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✇El Libertario: Anarquismo y movimientos sociales autónomos

¿El anarquismo entra en conflicto con la "Naturaleza Humana"?

Por: periodicoellibertario

Nathan Goodman
 
“Sé lo suficiente sobre la naturaleza humana para saber que él [anarquismo] es un concepto ingenuamente defectuoso.”

“La anarquía es una hermosa idea, pero entra en conflicto con la naturaleza humana”.

Los anarquistas estámos acostumbrados a escuchar objeciones como estas sin cesar. Parece que mucha gente está segura de que la sociedad sin Estado construida en torno a principios libertarios de izquierda es incompatible con la naturaleza humana. ¿Pero es esto cierto?

Me parece que si la naturaleza humana existe, la discerniríamos a través de la investigación en psicología, antropología, historia y economía. Entonces, ¿qué nos dice la investigación en esos campos sobre los Estados y las sociedades sin Estado?

Las investigaciones en antropología e historia confirman la existencia de sociedades estables sin nada que podamos llamar “Estados”. James C. Scott documenta algunos de estos en el sudeste asiático en su libro _El Arte de no ser Gobernado_. También hay evidencia de una sociedad efectivamente apátrida que ha existido con una ley policéntrica funcional durante un período prolongado en Islandia.

¿Qué tal la investigación desde la psicología? Bueno, experimentos en psicología social como los de Milgram y Zimbardo muestran que la jerarquía y la autoridad (que son esencialmente intrínsecas a los estados) crean fuertes incentivos para el abuso. El psicólogo Sharon Presley, resume algunas de las investigaciones sobre la obediencia y la autoridad en https://web.archive.org/web/20161106120508/http:/www.rit.org/authority/futureobedience.php.

¿Qué pasa con la investigación en economía? Bueno, Elinor Ostrom utilizó modelos de teoría de juegos y una extensa investigación empírica para demostrar que las instituciones sociales participativas de base y descentralizadas pueden administrar y gobernar de manera efectiva los recursos de uso común sin regulación estatal. Si bien la propia Ostrom no era anarquista, su investigación demuestra las vibrantes posibilidades del autogobierno e ilumina cómo la organización descentralizada y voluntaria puede construir una acción colectiva sin los problemas de información que afectan a los Estados. La investigación económica que refuerza el caso del anarquismo no se limita al trabajo de Ostrom. Por ejemplo, en el asunto de los Estados, la teoría de la elección pública parte de premisas bastante razonables sobre la naturaleza humana utilizadas por la economía dominante y muestra que los Estados a menudo vienen con incentivos innatamente perversos que los llevarán a comportarse de manera destructiva e irresponsable.

Entonces si miramos la “naturaleza humana” a través de la lente de las ciencias sociales, no es nada obvio a partir de la evidencia que la “naturaleza humana” sea un punto fuerte contra el anarquismo. De hecho, puede proporcionar un argumento sólido a su favor.

[Tomado de https://c4ss.org/content/53979.]


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U$A: ¿Por qué para el gobierno de Biden son igual de terroristas las milicias de derecha y l@s anarquistas

Por: periodicoellibertario

Kristian Williams

Inmediatamente después de asumir el cargo, el presidente Biden “encargó al director de inteligencia nacional, en coordinación con el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional, que compilara una evaluación integral de amenazas sobre el extremismo doméstico violento”, según The Washington Post. Esta solicitud fue motivada por el ataque de la derecha al Capitolio el 6 de enero.

El informe resultante, “El extremismo violento en el país" plantea una mayor amenaza en 2021, se presentó el 1 de marzo y su resumen ejecutivo se hizo público unos días después. Si bien su lista de hallazgos incluye algunas observaciones obvias, por ejemplo, que los extremistas están "motivados por una variedad de ideologías" y usan Internet "para reclutar, planificar y obtener apoyo para acciones en persona", la página final del resumen ejecutivo , que enumera las “Categorías de extremistas violentos en el país”, revela una tipología preocupante. Identifica cinco clasificaciones: "Extremistas violentos por motivos raciales o étnicos", "Extremistas violentos por los derechos de los animales / medio ambiente", "Extremistas violentos relacionados con el aborto", "Extremistas violentos antigubernamentales / antiautoritarios" y "Todas las demás amenazas de terrorismo doméstico" (“Incluyendo una combinación de quejas y creencias personales con posibles prejuicios relacionados con la religión, el género o la orientación sexual”).

Lo más sorprendente de este sistema de clasificación, que parece haber sido desarrollado por el FBI durante los años de Trump, es su negativa perversa a dividir entre izquierda y derecha, en lugar de agrupar a los lados opuestos en otras categorías. Las milicias de derecha, los ciudadanos soberanos y los anarquistas, por ejemplo, están incluidos en la lista de "Extremistas violentos antigubernamentales / antiautoritarios". La violencia racista y antirracista se comprime en "extremistas violentos por motivos raciales o étnicos".

"Extremistas violentos relacionados con el aborto" incluye tanto a aquellos que "apoyan las creencias pro-vida y pro-elección", a pesar del hecho de que el FBI no puede señalar ninguna violencia pro-aborto que haya escalado por encima del nivel de amenazas en línea, mientras que Los fanáticos anti aborto han asesinado a 11 personas y han intentado matar a 26 más desde 1993.

El sistema de clasificación oculta una profunda asimetría en la distribución de la violencia tal como se emplea en todo el espectro político, lo que implica una equivalencia entre izquierda y derecha. Esa presunción se contradice con la evidencia.

Los de la derecha recurren a la violencia con mucha más frecuencia y con efectos más mortíferos. Según un informe del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, “Entre 1994 y 2020, hubo 893 atentados y complots terroristas en Estados Unidos. En general, los terroristas de derecha perpetraron la mayoría (57 por ciento) de todos los ataques y complots durante este período, en comparación con el 25 por ciento cometidos por terroristas de izquierda, el 15 por ciento por terroristas religiosos, el 3 por ciento por etnonacionalistas y el 0,7 por ciento por terroristas. con otros motivos". Cabe señalar que incluso esta evaluación sobrestima la participación de la izquierda en la violencia terrorista, ya que incluye la destrucción de bienes intencionalmente no dañina del Frente de Liberación de la Tierra; y subestima la violencia de la derecha, ya que separa a los "extremistas con otras motivaciones (como los partidarios del movimiento Boogaloo) y los salafistas yihadistas", que cada uno cometió un 7 por ciento.

En un informe separado, el CSIS calcula que "los supremacistas blancos y otros extremistas afines llevaron a cabo el 67 por ciento de las conspiraciones y ataques terroristas en los Estados Unidos en 2020", en comparación con "el 20 por ciento de los incidentes terroristas" que involucran a "anarquistas, antifascistas , y otros grupos izquierdistas de ideas afines.

La combinación de antagonistas no solo sugiere erróneamente niveles comparables de violencia, sino que implica una culpabilidad compartida, desplazando la responsabilidad de la violencia de derecha hacia la izquierda. También refuerza los prejuicios policiales existentes, legitimando así la actitud hasta ahora laxa de la policía sobre la violencia racista y su hipervigilancia con respecto a toda variedad de activismo de izquierda. Desafortunadamente, este sesgo no desaparece cuando la policía comienza a tomar medidas enérgicas contra los militantes de derecha.

eTnemos que esperar que las autoridades aprovechen la oportunidad actual para intensificar su ataque tanto en la izquierda como en la derecha. La historia ha demostrado que cuando la represión se intensifica, incluso cuando es precipitada por un ataque de la derecha, tiende a caer desproporcionadamente sobre la izquierda y sobre las personas de color independientemente de su política. Lo más obvio es que el gobierno de los Estados Unidos respondió al ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001, otro caso de violencia de derecha, aunque se originó en el extranjero, no solo con una serie de guerras interminables, sino también con una ofensiva contra la inmigración y una campaña racista contra los musulmanes. Estados Unidos también utilizó el 11 de septiembre para justificar la expansión de las Fuerzas de Tarea Conjuntas contra el Terrorismo del FBI, construyendo así la infraestructura para la represión de varios años contra los activistas ambientales y la creación del Departamento de Seguridad Nacional, que casi dos décadas después sería movilizados para atacar brutalmente a manifestantes por la justicia racial. Asimismo, la principal respuesta legislativa al atentado con bomba de la ciudad de Oklahoma en 1994, cuando los supremacistas blancos mataron a 168 personas, fue la Ley contra el terrorismo y la pena de muerte efectiva. Esa ley amplió la pena capital, limitó las apelaciones, redujo el acceso de los presos a los tribunales y sentó las bases para socavar el habeas corpus, todas medidas que dañaron desproporcionadamente a las personas de color.

Este es un patrón de larga data: pocos meses después de su aprobación, la Ley de Derechos Civiles de 1968 se utilizó para enjuiciar a los organizadores pacifistas, incluidos Tom Hayden, Abbie Hoffman, el pacifista Dave Dellinger y el presidente del Partido Pantera Negra, Bobby Seale. Incluso las leyes contra los linchamientos, promulgadas después de décadas de agitación por parte de la comunidad negra, ahora se utilizan a veces para enjuiciar a las personas atrapadas tratando de ayudar a otros a escapar de la custodia policial.

Este doble efecto tiene mucho sentido, dada la tendencia liberal a enmarcar la violencia de derecha como un problema con el "extremismo". Implícito en un enfoque anti-extremista está la identificación de los extremos: la militancia de la izquierda y la de la derecha no solo se tratan como equivalentes, sino esencialmente como lo mismo. Hemos visto que eso está mal empíricamente, pero también moralmente: porque la evaluación de la violencia no puede separarse de la intención detrás de ella. (Incluso la ley lo reconoce, con importantes excepciones a la prohibición general de la violencia, por razones de necesidad y legítima defensa). El proyecto de izquierda, en principio, es la búsqueda de la igualdad humana; el proyecto de la derecha es la defensa de la desigualdad. Eso no significa que la violencia de izquierda siempre sea tácticamente sólida, estratégicamente sabia o moralmente justificada, pero sí significa que incluso en el peor de los casos debe ser juzgada de manera diferente a la violencia de derecha. No puede haber equivalencia entre la violencia de una revuelta de esclavos y la violencia de un amo de esclavos, entre la violencia de los antifascistas y la de la División Atomwaffen. Incluso si aceptamos la línea pacifista de que la violencia siempre representa un mal medio, en el caso de la violencia de derecha, además persigue malos fines. Al oscurecer las diferencias en la escala y el propósito de la violencia, la retórica anti-extremista utiliza la violencia de la derecha para justificar la represión contra la izquierda.

Eso no es un accidente; es inherente al marco de “lucha contra el extremismo”. Como dijo Jane Kinninmont, "los estados suelen definir el extremismo en relación con su propio sistema político existente". En las democracias liberales, "el extremismo se define de hecho como una ideología opuesta a los valores democráticos liberales". más simplemente: "Los extremistas son personas que no agradan a la gente del centro". El anti-extremismo es simplemente centrismo en traje de batalla.

Durante el último medio siglo, el liberalismo, políticamente, si no siempre filosóficamente, ha demostrado un sesgo hacia el centrismo; El centrismo, a su vez, desarrolla sus propios prejuicios antiliberales, recurriendo a medidas autoritarias y buscando sofocar la disidencia. El objetivo del anti-extremismo es reducir el alcance del discurso político, excluir las ideas radicales antes de su consideración.

La lección para la izquierda, y el desafío, es que no podemos confiar en que el Estado neutralice a la derecha y que debemos resistir la expansión del aparato represivo del Estado, incluso en los momentos en que está apuntando a nuestros enemigos. Al mismo tiempo, no debemos aliarnos con la derecha insurgente, aunque en ocasiones nos encontremos enfrentando ataques similares a manos de los mismos agentes del gobierno. No se trata de elegir males menores o equilibrar necesidades en competencia. En cambio, debemos reconocer que estamos librando una guerra en dos frentes.

[Post publicado originalment en inglés en https://anarchistnews.org/content/intelligence-report-%E2%80%9Cextremism%E2%80%9D-equates-anarchists-right-wing-militias. Traducido por la Redacción de El Libertario.]


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Ya que el trabajo nos roba, ¿por qué no robar algo en el trabajo?

Por: periodicoellibertario

CrimethInc
 
[Nota previa de El Libertario: Conocimos este post y lo estamos divulgando con algo de retraso al 15 de abril, la fecha en que aquí se anima a robar algo en el trabajo. No obstante, como la sugerencia nos sigue pareciendo válida, a quienes por esta vía se enteren de ella les animamos a que efectúan esa acción cualquier día laboral entre el lunes 19 de abril y el viernes 23. Suponemos que eso no molestará a la gente de CrimethInc y ya el año próximo se hará en el día apropiado.]

Cada año, durante más de una década, nos hemos unido a otrxs en todo el mundo para celebrar el 15 de abril como el Día de Robar Algo en el Trabajo, un día para reflexionar sobre las razones por las que lxs trabajadorxs roban en sus lugares de trabajo.


Por supuesto, durante la pandemia de COVID-19, robar en el trabajo se ha vuelto más difícil que nunca. Consideremos lo que esto significa para el futuro de la humanidad.

Lo Que Roba el Trabajo

Desde pequeñxs, se nos dice que el trabajo es lo que ayuda a cubrir nuestras necesidades.
Sin embargo, cualquiera que ha ejercido como empleado—o que ha trabajado por cuenta propia, a merced del mercado— ha tenido una experiencia muy diferente: el trabajo nos roba.

Roba las horas de nuestros días, el tiempo que nos gustaría pasar con nuestra familia, amigxs y amantes, la energía que de otro modo dirigiríamos hacia actividades placenteras, creativas y altruistas. Nos roba la imaginación: incluso lxs empleadxs y empresarixs más innovadores de hoy en día siguen inventando cosas dentro del estrecho marco de lo que puede competir en el mercado, en lugar de, por ejemplo, lo que puede aportar alegría a los seres humanos.


Se cuela en nuestros momentos de ocio, en nuestras relaciones más íntimas: el trabajo de competir por el capital social, de realizar un trabajo emocional no deseado, de responder correos electrónicos y mensajes de texto, de pagar facturas e impuestos y primas de seguros y comprar productos con la esperanza de que nos hagan más aptos para ser contratados (una camisa de ejecutivx, un anillo de luz, un diploma)—y prepararnos, una vez más, para volver al trabajo.


El trabajo—el trabajo total de toda la humanidad desde la Revolución Industrial—ya ha causado un daño permanente a la biosfera de la que todxs dependemos para obtener el aire, el agua y la nutrición que necesitamos para seguir con vida. ¿Qué no nos ha robado el trabajo?

Otro siglo como este—otro siglo de trabajo—y nuestra especie estará acabada, junto con muchas otras. El trabajo—es decir, toda actividad que está determinada por la necesidad de obtener un beneficio para alguien, en lugar de ser elegida por su valor intrínseco—es precisamente lo que nos impide satisfacer nuestras necesidades.


“¿Qué significa en realidad ser útil? La suma de la utilidad de todas las personas de todas las épocas está plenamente contenida en el mundo tal como es hoy. De lo que se deriva: nada es más moral que ser inútil.” -Milan Kundera, La Inmortalidad

Un Mundo Robado por el Trabajo

No hace mucho, el lugar de trabajo era una zona claramente diferenciada en la que lxs capitalistas pagaban a lxs trabajadorxs un salario por gestionar los medios de producción privados. En esas condiciones—que aún prevalecen en muchos lugares, aunque son menos y están mejor vigilados que antes—un/a trabajador/a rebelde podía cazar y recolectar subrepticiamente los recursos que pertenecían al jefe, actuando en un momentáneo estallido de libertad, de la forma en que sus antepasadxs nómadas habrían actuado en todo momento. Robada por trabajadorxs asalariadxs, una tarrina de helado podría volver a entrar en la economía de regalo que sostuvo a nuestra especie durante más de 200.000 años. Lxs trabajadorxs se vieron obligadxs a vender su trabajo por una miseria, pero a veces podían contraatacar de maneras que rechazaban la lógica del mercado.

Pero a medida que las emergencias del capitalismo tardío se vuelven cada vez más graves, incluso esa situación se está erosionando.

“Hoy, en lugar de hablar de la clase trabajadora, podría ser más preciso hablar de la clase en peligro.”

“Todo lo Que Tenemos es a Nosotrxs Mismxs: Un Llamamiento de un repartidor de Manhattan.”

La era COVID-19 ha normalizado las duras relaciones de clase entre lxs vulnerables y lxs protegidxs. La celebración del año pasado del “trabajador esencial” sirvió para enmarcar el trabajo en sí mismo como esencial y tratar a lxs trabajadorxs que lo realizan como prescindibles. En lugar de basar nuestra economía en la premisa de que la sociedad se divide en quienes trabajan y quienes obtienen beneficios, hoy podríamos partir de una distinción diferente, lo que implica una política diferente : hay quienes obtienen beneficios y quienes mueren.

Durante cientos de años, robar en el lugar de trabajo ha ayudado a lxs trabajadorxs a sobrevivir. ¡Piensa cuántas personas más de las clases trabajadoras habrían muerto de desnutrición u otras causas evitables si no se hubieran sostenido con los recursos que pudieron robar además de con sus salarios! Sin embargo, lxs repartidorxs autónomxs y conductorxs de Uber difícilmente puede robar en sus lugares de trabajo. Esto es indicativo de un cambio significativo hacia la precariedad de todxs lxs trabajadorxs; también indica una expansión del área de trabajo, que actualmente es más visible en la forma en que está impactando en la clase media.

Hoy en día, para cientos de millones de trabajadorxs y estudiantes en todo el mundo, el hogar en sí mismo es su lugar de trabajo. Hace un año, al comienzo de la pandemia, consideramos este desarrollo en relación con el aumento de la vigilancia; en el año transcurrido desde entonces, ha quedado claro hasta dónde puede llegar esto. El miedo a la vigilancia presupone una identidad “auténtica” y libre que puede verse atrofiada por un control excesivo; pero reemplazar la oficina por las reuniones de zoom y consagrar la vida social a las redes sociales, hace que sea cada vez más difícil imaginar siquiera esa identidad.

Si alguna vez lxs empleadorxs temieron que lxs empleadxs pasaran de contrabando recursos, del lugar de trabajo a sus hogares, ahora es el trabajo en sí el que se infiltra en nuestros hogares, reduciendo la distancia entre los dos significados de “ocupación”—empleo y anexión— convirtiendo el dormitorio en una fábrica que produce alienación en estado puro, sin apenas un producto físico que lo demuestre.

En estas condiciones, el tiempo es casi lo único que queda por robar. Pero no hablamos de robar ese tiempo para deambular por TikTok o Amazon Prime cuando se supone que debes estar prestando atención en clase o entregando un pedido. Esas actividades aún acumulan beneficios para la clase capitalista mientras nos empobrecen. Para que el robo de tiempo sea robo en el trabajo, tenemos que poder pasar ese tiempo fuera de la lógica del lugar de trabajo y del mundo que se ha remodelado a su imagen y semejanza.

La colonización de nuestros hogares, corazones y fantasías por parte del trabajo, ilustra perfectamente la diferencia entre lo que algunxs Marxistas llaman “subsunción formal” y “subsunción real”, aunque esta diferencia se ha vuelto tan redundante como la palabra “kafkiano”. Cuando todo se ha subsumido en la lógica del capitalismo, la única pregunta que queda es qué podría sacarnos de él. Transponiendo el relato de Hegel sobre el desarrollo de las ideas a una narrativa idealizada de progreso histórico, Marx trató de resolver este problema con un aceleracionismo descarado— cuanto peor están las cosas, más cerca están de cambiar. La idea de que siempre está más oscuro antes del amanecer puede funcionar en buenas canciones punk, pero -como todo el marxismo- es mala ciencia.

La intromisión del trabajo en nuestros hogares no nos acerca a una revolución que desbancará al capitalismo. En todo caso, solo nos acerca a la extinción. Pero al hacer imposibles las viejas formas de rebelión a pequeña escala, nos obliga a poner todo en juego si queremos resistir. Debemos recordar lo hermoso de robar en el lugar de trabajo—honrando el modesto coraje de siglos de pequeñxs ladronxs que robaban a sus empleadorxs cuando podían—reconociendo al mismo tiempo que, como muchos otros elementos del frágil rapport du forcé que existía entre empleadorxs y empleadxs en el siglo XX, es probable que, a partir de ahora, esto no se vuelva más fácil sino más difícil. Si queremos seguir actuando fuera de la lógica del capitalismo, en el siglo XXI la apuesta es doble o nada—Y sin garantías.

Entonces, ¿Qué es lo Mejor Que se Puede Robar en el Trabajo?

 “El saqueo es bueno, pero es solo una pequeña muestra de lo que todxs podemos compartir. Si crees que hacerlo en las tiendas minoristas es bueno, espera hasta que veas los centros de distribución. Demonios, no solo podríamos controlar lo que ya está hecho—podríamos decidir lo que se hace. “
-Participante anónimo en la Rebelión de George Floyd

El saqueo de decenas de negocios en las Ciudades Gemelas en respuesta al asesinato de Daunte Wright a manos de la policía, adquiere una mayor dimensión cuando lo vemos en el contexto de la precariedad y el desempleo y la creciente dificultad de llevar a cabo las antiguas formas de resistencia que sirvieron como válvulas de escape. El conflicto entre quienes obtienen beneficios y quienes mueren—entre lxs asesinxs y lxs excluidxs—no es una lucha de retaguardia, sino una imagen del futuro.

Algunxs, cuya imaginación todavía está moldeada por el siglo XX, quieren ver a lxs desempleadxs regresar los lugares de producción, para tomar el control y autogestionar las fábricas, con el fin de producir una versión un poco más ética del actual orden global postindustrial. Pero nuestros sueños más salvajes van mucho más allá de la visión del “comunismo de lujo totalmente automatizado”, entendido como el cumplimiento comunista de todos los deseos de consumo producidos por el capitalismo y su forzada escasez artificial. Lo que más deseamos es destruir el orden que produjo esos deseos, no reorganizarlo. Queremos crear condiciones que produzcan deseos diferentes, rescatar al mundo de la lógica del mercado y del trabajo mismo, para crear una sociedad en la que todxs podamos explorar nuestro potencial colectivo en nuestros propios términos.

Básicamente, el robo en el lugar de trabajo no consiste en adquirir objetos. Se trata de establecer una nueva relación con nuestro propio ser. Implica la posibilidad de vivir de una manera diferente.

“La deserción comienza como una huida, pero con la práctica, pasa a ser un rescate”.
 -Bernard Maszalek, presentando “El Derecho a la Pereza” de Paul Lafargue .

[Tomado de https://es.crimethinc.com/2021/04/15/lo-que-el-trabajo-nos-roba-dia-de-robar-algo-en-el-trabajo-2021.]

 

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Chile: Convocatoria al Primer Congreso Internacional de Docencias Anarquistas

Por: Nelson Méndez P.

Colectivo Esporádico de Docentes Disidentes
 
Serán recibidas presentaciones, talleres o propuestas sobre ls seguintes ejes:

 – La práctica docente desde a perspectiva anarquista;

– Teoría y práctica desde los contextos locales;

– Proyectos libertarios actuales y su impacto en la educación;

– Didáctica y lúdica ácrata, dudas, propuestas y experiencias actuales;

– Referentes teórico-prácticos de didáctica pedagógica universal;

– La asamblea como discusión y creación en los diferentes níveles, grupos y edades de aprendizaje;

– Apropriación de los elementos escolares en la escolaridad ácrata;

– Crítica a las estructuras escolares tradicionales;

– Ética libertaria y pedagogía;

– Docencia y pandemia.

Contacto (para más infs): daniibenv@gmail.com

Fecha límite para recibir propuestas: 1º de mayo, 2021

Fecha del Congreso: 14 y 15 de mayo.

 

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Principios y modelos económicos del anarquismo

Por: periodicoellibertario

Antonio Yagüe

 

Aunque la propia naturaleza del anarquismo sea anti-dogmatica y su doctrina impulsa la libre experimentación para establecer la forma idónea de las estructuras sociales, para poder instaurar una corriente económica dentro de su cuerpo teórico, ha de cumplir lógicamente con principios básicos que estén en concordancia con sus valores.

De esta forma las teorías económicas anarquistas se oponen directamente a los valores capitalistas de la competitividad y el lucro, como también a la centralización y a la propiedad pública (estatal) gestionada por elites de cualquier tipo y no directamente por las personas usuarias, características propias de las economías de planificación central. De esta manera, tampoco aceptan la subordinación de las relaciones laborales jerárquicas y el trabajo asalariado, rasgos presentes en ambos sistemas.

 

Uno de los principios ineludibles es el rechazo al derecho de propiedad privada de los medios de producción, que sustituida por la posesión o derecho de uso genera automáticamente una redistribución mucho más equitativa de la riqueza. La ausencia de propietarios de tierras, fábricas y maquinarias no da lugar a las relaciones laborales jerárquicas ni al trabajo asalariado, que es siempre explotación. Toda aquella persona que trabaja es convertida automáticamente propietaria del valor que crea, incluso la plusvalía, de la cual en el sistema capitalista se beneficia el patrón.

 

De esto se deriva que “la propiedad es un robo”, y por tanto los medios de producción habrán de socializarse para dar libre acceso a su uso. La posesión colectiva, gestionada cooperativamente en interés de la comunidad, sustituirá a la propiedad privada y su ánimo de lucro. Un segundo elemento obligatorio que haga recoger la escuela económica para formar parte del socialismo libertario es la autogestión, a veces denominado control obrero, en palabras de Proudhon, “democracia industrial”. Este concepto tiene dos implicaciones importantes:

 

1) Por una parte, la autonomía de toda iniciativa económica, que no podrá estar sometida a ningún tipo de autoridad externa: ni económica (por lo que la propiedad privada habría de abolirse) ni política (dado que ya no existiría el Estado)

 

2) Y también su gestión democrática por parte de la totalidad de las personas que la conforman, sin posibilidad de jerarquía, con un reparto igualitario del poder de decisión bajo la fórmula de “una persona, un voto”, y por democracia se entiende la de tipo directa, asamblearia, en la que los cargos son revocables en todo momento y su mandato es imperativo.

 

En tercer y último lugar, las relaciones laborales han de ser equilibradas y por tanto no se acepta el trabajo asalariado, en que la parte desposeída de los medios de producción se encuentra en posición de inferioridad al verse forzada, para subsistir, a vender su fuerza de trabajo a la parte propietaria al precio que dicta el mercado laboral, que roba parte del producto del trabajo de aquella al apropiarse de la plusvalía.

 

Modelos económicos

 

En cuestiones económicas, el pensamiento socialista libertario no ha defendido un único sistema en particular, si no que a lo largo de su historia ha planteado diversos modelos. Pero previamente, algunos de los primeros anarquistas realizaron algunas aportaciones teóricas puntuales y experiencias a escala local, entre las cuales podemos destacar las de Godwin, Stirner y Warren, que configuraran un back ground sobre las cuales se irían desarrollando posteriormente las diferentes escuelas económicas.

 

William Godwin, pensando en una economía basada en la agricultura y la artesanía, va a sugerir que cada productor pusiera a libre disposición de la comunidad su excedente, e igualmente podría consumir del excedente del resto de productores según sus necesidades.

 

Max Stirner, va a denunciar el origen artificial de la propiedad privada, que “existe por la gracia del Derecho. El Derecho es su única garantía, porque poseer un objeto no es ser necesariamente su propietario” (p.256) y por tanto esto sólo es posible gracias a la protección del Estado como una garantía de la ley mediante el monopolio de la violencia.

 

Y Josiah Warren va a idear un sistema de pago mediante un certificado de las horas trabajadas que podían cambiarse en las tiendas de tiempos (time stores) locales para productos que habían costado producirse en tiempos equivalentes, y lo pondrá a prueba creando una de estas tiendas en Cincinnati. El éxito del experimento va a impulsar a Warren a establecer colonias basadas en aquel sistema, como la llamada Modern Times.

 

En este contexto, surgieron tres modelos teóricos clásicos destacables, en realidad nada más que esbozos, que vistos en perspectiva cronológica podríamos considerarlos como un progresivo alejamiento de las concepciones del sistema hegemónico capitalista, con pasos agigantados, más bien saltos en el reto de diseñar una economía alternativa que impidiera “la explotación del hombre por el hombre” y permitiera así su emancipación de los poderes heterónomos:

 

1) en primer lugar encontramos el mutualismo propuesto por Proudhon, negando la propiedad privada de los medios de producción pero aceptando la posesión individual y la libre competencia en el mercado;

 

2) más tarde va a predominar el colectivismo defendido por Bakunin, que además de la propiedad privada reniega también el libre mercado y adopta el lema “de cada cual según su capacidad a cada uno según su esfuerzo”

 

3) y posteriormente será el comunismo libertario o anarco-comunismo, representado por Kropotkin, que supone un paso más allá de la reformulación la segunda parte de la máxima colectivista para otorgar “a cada uno según su necesidad” y aboliendo, por tanto, el salario.

 

Algunos autores añaden como corriente económica al anarcosindicalismo, que además de tener como objetivo la defensa de la clase obrera, los sindicatos anarquistas pretenden jugar un papel central de organización económica de la sociedad. En mi opinión, aquello sería más bien una táctica, dado que sus militantes persiguen en realidad uno de los modelos acabados de presentar, mayoritariamente el comunismo libertario aunque el impulsor inicial del anarco-sindicalismo, el propio Bakunin, fuera partidario del colectivismo.

 

Existen también algunas otras propuestas más actuales en torno al anarquismo, pero su relevancia es bastante limitada en comparación a las clásicas. Entre ellas destaca el Parecon (Participatory Economics o Economía Participativa) de Michael Albert y Robin Hahnel, que se basa en una planificación decidida por procedimientos participativos en los consejos de productores y consumidores en donde los trabajadores cobrarían un salario en función de su esfuerzo y sacrificio.

 

a) Mutualismo

 

Pierre-Joseph Proudhon, considerado uno de los padres del anarquismo, va a ser el primero en dar una propuesta de modelo teórico alternativo a un capitalismo aún en tránsito desde el predominio de la actividad agraria y artesanal hacia el área industrial. Su período de mayor influencia abarcó las décadas centrales del siglo XIX.

 

Sus elementos clave son dos: la competencia de libre mercado y su famosa aseveración de que la propiedad es un robo pese a que esta máxima no se aplicará al producto de propio trabajo, sea en forma monetaria o transformada en bienes de consumo.

 

El mutualismo, por tanto, se opone radicalmente al concepto de propiedad privada de la tierra y de los medios de producción, y sólo reconoce el derecho, colectivo o incluso individual, de su posesión, aunque siempre sujeta a la utilización de los mismos. No reniega, sin embargo, del mercado, donde los productores, sea de forma autónoma o asociados en cooperativas, deberán confrontarse, recibiendo en función de su competitividad.

 

Proudhon entiende que el trabajo es la única fuente de riqueza, por lo cual no considera legítimos otros tipos de rentas. Piensa, por tanto, que todo el mundo tiene derecho a ser remunerado por el producto de su esfuerzo, aplicando la Teoría del Valor-Trabajo, la cual defiende que todo intercambio, ya sea de productos o servicios (y aquí queda incluido el trabajo como la prestación de servicios laborales), debe tener una equivalencia entre los elementos de intercambio en términos de “cantidad de trabajo necesario para producirlos” y por tanto, elimina la posibilidad del lucro.

 

En definitiva, los mutualistas entienden que la igualdad de oportunidades derivadas de la prohibición de la propiedad privada de la tierra y los medios de producción y la ausencia de intervencionismo estatal permitirá la competencia en un mercado libre donde sus intercambios tenderán a ser equitativos.

 

Otros elementos que configuran el modelo mutualista son:

 

- la voluntariedad de participar en él, hecho que por una parte se espera del trabajador, por la ventaja de recibir todo el fruto de su trabajo, y no ser explotado mediante la apropiación capitalista de la plusvalía, y también del consumidor debido a los precios más baratos al no existir el lucro.

 

- la creación del “Banco del Pueblo”, que tendrá como principal objetivo otorgar financiamientos a través de créditos gratuitos, o más exactamente con el interés mínimo para cubrir los gastos de administración.

 

Haciendo una valoración global del modelo, el mutualismo configura una estrategia reformista como sustitución del capitalismo.

 

b) Colectivismo

 

Ya en una fase de un mayor desarrollo industrial va a surgir desde el movimiento socialista libertario un nuevo modelo de la mano de otros de sus autores clásicos, Mijail Bakunin, y en general todo el sector anti-autoritario de la Primera Internacional. Su período de mayor auge va a ser buena parte del último tercio del siglo.

 

El colectivismo abocado también por la abolición del Estado y de la propiedad privada de los medios de producción, los cuales pasarían a ser colectivos, pero a diferencia de lo que proponían los mutualistas, éstos estarían controlados y gestionados por el conjunto de los componentes de la organización productora o de la comunidad, ya no por individuos o grupos de ellos que los poseyesen.

 

Los colectivistas entendían que este cambio de titularidad debía ser por la fuerza, mediante la revuelta de la clase obrera, y una vez conseguida la colectivización los salarios serían determinados democráticamente, normalmente en proporción al esfuerzo y a la calidad de los trabajos aportados por cada uno, impidiendo así el surgimiento de una clase ociosa.

 

De esta manera, aunque con matices, el colectivismo conserva el régimen del salario y su principio básico es: “de cada cual según su capacidad; a cada uno según su esfuerzo”, justificándolo así con el argumento de que el olvido de esta norma no sólo implicaría una injusticia hacia los “mejores trabajadores” sino también una disminución de la producción total. No obstante, muchos de los anarquistas colectivistas pensaban que, pasado un tiempo, cuando la producción hubiera aumentado y el sentido de comunidad se fortaleciera lo suficiente, el dinero desaparecería y la economía evolucionaría hacia el comunismo y, de este modo, no habría necesidad de medir las aportaciones a la producción y el consumo de cada miembro de la comunidad.

 

c) Comunismo libertario

 

En un contexto de imparable expansión del imperialismo y el colonialismo, de internacionalización del capital y del surgimiento de los trusts y monopolios, va a plantearse el anarcocomunismo. Piotr Kropotkin va a ser su principal representante, aunque quienes primeramente formularon la propuesta fueron integrantes de la sección italiana de la Primera Internacional. Este será el sistema económico más influyente del anarquismo a finales del siglo XIX.

 

El comunismo libertario, al igual que el mutualismo y el colectivismo, propugnaba la abolición del estado y de la propiedad privada, y con esto último también el libre mercado, pero va más allá al defender la desaparición del dinero.

 

Su principio básico es: “De cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad”, y consecuentemente sus partidarios quieren eliminar completamente cualquier forma de salario: no sólo la tierra y los medios de producción han de ser comunes, sino también el producto, y el criterio de distribución viene dado por las necesidades de cada miembro de la sociedad y no por su poder adquisitivo.

 

Contradiciendo a los colectivistas, que consideran imprescindible que cada persona reciba una parte, una contraprestación, proporcional a su esfuerzo en la producción, los comunistas libertarios responden que todo producto es fruto de un proceso colectivo, de la cooperación de una pluralidad de agentes sociales presentes y pasados, y como no se puede medir la parte que le corresponde a cada uno de ellos, toda forma de distribución será inexacta y por tanto injusta.

 

Además de la obra de Kropotkin, uno de los libros referentes del anarco-comunismo es el El ABC del comunismo libertario de Alexander Berkman, que utilizaré para exponer la lógica de esta propuesta económica, por su estilo sencillo y didáctico. En forma de conversación con alguna persona desconocedora de la doctrina, Berkman aborda las cuestiones claves de la materia, rechazando en primer lugar la Teoría del Valor-Trabajo:

«Pero por qué no le damos a cada uno según el valor de su trabajo?”, preguntas. Porque no hay modo alguno de medir ese valor. (...) Nadie puede decir de forma real el valor de un objeto. (...) El carpintero y el albañil han de formarse antes de que puedan hacer su respectivo trabajo, pero tú no te fijas en esos años de aprendizaje cuando los contratas para algún trabajo. También hay que tener en cuenta la capacidad y la habilidad personal con la que cada obrero, escritor, artista o médico ejerce su trabajo. Y este es un factor puramente individual, personal. ¿Cómo vas a calcular su valor?

 

Es por esto que el valor no puede determinarse. El mismo objeto puede ser muy valioso para una persona y no valer nada o valer poco para otra. Y puede valer mucho o poco para la misma persona, pero en épocas diferentes (...) por eso, el valor real de una cosa no puede establecerse, es una cantidad desconocida.»

 

Y después expone la argumentación que sostiene todo el modelo en un solo párrafo:

«El intercambio de productos por medio de precios conduce a hacer beneficios, a sacar provecho y a la explotación, en una palabra, a alguna forma de capitalismo. Si acabas con las ganancias no puedes tener un sistema de precios, ni ningún sistema de salarios o de pagos. Eso significa que el intercambio deberá ser acordado según el valor. Pero como el valor es incierto o no asegurable, el intercambio debe ser, en consecuencia, libre, sin valor “igual”, ya que éste no existe. Dicho de otro modo, el trabajo y sus productos deben ser intercambiados sin precio, sin ganancia, libremente, de acuerdo con la necesidad. Esto conduce, lógicamente, a la propiedad común y a la utilización colectiva. Lo cual en un sistema sensato, justo y equitativo, y se conoce bajo el nombre de comunismo.»

 

Consciente de las dudas que este razonamiento suscita en una mentalidad no comunista Berkman las resuelve una por una:

«¿Pero esto supone entonces que todos participaríamos por igual? –Preguntas-. El hombre inteligente y el estúpido, el competente y el incompetente, ¿todos lo mismo? ¿No habrá ninguna distinción, ningún reconocimiento para los más hábiles?’

 

Permíteme que te pregunte yo, amigo mío: ¿condenaremos al hombre cuya naturaleza no ha sido dotada tan generosamente como la de su vecino, más fuerte o más talentoso? ¿Añadiremos tal injusticia a la situación de inferioridad física en que lo ha situado la naturaleza? (...).

 

No hay nada tan peligroso como la discriminación. En el momento en que empiezas a discriminar al menos capaz, estableces condiciones que engendran insatisfacción y resentimiento, incitas a la envidia, a la discordia y al enfrentamiento. Tú consideras brutal privar a los menos capaces del aire y el agua que necesitan. ¿No debería aplicarse el mismo principio a las demás necesidades del hombre? (...).

 

El modo más seguro de que cada uno lo haga lo mejor que pueda no es discriminándolo, sino tratándolo en pie de igualdad con los demás. Ése es el incentivo y el estímulo más eficaz. Es justo y humano.

 

‘¿Pero qué harás con el gandul, con el hombre que no quiere trabajar?’, pregunta tu amigo.

 

(...) No existe eso que llaman holgazanería. Lo que nosotros llamamos vago es generalmente un hombre cuadrado en un agujero redondo. Es decir, el hombre apropiado en el puesto inapropiado (...). Si estás obligado a hacer aquello en lo que eres incompetente por inclinación o temperamento serás ineficiente. Si se te fuerza a hacer un trabajo en el que no estás interesado, serás perezoso.

 

¿Pero no significará la vida bajo la anarquía, con la igualdad económica y social una nivelación general?’, me preguntas.

 

No, amigo mío, es todo lo contrario. Porque igualdad no significa igual cantidad sino igualdad de oportunidades. (...) cada uno tiene para consumir tanto como necesita, tanto como su naturaleza particular le demanda.

 

No cometas el error de identificar la igualdad y la libertad con la igualdad forzada (...). La verdadera igualdad anarquista implica libertad, no cantidad, y no significa que cada uno debe comer, beber o llevar las mismas prendas, hacer el mismo trabajo o vivir de la misma manera. Ni mucho menos. En realidad, es todo lo contrario.

 

Las necesidades personales y los gustos son diferentes, como son distintos los deseos. Es la igualdad de oportunidades para satisfacerlas, lo que constituye la verdadera igualdad.»

 

[Fragmento  del folleto El anarquismo y su economía, que en versión integral es accesible en https://lapeste.org/wp-content/uploads/2021/03/ANARQUISMO-Y-SU-ECONOMI%CC%81A.pdf.]

 

 

✇El Libertario: Anarquismo y movimientos sociales autónomos

Sexualidad y Anarquismo

Por: periodicoellibertario

  

Jacinto Ceacero
 
La sexualidad es un componente  esencial  del  ser  humano que integra tanto los aspectos, características, comportamientos y conductas puramente biológicas/naturales como las culturales, ideológicas, socioeconómicas,  políticas,  sentimentales, emocionales, afectivas y psicológicas (normas sociales, creencias, valores  morales  y  éticos,  roles  de género, identidad y orientación sexual...).

Su desarrollo, maduración y ejercicio precisan de una relación armónica  entre  todos  esos  aspectos diferentes para que la construcción de nuestra identidad, existencia y vida personal y social sea saludable,libre, autónoma y nos conduzca al placer y la felicidad.

La complejidad de la sexualidad humana, de los comportamientos sexuales, trasciende, por tanto, el mero paradigma de respuesta sexual biologicista pasando a ser una respuesta vivida y sentida desde lo cultural y social, una respuesta construida desde la diversidad y la libertad, ajena a estereotipos y dogmas.

Esta armonía entre lo que podríamos  llamar  el  paradigma  biologicista  y  el  sociocultural,  de  cara  a comprender  el  funcionamiento mental humano, extensible a explicar también la construcción de la respuesta sexual, la definía Platón con clarividencia hace miles de años en  la  llamada  Alegoría  del  carro alado utilizada en su diálogo Fedro.

De manera semejante, Sigmund Freud intentaba mostrar que el funcionamiento mental resultaba más equilibrado cuando encontramos la armonía entre el principio del placer(nuestros deseos) y el principio de realidad (los códigos morales y sociales).

Posiblemente, ambas metáforas responden a una lógica dualista, y aafortunadamente superada, en la que cuerpo y  mente representan dos mundos  separados  con  intereses contrapuestos. La realidad es que este tipo de enfoques dualistas conducen y profundizan en la polaridad, en la percepción de la realidad mediante códigos binarios (naturaleza/cultura;   hombre/mujer; sexo/género; dominación/sumisión; sujeto/objeto...) que no explican la enorme diversidad de la realidad a la hora de comprender la construcción  contextual  de  cada  ser  humano como un todo único y, por el contrario, pueden provocar imposiciones, enfrentamientos, violencias, desigualdades, dogmatismos.

Contrastada su enorme importancia en todos y cada uno de los planos de la vida, la sexualidad ha ocupado,históricamente, un lugar destacado en  la  definición  y  concreción  del proyecto ideológico, teórico y práctico del anarquismo que se viene planteando en los últimos siglos; y lo viene haciendo, como no podía ser de otra manera, desde parámetros coherentes con su compromiso de utopía, antiautoritarismo, transgresión,  subversión,  transformación... de los valores éticos, morales, económicos  y  legales  del  poder (esencialmente capitalista y patriarcal).

Para Helena Andrés Granel, en su trabajo  "Anarquismo  y  sexualidad" [http://periodicoellibertario.blogspot.com/2017/02/anarquismo-y-sexualidad.html] publicado en la revista Germinal, la concepción  que  tiene  el  movimiento anarquista del amor y la sexualidad  es  que  se  trata  de  una construcción sociocultural, histórica y política, siendo  el  sistema  sexual parte esencial del sistema social. De esta manera, cualquier proceso de transformación y revolución social precisa, no solo un cambio en las estructuras políticas y socioeconómicas sino, paralelamente, una revolución  personal  que  incluya la liberación sexual, la construcción de relaciones  de  género  igualitarias  y antiautoritarias, la emancipación de las mujeres, una nueva moral sexual que  suplante a la burguesa...  

En este sentido, simplemente a título indicativo, recordar la fructífera  relación  que  históricamente ha mantenido el anarquismo con la sexualidad, con las respuestas sexuales, y por extensión, con el feminismo entendido en toda la amplia y compleja variedad de ámbitos que abarca (sexualidad, amor libre, género, naturismo, derechos, derechos LGTBIQ+, igualdad, control de natalidad, antipatriarcado...).

Así, Dolors Marin en sus dos libros  Anarquismo.  Una  introducciónAnarquistas.  Un  siglo  de movimiento  libertario  en  España, describe parte de la riquísima trayectoria de experiencias y proyectos  provenientes  del  socialismo utópico  (Charles  Fourier,  Robert Owen, Henri de Saint-Simon, Flora Tristán...)  desde  finales el  siglo XVIII, tanto en Europa como América, como los falansterios, comunas, colectivos, grupos de afinidad, naturalistas, ecologistas, feministas...  en  la  que  queda  patente  la concreción de realidades y sociedades basadas en parámetros de igualdad  plena  entre  hombres  y mujeres, nuevas formas de vida en común sin autoridad y control del Estado, crianza y escolarización de hijos e hijas en comunidad  y  de  forma  compartida, distribución  del  trabajo  doméstico, apoyo mutuo, sostenibilidad, respeto  a  la diversidad, libertad, naturalismo,  nudismo,  el  arraigo del  neomaltusianismo,  igualdad hombres  y  mujeres  ligados  a  la igualdad social, sexualidad amorosa y gozosa, sexualidad libre de trabas morales y legales...

En España este acercamiento relacional,  no  fue  unánime  ni  uniforme  como  nos  recuerda  Laura Vicente en el capítulo "El feminismo como  principio  de  justicia  en  Anselmo Lorenzo" del libro En el Alba del anarquismo. Anselmo Lorenzo 1914-2014 o Carlos Taibo en su libro Repensar  la  anarquía. En el anarquismo español del siglo XIX emergen dos líneas de pensamiento a la hora  de  interpretar  las  relaciones hombre/mujer. Por un lado, bajo la influencia de Pierre-Joseph Proudhon, seguido por Ricardo Mella, las mujeres son concebidas esencialmente como meras reproductoras que contribuyen a la sociedad desde el trabajo doméstico en el hogar familiar  o  con  trabajos  secundarios siempre  al  del  hombre.  Por  otra parte, con el auspicio de Mijaíl Bakunin y Anselmo Lorenzo, las mujeres ocupan un mismo plano de igualdad con el hombre, siendo esta la línea de pensamiento mayoritaria adoptada en el anarquismo español. Guillermina  Rojas,  Teresa  Claramunt, Teresa Mañé y tantas otras mujeres representan esta línea del pensamiento feminista anarquista, que  culminará  en  el  movimiento anarquista, siempre poco reconocido, Mujeres Libres y que cuestionó con radicalidad la institución familiar y el matrimonio burgués dando paso al respeto por las relaciones libres entre personas que se aman.  

De la misma manera, resaltar que entre  los  acuerdos  sobre  Comunismo Libertario (ponencia presentada por el médico Isaac Puente) del IV Congreso de la CNT celebrado en Zaragoza del 1 al 10 de mayo de 1936 (posiblemente la organización anarcosindicalista más relevante e influyente  de  la  historia  moderna), encontramos un apartado referido a La familia y las relaciones sexuales en  el  que  puede  leerse:  El  comunismo libertario proclama el amor libre, sin más regulación que la voluntad del hombre y de la mujer...

En esta misma dirección, la primera ministra de la historia de España  y  una  de  las  primeras  en Europa, Federica Montseny (ministra de Sanidad y Asistencia Social desde noviembre de 1936 a mayo de1 937), en el escaso tiempo que duró su mandato se hace eco de las demandas, discriminaciones y sufrimientos de las mujeres, aportandoy promoviendo leyes que garantizaran la libertad de las mujeres a decidir  sobre  su  propio  cuerpo como la ley de Reforma  eugénica del aborto; soluciones como los liberatorios de prostitución; jardines de infancia; mejoras en educación; ayudas  para  bebés;  creación  de parvularios; centros de planificación familiar (actualmente desaparecidos)...

Toda esta rica tradición anarquista y feminista es recuperada a nivel mundial con la revolución de mayo del 68, movimiento hippie, antimilitarista... teniendo claro que el movimiento anarquista y el feminista comparten planteamientos aunque no son idénticos.  

En todo caso, el punto de partida, el eje vertebrador, la línea roja de todo tipo de sexualidad es o feminismos  vinculados  con  el  anarquismo  suponen  el  rechazo a cualquier forma de mercantilización del sexo, abuso de poder y explotación sexual. El ejercicio de esa sexualidad tiene que estar vinculado a la libertad, lejos de la comercialización porque ello conduce a la esclavitud.

La sexualidad para el anarquismo es aliada de nuestra capacidad de imaginación,  fantasía,  flexibilidad infinita, búsqueda, originalidad, creatividad, diversidad, de libertad y aunque hayamos desarrollado una enormidad de tipos, estilos de sexualidad... si se basan en los principios de libertad y no sometimientoa nadie ni a nada que huela a mercado  o  represión...  son  absolutamente legítimas.

Como señala Carlos Taibo en su libro Libertari@s citando a John Zerzan: la historia de la civilización es la historia de la dominación de la naturaleza y de las mujeres...

La civilización nos la han vendido como un éxito frente al salvajismo primitivo pero, sin duda, se trata de un camino de renuncia a vivir en armonía con la naturaleza, a nuestro derecho a una vivencia personal de la sexualidad, a la negación de nuestros deseos, a la renuncia de nuestro cuerpo. El ser humano tiene derecho a dejar fluir sus impulsos, su sexualidad, su espontaneidad a la hora de experimentar el placer... en un contexto  de  libertad,  de  apoyo mutuo, igualdad y respeto a la diversidad.

El amor  libre forma parte de la propuesta tradicional anarquista, es coherente con la expresión de una sociedad antiautoritaria y antirrepresiva y, esencialmente, representa  que  la  relación  amorosa, afectiva, sexual entre personas no debe estar mediatizada ni regulada por las leyes del Estado ni las de la Iglesia sino que es una relación privada y en libertad entre personas que se aman y así lo han decidido. En el amor libre no existe la esclavitud sexual o el sometimiento de la mujer sino el reconocimiento del derecho de las personas a sentir placer y felicidad. El amor libre representa la opción de amar a quien se quiera en condiciones de igualdad, sin imposiciones económicas, patriarcales, legales o morales. El amor libre es la ejemplificación del principio anarquista de que los medios son los fines, de que la libertad sexual como el anarquismo se pueden vivir hoy y ahora.

Generemos relaciones humanas basadas en una sexualidad libre, ajenas a cualquier sistema de explotación y esclavitud.

[Artículo publicado originalmente en el periódico Rojo y Negro # 355. Madrid, abril 2021. Número completo accesible en http://rojoynegro.info/sites/default/files/rojoynegro%20355%20abril.pdf.]

 

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