La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ha atendido en apenas 10 meses a más de 130 personas migrantes que han sufrido racismo o xenofobia al alquilar una casa, ir al médico, empadronarse en su municipio o abrir una cuenta bancaria.
En un comunicado remitido a los medios en el marco del trigésimo tercer aniversario del asesinato de Lucrecia Pérez, el primer crimen racista reconocido en España, que se recuerda este jueves, la ONG ha hecho este balance de su proyecto Alza la Voz contra el Racismo y la Xenofobia, que comenzó este año en Madrid, València y Sevilla.
En estos meses, la campaña ha acompañado a más de 130 personas que han sufrido discriminación en varios ámbitos y ha formado a más de 500 personas migrantes sobre sus derechos.
Una de ellas fue Lorena Valdes, quien ha relatado en la nota la discriminación que sufrió cuando cambió de centro de salud: «La nueva doctora enseguida notó mi acento y, al darse cuenta de que soy latina, no quiso ver las pruebas ni revisar mi baja médica. Me dijo que tenía que irme a trabajar ya, que era para que lo que veníamos, no para quedarnos sentados».
Para Valdes fue «duro» porque esta médica la hizo volver a trabajar «con un estado de salud lamentable», despreciando sus derechos.
En el caso de Claudina Suárez, su problema fue al alquilar una vivienda para ella y sus dos hijas: en un primer momento, los dueños le pidieron «que pagara de más» y después quisieron limitarles el uso de aparatos como la lavadora.
La situación acabó en insultos diarios y amenazas de que iban a hacer que las deportaran, palabras que incluso dirigían a sus hijas.
El servicio ofrecido por CEAR incluye información, asesoramiento, acompañamiento, seguimiento del proceso de denuncia y de recuperación a las víctimas a través de una intervención integral, además de acciones formativas dirigidas a la población migrante en materia de prevención del racismo y delitos de odio. ?
La entidad asegura que, en muchos municipios, los migrantes siguen encontrando grandes obstáculos para empadronarse, lo que les impide acceder a derechos básicos; abrir cuentas bancarias, a pesar de ser un derecho reconocido, en especial para personas en situación de vulnerabilidad, o acceder al sistema sanitario por no estar empadronadas o tener otra documentación distinta al DNI.
La ONG invita a todas estas personas a alzar la voz para acabar con la impunidad y «evitar que crímenes como los de Lucrecia Pérez se repitan».
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