🔒
Hay nuevos artículos disponibles. Pincha para refrescar la página.
✇BlogSOStenible··· – – – ··· – – – ··· – – – ··· – – – ··· «Otras» noticias, y «otra» forma de pensar…

Siempre habrá apagones (y siempre se podrá hacer mejor)

Por: Pepe Galindo

Gestionar un sistema eléctrico no es tarea sencilla. Si además hablamos de un sistema como el de la España peninsular, la cuestión es bastante más compleja de lo que la mayoría de la gente supone.

Pensemos que la energía hay que verterla en la red eléctrica justo en el mismo instante en el que se consume. Es decir, cuando enciendes una bombilla, alguna central sube su producción ligeramente para satisfacer tu demanda (salvo que alguien apague algo…). Cada segundo de cada día, hay que mirar (varias veces) si la producción y la demanda son exactamente iguales.

No vamos a dar excesivos detalles técnicos, pero para hacernos una idea de cómo se controla esto, diremos que la electricidad en toda Europa está fijada a 50 Hz (hercios). Esto significa que la corriente alterna cambia de dirección 50 veces por segundo o, dicho de otra forma, las turbinas que generan electricidad deben girar exactamente a 50 vueltas por segundo. Y la precisión es tal que se controla hasta el tercer decimal. Es decir, si se detecta que la electricidad está alternando a 50,001 Hz, significa que se está produciendo más de lo que se consume y, por tanto, será necesario reducir la generación. Por otro lado, un valor de 49,999 Hz (o menos), es señal de que se está consumiendo más de lo que se está generando. El nivel de alerta se decreta si la variación afecta al segundo decimal.

El complejo sistema de la España peninsular

En el caso de España, todo esto hay que gestionarlo para multitud de nodos que generan y consumen energía, y sabiendo que cada consumidor enciende o apaga sus aparatos cuando quiere. Por fortuna, a nivel nacional, los consumos suelen ser (más o menos) predecibles, dado que (en masa) tenemos costumbres de consumo bastante repetitivas. Si no fuera así, los apagones serían más habituales. Saber esto nos da una idea de que averiguar exactamente las causas de un apagón nacional (como el que España sufrió el 28 de abril de 2025), puede requerir meses para analizar cientos de millones de datos correspondientes solo a unos cuantos segundos antes del apagón.

Veamos algunas de las características más relevantes del sistema eléctrico peninsular español:

  1. España tiene multitud de tipos de generación, tanto renovables (hidroeléctrica, distintos tipos de energía solar, eólica…), como no renovables (nuclear, gas metano…). Además, hay más de 60.000 centrales y más de 6.000 puntos de control solo en la red principal de transporte.
  2. España tiene gran penetración de sistemas no gestionables (que no se pueden encender y apagar a voluntad), como son la solar fotovoltaica, la eólica o la nuclear. Este tipo de energía complica la gestión y puede hacer que el sistema sea más vulnerable a apagones siempre que —y esto es importante— no se invierta adecuadamente para evitarlo.
  3. España y Portugal forman casi una isla energética, porque no tienen muchas conexiones con los países de su entorno, particularmente con el resto de Europa a través de Francia. Esto aumenta la vulnerabilidad. Dinamarca tiene más energía renovable que España, pero también más líneas con el exterior. Por otra parte, no olvidemos que estas interconexiones son a través de líneas eléctricas que pueden tener un enorme impacto ambiental, además de un coste no pequeño.
  4. La gestión está preparada para afrontar todos los fallos simples (regla N-1). Si se produce un fallo (la caída de una central, por ejemplo), el sistema responderá bien y, como mucho, habrá un apagón local, pero no nacional. Pensemos que este tipo de fallos simples los hay a diario y con frecuencia. Por tanto, un apagón nacional siempre se debe a un fallo múltiple, i.e., varios fallos simples que sucedan a la vez. Sin duda, la probabilidad de que esto ocurra es muy baja y, pudiera ser que no fuera rentable invertir en bajarla aún más.
  5. Reponer un sistema tras un apagón global no puede ser instantáneo, porque depende de los tiempos de arranque de cada tecnología. Las centrales hidroeléctricas arrancan en cuestión de minutos. En cambio, las centrales de gas necesitan en torno a 5 horas y las nucleares tardan más de 24 horas. Para levantar el sistema hay que gestionar la producción de cada central —según su tecnología— y la conexión a las redes que las conectan con los puntos de consumo. Este es un problema nada sencillo que España supo resolver en un tiempo bastante razonable (en menos de 18 horas se había recuperado la demanda casi al 100%).
  6. Si quieres conocer mejor el sistema eléctrico español, te recomendamos esta mini serie documental con diez vídeos muy didácticos.

¿Las nucleares y las renovables ayudan o no?

Los defensores de la energía nuclear —a veces con más interés político que conocimientos técnicos— han aprovechado el apagón para demandar más nucleares o alargar la vida de las viejas centrales actuales. Es innegable que la energía nuclear tiene algunas ventajas que, sin embargo, no consiguen que nos olvidemos ni de los costos ni de los riesgos.

Algunos pronucleares afirman, con razón, que cuanto mayor sea la potencia firme instalada (su inercia), más difícil es que haya caídas del sistema. Eso es cierto, pero es solo la mitad de la verdad. La realidad es que las centrales solares y eólicas instaladas en España tienen desde 2016 un protocolo llamado «simulación de inercia», con el cual se consigue algo similar. Es decir, si se cumple el protocolo, esa hipotética ventaja de las nucleares respecto a las renovables no es real. Por ejemplo, para conseguir esa inercia, existen los llamados volantes de inercia, que en la actualidad se emplean en algunos parques eólicos.

Gestionar un sistema solo con renovables no es fácil, igual que no lo es gestionar un sistema solo con nucleares. Ahora bien, no es imposible y, además, un sistema 100% renovable es mucho más barato y seguro que otro con energías sucias (sobre todo, si se monetizan todos los riesgos, costos, enfermedades, etc.). Por supuesto, son importantes los mecanismos de almacenamiento de energía, tales como las centrales solares térmicas (con sales fundidas), las hidroeléctricas reversibles o las baterías. Este última tecnología ha demostrado ser algo necesario para sacar el máximo partido a las renovables y que, además, consigue abaratar los costes. Véase el caso de Corea del Sur.

Por supuesto, los defensores de cualquier energía sucia (no renovable) alegan que ellos también defienden las renovables. Y es que, hoy es imposible negar las enormes ventajas de estas energías.

No olvidemos que la energía nuclear necesita uranio, que España no tiene, y lugares donde almacenar la basura radiactiva, cementerios nucleares, también llamados ATC. Construir un ATC nuevo es más arriesgado y complejo que utilizar como almacenes las centrales existentes que ya cuentan (en teoría) con la seguridad necesaria para manejar material radiactivo de alta peligrosidad. Por cierto, ATC significa Almacén Temporal Centralizado, ya que el plan es almacenarlos temporalmente (60 años) aunque la realidad es que los residuos nucleares son peligrosos durante millones de años. Esto da una idea de la visión tan cortoplacista de los que defienden la opción nuclear.

Algunas cosas están claras…

Solo los necios aprovechan el apagón en España para culpar a las renovables o pedir más nucleares. Ninguna empresa mundial quiere invertir en nucleares sin ayuda económica de dinero público. Las renovables son baratas y las empresas eléctricas están ganando mucho invirtiendo lo mínimo. Y lo más importante: no existe ningún plan nacional para reducir el consumo energético (ni eléctrico ni no eléctrico). Y hacer esto es lo más urgente e inteligente.

Es innegable que las renovables no se están expandiendo de forma justa, razonable ni cumpliendo las siete normas mínimas de sensatez ecosocial. Así, por ejemplo, voces como las de Juan Bordera o Antonio Turiel han denunciado que en España grandes corporaciones energéticas están implantando renovables “sin planificación” y “en busca del máximo beneficio”. Al parecer, para ahorrar costes no se han implementado los mecanismos para asegurar la estabilidad de la red. Los apagones podrían estar propiciados por la escasa presencia de sistemas de amortiguación de las oscilaciones de potencia que puedan surgir (POD, Power Oscillation Damping).

También se propone como algo urgente “recuperar las concesiones de las licencias caducadas de las hidroeléctricas y que habría que comprar como mínimo el 51% de Red Eléctrica” (empresa esencial que privatizó el PP en un 80%). Recordemos que la electricidad de las hidroeléctricas es muy barata, pero la estamos pagando al precio más caro.

Para terminar, debemos agradecer que, en España, el sistema eléctrico exista y funcione con calidad razonable, pero también deberíamos exigir que tienda a ser 100% renovable, que esté bien controlado y que sea suficientemente fiable, aunque no lo sea de forma absoluta (lo cual sería exageradamente caro). Es decir, soportar apagones es incómodo pero, tal vez, son necesarios para evitar pagar costes muy elevados. Y con más motivos en un futuro con crisis climática y en el que la energía y los materiales podrían ser más escasos. Esto implica que deberíamos tener en casa una radio a pilas, pero también pensar dos veces cosas como almacenar mucha comida congelada o si queremos vivir en pisos demasiado altos.

  • Nota: para más información recomendamos la entrevista a Jorge Morales de Labra y Alfredo García en Poner luz al apagón, programa de Objetivo Planeta de RTVE, presentado por Lorenzo Milá y emitido el 9/5/2025.

♥ Más sobre la electricidad:

blogsostenible

  • No hay más artículos
❌