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Jeannette Jara gana por la mínima en Chile y se medirá con la ultraderecha en una segunda vuelta

Por: La Marea

En la urna en la que Jeannette Jara arrojó su papeleta este domingo ponía aún «presidente», una realidad y una metáfora a la vez de los tiempos en los que seguimos viviendo, sin apenas mujeres al mando de los gobiernos en el mundo. Jara, exministra del Trabajo del actual gobierno de Gabriel Boric, ha ganado por la mínima la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Chile, con el 26,8% de los votos. Es un resultado muy ajustado y por debajo de lo que pronosticaban las encuestas.

El ultraderechista José Antonio Kast, con el 23,9% de los votos, se ha quedado a una escasa distancia de la candidata comunista. Ambos se medirán en una segunda vuelta el próximo 14 de diciembre, que decidirá si la ultraderecha llega esta vez o no al palacio de La Moneda. Y si, de paso, una mujer vuelve o no a la presidencia.

Teniendo en cuenta la suma de las derechas (un 51% de los votos), los datos no son muy tranquilizadores para Jara, a quien Boric felicitó de este modo nada más conocerse el escrutinio: “Felicito a Jeannette Jara y José Antonio Kast por su paso a segunda vuelta”.

En ese grupo de las derechas, el populista Franco Parisi, en su tercer intento, ha obtenido el 19,7% de los votos. Por detrás, en cuarta posición, ha quedado Johannes Kaiser, con el 13,9%. Y, en quinto lugar, Evelyn Matthei ha logrado un 12,4% de los apoyos.

«Llamamos a la unidad sin descalificaciones, con respeto y con convicción democrática. Chile necesita sumar, no dividir. Mientras otros siembran odio, nosotros trabajamos por un país que avance junto», fue uno de los últimos mensajes de Jara en la campaña, llena de exabruptos y un aviso de lo que está por venir.

«Desde mañana –dijo la candidata izquierdista– saldré a escuchar» a toda esa mitad de chilenos y chilenas que no votaron ni por ella ni por Kast. «Toda nuestra fuerza está en ganar la segunda vuelta», zanjó el candidato ultraderechista.

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De la crisis social al orgullo nacional: cómo la extrema derecha seduce a la nueva generación europea

Por: Todo Por Hacer

Por Héctor Martín Ortega

Mientras la sociedad europea se hunde en la inflación, los problemas de vivienda y los recortes derivados del fracaso del neoliberalismo, una parte de la juventud busca respuestas en quienes prometen orden y soluciones sencillas a problemas complejos.

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, los partidos abiertamente fascistas desaparecieron; sin embargo, las élites económicas y militares que los sostenían sobrevivieron. Europa se reconstruyó gracias a pactos que ofrecían crecimiento económico a cambio de paz social, apoyados en la democracia y el estado de bienestar. Aunque el fascismo fue derrotado militarmente, su ideología no desapareció del todo.

Con la crisis del Estado de bienestar, la derecha radical comenzó a transformarse: abandonó su vertiente más nacionalista a cambio de adoptar una competitividad autoritaria y una crítica hacia lo público. A partir de los años 90, esta corriente dejó atrás el fascismo explícito y adoptó un discurso centrado en la reducción de impuestos, la oposición a la inmigración y el rechazo a políticas progresistas. Esto dio lugar a movimientos como el Front National en Francia, que abrieron la puerta a la nueva derecha: ya no llevaban uniformes, sino corbatas y trajes.

La nueva generación europea tuvo que vivir la crisis de 2008 y la de 2020, y afrontar sus consecuencias: estabilidad y futuro escasos, con pocas oportunidades de progreso.

Este vacío fue aprovechado por la extrema derecha, que reapareció no tanto como herencia directa del fascismo, sino como respuesta emocional a la precariedad y al fracaso del mercado. Su discurso caló especialmente en sectores vulnerables gracias a la adaptación a las redes sociales, donde ya no era necesario ocultar su pasado. Lo que antes era inconfesable —racismo, misoginia o homofobia— en ciertos espacios se presenta ahora como una opinión legítima. No estamos regresando al fascismo de los años 30; estamos ante su versión contemporánea. Este discurso ha logrado influir en la juventud europea no solo debido a la crisis económica, sino también a una crisis de identidad masculina, donde los adolescentes socializados para medir su valor en términos capitalistas se enfrentan a precariedad y frustración. La derecha radical ofrece un refugio emocional a estos jóvenes: “volver a ser hombres de verdad”. En foros y redes, influencers y gurús canalizan esta frustración hacia la misoginia y la violencia simbólica. El neoliberalismo fabrica hombres rotos, y la extrema derecha promete repararlos a golpes.

El racismo no se limita a grupos neonazis o asociaciones extremistas; es estructural: está presente en la policía, los medios y las leyes migratorias. Cuando los jóvenes observan que el Estado criminaliza la pobreza y la migración, estos mensajes se interiorizan. La derecha radical lleva esto al extremo, identificando culpables visibles (el inmigrante, el pobre, la mujer…) frente a un malestar que proviene en realidad de un sistema económico desigual. El racismo funciona como válvula de escape del miedo social, canalizando el descontento hacia abajo en lugar de hacia arriba.

Según el estudio European Election Studies 2024, más del 21% de los adolescentes europeos se inclinan por partidos de la derecha radical, frente a un 14% de mujeres. Esta cifra indica un apoyo significativo, pero también una brecha de género que se ha ensanchado recientemente, vinculada a la crisis de identidad masculina. Estos datos muestran la urgencia de actuar. Como respuesta surge la alfabetización mediática, destinada a desmontar la manipulación informativa, el discurso de odio y las burbujas algorítmicas, mediante talleres que enseñen a leer memes, identificar bulos y analizar algoritmos, promoviendo la autodefensa digital. Si el algoritmo adoctrina, la autogestión informativa libera.

Otra propuesta es reconstruir comunidad y redes de apoyo mutuo, sustituyendo la falsa pertenencia nacional por vínculos reales de solidaridad. Las cifras se pueden contar, pero la dignidad es algo que no se mide. Mientras el neoliberalismo destruye el sentido de pertenencia, la derecha radical intercambia identidad por obediencia. Sin embargo, en cada barrio, aula o pantalla, sigue existiendo una posibilidad: una juventud que se niega a rendirse ante el odio, que busca comunidad en lugar de fronteras y que elige la ternura en lugar del miedo. Si el siglo XXI va a tener una revolución, será la de cuidarnos unos a otros.

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Claves para no hacerle el juego a Vito Quiles en su gira por las universidades

Por: Patricia Simón

Cuando hace una semana el agitador de extrema derecha Vito Quiles anunció una gira por una decena de universidades españolas, resultaba evidente que quería replicar la estrategia que algunos miembros de la extrema derecha están llevando a cabo en Estados Unidos y Europa: buscar la confrontación con los sectores demócratas para conseguir visibilidad. Persiguen que las universidades prohíban sus actos para presentarse como víctimas y, a poder ser, que entre los estudiantes que se manifiesten en contra de su presencia haya quienes opten por la confrontación física con él o con sus partidarios. 

La primera cita estaba convocada hoy jueves 16 en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) a mediodía. Desde el rectorado, le comunicaron que no podía dar la conferencia, para la cual no había solicitado autorización. Hubo enfrentamientos entre un centenar de los seguidores de Quiles, que había traído a su propio personal de seguridad, y un grupo que protestaba contra su presencia. Los Mossos intervinieron, el propagandista pronunció un breve discurso megáfono en mano y, finalmente, consiguió los titulares que buscaba.

Puesto que Quiles aún tiene previsto visitar una decena de universidades españolas -antes de ir a Argentina– hemos consultado a profesoras y profesores de distintas universidades españolas sobre cuál debe ser la respuesta cívica de la comunidad educativa ante esta estrategia global que busca la victimización, la ruptura de la convivencia y de los consensos sociales con el objetivo final de acabar con los sistemas democráticos liberales con pluralidad de ideas. 

Ana Valero: «No deben prohibirse su discurso ni los actos que pretende realizar»

La profesora titular de Derecho Constitucional de la Universidad de Castilla-La Mancha Ana Valero, especializada en libertad de expresión, sostiene que “aunque Vito Quiles no aporte nada al debate académico ni social, no debe impedirse ni prohibirse ni su mensaje ni su discurso ni los actos que pretende realizar” porque “la universidad es el lugar por excelencia para el debate académico y social” y, añade, de la pluralidad de ideas. Además, “prohibirlo conseguiría el efecto contrario: lo que Quiles persigue es que no le dejen hablar porque sabe que tiene poco que aportar. Y con la prohibición ratificaría su mensaje demagogo y falso. De hecho, en su tuit (en el que anunciaba la gira) dice que la libertad se encuentra amenazada en las universidades públicas y persigue la prohibición de sus actos para ratificar sus falsedades”. 

Valero considera que se combate su discurso “dando herramientas a las y los estudiantes para que puedan identificar por sí mismos que el mensaje de Quiles no vale nada, que es mera desinformación, que es postverdad y que el fin último es la polarización y la manipulación”. De hecho, Valero, que imparte clases en la Facultad de Comunicación de Cuenca, explica que, como ya estaba muy preocupada por la infiltración en la universidad de las ideas ultraderechistas, en la asignatura que imparte sobre partidos políticos, ha pedido a sus estudiantes que lean tres ensayos sobre el auge de la extrema derecha en Europa. “Este tipo de herramientas les va a permitir que vayan a actos de Quiles para plantearles las preguntas adecuadas para desenmascarlo, para que se retrate. Creo que es un modo más ingenioso para evidenciar que el discurso de Vito Quiles en términos de debate público formado e informado es basura”. 

Albert Lladó: «Conocen bien las técnicas que utilizan. No son payasos inofensivos, son gente peligrosa»

El escritor y profesor de Estudios Culturales en la Escola Massana y de Periodismo Literario en la UAB Albert Lladó comparte con Valero que “el papel de la universidad no es prohibir ni únicamente reaccionar”. De hecho, apunta, si se limita a reaccionar ante las provocaciones “será vista por parte de los jóvenes como una institución reaccionaria. La universidad aún puede aportar matiz, complejidad y concretos”.

Para ello, el autor de los ensayos Contra la actualidad y La mirada lúcida considera que hay que entender que “el populismo sabe hurgar en la herida”, por lo que tenemos que atender a “qué miedos y amenazas” activan con sus discursos y escuchar a quienes lo padecen. Y en este sentido alerta de los riesgos de “reírnos de según qué personajes” y recuerda que “conocen bien las técnicas que utilizan. No son payasos inofensivos. Son gente peligrosa. La caricatura del adversario solo provoca su crecimiento. Lo hemos visto con Trump”. Y como respuesta propone crear lugares de encuentro con “personas con nombres y apellidos, complejas, que no sean santos laicos, ni únicamente víctimas. Pero que nos ayuden a entender que esos ‘enemigos’ que señala el autoritarismo se parecen más a cada uno de nosotros de lo que pensamos”. Lladó pone como ejemplo el racismo, que “es difícil combatirlo únicamente con ideas generales. Una persona racista que se hace amiga de su peluquero o de su frutero (racializados) es una victoria. La empatía nace en lo cotidiano, no en macrocifras (que son necesarias contra los bulos, pero insuficientes para transformar percepciones tan interiorizadas)”.

María Valvidares: Hay que poner en evidencia «las contradicciones, las falacias y la manipulación del discurso»

Por su parte, María Valvidares, profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo, considera que “prohibir desde un punto de vista político no es inteligente, y jurídicamente también es muy problemático”. Sin embargo, sí que considera que, salvo que vaya como invitado por una asociación de estudiantes -en cuyo caso, sostiene, debe permitirse-, “la universidad no tiene que ceder el espacio para no facilitar discursos que en principio no son de promoción de los derechos”. Eso sí tiene encaje ya que una institución pública debe fomentar aquellos discursos que promueven los derechos y contrarrestar los que van en su contra”. 

En cualquier caso, Valvidares cree que la mejor respuesta es “el debate de ideas: movilizar a la comunidad universitaria para que vaya al acto y que ponga en evidencia las contradicciones, las falacias y  la manipulación del discurso, incluso preparándose antes los temas para desmontarlo con datos”. Otra propuesta de la constitucionalista es “organizar actos sobre esas temáticas con personas expertas. Pero sabiendo que muchas veces no tienen utilidad porque el público no siempre busca saber la verdad, debatir, atender a los hechos y obtener una respuesta científica, sino solo repetir las proclamas”. 

Sonia Herrera: «Dimos por hecho que la razón se impondría por sí misma»

Por su parte, Sonia Herrera, profesora en los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y en el Departamento de Comunicación de la Universitat Pompeu Fabra, critica que “durante demasiado tiempo, desde las izquierdas, los movimientos sociales, las universidades, la escuela y, también, los medios de comunicación alternativos creímos que personajes como Vito Quiles, Alvise Pérez, Santiago Abascal o Sílvia Orriols se retrataban solos. No ha sido así. Han ocupado un espacio que dejamos vacío (en las redes sociales, sí, pero también en los bares, en las tertulias televisivas, en los grupos de Whatsapp de familias y vecinas), porque dimos por hecho que la razón se impondría por sí misma”. 

Por ello, sostiene que no basta con tener la razón, sino que hay que comunicarla desde la razón, pero también la emoción. Para ello, cree que lo primero que hay que hacer es “devolver la esperanza a un alumnado que ha crecido en medio de crisis sucesivas (económica, climática, política, sanitaria, existencial: que si el volcán de La Palma, que si una pandemia global…)”.  Y cree que la respuesta tiene que ser en todos los ámbitos: “Debemos volver al ABC de los derechos humanos, a las bases de la convivencia, a las genealogías de los movimientos sociales y de las resistencias que han construido las libertades y los derechos que hoy vemos tambalearse”.

Pero, sobre todo, tener claro cuál es el objetivo de estas acciones de los radicales ultras: “provocar, fracturar la convivencia, romper consensos, intimidar y victimizarse para ganar visibilidad y legitimidad. Frente a eso, necesitamos responder con rigor, sin individualismos y con una pedagogía democrática activa, que no solo se quede en lo teórico, sino que toque calle”, argumenta Herrera.

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WOKE UP, el perfil que quiere ganar la batalla digital a la derecha y ultraderecha en las redes

Por: Guillermo Martínez

Cansados del clic fácil y los bulos virales que solo benefician a la derecha y extrema derecha, cinco jóvenes treintañeros han decidido hacer frente a la guerra digital a través de un perfil en Instagram que ya acumula más de 160.000 seguidores. Su nombre es en sí mismo una declaración de intenciones: WOKE UP. “Queríamos reapropiarnos del término woke y cargarlo de un contenido político mayor, que no sea algo que se utilice para reírse de la gente de izquierdas”, explican sus impulsores.

El perfil recoge un contenido muy variado: desde, por ejemplo, una pregunta al agitador Vito Quiles sobre el genocidio en Gaza, hasta el recuerdo de personas asesinadas por agentes de la Policía durante la Transición; desde el desmentido de bulos hasta la visibilización de temas más allá de la M-30 madrileña. A veces, con una pequeña dosis de humor, sus vídeos empiezan a competir con los productos fabricados por el espectro más conservador, incluso reaccionario, que puebla las redes.

“El crecimiento que hemos tenido ha sido una sorpresa, porque todos nosotros tenemos nuestro propio trabajo más allá de WOKE UP”, explica Álvaro López, doctor en Literatura Hispánica e ideólogo del proyecto. Actualmente, el perfil conjuga vídeos de algunos de sus integrantes hablando a cámara con otros que apoyan el contrarrelato que quieren dar a conocer. Su objetivo es crear un contenido atractivo que ayude a entender el mundo desde una perspectiva alejada de los intereses del poder. 

Según López, cosladeño de 35 años, WOKE UP surgió como una respuesta a ese otro contenido creado por perfiles de derecha y extrema derecha que, desde su punto de vista, no tenían suficiente respuesta en redes por parte de la izquierda. “A veces en la izquierda pecamos de crear mensajes demasiado elaborados y rebuscados y no llegamos a todo el mundo”, añade Elena Reinés, otra de las integrantes del perfil. Ella tiene 30 años, reside en Madrid y es periodista y publicista de formación. 

Amenazas tras solo seis meses de travesía

WOKE UP nació en marzo de este año. Y, tras seis meses de travesía digital, ya son varias las amenazas que tanto Elena como su compañera Diana López denuncian que han recibido. “Llevo poniendo la cara en los vídeos desde finales de agosto y desde entonces llegan mensajes muy bestias deseándome la muerte, o diciéndome que me van a pegar un tiro y dejar en una cuneta”, explica Reinés.

“Y eso es lo que me puede llegar a dar miedo, que me localicen o algo parecido, no que me relacionen con la izquierda. Eso es un orgullo para mí”, agrega la joven, que actualmente está opositando. A López también la han amenazado: “Eso crea un tremendo desequilibrio y es algo que he visto a lo largo de mi trayectoria como activista digital”, opina. 

Reinés está al frente de la sección ‘Fachabulos’. “Surgió del cansancio de ver a personajes como Vito Quiles e influencers de la derecha engañar a su audiencia de forma descarada y que nadie los desmienta”, argumenta. Ahora, estos vídeos, salpimentados con algunas pizcas de humor, libran una pequeña batalla dentro de cada pantalla de móvil: “Hay mucha gente que tiene como fuente de información Instagram o TikTok, así que intentamos llegar a ellos por ahí”, destaca.

Su compañero asevera que la izquierda parte desde una desventaja muy grande a la hora de desmentir bulos. “Yo veo que quienes nos dedicamos a ello desde este lado de la moneda no recibimos ningún tipo de financiación”, exclama frente a lo que consideran una profesionalización de la mentira y la intoxicación.

“Las derechas meten mucho dinero y tienen detrás un ejército de trolls, y mucha gente sin reparos que te amenaza de muerte o que te dice que sabe dónde vives y que irá a por ti. Puede parecer que no, pero eso también afecta”, prosigue el mismo López. Tal es la situación, que otros perfiles de contenido de izquierdas han aparcado las redes, al menos momentáneamente, por llegar a un punto inaguantable de acoso digital.

Una comunidad fiel como soporte

A la vista de los datos, los seguidores de WOKE UP están respondiendo.“Incluso nos paraban en la última manifestación por Palestina para darnos las gracias por lo que hacíamos”, comenta el cosladeño. También cuenta que les escriben estudiantes de Periodismo o Ciencias Políticas que se alegran de la existencia de un perfil como el suyo, que les ayuda como “brújula informativa”, en palabras del propio López. De todas formas, tienen claro que ni quieren ni aspiran a convertirse en un medio de comunicación. 

En cuanto al perfil de seguidor, aunque Reinés lo denomina “muy variado y abierto”, el sector social que más sobresale son personas de izquierdas, aunque sin una edad demasiado determinada. “Hemos llegado a gente mucho más mayor de la que pensábamos que llegaríamos en un primer momento”, remarca. 

Sobre la comunidad, la propia Reinés se muestra orgullosa de ella: “Los comentarios negativos son de gente que no sigue el perfil y que, de alguna manera, le ofende lo que hacemos”. También tienen respuesta por parte de sus seguidores, quienes dialogan y debaten en los comentarios y crean bastante engagement, es decir, vinculación con el perfil.

Actualmente, afirman que ninguno de los cinco del grupo cobra un euro por lo que hace. “Hemos crecido mucho pero no hemos monetizado nada, y mira que a cada vídeo mío que subo le puedo dedicar unas tres o cuatro horas entre documentarme, escribir el guion, grabarme y la posproducción”, ilustra Reinés.

Hacia la red de creadores de contenido de izquierda

Después de experimentar este crecimiento inusitado de seguidores, desde WOKE UP han decidido “especializarse” y dividir el trabajo. Si Reinés está al frente de este particular “desmentidero de bulos”, López suele encargarse de la información de alcance internacional. No existe todavía estructura oficial alguna pero sí han empezado a dividirse según temáticas. “A todos nos interesa bastante la política y estamos al día de lo que pasa. En cuanto vemos una posible noticia, nos organizamos dentro de nuestras posibilidades para ir”, apuntilla la periodista madrileña.

López incide en que no saben bien qué pasará en el corto plazo. “Tres de nosotros somos de Madrid, así que al final hay cierto centralismo, pero sí nos gustaría mucho conseguir hablar más de Latinoamérica, por ejemplo”, dice el ideólogo del proyecto. Ya lo hacen con otros compañeros que han decidido sumarse a WOKE UP con alguna colaboración, como Miriam Jiménez Lastra, Alán Barroso y René Soto. “Ese era otro de los objetivos, crear una red más global más allá de que cada uno contemos cómo vemos las cosas desde nuestra perspectiva, y es algo que nos motiva mucho”, enfatiza.

Reinés, por su parte, cifra en 200.000 seguidores la cifra a conseguir antes de que termine este 2025. Han empezado a subir a TikTok el mismo contenido: “Aunque ahí nos lo denuncian mucho porque es por donde más se mueve la ultraderecha”, se queja. Ya se han estrenado en X y esperan poderse mover pronto también por Facebook, hacia públicos algo más mayores. “Al final, cada persona de WOKE UP tenemos nuestra vida fuera y no sabemos con demasiada certeza dónde vamos a ir a parar”, reconoce.

“Somos una herramienta de comunicación para ganar la batalla a la derecha. Este es nuestro activismo, un activismo contra los referentes de la derecha que mienten sin pudor y que se mueven a sus anchas por las redes”, concluye Reinés.

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