Biología. Lo cierto es que a veces prestamos más atención a ciertas especies, bonitas o más visibles, y olvidamos a las realmente importantes, como los gusanos y las bacterias.

El ser humano ha atacado a las demás especies desde sus orígenes, como bien explica Yuval N. Harari en su magnífico Sapiens. Ritchie declara que «antes de la aparición de la agricultura, hace unos diez mil años, la mayor amenaza para los animales era nuestra caza directa: una vez iniciada la actividad agraria, pasó a ser la destrucción de sus hábitats» y «en la última centuria, el ritmo de disminución ha sido aún más rápido». Un dato más: «Los vertebrados se han extinguido entre cien y mil veces más rápido de lo que cabría esperar».

Actualmente, los humanos y nuestro ganado constituimos la inmensa mayoría de los mamíferos del planeta. Estos son los datos del porcentaje de la biomasa actual y en 1900:

  1. Mamíferos salvajes: 2 % (17 % en 1900).
  2. Humanos: 35 % (23 %).
  3. Ganado: 63 % (60 %).

Esta desproporción también ocurre en las aves: «la biomasa de nuestros pollos duplica la de las aves silvestres». Hay multitud de datos que llevan a poder proclamar que «nos dirigimos hacia una sexta extinción masiva». La buena noticia es que podemos frenarla.

♦ Soluciones que propone:

  1. Reducir al mínimo la superficie cultivada.
  2. Utilizar fertilizantes y pesticidas de forma más prudente y eficaz.
  3. Emplear los métodos de la UE con los que ha conseguido frenar el declive de multitud de especies: reducir el uso de tierras agrícolas, recuperar hábitats naturales, prohibición total de la caza, implementación de cuotas cinegéticas, mecanismos para detener a los cazadores furtivos, proteger zonas por ley (incluyendo también el rewilding), sistemas de compensación para reproducir determinadas especies y programas de cría y reintroducción.
  4. Comer menos carne, porque esto reduciría la cantidad de tierra destinada a la agricultura, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la deforestación.
  5. Detener la deforestación, lo cual implicaría reducir la pérdida de hábitats y las emisiones de GEI.
  6. Proteger los parajes con mayor biodiversidad. El objetivo de la ONU de proteger para 2030 el 30 % de la superficie terrestre es poco ambicioso; y no son pocas las voces que piden proteger al menos el 50 % para 2050.
  7. Frenar el cambio climático.
  8. Detener los vertidos de plásticos en el mar.

6. Plásticos marinos

«El 44 % de todo el plástico del planeta se emplea en la fabricación de envases». Es ahí donde está el núcleo del problema de los plásticos. La autora critica el documental Seaspiracy por algunos de sus datos, pero está conforme con que el 80 % del plástico de las islas oceánicas procede de la industria pesquera. Solo el 20 % restante tiene su origen en tierra. Sin embargo, si miramos el plástico en zonas costeras, los datos podrían indicar justo lo contrario.

Ritchie dice que no hay aún evidencias de los auténticos peligros de los plásticos en el cuerpo humano, y que le parece más preocupante el daño que se causa a la fauna marina (enredos, atragantamientos…).

♦ Soluciones:

  1. Dejar de utilizar envases de plástico de un solo uso.
  2. Invertir más en gestión de residuos: sistemas de recogida, centros de reciclaje, vertederos adecuados (que capturen el metano de la materia orgánica), etc. Es importante reciclar todo lo que se pueda. El problema es que no siempre se puede. El reciclado mecánico permite que los plásticos se reciclen una o dos veces. El reciclado químico es mejor, pero es «tremendamente costoso» y no compensa hacerlo en ningún caso. Tal vez sería útil un SDDR para vidrio reutilizable y, en paralelo, imponer impuestos crecientes al plástico de un solo uso.
  3. Obligar a las industrias a un diseño más inteligente, que utilice solo plásticos reciclables y permita separarlos de forma cómoda.
  4. Prohibir el comercio de plástico usado para que los países ricos no usen a otros como sus vertederos. La proporción de plástico que circula por esta vía no es elevada, pero muchas veces acaba en el mar. Hablamos de 1,6 millones de toneladas en 2020.
  5. Trabajar con la industria pesquera para que no abandone su basura en el mar (redes, anzuelos, etc.). Podría castigarse a los barcos que no traigan de vuelta los aparejos con los que salieron y/o premiarse a quienes traigan basura encontrada en el mar.
  6. Poner interceptores en los ríos. Son aparatos o líneas de burbujas que sirven para capturar los plásticos evitando que lleguen al mar. Otra solución que no contempla es poner grandes bolsas de red a la salida de los desagües pluviales o residuales de las ciudades. Dado que esas aguas arrastran multitud de basura, esas redes la capturarían.
  7. Limpiar las playas es una forma mucho más barata de reducir el plástico en los océanos que recogerlo mar adentro.

7. Sobrepesca. Poner fin al expolio de los océanos

Esto está muy relacionado con la pérdida de biodiversidad. Según Ritchie, los animales marinos son discriminados con respecto a los terrestres. De alguna forma, su sufrimiento parece importar menos a los humanos, a pesar de las evidencias que existen de que los peces son capaces de sentir sufrimiento.

El incremento en potencia y tecnología aplicada al sector pesquero ha hecho que muchas pesquerías hayan entrado en declive o en grave colapso. Ante esto, hay dos formas de actuar. La primera es proponer «capturar muy pocos peces, por no decir ninguno». La segunda es «capturar tantos peces como sea posible, año tras año, pero sin mermar más sus poblaciones». Normalmente, se opta por la segunda opción, aunque sabemos que en demasiadas ocasiones no se cumple.

Una tercera vía (con un enorme crecimiento) ha sido la cría de pescados y mariscos: acuicultura o piscicultura. Actualmente, se crían más peces y mariscos de los que se pescan en estado salvaje. Para Ritchie es una buena noticia porque, según ella, esto reduce presión sobre los peces salvajes. No obstante, reconoce que parte de la comida de los peces de piscifactoría es, precisamente, peces salvajes, pero que, para algunas especies, se ha logrado una proporción de 0,3 (es decir, que hacen falta 0,3 peces salvajes para criar uno de forma artificial). El resto de comida lo forman, por ejemplo, piensos vegetales. La autora deja claro que «las normas de bienestar animal que rigen en las piscifactorías suelen ser bastante deficientes» (léase esto para más datos). Ella no habla de otros problemas presentes en las piscifactorías, como la contaminación que producen.

Con respecto a los atúnidos, Ritchie dice que su situación es mala, aunque algunas especies están mejorando sus poblaciones. Particularmente, alerta de la situación de los atunes en el océano Índico, donde se está sobrepescando sin control (España con la famosa operación Atalanta). El libro no habla de la amenaza del mercurio en los atúnidos.

Otro problema es la muerte generalizada de los corales. La autora demuestra ser una apasionada de estos animales y no le faltan motivos. La solución urgente a este problema es frenar el calentamiento global, evitando quemar combustibles fósiles. Si quieres enamorarte de los corales, te animamos a leer el relato de Lord Howe.

♦ Soluciones:

  1. Comer menos pescado, siempre que sea posible. Tal vez unos quieran no comer nada de pescado (lo cual evita el dilema del sufrimiento animal), mientras que otros opten por reducir este tipo de alimento.
  2. Elegir bien la especie a consumir. El problema de esta opción es que requiere el esfuerzo de investigar y puede variar en el tiempo y dependiendo de la región. Escogiendo bien, podemos comer pescado con poca huella de carbono (casi todos ellos son mejores que el pollo). Ella recomienda evitar los lenguados y mariscos caros, y optar por pescados pequeños y salvajes, como arenques o sardinas.
  3. Acabar con la sobrepesca aplicando cuotas de pesca estrictas. En la UE han mejorado algunas poblaciones de peces, pero otras siguen estando mal. En general, es preferible ser estrictos y que haya pesca suficiente, que ser demasiado permisivos y provocar la crisis de todo un sector.
  4. Reglamentos estrictos para capturas incidentales y descartes. El objetivo es reducir el número de peces que se pescan sin querer y que se tiran al mar (descartes), donde siempre mueren (si no lo están ya). Algunos países han prohibido los descartes y obligan a sus barcos de pesca a desembarcar todo lo que capturen, sea comercial o no.
  5. Prohibir la pesca de arrastre. Es el arte más perjudicial: normalmente se descarta entre el 30 y el 50 % de todo lo capturado (a veces es el 10 %), a lo que hay que sumar el destrozo del fondo marino que ocasionan, entre otros inconvenientes.
  6. Las áreas marinas protegidas evitan ciertas actuaciones humanas dentro de ellas. Son una buena solución, aunque a veces lo que provocan es que el impacto se traslade a otro lugar.

Propuestas finales de Hannah Ritchie

El libro de Ritchie es un canto de optimismo lleno de datos realistas. Algunas de sus opiniones pueden ser controvertidas, pero la mayoría están basadas en evidencias. Es cierto que estamos avanzando en muchos aspectos, aunque no sea tan rápido como nos gustaría. También es cierto que las opciones sostenibles se están volviendo más baratas. Y, en muchos casos, el pueblo está despertando.

Hannah se siente una traidora cuando no usa las opciones más ecológicas, aunque sí sean las opciones con menor huella de carbono, como usar el microondas o consumir alimentos que no sean de proximidad. Pero alerta que, aunque los cambios individuales sean importantes, es necesario un «cambio sistémico», es decir, una acción política que lleve a aprobar leyes que nos hagan avanzar en todas las soluciones que se han propuesto más arriba. Para ello, es necesario «votar a líderes que favorezcan medidas sostenibles» (partidos verdes y ecofeministas) y también sugiere importantes aportaciones individuales como estas:

  1. «Votar con la cartera», que quiere decir que cuando compramos estamos enviando una señal clara de nuestros intereses al mercado (a las empresas).
  2. Donar dinero a causas ecohumanistas (proyectos, organizaciones, etc.). Ritchie —conforme con lo que propuso Peter Singer— dice que dona al menos el 10 % de sus ingresos.
  3. Dedicar más tiempo a las cosas importantes (colaborar con ONG, por ejemplo) y menos a discusiones secundarias. Es decir, aunemos esfuerzos en la dirección correcta, aunque no opinemos todos exactamente lo mismo.
  4. También es muy importante elegir una trayectoria profesional que nos llene y en la que podamos empujar en la dirección que deseemos.

♦ Información relacionada:

  1. Otros libros resumidos para captar su esencia en poco tiempo:
  2. Quemar rastrojos o leña es tóxico para la salud, además de muy contaminante.
  3. La mejor solución a los incendios forestales: educar sí; quemar biomasa no.
  4. La agricultura de hoy debería ser como la de mañana.
  5. Los científicos vuelven a avisar del colapso que vendrá si seguimos sin reaccionar.
  6. Sin comer por el clima, las macrogranjas, los combustibles fósiles…
  7. Algunos libros del editor de Blogsostenible y de Historias Incontables.
  8. Una imagen del libro de Hannah Ritchie:
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La inquietante relación con los chatbots

Por: Lina Betancourt

En nuestros mejores momentos nos resulta evidente que, para cuestiones emocionales, la Inteligencia Artificial suele arrojar una sarta de lugares comunes. Pero ¿quién no ha deseado alguna vez modelarla para crear la amiga que nunca nos juzgue, la pareja que nos diga lo que necesitamos oír y la terapeuta que no nos lleve la contraria? El consuelo ahora viene personalizado con nuestro nombre.

La entrada La inquietante relación con los chatbots se publicó primero en Pikara Magazine.

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Libro El puente donde habitan las mariposas, de Nazareth Castellanos (resumen)

Por: Pepe Galindo

La vida es un viaje en el que siempre hay que atravesar caminos difíciles.

La neurocientífica Nazareth Castellanos nos enseña en este libro (Siruela, 2025) que podemos «encontrar una mejor versión de nosotros mismos» con solo una condición: proponérselo, querer mejorar.

Según ella, más del 90 % de las personas viven sin intención de mejorarse. Eso, unido a que el 70 % de la población ha padecido tormentas potencialmente traumáticas, hace que la probabilidad de ser alguien, o encontrarse con alguien, que sufre o que hiere sea muy alta. Para que quede claro: «Todos vamos a sufrir por hábitos que se podrían haber evitado, si nos lo hubiéramos propuesto. Todos vamos a sufrir por los bandazos que otros podrían haber evitado si se lo hubieran propuesto (…). Reconocer (…) nuestro impacto sobre los demás y el de los demás en nosotros nos invita a seleccionar a quién nos acercamos y de quién nos alejamos».

La doctora Castellanos utiliza el término biosofía para referirse a la sabiduría que se extrae del estudio de la vida o del estudio del organismo. Para ello —y para la necesaria divulgación científica— considera esencial el uso de la filosofía y reclama recuperar la relación entre ciencias y humanidades que, en algún momento, se perdió. Con esa base, el libro pretende traducir en términos biológicos el ensayo Construir Habitar Pensar de Heidegger (1951).

Construir

Cuando se reconstruye una ciudad destruida siempre se pretende conservar lo bueno y conseguir algo mejor. De similar manera, los humanos nos vamos construyendo a nosotros mismos día a día. A veces, construimos muros para defendernos, y otras, puentes para cuidarnos. Podemos cultivar fortalezas, miedos, agresividad… Los momentos duros de la vida suelen ser buenos para madurar. Aunque los podemos utilizar para atrincherarnos en lo conocido, para sentirnos víctimas, también se puede mirar con humildad y honestidad hacia dentro y evaluar si hay algo que cambiar.

Lee también un resumen de este apasionante libro: Viaje al centro de la mente, de D.J. Siegel.

Lee también un resumen de este apasionante libro.

Ante una ciudad —o persona— destruida, podemos evaluar cómo se ha llegado a esa situación siendo conscientes de la influencia del contexto y de los ancestros. Si encuentras hábitos o creencias que te causan dolor, será más sensato destruirlas que reconstruirlas. Se trata de madurar y moldear nuestra vida. La autora lo resume en una frase: «Somos lo que hacemos con nosotros».

Se sabe que el cerebro es un órgano que se ha adaptado a las condiciones actuales (luz, gravedad terrestre, etc.) y que, además, se adapta ante cambios en esas u otras condiciones. La salud psicológica está influenciada por multitud de aspectos, como la presencia o no de zonas verdes en nuestro lugar de residencia. Un simple paseo entre árboles aporta múltiples beneficios mentales, lo que permite a Castellanos concluir que podemos construir nuestra salud y que «tenemos a la naturaleza como aliada».

Aunque estamos ligados a nuestro ADN (genética), nuestro estilo de vida y el entorno pueden activar o desactivar ciertos genes (es lo que se conoce como epigenética). Más aún, recientes estudios apuntan a que las condiciones de vida, igual que un hecho traumático o un cuidado amoroso de los padres, no solo influyen en la persona afectada, sino también en su descendencia.

Una de las propiedades intrínsecas del cerebro es que se trata de un «sistema que ha evolucionado para cambiar». No es algo estático. Es un órgano que evoluciona. Si a una persona le tapas los ojos durante unos pocos días, el cerebro experimenta cambios en las áreas visuales, fortaleciendo funciones para compensar esa pérdida. La llamada aMCC (siglas en inglés de la corteza cingulada media anterior) es una región cerebral que evalúa el esfuerzo necesario para conseguir ciertas metas (controla la fuerza de voluntad). «Prácticas como la meditación, el ejercicio físico, alimentar la curiosidad intelectual o las técnicas de respiración ayudan a reforzar esta estructura cerebral». «La acción de la aMCC es muy evidente cuando realizamos un esfuerzo cuyos beneficios se observan a corto plazo. El problema reside en aquellas empresas cuyos frutos maduran a medio o largo plazo».

Estudios recientes señalan que los humanos tendemos a subestimar el esfuerzo de las tareas y cuánto más lejana esté la meta, mayor es el error cometido. El cerebro aprende cuántos beneficios obtiene por cada acción en comparación a lo esperado. Para ello, mide el placer, la dopamina. Si algo es placentero, apostamos por reiterarlo; y si en algo no vemos resultados, lo evitamos. De ahí que, las acciones con beneficios a largo plazo (como estudiar una carrera) sean rechazadas por muchas personas. Conociendo esto, lo inteligente es plantearnos «metas a corto plazo y expectativas realistas». En vez de pensar en acabar un grado universitario, es mejor centrarse en aprender una lección concreta de una asignatura. Controlar el pensamiento, nos facilita alcanzar metas a corto y largo plazo. Además, se ha descubierto algo magnífico: «la tenacidad engendra más tenacidad».

Habitar

Las personas suelen mostrarse reticentes a efectuar una introspección, el acto de observarnos a nosotros mismos para mejorar. A veces, hay mucho dolor que se prefiere ocultar y se usan excusas, se culpa a otros o nos mantenemos ocupados (hiperactividad). Todo para evitar sentarnos en silencio y con calma ante nosotros mismos. «Nuestras partes oscuras tienen mucho que contarnos».

La introspección requiere tranquilidad y reflexión. Además, «la calma mental es la antesala indispensable de una buena acción». Practicando la calma (con técnicas de respiración, por ejemplo) se propicia la aparición en el cerebro de ondas alpha (lentas), las cuales ayudan a tomar buenas decisiones y contrarrestan la tendencia a la divagación mental. El obstáculo más grande es, por curioso que parezca, nuestra propia indiferencia.

Cuando el cerebro está en modo consciente, concentrado en una tarea, consume más energía que cuando está en el llamado «modo por defecto cerebral». Este último sirve para cosas como la consolidación de la memoria o la regulación emocional. Existe también un modo híbrido: «somos capaces de realizar una tarea de forma automática, sin ser conscientes de ella». «Mantenernos en piloto automático nos ahorra mucha energía, pero el precio es alto. Cuanto más tiempo transitemos en ese estado, mayor será la sensación de insatisfacción vital».

Castellanos nos dice que su área preferida del cerebro es la corteza cingulada anterior (ACC), porque se asocia al bienestar y la calma y, además, se puede activar de una forma extraordinariamente simple: observar nuestra respiración. Es ahí donde esta científica sitúa la paz y el recogimiento adecuados para lo que entiende por «habitar».

«Dedicamos pocos esfuerzos a estar bien, porque nuestra visión sanitaria sigue apoyándose más en un enfoque curativo que preventivo», lamenta la doctora Castellanos mientras nos alerta de la influencia de la alimentación y del vivir con prisas.

Los problemas mentales son frecuentes, se hable o no de ellos y se traten o no de forma directa. Y atención: afectan a todos los rangos de edades. Para ello, sugiere mejorar la educación con el objetivo de enseñar a cuidar de nuestra mente y de estudiarnos a nosotros mismos. Ahorraríamos mucho en sufrimiento y en dinero.

Esta neurocientífica afirma que «la falta de calma o nerviosismo conlleva confusión». Y lo explica así (resumidamente): en una situación difícil, el cerebro libera glucocorticoides (familia de hormonas a la que pertenece el famoso cortisol) que preparan nuestro cuerpo para la lucha, y da igual que las batallas sean sin violencia física. El cortisol aumenta el azúcar en sangre y con ello el ímpetu físico, lo cual es positivo en caso de lucha. En cambio, el cortisol tiene multitud de efectos secundarios negativos, tales como actuar como un inmunosupresor (atenúa el sistema inmune), ralentizar la digestión o reducir la capacidad de memoria, la de aprendizaje y la coordinación entre neuronas. Entre otras consecuencias, también está la de potenciar recuerdos negativos. Todo ello, junto, conlleva una percepción sesgada de la situación, que no solo impide encontrar soluciones reales, sino que, encima, favorecen el combate. Conclusión: en situaciones de estrés, ansiedad, miedo, ira, etc., la percepción es errónea y las decisiones difícilmente serán las mejores. En estos estados se produce una respiración acelerada (hiperventilación) que reduce el nivel de dióxido de carbono en sangre, lo cual baja la producción de vitamina D, cuyo impacto en la salud mental está bien documentado. Las personas con peores índices de bienestar, muestran una mayor duración de la apnea (fase entre la exhalación y la siguiente inhalación).

Esta respuesta del cerebro es automática, pero no inevitable. Se puede detener de forma voluntaria. Se sabe que una respiración rítmica tranquiliza al cerebro. En cambio, una respiración irregular genera estrés. Escuchar a nuestro cuerpo, es otra recomendación del libro.

En la salud cerebral también influye la salud de la microbiota intestinal (bacterias, virus, hongos…) y, en esto, un ingrediente clave es lo que comemos.

Un ejercicio simple que propone es permanecer sentados, en cualquier lugar y postura, siempre que se mantenga la espalda recta y, entonces, concentrarse en la respiración sin alterarla. En menos de media hora se consigue un crecimiento de las conexiones neuronales, aumenta el bienestar y se alejan los problemas mentales. «La actividad del cerebro es mayor cuando la mirada se dirige hacia dentro que cuando observamos lo ajeno». La respiración es un lugar seguro que siempre tenemos con nosotros, y que nos protege de una vida estresante. Practicar este ejercicio de forma regular ayuda a responder mejor ante situaciones indeseadas.

Ponernos como espectadores de nosotros mismos, abandonar nuestro teatro, resulta de gran ayuda. Al hacerlo, notaremos que el cerebro se va involuntariamente a otras tareas. Estos despistes hay que tratarlos como algo natural. Al detectarlos, simplemente, hay que felicitarse por haber tomado conciencia de la distracción, y volver a la respiración.

Otras investigaciones han revelado que respirar lento no solo nos lleva a la calma, sino que reduce los dolores. Se pueden contar los segundos al inspirar y espirar en el doble de tiempo. Poco a poco, podemos aumentar esos segundos conforme mejoremos nuestra práctica. La ciencia está demostrando los enormes beneficios de la meditación que proponen las filosofías y religiones orientales (budismo, hinduismo…). Aquí te dejamos un ejemplo de meditación por los bosques.

Pensar

Diversos estudios han concluido que «no nos gusta estar a solas con nuestra propia mente». Es decir, preferimos hacer cualquier cosa antes que simplemente pensar. Y esto es así en todas las edades, niveles educativos o ingresos económicos. Controlar la mente es algo incómodo. Y ahora, las redes sociales dan entretenimiento a raudales, excusas para no pensar, pero, entre los adolescentes hay una fuerte correlación entre usar redes sociales y padecer ansiedad. Más aún, el estrés que transmiten los medios se contagia a nuestro comportamiento, que será más alocado y menos reflexivo, incluso aunque culpemos a otras causas.

Leer noticias negativas aumenta la producción de cortisol y esto dificulta un buen comportamiento. Por otra parte, las mujeres parecen ser más sensibles a este impacto. Para contrarrestar el efecto tóxico de las noticias negativas, en Blogsostenible ponemos mucho empeño en recopilar y divulgar buenas noticias ecoanimalistas. Te recomendamos que las leas y las disfrutes.

Con respecto al pensamiento, nos indica que puede estar en múltiples niveles que oscilan entre el dirigido o plenamente consciente; y los pensamientos automáticos, no elegidos a voluntad. El nivel más bajo es el sueño. Entre estos extremos, está el antes aludido «piloto automático», el diálogo interior que repite nuestra narración del mundo, preocupaciones involuntarias (como la tristeza) o cuestiones sensoriales (dolor o necesidades fisiológicas). «Una mente divagante es una mente infeliz». Por eso, se aconseja tener nuestra mente lo más consciente posible. Que la mente divague puede dar frutos creativos, pero también debilita la fuerza para estar de forma consciente.

El monólogo interior, con uno mismo, es espontáneo, molesto a veces, con una lógica de realismo mágico, desobediente… pero ejerce un gran poder en nuestras vidas. Hay que tener presente que este diálogo interior refleja lo que hemos visto en el hogar y en el colegio y no es algo estático, sino que hay técnicas para —con voluntad— mejorarlo.

Por ejemplo: intentar no pensar en algo es la mejor forma de pensar sobre ello. Por el contrario, para evitar un pensamiento obsesivo resulta más útil reconocer con humildad nuestra incapacidad de eliminarlo y aceptar ese pensamiento o, incluso, dedicarle tiempo en exclusiva. Por otra parte, un pensamiento repetitivo puede tender a modificar la realidad y a construir recuerdos falsos.

Lo que nosotros nos decimos «se traduce en la química del cuerpo». Cuando nuestro monólogo es de ánimo a nosotros mismos, se consiguen mejores resultados que cuando adopta un tono pesimista y duro. Otra técnica es darnos sugerencias como si fuésemos otra persona, porque aconsejar a otro siempre es más fácil.

Cuando cometemos un error debemos reflexionar para mejorar y corregir nuestros actos, pero no ayuda abusar de una «autocrítica dañina», excesivamente dura y que podría generar trastornos, tales como por ejemplo: valorar como erróneas conductas que no lo han sido, exceso de culpabilidad, tendencia a la inseguridad e inhibir la conducta (censura). Por el contrario, se puede cultivar la compasión, lo cual mejora la empatía y evita conflictos. Las personas que no son amables consigo mismas sospechan de la amabilidad de los demás; y los ven como amenazas.

Ante la realidad de cambiar nuestra mirada, nuestras palabras y nuestras sensaciones, Nazareth Castellanos nos alienta: «Qué coraje hay que llevar dentro para dejar de ser quien se fue. Todos deberíamos experimentar ese renacer en el que comenzamos a caminar con amor en la mirada; un amor y un cuidado dirigidos hacia dentro». Se puede haber tenido un pasado duro, doloroso o turbio; pero lo que cuenta es el futuro y saber que «no hay mayor aliado que la intención».

Concluyendo

Todos tenemos la capacidad de transformarnos, de moldear y de adaptar nuestro cerebro. Santiago Ramón y Cajal decía: «Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo en vez de aprovecharlo». Muchos inician su transformación en profundidad cuando sufren un episodio dramático o cuando ven cerca el final de su vida. Pero es mejor hacerlo en el día a día, tanto ante buenos como ante malos momentos. Al permitir —con conciencia— que existan los malos pensamientos es más fácil que se disuelvan: «respirando la emoción», explica Castellanos.

La autora nos recuerda la importancia también de cuidar el cuerpo: dieta, ejercicio, respiración… Al igual que es bueno hacer ejercicio físico, también lo es el ejercicio mental. Y curiosamente, la práctica del yoga une ambos aspectos.

♣ Te gustará también leer:

🌳 Hacer menos.
🌳 Tu salud depende de los árboles: plantemos contra el calor (y de paso…).
🌳 Meditar, una de las cosas más sostenibles. Meditación por los bosques del planeta.
🌳 Miremos al ser humano desde fuera del ser humano: ¿Merecemos ser perdonados?
🌳 ¿Por qué NO reducir los atascos ni la contaminación en las ciudades?
🌳 Jane Jacobs: la inspiración de las ciudades vivas.
🌳 Libro «Viaje al centro de la mente» de D.J. Siegel (resumen): cómo la empatía y conexión con los demás seres influyen en tu salud y felicidad.
🌳Upanishad, Bhagavad Gîtâ, yoga, tantra, meditación, iluminación y mucho más.

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Lee también un resumen de este apasionante libro: Viaje al centro de la mente, de D.J. Siegel.

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Libro El puente donde habitan las mariposas, de Nazareth Castellanos (resumen)

Por: Pepe Galindo

La vida es un viaje en el que siempre hay que atravesar caminos difíciles.

La neurocientífica Nazareth Castellanos nos enseña en este libro (Siruela, 2025) que podemos «encontrar una mejor versión de nosotros mismos» con solo una condición: proponérselo, querer mejorar.

Según ella, más del 90 % de las personas viven sin intención de mejorarse. Eso, unido a que el 70 % de la población ha padecido tormentas potencialmente traumáticas, hace que la probabilidad de ser alguien, o encontrarse con alguien, que sufre o que hiere sea muy alta. Para que quede claro: «Todos vamos a sufrir por hábitos que se podrían haber evitado, si nos lo hubiéramos propuesto. Todos vamos a sufrir por los bandazos que otros podrían haber evitado si se lo hubieran propuesto (…). Reconocer (…) nuestro impacto sobre los demás y el de los demás en nosotros nos invita a seleccionar a quién nos acercamos y de quién nos alejamos».

La doctora Castellanos utiliza el término biosofía para referirse a la sabiduría que se extrae del estudio de la vida o del estudio del organismo. Para ello —y para la necesaria divulgación científica— considera esencial el uso de la filosofía y reclama recuperar la relación entre ciencias y humanidades que, en algún momento, se perdió. Con esa base, el libro pretende traducir en términos biológicos el ensayo Construir Habitar Pensar de Heidegger (1951).

Construir

Cuando se reconstruye una ciudad destruida siempre se pretende conservar lo bueno y conseguir algo mejor. De similar manera, los humanos nos vamos construyendo a nosotros mismos día a día. A veces, construimos muros para defendernos, y otras, puentes para cuidarnos. Podemos cultivar fortalezas, miedos, agresividad… Los momentos duros de la vida suelen ser buenos para madurar. Aunque los podemos utilizar para atrincherarnos en lo conocido, para sentirnos víctimas, también se puede mirar con humildad y honestidad hacia dentro y evaluar si hay algo que cambiar.

Lee también un resumen de este apasionante libro: Viaje al centro de la mente, de D.J. Siegel.
Lee también un resumen de este apasionante libro.

Ante una ciudad —o persona— destruida, podemos evaluar cómo se ha llegado a esa situación siendo conscientes de la influencia del contexto y de los ancestros. Si encuentras hábitos o creencias que te causan dolor, será más sensato destruirlas que reconstruirlas. Se trata de madurar y moldear nuestra vida. La autora lo resume en una frase: «Somos lo que hacemos con nosotros».

Se sabe que el cerebro es un órgano que se ha adaptado a las condiciones actuales (luz, gravedad terrestre, etc.) y que, además, se adapta ante cambios en esas u otras condiciones. La salud psicológica está influenciada por multitud de aspectos, como la presencia o no de zonas verdes en nuestro lugar de residencia. Un simple paseo entre árboles aporta múltiples beneficios mentales, lo que permite a Castellanos concluir que podemos construir nuestra salud y que «tenemos a la naturaleza como aliada».

Aunque estamos ligados a nuestro ADN (genética), nuestro estilo de vida y el entorno pueden activar o desactivar ciertos genes (es lo que se conoce como epigenética). Más aún, recientes estudios apuntan a que las condiciones de vida, igual que un hecho traumático o un cuidado amoroso de los padres, no solo influyen en la persona afectada, sino también en su descendencia.

Una de las propiedades intrínsecas del cerebro es que se trata de un «sistema que ha evolucionado para cambiar». No es algo estático. Es un órgano que evoluciona. Si a una persona le tapas los ojos durante unos pocos días, el cerebro experimenta cambios en las áreas visuales, fortaleciendo funciones para compensar esa pérdida. La llamada aMCC (siglas en inglés de la corteza cingulada media anterior) es una región cerebral que evalúa el esfuerzo necesario para conseguir ciertas metas (controla la fuerza de voluntad). «Prácticas como la meditación, el ejercicio físico, alimentar la curiosidad intelectual o las técnicas de respiración ayudan a reforzar esta estructura cerebral». «La acción de la aMCC es muy evidente cuando realizamos un esfuerzo cuyos beneficios se observan a corto plazo. El problema reside en aquellas empresas cuyos frutos maduran a medio o largo plazo».

Estudios recientes señalan que los humanos tendemos a subestimar el esfuerzo de las tareas y cuánto más lejana esté la meta, mayor es el error cometido. El cerebro aprende cuántos beneficios obtiene por cada acción en comparación a lo esperado. Para ello, mide el placer, la dopamina. Si algo es placentero, apostamos por reiterarlo; y si en algo no vemos resultados, lo evitamos. De ahí que, las acciones con beneficios a largo plazo (como estudiar una carrera) sean rechazadas por muchas personas. Conociendo esto, lo inteligente es plantearnos «metas a corto plazo y expectativas realistas». En vez de pensar en acabar un grado universitario, es mejor centrarse en aprender una lección concreta de una asignatura. Controlar el pensamiento, nos facilita alcanzar metas a corto y largo plazo. Además, se ha descubierto algo magnífico: «la tenacidad engendra más tenacidad».

Habitar

Las personas suelen mostrarse reticentes a efectuar una introspección, el acto de observarnos a nosotros mismos para mejorar. A veces, hay mucho dolor que se prefiere ocultar y se usan excusas, se culpa a otros o nos mantenemos ocupados (hiperactividad). Todo para evitar sentarnos en silencio y con calma ante nosotros mismos. «Nuestras partes oscuras tienen mucho que contarnos».

La introspección requiere tranquilidad y reflexión. Además, «la calma mental es la antesala indispensable de una buena acción». Practicando la calma (con técnicas de respiración, por ejemplo) se propicia la aparición en el cerebro de ondas alpha (lentas), las cuales ayudan a tomar buenas decisiones y contrarrestan la tendencia a la divagación mental. El obstáculo más grande es, por curioso que parezca, nuestra propia indiferencia.

Cuando el cerebro está en modo consciente, concentrado en una tarea, consume más energía que cuando está en el llamado «modo por defecto cerebral». Este último sirve para cosas como la consolidación de la memoria o la regulación emocional. Existe también un modo híbrido: «somos capaces de realizar una tarea de forma automática, sin ser conscientes de ella». «Mantenernos en piloto automático nos ahorra mucha energía, pero el precio es alto. Cuanto más tiempo transitemos en ese estado, mayor será la sensación de insatisfacción vital».

Castellanos nos dice que su área preferida del cerebro es la corteza cingulada anterior (ACC), porque se asocia al bienestar y la calma y, además, se puede activar de una forma extraordinariamente simple: observar nuestra respiración. Es ahí donde esta científica sitúa la paz y el recogimiento adecuados para lo que entiende por «habitar».

«Dedicamos pocos esfuerzos a estar bien, porque nuestra visión sanitaria sigue apoyándose más en un enfoque curativo que preventivo», lamenta la doctora Castellanos mientras nos alerta de la influencia de la alimentación y del vivir con prisas.

Los problemas mentales son frecuentes, se hable o no de ellos y se traten o no de forma directa. Y atención: afectan a todos los rangos de edades. Para ello, sugiere mejorar la educación con el objetivo de enseñar a cuidar de nuestra mente y de estudiarnos a nosotros mismos. Ahorraríamos mucho en sufrimiento y en dinero.

Esta neurocientífica afirma que «la falta de calma o nerviosismo conlleva confusión». Y lo explica así (resumidamente): en una situación difícil, el cerebro libera glucocorticoides (familia de hormonas a la que pertenece el famoso cortisol) que preparan nuestro cuerpo para la lucha, y da igual que las batallas sean sin violencia física. El cortisol aumenta el azúcar en sangre y con ello el ímpetu físico, lo cual es positivo en caso de lucha. En cambio, el cortisol tiene multitud de efectos secundarios negativos, tales como actuar como un inmunosupresor (atenúa el sistema inmune), ralentizar la digestión o reducir la capacidad de memoria, la de aprendizaje y la coordinación entre neuronas. Entre otras consecuencias, también está la de potenciar recuerdos negativos. Todo ello, junto, conlleva una percepción sesgada de la situación, que no solo impide encontrar soluciones reales, sino que, encima, favorecen el combate. Conclusión: en situaciones de estrés, ansiedad, miedo, ira, etc., la percepción es errónea y las decisiones difícilmente serán las mejores. En estos estados se produce una respiración acelerada (hiperventilación) que reduce el nivel de dióxido de carbono en sangre, lo cual baja la producción de vitamina D, cuyo impacto en la salud mental está bien documentado. Las personas con peores índices de bienestar, muestran una mayor duración de la apnea (fase entre la exhalación y la siguiente inhalación).

Esta respuesta del cerebro es automática, pero no inevitable. Se puede detener de forma voluntaria. Se sabe que una respiración rítmica tranquiliza al cerebro. En cambio, una respiración irregular genera estrés. Escuchar a nuestro cuerpo, es otra recomendación del libro.

En la salud cerebral también influye la salud de la microbiota intestinal (bacterias, virus, hongos…) y, en esto, un ingrediente clave es lo que comemos.

Un ejercicio simple que propone es permanecer sentados, en cualquier lugar y postura, siempre que se mantenga la espalda recta y, entonces, concentrarse en la respiración sin alterarla. En menos de media hora se consigue un crecimiento de las conexiones neuronales, aumenta el bienestar y se alejan los problemas mentales. «La actividad del cerebro es mayor cuando la mirada se dirige hacia dentro que cuando observamos lo ajeno». La respiración es un lugar seguro que siempre tenemos con nosotros, y que nos protege de una vida estresante. Practicar este ejercicio de forma regular ayuda a responder mejor ante situaciones indeseadas.

Ponernos como espectadores de nosotros mismos, abandonar nuestro teatro, resulta de gran ayuda. Al hacerlo, notaremos que el cerebro se va involuntariamente a otras tareas. Estos despistes hay que tratarlos como algo natural. Al detectarlos, simplemente, hay que felicitarse por haber tomado conciencia de la distracción, y volver a la respiración.

Otras investigaciones han revelado que respirar lento no solo nos lleva a la calma, sino que reduce los dolores. Se pueden contar los segundos al inspirar y espirar en el doble de tiempo. Poco a poco, podemos aumentar esos segundos conforme mejoremos nuestra práctica. La ciencia está demostrando los enormes beneficios de la meditación que proponen las filosofías y religiones orientales (budismo, hinduismo…). Aquí te dejamos un ejemplo de meditación por los bosques.

Pensar

Diversos estudios han concluido que «no nos gusta estar a solas con nuestra propia mente». Es decir, preferimos hacer cualquier cosa antes que simplemente pensar. Y esto es así en todas las edades, niveles educativos o ingresos económicos. Controlar la mente es algo incómodo. Y ahora, las redes sociales dan entretenimiento a raudales, excusas para no pensar, pero, entre los adolescentes hay una fuerte correlación entre usar redes sociales y padecer ansiedad. Más aún, el estrés que transmiten los medios se contagia a nuestro comportamiento, que será más alocado y menos reflexivo, incluso aunque culpemos a otras causas.

Leer noticias negativas aumenta la producción de cortisol y esto dificulta un buen comportamiento. Por otra parte, las mujeres parecen ser más sensibles a este impacto. Para contrarrestar el efecto tóxico de las noticias negativas, en Blogsostenible ponemos mucho empeño en recopilar y divulgar buenas noticias ecoanimalistas. Te recomendamos que las leas y las disfrutes.

Con respecto al pensamiento, nos indica que puede estar en múltiples niveles que oscilan entre el dirigido o plenamente consciente; y los pensamientos automáticos, no elegidos a voluntad. El nivel más bajo es el sueño. Entre estos extremos, está el antes aludido «piloto automático», el diálogo interior que repite nuestra narración del mundo, preocupaciones involuntarias (como la tristeza) o cuestiones sensoriales (dolor o necesidades fisiológicas). «Una mente divagante es una mente infeliz». Por eso, se aconseja tener nuestra mente lo más consciente posible. Que la mente divague puede dar frutos creativos, pero también debilita la fuerza para estar de forma consciente.

El monólogo interior, con uno mismo, es espontáneo, molesto a veces, con una lógica de realismo mágico, desobediente… pero ejerce un gran poder en nuestras vidas. Hay que tener presente que este diálogo interior refleja lo que hemos visto en el hogar y en el colegio y no es algo estático, sino que hay técnicas para —con voluntad— mejorarlo.

Por ejemplo: intentar no pensar en algo es la mejor forma de pensar sobre ello. Por el contrario, para evitar un pensamiento obsesivo resulta más útil reconocer con humildad nuestra incapacidad de eliminarlo y aceptar ese pensamiento o, incluso, dedicarle tiempo en exclusiva. Por otra parte, un pensamiento repetitivo puede tender a modificar la realidad y a construir recuerdos falsos.

Lo que nosotros nos decimos «se traduce en la química del cuerpo». Cuando nuestro monólogo es de ánimo a nosotros mismos, se consiguen mejores resultados que cuando adopta un tono pesimista y duro. Otra técnica es darnos sugerencias como si fuésemos otra persona, porque aconsejar a otro siempre es más fácil.

Cuando cometemos un error debemos reflexionar para mejorar y corregir nuestros actos, pero no ayuda abusar de una «autocrítica dañina», excesivamente dura y que podría generar trastornos, tales como por ejemplo: valorar como erróneas conductas que no lo han sido, exceso de culpabilidad, tendencia a la inseguridad e inhibir la conducta (censura). Por el contrario, se puede cultivar la compasión, lo cual mejora la empatía y evita conflictos. Las personas que no son amables consigo mismas sospechan de la amabilidad de los demás; y los ven como amenazas.

Ante la realidad de cambiar nuestra mirada, nuestras palabras y nuestras sensaciones, Nazareth Castellanos nos alienta: «Qué coraje hay que llevar dentro para dejar de ser quien se fue. Todos deberíamos experimentar ese renacer en el que comenzamos a caminar con amor en la mirada; un amor y un cuidado dirigidos hacia dentro». Se puede haber tenido un pasado duro, doloroso o turbio; pero lo que cuenta es el futuro y saber que «no hay mayor aliado que la intención».

Concluyendo

Todos tenemos la capacidad de transformarnos, de moldear y de adaptar nuestro cerebro. Santiago Ramón y Cajal decía: «Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo en vez de aprovecharlo». Muchos inician su transformación en profundidad cuando sufren un episodio dramático o cuando ven cerca el final de su vida. Pero es mejor hacerlo en el día a día, tanto ante buenos como ante malos momentos. Al permitir —con conciencia— que existan los malos pensamientos es más fácil que se disuelvan: «respirando la emoción», explica Castellanos.

La autora nos recuerda la importancia también de cuidar el cuerpo: dieta, ejercicio, respiración… Al igual que es bueno hacer ejercicio físico, también lo es el ejercicio mental. Y curiosamente, la práctica del yoga une ambos aspectos.

♣ Te gustará también leer:

🌳 Hacer menos.
🌳 Tu salud depende de los árboles: plantemos contra el calor (y de paso…).
🌳 Meditar, una de las cosas más sostenibles. Meditación por los bosques del planeta.
🌳 Miremos al ser humano desde fuera del ser humano: ¿Merecemos ser perdonados?
🌳 ¿Por qué NO reducir los atascos ni la contaminación en las ciudades?
🌳 Jane Jacobs: la inspiración de las ciudades vivas.
🌳 Libro «Viaje al centro de la mente» de D.J. Siegel (resumen): cómo la empatía y conexión con los demás seres influyen en tu salud y felicidad.
🌳Upanishad, Bhagavad Gîtâ, yoga, tantra, meditación, iluminación y mucho más.

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Sácanos las cicatrices

Por: Carla Pérez Gumbau

En la calle, en tu trabajo o en tu gimnasio, las historias de personas intersex se encuentran en todas partes, con heridas que sanas cuando por fin son vividas, reconocidas y gritadas.

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El FiSahara se celebra esta semana en Madrid

Por: La Marea

El Festival Internacional de Cine del Sáhara Occidental (FiSahara) no se ha podido celebrar este año en su sede habitual: los campamentos de población saharaui refugiada en Argelia. Lo hará en Madrid, del 6 al 8 de noviembre, coincidiendo con el 50º aniversario de la Marcha Verde –llamada Marcha Negra por los saharauis– con la que Marruecos inició su ocupación ilegal del territorio. A pesar del cambio de emplazamiento, el festival contará, como de costumbre, con proyecciones, mesas redondas y actividades paralelas centradas en una traición, una invasión y un expolio que cumplen ahora medio siglo.

La organización recupera este año un lema ya utilizado en la XVIII edición del festival celebrado en los campamentos: «Resistir es vencer». La frase tiene una nueva resonancia después de que el Consejo de Seguridad de la ONU adoptara, a instancias de Donald Trump, el plan de autonomía para el Sáhara redactado por Marruecos. Miles de saharauis se manifestaron la semana pasada contra esa decisión y sus voces se harán oír, sin duda, también en Madrid.

El FiSahara arrancará el próximo jueves en la sala Mirador, con un homenaje a Mariem Hassan, la más importante cantante de música popular saharaui. Enferma de cáncer, se retiró a los territorios liberados del Sáhara y antes de morir (en 2015) dejó filmado su último testimonio en forma de cortometraje documental: Mariem. La proyección de la cinta contará con la presentación de su director, Javier Corcuera (fundador del festival, allá por 2003), y de Aghaila Labiad Hassan, hija de Mariem Hassan.

Este homenaje tendrá una continuación un día después en el Círculo de Bellas Artes, donde se proyectará Haiyu (2024), un largometraje documental sobre «la voz indómita» del Sáhara dirigido por Anna Klara Ahren, Brahim B. Ali, Mohamedsalem Werad y Alex Veitch.

El mismo viernes, en una segunda sesión, podrán verse las películas Running Home (Michelle-Andrea Girouard, 2019) y El susurro del viento (Ekain Albite, 2020). Ambas sesiones contarán con mesas redondas posteriores en las que participarán Aghaila Labiad Hassan, Fudiha Chein, Sidi Talebbuia Hassan, Mamine Hachimi, Fati Jadad, Hafed Jatri, Salka Mahfud y Nayua Aduh.

La Marea también tendrá una pequeña participación en el FiSahara 2025. La librería Balqís acogerá el próximo sábado 8 de noviembre la presentación de nuestro último número, cuyo dossier principal está dedicado al Sáhara Occidental. Y hablaremos asimismo de la siguiente revista, cuyo suplemento cultural, El Periscopio, se consagra íntegramente a la cultura saharaui.

El festival se cierra la tarde del sábado con la proyección, en el Círculo de Bellas Artes de las películas Salam (Agustina Willat García, 2024) y Aminetu (Lucía Muñoz Lucena, 2024). La primera contará con una charla posterior a cargo de los cineastas saharauis Ghalia Salek y Brahim Chagaf y de la periodista Ebbaba Hameida. La segunda es un documental dedicado a la figura de la activista Aminetu Haidar, quien en 2009 comenzó una huelga de hambre en Lanzarote para que le dejaran volver a su tierra, de donde fue expulsada. La propia Haidar formará parte de la mesa redonda posterior a la proyección junto al actor Guillermo Toledo, la activista Nadua Abou Ghazalah y el sociólogo José Luis Ybot.

Más información en festivalsahara.org.

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Explotar animales en tiempos de panzootia por gripe aviar

Por: invitadoespecial

Las cosas no suceden sin causa. Nada es independiente ni aparece espontáneamente. Ni siquiera algo tan minúsculo como un virus.

Así favorecemos la aparición de pandemias

El virus H5N1 se detectó por primera vez en una granja de gansos china en 1996. Todas las gripes aviares altamente patógenas, que causan enfermedades graves y pueden provocar la muerte, tienen su origen en granjas avícolas. La cepa de 2021 se convirtió en el virus de la gripe aviar dominante a nivel mundial. Actualmente, se contagia al entrar en contacto con excrementos, secreciones o fluidos del individuo infectado.

A pesar de llevar años investigándolo, no hemos acabado con su propagación. El año pasado empezó a afectar también a mamíferos. Pasaron meses desde los primeros síntomas de la enfermedad en algunas vacas en EEUU, hasta que las personas que estudiaban los casos ataron cabos y vieron que se trataba de gripe aviar. Fue insólito descubrir que un virus de gripe aviar había dado el salto a mamíferos.

Ahora no solo consigue contagiar a otras especies que no son aves, sino que ya puede pasar de vaca a vaca. Un estudio publicado en la revista Nature, llevado a cabo por un equipo de científicos/as del Departamento de Patobiología y Diagnóstico Médico del Colegio de Veterinarios de Kansas (EEUU) concluyó recientemente que la principal vía de transmisión al ganado vacuno en EEUU es la leche y las técnicas de ordeño. Al parecer, la transmisión respiratoria no es fundamental en el contagio de este brote.

El H5N1 está fuera de control

Portada del libro ecologista GRIS QUE TE QUIERO VERDE

«Gris que te quiero verde», un mapa para mitigar la crisis ecológica y el colapso.

A nivel global, la Organización Mundial de Sanidad Animal, ha notificado 1.672 focos en aves silvestres en 49 países (desde octubre de 2024 con datos hasta el 30 de julio de 2025).

El virus de la gripe aviar H5N1 está causando la epidemia más grave de la historia de la gripe aviar dado el impacto que está teniendo en animales salvajes de multitud de especies (no solo aves). Es difícil calcular el número de muertes. Los informes disponibles sugieren que varios millones de animales silvestres podrían haber muerto. Entre los eventos de mortalidad masiva más importantes sucedidos se encuentra la muerte de más de 200.000 aves silvestres en las zonas costeras de Perú; 24.000 leones marinos en Sudamérica; 20.500 aves silvestres en Escocia; 6.500 cormoranes del Cabo en Namibia y 17.400 elefantes marinos, incluyendo más del 95% de las crías en Argentina. Sin embargo, estas cifras subestiman considerablemente la mortalidad real, debido a la falta generalizada de vigilancia, pruebas y notificación de casos, especialmente en áreas remotas y en países en desarrollo.

En 2024, el 16% de las especies de aves silvestres y el 27% de las especies de mamíferos con infecciones conocidas de H5N1 ya estaban en peligro de conservación. En concreto, están catalogadas por la International Union for Conservation of Nature (IUCN) como amenazadas, vulnerables, en peligro o en peligro crítico de extinción. Por ejemplo, se cree que más del 20% de la población chilena de pingüinos de Humboldt (catalogados como vulnerables) murió de H5N1 en 2023.

Esta drástica reducción en las poblaciones de animales de tantas especies tiene un impacto directo en los ecosistemas. Solo la aparición de tantos cadáveres podría atraer a mayor cantidad de carroñeros que podrían infectarse y morir. Una reducción de individuos de especies carroñeras entrañaría el riesgo de derrame de patógenos y podría favorecer la sobrepoblación de otros animales, desequilibrando los recursos para unas y otras especies. No sabemos los efectos de estos cambios todavía.

Tampoco tenemos la capacidad para detener el contagio o cuidar de las víctimas afectadas que viven en libertad. La evolución del virus es totalmente incierta e impredecible. Podría volverse menos letal o seguir matando a miles de animales en masa, causando la extinción de muchas especies, algunas endémicas. Podemos teorizar, pero hasta pasados unos años no sabremos las consecuencias reales de tantas vidas de especies diferentes perdidas.

Estamos ante una panzootia

El alcance del virus de gripe aviar actual es tan extenso y mortal que la comunidad científica califica la situación de panzootia. Se llama “pandemia” cuando las víctimas son seres humanos y “panzootia” cuando hay una enfermedad infecciosa que está matando a individuos de diferentes especies no humanas en masa y que se propaga fácilmente. Es el brote de H5N1 que está afectando a más especies en un contexto de pérdida de biodiversidad y a un ritmo de extinción de especies ya histórico por otras causas.

Se han notificado casos en 485 tipos de aves como patos, palomas, avestruces y loros y en más de 48 especies de mamíferos. Entre ellos ratas, ratones, gatos, perros, cabras, delfines, pumas, visones, zorros, osos y vacas.

Masacres en granjas de distintas aves

Solo en lo que va de 2025 y solo en España, se han matado más de 865.000 aves en granjas por casos confirmados o ante posible contagio por gripe aviar. En Reino Unido aniquilaron 1.800.000 aves solo en tres meses a finales de 2024 y al inicio de 2025. Si miramos atrás en el tiempo, en Francia se mataron 16 millones de aves en seis meses durante 2022, cuando hubo un récord histórico de casos. Y entre 2023 y 2024, solo en EEUU se mataron cerca de 60 millones de aves.

Para entender la magnitud de esta masacre, hay que considerar estos números de muertes teniendo en cuenta que la mayoría de individuos masacrados no estaban contagiados, pero la normativa dicta que deben “ser sacrificados” como medida de seguridad, a modo de matanza preventiva o vaciado sanitario.

Otra medida preventiva para evitar la propagación del virus es aislar las granjas del exterior al máximo, lo cual implica mantener totalmente encerrados a los animales explotados durante un tiempo ilimitado. En Francia, se prohibió el acceso al exterior de todas las aves explotadas en todas las granjas de más de 50 individuos, ya que saliendo al exterior pueden exponerse a entrar en contacto con excrementos o animales silvestres portadores del virus.

Podemos vivir sin explotar animales

Libro Filosofía ante la crisis ecológica, de Marta Tafalla (reseña)Les negamos su libertad, anulamos su voluntad, limitamos sus movimientos de por vida, les obligamos a criar y a vivir en condiciones incómodas y en la mayoría de casos deplorables a nivel físico y psicológico. Nos apropiamos de sus cuerpos y les hacemos permanecer en un estado de sufrimiento constante hasta sus últimos suspiros en un matadero.

Por si fuera poco, su homogeneidad genética, el hacinamiento y la falta de higiene a los que los sometemos favorecen la proliferación de bacterias y patógenos que pueden causarles infecciones y propagar enfermedades letales como la gripe aviar. El virus actual causa lesiones respiratorias y neurológicas, condenando a quienes lo padecen a una muerte agónica.

Somos responsables de la propagación de la gripe aviar en animales silvestres. Ha sucedido por nuestro abuso y descuido en actividades crueles e innecesarias que llevamos a cabo para nuestro beneficio. No podemos pretender controlar y vencer un virus a la vez que favorecemos su propagación.

Necesitamos replantearnos nuestra relación con el resto de animales y una manera de hacerlo es cuestionar nuestro sistema alimentario, un sistema cruel que pone la vida de todos los habitantes de este planeta en un peligro continuo. Podemos alimentarnos de otras maneras y acelerar la transición proteica hacia una dieta 100 % vegetal. Esta transición ya está en marcha gracias a iniciativas como el Plant Based Treaty, el proyecto TransFARMation y Co&xister. ¿Por qué no seguir su camino? Si podemos vivir sin explotar animales, ¿por qué hacerlo?

Laura Muñoz, @unbichoinquieto (X e Instagram),
redactora y colaboradora habitual de Infoanimal.

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invitadoespecial

Portada del libro ecologista GRIS QUE TE QUIERO VERDE

Libro Filosofía ante la crisis ecológica, de Marta Tafalla (reseña)

✇BlogSOStenible··· – – – ··· – – – ··· – – – ··· – – – ··· «Otras» noticias, y «otra» forma de pensar…

Explotar animales en tiempos de panzootia por gripe aviar

Por: invitadoespecial

Las cosas no suceden sin causa. Nada es independiente ni aparece espontáneamente. Ni siquiera algo tan minúsculo como un virus.

Así favorecemos la aparición de pandemias

El virus H5N1 se detectó por primera vez en una granja de gansos china en 1996. Todas las gripes aviares altamente patógenas, que causan enfermedades graves y pueden provocar la muerte, tienen su origen en granjas avícolas. La cepa de 2021 se convirtió en el virus de la gripe aviar dominante a nivel mundial. Actualmente, se contagia al entrar en contacto con excrementos, secreciones o fluidos del individuo infectado.

A pesar de llevar años investigándolo, no hemos acabado con su propagación. El año pasado empezó a afectar también a mamíferos. Pasaron meses desde los primeros síntomas de la enfermedad en algunas vacas en EEUU, hasta que las personas que estudiaban los casos ataron cabos y vieron que se trataba de gripe aviar. Fue insólito descubrir que un virus de gripe aviar había dado el salto a mamíferos.

Ahora no solo consigue contagiar a otras especies que no son aves, sino que ya puede pasar de vaca a vaca. Un estudio publicado en la revista Nature, llevado a cabo por un equipo de científicos/as del Departamento de Patobiología y Diagnóstico Médico del Colegio de Veterinarios de Kansas (EEUU) concluyó recientemente que la principal vía de transmisión al ganado vacuno en EEUU es la leche y las técnicas de ordeño. Al parecer, la transmisión respiratoria no es fundamental en el contagio de este brote.

El H5N1 está fuera de control

Portada del libro ecologista GRIS QUE TE QUIERO VERDE
«Gris que te quiero verde», un mapa para mitigar la crisis ecológica y el colapso.

A nivel global, la Organización Mundial de Sanidad Animal, ha notificado 1.672 focos en aves silvestres en 49 países (desde octubre de 2024 con datos hasta el 30 de julio de 2025).

El virus de la gripe aviar H5N1 está causando la epidemia más grave de la historia de la gripe aviar dado el impacto que está teniendo en animales salvajes de multitud de especies (no solo aves). Es difícil calcular el número de muertes. Los informes disponibles sugieren que varios millones de animales silvestres podrían haber muerto. Entre los eventos de mortalidad masiva más importantes sucedidos se encuentra la muerte de más de 200.000 aves silvestres en las zonas costeras de Perú; 24.000 leones marinos en Sudamérica; 20.500 aves silvestres en Escocia; 6.500 cormoranes del Cabo en Namibia y 17.400 elefantes marinos, incluyendo más del 95% de las crías en Argentina. Sin embargo, estas cifras subestiman considerablemente la mortalidad real, debido a la falta generalizada de vigilancia, pruebas y notificación de casos, especialmente en áreas remotas y en países en desarrollo.

En 2024, el 16% de las especies de aves silvestres y el 27% de las especies de mamíferos con infecciones conocidas de H5N1 ya estaban en peligro de conservación. En concreto, están catalogadas por la International Union for Conservation of Nature (IUCN) como amenazadas, vulnerables, en peligro o en peligro crítico de extinción. Por ejemplo, se cree que más del 20% de la población chilena de pingüinos de Humboldt (catalogados como vulnerables) murió de H5N1 en 2023.

Esta drástica reducción en las poblaciones de animales de tantas especies tiene un impacto directo en los ecosistemas. Solo la aparición de tantos cadáveres podría atraer a mayor cantidad de carroñeros que podrían infectarse y morir. Una reducción de individuos de especies carroñeras entrañaría el riesgo de derrame de patógenos y podría favorecer la sobrepoblación de otros animales, desequilibrando los recursos para unas y otras especies. No sabemos los efectos de estos cambios todavía.

Tampoco tenemos la capacidad para detener el contagio o cuidar de las víctimas afectadas que viven en libertad. La evolución del virus es totalmente incierta e impredecible. Podría volverse menos letal o seguir matando a miles de animales en masa, causando la extinción de muchas especies, algunas endémicas. Podemos teorizar, pero hasta pasados unos años no sabremos las consecuencias reales de tantas vidas de especies diferentes perdidas.

Estamos ante una panzootia

El alcance del virus de gripe aviar actual es tan extenso y mortal que la comunidad científica califica la situación de panzootia. Se llama “pandemia” cuando las víctimas son seres humanos y “panzootia” cuando hay una enfermedad infecciosa que está matando a individuos de diferentes especies no humanas en masa y que se propaga fácilmente. Es el brote de H5N1 que está afectando a más especies en un contexto de pérdida de biodiversidad y a un ritmo de extinción de especies ya histórico por otras causas.

Se han notificado casos en 485 tipos de aves como patos, palomas, avestruces y loros y en más de 48 especies de mamíferos. Entre ellos ratas, ratones, gatos, perros, cabras, delfines, pumas, visones, zorros, osos y vacas.

Masacres en granjas de distintas aves

Solo en lo que va de 2025 y solo en España, se han matado más de 865.000 aves en granjas por casos confirmados o ante posible contagio por gripe aviar. En Reino Unido aniquilaron 1.800.000 aves solo en tres meses a finales de 2024 y al inicio de 2025. Si miramos atrás en el tiempo, en Francia se mataron 16 millones de aves en seis meses durante 2022, cuando hubo un récord histórico de casos. Y entre 2023 y 2024, solo en EEUU se mataron cerca de 60 millones de aves.

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Otra medida preventiva para evitar la propagación del virus es aislar las granjas del exterior al máximo, lo cual implica mantener totalmente encerrados a los animales explotados durante un tiempo ilimitado. En Francia, se prohibió el acceso al exterior de todas las aves explotadas en todas las granjas de más de 50 individuos, ya que saliendo al exterior pueden exponerse a entrar en contacto con excrementos o animales silvestres portadores del virus.

Podemos vivir sin explotar animales

Libro Filosofía ante la crisis ecológica, de Marta Tafalla (reseña)Les negamos su libertad, anulamos su voluntad, limitamos sus movimientos de por vida, les obligamos a criar y a vivir en condiciones incómodas y en la mayoría de casos deplorables a nivel físico y psicológico. Nos apropiamos de sus cuerpos y les hacemos permanecer en un estado de sufrimiento constante hasta sus últimos suspiros en un matadero.

Por si fuera poco, su homogeneidad genética, el hacinamiento y la falta de higiene a los que los sometemos favorecen la proliferación de bacterias y patógenos que pueden causarles infecciones y propagar enfermedades letales como la gripe aviar. El virus actual causa lesiones respiratorias y neurológicas, condenando a quienes lo padecen a una muerte agónica.

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Laura Muñoz, @unbichoinquieto (X e Instagram),
redactora y colaboradora habitual de Infoanimal.

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Olvidar la vida

Por: Esmeralda R. Vaquero

Varios estudios e investigaciones demuestran que el alzhéimer, enfermedad que ataca fundamentalmente a las mujeres, se relaciona con aspectos como la situación socioeconómica, el nivel educativo o los problemas de salud mental. Los cuidados también entran en la ecuación cuando se habla de esta dolencia.

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“La línea entre un pensamiento intrusivo y oír una voz es difusa”

Por: Deva Mar Escobedo

Entre un diez y un 25 por ciento de gente escucha voces a lo largo de su vida. Tres personas con alucinación auditiva cuentan su experiencia, en la que se entremezclan voces (agradables, neutras y descalificadoras), violencia psiquiátrica y estigma.

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Ideas ecológicas para estar a gusto en casa

Por: Pepe Galindo
Asomarse por la ventana y observar no es una pérdida de tiempo.
Asomarse por la ventana y observar no es una pérdida de tiempo.

Nos han vendido que la felicidad está ahí fuera, pero no hay que ser muy inteligente para darse cuenta de que eso es un mito para que compremos más y gastemos el dinero contaminando el planeta.

Muchas veces, la forma más ecológica de hacer algo es no hacerlo. Entendiendo eso, hay cosas que bien podrían ser oxímoron: turismo sostenible, carne ecológica, joyas éticas, crecimiento verde, plástico de usar y tirar ecológico (o biodegradable)…

Parece claro que es importante estar a gusto con uno mismo en el lugar en el que esté. La crisis del coronavirus ha implicado el confinamiento doméstico de buena parte de la población mundial. Eso supone para muchos un reto importante. Si se gestiona mal se pueden generar conflictos personales, rupturas sentimentales, problemas psicológicos… o simplemente aburrimiento.

No pretendemos hacer una lista exhaustiva de las cosas que se pueden hacer sin salir de casa, sino más bien, dar algunas ideas para aprovechar el tiempo de manera agradable, especialmente pensando en mejorar como seres respetuosos con el medioambiente:

  1. Aprovechar el aceite usado para hacer jabón casero: Solo necesitas un poco de aceite usado, sosa y agua. Si eres una persona sana, seguro que no cocinas nada frito, por lo que es posible que no tengas aceite usado. En ese caso, tal vez puedas pedirlo llevando tus recipientes (a tus vecinos, a restaurantes…).
  2. Acometer una reducción en el consumo de carne y pescado, aprendiendo recetas veganas: Muchas veces no organizamos bien lo que comemos por falta de tiempo. Si pasamos más tiempo en casa, será más fácil organizar y cocinar una dieta más sana y sostenible. El flexitarianismo está ganando muchos adeptos, por muchas razones.
  3. Aprender: Leer es un clásico del entretenimiento, pero hay muchas formas de leer. Lo clásico es leer libros, pero también se pueden buscar blogs interesantes o libros resumidos (para aprender mucho leyendo solo las ideas más importantes). También se puede aprender viendo documentales, visitando los museos del mundo por Internet, escuchando audiolibros, algún podcast del tema que te guste o una radio del mundo, y viajando con Google Maps. Recomendamos dar un paseo por la Biblioteca Digital Mundial (mapas, textos, vídeos…).
  4. Activar el cuerpo físico: Hacer ejercicio es fundamental para el cuerpo físico y para la mente. Hay multitud de ejercicios que se pueden hacer en casa, en poco espacio y sin aparatos. Puedes usar pesas simples como una botella de agua o un montón de libros. Evidentemente, hay que tener cuidado y moderación para no lesionarse. Dicen que en 5 días de reposo perdemos el 9% de nuestra fuerza y el 3,5% de nuestra masa muscular.
  5. Apaciguar la mente: Intentar serenar la mente de tantas ideas que fluyen, que vienen y van, es también algo extraordinariamente útil. La meditación y el yoga llevan miles de años haciendo felices a millones de personas. Por algo será. El escritor Y.N. Harari cuenta su experiencia con la meditación y la recomienda para conocernos mejor. Simplemente estar en silencio unos minutos observando lo que pasa por nuestra mente, siendo nosotros nuestro propio objeto de estudio. Recomendamos también la experiencia de Saúl Martínez sobre cómo esas experiencias nos hacen darnos cuenta de lo poco que necesitamos y de lo fácil que es llenar el vacío que nos hace desear lo que no tenemos.
  6. Agricultura doméstica con un huerto en una ventana o en un balcón: No necesitas mucho espacio para hacer un pequeño huerto. Necesitas un poco de agua, de sol y de tierra. Si no tienes tierra, la puedes fabricar (lentamente) haciendo compost casero, lo cual es esencial en una economía circular y sostenible. Las semillas puedes sacarlas de, por ejemplo, cualquier tomate.
  7. Analizar las cosas que tenemos en casa: Cada cosa que tenemos nos aporta beneficios y perjuicios. Si algo no lo usamos o podemos fácilmente prescindir de ello, es el momento de deshacerse de ello: regalarlo o donarlo, nunca tirarlo. Dar una nueva vida a libros, ropa, zapatos, aparatos… reduce el consumo de energía y materiales del planeta. Recomendamos leer un cuento breve sobre esto de Paulo Coelho.
    • Esto también incluye la comida. No se debe almacenar comida como si fuera eterna. Las latas, además de contaminar mucho, también caducan.
    • Ordenar es también algo interesante, pero deshacerse de cosas simplifica más.
  8. Anímate con actividades artísticas o manualidades: Pintura, dibujo, costura, hacer punto o croché… son fantásticas ideas para pasar el tiempo de forma creativa y productiva. Aprender ese tipo de cosas es fácil teniendo Internet. También se puede reciclar la ropa. Por ejemplo, aquí puedes aprender a hacer bolsas con ropa usada. Otra buena forma de mantener el cerebro activo es escribir sobre el tema que te guste (poesía, relatos, ensayos…). ¿Has probado a escribir tu propio blog o a colaborar en blog ya existentes? También puedes componer música, hacer papiroflexia o hacer vídeos (musicales, teatro, cine, educativos, documental…).
  9. Atender, escuchar y entender: Tenemos la sensación de que a la gente le gusta más hablar que escuchar. Cuando escuchamos algo, ¿tenemos prisa por dar soluciones o nuestra opinión? ¿Y si probamos a escuchar activamente mordiéndonos la lengua para no opinar? Simplemente escuchar e intentar entender. Especialmente, las personas mayores atesoran un montón de conocimiento, anécdotas y experiencias que podrían perderse para siempre. Sus conocimientos pueden ser poco útiles en un mundo muy tecnológico, pero ante un más que posible colapso, esos conocimientos ancestrales podrían ser los que ayuden a subsistir.
  10. Atisbar la vida: Observar lo que ocurre fuera o dentro de nuestra casa intentando no interferir. Algunos hacen concursos para ver cuántas especies de aves ven desde su ventana. Puedes hacer nidos para pájaros o ponerles comida. También es fácil observar la fauna (y flora) dentro de casa o no muy lejos: hormigas, lepismas, arácnidos, salamanquesas…

Solo tener una casa donde cobijarnos ya es tener mucha suerte en la vida. No seamos de ese tipo de gente que se queja continuamente tanto de estar muy estresada como de aburrirse cuando no tiene nada que hacer.

A pesar de que algunas de las opciones planteadas requieren el uso de Internet, recomendamos no banalizar el uso de esta red. Mantener los ordenadores encendidos y funcionando requiere grandes cantidades de energía y materiales, por lo que reducir su uso es respetuoso con el planeta.

¿Te has fijado que todas nuestras sugerencias comienzan por la letra “A”?

Concluyendo: menos es más

“Sin salir más allá de tu puerta, puedes conocer los asuntos del mundo. (…)
Cuanto más lejos vas, menos conoces.
Así pues, el sabio conoce sin viajar, ve sin mirar, y logra sin actuar”.

Son palabras de Lao Tse en la obra esencial del taoísmo. También se afirma que la preocupación por pasarlo bien (tener dinero, honores…) impide ser feliz. Alcanzar la felicidad es dejar de buscarla: “La alegría perfecta es estar sin alegría. La alabanza perfecta es no ser alabado”. ¿Alguien lo entiende?

♥ Lee también:

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¿Y ahora qué?

Por: La bajona colectiva

Escribimos este artículo en los albores del día mundial de la Salud que se celebra cada 10 de octubre. Las instituciones publican mensajes sobre empatía y autocuidado, los medios de comunicación (en sentido amplio) hablan de "visibilizar el estigma" y las redes se llenan de frases motivacionales.

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Sugerencias musicales: entre el odio y el aburrimiento

Por: Radio Topo

Nuevo episodio musical en el que repasamos algunas actualidades y otras no tan actuales que se nos había pasado pinchar en el programa. Andamos entre aburridas y volcadas en nuestro odio habitual y por eso la selección musical tiene algo de ambos sentimientos. Nos hemos limitado a temas fabricados a este lado de los Pirineos. […]

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Llevar la cooperación en el carro de la compra

Por: Fermín Grodira

Hacer la compra es un acto político cotidiano. Bajo esta premisa nacieron hace décadas los supermercados cooperativos, tiendas formadas por las y los propios consumidores y sin ánimo de lucro. En España se agrupan 11 cooperativas de consumidores en 12 municipios en la Red de Supermercados Cooperativos, superando los seis mil consumidores, según su web. Por su parte, la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (Asedas) representa tres cuartos de la distribución alimentaria con 19.200 establecimientos minorista.

Entre los grandes del sector que conforman Asedas, también se cuelan cooperativas como la andaluza Coviran y la valenciana Consum. Se diferencia principalmente de los súpers cooperativos por su ánimo de lucro. «Pertenecer a un supermercado cooperativo es mucho más que tener el carnet de socio de una cadena de supermercados. Es convivir y crear una comunidad de personas, con vínculos y fines comunes: contar con una alimentación saludable, sostenible, de proximidad, que cuida del planeta y a unos precios adecuados», explican desde la Unión de Cooperativas de Consumidores y Usuarios de Madrid (Uncuma).

Cada supermercado cooperativo se organiza de manera distinta y con criterios propios, como permitir o no la venta a no socios, un sistema de reparto de horas de colaboración y diferentes niveles de implicación, explican desde Uncuma. Entre los socios de esta última hay dos supermercados cooperativos. «La legislación no facilita la creación de cooperativas de consumo. Es una figura desconocida, por lo que muchos grupos de consumidores, por desconocimiento, optan por crear asociaciones u otro tipo de entidad», indican desde la organización.

La primera cooperativa de consumo andaluza

En 1993 nació en Sevilla La Ortiga, una cooperativa de consumo ecológico que cuenta ya con dos tiendas. Aunque cualquiera pueda comprar en La Ortiga, las personas socias tienen un 10% de descuento tras pagar una cuota anual y una aportación inicial al capital social. También apuestan con un circuito corto, proveyéndose en lo posible de productos locales.

En 32 años en Sevilla, La Ortiga se ha encontrado con la dificultad de transmitir el proyecto tanto a la sociedad como a sus propios socios y el reto de la gestión de las tiendas. «Se requiere mucha formación y experiencia que hemos ido adquiriendo con los años», indican a La Marea. Lo han suplido gracias a ocho personas que trabajan en las dos tiendas, algunas de ellas socias. Destacan el «fuerte apoyo» en su «base social», incluyendo el de agricultores locales, y su profesionalización, «imprescindible» para mantener la fidelización de las personas que consumen en sus tiendas como elementos clave de la organización.

La venta de solo productos ecológicos, percibidos como caros por el gran público, es otro lastre para el súper cooperativo sevillano. Lo intentan suplir con ofertas como una cesta semanal de fruta y verdura fresca. Además, frente a la imposibilidad de invertir en publicidad, abogan por actividades como visitas a fincas de productores, charlas y catas de sus productos para darse a conocer.

Un caso gallego de éxito

Desde el 2001 lleva en marcha en Galicia Árbore. Desde Vigo, esta cooperativa apuesta por el «consumo consciente» de alimentos ecológicos y de comercio justo y por «promover un consumo responsable». Frente a las oscilaciones e inflación en los precios, «motivadas en muchos casos por la especulación o estrategias de control geopolíticas», Árbore optó por alejarse de los circuitos del mercado convencional, acortando al máximo los canales de distribución y optando «siempre que sea posible por el contacto directo con las productoras». Cuando no lo es, la Red de Supermercados Cooperativos les permite intercambiar productos entre sí y obtener elementos no disponibles en la zona, señalan desde la cooperativa de consumo.

Foto: Arbore

La participación, el control democrático de las personas socias en la toma de decisiones y la autonomía frente a cualquier injerencia son los valores principales de esta cooperativa, según declaran a La Marea. Además, colaboran con cooperativas de distribución energética como A nosa enerxía y entidades de finanzas éticas como Coop57 y Fiare.

Una experiencia cooperativa en el sur de Madrid

En Getafe (Madrid), junto al estadio de fútbol y lindando con el sur de la ciudad de Madrid, se encuentra Biolíbere en un local que alquilan a la empresa municipal. Nació en 2014 como asociación inspirada en las cooperativas obreras de consumo del siglo XIX. Tras mudarse en dos ocasiones por su expansión, en 2021 pasaron a ser cooperativa de consumo sin ánimo de lucro. «Levantar y sostener un proyecto así requiere mucho trabajo, organización y comunicación. Nuestro mayor error fue creer que la fuerza de la idea por sí sola bastaba«, destacan a La Marea.

Foto: Biolibere

La cooperativa de consumo madrileña explica que juegan con desventaja frente a las grandes cadenas por no tener ni el músculo económico ni la capacidad de influencia «de esos gigantes». Gracias a la «presión sobre los precios en origen, márgenes abusivos y un enorme impacto ambiental«, las grandes superficies cuentan con ventaja, señalan. Desde Uncoma añaden que apostar por la producción y consumo agroecológico «está penalizado» por «sostener costes que no se tienen en la alimentación industrial como certificados y trámites burocráticos». Pese a las trabas y al «entender que no se trata solo de vender productos, sino de construir relaciones», Biolíbere ha podido celebrar su décimo aniversario.

A través de convertir los restos orgánicos de la tienda en compostaje para sus productores, estrechan los lazos entre las granjas y el súper y reducen su impacto ambiental. Su apoyo a la proximidad se expresa también con la colaboración con otras asociaciones locales y el Ayuntamiento de Getafe en iniciativas de economía circular y sostenibilidad.

Los socios de Biolíbere no solo buscan comer mejor, más ecológico a un precio no abusivo sino «una transición hacia una sociedad sostenible, articulando la agroecología urbana y la economía rural para que más personas puedan acceder a alimentos sanos y sostenible». Además, indican que tratan que los proyectos rurales tengan un mercado estable que les permita consolidarse y fijar población.

Cooperativas en una economía de mercado

Entre las limitaciones comunes de todos estos proyectos cooperativos están el operar en una economía de mercado competitiva. Este reto les lleva a «una lógica productivista difícil de esquivar», indican desde Árbore. Con la crisis inflacionaria se vieron obligadas a ofrecer precios más competitivos y buscar una mayor productividad frente al riesgo de perder cuota de mercado y ver peligrar el futuro del proyecto. La Ortiga subraya que se traduce en una capacidad de inversión limitada a sus propios recursos y un menor acceso a recursos formativos.

Biolíbere destaca que implica ir más despacio y depender del trabajo voluntario de las socias, sin tener la gran variedad de los supermercados convencionales. Pero lo que parece una debilidad, para este súper madrileño en realidad es su «ventaja competitiva»: generar comunidad y transformar la manera de entender la alimentación.

Por su parte, Uncoma aconseja a quienes quieran lanzar su propio supermercado cooperativo tener un plan de negocio robusto, una amplia masa social que lo sustente y saber que van a tener que dedicarle muchas horas no remuneradas.

Más allá de estos tres casos, hay supermercados cooperativos en Madrid (La Osa), Barcelona (Foodccop), Valencia (Som Alimentació), Zaragoza (A Vecinal), Córdoba (Almocafre), Manresa (Super Coop Manresa), Alicante, San Vicent de Raspeig, Castalla y Yecla (bioTrèmol). Fuera de la fórmula legal de cooperativa de consumidores y usuarios, también están BioAlai en Vitoria/Gasteiz y Landare en Pamplona y Villava (Navarra) como asociaciones de consumo ecológico, y Mercatrèmol en Alicante en forma de asociación de consumidores.


Este reportaje pertenece a ‘Altacoop, el altavoz de las cooperativas’, un proyecto que cuenta con el apoyo del PERTE de la Economía Social y de los Cuidados del Gobierno de España.

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Hay tanto por hacer…

Por: Manuel Ligero

«Tengo la impresión de que he quemado las naves y tengo que volver a nado», escribió Fernando Ruiz Vergara en uno de sus cuadernos de trabajo. «Me hace daño constatar la ingenuidad de mi proceder».

¿Era Ruiz Vergara un ingenuo? Sí y no. En un determinado momento dijo lo que nadie se atrevía a decir. Y lo pagó. Pero alguien tenía que hacerlo. Su documental Rocío (1980) era un prodigioso estudio etnográfico y político a partir de la romería almonteña. Analizaba la historia de la Iglesia y sus alianzas con la burguesía. Mostraba la fiesta desde la lucha de clases. Se detenía en su carácter dionisíaco. Siendo todo eso polémico, no fue lo que provocó su caída en desgracia: también señalaba con nombres y apellidos a uno de los responsables de la represión franquista en Almonte. Fue procesado por ello y su película fue censurada por injurias graves. En la actualidad, esa sentencia, emitida en 1984, sigue vigente. Poco importó que medio pueblo se agolpara a las puertas del juzgado para testificar que todo lo que se decía en Rocío era verdad. No les dejaron entrar. Ruiz Vergara nunca volvió a hacer cine.

Hoy, los cineastas e investigadores Concha Barquero y Alejandro Alvarado han recogido su legado para elaborar Caja de resistencia. Este documental nace a partir de los guiones y notas de trabajo que escribió en su exilio portugués. Allí, antes y después de Rocío, encontró siempre refugio y camaradería. Allí empezó a hacer cine, en plena efervescencia de la Revolución de los Claveles. Junto a sus amigos realizó un documentalismo militante cuyo espíritu queda perfectamente reflejado (y continuado) en Caja de resistencia. Es precisamente a esos locos del cine a quienes arrastra hasta Almonte para rodar su única cinta. Son una docena de jóvenes armados con cámaras a los que desperdiga por la aldea y cuyas imágenes, en combinación con el afilado guión de Ana Vila, componen un hito del cine español. Y después, el silencio.

Fernando Ruiz Vergara
Fernando Ruiz Vergara (a la izq.) con uno de sus operadores de cámara. NUEVE CARTAS

«Hay tanto por hacer…», suspira Ruiz Vergara en Caja de resistencia. Habla de su trabajo, pero sobre todo de la construcción de una sociedad utópica, más justa, más libre. «Estamos montados en el caballo del dinero, del interés y de la puta que los parió, caralho», remacha en su particular portuñol, atropellado y entrecortado por su prolongado apego al tabaco.

Su vida induce inevitablemente a una reflexión: empezó a trabajar de niño, haciendo churros con su madre; luego emigró a Alemania y más tarde a Francia, donde trabajó en una fábrica de encurtidos antes de recalar en Portugal. Su compromiso abarcó el izquierdismo, el cooperativismo, el andalucismo, y a buen seguro ninguna de esas cosas le favoreció a la hora de desarrollar una carrera artística. Pero si no volvió a rodar no fue por eso. Probablemente tampoco por señalar a unos asesinos fascistas. Si no volvió a rodar fue por no haber nacido en una familia acomodada. Y porque España es como es.

«Ya sabemos por dónde van los tiros. Y sea en un momento o en otro, los hijos de puta son los mismos. Los que joden al personal están históricamente retratados. ¿Y qué pasa? ¿Los quitamos del retrato? ¿Cómo se hace eso?», se pregunta Ruiz Vergara. «Pues habrá que sembrar la coherencia y esperar a que crezca o… yo qué sé».


‘Caja de resistencia’ se estrenó en cines el pasado 12 de septiembre, y se presentará el próximo domingo en Alcances, el Festival de Cine Documental de Cádiz. En Santiago de Compostela, se estrenará en el cine Numax el 29 de septiembre. También se proyectará el 1 de octubre en el Festival de Nuevo Cine Andaluz de Casares (Málaga). El documental seguirá de gira durante los próximos meses por diferentes ciudades: Mérida, Madrid, Salamanca, A Coruña, Las Palmas y San Sebastián, entre otras.

Esta reseña se ha publicado originalmente en El Periscopio, el suplemento cultural de La Marea. Puedes conseguir la revista aquí o suscribirte para apoyar el periodismo independiente.

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✇BlogSOStenible··· – – – ··· – – – ··· – – – ··· – – – ··· «Otras» noticias, y «otra» forma de pensar…

Buenas noticias ambientales y animalistas en 2021 (semestre 2)

Por: Pepe Galindo
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Estas buenas noticias no son tantas, ni tan buenas, como nos gustaría. Son mejor que nada, por supuesto. Sin embargo, ante una gran hemorragia, poner una tirita no sirve para salvar la vida del paciente. ¿Queremos salvarle?

  1. El ministro Alberto Garzón enfurece al sector ganadero al incitar a comer menos carne, por salud y para proteger al planeta: Ha sido muy criticado, incluso por miembros de su gobierno, pero es un tema ineludible. Curiosamente, el propio gobierno había aprobado en su Estrategia España 2050 que España debe —literalmente— reducir “su ingesta de alimentos de origen animal” (o sea, no solo carne, sino también pescado, lácteos y huevos). La ciencia ha hablado, la OMS también y cada vez más políticos están dejando de esconder un tema conflictivo. Además, la ganadería extensiva o la carne ecológica no son la solución al problema. Alabamos la valentía de un político que no teme las críticas.La pirotecnia contamina y molesta a personas, a mascotas y a fauna salvaje. Haz clic para informarte mejor.
  1. El lobo ya es una especie protegida en España: Esta es una noticia muy esperada. Matar lobos ya no será subastado por dinero. Cazar lobos pasa a ser un delito tipificado en el art. 334 del Código Penal, con pena de prisión de seis meses a dos años y, en todo caso, inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de cazar o pescar. Se debe propiciar la coexistencia con la ganadería y multar a los ganaderos que no cuiden bien de su ganado. Lo que algunos decían que era imposible, se consigue cuando hay presión ciudadana y voluntad política. Es de agradecer el interés de la ministra Teresa Ribera y de todos los colectivos que se han movilizado para conseguirlo. Para los que aún no sepan las ventajas de tener depredadores como el lobo, que lean esto. Algunos inconscientes han intentado derribar esta ley, pero la propia Audiencia Nacional ha dicho que la caza produce daños irreparables.
  1. El Congreso aprueba que los animales dejen de ser considerados cosas: El bienestar de ellos se antepone a los intereses humanos. Como ya ocurre con los hijos, los animales no podrán formar parte de herencias, embargos o divorcios. Sin embargo, algunos seguirán esclavizados, como los caballos, o las vacas lecheras. Y los perros seguirán atados a sus correas. Y las perras de raza seguirán siendo obligadas a parir una y otra vez. En pocos casos —tal vez en ninguno— las mascotas están justificadas.
  1. Una mujer está comprando tierras de cultivo británicas para devolverlas a la naturaleza: Este proceso se llama rewilding (resilvestrar) y se está haciendo en otras regiones. También se benefician los humedales de la zona, que dejan de recibir fertilizantes de la agricultura (evitando así la eutroficación, que es lo que pasó en el Mar Menor). Así se demuestra también, que no es un problema que los pueblos se vacíen. El problema es que se llenen sin control de macrogranjas o de centrales de energía renovable.
  1. Buenas noticias para los animales (y para todos): El trato que damos a los animales refleja nuestro amor a la naturaleza. En materia de animalismo avanzamos más que en ecologismo.
  1. El gobierno de España descarta totalmente la mina y la planta de fabricación de concentrado de uranio: El municipio salmantino de Retortillo se libra de ese foco de contaminación y destrucción de su paisaje. El Consejo de Seguridad Nuclear ya vetó el proyecto y su opinión era vinculante. Solo votó a favor el miembro propuesto por el PP (¿casualidad?). La mina también tenía el visto bueno del gobierno local (también del PP). Hay indicios para sospechar que el interés en la mina es meramente especulativo. Es decir, el objetivo principal sería estafar a inversores. Esta buena noticia llega tarde para aquellos árboles centenarios que fueron ya talados.
  1. En la temporada 2021 se ha prohibido la caza de tórtolas en España: Cientos de miles de tórtolas se han salvado en España. Tras cuatro años de avisos y tras el ultimátum de la Comisión Europea, la mayoría de comunidades pararon la caza de estas aves. Veamos la magnitud escandalosa de la masacre: desde 2015 se abaten unos 800.000 ejemplares cada año. El ser humano destroza el planeta con su ganadería y con su caza. Somos muchos humanos y nos jugamos nuestro futuro. La solución sensata es prohibir la caza deportiva, en todos los territorios y para todas las especies.
  1. La Audiencia Nacional tumba la prórroga que Rajoy le dio a Ence para seguir contaminando la Ría de Pontevedra hasta 2073: Recurrieron la decisión Greenpeace y el Ayuntamiento de Pontevedra. Por este motivo, Rajoy fue declarado persona non grata en su Pontevedra natal. Es un caso más de cómo el PP se pone siempre del lado de los que maltratan el medioambiente.
  1. Hay millones (144) para la restauración ambiental de las minas de carbón cerradas: Llevábamos años pidiendo el cierre de las minas de Asturias y León. Ahora toca reducir urgentemente los demás combustibles fósiles.
  1. Se acabó la gasolina con plomo: Es un combustible muy tóxico, prohibido en los países ricos, pero que seguía usándose en los pobres, especialmente en África. Esta es una noticia muy positiva cuyo alcance es difícil de evaluar.
  1. El Gobierno suspende la ampliación del aeropuerto de El Prat: Los 364 millones previstos se dedicarán a otra cosa, porque el Gobierno autonómico se ha quejado por los daños ambientales. Es una pena que la ministra de Transportes no haya tomado por sí misma esa decisión. Por ella, la obra se hubiera hecho a pesar del fortísimo daño ecológico que hubiera causado la ampliación, además de los daños inherentes a todos los aeropuertos. El aeropuerto de Madrid se ampliará, si nadie lo evita.
  1. China anuncia que no va a financiar más plantas de carbón en otros países: El país más contaminante del planeta no dice nada de sus propias centrales de carbón. Es una buena noticia, pero necesitamos algo más contundente para evitar lo peor del colapso.
  1. La venta de frutas y verduras en envases de plástico estará prohibida en España en 2023 (solo en algunos casos): Todos los grupos ecologistas sostienen que el Ejecutivo no va lo suficientemente deprisa en esta materia y proponen un SDDR. Curiosamente, los ecologistas no hablan de un SDDR para reutilizar, sino para reciclar, lo cual es un error importante que se alinea con el gobierno, cuyo
    objetivo es el reciclaje, más que la reutilización. Esta es una buena noticia a medias, porque es también una oportunidad perdida para hacer las cosas bien del todo.
  1. Ley para eliminar la deforestación de las cadenas de suministro de la UE: Es un buen paso de la Comisión Europea, pero tiene lagunas importantes: solo afectaría a un número limitado de materias primas y productos, y tampoco garantiza los derechos de pueblos indígenas y comunidades locales afectadas.
  1. Cádiz, primer municipio contra el Tratado de la Carta de la Energía: Instan al gobierno a abandonar ese tratado. Es un acuerdo que beneficia a las multinacionales perjudicando la soberanía de los países firmantes. Por ejemplo, Países Bajos fue demandado por activar su descarbonización. España debe abandonar ese tratado de forma urgente, para que las multinacionales no tengan más derechos que los Estados.
  1. La Comisión Europea denuncia a España por su incapacidad de proteger el agua frente a la contaminación por nitratos de la agricultura y la ganadería: El Tribunal de Justicia de la UE tendrá que dictar sentencia. La contaminación media del agua por nitratos ha aumentado un 51,5% en los últimos cuatro años. El Gobierno español ha permitido que la ganadería industrial crezca exageradamente y que los agricultores abusen sin control. Lo del Mar Menor es solo un caso grave. Nos tememos que España tendrá que pagar una buena multa, lo cual será una buena noticia solo si se aprende la lección.
  1. España tendrá opción de menú 100% vegetal en comedores escolares e instituciones públicas: Los partidos verdes están forzando políticas verdes. Esta es una noticia buena para los animales y mejor para el planeta. Y la salud también mejorará.
  1. Los países del Mediterráneo acuerdan proteger el 30% del Mediterráneo en esta década. También se ha decidido controlar el azufre pero no el nitrógeno de la contaminación de los buques. Se evitarían 4.100 muertes prematuras anuales si se redujeran ambos gases. En todo caso proteger un 30% es insignificante en la situación actual. Necesitamos proteger urgentemente un mínimo del 50% de todo el globo y un mínimo del 50% del territorio de cada país.
  1. Bruselas pide a los países una ofensiva de impuestos verdes en luz, gas, diésel, vuelos, automóviles y navieras. La Comisión Europea quiere reforzar al máximo el principio de “el que contamina paga”. Debemos acabar con las exenciones y las subvenciones. Será una negociación complicada, porque las multinacionales mandan más que los votantes.
  1. Desactivada definitivamente la central de carbón de Carboneras: Era una de las centrales térmicas más contaminantes del país que vomitaba más 6 millones de toneladas de CO2 al año. Buenas noticias, sin duda, pero más que potenciar la transición a las renovables hay que pensar cómo reducir nuestro apetito energético.
  1. Argentina prohíbe los petardos: La prohibición fue motivada por una recogida de firmas en Change por una persona particular debido a las molestias que ocasionan a los autistas. Sin embargo, las molestias no son solo a las personas con este trastorno, sino que los problemas de la pirotecnia van mucho más lejos. Molestan a un amplio rango de personas, perturba a las mascotas (especialmente a los perros) y a la fauna silvestre (especialmente a las aves). Algunos animales llegan a morir por infarto. También hay que tener en cuenta la contaminación química de esos artefactos.

No está mal esta lista, aunque podría ser mejor… Gracias por difundir nuestros artículos.

♦ Te gustará también:

  1. Buenas noticias ambientales: semestre 1 de 2021, 2020 (semestres 1 y 2), 2019 (1 y 2), 2018 (1 y 2) y la colección completa.
  2. El lanzamiento editorial del año: Libro Relatos Ecoanimalistas, de J. Galindo (reseña).
  3. Blog de relatos del mismo autor: Historias Incontables.
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