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✇Ecologistas en Acción

Ecologistas en Acción de Salamanca presenta en la Asamblea Federal de Castilla y León su propuesta para una gestión post-incendio basada en criterios científicos y de restauración ecológica

Por: Salamanca
  • Ecologistas en Acción de Salamanca ha expuesto en la Asamblea Federal de Ecologistas en Acción Castilla y León su análisis y propuesta de actuación sobre qué debe hacerse tras los incendios forestales, basándose en criterios ecológicos, científicos y en la normativa europea en materia de suelo, biodiversidad y resiliencia forestal.
  • La presentación se realizó en el marco del debate abierto tras los graves incendios registrados en la Comunidad durante el verano y tras la publicación de la Orden MAV/1018/2025, por la que la Junta de Castilla y León establece la extracción masiva de madera quemada en los montes afectados.

Durante su intervención, el grupo salmantino detalló los argumentos recogidos en el recurso de reposición presentado recientemente ante la Consejería de Medio Ambiente, en el que se solicita la derogación de dicha orden por considerarla contraria al conocimiento científico actual y potencialmente dañina para la recuperación de los ecosistemas afectados.

Una orden que prioriza la extracción de madera frente a la restauración ecológica

Ecologistas en Acción de Salamanca recordó en la Asamblea que la Orden MAV/1018/2025 plantea la corta total de los árboles quemados como única medida, alegando la prevención de plagas como Ips sexdentatus o el nematodo Bursaphelenchus xylophilus. Sin embargo, el colectivo destacó que:

  • Los escolítidos no se alimentan de madera muerta, por lo que la retirada masiva no es eficaz ni necesaria.
  • La gestión del nematodo del pino se basa en medidas localizadas, jamás en cortas generalizadas.
  • Las provincias de Zamora (2023) y Salamanca (2024) ya disponen de planes específicos de plaga, sin contemplar talas indiscriminadas.

Todo ello demuestra, según el grupo, que la finalidad de la orden no es sanitaria, sino que responde a intereses económicos en la extracción de la madera.

Las áreas quemadas: un recurso ecológico, no un “despojo”

El equipo de Salamanca puso especial énfasis en que la madera quemada y los árboles muertos cumplen funciones clave en la restauración natural del ecosistema:

  • Son fuente de alimento y hábitat para hongos, insectos y aves que forman redes tróficas esenciales.
  • Aportan materia orgánica y nutrientes al suelo.
  • Facilitan la dispersión de semillas, especialmente por aves frugívoras y arrendajos, apoyando la regeneración de quercíneas.
  • Protegen contra la erosión, reducen el impacto de la lluvia y retienen humedad en el microclima.
  • Evitan la entrada de maquinaria pesada, que degrada suelos y forma cárcavas.

Estos argumentos fueron presentados como parte fundamental de la postura de la organización: la extracción masiva constituye una “perturbación tras la perturbación”, es decir, un daño añadido a un ecosistema ya afectado.

La urgencia de medidas de mitigación del suelo

Ecologistas en Acción Salamanca insistió en que, tras un incendio, el elemento más vulnerable y prioritario es el suelo, cuya erosión puede multiplicarse por 11,8 veces en el primer año. Sin embargo, la orden autonómica no contempla ninguna medida de mitigación post-incendio, como tratamientos de cobertura o acciones para disminuir la pérdida de suelo, a pesar de estar ampliamente avaladas por la literatura científica.

Un marco europeo ignorado por la Junta

Durante la Asamblea, el grupo recordó que la orden de extracción es incompatible con los principios de:

  • La Estrategia del Suelo de la UE.
  • La Estrategia Forestal Europea.
  • La Estrategia de Biodiversidad de la UE.

las cuales recomiendan: restauración, mejora de servicios ecosistémicos, incremento de la resiliencia forestal y medidas adaptadas a cada incendio.

Conclusión: hacia una gestión responsable y basada en ciencia

Ecologistas en Acción Salamanca defendió ante la Asamblea Federal que la reconstrucción de los territorios quemados debe centrarse en la protección del suelo, la regeneración natural, la biodiversidad y la adaptación al cambio climático, evitando medidas que perjudiquen la recuperación o favorezcan intereses ajenos a la conservación.

La organización reafirmó su compromiso con la defensa del territorio y el seguimiento crítico de las políticas públicas, anunciando que continuará impulsando propuestas basadas en la ciencia y la restauración ecológica para la gestión post-incendio en Castilla y León.

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La Junta de Castilla y León no sanciona la destrucción del hábitat del oso pardo en la Montaña Palentina

Por: Castilla y León

El Servicio Territorial de Medio Ambiente de Palencia permite actuaciones en una Zona de Reserva del Parque Natural que, bajo la disculpa de los aprovechamientos de leñas y la prevención de incendios, destruyen una zona habitual de cría de oso pardo.

Ecologistas en Acción denunció en diciembre de 2024 ante el Seprona de la Guardia Civil que la Junta Vecinal de San Salvador de Cantamuda había procedido a la remoción de tierras, el desbroce de la cubierta forestal y la corta de robles en el Monte de Utilidad Pública 197 “Matarroyal”. Una actuación de más de cien metros de largo y dos metros de ancho, expresamente prohibida por el Plan de Ordenación del Parque Natural. Las investigaciones del Seprona derivaron en una denuncia ante la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León en Palencia.

Solicitamos a la Junta de Castilla y León ser parte interesada en el expediente sancionador. Diez meses después, según Resolución de la Delegación Territorial de 23 de octubre de 2025, se decide no iniciar ningún expediente sancionador contra la Junta Vecinal de San Salvador de Cantamuda. Esta decisión se fundamenta en un informe interno de agosto de 2025 basado en la prevención de incendios y la extracción de leñas, aunque se reconoce ante el Seprona haber autorizado la apertura del camino, sin haber realizado una comprobación de cómo se hicieron esos trabajos.

Desde hace una década, en junio de 2015, los ecologistas llevamos advirtiendo a la administración regional de la extracción más que abusiva de leñas por parte de la Junta Vecinal de San Salvador de Cantamuda, en el Monte “Matarroyal” conocido en la zona como La Cagiguera, en plena zona de máxima protección del Parque Natural. De hecho, ese aprovechamiento abusivo se reconoce ahora de forma implícita al intentar reducir de forma drástica el número de “suertes” (lotes) de leña anuales, que lleva una década cortando en cantidades que nada tienen que ver con el aprovechamiento vecinal, como exige la Ley de Montes.

Esta gestión de la Cagiguera por parte de la Junta Vecinal de San Salvador de Cantamuda con la extracción intensiva de leñas y la extenuante actividad cinegética que ejecuta el adjudicatario del coto privado de caza, ha provocado la desaparición de osas con crías del año en la zona, algo que era habitual con una precisión bianual propia de los buenos lugares de cría de la especie, por la modificación sustancial del hábitat y el incremento de las molestias.

Todo ello es posible gracias a la pasividad del Servicio Territorial de Medio Ambiente que sigue instalado en las viejas costumbres, realizando informes de una calidad técnica y rigor muy mejorables, salvaguardando a los responsables ajenos y propios del Servicio, y olvidándose de las afecciones a especies protegidas como el oso pardo e incluso el urogallo cantábrico, cuya protección esta recogida por Decreto en la zona afectada.

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Ecologistas en Acción Castilla y León celebra su asamblea federal en Segovia para avanzar hacia una transición ecosocial justa

Por: Castilla y León

Durante los días 7, 8 y 9 de noviembre, Ecologistas en Acción de Castilla y León celebró en el Centro Nacional de Educación Ambiental (CENEAM), en Valsaín (Segovia), su asamblea federal, un espacio de encuentro, debate y planificación en el que participaron representantes de los distintos grupos locales de la federación, combinando la modalidad presencial y virtual.

La sesión que abrió la jornada sirvió para revisar los avances de los acuerdos previos y coordinar líneas de trabajo conjuntas. Entre los temas abordados destacaron las actuaciones y alianzas tras los incendios forestales sufridos en la comunidad, con el objetivo de impulsar una respuesta social y ecológica ante la pérdida de biodiversidad y los impactos en el medio rural. En este sentido, la federación mostró su apoyo a la manifestación convocada en León el próximo 23 de noviembre por el movimiento Respeto, impulsado por organizaciones sociales, sindicatos y colectivos ecologistas, para exigir políticas eficaces de prevención, restauración y gestión forestal sostenible.

Durante la asamblea federal, se detallaron los avances en el juicio de la trama eólica, que comenzó en septiembre. En este proceso, Ecologistas en Acción de Castilla y León ejerce la acusación popular, denunciando un sistema de corrupción que controló las autorizaciones administrativas de proyectos renovables y causó perjuicios millonarios en la región. Estos hechos se originaron en 2007, cuando la Consejería de Economía, entonces liderada por Tomás Villanueva, articuló dicho sistema. La trama se gestó particularmente desde la Viceconsejería dirigida por Rafael Delgado, el principal acusado.

Asimismo, se desarrollaron talleres participativos para analizar colectivamente el impacto del despliegue de las energías renovables en Castilla y León, con el objetivo de consensuar un posicionamiento común en defensa de una transición energética realmente sostenible y respetuosa con la biodiversidad y los territorios rurales.

El impulso a la Transición Ecosocial constituyó otro eje de trabajo central, basándose en el informe elaborado por el grupo junto a otras organizaciones y la participación de más de 175 personas claves de la región. Este documento servirá de base estratégica para futuras acciones de incidencia política.

Asimismo, la asamblea resolvió reforzar la lucha contra la ganadería industrial en el próximo plan semestral. El plan incluirá el apoyo a la movilización contra las macrogranjas convocada en Madrid el 29 de noviembre y la reactivación de la web No más cerdos, donde se centralizarán y actualizarán los datos, riesgos y posibles soluciones en Castilla y León.

La federación cerró el encuentro en el CENEAM, reafirmando su compromiso con la acción ecologista, la justicia social y la cooperación entre los grupos locales. La próxima asamblea se celebrará en Burgos, continuando la rotación territorial que caracteriza a Ecologistas en Acción.

 

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Las cenizas del incendio del Pico del Lobo contaminan el río Jarama

Por: Guadalajara

Las lluvias de los últimos días están provocando el aporte masivo de cenizas y lodos procedentes del incendio del Pico del Lobo a los ríos Berbellido y Jaramilla, que desembocan en el Jarama. Se está produciendo una grave contaminación que llega hasta el embalse de El Vado, uno de los que surten al Canal de Isabel II en el suministro de agua a la vecina Comunidad de Madrid.

Las aguas del Jarama, del Jaramilla y del Berbellido bajan totalmente negras hasta el embalse, con las orillas también cubiertas por la enorme cantidad de cenizas y lodos que van dejando las aguas. En consecuencia, el nivel de oxígeno en estos cauces se ha reducido considerablemente, lo que puede provocar la desaparición de especies gravemente amenazadas como la trucha común y el mirlo acuático, así como de los anfibios e invertebrados bentónicos que pueblan su cauce. Precisamente, el río Berbellido había sido elegido como uno de los lugares donde reintroducir al desmán ibérico en el parque natural de la Sierra Norte de Guadalajara.

Este desastre ecológico se podría haber evitado si se hubiesen creado diques de contención con los restos de vegetación quemada en los cauces que van a parar al Berbellido y al Jaramilla. El incendio del Pico del Lobo fue declarado oficialmente extinguido el pasado 14 de octubre, después de más de tres semanas en las que ardieron unas 3.000 hectáreas de altísimo valor ecológico en el parque de la Sierra Norte y en la provincia de Segovia.

De acuerdo con las declaraciones de trabajadores y sindicatos del GEACAM, la administración castellano-manchega no respetó las recomendaciones de mantener el dispositivo veraniego de prevención y extinción de incendios forestales hasta al menos el 30 de septiembre, decisión que se tomó por criterios puramente económicos y que no tomó en cuenta la gravísima crisis climática en la que nos encontramos. Ecologistas en Acción está elaborando un completo informe sobre las consecuencias del incendio y solicitará la asunción de las responsabilidades políticas que correspondan.

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✇Radio Topo

CAPITALISMO PIRÓMANO (el crimen de la Torre Grenfell – Londres)

Por: Radio Topo

La lógica misma del capitalismo fomenta los recortes para aumentar el beneficio, pero existen, en diferentes momentos y lugares, variaciones masivas en la implementación de las regulaciones de seguridad – normalmente dependiendo de cuanta seguridad hayan conquistado las luchas de la clase trabajadora a través de grandes periodos de tiempo y en respuesta a desastres […]

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✇Todo Por Hacer

Incendios, cambio climático y capitalismo

Por: Todo Por Hacer

Este mes de agosto, durante una ola de calor que duró más de dos semanas, una serie de incendios –los más grandes jamás registrados– arrasaron, con total impunidad, el noroeste de la España Sacrificada: Asturias, Galicia, Tras-os-montes, León, Extremadura, Picos de Europa fueron envueltos en llamas. Joyas naturales como Las Médulas, la Serra do Courel, el Parque Natural do Invernadeiro y la Serra de Pena Corneira son un simple recuerdo. La inacción fue, una vez más, la tónica general de todos nuestros gobernantes, tanto los que tenían competencias medioambientales como los que las delegaron o se encomendaron a la lluvia –como hizo la ministra de Defensa– como solución ante el déficit de medios técnicos.

Olas de calor, cambio climático e incendios

Durante las olas de calor aumenta el potencial desecante de la atmósfera y nos encontramos con que muchas plantas se secan, por lo que liberan más energía al quemarse. Disminuye también la humedad en la hojarasca, facilitando la ignición y propagación del incendio. Es decir, que por el cambio climático y la subida de temperaturas que le acompaña, las zonas más húmedas, que normalmente actuarían de cortafuegos, se vuelven tan secas como las de su alrededor.

Explica Eduardo Robaina, en la revista Climática, que “el cambio climático ejerce un control cada vez mayor sobre la meteorología de los incendios y la superficie quemada interanual, y está cambiando progresivamente la actividad de los incendios globales. En el caso de Europa, durante las últimas décadas (1980-2020) se está produciendo un “cambio sin precedentes” en el régimen de incendios en verano y primavera que se relaciona con los efectos del calentamiento global, según concluye un estudio recién publicado en la revista científica Scientific ReportsEl aumento de las olas de calor y la sequía hidrológica, eventos extremos cada vez más habituales y potentes debido al cambio climático, son dos factores claves para desatar esos fuegos devastadores”.

Además, el estudio revela, entre otras cuestiones, que el área del Mediterráneo se calienta un 20% más rápido que el resto del mundo y que sus grandes cordilleras (Pirineos, Alpes, Sistemas Ibérico y Cantábrico, Apeninos, etc.) corren un severo riesgo de arder enteros. Según las proyecciones, si la temperatura sube 2ºC, habría 20 días más de riesgo de incendio extremo para 2100. En cambio, con un calentamiento de 4ºC serían 40 días de riesgo por incendios forestales extremos.

Esto no es una cuestión menor, pues, según Robaina, “los bosques del continente europeo absorben anualmente cerca del 10% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero, lo que se traduce en unas 360 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) por año. Esto es muy relevante pues los incendios dan lugar a ciclos de retroalimentación positiva del cambio climático: a medida que aumentan las temperaturas también lo hace el riesgo de incendios; los incendios liberan CO2, que a su vez causa el aumento de las temperaturas. Mientras, las zonas boscosas arrasadas por el fuego son cada vez menores y la cantidad de gases de efecto invernadero que atrapan disminuye, lo que hace que aumente el calentamiento global. En definitiva, un círculo vicioso del que es muy difícil salir”.

Por otro lado, además de traducirse en más incendios, la menor disponibilidad de agua provoca el debilitamiento de las especies de cultivo y la propagación de enfermedades como hongos y plagas, afectando a los niveles de producción. Además, la combinación entre altas temperaturas y de emisiones contaminantes eleva los niveles de ozono y, con ello, las enfermedades respiratorias, los problemas cardiovasculares y la productividad de los cultivos.

Cambio climático y capitalismo

La principal causa del calentamiento global es el cambio climático, pero es fundamental entender que éste viene provocado a su vez por el modelo de desarrollo capitalista. Sin la política de consumo desenfrenado y de crecimiento ilimitado del capitalismo, no existiría el cambio climático. De hecho, la historia del desarrollo económico y de la acumulación de capital desde la revolución industrial es la historia del cambio climático; puesto que el carbono que se emite a la atmósfera tarda siglos en diluirse, actualmente estamos sufriendo los efectos de las emisiones de combustibles fósiles que se llevan produciendo desde finales del siglo XVIII.

En el Estado español, las emisiones netas de CO2 en 2021 se estiman en 278 millones de toneladas, 20 toneladas más que hace cuatro años. El transporte es el primer factor que contribuye al calentamiento global, aportando el 29% de las emisiones totales a nivel nacional. Le sigue la industria, con el 21% de las emisiones. El actual modelo de agricultura y ganadería intensiva contribuyen con un 13% adicional a las emisiones de CO2. Por último, la generación eléctrica aporta un 11% de las emisiones totales de CO2 en España. No hay duda, pues, que las emisiones se deben al mantenimiento de un nivel de producción voraz, salvaje e insostenible.

Por ello, autores como Andreas Malm prefieren sustituir el término “antropoceno” (la constatación de la humanidad misma como fuerza autodestructiva del entorno geológico) porcapitaloceno”. Para Malm la disponibilidad de combustibles fósiles fue un factor esencial en la configuración del capitalismo histórico, no tanto por las posibilidades tecnológicas que abría, sino a causa de sus efectos políticos. Según Malm, inicialmente la máquina de vapor no era más eficiente o barata que los molinos de agua. Su generalización fue la consecuencia de una estrategia capitalista dirigida a concentrar los recursos productivos para, de ese modo, dominar las reglas del juego en los mercados de trabajo emergentes y controlar a la clase trabajadora.

Ser conscientes de que el cambio climático no es una suerte de condena contra «la humanidad», sino del capitalismo, es útil para que sepamos qué dinámicas debemos destruir y para aprender a decrecer de forma responsable, pero también para alejarnos de un marco de misantropía, de decir que el problema es «el ser humano» porque somos una plaga, que es una idea que a su vez lleva a la frustración y a la sensación de impotencia.

El negocio privatizador

Es bien sabido que la gestión por parte de los políticos de turno de lo “publico”, más bien “estatal” dado que lo único público que hay en dicha gestión es el dinero de nuestros impuestos, ha estado marcada desde hace décadas por lo que es: un inmenso negocio”, explican la Coordinadora en Defensa del Territorio, Aliente y el Observatorio de la Sostenibilidad en un comunicado publicado el 20 de agosto [lo hemos extraído del Portal Anarquista Oaca].

Sea la educación, la sanidad, la atención a los mayores, o los incendios, en su gestión se abre una inmensa posibilidad de enriquecimiento para unos pocos. En todos los casos no es tanto un problema de insuficiencia financiera, sino más bien de a qué se dedican nuestros dineros.

Prevalece por tanto el interés particular: privatizar la extinción y repartirla entre todo tipo de empresas y, sobre todo, anular cualquier intento serio de desarrollar un sistema de prevención, dado que ello pondría en riesgo su negocio. Porque desarrollar un sistema de prevención implica abordar las causas de los incendios, vetar cualquier interés crematístico sobre la naturaleza y nuestros bosques, frenar la hemorragia de la despoblación, priorizar la producción agroecológica de proximidad, mantener y mejorar los servicios públicos…medidas que permitirían unas zonas rurales vivas durante todo el año. Justo lo contrario de la tendencia actual: vaciar el mundo rural para poder aplicar el mantra extractivista escudándose en una inexistente transición energética.

Estamos asistiendo a la misma realidad que vivimos en las crisis del Covid, o en la Dana de Valencia. Crisis en las que, ante la insuficiencia de medios, la incapacidad y la desaparición del Estado, la solidaridad del pueblo surge para enfrentar el problema. Desde los que han decidido permanecer en sus pueblos para defenderlos, hasta todos aquellos que en estos momentos están participando en labores de extinción o de apoyo a los afectados. Sin embargo, en los próximos días veremos movilizaciones en las que participarán algunos de los que son parte del problema. Aquellos que los propios bomberos forestales, los que se están jugando la vida mientras los políticos se lanzan improperios en un juego perfectamente calculado, denuncian que han apoyado el proceso de privatización1.

Mientras, según expertos, el desastre de la planificación forestal nos acerca ya a los 8 millones de hectáreas quemadas en las últimas décadas. Hoy, tres años después del incendio y los muertos de la Sierra de la Culebra volvemos a la casilla de salida. No se ha avanzado absolutamente nada. La repoblación se está realizando por grupos al margen de las instituciones. Los servicios públicos siguen siendo recortados. La despoblación se ha incrementado. Los grandes proyectos de macrorenovables y todo tipo de industrias toxicas o proyectos extractivistas invaden las zonas rurales. Mientras las temperaturas escalan y ya hemos sobrepasado siete de los nueve limites ambientales, el mantra del crecimiento sigue dirigiendo las políticas públicas en una carrera suicida hacia un destino pavoroso. No nos sirve este modelo económico, la prevención y la defensa de la naturaleza son incompatibles dentro del capitalismo”.

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1Aquí se refieren al hecho de que los sindicatos oficialistas CCOO y UGT firmaron un acuerdo con la Junta de Castilla y León que dio carta blanca a la Administración para aumentar la privatización del Operativo de Lucha contra los Incendios, mantener la precariedad y temporalidad de los trabajadores y destruir el empleo de más de la mitad de las vigilantes de incendios de toda la comunidad autónoma.

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Los incendios forestales se apagan en las aulas y en los parlamentos

Por: Pepe Galindo

Evitar los incendios forestales es un problema complejo. En España, sabemos que al menos el 80 % de los incendios son provocados por el ser humano (algunas fuentes apuntan a un porcentaje aún mayor, llegando al 95 %). Estos siniestros son desencadenados voluntariamente (por incendiarios) o son fruto de una negligencia. Lo positivo es que todas estas causas se pueden reducir con una buena educación en las aulas. Las carencias en educación ambiental en la juventud de hoy, las sufrirá la humanidad de mañana. Más aún, los políticos que hoy toman malas decisiones ambientales tampoco recibieron una educación basada en el respeto hacia la naturaleza.

El interés en provocar incendios tiene diversas motivaciones. Por ejemplo, para conseguir pastos para la ganadería extensiva, lo cual demuestra que este tipo de explotación animal no es respetuoso con la naturaleza. Otra causa es facilitar terrenos para la caza, una motivación que provoca un menor número de incendios, pero de gran extensión. También hay pirómanos (enfermos mentales) y bomberos (que provocan el fuego para garantizar su trabajo), pero estas últimas causas no son las más relevantes. Entre las causas accidentales encontramos negligencias en los trabajos agropecuarios, tanto con maquinaria como por quemas agrícolas. E incluso, ciertos siniestros han sido provocados por excursionistas que desconocen que está prohibido hacer fuego o barbacoas en determinados lugares o épocas del año.

Dado que los incendios tienen mayoritariamente origen humano, no tiene sentido culpar a que los montes estén sucios (un bulo que se repite sin razonar, como aquel de que el agua de los ríos se tira al mar). Esto es absurdo, por dos motivos básicos:

  1. Un monte natural, con hierbas, arbustos y madera muerta, es un monte sano. La tierra necesita materia orgánica para que haya abono para los árboles vivos. Es un error grave retirar esa materia vegetal para convertirla en basura o en un negocio: combustible (biomasa, pellets, leña). Otra cosa es pastorear en los bosques, lo cual tiene menor impacto.
  2. Los bosques mejor conservados son aquellos en los que los humanos intervienen lo menos posible o aquellos en los que viven tribus ancestrales. Si la ganadería extensiva cuidara bien de los bosques, Galicia y Asturias no serían líderes mundiales en incendios forestales. Para dejarlo claro: en España, las zonas con más incendios forestales coinciden con las zonas con más granjas de ganadería extensiva (véanse estos mapas).

Respecto al primer punto, no vamos a ocultar que tampoco hay acuerdo unánime entre los ecologistas pues, aunque todos compartimos que la agricultura intensiva es peor que la extensiva, organizaciones como Greenpeace son partidarias de fomentar esta segunda como si fuera sostenible cuando en realidad plantea evidentes dudas. Es posible que pretendan evitar males mayores, o incluso, usar la ganadería extensiva como un modelo de transición, pero los estudios científicos apuntan a conclusiones muy claras: por una parte, el pastoreo de ganado no previene los incendios forestales y su eficacia es totalmente insuficiente; por otra, la ciencia nos indica la importancia de reducir todo tipo de alimentos y productos que procedan de los animales.

Los detalles son importantes. Por ejemplo, no es lo mismo mantener rebaños pequeños que puedan pastar en los bosques (cabras u ovejas), que ganado vacuno para el que los ganaderos prefieren montes sin árboles (con más pasto). Sin embargo, en general, en los modelos actuales, ninguno de los dos es realmente sostenible (ni ético con los animales). Tal vez, el pastoreo sería útil si la mayoría de los incendios fueran por causas naturales (rayos, volcanes, meteoritos…), pero resaltemos que esas causas no son las más preocupantes. Como dice Francisco Sánchez, pastorear o limpiar el monte para prevenir un presunto riesgo «es tan disparatado como amputarse una pierna para evitar un esguince».

Medidas que no se están aplicando

Además de la necesaria educación ambiental, hay otras medidas que ayudarían a que el fuego aparezca con menor frecuencia y a que, cuando lo haga, sea menos destructivo. Las siguientes peticiones son urgentes y van dirigidas a los poderes legislativos (parlamentos) y ejecutivos (gobiernos centrales, locales, autonómicos, etc.).

  1. Dedicar más recursos por parte de todas las administraciones para lo siguiente:
    • Reducir los tiempos en detectar el fuego, para comenzar la extinción lo antes posible. Por ejemplo, usando drones y otras técnicas.
    • Mejorar las condiciones laborales de quienes nos protegen frente a estos desastres: bomberos, agentes forestales, guardas forestales, peones forestales, pilotos, etc.
    • Mejorar la investigación para condenar a los culpables. Endurecer las penas apenas tendrá repercusión. Primero, porque el delincuente confía en no ser atrapado. Y segundo, porque solo en el 2 % de los incendios provocados se logra detener al culpable.
    • Establecer controles que eviten los chanchullos para amañar concursos públicos cuando se contratan empresas privadas, una forma de corrupción que, por desgracia, está asentada.
    • Impulsar la implicación de la sociedad civil, tanto en la prevención como en la respuesta a emergencias, canalizando la solidaridad espontánea que surge en estos casos.
    • Lo anterior, unido a campañas de concienciación, sin duda harán bajar la cifra de fuegos iniciados.
  2. Establecer protocolos de coordinación entre los distintos cuerpos y que no se dependa del «voluntariado» de bomberos que actúen sacrificando su tiempo libre. En la actualidad, cada comunidad autónoma en España tiene sus normas y no se coordina con eficacia, lo cual hace que perdamos también dinero y territorio verde.
  3. Tampoco hay protocolos ni mecanismos para coordinar el voluntariado y contratar profesionales. Hay muchas personas bien formadas que quedan paralizadas mientras el monte se quema y mientras se contrata personal sin experiencia ni formación adecuada.
  4. Establecer protocolos para gestionar bien la logística de los incendios forestales: comida del personal, material EPI suficiente, tareas de lavandería, etc. Téngase en cuenta que los trajes de los bomberos se impregnan de sustancias tóxicas que no deberían esparcirse por los hoteles donde se alojen ni en sus propios domicilios.
  5. Aprobar una ley de dotaciones mínimas, para que en cada época del año se sepa cuántos efectivos deben estar operativos de forma obligatoria.
  6. Evitar que alguien saque provecho del monte quemado. No se debe extraer la madera quemada y el territorio debe quedar vetado a todo tipo de aprovechamiento humano: nada de pastar ganado, ni cazar, ni cambios en el uso de los terrenos, ni recalificaciones de ningún tipo (urbanísticas, mineras o de otro tipo). Debemos estar atentos porque algunos ingenieros forestales son expertos en monetizar el bosque y no les interesa el funcionamiento real de la naturaleza.
  7. Prohibir la caza en condiciones de alto riesgo, tales como ante alertas meteorológicas de sequía o calor extremo. Estos son motivos suficientes para prohibir la media veda (caza en verano) además de los otros problemas de la caza.
  8. Establecer protocolos para salvar también a los animales: domésticos, de granja y también salvajes, cuando sea posible.
  9. Prohibir las quemas agrícolas, no solo por el riesgo de incendio, sino por la contaminación y el daño que causan frente a alternativas como el compostaje.
  10. Conseguir que la Política Agraria Común de la Unión Europea (la PAC) deje de favorecer los intereses de las multinacionales de la agroindustria, y pase a fomentar buenas prácticas sostenibles de agroecología.
  11. Educar en las ventajas de la renaturalización (rewilding), una alternativa eficiente, barata y ecológica para aumentar los bosques y las zonas naturales. Deberíamos proteger un mínimo del 50% del planeta para evitar el colapso ambiental.

Algunas de las peticiones anteriores parecen tan elementales que se puede llegar a pensar que ya se están aplicando. Pero no es así. De hecho, son denuncias de los propios bomberos y personas que conocen el problema de primera mano. Si no avanzamos en esto, España arderá cada verano y sufriremos cada vez más los efectos de nuevos desastres climáticos. De hecho, todavía no hemos aprendido las lecciones de la DANA que asoló la Comunidad Valenciana.

Es necesario resaltar que el abandono de campos o incluso de pueblos enteros no es algo inherentemente negativo. Más aún, esto puede tener efectos positivos para el medioambiente. Por supuesto, habrá que prestar atención para minimizar las consecuencias negativas en la población, si se diera el caso.

Para terminar, no debemos olvidar que la crisis climática va a aumentar los llamados fuegos «de sexta generación»: incendios tan grandes que son incontrolables; tan complicados de extinguir que los bomberos solo pueden esperar a que el fuego pierda intensidad para atacarlo. ¿Estamos preparados?

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Los incendios forestales se apagan en las aulas y en los parlamentos

Por: Pepe Galindo

Evitar los incendios forestales es un problema complejo. En España, sabemos que al menos el 80 % de los incendios son provocados por el ser humano (algunas fuentes apuntan a un porcentaje aún mayor, llegando al 95 %). Estos siniestros son desencadenados voluntariamente (por incendiarios) o son fruto de una negligencia. Lo positivo es que todas estas causas se pueden reducir con una buena educación en las aulas. Las carencias en educación ambiental en la juventud de hoy, las sufrirá la humanidad de mañana. Más aún, los políticos que hoy toman malas decisiones ambientales tampoco recibieron una educación basada en el respeto hacia la naturaleza.

El interés en provocar incendios tiene diversas motivaciones. Por ejemplo, para conseguir pastos para la ganadería extensiva, lo cual demuestra que este tipo de explotación animal no es respetuoso con la naturaleza. Otra causa es facilitar terrenos para la caza, una motivación que provoca un menor número de incendios, pero de gran extensión. También hay pirómanos (enfermos mentales) y bomberos (que provocan el fuego para garantizar su trabajo), pero estas últimas causas no son las más relevantes. Entre las causas accidentales encontramos negligencias en los trabajos agropecuarios, tanto con maquinaria como por quemas agrícolas. E incluso, ciertos siniestros han sido provocados por excursionistas que desconocen que está prohibido hacer fuego o barbacoas en determinados lugares o épocas del año.

Dado que los incendios tienen mayoritariamente origen humano, no tiene sentido culpar a que los montes estén sucios (un bulo que se repite sin razonar, como aquel de que el agua de los ríos se tira al mar). Esto es absurdo, por dos motivos básicos:

  1. Un monte natural, con hierbas, arbustos y madera muerta, es un monte sano. La tierra necesita materia orgánica para que haya abono para los árboles vivos. Es un error grave retirar esa materia vegetal para convertirla en basura o en un negocio: combustible (biomasa, pellets, leña). Otra cosa es pastorear en los bosques, lo cual tiene menor impacto.
  2. Los bosques mejor conservados son aquellos en los que los humanos intervienen lo menos posible o aquellos en los que viven tribus ancestrales. Si la ganadería extensiva cuidara bien de los bosques, Galicia y Asturias no serían líderes mundiales en incendios forestales. Para dejarlo claro: en España, las zonas con más incendios forestales coinciden con las zonas con más granjas de ganadería extensiva (véanse estos mapas).

Respecto al primer punto, no vamos a ocultar que tampoco hay acuerdo unánime entre los ecologistas pues, aunque todos compartimos que la agricultura intensiva es peor que la extensiva, organizaciones como Greenpeace son partidarias de fomentar esta segunda como si fuera sostenible cuando en realidad plantea evidentes dudas. Es posible que pretendan evitar males mayores, o incluso, usar la ganadería extensiva como un modelo de transición, pero los estudios científicos apuntan a conclusiones muy claras: por una parte, el pastoreo de ganado no previene los incendios forestales y su eficacia es totalmente insuficiente; por otra, la ciencia nos indica la importancia de reducir todo tipo de alimentos y productos que procedan de los animales.

Los detalles son importantes. Por ejemplo, no es lo mismo mantener rebaños pequeños que puedan pastar en los bosques (cabras u ovejas), que ganado vacuno para el que los ganaderos prefieren montes sin árboles (con más pasto). Sin embargo, en general, en los modelos actuales, ninguno de los dos es realmente sostenible (ni ético con los animales). Tal vez, el pastoreo sería útil si la mayoría de los incendios fueran por causas naturales (rayos, volcanes, meteoritos…), pero resaltemos que esas causas no son las más preocupantes. Como dice Francisco Sánchez, pastorear o limpiar el monte para prevenir un presunto riesgo «es tan disparatado como amputarse una pierna para evitar un esguince».

Medidas que no se están aplicando

Además de la necesaria educación ambiental, hay otras medidas que ayudarían a que el fuego aparezca con menor frecuencia y a que, cuando lo haga, sea menos destructivo. Las siguientes peticiones son urgentes y van dirigidas a los poderes legislativos (parlamentos) y ejecutivos (gobiernos centrales, locales, autonómicos, etc.).

  1. Dedicar más recursos por parte de todas las administraciones para lo siguiente:
    • Reducir los tiempos en detectar el fuego, para comenzar la extinción lo antes posible. Por ejemplo, usando drones y otras técnicas.
    • Mejorar las condiciones laborales de quienes nos protegen frente a estos desastres: bomberos, agentes forestales, guardas forestales, peones forestales, pilotos, etc.
    • Mejorar la investigación para condenar a los culpables. Endurecer las penas apenas tendrá repercusión. Primero, porque el delincuente confía en no ser atrapado. Y segundo, porque solo en el 2 % de los incendios provocados se logra detener al culpable.
    • Establecer controles que eviten los chanchullos para amañar concursos públicos cuando se contratan empresas privadas, una forma de corrupción que, por desgracia, está asentada.
    • Impulsar la implicación de la sociedad civil, tanto en la prevención como en la respuesta a emergencias, canalizando la solidaridad espontánea que surge en estos casos.
    • Lo anterior, unido a campañas de concienciación, sin duda harán bajar la cifra de fuegos iniciados.
  2. Establecer protocolos de coordinación entre los distintos cuerpos y que no se dependa del “voluntariado” de bomberos que actúen sacrificando su tiempo libre. En la actualidad, cada comunidad autónoma en España tiene sus normas y no se coordina con eficacia, lo cual hace que perdamos también dinero y territorio verde.
  3. Tampoco hay protocolos ni mecanismos para coordinar el voluntariado y contratar profesionales. Hay muchas personas bien formadas que quedan paralizadas mientras el monte se quema y mientras se contrata personal sin experiencia ni formación adecuada.
  4. Establecer protocolos para gestionar bien la logística de los incendios forestales: comida del personal, material EPI suficiente, tareas de lavandería, etc. Téngase en cuenta que los trajes de los bomberos se impregnan de sustancias tóxicas que no deberían esparcirse por los hoteles donde se alojen ni en sus propios domicilios.
  5. Aprobar una ley de dotaciones mínimas, para que en cada época del año se sepa cuántos efectivos deben estar operativos de forma obligatoria.
  6. Evitar que alguien saque provecho del monte quemado. No se debe extraer la madera quemada y el territorio debe quedar vetado a todo tipo de aprovechamiento humano: nada de pastar ganado, ni cazar, ni cambios en el uso de los terrenos, ni recalificaciones de ningún tipo (urbanísticas, mineras o de otro tipo). Debemos estar atentos porque algunos ingenieros forestales son expertos en monetizar el bosque y no les interesa el funcionamiento real de la naturaleza.
  7. Prohibir la caza en condiciones de alto riesgo, tales como ante alertas meteorológicas de sequía o calor extremo. Estos son motivos suficientes para prohibir la media veda (caza en verano) además de los otros problemas de la caza.
  8. Establecer protocolos para salvar también a los animales: domésticos, de granja y también salvajes, cuando sea posible.
  9. Prohibir las quemas agrícolas, no solo por el riesgo de incendio, sino por la contaminación y el daño que causan frente a alternativas como el compostaje.
  10. Conseguir que la Política Agraria Común de la Unión Europea (la PAC) deje de favorecer los intereses de las multinacionales de la agroindustria, y pase a fomentar buenas prácticas sostenibles de agroecología.
  11. Educar en las ventajas de la renaturalización (rewilding), una alternativa eficiente, barata y ecológica para aumentar los bosques y las zonas naturales. Deberíamos proteger un mínimo del 50% del planeta para evitar el colapso ambiental.

Algunas de las peticiones anteriores parecen tan elementales que se puede llegar a pensar que ya se están aplicando. Pero no es así. De hecho, son denuncias de los propios bomberos y personas que conocen el problema de primera mano. Si no avanzamos en esto, España arderá cada verano y sufriremos cada vez más los efectos de nuevos desastres climáticos. De hecho, todavía no hemos aprendido las lecciones de la DANA que asoló la Comunidad Valenciana.

Es necesario resaltar que el abandono de campos o incluso de pueblos enteros no es algo inherentemente negativo. Más aún, esto puede tener efectos positivos para el medioambiente. Por supuesto, habrá que prestar atención para minimizar las consecuencias negativas en la población, si se diera el caso.

Para terminar, no debemos olvidar que la crisis climática va a aumentar los llamados fuegos «de sexta generación»: incendios tan grandes que son incontrolables; tan complicados de extinguir que los bomberos solo pueden esperar a que el fuego pierda intensidad para atacarlo. ¿Estamos preparados?

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