Dinamarca se convirtió a principios de 2025 en el primer país nórdico en permitir la subrogación altruista y, al mismo tiempo, facilitar los acuerdos internacionales para procesos de subrogación comercial. Este cambio legislativo fue impulsado por un caso en el que este país negó la paternidad legal a uno de los dos padres de una pareja homosexual porque la subrogación había sido comercial. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos reconoció el estatus legal de ambos y, tras esta decisión, el Parlamento danés se puso a redactar una nueva ley.
Los legisladores se centraron en promover el interés superior del menor para asegurarse de que no quedara en un vacío legal. Sin embargo, la nueva ley no adoptó una visión global de los problemas derivados de la subrogación. “Esta nueva legislación simplemente no tiene sentido y no logra alcanzar los objetivos que dice perseguir”, explica Jens M. Scherpe, profesor de Derecho comparado en la Universidad de Aalborg y uno de los principales investigadores mundiales en subrogación.
Entre los aspectos más controvertidos de la ley, Scherpe destaca que no permite a los profesionales sanitarios asistir en la fecundación cuando se trate de subrogación. Incluso cuando la gestante acepta usar sus propios óvulos.
“Si los médicos participan en la subrogación en Dinamarca son penalmente responsables y podrían ser condenados. Así que, básicamente, aunque técnicamente la subrogación altruista está permitida en Dinamarca, en la práctica nadie puede llevarla a cabo”, argumenta Scherpe.
Esto hace que los padres de intención deban viajar al extranjero y llevar consigo a una gestante danesa para el tratamiento de fecundación. Pero no a cualquier gestante. Otra restricción es que solo alguien cercano a los futuros padres o madres puede actuar como gestante. De lo contrario, se presume que la actividad es comercial. El objetivo de esta restricción es evitar la presión, la mercantilización de las mujeres y la influencia indebida. Sin embargo, Scherpe considera que no tiene sentido.
«Si tengo problemas de fertilidad y solo tengo una hermana, y le digo que es la única persona que puede ayudar, ¿puedes imaginar la presión que recae sobre ella?”, añade Scherpe. “Por ello, en la práctica, muchas personas se convierten de repente en ‘amigos cercanos’ de la mujer que actúa como gestante. Y eso tampoco está bien”.
Así, al mismo tiempo que la subrogación altruista sigue siendo casi inalcanzable a pesar de ser legal, la comercial se está volviendo más fácil. Los padres de intención llevan a cabo el procedimiento en el exterior, y luego tramitan sus solicitudes de paternidad antes de que el niño llegue a Dinamarca. Las decisiones de adopción se toman rápidamente.
“Básicamente estamos diciendo a todo el mundo que haga la subrogación en otro lugar. Como nación de personas civilizadas y éticas, realmente no creo que esa sea una posición que podamos asumir”, concluye Scherpe, que acaba de regresar de un viaje de trabajo en Nairobi (Kenia) y ha estudiado cómo funciona la subrogación en lugares tan distintos como India o los países de América Latina.
Exportar dilemas éticos
Desde el sector sanitario también llegan críticas a la nueva ley. La investigadora y ginecóloga Malene Tanderup Sørensen describe la nueva legislación como poco ambiciosa y cuestiona la falta de consulta a especialistas. “Los políticos que la promovieron estaban muy en contra de la subrogación comercial, y el objetivo no era aumentar su uso en absoluto”, recuerda. “Pero esa será la consecuencia”.
Sørensen señala que al utilizar servicios en el sur global donde no es posible controlar si los derechos humanos de las gestantes están siendo violados, los países nórdicos están transfiriendo problemas éticos a otros lugares.
“Incluso si los acuerdos se hacen en Estados Unidos, no podemos tener la seguridad de las circunstancias culturales, sociales y comerciales en las que se realizan. Es muy difícil garantizar que se hagan de manera ética y con el menor riesgo médico posible”, añade Sørensen.
Facilita legalizar los procesos en el extranjeros
La abogada Traberg Smidt, conocida en Dinamarca por representar a futuros padres de intención, participó en el grupo que elaboró la reforma legal danesa y ha sido vicepresidenta de Dare Denmark, una organización que apoya la subrogación. Smidt, que casi cada semana recibe nuevos clientes que han recurrido a la subrogación, asegura que los efectos de la nueva ley ya son visibles en su trabajo. Las madres intencionales y las parejas del mismo sexo ahora tienen una posición legal mucho mejor al regresar a Dinamarca con los bebés nacidos en el extranjero.
“Los aspectos prácticos de convertirse en padres mediante la subrogación no han cambiado realmente, porque sigue siendo ilegal utilizar una agencia para encontrar una gestante. Pero toda la parte legal después de regresar a Dinamarca con el niño ha mejorado mucho”, señala.
Aunque celebra el estatus mejorado de sus clientes, Traberg Smidt no está satisfecha con que los tratamientos de fertilidad en casos de subrogación sigan estando prohibidos. Mientras las únicas alternativas sean ir al extranjero o hacer una inseminación casera, seguirá habiendo pocas candidatas para subrogación.
Esto podría cambiar en el futuro. En junio de 2025, comenzó una iniciativa ciudadana promovida por siete gestantes para exigir que los profesionales sanitarios del país puedan ayudar en la fecundación en casos de subrogación altruista. En solo un mes, la campaña reunió las 50.000 firmas necesarias para ser presentada al Parlamento danés para su consideración.
Traberg Smidt cree que Dinamarca también legalizará las agencias de subrogación en los próximos cinco a diez años, un aspecto que habló con el grupo de especialistas que redactó la nueva ley. Pero “en ese momento los políticos no estaban preparados”, recuerda.
Independientemente de las nuevas leyes que se irán discutiendo y aprobando, los incentivos hacia la subrogación internacional no van a desaparecer. “Siempre habrá personas que vayan al extranjero”, opina la ginecóloga Sørensen. “No podemos crear un sistema donde todos lo hagan en su país de origen, ni debería ser ese el objetivo. Porque nunca se lograría”, argumenta.
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