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La IA desregulada es una herramienta dañina en manos de agresores

Por: Deva Mar Escobedo

Google ha lanzado al mercado Nano Banana Pro, una actualización de su inteligencia artificial generativa que es capaz de hacer imágenes más realistas, con lo que las imágenes 'fake' serán más difíciles de identificar.

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Salaketak jartzen dituzten emakumeen aurkako salaketak

Por: Esmeralda R. Vaquero

Sexu-indarkerien lekukotzak publikoki partekatzen dituzten emakumeek errepresaliei egin behar diete aurre, eta errepresalia horiek prozesu judizial bat eragin dezakete ohorearen aurkako delitu bat egiteagatik.

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Las grietas de la economía digital

Por: Mª Ángeles Fernández

Hablar de tecnologías, de comercio electrónico y de plataformas online es abordar cuestiones como la minería, los grandes proyectos energéticos que generan expulsiones, y las defensoras del territorio. También los grandes cables submarinos, el control de datos, los servidores de internet y el acaparamiento.

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¿Tú también eres drogadicto?

Por: Pepe Galindo

El mundo tecnológico es extraño para los humanos. Estamos medio drogados. Y eso no es lo peor. Lo más grave es que no lo sabemos; o no lo queremos reconocer; síntoma clásico de toda adicción.

En paralelo, crece el consumo de medicamentos que nos adormecen, al igual que nuestra obsesión colectiva por creer que son necesarias o imprescindibles las tonterías más delirantes, desde las toallitas húmedas al agua plastificada. Vivimos en una sociedad enganchada, sumisa a los picos de dopamina. Aunque esto tiene una explicación científica basada en la evolución, hay un lado triste y autodestructivo; deshumanizador y depravado.

¿A qué estamos enganchados? Al menos, a todo esto…

  1. Esclavos de la comodidad. Esto es dañino cuando se busca a toda costa y sin evaluar costos ni riesgos para nosotros ni para terceros.
  2. Dependemos del plástico y de los envases de usar y tirar. Hemos convertido en un peligro para nuestra salud un material que —bien empleado— podría tener más ventajas que inconvenientes. Ni un SDDR para los envases de plástico sería suficiente, porque reciclar no basta.
    • Evitar envases de usar y tirar, incluso de vidrio, no es tan fácil como debiera, aunque tampoco es imposible.
  3. Dependemos del petróleo. Pocas dependencias son tan graves como la petroadicción. Gran parte de nuestras sociedades se mueven con combustibles fósiles, desde este blog que estás leyendo, hasta la comida que llega a tu boca. Sin petróleo, sufriríamos apagones, tanto eléctricos como médicos, psicológicos, de suministros y hasta de paz.
    • Caminar e ir en bici son bombas silenciosas que despiertan a la humanidad.
  4. Nos ciega la moda barata. Queremos vestir arreglados para que no nos miren mal; o para sentirnos superiores, si bien los mayores ladrones y asesinos siempre se presentan con corbata y relojes caros. Tampoco parece importar que la moda sea causa directa de enormes problemas ecoanimalistas.
    • Vestir ropa visiblemente usada, no solo introduce menos tóxicos en nuestro cuerpo, sino que golpea en el estómago de la segunda industria más contaminante del planeta, solo por detrás del sector energético.
  5. Adoramos la carne, los lácteos, los huevos y la comida ultraprocesada. Nos da igual lo que diga la ciencia, incluso aunque nuestra salud se resienta. El consumo de alimentos de origen animal y ultracondimentados es tan sabroso y barato (subvencionado en muchos casos), que nos engancha en cada mordisco. Los dirigentes venden nuestra salud a macrocorporaciones ultraazucaradas.
    • Solo un demente o alguien sin alternativas querría trabajar de matarife. En este oficio, la crueldad diaria insensibiliza al ser humano hasta niveles inhumanos. A partir de ahí, todos los negocios que se basan en ello —igual que la caza o la pesca— tienen podridos los cimientos.
  6. Huimos lejos para mirar fuera cuando no queremos ver dentro. ¿Quién nos ha vendido que si no viajas en vacaciones eres un ser inferior? Los sabios saben que se aprende más sin salir de casa (Capítulo 47 del Tao Te Ching).
    • Viajar despacio y por tierra (sin volar) no es sinónimo de viajar cerca, ni de aprender poco. Tener el valor de mirar hacia dentro es más barato, más productivo y más valiente que subir al Himalaya, pero la foto tendrá menos likes.
  7. Buscamos el ruido. Fabricamos máquinas que producen ruido y rellenamos con música cuando hay demasiado silencio. Nuestra sociedad se comporta como si el silencio fuera un terrorífico enemigo.
  8. Anhelamos la riqueza. Queremos dinero para que nos admiren. Los ricos no son superiores; solo los tratamos como si lo fueran, sin importar si el origen de su riqueza es ético o no; o incluso cuando, directamente, se sabe que procede de corrupción propia o de sus antepasados.
    • Muchas personas se consideran clase media porque observan que hay otros más ricos y otros más pobres. La medida de Peter Singer para ver si somos ricos tal vez te sorprenda y te haga reaccionar ante este mundo asombrosamente injusto.
  9. Nos atamos a las telecomunicaciones, a internet, a la tecnología, a la IA, a las series en streaming. La cosa va más allá del síndrome FOMO (Fear of Missing Out; miedo a perderse algo), caracterizado por ansiedad o preocupación constante por no estar al tanto de eventos y personajes; a veces tan alejados que ni conocemos en persona. Estar constantemente en conversación con unos y otros no solo es estresante, sino que nos quita tiempo para cosas importantes: leer, estudiar, pensar, descansar, pasear…
    • Algunas apps, como WhatsApp, tienen serios inconvenientes si se usan mal. Por eso, cada vez más personas se pasan a Telegram que, además de tener menos usuarios (eso quita ruido), no traspasa tus datos a cualquiera de las redes de Meta.
  10. Corremos sin motivo, siervos de la inmediatez y la novedad. Lo que queremos, lo queremos rápido. Si viajamos, ansiamos llegar pronto; para así, irnos rápido a otro lugar. Ver la película es más rápido que leer el libro. Lo nuevo, rápido pasa a ser viejo.
    • ¿Y si cada día nos proponemos hacer algo más despacio, con más calma, con más pasión?

Por supuesto, no hemos pretendido ser exhaustivos en esta lista, sino invitar a una reflexión siempre agradecida y agradable. Cambiar no es fácil, pero tampoco imposible ni difícil, si lo deseamos.

Como sociedad, es bueno saber que hay estudios que reflejan que no hace falta mucha población concienciada para provocar un cambio sustancial. Entre un 10 y un 20 % de personas activas son suficientes para arrastrar a más individuos, colectivos y también a los líderes, que tendrían que tomar medidas. Hay muchos ejemplos: el voto femenino se consiguió cuando ni siquiera muchas mujeres lo deseaban.

La sociedad actual nos ha envenenado. Ya no somos consumidores. Somos nosotros los consumidos, drogadictos del sistema; adictos al placer inmediato y a la comodidad de un sistema de vida insostenible, cuya factura pagará quién sabe quién.

Asumamos nuestras dependencias. Reconozcamos que tenemos un problema grave. Ese es el primer paso para desintoxicarnos antes de morir por sobredosis.

♥ Drogas que nos matan y soluciones que nos salvan:

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¿Tú también eres drogadicto?

Por: Pepe Galindo

El mundo tecnológico es extraño para los humanos. Estamos medio drogados. Y eso no es lo peor. Lo más grave es que no lo sabemos; o no lo queremos reconocer; síntoma clásico de toda adicción.

En paralelo, crece el consumo de medicamentos que nos adormecen, al igual que nuestra obsesión colectiva por creer que son necesarias o imprescindibles las tonterías más delirantes, desde las toallitas húmedas al agua plastificada. Vivimos en una sociedad enganchada, sumisa a los picos de dopamina. Aunque esto tiene una explicación científica basada en la evolución, hay un lado triste y autodestructivo; deshumanizador y depravado.

¿A qué estamos enganchados? Al menos, a todo esto…

  1. Esclavos de la comodidad. Esto es dañino cuando se busca a toda costa y sin evaluar costos ni riesgos para nosotros ni para terceros.
  2. Dependemos del plástico y de los envases de usar y tirar. Hemos convertido en un peligro para nuestra salud un material que —bien empleado— podría tener más ventajas que inconvenientes. Ni un SDDR para los envases de plástico sería suficiente, porque reciclar no basta.
    • Evitar envases de usar y tirar, incluso de vidrio, no es tan fácil como debiera, aunque tampoco es imposible.
  3. Dependemos del petróleo. Pocas dependencias son tan graves como la petroadicción. Gran parte de nuestras sociedades se mueven con combustibles fósiles, desde este blog que estás leyendo, hasta la comida que llega a tu boca. Sin petróleo, sufriríamos apagones, tanto eléctricos como médicos, psicológicos, de suministros y hasta de paz.
    • Caminar e ir en bici son bombas silenciosas que despiertan a la humanidad.
  4. Nos ciega la moda barata. Queremos vestir arreglados para que no nos miren mal; o para sentirnos superiores, si bien los mayores ladrones y asesinos siempre se presentan con corbata y relojes caros. Tampoco parece importar que la moda sea causa directa de enormes problemas ecoanimalistas.
    • Vestir ropa visiblemente usada, no solo introduce menos tóxicos en nuestro cuerpo, sino que golpea en el estómago de la segunda industria más contaminante del planeta, solo por detrás del sector energético.
  5. Adoramos la carne, los lácteos, los huevos y la comida ultraprocesada. Nos da igual lo que diga la ciencia, incluso aunque nuestra salud se resienta. El consumo de alimentos de origen animal y ultracondimentados es tan sabroso y barato (subvencionado en muchos casos), que nos engancha en cada mordisco. Los dirigentes venden nuestra salud a macrocorporaciones ultraazucaradas.
    • Solo un demente o alguien sin alternativas querría trabajar de matarife. En este oficio, la crueldad diaria insensibiliza al ser humano hasta niveles inhumanos. A partir de ahí, todos los negocios que se basan en ello —igual que la caza o la pesca— tienen podridos los cimientos.
  6. Huimos lejos para mirar fuera cuando no queremos ver dentro. ¿Quién nos ha vendido que si no viajas en vacaciones eres un ser inferior? Los sabios saben que se aprende más sin salir de casa (Capítulo 47 del Tao Te Ching).
    • Viajar despacio y por tierra (sin volar) no es sinónimo de viajar cerca, ni de aprender poco. Tener el valor de mirar hacia dentro es más barato, más productivo y más valiente que subir al Himalaya, pero la foto tendrá menos likes.
  7. Buscamos el ruido. Fabricamos máquinas que producen ruido y rellenamos con música cuando hay demasiado silencio. Nuestra sociedad se comporta como si el silencio fuera un terrorífico enemigo.
  8. Anhelamos la riqueza. Queremos dinero para que nos admiren. Los ricos no son superiores; solo los tratamos como si lo fueran, sin importar si el origen de su riqueza es ético o no; o incluso cuando, directamente, se sabe que procede de corrupción propia o de sus antepasados.
    • Muchas personas se consideran clase media porque observan que hay otros más ricos y otros más pobres. La medida de Peter Singer para ver si somos ricos tal vez te sorprenda y te haga reaccionar ante este mundo asombrosamente injusto.
  9. Nos atamos a las telecomunicaciones, a internet, a la tecnología, a la IA, a las series en streaming. La cosa va más allá del síndrome FOMO (Fear of Missing Out; miedo a perderse algo), caracterizado por ansiedad o preocupación constante por no estar al tanto de eventos y personajes; a veces tan alejados que ni conocemos en persona. Estar constantemente en conversación con unos y otros no solo es estresante, sino que nos quita tiempo para cosas importantes: leer, estudiar, pensar, descansar, pasear…
    • Algunas apps, como WhatsApp, tienen serios inconvenientes si se usan mal. Por eso, cada vez más personas se pasan a Telegram que, además de tener menos usuarios (eso quita ruido), no traspasa tus datos a cualquiera de las redes de Meta.
  10. Corremos sin motivo, siervos de la inmediatez y la novedad. Lo que queremos, lo queremos rápido. Si viajamos, ansiamos llegar pronto; para así, irnos rápido a otro lugar. Ver la película es más rápido que leer el libro. Lo nuevo, rápido pasa a ser viejo.
    • ¿Y si cada día nos proponemos hacer algo más despacio, con más calma, con más pasión?

Por supuesto, no hemos pretendido ser exhaustivos en esta lista, sino invitar a una reflexión siempre agradecida y agradable. Cambiar no es fácil, pero tampoco imposible ni difícil, si lo deseamos.

Como sociedad, es bueno saber que hay estudios que reflejan que no hace falta mucha población concienciada para provocar un cambio sustancial. Entre un 10 y un 20 % de personas activas son suficientes para arrastrar a más individuos, colectivos y también a los líderes, que tendrían que tomar medidas. Hay muchos ejemplos: el voto femenino se consiguió cuando ni siquiera muchas mujeres lo deseaban.

La sociedad actual nos ha envenenado. Ya no somos consumidores. Somos nosotros los consumidos, drogadictos del sistema; adictos al placer inmediato y a la comodidad de un sistema de vida insostenible, cuya factura pagará quién sabe quién.

Asumamos nuestras dependencias. Reconozcamos que tenemos un problema grave. Ese es el primer paso para desintoxicarnos antes de morir por sobredosis.

♥ Drogas que nos matan y soluciones que nos salvan:

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Ideas ecológicas para estar a gusto en casa

Por: Pepe Galindo
Asomarse por la ventana y observar no es una pérdida de tiempo.
Asomarse por la ventana y observar no es una pérdida de tiempo.

Nos han vendido que la felicidad está ahí fuera, pero no hay que ser muy inteligente para darse cuenta de que eso es un mito para que compremos más y gastemos el dinero contaminando el planeta.

Muchas veces, la forma más ecológica de hacer algo es no hacerlo. Entendiendo eso, hay cosas que bien podrían ser oxímoron: turismo sostenible, carne ecológica, joyas éticas, crecimiento verde, plástico de usar y tirar ecológico (o biodegradable)…

Parece claro que es importante estar a gusto con uno mismo en el lugar en el que esté. La crisis del coronavirus ha implicado el confinamiento doméstico de buena parte de la población mundial. Eso supone para muchos un reto importante. Si se gestiona mal se pueden generar conflictos personales, rupturas sentimentales, problemas psicológicos… o simplemente aburrimiento.

No pretendemos hacer una lista exhaustiva de las cosas que se pueden hacer sin salir de casa, sino más bien, dar algunas ideas para aprovechar el tiempo de manera agradable, especialmente pensando en mejorar como seres respetuosos con el medioambiente:

  1. Aprovechar el aceite usado para hacer jabón casero: Solo necesitas un poco de aceite usado, sosa y agua. Si eres una persona sana, seguro que no cocinas nada frito, por lo que es posible que no tengas aceite usado. En ese caso, tal vez puedas pedirlo llevando tus recipientes (a tus vecinos, a restaurantes…).
  2. Acometer una reducción en el consumo de carne y pescado, aprendiendo recetas veganas: Muchas veces no organizamos bien lo que comemos por falta de tiempo. Si pasamos más tiempo en casa, será más fácil organizar y cocinar una dieta más sana y sostenible. El flexitarianismo está ganando muchos adeptos, por muchas razones.
  3. Aprender: Leer es un clásico del entretenimiento, pero hay muchas formas de leer. Lo clásico es leer libros, pero también se pueden buscar blogs interesantes o libros resumidos (para aprender mucho leyendo solo las ideas más importantes). También se puede aprender viendo documentales, visitando los museos del mundo por Internet, escuchando audiolibros, algún podcast del tema que te guste o una radio del mundo, y viajando con Google Maps. Recomendamos dar un paseo por la Biblioteca Digital Mundial (mapas, textos, vídeos…).
  4. Activar el cuerpo físico: Hacer ejercicio es fundamental para el cuerpo físico y para la mente. Hay multitud de ejercicios que se pueden hacer en casa, en poco espacio y sin aparatos. Puedes usar pesas simples como una botella de agua o un montón de libros. Evidentemente, hay que tener cuidado y moderación para no lesionarse. Dicen que en 5 días de reposo perdemos el 9% de nuestra fuerza y el 3,5% de nuestra masa muscular.
  5. Apaciguar la mente: Intentar serenar la mente de tantas ideas que fluyen, que vienen y van, es también algo extraordinariamente útil. La meditación y el yoga llevan miles de años haciendo felices a millones de personas. Por algo será. El escritor Y.N. Harari cuenta su experiencia con la meditación y la recomienda para conocernos mejor. Simplemente estar en silencio unos minutos observando lo que pasa por nuestra mente, siendo nosotros nuestro propio objeto de estudio. Recomendamos también la experiencia de Saúl Martínez sobre cómo esas experiencias nos hacen darnos cuenta de lo poco que necesitamos y de lo fácil que es llenar el vacío que nos hace desear lo que no tenemos.
  6. Agricultura doméstica con un huerto en una ventana o en un balcón: No necesitas mucho espacio para hacer un pequeño huerto. Necesitas un poco de agua, de sol y de tierra. Si no tienes tierra, la puedes fabricar (lentamente) haciendo compost casero, lo cual es esencial en una economía circular y sostenible. Las semillas puedes sacarlas de, por ejemplo, cualquier tomate.
  7. Analizar las cosas que tenemos en casa: Cada cosa que tenemos nos aporta beneficios y perjuicios. Si algo no lo usamos o podemos fácilmente prescindir de ello, es el momento de deshacerse de ello: regalarlo o donarlo, nunca tirarlo. Dar una nueva vida a libros, ropa, zapatos, aparatos… reduce el consumo de energía y materiales del planeta. Recomendamos leer un cuento breve sobre esto de Paulo Coelho.
    • Esto también incluye la comida. No se debe almacenar comida como si fuera eterna. Las latas, además de contaminar mucho, también caducan.
    • Ordenar es también algo interesante, pero deshacerse de cosas simplifica más.
  8. Anímate con actividades artísticas o manualidades: Pintura, dibujo, costura, hacer punto o croché… son fantásticas ideas para pasar el tiempo de forma creativa y productiva. Aprender ese tipo de cosas es fácil teniendo Internet. También se puede reciclar la ropa. Por ejemplo, aquí puedes aprender a hacer bolsas con ropa usada. Otra buena forma de mantener el cerebro activo es escribir sobre el tema que te guste (poesía, relatos, ensayos…). ¿Has probado a escribir tu propio blog o a colaborar en blog ya existentes? También puedes componer música, hacer papiroflexia o hacer vídeos (musicales, teatro, cine, educativos, documental…).
  9. Atender, escuchar y entender: Tenemos la sensación de que a la gente le gusta más hablar que escuchar. Cuando escuchamos algo, ¿tenemos prisa por dar soluciones o nuestra opinión? ¿Y si probamos a escuchar activamente mordiéndonos la lengua para no opinar? Simplemente escuchar e intentar entender. Especialmente, las personas mayores atesoran un montón de conocimiento, anécdotas y experiencias que podrían perderse para siempre. Sus conocimientos pueden ser poco útiles en un mundo muy tecnológico, pero ante un más que posible colapso, esos conocimientos ancestrales podrían ser los que ayuden a subsistir.
  10. Atisbar la vida: Observar lo que ocurre fuera o dentro de nuestra casa intentando no interferir. Algunos hacen concursos para ver cuántas especies de aves ven desde su ventana. Puedes hacer nidos para pájaros o ponerles comida. También es fácil observar la fauna (y flora) dentro de casa o no muy lejos: hormigas, lepismas, arácnidos, salamanquesas…

Solo tener una casa donde cobijarnos ya es tener mucha suerte en la vida. No seamos de ese tipo de gente que se queja continuamente tanto de estar muy estresada como de aburrirse cuando no tiene nada que hacer.

A pesar de que algunas de las opciones planteadas requieren el uso de Internet, recomendamos no banalizar el uso de esta red. Mantener los ordenadores encendidos y funcionando requiere grandes cantidades de energía y materiales, por lo que reducir su uso es respetuoso con el planeta.

¿Te has fijado que todas nuestras sugerencias comienzan por la letra “A”?

Concluyendo: menos es más

“Sin salir más allá de tu puerta, puedes conocer los asuntos del mundo. (…)
Cuanto más lejos vas, menos conoces.
Así pues, el sabio conoce sin viajar, ve sin mirar, y logra sin actuar”.

Son palabras de Lao Tse en la obra esencial del taoísmo. También se afirma que la preocupación por pasarlo bien (tener dinero, honores…) impide ser feliz. Alcanzar la felicidad es dejar de buscarla: “La alegría perfecta es estar sin alegría. La alabanza perfecta es no ser alabado”. ¿Alguien lo entiende?

♥ Lee también:

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17 de mayo: Día de las Telecomunicaciones, Día de Internet

Por: Radios Libres

La relación que existe entre todo tipo de telecomunicaciones e Internet se estrecha cada día más. Por eso, este 17 de mayo, es el mejor día para defender la Red.

La Unión Internacional de las Telecomunicaciones (UIT), el organismo de las Naciones Unidas que norma el uso del espectro radioeléctrico a nivel mundial y el resto de comunicaciones tecnológicas, conmemora el 17 de mayo el Día Internacional de las Telecomunicaciones. Desde hace unos años, esta fecha se comenzó a denominar popularmente cómo el “Día de Internet”. ¿Es acaso Internet la única telecomunicación? Obviamente, no. Están los teléfonos, satélites, la radio y la tv. Sin embargo, estas tecnologías se acercan cada día más a Internet. Seguiremos usando los mismos aparatos que utilizamos ahora, pero de diferente forma. Sobre todo los teléfonos.

En 2014, el número de suscripciones de banda ancha móvil era de 2,3 mil millones, el 55% de ellas en países en desarrollo. En menos de 10 años, para 2023, este número se triplicó llegando a 7.000 millones.

Cuando la banda ancha se implementó el los celulares, se mantuvo el canal de voz. Es decir, se transmite con un tipo de tecnología mientras que el acceso a Internet usa otra. Esto aún se mantiene, sin embargo, con la llegada de la cuarta y quinta generación de telefonía móvil (4G y 5G) poco a poco vamos dejando de comprar “minutos para hablar” y usamos los planes de datos para llamarnos y navegar. Con esos datos, revisamos las redes sociales, el correo, mandamos mensajes instantáneos (con Telegram, Signal, Line, WhatsApp) y hablar por VoIP, llamadas a través de Internet, con programas como Jitsi, BBB, Zoom, Meet y, hasta hace poco, Skype que cerró justo este mes (mayo, 2025). Lo poco que queda de telecomunicación tradicional entre personas, terminará pronto para tele-comunicarnos plenamente a través de Internet.[1]

Por todo esto, hoy más que nunca, se hace hace necesario proteger la Red. Darle entidad de Derecho, y buscar que ante esta nueva realidad la ciudadanía salga beneficiada, no sólo las operadoras móviles.

La situación no es muy alentadora. Desde la reunión NetMundial, celebrada en abril de 2014 en Brasil, se minaron las posibilidad de proteger derechos como la neutralidad de la Red a nivel global. No podemos esperar a que los gobiernos o las operadoras tomen la iniciativa para garantizar nuestros derechos. Es hora de reclamarlos, es el momento de defender Internet, de establecer normas justas y éticas que nos permitan disfrutar de una red y unas telecomunicaciones libres.

¿Qué podrías hacer en tu radio? Es cierto que muchas emisoras piensan que hablar de estos temas en sus programaciones es complicado, sobre todo si las comunidades de las que son parte ni siquiera disfrutan de conexión a Internet.

Pero no es menos cierto que, al igual que las ondas de radio han sido poderosas herramientas para defender los derechos de esas comunidades, no podemos perder el control de esta otra herramienta llamada Internet que permitirá una defensa de esos derechos de un modo más global, más profundo y colectivo.

Por ello, infórmate para informar. Divulga las leyes y recomendaciones que se han hecho a nivel internacional de defensa de la Red. Conoce los requisitos que las organizaciones más importantes de Internet proponen para salvaguardar Internet. Súmate a las campañas mundiales en defensa de la red.


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Imagen: CC-BY-SA: https://www.flickr.com/photos/codiceinternet/

1 Si los gobiernos se preocuparan realmente por disminuir la Brecha Digital habrían obligado a las operadoras móviles a ofrecer tarifas reducidas en planes e datos y subsidiarlas en zonas de bajos ingresos. En cambio, negocian contratos a espaldas de sus ciudadanaos beneficiando a las compañías más poderosas del planeta (Claro, Movistar, AT&T).

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¿Por qué tenemos la internet que tenemos?

Por: Radios Libres

Con el éxodo de X (ex Twitter), luego de los coqueteos obscenos de su dueño con las ideas y proyectos de ultraderecha, nos preguntamos cómo llegamos hasta acá: ¿por qué tenemos la internet que tenemos?

Evidentemente no hay una sola respuesta a esta pregunta. Podemos explicarlo desde la economía y la evolución del sistema financiero en estos últimos cincuenta años. También podemos encontrar claves en el poder que han acumulado un puñado de empresas tecnológicas luego de la crisis de las puntocom. Podemos, incluso, hallar respuestas en el avance de los discursos anarcocapitalistas y el crecimiento de la violencia generalizada. Todas estas respuestas son válidas.

Lo que nos interesa conocer es cómo, poco a poco, se fueron instalando como verdades ciertas ideas o conceptos en torno a lo que en su momento se llamó “sociedad de la información”, de modo que abonaron el terreno de “lo posible” o “lo esperable”. Es decir, queremos entender cómo desde los organismos internacionale se construyó el marco de expectativas respecto a lo que la sociedad de la información significaría para la humanidad. Estas ideas, que a primera vista parecerían obvias, evidentes, de sentido común, y que no hicieron otra cosa que reproducir y allanar el camino para la expansión de un modelo económico: el neoliberal. Sabemos que los organismos internacionales no estaban solos en esta tarea: los países centrales y las empresas de telecomunicaciones han sido grandes divulgadores de este ideal normativo. Sin embargo, fue a través de los organismos internacionales que se difundieron estos lineamientos generales sobre los cuales el resto de países desarrollarían políticas públicas favorables al sector privado.

En 1996, un investigador francés llamado Tierry Vedel analizó una serie de documentos de países industrializados (Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido y Japón) e identificó las ideas hegemónicas que se reproducían en torno a la noción de “autopistas de la información”. Lo que vio fue que, aquello que se presentaba como una descripción de los hechos era, en realidad, una prescripción, un mandato de cómo deberían ser las cosas. Para exponer estas ideas, Vedel creó un mapa conceptual:

Si ampliamos los documentos que estudió Vedel para incorporar los posicionamientos producidos por organismos internacionales entre 1994 y 2003 descubrimos algo curioso. Si bien para la década de 1990 ya se habían establecido las bases materiales y regulatorias para implantación y masificación del proyecto hegemónico de la sociedad de la información, estos años significaron la difusión masiva de sus bases simbólicas, es decir, de las ideas que justificaban su existencia. Identificamos dos grandes conjuntos de ideas sobre lo que debería ser la sociedad de la información. A cada uno de estos conjuntos de ideas los llamamos “agenda”.

En primer lugar, desde fines de la década de 1980 hasta mediados de la década de 1990, encontramos la agenda neoliberal de la sociedad de la información. Con un abordaje eminentemente tecnomercantil, ofrecía un respaldo técnico al proyecto político-económico de reemplazo de lo público por el mercado: se buscaba justificar la privatización y comercialización de internet frente a los principios de apertura –en protocolos y estándares– que habían logrado su internacionalización en un primer momento. En los documentos rastreamos cómo se reproduce la idea de que la iniciativa privada debía liderar el desarrollo del sector de la sociedad de la información. Los Estados debían limitar su participación a desarrollar marcos normativos flexibles, liberalizar los mercados y proteger la propiedad intelectual como motor de la innovación.

Luego, a partir de mediados de la década de 1990 –cuando comienzan las crisis de fin de siglo y surge el movimiento antiglobalización–, empieza a ganar popularidad la agenda del desarrollo sostenible. Lo curioso de este conjunto de ideas es que no pone en cuestión los marcos conceptuales de su antecesora sino que les agrega una «capa humana», haciendo énfasis en la necesidad del acceso a la información y la infraestructura de comunicaciones para el desarrollo integral de las personas. Es en este momento cuando se empieza a hablar de la brecha digital y la necesidad de movilizar recursos para cerrarla, pero en ningún momento se cuestionan las causas de esa y otras brechas. Las mujeres, las poblaciones rurales, las personas mayores, debían acceder a las autopistas de la información para disfrutar los beneficios de acceder al mercado global. Se abraza así el modelo de globalización neoliberal.

¿Qué podíamos esperar de esta internet que conocemos hoy si se construyó sobre estas ideas? Con un sector privado caracterizado como el único que puede desarrollar tecnologías innovadoras, con estados retratados como lentos y obstaculizadores de la innovación, con ideas tan fuertes como que las autopistas de la información (negocios del sector privado de un puñado de países centrales) llevarían por sí mismas la democracia a todos los rincones del mundo.

Esta es una invitación a sospechar de todas aquellas ideas que se dan por sentadas y preguntarse de dónde vienen y quién las originó. Quizás así descubrimos qué intereses defienden.

Si quieres profundizar en esta investigación y revisar las referencias bibliográficas, te invitamos a leer “Continuidades de la agenda neoliberal en la agenda de desarrollo sostenible de la sociedad de la información: prevalencia del sector privado como actor privilegiado”, de Inés Binder, 2025. Revista Mediterránea De Comunicación, 16(1), e27354. https://doi.org/10.14198/MEDCOM.27354

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Becas para fortalecer las prácticas de seguridad digital de tu organización

Por: Radios Libres

Digital Defenders Partnership acompañará a cuatro organizaciones a lo largo de 2025. ¡Postúlate! Hay tiempo hasta el 14 de febrero.

Si la organización a la que perteneces está interesada en fortalecer o desarrollar prácticas en seguridad digital, física o psicosocial, esta es su oportunidad. Durante el mes de febrero DDP seleccionará a 4 organizaciones de América Latina y el Caribe para ser parte de la cohorte 2025 del Programa de Acompañamiento para la Protección Digital. Más información en https://digitaldefenders.org.

¿Quiénes pueden postular?

La convocatoria está dirigida a organizaciones, colectivas o redes de América Latina y el Caribe que:

  • ponen información disponible al público (periodistas, comunicadorxs, comunicadorxs comunitarios, etc.).
  • pertenecen o trabajan con comunidades afrodescendientes.
  • pertenecen o trabajan con comunidades con discapacidad.
  • trabajan por el medio ambiente o con personas defensoras del territorio.
  • defienden los derechos de las mujeres o activistas feministas.
  • pertenecen o trabajan con pueblos originarios.
  • pertenecen o trabajan con activistas LGTBIQA+.

Criterios para postular

  • Ser parte de los grupos prioritarios.
  • Contar con el respaldo de su dirección para la implementación del acompañamiento.
  • Contar con dos personas con tiempo liberado para desempeñarse como puntos focales y dar seguimiento a las actividades que se realizarán durante el acompañamiento.
  • Contar con la posibilidad de dedicar tiempo y espacio a las actividades que se realizarán en el marco del acompañamiento (aproximadamente 4 horas semanales sincrónicas y 4 horas asincrónicas).
  • Estar en riesgo (mediano o alto) de que sus vulnerabilidades físicas o digitales sean explotadas debido a su trabajo de defensa de los derechos humanos.
  • Haber sufrido u observado incidentes de seguridad relevantes en los últimos 12 meses, los cuales no apliquen para una subvención de emergencia
  • Ser una organización, colectiva o red de confianza, es decir que su trabajo cuenta con el aval de sus pares.
  • Haber tenido en cuenta las necesidades particulares de las personas con respecto al género, la orientación sexual, la capacidad, el idioma, etc., en el diseño de la presente propuesta.
  • Haber previsto los posibles riesgos o contratiempos asociados al proyecto y haber evaluado que dichos riesgos son aceptables.

Proceso de postulación

Sólo se tendrán en cuenta las solicitudes presentadas a través del formulario de postulación. Si tienes dudas respecto a tu postulación, ponte en contacto con DDP a través del correo electrónico lac@digitaldefenders.org.

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¿Por qué tenemos la internet que tenemos?

Por: Inés Binder

Con el éxodo de X (ex Twitter), luego de los coqueteos obscenos de su dueño con las ideas y proyectos de ultraderecha, nos preguntamos cómo llegamos hasta acá: ¿por qué tenemos la internet que tenemos? Evidentemente no hay una sola respuesta a esta pregunta. Podemos explicarlo desde la economía y la evolución del sistema financiero en estos últimos cincuenta años. También podemos encontrar claves en el poder que han acumulado un puñado de empresas tecnológicas luego de la crisis de las puntocom. Podemos, incluso, hallar respuestas en el avance de los discursos anarcocapitalistas y el crecimiento de la violencia generalizada. Todas estas respuestas son válidas.

Lo que nos interesa conocer es cómo, poco a poco, se fueron instalando como verdades ciertas ideas o conceptos en torno a lo que en su momento se llamó «sociedad de la información», de modo que abonaron el terreno de «lo posible» o «lo esperable». Es decir, queremos entender cómo desde los organismos internacionale se construyó el marco de expectativas respecto a lo que la sociedad de la información significaría para la humanidad. Estas ideas, que a primera vista parecerían obvias, evidentes, de sentido común, y que no hicieron otra cosa que reproducir y allanar el camino para la expansión de un modelo económico: el neoliberal. Sabemos que los organismos internacionales no estaban solos en esta tarea: los países centrales y las empresas de telecomunicaciones han sido grandes divulgadores de este ideal normativo. Sin embargo, fue a través de los organismos internacionales que se difundieron estos lineamientos generales sobre los cuales el resto de países desarrollarían políticas públicas favorables al sector privado.

En 1996, un investigador francés llamado Tierry Vedel analizó una serie de documentos de países industrializados (Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido y Japón) e identificó las ideas hegemónicas que se reproducían en torno a la noción de «autopistas de la información». Lo que vio fue que, aquello que se presentaba como una descripción de los hechos era, en realidad, una prescripción, un mandato de cómo deberían ser las cosas. Para exponer estas ideas, Vedel creó un mapa conceptual:

Si ampliamos los documentos que estudió Vedel para incorporar los posicionamientos producidos por organismos internacionales entre 1994 y 2003 descubrimos algo curioso. Si bien para la década de 1990 ya se habían establecido las bases materiales y regulatorias para implantación y masificación del proyecto hegemónico de la sociedad de la información, estos años significaron la difusión masiva de sus bases simbólicas, es decir, de las ideas que justificaban su existencia. Identificamos dos grandes conjuntos de ideas sobre lo que debería ser la sociedad de la información. A cada uno de estos conjuntos de ideas los llamamos «agenda».

En primer lugar, desde fines de la década de 1980 hasta mediados de la década de 1990, encontramos la agenda neoliberal de la sociedad de la información. Con un abordaje eminentemente tecnomercantil, ofrecía un respaldo técnico al proyecto político-económico de reemplazo de lo público por el mercado: se buscaba justificar la privatización y comercialización de internet frente a los principios de apertura –en protocolos y estándares– que habían logrado su internacionalización en un primer momento. En los documentos rastreamos cómo se reproduce la idea de que la iniciativa privada debía liderar el desarrollo del sector de la sociedad de la información. Los Estados debían limitar su participación a desarrollar marcos normativos flexibles, liberalizar los mercados y proteger la propiedad intelectual como motor de la innovación.

Luego, a partir de mediados de la década de 1990 –cuando comienzan las crisis de fin de siglo y surge el movimiento antiglobalización–, empieza a ganar popularidad la agenda del desarrollo sostenible. Lo curioso de este conjunto de ideas es que no pone en cuestión los marcos conceptuales de su antecesora sino que les agrega una «capa humana», haciendo énfasis en la necesidad del acceso a la información y la infraestructura de comunicaciones para el desarrollo integral de las personas. Es en este momento cuando se empieza a hablar de la brecha digital y la necesidad de movilizar recursos para cerrarla, pero en ningún momento se cuestionan las causas de esa y otras brechas. Las mujeres, las poblaciones rurales, las personas mayores, debían acceder a las autopistas de la información para disfrutar los beneficios de acceder al mercado global. Se abraza así el modelo de globalización neoliberal.

¿Qué podíamos esperar de esta internet que conocemos hoy si se construyó sobre estas ideas? Con un sector privado caracterizado como el único que puede desarrollar tecnologías innovadoras, con estados retratados como lentos y obstaculizadores de la innovación, con ideas tan fuertes como que las autopistas de la información (negocios del sector privado de un puñado de países centrales) llevarían por sí mismas la democracia a todos los rincones del mundo.

Esta es una invitación a sospechar de todas aquellas ideas que se dan por sentadas y preguntarse de dónde vienen y quién las originó. Quizás así descubrimos qué intereses defienden.

Si quieres profundizar en esta investigación y revisar las referencias bibliográficas, te invitamos a leer “Continuidades de la agenda neoliberal en la agenda de desarrollo sostenible de la sociedad de la información: prevalencia del sector privado como actor privilegiado”, de Inés Binder, 2025. Revista Mediterránea De Comunicación, 16(1), e27354. https://doi.org/10.14198/MEDCOM.27354

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EdTech Exposed: infancia vigilada

Por: ines-binder

La organización Human Rights Watch publicó una investigación que revela hasta dónde las plataformas educativas online adoptadas por más de 49 países recolectaron información de las y los menores de edad.

La pandemia  de la Covid-19 aceleró procesos de digitalización en muchos ámbitos: el laboral, el sanitario, el comercial y, también, el de la educación. La urgencia de contar con estrategias que permitieran mantener las clases en situación de aislamiento empujó a las instituciones educativas a adoptar rápidamente plataformas educativas de todo tipo sin demasiada reflexión. Las exigencias de un contexto desconocido, la ausencia de recursos financieros, la noción extendida de neutralidad de la tecnología y las condiciones de conectividad fueron algunas de las variables que explicaron la adopción apresurada de plataformas educativas (EdTech).

La investigación de Human Rights Watch revela que el 89% de las 164 aplicaciones educativas analizadas rastrearon las actividades de las y los niños fuera de sus aulas virtuales sin su consentimiento ni el de sus padres y enviaron esos datos a terceros, principalmente empresas de publicidad. Es decir, las plataformas educativas “realizaban prácticas de datos que ponían en peligro los derechos de los niños, contribuían a socavarlos o infringían activamente estos derechos” [1].

Con estos datos, las empresas de publicidad dirigieron publicidad conductual a las niñas y niños. “Al utilizar los datos de los niños -extraídos de entornos educativos- para dirigirles contenidos y anuncios personalizados que les siguen por Internet, estas empresas no sólo distorsionaron sus experiencias en línea, sino que también se arriesgaron a influir en sus opiniones y creencias en un momento de sus vidas en el que se encuentran en alto riesgo de interferencia manipuladora”, explica el informe [2].

“Las niñas y niños no deberían verse obligados a renunciar a su intimidad y a otros derechos para poder aprender” Hye Jung Han, HRW.

Human Rights Watch incluyó en su informe una serie de recomendaciones dirigidas a gobiernos y ministerios de educación, docentes, empresas tecnológicas y de publicidad que exigen el respeto de los derechos de las niñas y los niños. Lo que estas recomendaciones no contemplan es la crítica al modelo de desarrollo tecnológico neoliberal. Sólo con la adopción masiva de software libre y distribuido podemos garantizar auditorías transparentes del código que expongan este tipo de prácticas ilegales.

La investigación de Human Rights Watch demuestra que la decisión de autorizar el uso de software educativo privativo con menores de edad no debió tomarse a la ligera. Como vienen denunciando organizaciones de derechos digitales, desde hace más de una década, los derechos fundamentales de las niñas y niños -entre los que se encuentra la privacidad- está en juego.

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