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La Fundacion para la ayuda Humanitaria a Gaza (FHG) es un engaño genocida

Por: marijose

La autodenominada Fundación Humanitaria de Gaza (FGH) continúa difundiendo falsedades prefabricadas, afirmando falsamente que la resistencia palestina amenaza a su personal y obstruye la distribución de ayuda. La cruda realidad es que esta misma organización no es más que una fachada de propaganda del ejército israelí, liderada por oficiales y soldados estadounidenses e israelíes que operan desde fuera de la Franja de Gaza, financiada directamente por Estados Unidos y que ejecuta operaciones en coordinación con el ejército israelí, perpetrando actualmente un genocidio continuo contra más de 2,4 millones de palestinos en Gaza.

La realidad, conocida por todos, es que la ocupación israelí, por sí sola, ha bloqueado la entrada de ayuda humanitaria a Gaza durante casi 100 días consecutivos, cerrando deliberadamente todos los cruces hacia la Franja e impidiendo que más de 55.000 camiones de ayuda lleguen a las familias devastadas. También ha restringido severamente la circulación de decenas de organizaciones humanitarias internacionales. Esto ha sido confirmado explícitamente por las Naciones Unidas, la Cruz Roja, la OCHA, la Organización Mundial de la Salud y otros, quienes afirman que la ocupación es el único impedimento para que la ayuda llegue a los civiles hambrientos de Gaza.

La FGH ha participado activamente en un crimen coordinado contra civiles bajo el pretexto de ser el «anzuelo» para obtener ayuda humanitaria. Informes de campo documentan que, en tan solo dos semanas, más de 130 civiles fueron asesinados a tiros mientras intentaban alcanzar paquetes de alimentos en humillantes puestos de control gestionados por FHG con protección militar. Alrededor de 1.000 más resultaron heridos y nueve siguen desaparecidos, tras ser atraídos a zonas militarizadas controladas por el ejército de ocupación. Estos constituyen crímenes de derecho internacional.

La FGH carece fundamentalmente de todos los principios humanitarios fundamentales:

Neutralidad: Coopera directamente con el ejército de ocupación y sigue sus directivas, con lanzamientos de ayuda anunciados por canales militares.

Imparcialidad: Opera dentro de una clara agenda de seguridad israelí orientada a subyugar a la población.

Independencia: Recibe financiación y órdenes de gobiernos extranjeros y del ejército israelí.

Humanidad: Nunca ha apoyado a los civiles: funciona como una herramienta de coerción, hambre y muerte.

Lo afirmamos claramente:

Cualquier organización que se declare humanitaria mientras ejecuta planes militares y gestiona puntos de distribución dentro de «zonas de contención» controladas por tanques de ocupación, no puede considerarse una agencia de ayuda humanitaria. Es un instrumento directo de genocidio y cómplice de crímenes de guerra contra la población civil.

Hacemos un llamamiento al mundo para que no se deje engañar por esta institución, que participa en actividades delictivas organizadas y sistemáticas.

La resistencia palestina no amenaza a nadie; protege el derecho de su pueblo a sobrevivir frente a organizaciones engañosas que asesinan bajo el pretexto de la ayuda.

La comunidad internacional debe poner fin a su sesgo ciego, poner fin a esta catástrofe moral y permitir la entrada inmediata de decenas de miles de camiones de ayuda humanitaria bajo la supervisión de agencias de la ONU con amplia experiencia, profesionales, competentes y que se adhieren a los principios humanitarios.

Fuente: https://t.me/thecradlemedia/36598

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Dentro de la operación cibernética que quebró el liderazgo de Assad en Siria

Por: marijose

Lo que sucedió en Alepo el 27 de noviembre de 2024 no fue solo un evento en el campo de batalla, fue un terremoto político. La rápida caída de la ciudad, y con ella la columna vertebral de la presencia militar del régimen de Assad en el norte de Siria, conmocionó a toda la región. La velocidad a la que se desintegró el régimen levantó cejas incluso entre sus oponentes más ardientes. Muchos sabían que se estaba llevando a cabo una operación militar, pero pocos entendían la guerra invisible que ocurría detrás de las líneas del frente.

Ahora, podemos hacerlo.

Según una investigación publicada por la revista New Lines, el colapso del Ejército Árabe Sirio en Alepo no fue simplemente el resultado de ataques terrestres o con aviones no tripulados, sino que fue el producto de una operación cibernética encubierta. En el corazón de este engaño no había un cohete o un tanque, sino algo mucho más insidioso: una aplicación móvil.

“Siria confía en el desarrollo”: un caballo de Troya

Lanzada bajo la apariencia de una iniciativa humanitaria, la aplicación llamada STFD-686, una cadena de letras que significa Siria Confianza para el Desarrollo, apareció en el verano de 2024. Presuntamente estaba vinculado a la primera dama Asma al-Assad y se comercializaba como un programa benévolo para apoyar a los soldados sirios con un estipendio mensual de 400.000 libras sirias, unos 40 dólares.

La oferta para muchos soldados que vivían en condiciones desesperadas era irresistible.

Para reclamar el pago, los usuarios debían ingresar una serie de detalles personales y aparentemente inofensivos: nombre, fecha de nacimiento y tamaño de la familia. Pero luego llegaron las solicitudes de información más confidencial: rango militar, designación de unidad, coordenadas de despliegue y afiliaciones a la cadena de mando. Un experto en software sirio familiarizado con la operación le dijo a la revista New Lines que la aplicación fue diseñada para extraer suficientes datos para mapear toda la estructura del ejército sirio en tiempo real.

No se detuvo ahí.

La aplicación requería la integración de Facebook, lo que otorgaba a sus controladores acceso a gráficos sociales, mensajes privados y credenciales de inicio de sesión. Una vez instalado, se activó el software espía “Spy Max”, dando a sus operadores acceso sin restricciones a llamadas telefónicas, archivos, fotos e incluso transmisiones en vivo desde la cámara y el micrófono del dispositivo.

En resumen, todos los teléfonos con la aplicación se convirtieron en un centro de vigilancia móvil, desde dentro de las propias filas del ejército.

Ataques selectivos, cadenas de mando interrumpidas

Lo que vino después fue clínico y devastador.

Las fuerzas de Julani (Al-Golani), ahora equipadas con un mapa digital de las vulnerabilidades más críticas del ejército sirio, se movieron con precisión quirúrgica. Las unidades remotas quedaron aisladas y sin suministros. Los oficiales de alto rango encontraron sus órdenes interceptadas o anuladas. Líneas defensivas enteras en Alepo se desmoronaron, no por falta de efectivos, sino por sabotajes estratégicos.

Y mientras tanto, los soldados en el terreno no tenían idea de que ellos mismos habían entregado las llaves.

No se trató de un ciberataque en el sentido convencional. Era una guerra psicológica, ejecutada a través de la tecnología, explotando la desesperación con una promesa de ayuda.

¿Quién estaba detrás?

Esa sigue siendo la pregunta del millón.

Las huellas digitales son turbias. Según los informes, uno de los dominios de backend de la aplicación estaba alojado en un servidor con sede en EE. UU., lo que genera sospechas obvias dada la larga historia de Washington de respaldar a las facciones de Julani. Pero la evidencia está lejos de ser concluyente. Puede haber sido una bandera falsa intencional, destinada a engañar a los investigadores y desviar la culpa.

¿La realidad más probable? Se trató de una operación de múltiples actores, que combinó inteligencia de la oposición local, activos regionales y, posiblemente, experiencia cibernética extranjera. Israel, Turquía, Qatar, ninguno es ajeno a la guerra cibernética, y todos tenían un interés estratégico en debilitar a Damasco.

Una nueva era de guerra

Si esta operación demuestra algo, es esto: el campo de batalla ya no es solo un espacio físico. La guerra cibernética ya no es un complemento del poder militar convencional, sino que es fundamental para él.

Recordemos 2020: el teléfono olvidado de un soldado sirio dentro de una unidad de defensa aérea rusa Pantsir permitió a Israel triangular y eliminar el sistema a través de un ataque aéreo. Eso fue una advertencia.

Lo que sucedió en Alepo fue el cumplimiento de esa advertencia.

El ejército sirio no solo fue superado en armamento, sino que fue superado en hackeo. Y a medida que avanzamos hacia una nueva fase de guerra híbrida, ya no es suficiente controlar los cielos o las calles. También debe controlar el código.

Y en noviembre de 2024, el código ganó.

Fuente: https://laotraandalucia.org/dentro-de-la-operacion-cibernetica-que-quebro-el-liderazgo-de-assad-en-siria/

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Una omisión que lo dice todo: el día que El País olvidó cubrir una manifestación por Palestina

Por: Caty R

La omisión de una manifestación propalestina por parte de El País provocó una dura crítica del economista y activista Luis Portillo Pasqual del Riquelme. La polémica reabre el debate sobre el papel de los medios en la cobertura de conflictos internacionales y en la defensa de los derechos humanos.

El pasado 10 de mayo tenía lugar en Madrid una multitudinaria manifestación en solidaridad con el pueblo palestino, reclamando el embargo de armas a Israel y la ruptura de relaciones diplomáticas con ese Estado. Sin embargo, al día siguiente los lectores habituales de El País se encontraron con un silencio total en la edición impresa del periódico al respecto de esta movilización ciudadana.

La omisión no pasó desapercibida y desató una oleada de críticas de lectores. Entre ellas, la contundente carta de Luis Portillo Pasqual del Riquelme, economista, solidario con el pueblo saharaui y autor del libro “En defensa de la causa saharaui. Testimonios de denuncia, resistencia y solidaridad”,

En una misiva dirigida a Soledad Alcaide, Defensora del lector del diario,  Portillo expresó su profundo malestar por lo que calificó como una falta de sensibilidad y empatía informativa.

 Para Luis Portillo, resultaba evidente que la omisión del periódico de el Grupo Prisa  no puede entenderse como un simple error operativo, sino como una decisión editorial coherente con una línea que ha minimizado sistemáticamente la cobertura de ciertas luchas, como la del pueblo palestino o la del propio pueblo saharaui.

Una respuesta defensiva

 Por su parte, la defensora del lector, en su columna del  18 de mayo, titulada «Lo que les falta y lo que les sobra a algunos lectores», se excusaba atribuyendo la omisión d a  un «error de reflejos» por parte de la redacción, que «optó por cubrir la protesta convocada por el PP y Vox contra el Gobierno en la plaza de Colón, en detrimento de la manifestación propalestina».

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Soledad Alcaide, Defensora del lector de El País

 Según Borja Echevarría, director adjunto del periódico, la cobertura de Gaza es un eje central del medio, aunque se justificó la omisión señalando que “el periódico del domingo va muy armado” y “hay menos capacidad de reacción”.

Luis Portillo, sin embargo, rebatió esa explicación, calificando de «escandalosa» la falta de cobertura, especialmente cuando El País ha dedicado páginas enteras a actos políticos con asistencia marginal, como una concentración reciente en Callao con apenas mil personas. A su juicio, la ausencia de información no se debió a ningún topo de «error», sino a presiones o intereses de embajadas como las de Israel, Marruecos y Estados Unidos, y a la afinidad editorial del diario con las posiciones oficiales del Ministerio de Asuntos Exteriores. 

La línea editorial de El País y la causa saharaui

Portillo recordó, en este sentido, que año tras año El País ha ignorado las manifestaciones por el Sáhara Occidental que se celebran en Madrid en noviembre, coincidiendo con el aniversario de los Acuerdos Tripartitos de 1975. La denuncia efectuada por Luis Portillo se enmarca, por tanto, en otra  más amplia a la línea editorial del periódico que, a nivel estatal, responde y respalda la línea política del PSOE. 

 Desde que el Gobierno de Pedro Sánchez alineó su política exterior con el plan de autonomía propuesto por Marruecos para el Sáhara Occidental, El País, se ha esforzado por justificar esta postura a través de su línea editorial y las opiniones de sus periodistas asalariados y columnistas. 

 Editoriales recientes han defendido este giro como una adaptación al “realismo geopolítico”, dejando en segundo plano el principio de autodeterminación al que tiene derecho, según la legalidad internacional, el pueblo saharaui. Aunque el periódico ha cubierto algunas visitas oficiales de enviados de la ONU, como la de Staffan de Mistura, ha omitido reiteradamente las movilizaciones sociales que denuncian la ocupación marroquí.

Un lector comprometido

 Luis Portillo Pasqual del Riquelme no es un «lector cualquiera» del diario El País. Doctor en Ciencias Económicas, ha sido profesor universitario y es colaborador de medios críticos como RebeliónAraInfo, Kaos en la Red y Canarias-semanal. En sus artículos denuncia no solo la ocupación del Sáhara, sino también la complicidad activa o pasiva de medios y gobiernos que blanquean esta situación.

EN DEFENSA DE LA CAUSA SAHARAUI : Portillo, Luis: Amazon.es: Libros

En 2025, Portillo presentó su libro En defensa de la causa saharaui, una compilación de escritos y testimonios en apoyo al derecho del pueblo saharaui a decidir su destino. Su intervención en esta polémica no es, por tanto, un arrebato puntual, sino una expresión más de su compromiso político e intelectual.

   La controversia entre Portillo y la Defensora del lector de El País, Soledad Alcaide, pone sobre la mesa una cuestión de fondo: ¿quién decide qué merece ser noticia? ¿Quién define la relevancia de una manifestación, una causa, un conflicto?

   Como ha querido poner de relieve Luis Portillo, el silencio informativo selectivo jamás es neutro. En muchos casos es una forma de intervención. Lo que se omite también comunica. Por eso, esta polémica es más que un desencuentro puntual. Es un recordatorio de que la prensa corporativa, tiene la clara función de reforzar la ideología dominante necesaria para la reproducción del sistema. Aunque de vez en cuando tenga que enfrentarse a algunos lectores críticos dispuestos a interpelar a quienes se autodefinen como «El Cuarto Poder».

Fuente: https://canarias-semanal.org/art/37901/cuando-una-omision-lo-dice-todo-el-dia-que-el-pais-olvido-cubrir-una-manifestacion-por-palestina-y-el-sahara

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Lee Miller, Francesca Albanese y la bañera de Netanyahu

Por: Bea Morales

La imagen de Lee Miller, la célebre fotógrafa de guerra injustamente olvidada, en la impoluta bañera de Adolf Hitler, en su casa de Múnich, justo después de retratar el exterminio judío en Dachau, es una de las más icónicas del siglo XX. No solo simbolizaba la caída del nazismo. También representaba el acceso sin precedentes del periodismo de guerra al horror del holocausto judio. Miller, aun siendo mujer, pudo entrar en Dachau y otros campos de concentración para mostrar al mundo las evidencias del genocidio. Sin censura, su trabajo contribuyó a que la historia no pudiera ser negada, en un momento en que documentar los hechos dependía exclusivamente, o de la propaganda o del periodismo. 

Es curioso que la figura de Lee Miller haya sido redescubierta gracias a la película Lee –protagonizada y producida por Kate Winslet–, justo cuando asistimos en vivo a la ejecución de otro genocidio, esta vez, perpetrado por las y los descendientes de las víctimas del exterminio que retrató la fotógrafa. Esa legitimidad que otorgan las pruebas periodísticas en la documentación de la barbarie está siéndole negada al pueblo palestino. Primero, el Estado genocida de Israel quiere evitar la divulgación legítima de las monstruosidades que sigue cometiendo, tras 500 días de masacres, hambre y sed en la franja de Gaza y también en Cisjordania, en la prensa mundial, imponiendo una censura informativa internacional total. Y con ella, obstaculizar la toma de conciencia de la opinión pública mundial en el tratamiento que se le da a lo que muchos medios siguen denominando “guerra”, porque asumen la narrativa oficial israelí. Segundo, los corresponsales locales son aniquilados intencionadamente por el ejército israelí mediante el uso del asesinato, para no dejar testigos. Es la manera definitiva de censura informativa y alcanza, por ahora, una cifra que duplica la centena con creces. 

Mientras el ejército israelí bombardea hospitales, bibliotecas, escuelas y universidades, destruye barrios enteros y mata a miles de civiles, la información que se obtiene proviene de corresponsales palestinas que, literalmente, se juegan la vida [según la Oficina de Medios del Gobierno gazatí, hasta el 28 de mayo, han sido asesinados 221 periodistas]. Sus identificaciones sirven para atraer las balas en vez de evitarlas. Su lucha contra la muerte y a favor de la información resuena muy poco en la prensa occidental: sus testimonios son silenciados y deslegitimados sistemáticamente por los grandes medios. La censura informativa es tal que, a diferencia de lo que ocurrió con los campos de exterminio nazis, hoy no hay imágenes directas de los crímenes de guerra en tiempo real, desde una mirada externa. 

El gobierno de Netanyahu ha convertido el territorio en una zona de exclusión informativa y los y las periodistas son asesinados impunemente. Esto ocurría antes del genocidio, como sucedió con Shireen Abu Akleh, en 2022, la prestigiosa reportera palestino-estadounidense de Al Jazeera asesinada por un soldado israelí, cuando cubría una redada en el campo de Jenin, sin más consecuencias. Y acaba de tener un broche macabro con el asesinato de la fotoperiodista palestina Fatima Hassouna, por un bombardeo del ejército israelí en el norte de Gaza el pasado 16 de abril, junto con las diez personas que quedaban de su familia. Justo un día después de que la directora iraní, Sepideh Farsi, le comunicara que el documental que estaba haciendo sobre ella, Put Your Soul on Your Hand and Walk, había sido seleccionado en el Festival de Cannes. 

La necrocensura es el santo y seña de la estrategia israelí para sellar las fronteras informativas. Ya no nos sorprende el ritual de la periodista y activista palestina Bisan Owda desde Instagram: ¡Soy Bisan desde Gaza. Y todavía estoy viva! Saluda, antes de comenzar su crónica casi diaria sobre el avance del genocidio y la dignidad con la que lo encara el pueblo palestino. Ojalá los múltiples reconocimientos internacionales, que han merecido su valentía y compromiso durante 2024 –Premio Peabody, Premio Emmy de Noticias y Documentales, el Edward R. Murrow de periodismo como parte del equipo de Al Jazeera Digital y mujer más influyente por el Financial Times, le sirvan de escudo protector, en un contexto en el que el periodismo tradicional es incapaz de cubrir la realidad. 

Mientras en Gaza se registran testimonios desgarradores de muerte y destrucción, en redes sociales circulan vídeos de soldados y soldadas israelíes jactándose y mofándose de las masacres que cometen. En algunos de estos registros, se les ve bailando, cantando y celebrando los ataques contra civiles, evidenciando el desprecio absoluto por las vidas palestinas. Estas imágenes, lejos de generar indignación en los medios occidentales, son ampliamente ignoradas, reforzando la narrativa de impunidad que rodea al genocidio. Imágenes-trofeo similares, no tan vejatorias, sirvieron como evidencias acusatorias contra el ejército alemán, tras la Segunda Guerra Mundial. En el caso de las y los soldados israelíes, esperamos puedan ser también pruebas incriminatorias. 

La paradoja es incuestionable: en 1945 los países aliados permitieron y alentaron que la prensa documentara el genocidio judío, hoy las democracias occidentales se inhiben, tergiversan y directamente obvian el genocidio palestino en Gaza y Cisjordania. La censura llega también a los y las periodistas occidentales. El caso de la BBC es uno de los más notorios. Acaba de ser acusada de ejercer “supresión política” al retrasar la emisión de un documental sobre el personal sanitario en Gaza, Gaza: Medics Under Fire, por figuras de prestigio, como el director de cine británico Mike Leigh o la actriz norteamericana, Susan Sarandon. En la CNN las normas de censura prohíben hablar de crimen de guerra y genocidio y los bombardeos son explosiones. Es la “escolta mediática” del genocidio. 

In extremis, después de más de 70 días de hambre inducida en la Franja de Gaza, imágenes de bebés con ojos desorbitados y cuerpos famélicos se cuelan en los informativos de las cadenas mayoritarias. Mientras, gobiernos europeos y la propia UE empiezan a cambiar de registro, hablando de embargo de armas o revisión del Acuerdo de Asociación con Israel. ¿Hay una intención genuina que llevará a la ejecución de medidas específicas tal y como llevan pidiendo las Naciones Unidas y la Corte Internacional de Justicia desde hace meses? O, ¿serán declaraciones para lavar conciencias, sin más recorrido? Ya es tarde, los tiempos del hambre son inmediatos y las secuelas en el desarrollo de las y los bebés irreversibles. Lo sabían y lo saben nuestras abuelas y madres, supervivientes de la hambruna de la Guerra Civil y de las restricciones de la posguerra ¡Con la comida no se juega! Repetían incansables. Israel juega en Gaza con la comida y con las vidas inocentes de seres indefensos cuyas posibilidades de existencia, de sobrevivir, se verán muy mermadas. Mientras, Europa observa sus juegos letales, bailando su “danza macabra”, en palabras de Olga Rodríguez. Y esperando ¿a qué? 

El mandato censor de Netanyahu no sólo está siendo replicado en Occidente en las calles y los medios, las universidades obedecen también a este deseo de bloqueo a la información y al conocimiento. 

En Europa y Estados Unidos, la persecución de voces críticas con Israel se ha intensificado. Recientemente, Francesca Albanese, relatora especial de la ONU para los territorios ocupados y autora del informe “Anatomía de un Genocidio”, fue censurada en dos universidades alemanas. En la Universidad Libre (FU) de Berlín iba a hablar, el 19 de febrero junto con Eyal Weizman, director británico-israelí de la agencia de investigación Forensic Architecture que ha realizado una investigación sobre los efectos de la acción militar en el territorio de la Franja de Gaza. Las autoridades universitarias cancelaron el acto público después de recibir críticas masivas desde diferentes sectores. El hecho de que una universidad niegue la posibilidad de hablar de una funcionaria de la ONU, experta independiente, es muy grave, y no tiene precedente, según afirmó la propia Albanese. Afortunadamente su valentía y rigor han sido premiadas con la renovaciónde su puesto en abril de 2025 y hasta 2028, a pesar de las presiones, amenazas personales y las campañas de descrédito por parte de Israel. 

Uno de los ejemplos más significativos de censura académica en EEUU se ha producido por la cancelación fulminante de un monográfico del Journal of Architectural Education (JAE) dedicado a Palestina, previsto para el otoño de 2025. La suspensión se produjo cuando ya estaba muy avanzado el proceso de revisión por pares de 80 artículos y sin que la Association of Collegiate Schools of Architecture (ACSA), que publica la JAE, hubiera leído el contenido. La decisión se tomó después de una campaña de acoso contra los integrantes del consejo editorial, por la presión de grupos políticos externos y ante la amenaza de aplicar legislación basada en definiciones restrictivas y sesgadas de antisemitismo. Lejos de acatar esta medida, la suspensión ha sido activamente respondida tanto por el editor ejecutivo interino, McLain Clutter, que fue despedido, como por todo el consejo editorial, que renunció en bloque, en protesta por la violación de la libertad académica y la autonomía editorial. En un ejemplo digno de seguir, el consejo editorial y los editores temáticos se constituyeron en “JAE Board (in exile)” para continuar impulsando la difusión del contenido y la defensa de la libertad académica. De tal modo que, durante la conferencia anual de la ACSA (marzo 2025), contraprogramaron un evento alternativo para debatir los temas censurados y reivindicar el derecho a la investigación crítica sobre Palestina. 

Esta táctica de silenciar la crítica a Israel y, especialmente, la procedente de estudios científicos, tachándola de antisemita, se apoya en la declaración de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto, como reconoce el anuncio de suspensión del monográfico por la propia ACSA. Cuando se equipara la reprobación de las tropelías israelíes y su estudio sistemático con el odio hacia lo judío se encienden todas las alarmas. 

Con el rector de la Universidad de Glasgow, el doctor Ghassan Abu-Sittah, un cirujano británico-palestino que ha trabajado en Gaza y en otras zonas de masacre, y ha estudiado y denunciado las atrocidades cometidas por Israel, la censura subió de nivel. En la primavera de 2024 fue prohibida su entrada, primero en Alemania, y luego en Francia, para bloquear su intervención en eventos políticos y académicos bajo presión de grupos proisraelíes. La negativa a entrar en Alemania en abril se acompañó de la prohibición de visado durante un año, lo que significa, según la policía francesa, que tiene vedado el acceso a cualquier país del espacio Schengen. Esto confirma que la censura no solo busca ocultar las imágenes del genocidio, sino también impedir la difusión de conocimiento riguroso sobre las tácticas totalizadoras de exterminio masivo que usa Israel en lo que Abu-Sittah caracteriza como la “Ecología de la Guerra”. Y, por supuesto, impedir el debate sobre sus implicaciones políticas, legales y éticas. En marzo de este año se le comunicó que forma parte de una lista de la BBC de personas non gratas, lo que explica que hasta siete entrevistas programadas con esa cadena, hayan sido canceladas en el último momento. 

En 2024, la Universidad de Colonia canceló el acuerdo con la filósofa feminista Nancy Fraser para ocupar la cátedra Albertus Magnus de esa universidad durante el mes de mayo. Al enterarse el rector de que había firmado la declaración “Filosofía para Palestina” le pidió que aclarara su postura. Su respuesta fue contundente: “¡Qué descaro!”. “Es decir, ¿qué le importa a él mi opinión sobre Oriente Medio? Soy libre, puedo firmar lo que quiera”. La filósofa iba a presentar sus estudios sobre las tres caras del trabajo en la sociedad capitalista, sin conexión directa con Israel ni Palestina y ya tenía comprado el billete de avión. 

En el Reino Unido, David Miller, profesor de Sociología en la Universidad de Bristol (Inglaterra), fue despedido en 2021 tras una investigación interna sobre sus comentarios públicos sobre Israel y el sionismo. En 2024, un tribunal de Reino Unido dictaminó que hubo discriminación en la rescisión de su contrato. 

El caso más lamentable de censura en una universidad española es posiblemente el de la UNED. Porque no sólo atañe a cuestiones académicas sino también de solidaridad con el pueblo palestino. Por un lado, y posiblemente ante las presiones del nodo de la Red Universitaria por Palestina (RUxP) en esta universidad, el Vicerrectorado de Estudiantes contactó con la UNRWA para una campaña de recogida de fondos que no han alcanzado ni la mísera cifra de 3.000 euros de recaudación, pues la universidad, ante la indignación de todo el personal vinculado a esta organización, afirma no poder difundirla entre la comunidad universitaria. Por otro lado, el documental Palestina, una tierra negada lleva más de un año en un cajón, sin que pueda ser emitido en la televisión pública, por razones poco claras, aducidas por el departamento de Medios e incluso el Rectorado. Por primera vez en la historia de las producciones de la UNED para RTVE, el Rectorado se ha arrogado la potestad de controlar el reportaje concebido por un docente de la universidad. Si bien, niega categóricamente que esta injerencia se pueda calificar de “censura”. 

No menos revelador resulta el episodio desencadenado en el marco de las charlas LASER –encuentros internacionales de arte y ciencia cuya sede española alberga la Universitat Politècnica de València (UPV)–. Tras la sesión “Panorama cuántico. Arte, Ciencia y Tecnología en estado de superposición”, celebrada en Las Naves el 21 de septiembre de 2023, el comité local quiso dedicar la siguiente convocatoria a una reflexión interdisciplinar sobre el vacío físico, artístico y a la vez político, tomando como hilo conductor el genocidio del pueblo palestino y el silencio cómplice de gran parte de Occidente. Sin embargo, el equipo de gobierno de la UPV, que inicialmente había aprobado la propuesta, la vetó en cuanto supo que se emplearía ese genocidio como caso paradigmático de “creación de vacío”. La sesión nunca llegó a celebrarse y quedó oficialmente cancelada; varias integrantes dimitieron en protesta por lo que denunciaron como un claro acto de censura y doble rasero, dado que pocos meses antes la misma institución había auspiciado sin reparos una charla sobre la invasión rusa de Ucrania. Fruto de la natural indignación se publicaron tres artículos: “Gaza, cuando caen las bombas”, “Vacío y borrado. La universidad ante el genocidio” y “Vacío y censura en el colonialismo del interior”

En el campo de la cultura, se puede consultar una lista de actos de censura que documenta Publishers for Palestine, un colectivo global de editores y otras personas en todo el mundo creado para defender la justicia, la libertad de expresión y el poder de la palabra escrita en solidaridad con Palestina. 

Las imágenes más espantosas producidas por Lee Miller, entre ellas, otra tan emblemática como la mencionada al comienzo de este artículo, la que capta el montón de cadáveres esqueléticos de judíos apilados como si fueran desechos, fueron publicadas en las ediciones británica y americana de Vogue, junto a fotos de moda y anuncios de maquillaje. “CRÉELO” fue el titular de su crónica sobre los campos de concentración –aparecido en el especial “Victoria” en junio de 1945–. Al parecer, los nazis pensaban que el horror estimularía la incredulidad de la gente. Ainara Miguel Sáez de Urabain, autora del artículo del que procede esta información, considera que estas fotos son el “testimonio incuestionable del espanto y su valor reside en representar lo irrepresentable”. 

¿Representar lo irrepresentable? Sustituyamos la pila de cuerpos famélicos de adultos, por cuerpos famélicos de bebés, de niños y de niñas, añadamos imágenes de los 8.000 niños y niñas con amputaciones de por lo menos un miembro, de las personas quemadas vivas bajo los plásticos de sus tiendas, mayoritariamente mujeres e infancia, de los cuerpos aplastados por los escombros tras los bombardeos, de los restos humanos de familiares que caben en una pequeña bolsa de plástico tras haber sido despedazados, esparcidos y volatilizados por bombas pensadas para destruir objetivos bélicos (no seres humanos), de los padres y madres despidiéndose del cráneo amputado de sus hijas e hijos. Podemos añadir las imágenes de las amputaciones sin anestesia, de los hospitales arrasados, de las escuelas y universidades reducidas a escombros, de las caras y cuerpos de los y las presas palestinas, deformados por torturas impensables. ¿Podría representarse el daño psicológico inconmensurable? 

¿Qué pensaría Lee Miller si supiera que ninguna fotógrafa extranjera va a poder plasmarlas? ¿Cómo se sentiría sabiendo que la bañera de Netanyahu nunca será captada por una cámara como símbolo de rendición? ¿Quién y cómo podría registrar esta vesania constante? Y, ¿la soledad, el abandono total de la población palestina a este destino injusto, espantoso y evitable? Finalmente, ¿se atrevería Vogue a publicar un reportaje sobre el genocidio en Gaza con imágenes, que como las de Lee Miller, sirvieran para transmitir este espanto exponencial con la misma autenticidad y sentimiento que lo hizo ella?

Dos imágenes del espanto genocida en Gaza realizadas por corresponsales locales han sido premiadas en las dos últimas ediciones del World Press Photo. En 2025, el premio fue otorgado al retrato de Mahmoud Ajjour, un niño de 9 años con ambos brazos amputados por bombardeos israelíes en 2024, realizado por la fotógrafa palestina Samar Abu Elouf en Doha (Catar). Ella y el niño son de las pocas personas palestinas que han sido evacuadas para recibir tratamiento por las heridas recibidas. En la edición de 2024, Inas Abu Maamar, de 36 años, acuna en sus brazos a su sobrina Saly, de cinco años, asesinada junto a su madre y su hermana en su casa por el impacto de un misil. La fotografía fue tomada el 17 de octubre de 2023 en la morgue del hospital Nasser de Jan Yunis, en el sur de Gaza – arrasado desde febrero de 2024 debido a los ataques del Ejército israelí– por el fotógrafo gazatí Mohammed Salem. Este mismo fotógrafo había ganado la edición de 2010, con una imagen que captaba la explosión de bombas de fósforo blanco sobre la ciudad de Gaza el 8 de enero de 2009, durante el ataque de Israel. Un compuesto prohibido que se pega a la piel y horada la carne hasta el hueso y sigue utilizándose en el genocidio en marcha. 

A diferencia de 1945, en 2025, 80 años después, no hace falta que rueguen que lo CREAMOS, simplemente no lo vemos

Saber que periodistas locales se exponen a morir para dejarnos esas imágenes, dolorosas y terribles es un estímulo. Saber que la educación en escuelas y universidades continúa en circunstancias tan adversas, buscando sus espacios y tiempos donde sea y como sea, es una inspiración. Desde fuera de este horror atroz, pero tocadas por él, sólo podemos honrar sus sacrificios y su entereza difundiendo e investigando el genocidio palestino por todos nuestros medios. También las lecciones de dignidad que día a día aprendemos del pueblo palestino. Desde la Red Universitaria por Palestina, sabedoras del punto de inflexión que, para la humanidad y la civilización occidental, implica contravenir el derecho a la libertad de expresión en que se fundamentan también las libertades académicas de aprender, enseñar, investigar y de expresarse con autonomía ideológica en nuestras propias universidades, no vamos a cejar en este empeño.

Mar Rodríguez Romero (Univeridade de Coruña),  Irina Fernández Lozano (UNED) y Safaa Elidrissi Moubtassim (Universitat de València). 

Fuente: https://ctxt.es/es/20250501/Firmas/49345/Safaa-Elidrissi-Moubtassim-Irina-fernandez-lozano-mar-rodriguez-romero.htm

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El Mossad israelí, el financiador de la Fundación Humanitaria de Gaza

Por: marijose

El plan de Israel para apoderarse de la distribución de ayuda en Gaza terminó en caos el 27 de mayo, cuando soldados israelíes abrieron fuego contra multitudes de palestinos hambrientos y desesperados mientras esperaban la distribución de apenas 8.000 cajas de raciones, por parte de una oscura organización que se autodenomina Fundación Humanitaria de Gaza (Gaza Humanitarian Foundation, GHF).

La fundacion humanitaria de Gaza (GHF) fue fundada este febrero en Suiza bajo una nube de misterio; realmente sirve como paraguas de una red de empresas mercenarias privadas, que Israel está utilizando para suplantar el papel de las Naciones Unidas en la alimentación de los palestinos después de llevarlos al borde de la inanición.

Hasta el momento se desconoce quién financia este opaco organismo despilfarrador de ayuda. Un portavoz de la GHF declaró al Washington Post: «La fundación ha conseguido 100 millones de dólares de un donante anónimo». 

Avigdor Lieberman, figura de la oposición israelí de derecha y miembro de la Knéset, proclamó que el misterioso ángel financiero de la GHF era, de hecho, el gobierno israelí. «El dinero para la ayuda humanitaria proviene del Mossad y del Ministerio de Defensa«, escribió Lieberman en Twitter/X, quejándose de «Cientos de millones de dólares a expensas de los ciudadanos israelíes».

Yair Lapid, miembro de la Knéset y líder de facto de la oposición, ha acusado al gobierno israelí de financiar dos empresas fantasma, señalando a la GHF y a la empresa privada de mercenarios Safe Reach Solutions, fundada por el exagente de campo de la CIA Phillip Reilly. Dos exfuncionarios estadounidenses declararon al medio catarí Middle East Eye que Reilly se había ganado la confianza del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y de varios empresarios israelíes cercanos a él.

De ser cierto, esto significaría que el aparato militar y de inteligencia de Israel está blanqueando enormes sumas de dinero mediante un plan de ayuda armado que constituye la base de su plan de limpieza étnica en el norte de Gaza. Un documento interno filtrado de la GHF reconoció  que los centros de distribución de alimentos y los complejos residenciales que estaban construyendo en Gaza podrían ser «campos de concentración con biometría». 

El modelo de la GHF parece fundamental para el plan declarado de Israel de ocupar el 75% de la Franja de Gaza, obligando a los palestinos hambrientos y sin hogar a refugiarse en lo que su ejército ha calificado como «islas humanitarias», diseñadas para «dividir y gobernar» el enclave diezmado. También es un claro intento de reemplazar a UNRWA, la agencia de las Naciones Unidas que ha atendido las necesidades de la población refugiada de Gaza desde 1949, y que la Knesset israelí designó como organización terrorista en 2024.

El plan de “isla humanitaria” de Israel pretende abiertamente “dividir y gobernar” a Gaza impidiendo el movimiento de su población.

La creación de la GHF se puede rastrear directamente hasta la oficina COGAT (Coordinación de las Actividades Gubernamentales en los Territorios Ocupados) del gobierno israelí -que está llevando a cabo el asedio de Gaza-, así como a un empresario israelí llamado Liran Tancman, descrito en un informe como «un reservista en la unidad de inteligencia de señales 8200 de las FDI, que pidió el uso de sistemas de identificación biométrica fuera de los centros de distribución para investigar a los civiles palestinos«. 

Sin capacidad legal ni mandato formal para operar en Gaza, la GHF ahora opera a discreción del ejército de ocupación israelí y además con el respaldo de la administración Trump. Es una fuerza armada mercenaria mantiene sus centros de distribución distópicos, ejecutando un plan tras una fachada estadounidense.

Justo un día antes del despliegue previsto de la GHF en Gaza, el director ejecutivo de la organización, Jake Wood dimitió, en protesta por el incumplimiento por parte del grupo de los principios humanitarios de humanidad, neutralidad e imparcialidad. Le siguió el director de operaciones de la GHF, David Burke, e igualmente huyó hacia la salida de emergencia David Kohler, miembro suizo de la junta directiva, que también dimitió sin dar explicaciones.

Tras su salida, el liderazgo del turbio grupo pasó a John Acree, un ex administrador de USAID que recientemente acusó al presidente de dar un «pase libre» a Rusia en una publicación confusa en Facebook en la que criticaba al «criminal» Trump por desfinanciar a su empleador de muchos años.

Incluso después de que la situación del puesto de ayuda militarizado de la GHF en el oeste de Rafah terminara en caos el 27 de mayo, una red de empresas mercenarias sospechosas, incluidas Safe Reach Solutions y UG Solutions, han seguido ofreciendo puestos bien remunerados a potenciales pistoleros a sueldo.

En una oferta de trabajo de la UG Solutions, la compañía busca francotiradores con experiencia previa en zonas de combate, el más alto nivel de dominio de armas y habilidades de combate avanzadas, y capaces de operar eficazmente en entornos de alta amenaza. Se dará preferencia a personal cualificado para las Fuerzas Especiales, así como a personal con experiencia en OSINT/Inteligencia.

El fundador de UG Solutions, Jameson Govoni, se describe a sí mismo como un «degenerado de Boston» que «se unió al Ejército lo más rápido posible para infligir dolor a quienes nos infligían dolor«. También fundó una empresa llamada «Alcohol Armor» que comercializa soluciones para la resaca, supuestamente basadas en su experiencia en emborracharse. «En el ejército, somos, sin duda, los peores bebedores del mundo. Me han hecho un lavado de estómago«, presumió el socio de Govoni, Glenn Devitt.

Phillip Reilly, es ex agente de campo de la CIA y normalmente ávido de publicidad, fundó Safe Reach Solutions (SRS) –un socio de la GHF y UG Solutions– y no ha hablado oficialmente con ningún medio de comunicación hasta la fecha sobre sus aparentemente lucrativas hazañas en Gaza. 

El SRS apareció por primera vez en Gaza en enero, cuando un grupo de mercenarios de mediana edad retratados en los medios estadounidenses como «padres suburbanos» establecieron un puesto de control a lo largo del Corredor Netzarim, un área que divide las regiones norte y central de Gaza y que el ejército israelí ha utilizado como base para abusar y masacrar a civiles .

Un documento del SRS, distribuido a posibles simpatizantes (véase más abajo), hacía un llamamiento a los «socios humanitarios» para que ayudaran a transformar su puesto de control en un «punto de distribución de ayuda». Días después, se fundó GHF en Ginebra, Suiza.

Un documento de la GHF distribuido a los medios a principios de mayo enumeraba a una serie de figuras importantes del sector empresarial y exfuncionarios estadounidenses como miembros de la junta directiva, y presumía de alianzas con instituciones financieras como Goldman Sachs. Su junta incluía a Raisa Sheynberg, exfuncionaria del Departamento del Tesoro que formó parte del equipo de políticas públicas del proyecto original de la criptomoneda Libra de Meta, y a David Beasley, exgobernador de Carolina del Sur y exdirector del Programa Mundial de Alimentos. 

El comunicado de prensa prometió que los líderes de la GHF pondrían “la humanidad en primer lugar” mientras “adoptan enfoques pragmáticos para problemas intratables”.

Entre las figuras más destacadas implicadas en el escándalo de la GHF se encuentra Nate Mook, exdirector ejecutivo de World Central Kitchen. Nombrado miembro de la junta directiva de laGHF y mencionado como fundador del grupo en sus documentos de constitución, Mook niega cualquier participación en la organización y se mantiene al margen de los medios.

La conexión oculta del Chef José Andrés

El día del desastroso lanzamiento de la GHF en el sur de Gaza, el famoso chef español José Andrés, fundador de World Central Kitchen y exembajador culinario del Departamento de Estado, criticó duramente el despilfarro, escribiendo en X: «La Fundación Humanitaria de Gaza ha dejado a los palestinos sin comida. Quienes la crearon son unos egoístas».

Entre estas figuras «egoístas» se encuentra Nate Mook, exdirector ejecutivo de la World Central Kitchen de Andrés, quien -según el periodista israelí Uri Blau- hay documentos presentados ante las autoridades suizas lo mencionan como el fundador de GHF. Nate Mook también fue nombrado miembro de la junta directiva del grupo en el documento que la GHF distribuyó a los medios sobre su lanzamiento . Sin embargo, desde la renuncia de la GHF, Mook ha negado cualquier rol formal en el grupo y se ha negado a hablar del tema con la prensa. 

Andrés debe gran parte de su imagen de héroe humanitario trotamundos a un documental de relaciones públicas de 2022, modestamente titulado «Alimentamos a la gente «. La película fue dirigida por el magnate de Hollywood Ron Howard y producida por Mook, quien en aquel entonces era director ejecutivo de World Central Kitchen (WCK).

Nate Mook, según su biografía en el Instituto McCain, financiado por la industria armamentística, donde actualmente se desempeña como «Asesor Especial sobre Ucrania», se jacta de haber trabajado con Andrés desde 2012, «haciendo crecer a la WCK desde un solo empleado y menos de un millón de dólares al año a un impacto global de 400 millones de dólares en 2022«.

A pesar de que Andrés condenade a la GHF, tambén desempeñó un papel temprano e importante en el proyecto para subvertir el sistema de ayuda humanitaria de Gaza, alejándolo de la ONU y alineándolo con los objetivos israelíes. Como ya informó The Grayzone, Andrés supervisó en 2024 la iniciativa de WCK para construir un muelle con escombros de viviendas en Gaza, lo que habría permitido el desembarco de la ayuda a las cocinas que operaba en Gaza en coordinación con el ejército israelí.

Cuando la entonces ministra de Derechos Sociales de España, Ione Belarra, acusó a Israel de genocidio en Gaza, Andrés salió en defensa del estado del apartheid, insistiendo en Twitter/X que Israel simplemente estaba “defendiendo a sus ciudadanos”, declarando que Belarra “no merecía ser ministra” y acusándola de simpatías “pro-Hamás”.

Mientras tanto, Andrés continuó cortejando al secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, quien lo nombró «embajador culinario» del Departamento de Estado en febrero de 2023. En septiembre de 2024, casi un año después del asedio genocida de Israel a Gaza, Andrés fue visto junto a Blinken y con John Kirby -el entonces portavoz del Consejo de Seguridad Nacional-, y Eric Adams -el alcalde de Nueva York, manchado por la corrupción-, – festejando en una recepción en el Museo Metropolitano de Arte

Habían pasado menos de seis meses desde que el ejército israelí, provisto por Estados Unidos, asesinó a siete empleados de WCK en un doble ataque selectivo contra su convoy de ayuda el 1 de abril de 2024. Sin embargo, Andrés sigue buscando una colaboración amistosa con las autoridades de ocupación israelíes, expresando su agradecimiento a los administradores del asedio de COGAT tan recientemente como este 28 de mayo.

La GHF abandona Suiza y huye a Estados Unidos, un territorio más seguro

El 29 de mayo, funcionarios suizos anunciaron que la GHF estaba violando varias leyes que afectan a las fundaciones registradas en ese país. Posteriormente, la sombría organización anunció su traslado a Estados Unidos, donde probablemente recibirá un menor escrutinio por parte de la administración Trump, que aprobó su creación. 

Aunque su caótico lanzamiento en Gaza generó titulares internacionales, la GHF sigue envuelta en un misterio, con mercenarios enmascarados manejando sus operaciones en el terreno y un elenco de abogados corporativos operando detrás de una serie de compañías fantasma cuyas arcas se han llenado con millones de dólares de una fuente desconocida. 

Tal vez lo único que parece seguro acerca de la entidad opaca es que su presencia traerá más miseria a la población de Gaza bajo el disfraz de la caridad.

Fuente: https://thegrayzone.com/2025/05/29/israeli-mossad-gaza-humanitarian-foundation-aid/

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¡El gran espectáculo de la guerra!

Por: JDF

La guerra es un entretenimiento para el ciudadano promedio acostumbrado a la televisión norteamericana, espera que los noticieros le den un personaje bueno, uno malo y una larga temporada de monótonas sorpresas, donde de vez en cuando los malos volverán a hacer una monstruosidad nunca antes concebida en la historia de la crueldad humana y que, afortunadamente, solamente alcanzará a hacernos un rasguño gracias a la valentía y astucia de nuestros buenos soldados que respondieron con un ataque devastador dejando al enemigo paralizado y a sus mujeres llorando.

En lo público o en lo privado los espectadores toman partido por uno de pueblos en conflicto, dependiendo lo que le dicten los sabios de la pantalla para apaciguar su consciencia. De forma expresa o de manera inconfesable la audiencia se alegrará por los muertos contrarios, creyendo que esos malvados muertos se lo merecían y que su derrota nos acercara al escenario ideal de antes del conflicto o del futuro promisorio. Por su parte, las victimas de los conflictos de bajo raiting (como los muertos del Sahel donde se celebra otro genocidio lejos de la atención de las cámaras), serán despreciadas, como se hace con los deportes que se practican en países y culturas extrañas. No tenemos tiempo para eso.

Durante la segunda temporada de nuestras amadas guerras de por la tarde, sentados con los pies descalzos sobre el sofá, se derrumbará todo lo que creíamos saber, la trama se enredará y nos enganchará a una nueva ola de aventuras donde nuestros brutales enemigos plantearan nuevos retos que amenazan la supervivencia de toda la humanidad, por ello deberemos actuar de forma unida, decidida y fulminante, con todo el poder destructivo de nuestra justicia. Nuevos muertos, mayores satisfacciones. Pausa comercial para ir por una cerveza.

La voz del aparato acompaña a los consumidores durante los espacios vacíos, en esos momentos largos que algunos llaman vida, es cuando más necesitan escuchar que no están solos, que todo tiene un sentido, que hay una razón para todo esto. Es importante ocupar los espacios vacíos para mantener la solidez de la consciencia colectiva pues un suceso no anunciado puede sacudir la sensación de estabilidad. Por ejemplo, un genocidio, la irrupción de un suceso tan espeluznante podría hacernos dudar sobre nuestra propia seguridad, podría hacernos pensar que las cosas atrapadas en la pantalla pueden rebasar nuestro propio espacio, podríamos imaginar que todo lo que sucede en el mundo puede afectarnos porque todo está conectado de algún modo. Fin de la pausa comercial.

Esta temporada nos ofrece el espectáculo más grande de todos los tiempos: ¡La gran batalla por el dominio absoluto del planeta! Actualmente el cinturón que ostenta el título mundial le pertenece a la unión americana, sin embargo los contrincantes se presentan poderosos y desafiantes, los campeones de Asia, Rusia y China, quienes por separado son bastante peligrosos, se presentan unidos en una alianza que extiende sus tentáculos a través de la conflagración multipolar del grupo BRICS+, una verdadera pesadilla. Los soldados de la democracia y la razón tendrán que afilar su puntería contra propios y extraños ante las mil máscaras con las que se oculta el mal, las traiciones estarán a la orden del día, los aliados de ayer serán hoy los enemigos, y mañana serán otra vez nuestros aliados. Habrá cartas bajo la manga y zancadillas bajo la mesa. El espectáculo de sangre y horror en palestina se mantendrá y, si el presupuesto alcanza, se extenderá a una gira mundial para deleite y morbo de los afortunados.

¿Qué nuevos desafíos le depara el destino a los héroes favoritos de cada bando? ¿Cuántos pueblos y paises habremos de odiar durante la nueva trama? ¿A cuántos extraños apoyaremos de manera irracional? ¿Superará Netanyahu su propio récord de niños asesinados durante la jornada?

Todas estás dudas nos mantendrán al filo de la apatía cotidiana, pero la pregunta que sin duda ni siquiera nos pasará por la cabeza será esta: ¿Es posible que siete mil millones de seres humanos sean incapaces de detener al pequeño grupo de genios malvados dueños del complejo industrial militar? ¡Hagan sus apuestas!

Blog del autor: https://jorgealejandrosuarezrangel.wordpress.com/

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Cómo escribir sobre Palestina

Por: Bea Morales

Todo comenzó el 7 de octubre de 2023.

Nada importante ocurrió antes de esta fecha.

La historia comenzó el 7 de octubre.

Nunca digan la palabra «ocupación» y eviten usar términos como «apartheid», «segregación» y «asentamientos ilegales».

Eviten escribir sobre el muro. Si lo hacen, prologuen su existencia hablando de terrorismo y seguridad.

Terrorismo y seguridad son palabras muy importantes. Utilícenlas mucho en referencia a los palestinos.

Recuerden a su audiencia que Palestina es una situación «complicada».

Eviten la palabra «genocidio», por razones legales y técnicas, por supuesto.

Si tienen que usar la palabra, pónganla entre comillas.

No describan la escalada de hostilidad israelí como un asalto a la población de Gaza.

En su lugar, utilicen palabras como «guerra» y «conflicto», porque así es más fácil evitar la palabra con «genocidio».

Cuando informen sobre los muertos, utilicen siempre la voz pasiva y no mencionen cómo fueron asesinados ni por quién.

En la medida de lo posible, recuerden a sus lectores el 7 de octubre.

Cuando escriban sobre los palestinos, no olviden centrarse en los sentimientos israelíes. Aunque el ejército israelí esté lanzando bombas y matando palestinos, la verdadera historia es la persecución de los israelíes tras el 7 de octubre.

Eviten complicarlo todo aún más señalando que el antisemitismo es un invento europeo.

Escribir sobre Palestina implica sobre todo escribir sobre Hamás.

Escribir sobre Hamás es casi tan importante como escribir sobre el 7 de octubre.

Hamás es una persona, una cosa, un monstruo, un fantasma.

Hamás está en todos los hogares.

Hamás está en los túneles y en los hospitales.

Hamás está en las tiendas de campaña durmiendo junto a pacientes en sillas de ruedas.

Hamás está en ambulancias achicharradas con paramédicos dentro.

Hamás se infiltró en World Food Kitchen y en todos los comedores de beneficencia y escuelas; incluso las almas de los niños están infiltradas por Hamás.

Niños palestinos en el intento de conseguir una ración de comida caliente en una cocina benéfica instalada en un campo de desplazados en la ciudad de Gaza el 21 de mayo de 2025. Foto: Majdi Fathi/NurPhoto/Getty Images

El atentado del 7 de octubre de Hamás puede describirse de cualquiera de las siguientes maneras:

– horrible

– brutal

– espantoso

– asesino

– aterrador

– atroz

– desgarrador

– gráfico

– espeluznante

Por otro lado, cuando se escribe sobre ataques a palestinos, no se deben utilizar adjetivos.

Es mejor escribir simplemente algo como «Más de 90 muertos en ataques a Gaza».

No querrán que los lectores piensen que están tomando partido.

Cuando escriban sobre Palestina, no dejen que los hechos se interpongan en el camino de contar una buena historia. Para ello, ignoren las fuentes palestinas. Pueden ser tendenciosas.

Por otro lado, el ejército israelí es una fuente de información muy creíble.

Si el ejército israelí dice que no pasó nada, es que no pasó nada.

Cuando el ejército afirma que sus tropas no violaron a mujeres palestinas ni utilizaron a civiles como escudos humanos, ni dispararon a niños o a periodistas en la cabeza con armas de francotirador, sigan publicando sus desmentidos sin hacer comentarios.

Vincular a los países que financian armas con los ejércitos que las utilizan fomenta la transparencia.

Así, cuando escriban sobre los ataques a Tel Aviv, es importante mencionar que los misiles fueron disparados por Hizbolá, con el apoyo de Irán.

Hagan lo mismo cuando escriban sobre los hutíes.

No sigan los mismos protocolos cuando se trate de Israel.

El ejército israelí, respaldado por Estados Unidos, toma sus propias decisiones sobre cuándo lanzar bombas estadounidenses y británicas.

Cuando hablen de comunidades musulmanas, lancen frases como «semillero de terroristas» y «simpatizantes de Hamás». Esto funciona incluso aunque esas comunidades estén en el Reino Unido o en Estados Unidos.

Demonicen repetidamente a las personas que protestan pacíficamente por Palestina.

Céntrense en las voces de las personas que viven en países occidentales y que se sienten inseguras cuando oyen la frase «del río al mar».

No pidan a sus lectores que imaginen lo inseguros que se sienten los niños que realmente viven, están heridos y mueren en Gaza y Cisjordania.

No les pidan que piensen si las madres se sienten seguras cuando empiezan el parto.

No escriban ni un solo párrafo preguntando si los padres que entierran a sus hijos tienen derecho a sentirse inseguros en Gaza.

Cuando escriban sobre Palestina, intenten no hacer zoom en historias individuales ni escriban sobre los detalles íntimos de la vida de la gente. Concéntrense en los militantes de Hamás.

De hecho, cuando escriban sobre Palestina, intenten no entrevistar a palestinos en absoluto. Podrían ser de Hamás o simpatizantes de Hamás.

Si tienen que entrevistar a un palestino, empiecen siempre pidiéndole que condene el 7 de octubre.

Después, asegúrense de pedirles que confirmen que Israel tiene derecho a existir.

Hagan las mismas preguntas capciosas a cualquiera que parezca árabe, musulmán o que parezca simpatizar con los palestinos.

A veces les devolverán la pregunta y les preguntarán si creen que Palestina tiene derecho a existir. No hagan caso de este tipo de preguntas, porque sólo les traerán problemas.

Cuando todo lo demás falle, recuerden:

Todo comienza el 7 de octubre de 2023.

Nada importante sucedió antes de esta fecha.

La historia comenzó el 7 de octubre.

Sisonke Msimang es escritora sudafricana y autora de «Always Another Country: a Memoir of Exile and Home» (2017) y «The Resurrection of Winnie Mandela» (2018). Pueden encontrar su página en «It Is Brave to Be Involved».

Texto en inglés: The Intercept, traducido por Sinfo Fernández.

Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/05/27/como-escribir-sobre-palestina/

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El papel de Microsoft en Gaza va mucho más allá del bloqueo del correo electrónico de la CPI

Por: marijose

La semana pasada, los titulares brillaron con un acontecimiento impactante: Microsoft bloqueó el acceso al correo electrónico del principal fiscal de crímenes de guerra del mundo. Karim Khan, presidente de la Corte Penal Internacional (CPI), se había atrevido a perseguir a funcionarios israelíes por crímenes de guerra y fue silenciado digitalmente al instante. Sus cuentas fueron congeladas. Su nombre fue difamado, su poder despojado.

Parecía una venganza mezquina. Pero no fue solo eso. Fue la última jugada de una campaña coordinada, respaldada por Washington, Tel Aviv y Silicon Valley, para destruir al único tribunal dispuesto a desafiar la impunidad israelí.

Y Microsoft está en el centro de todo esto.

Mientras la prensa estaba obsesionada con el bloqueo del correo electrónico, pocos prestaron atención a lo que vino antes: una guerra de información entre Estados Unidos e Israel contra la CPI (más aquí)

Tras el anuncio de la corte de órdenes de arresto contra funcionarios de Hamás e Israel por crímenes de guerra en Gaza, las autoridades estadounidenses se pusieron en marcha. Biden calificó la decisión de «indignante». Los legisladores amenazaron con sanciones. Netanyahu calificó a la corte de » antisemita «.

A pesar de la indignación, las órdenes de arresto reflejaban una proporción de 3 a 2: Yahya Sinwar, Ismail Haniyeh y Mohammed al-Deif, de Hamás; el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, y el primer ministro Netanyahu.

Los tres líderes palestinos fueron asesinados. Los funcionarios israelíes permanecen intactos.

Y entonces llegó el golpe de gracia: el gobierno estadounidense sancionó al propio Khan. Sus cuentas bancarias fueron congeladas y sus aliados recibieron una advertencia: si lo ayudaban, se enfrentarían a cargos criminales.

Tampoco era la primera vez. En 2002, el Congreso aprobó la Ley de Protección de los Militares Estadounidenses, más conocida como la Ley de Invasión de La Haya. Esta ley autoriza al presidente a enviar tropas a los Países Bajos si algún funcionario estadounidense o aliado es detenido por un tribunal.

Pero mientras Estados Unidos gestionaba las amenazas y la presión, Microsoft desempeñó un papel más sutil. Según Khan, la compañía le bloqueó el acceso a su cuenta de correo electrónico oficial de la CPI justo cuando formalizaba los cargos contra los principales líderes israelíes. Para muchos, el momento no fue casualidad: fue un mensaje.

Tras el 7 de octubre, Microsoft firmó nuevos contratos por valor de 10 millones de dólares con el ejército israelí. A través de un programa secreto llamado «Proyecto Azure», la compañía proporcionó infraestructura a las unidades de inteligencia y la fuerza aérea israelíes, incluidas las Unidades 8200 y 81. Estas son las mismas unidades que elaboran las «listas de eliminación» en Gaza.

La compañía guardó silencio hasta hace poco, cuando admitió haber brindado «apoyo de emergencia» a Israel. Sin embargo, insistió en que no había «pruebas» de que su tecnología perjudicara a civiles.

Eso no es todo. Microsoft invirtió previamente 78 millones de dólares en la empresa israelí de vigilancia AnyVision, cuya tecnología de reconocimiento facial se desplegó en Cisjordania. También impulsó una aplicación desarrollada por el ejército israelí, «Al Munaseq«, que espía a los titulares de permisos palestinos. Sus sistemas en la nube procesaban sus datos telefónicos privados.

Peor aún, Microsoft ha estado llenando sus filas superiores con veteranos de la Unidad 8200 de Israel, insertando de hecho una agencia de inteligencia extranjera en el núcleo de una de las corporaciones más poderosas de Estados Unidos y construyendo sus próximos centros de datos en Israel (más aquí).

Mientras la CPI es saboteada desde arriba, la resistencia se gesta desde dentro. El 4 de abril, dos empleados de Microsoft, uno de ellos denunciante, interrumpieron la celebración del 50.º aniversario de la compañía, acusándola de complicidad en genocidio. Ambos fueron despedidos.

Luego, en la conferencia Build 2025, el ingeniero palestino Joe Lopez interrumpió al director ejecutivo Satya Nadella a mitad de su discurso: «¡Mi gente está sufriendo!». La seguridad lo sacó a rastras. Un día después, otro manifestante silenció a gritos una conferencia magistral: «¡No a Azure para el apartheid!». Los manifestantes en el exterior ondeaban banderas palestinas y exigían respuestas.

Estas manifestaciones fueron organizadas por el grupo No Azure for Apartheid, que ha estado documentando cómo las herramientas de Microsoft ayudan a Israel a librar una guerra. Dentro de la empresa, quienes denuncian el abuso se enfrentan a represalias.

Mientras tanto, Netanyahu se regodea. «El fiscal debería estar preocupado por su estatus», dijo tras el anuncio de las órdenes de arresto. Esa amenaza ha quedado atrás.

Muchos críticos del papel descomunal de Microsoft en la guerra de Israel argumentan que cuando un estado extranjero y sus aliados en Silicon Valley pueden paralizar un tribunal internacional con el clic de un botón, no es solo Gaza la que está bajo asedio, sino nuestras instituciones, nuestra tecnología y nuestra soberanía.

Fuente: https://www.mintpressnews.com/microsoft-gaza-war-icc/289838/

Robert Inlakesh es analista político, periodista y documentalista, actualmente radicado en Londres, Reino Unido. Ha vivido en los territorios palestinos ocupados y presenta el programa «Palestine Files». Dirigió «El robo del siglo: La catástrofe palestino-israelí de Trump». Síguelo en Twitter: @falasteen47

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