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✇ATTAC España

¿El fin de la democracia?

Por: Nuria

El fin de la democraciaEl fin de la democracia

Fotografía de SpaceX en Unsplash

Artículo original publicado en espacio-publico.com por Paco Cantero

En los círculos de poder globales se extiende una narrativa peligrosa: la democracia liberal es un obstáculo para el progreso. Para esta élite, la democracia representativa se fundamenta en un principio incómodo: la soberanía reside en el pueblo, sin importar su nivel educativo, su riqueza o su coeficiente intelectual. Es un sistema deliberadamente imperfecto, diseñado para gestionar el disenso y proteger al individuo de la tiranía de la mayoría o de la minoría.

La promesa de una meritocracia dirigida por IA es el caballo de Troya para sustituir el gobierno del pueblo por una tecnocracia algorítmica al servicio de un capitalismo tecnológico sin frenos. Este modelo, impulsado por una ideología que mezcla el libertarismo radical con un mesianismo tecnológico, no busca mejorar la democracia, sino acelerar su deconstrucción. Para lograrlo, encuentra un aliado clave en las fuerzas de extrema derecha, unidas por un enemigo común: las instituciones democráticas.

El Asalto del Capitalismo Tecnológico

El capitalismo tecnológico libertario, cuyos profetas son figuras como Peter Thiel o Elon Musk, considera la democracia representativa un «sistema obsoleto». Su proyecto es un asalto directo contra las élites globalistas que nos han gobernado durante los últimos doscientos años, a las que acusan de frenar la «innovación». Aspiran a instaurar una aristocracia donde el poder emane de un «mérito» definido por ellos mismos: el éxito empresarial disruptivo y la acumulación de capital.

Esta visión se sustenta en una distorsión fundamental de lo que consideramos “Valores Humanos”. La nueva élite tecnológica no aprecia la sabiduría humanística, la empatía o el conocimiento de la condición humana; en su lugar, venera exclusivamente la eficiencia cuantificable, la escalabilidad exponencial y la disrupción por la disrupción misma. Esta cosmovisión genera una profunda desconexión con las realidades materiales de la mayoría de la población. ¿Puede un visionario como Elon Musk, obsesionado con colonizar Marte, entender las preocupaciones de un maestro de escuela o un pequeño agricultor? La historia muestra que las élites que se autoproclaman iluminadas terminan gobernando para perpetuar su poder, creando sistemas que reflejan sus propios intereses.

La Alianza Estratégica con el Extremismo

Este proyecto de poder necesita una palanca política capaz de fracturar el consenso social. Es aquí donde se produce una alianza estratégica con las fuerzas de la extrema derecha y sus líderes mesiánicos. Para obtener sus fines, este nuevo capitalismo tecnológico libertario se apoya conscientemente en las bases sociales del nacionalpopulismo.

Ambos comparten un enemigo común: el establishment político tradicional. Los tecno-libertarios aportan la infraestructura digital, el capital financiero y una narrativa de «eficiencia». La extrema derecha aporta la fuerza social movilizada y la voluntad de destruir los frenos democráticos. Es una simbiosis perfecta: los primeros financian la desregulación absoluta, mientras los segundos desacreditan la prensa libre y la solidaridad social. Juntos, aceleran la deconstrucción del Estado de bienestar, allanando el camino para un modelo donde la política cede su lugar a la gestión técnica.

La Convergencia Siniestra: Hacia el Despotismo Algorítmico

Este proceso converge con otros modelos autoritarios, como el capitalismo de vigilancia chino. Aunque con ropajes distintos, ambos sistemas comparten un núcleo común: la sustitución de la política por la ingeniería social:

  • La democracia es lenta y compleja; los algoritmos prometen decisiones rápidas y «limpias».
  • La voluntad popular es impredecible; los smart contracts son automáticos e inapelables.

La infraestructura para este nuevo despotismo ya se está construyendo. El siguiente escalón es la gobernanza mediante contratos inteligentes y DAOs (Organizaciones Autónomas Descentralizadas). Promovidos como forma de «eliminar intermediarios”, su riesgo real es que codifican las normas de manera inmutable. Si un algoritmo te niega un derecho basándose en datos sesgados, no hay juez humano al que apelar, no hay espacio para la misericordia, la contextualización o la evolución de las normas sociales. Es la materialización de una ideología extremista, un mundo gobernado por un código que refleja los valores y prejuicios de sus programadores, una IA entrenada con las prioridades de las élites tecnológicas, optimizada para la maximización del beneficio, anulando la dignidad humana, la justicia social o la libertad de expresión.

La Alternativa: Democracia Deliberativa frente al Mesianismo

Frente a este proyecto, la respuesta es fortalecer la democracia. La alternativa es una democracia deliberativa y resiliente. Esto implica crear instituciones permanentes de participación ciudadana informada. Asambleas ciudadanas representativas, sorteadas como jurados, deberían deliberar sobre grandes temas como la transición ecológica o la regulación de la IA, por ejemplo. Se trataría de combinar la inteligencia colectiva de la población con la experiencia de los científicos, economistas y filósofos, no para que estos decidan, sino para que ilustren la decisión de la ciudadanía. El problema no es la tecnología en sí, sino quién la controla y para qué fines, por ello, creemos que la tecnología debe servir a esta deliberación colectiva, facilitando el acceso al conocimiento y garantizando transparencia.

La Libertad no es un Algoritmo

La batalla del siglo XXI es entre la gobernanza humana y la automatizada. El modelo tecno-libertario, aliado con el extremismo, ofrece una jaula de oro: comodidad a cambio de autonomía. La libertad de disentir, de vivir una vida no optimizada, es incompatible con un sistema que idolatra la eficiencia; preservarla exige que el poder tecnológico esté al servicio de la soberanía ciudadana. El futuro no puede ser diseñado por una élite en Silicon Valley, sino deliberado por todos en el ágora digital y física, de lo contrario, la jaula de oro meritocrática, aunque brillante, seguirá siendo una prisión.

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Elon Musk y la apropiación del periodismo ciudadano: del empoderamiento a la manipulación

Por: Paula Gonzalo
Imagen Maldita.es

Fue en torno a 1999, cuando el periodismo ciudadano comienza a dar sus primeros pasos a través del movimientoo Indymedia. Desde entonces, protagonistas como Dan Gillmor, profesor, periodista, fundador del Center for Citizen Media y el considerado «padre» del periodismo ciudadano, asentó el verdadero propósito de este fenómeno: convertir a la audiencia pasiva en un actor participativo en la construcción de la información.

Gillmor, un referente en este fenómeno además del autor de libros esenciales como  We the Mediao Mediactive, defendió la idea de que los ciudadanos podían y debían formar parte del proceso informativo. En PeriodismoCiudadano.com hemos hablado en numerosas ocasiones de su trabajo y de cómo su visión ha sido clave para entender el cambio de paradigma en la comunicación digital.

Sin embargo, tras la adquisición de X, Elon Musk ha tratado de desvirtuar y reapropiarse de este movimiento con fines que poco tienen que ver con la transparencia o el empoderamiento ciudadano. Musk ha convertido X en un espacio cada vez más cerrado y autocrático, utilizando el discurso del “periodismo ciudadano” como una pantalla para justificar su manipulación de la información y el silenciamiento de voces críticas. Para ello se ha apropiado del lema que Gillmor abanderó con tando acierto al otorgar a la ciudadanía el poder de denunciar las violaciones de sus derechos y afirmar: «We the media», «somos los medios», lema que ahora desvirtua Musk al señalar: «vosotros sois los medios».

En los casi veinte años que llevamos defendiendo el periodismo ciudadano, debemos insitir en que nunca ha sido un objetivo de este fenómeno competir con los medios profesionales, al contrario. Se trata de colaborar y amplificar la defensa de los valores democráticos para llegar donde los medios no llegan. Sin embargo, y como señalan desde Maldita: Elon Musk afirma que: 

 X es una app de noticias, una alternativa de “periodismo ciudadano” a los medios tradicionales que “mienten” en la cual todos pueden participar con lemas como “vosotros sois los medios”

Elon Musk consolida así un nuevo modelo de hegemonía digital, donde la información ya no fluye libremente, sino que es moldeada por los intereses de su plataforma. Desde el diario El País Carmela Ríos habla de cómo su estrategia de comunicación en X ha convertido a la red en un órgano de propaganda global «para justificar las políticas de Trump y acallar las críticas»:

«Sus aportaciones, que superaron el millar durante la primera semana de febrero, son a su vez replicadas por un enjambre de cuentas de sus “palmeros” digitales, también favorecidos por el algoritmo para que lleguen hasta el último usuario. La ocupación del espacio mediático en la era de las redes sociales era esto: hacer que no exista otro protagonista que Musk, ni mensajes más replicados que los suyos. ‘Elon Musk ha superado los 216 millones de seguidores. Es el perfil con más seguidores e interacciones en X’, anuncia @cb_doge, la cuenta de uno de sus fieles, como si del azar se tratara y no de una manipulación.»

Esta estrategia no solo le permite monopolizar la conversación pública, sino también crear la ilusión de que su visión del mundo es la dominante. En lugar de permitir que el periodismo ciudadano florezca como una herramienta de empoderamiento, lo ha reducido a un mecanismo de validación personal.

Mientras que Dan Gillmor veía en el periodismo ciudadano una oportunidad para que la ciudadanía desafie el control de los medios tradicionales y participe en la construcción de la verdad, especialmente en situaciones críticas como los desastres naturales, los atentados y conflictos armados, Musk ha pervertido este ideal para justificar la eliminación de los medios tradicionales y reemplazarlos con su propia narrativa.

En PC ya os habíamos hablado de las afirmaciones de Gillmor, quien advertía sobre los peligros de quienes buscan controlar la información:

«Trump y sus acólitos (que ahora controlan uno de los dos principales partidos políticos de Estados Unidos y muchos gobiernos estatales)», señala Gillmor, no solo tiene como objetivo «destruir la educación pública tal como la conocemos», sino «derribar la democracia misma».

Lo que estamos viendo con Musk es una prolongación de esa misma lógica: el ataque sistemático al periodismo tradicional, la promoción de desinformación desde su plataforma y el control algorítmico de la conversación pública.

Uno de los aspectos más preocupantes de la estrategia de Musk es su uso de la desinformación como herramienta política. Carmela Ríos lo documenta de manera precisa cuando señala que Musk no tiene reparos en difundir información falsa para justificar decisiones gubernamentales, como la eliminación del Departamento de Educación o los recortes a la cooperación internacional.

Además, el bloqueo algorítmico de medios críticos es una pieza clave de su estrategia. Como destaca Ríos, medios como Wired han visto caer drásticamente su visibilidad en X, mientras que su impacto ha aumentado en plataformas más pequeñas como Bluesky.

Este ataque a la transparencia y la manipulación del algoritmo demuestran que Musk no está interesado en la democratización de la información, sino en su control absoluto.

Imagen: Joi Ito en flickr bajo licencia CC :: Joi Ito’s Web 

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1603. Nuevas trincheras

Por: Listo Entertainment

✇El Listo

1599. U.S.A.

Por: Listo Entertainment

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Los Angeles Times cuestiona la gestión de X (Twitter) bajo la dirección de Elon Musk

Por: Equipo PC
Imagen bajo licencia CC Janeb13

A raíz de la polémica desatada en redes sociales sobre la autoría del «supuesto» ataque de Israel a un hospital en Gaza, matando al menos a 500 personas, el experto en tecnología Brian Merchant (@bcmerchant), publica una columna en Los Angeles Times, criticando abiertamente la efectividad de la red social X, anteriormente conocida como Twitter, bajo la dirección de Elon Musk.

Merchant se suma así a otras voces que han criticado la credibilidad de esta plataforma desde que Musk asumió un papel más prominente en la toma de decisiones. En especial destaca la creciente preocupación en torno a la veracidad de la información compartida así como a la disminución de la fiabilidad de las fuentes verificadas.

Twitter se ha convertido en una fuente de noticias significativamente menos confiable desde que Musk asumió el control y destripó a los equipos de moderación de contenido responsables de mantener a raya los engaños, el acoso y la mala información.

El propio fundador de Twitter, Jack Dorsey, criticaba duramente la decisión de Musk de convertir el servicio Twitter Blue de verificación en una simple marca para distinguir a quienes pagan de los que no. Brian Merchant señala en relación con este sistema de verificación de identidad mediante pago, como tras la adquisición e implementación de nuevas políticas de Musk, ha caído en picado la confianza en estos perfiles «verificados» así como la propagación de información errónea. Asimismo, Merchant enfatiza el desafío de mantener la integridad de la plataforma en un entorno digital donde la desinformación y la manipulación de la información están en aumento.

Como respuesta ante dicha situación, Jack Dorsey, ha creado una red social alternativa, Blueskycon un enfoque descentralizado para evitar lo sucedido con X.

Brian Merchant continúa su columna señalando como la nueva dinámica de Twitter ha fomentado un entorno propicio para discusiones polarizadas y el contenido incendiario, lo que plantea serios interrogantes sobre la eficacia de la plataforma como un espacio para el diálogo constructivo y la difusión de información veraz. Una cosa es segura:

necesitamos un lugar donde podamos avanzar hacia una comprensión compartida de los acontecimientos mundiales.

Merchant hace hincapié en la importancia de mejorar la seguridad y confianza en estas plataformas, aumentando la alfabetización mediática en un momeno en el que tras un ataque atroz que ha generado comparaciones con el 11 de septiembre ,»es realmente difícil saber en quién confiar, desde los medios tradicionales hasta las redes sociales y más».

«Muchos de nosotros nos sentimos furiosos e impotentes», al analizar la forma en la que las redes sociales nos engañan haciéndonos creer que estamos interactuando con una historia y cómo la tecnología nosanima a publicar historias cada vez más polémicas, «incluso antes de que los hechos estén del todo claros, prometiendo recompensar a los más incendiarios con notoriedad y tal vez incluso con pagos».

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