
Fue en torno a 1999, cuando el periodismo ciudadano comienza a dar sus primeros pasos a través del movimientoo Indymedia. Desde entonces, protagonistas como Dan Gillmor, profesor, periodista, fundador del Center for Citizen Media y el considerado «padre» del periodismo ciudadano, asentó el verdadero propósito de este fenómeno: convertir a la audiencia pasiva en un actor participativo en la construcción de la información.
Gillmor, un referente en este fenómeno además del autor de libros esenciales como We the Media, o Mediactive, defendió la idea de que los ciudadanos podían y debían formar parte del proceso informativo. En PeriodismoCiudadano.com hemos hablado en numerosas ocasiones de su trabajo y de cómo su visión ha sido clave para entender el cambio de paradigma en la comunicación digital.
Sin embargo, tras la adquisición de X, Elon Musk ha tratado de desvirtuar y reapropiarse de este movimiento con fines que poco tienen que ver con la transparencia o el empoderamiento ciudadano. Musk ha convertido X en un espacio cada vez más cerrado y autocrático, utilizando el discurso del “periodismo ciudadano” como una pantalla para justificar su manipulación de la información y el silenciamiento de voces críticas. Para ello se ha apropiado del lema que Gillmor abanderó con tando acierto al otorgar a la ciudadanía el poder de denunciar las violaciones de sus derechos y afirmar: «We the media», «somos los medios», lema que ahora desvirtua Musk al señalar: «vosotros sois los medios».
En los casi veinte años que llevamos defendiendo el periodismo ciudadano, debemos insitir en que nunca ha sido un objetivo de este fenómeno competir con los medios profesionales, al contrario. Se trata de colaborar y amplificar la defensa de los valores democráticos para llegar donde los medios no llegan. Sin embargo, y como señalan desde Maldita: Elon Musk afirma que:
X es una app de noticias, una alternativa de “periodismo ciudadano” a los medios tradicionales que “mienten” en la cual todos pueden participar con lemas como “vosotros sois los medios”
Elon Musk consolida así un nuevo modelo de hegemonía digital, donde la información ya no fluye libremente, sino que es moldeada por los intereses de su plataforma. Desde el diario El País Carmela Ríos habla de cómo su estrategia de comunicación en X ha convertido a la red en un órgano de propaganda global «para justificar las políticas de Trump y acallar las críticas»:
«Sus aportaciones, que superaron el millar durante la primera semana de febrero, son a su vez replicadas por un enjambre de cuentas de sus “palmeros” digitales, también favorecidos por el algoritmo para que lleguen hasta el último usuario. La ocupación del espacio mediático en la era de las redes sociales era esto: hacer que no exista otro protagonista que Musk, ni mensajes más replicados que los suyos. ‘Elon Musk ha superado los 216 millones de seguidores. Es el perfil con más seguidores e interacciones en X’, anuncia @cb_doge, la cuenta de uno de sus fieles, como si del azar se tratara y no de una manipulación.»
Esta estrategia no solo le permite monopolizar la conversación pública, sino también crear la ilusión de que su visión del mundo es la dominante. En lugar de permitir que el periodismo ciudadano florezca como una herramienta de empoderamiento, lo ha reducido a un mecanismo de validación personal.
Mientras que Dan Gillmor veía en el periodismo ciudadano una oportunidad para que la ciudadanía desafie el control de los medios tradicionales y participe en la construcción de la verdad, especialmente en situaciones críticas como los desastres naturales, los atentados y conflictos armados, Musk ha pervertido este ideal para justificar la eliminación de los medios tradicionales y reemplazarlos con su propia narrativa.
En PC ya os habíamos hablado de las afirmaciones de Gillmor, quien advertía sobre los peligros de quienes buscan controlar la información:
«Trump y sus acólitos (que ahora controlan uno de los dos principales partidos políticos de Estados Unidos y muchos gobiernos estatales)», señala Gillmor, no solo tiene como objetivo «destruir la educación pública tal como la conocemos», sino «derribar la democracia misma».
Lo que estamos viendo con Musk es una prolongación de esa misma lógica: el ataque sistemático al periodismo tradicional, la promoción de desinformación desde su plataforma y el control algorítmico de la conversación pública.
Uno de los aspectos más preocupantes de la estrategia de Musk es su uso de la desinformación como herramienta política. Carmela Ríos lo documenta de manera precisa cuando señala que Musk no tiene reparos en difundir información falsa para justificar decisiones gubernamentales, como la eliminación del Departamento de Educación o los recortes a la cooperación internacional.
Además, el bloqueo algorítmico de medios críticos es una pieza clave de su estrategia. Como destaca Ríos, medios como Wired han visto caer drásticamente su visibilidad en X, mientras que su impacto ha aumentado en plataformas más pequeñas como Bluesky.
Este ataque a la transparencia y la manipulación del algoritmo demuestran que Musk no está interesado en la democratización de la información, sino en su control absoluto.
Imagen: Joi Ito en flickr bajo licencia CC :: Joi Ito’s Web
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