Cuando sabes a dónde lleva un camino y lo recorres con conciencia y voluntad, no puedes quejarte del lugar al que llegas.
Esta afirmación viene a cuento porque la humanidad sabe —científicamente— el desastre ecoclimático al que nos enfrentamos. Y aun así, seguimos transitando por el camino equivocado, con bastante conciencia y con unánime voluntad colectiva. Les contaré una historia real por si pudiera servir para aprender de nuestros errores y evitar nuestra condena.
En 1923, el genocida Adolf Hitler fue encarcelado por intentar derrocar al gobierno alemán. Su intento de golpe de Estado le otorgó fama y seguidores. Fue condenado a cinco años de prisión, de los que solo cumplió nueve meses. Lo más aterrador es que aprovechó ese tiempo para escribir sus ideas políticas en un libro, en el que contaba todo lo que quería conseguir. En resumen: pretendía conquistar nuevos territorios, acabar con la democracia y exterminar a los judíos. Tenía envidia de la grandeza física de Rusia. Con esa ideología abiertamente publicada por escrito, diez años más tarde ganó las elecciones y puso en marcha su plan. Es bien sabido que el plan acabó bastante mal para casi todo el mundo, incluyendo a él mismo.
La personalidad de este dictador —tal vez demasiado similar en todos los sátrapas y en los que desearían serlo— se resume en: egolatría, complejo de Mesías, sentimiento de inferioridad (por ejemplo, Hitler carecía de las características que alababa de la raza aria), desprecio hacia los débiles, poca o nula empatía, carisma, capacidad de manipulación y obsesión por el poder. Con esto, Hitler consiguió manipular a la sociedad alemana, implicando a buena parte de sus intelectuales. Nadie puede alegar que mintió sobre sus objetivos básicos. Por extraño que parezca, convenció a suficientes personas.
Los que se atrevieron a oponerse al nazismo, tuvieron que exiliarse. Es el caso de Walter Benjamin y de Theodor Adorno. Tras el fin de la guerra, Adorno volvió de su exilio y escribió: «Lo que nos habíamos propuesto era nada menos que comprender por qué la humanidad, en lugar de entrar en un estado verdaderamente humano, se hunde en un nuevo género de barbarie» (Dialéctica de la Ilustración, 1947).
A pesar de todos los avances de la humanidad, aún no hemos aprendido lo más básico: a vivir en armonía. Seguimos permitiendo genocidios y se siguen escogiendo a gobernantes que no superarían ni el más burdo test de empatía, honestidad o ética.
Miren a Netanyahu y su odio hacia Palestina; y no se pierdan el detalle de que Alemania sea uno de los países que más armas vende a Israel (junto con EEUU e Italia). Sorpréndanse por la megalomanía de Trump, un delincuente en la Casa Blanca. Y no se pierdan al presidente argentino Milei que ganó las elecciones a pesar de asegurar que habla con su perro muerto.
Estos políticos son tres ejemplos extremos, pero atención: los más moderados tampoco nos están llevando hacia un futuro en armonía y sostenible. Ahora que lo sabemos: ¿Seguiremos permitiéndolo?
Sobre ideologías:
- Tropecientos hechos para mostrar que el Partido Popular es un peligro para el medioambiente.
- ¿Libertad o Igualdad? Lo que elijas marca tu futuro y el de los demás.
- Libro La doctrina del shock, de Naomi Klein (resumen): El libre mercado contra la libertad.
- ¿Es el capitalismo sinónimo de consumismo?
- Política y urbanismo: la ideología influye en las ciudades (no te pierdas la explicación del diagrama de Nolan).
- Simplificando la vida, para ser como niños: tantra, yoga, y ecologismo.
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Theodor Adorno en 1964, un filósofo alemán que escribió sobre sociología, comunicología, psicología y musicología.
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