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✇Ecologistas en Acción

Finalizan las Jornadas de Ecología Social 2025 con la charla titulada “Energías renovables: ¿está el sol destronando al petróleo?”

Por: Salamanca
  • El lunes 24 de noviembre de 2025 se celebró la cuarta y última sesión de las Jornadas de Ecología Social del 2025, desarrolladas en la Biblioteca Pública de Salamanca – Casa de las Conchas, dentro del ciclo “La encrucijada del modelo energético actual: crisis y transición justa”.

La conferencia, titulada “Energías renovables: ¿está el sol destronando al petróleo?”, fue impartida por Carlos Moreno, politólogo y miembro de Ecologistas en Acción. Su intervención ofreció una visión detallada sobre la evolución reciente del sector renovable y su papel central en la transformación del sistema energético.

Moreno analizó el crecimiento acelerado de tecnologías como la solar fotovoltaica y la eólica, destacando su competitividad económica, su madurez tecnológica y su capacidad para desplazar progresivamente el uso de combustibles fósiles. También abordó los retos aún presentes, como la ordenación territorial, el acceso justo a la energía, la integración en red y la importancia de reducir la demanda.

Asimismo, se subrayó que la transición energética no puede limitarse a un cambio tecnológico, sino que requiere una revisión profunda del modelo socioeconómico, apostando por sistemas descentralizados, democráticos y compatibles con los límites ecológicos.

La sesión cerró un ciclo de debates que, a lo largo de cuatro semanas, ha abordado cuestiones clave del actual contexto energético: el hidrógeno, el biogás, el papel de la energía nuclear y, finalmente, el despliegue renovable. La participación ciudadana ha sido constante, reflejando el creciente interés social por comprender y transformar el modelo energético.

Ecologistas en Acción Salamanca agradece a todas las personas asistentes y colaboradoras, así como a la Biblioteca Pública de Salamanca – Casa de las Conchas, su apoyo en la celebración de estas jornadas.

 

 

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✇BlogSOStenible··· – – – ··· – – – ··· – – – ··· – – – ··· «Otras» noticias, y «otra» forma de pensar…

Libro El mundo no se acaba, de Hannah Ritchie (resumen)

Por: Pepe Galindo

Un libro escrito por una científica y divulgadora de la Universidad de Oxford que tiene por bandera el optimismo y los datos (Anagrama, 2025). Se aleja del catastrofismo ecologista casi tanto como del negacionismo climático; y afirma que «aceptar la derrota ante el cambio climático es una postura indefendiblemente egoísta».

Hannah Ritchie aclara que su optimismo es «condicional» (i.e., condicionado a actuar adecuadamente); que es diferente a un «optimismo ciego» que confía sin promover la acción organizada. Su objetivo es conseguir que seamos la primera generación que logre alcanzar la sostenibilidad completa en los dos sentidos que recoge la definición de la ONU: satisfacer las necesidades de las generaciones actuales; y hacerlo sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras para satisfacer las suyas. Con respecto al primer aspecto, Ritchie opina que falta mucho por hacer aunque, al menos, se ha avanzado una barbaridad en aspectos tales como: la mortalidad infantil y materna, la esperanza de vida, el hambre y la malnutrición, el acceso a recursos básicos (agua, energía…), la educación y la pobreza extrema.

Por supuesto, estos avances en la calidad de vida global también «han tenido un enorme coste medioambiental», lo cual ha empeorado de forma colosal el segundo requisito de la sostenibilidad. Para equilibrar la situación, el libro examina en detalle siete problemas medioambientales y sus interconexiones entre sí.

Antes de examinar esos siete problemas, Ritchie se distancia de dos soluciones típicas del ecologismo: despoblación y decrecimiento. La primera consiste en reducir el tamaño de la población y Ritchie afirma que realmente esa no es una alternativa, primero porque la población ya se está frenando a nivel mundial y, segundo, porque es muy complicado hacerlo de forma ética. Apunta a que más impacto que la superpoblación lo generan los estilos de vida (especialmente de los millonarios), lo cual podría estar afectado por la segunda solución que Ritchie rechaza, el decrecimiento, entendido como un retroceso o empobrecimiento. Para ella, la pobreza no implica mayor sostenibilidad, por supuesto, si consideramos los dos pilares de la sostenibilidad anteriormente indicados. En el libro, ella matiza que es cuestionable el crecimiento en los países ricos, pero que para acabar con la pobreza se necesita un crecimiento económico global. Para ella, no vale cualquier crecimiento y afirma —igual que cualquier decrecentista— que sería necesario crecer en algunos sectores y tecnologías y decrecer en otras. Tal vez, la promesa más impactante del libro es que dice demostrar que podemos reducir el impacto ambiental y, a la vez, mejorar la situación económica.

1. Contaminación atmosférica

Aunque no se suela decir, la contaminación atmosférica es «una de las principales causas de mortalidad en el mundo». Las cifras de fallecidos por esta causa son similares a las muertes por tabaquismo; seis o siete veces mayores que los muertos en accidentes de tráfico; y superan en cientos de veces la cifra de vidas perdidas por terrorismo o por guerras. Cada año, la mala calidad del aire suele ser quinientas veces más mortífera que todas las catástrofes «naturales» juntas.

La buena noticia es que se está reduciendo este tipo de contaminación, especialmente en las ciudades, lo cual baja las tasas de mortalidad. Es preciso tomar medidas locales y globales. Usemos como inspiración el Protocolo de Montreal para eliminar las sustancias químicas que degradaban la capa de ozono, un problema de cuya gravedad advirtió incluso Carl Sagan. En 1987 fue firmado por 43 países; y en 2009 se convirtió en el primer convenio internacional que logró la ratificación universal de todos los países del mundo. Un ejemplo que demuestra que hacer caso a la ciencia tiene resultados positivos.

A escala global, la mayor fuente de contaminación es quemar madera o carbón, incluyendo aquí las quemas agrícolas. Luego está la polución por actividades agropecuarias, principalmente por culpa de la ganadería y por los fertilizantes. Después viene la quema de combustibles fósiles para producir electricidad. Luego, diversas industrias (textiles, químicas, metalúrgicas…), seguidas del transporte de personas y mercancías.

Resumen del libro "21 lecciones para el siglo XXI" de Harari. En nuestro blog también encontrarás el resumen de su libro "Sapiens"

Lee también un resumen de este libro de Yuval N. Harari.

♦ Las soluciones propuestas pueden parecer caras, pero son muy baratas si las comparamos con los cientos de millones en gastos por no solucionar el problema:

  1. Lo más urgente es «dejar de quemar cosas» y, cuando no sea posible, capturar las partículas de la combustión.
  2. Detener las quemas agrícolas por ser una inmensa fuente de contaminación estacional fácil de evitar haciendo compost, triturando, etc.
  3. Conseguir combustibles limpios para cocinar y calentarse. La leña puede ser muy natural, pero es la forma más contaminante de conseguir calor. Provoca múltiples enfermedades por respirar el humo.
  4. Eliminar el azufre de los combustibles fósiles. Es tan simple como poner filtros en las chimeneas.
  5. Transporte más limpio. Los vehículos eléctricos contaminan menos, pero no son parte de la solución porque siguen siendo origen de multitud de emisiones. Por supuesto, la aviación es muchísimo peor.
  6. Transporte sostenible: caminar, ir en bicicleta o en transporte público.
  7. Abandonar combustibles fósiles, en favor de las renovables y de la energía nuclear. Ritchie es contraria a debatir entre renovables y nuclear porque, para ella, lo importante es que son energías con bajas emisiones de CO2. No tiene en cuenta el problema de los residuos radiactivos, ni el riesgo de atentados terroristas, ni el hecho de que las nucleares no sean rentables sin subvenciones de dinero público.

2. Cambio Climático

«Un mundo 6 ºC más caliente que el actual sería devastador», nos advierte la autora. Tras comentar algunas de las consecuencias del calentamiento global, afirma que «si cada país cumpliera realmente sus compromisos climáticos, llegaríamos a los 2,1 ºC en 2100», lo cual sería una gran noticia, aunque podría ser mejor.

Hannah Ritchie asegura que «las tecnologías bajas en carbono resultan cada vez más competitivas» y «los líderes mundiales se han vuelto más optimistas». Ahora tenemos infraestructuras mejor preparadas, podemos predecir eventos climáticos extremos, organizar evacuaciones, existen redes internacionales de apoyo, etc. En definitiva, estamos mejor preparados que en el pasado y sabemos cómo reducir las emisiones de dióxido de carbono, porque hay solo dos fuentes principales: «la quema de combustibles fósiles y el cambio en el uso de la tierra» (deforestación).

La situación actual es que «las emisiones totales siguen aumentando, pero las emisiones per cápita han tocado techo». Ese dato es utilizado por la autora para ser optimista y esperar a que la contaminación empiece a declinar, al menos en los países ricos, porque dice que está demostrado que «los avances tecnológicos hacen que hoy consumamos mucha menos energía que en el pasado». Como ejemplo, afirma que en Suecia se vive con igual nivel que en Estados Unidos y, sin embargo, se emite solo una cuarta parte. Según sus datos, el crecimiento económico y la reducción de emisiones son compatibles. El problema es que mira datos de países ricos que ya son exageradamente insostenibles. En tales casos, ¿es correcto celebrar una pequeña reducción en su contaminación?

En su análisis, asegura que «las soluciones que pasan por reducir el consumo de energía a niveles muy bajos no son buenas», porque la energía es fundamental para mantener o aumentar la calidad de vida. Tampoco ve adecuado que se avergüencen los que viajan en avión, porque para ella volar es un gran invento y las ventajas son suficientes para olvidar sus serios inconvenientes. ¿Será una excusa para justificar su gusto por volar?

♦ Soluciones que propone:

  1. Transición hacia la energía renovable por todas sus ventajas. El inconveniente del espacio que requieren se resuelve buscando lugares adecuados: tejados, agrovoltaica, etc.
  2. Electrificar la demanda de energía donde sea posible y aumentar el almacenamiento (baterías…). Ritchie está convencida de que esta transición requerirá menos actividad minera que con combustibles fósiles.
  3. Replantear el transporte a larga distancia.
  4. Alimentación. Aunque sostiene que no es preciso ser veganos, deja claro que cualquier cambio a dietas más vegetales tiene una enorme influencia en el clima, como por ejemplo elegir hamburguesas de pollo en lugar de ternera (que es la carne con más huella de carbono). Con datos muy fiables confirma que «la carne con emisiones de carbono más bajas supera las de la proteína vegetal con emisiones más altas». Y no importa demasiado si son alimentos ecológicos, de proximidad o en extensivo. La autora afirma que adoptando las siguientes medidas se liberaría suficiente tierra como para compensar las emisiones del sistema alimentario resultante:
    • Comer menos carne.
    • Adoptar las mejores prácticas agrarias.
    • Reducir el consumo excesivo y el desperdicio alimentario.
  5. Reducir las emisiones por la construcción, básicamente eliminando el cemento, un material muy contaminante en su fabricación. Propone usar otros materiales y, aunque no lo cita, una opción es el cemento Sublime.
  6. Poner precio al carbono para que los productos de altas emisiones sean más caros y menos accesibles. Como todos sabemos, los precios no reflejan los costos de los productos, y mucho menos los costos ambientales. El peligro de esta medida —y Ritchie lo subraya— es que haga que las familias pobres sean aún más pobres. Para evitarlo se deben incluir ayudas y conseguir que sean los ricos los que más paguen, porque son, de hecho, los que más carbono emiten.
  7. Sacar a la población de la pobreza es otra medida para adaptarnos al cambio climático, porque son los pobres los más vulnerables.
  8. Mejorar la resiliencia de los cultivos ante los efectos del cambio climático.
  9. Adaptarnos ante el aumento de temperaturas.
  10. No caer en la trampa psicológica de la «autoconcesión moral». Esto ocurre cuando nos permitimos algo negativo porque creemos que lo compensamos con un sacrificio en otro aspecto. Por ejemplo, comernos un filete porque reciclamos el envoltorio de plástico; o caer en las trampas del greenwashing. Para ello, es importante tener muy presente qué cosas a nivel individual tienen más y menos impacto.

Un problema de la forma de comunicar de Ritchie es que quita importancia a aspectos que, aunque no sean principales, tienen suficiente peso como para no ser despreciados. Es como si olvidara el efecto sinérgico de juntar varias fuerzas. Sumar muchos pocos hace un mucho. A veces, este tipo de contradicción se hace patente en una misma explicación. Por ejemplo, cuando literalmente escribe: «Cambiar nuestra alimentación no va a resolver el cambio climático: para ello tenemos que dejar de quemar combustibles fósiles. Pero arreglar únicamente nuestros sistemas energéticos, ignorando la alimentación, tampoco nos llevará a esa meta».

3. Deforestación

La tierra ha perdido un tercio de todos sus bosques desde el final de la última glaciación. En el último siglo, también se ha perdido mucha superficie forestal, casi toda debida a la expansión de la agricultura. Las zonas incendiadas se regeneran si se las deja. Al perder bosques se emite carbono, pero Ritchie considera que eso es secundario en comparación con la pérdida de biodiversidad.

También resalta cómo la pérdida de hábitats se puede frenar con medidas políticas. Por ejemplo, «Brasil logró reducir la deforestación en un 80 % en solo siete años bajo la presidencia de Lula da Silva».

Con respecto al aceite de palma, no considera que su consumo sea preocupante, porque no se sabe con certeza la deforestación que causa de forma directa. Opina que no sería justo culpar a ciertos campos de palmeras de la deforestación de esas áreas si los bosques fueron talados con anterioridad. Es decir, no tiene en cuenta que esas zonas podrían volver a ser bosques. Además, sostiene que usar otros tipos de aceites podría ser incluso peor. Sin embargo, hay que tener en cuenta que evitar el aceite de palma no obliga a optar por otro aceite, sino que se puede optar por no consumir productos con aceite de palma (bollería, alimentos ultraprocesados, etc.) sin sustituirlos por nada con otros aceites. En cualquier caso, apoya el uso de aceite de palma certificado como sostenible (RSPO) y deja claro que «el biodiésel de aceite de palma produce más emisiones de carbono que la gasolina o el gasóleo».

«La tala de bosques para dejar espacio al ganado bovino es responsable de más del 40 % de la deforestación mundial». El siguiente factor de pérdida de bosques es la palma y la soja y, en tercer lugar, la silvicultura (papel/celulosa). Así, pues, la mejor forma de frenar la deforestación es reducir el consumo de carne de cordero y de vacuno. En tercer lugar, se situaría el queso y los lácteos de vaca. Ritchie apoya esta opción, incluso aunque sean productos de ganadería extensiva en tierras no aptas para la agricultura, porque en estos casos considera que la mejor opción sería dejar que esas tierras se conviertan en bosques u otros espacios naturales.

Otras opciones que propone son: que los países ricos paguen a los más pobres por conservar sus bosques; y que se compensen las emisiones mediante reforestaciones (aunque esto tiene un peligro muy evidente).

Para acabar este apartado, Ritchie sostiene que no es buena idea volver de la ciudad a zonas rurales (revitalizar pueblos), ya que la principal causa de deforestación es cómo producimos nuestros alimentos y no dónde vivimos. Y también alerta de los que piensan que la alimentación vegana contribuye a la deforestación por los cultivos de soja. Los datos son muy evidentes: el 76 % de la soja se utiliza para alimentar animales y «solo el 7 % se destina a los productos veganos» (tofu, tempeh y leche vegetal).

4. Alimentación para no comerse el planeta

«La demanda humana de alimentos representa la mayor amenaza para los animales del globo». Así de contundente se manifiesta Hannah Ritchie. Afortunadamente, no es cierto que haya una fecha límite en los suelos agrícolas del mundo. Unos se están degradando y otros están mejorando, aunque en general, el suelo agrícola está siendo maltratado (y no solo por la erosión).

Una persona necesita entre 2.000 y 2.500 calorías diarias. Si dividimos la producción mundial de alimentos a partes iguales entre todos, cada uno de nosotros podría consumir unas 5.000 calorías diarias (más del doble de lo necesario). El hambre en el mundo no es un problema de falta de alimentos, sino de mala distribución (también lo apuntaron Nebel y Wrigth). Este dato sirve a Ritchie para confirmar que, en realidad, no somos demasiados humanos. El problema es que los millones que habitamos el planeta Tierra no nos contentamos solo con comer, sino que aspiramos a un consumo cada vez mayor (casas, teléfonos, aviones, IA…).

La superproducción agraria se debe principalmente a dos inventos: el de Fritz Haber y Carl Bosch (para convertir el nitrógeno del aire en amoníaco, fertilizante); y el de Norman Borlaug (para mejorar el cultivo de trigo en México). Estos logros para aumentar la producción han evitado muchas muertes, pero también han hecho que no podamos volver atrás. Es decir, «el planeta no puede limitarse a consumir solo alimentos ecológicos» (porque hay demasiadas personas a las que alimentar). Por tanto, a nivel colectivo dependemos de los fertilizantes para sobrevivir, y fabricarlos requiere grandes cantidades de energía, lo cual explica por qué los países pobres los usan poco, aunque tengan que utilizar mayor superficie agraria.

Vivimos en un mundo con grandes desigualdades, en el que algunos sufren de obesidad y otros de desnutrición; el alimento que podría saciar el hambre de millones de personas se dedica a alimentar ganado o a producir agrocombustibles para nuestros coches. Menos de la mitad de los cereales que se producen se dedican a la alimentación humana directa. Todo un 41 % se lo come el ganado, lo cual nos hace ver que comer animales es una forma muy ineficiente de conseguir proteínas. «Los animales más pequeños son más eficientes en términos calóricos», aunque surge el «dilema moral» de que hay que matar una mayor cantidad de animales pequeños para conseguir la misma cantidad de carne.

Ritchie pone un ejemplo que sirve para visualizar bien lo que implica comer animales muertos: «¿Se imagina que comprara una barra de pan, cortara una rebanada y tirara el resto —más del 90 %— a la basura? Pues bien: en términos de calorías, eso es más o menos lo que hacemos con la carne». El ganado también es ineficiente convirtiendo proteínas. Lo bueno es que son proteínas «completas» (incorporan aminoácidos importantes), lo cual se puede conseguir con dietas vegetales comiendo legumbres y cereales. La carne también tiene otros nutrientes importantes, pero el único que no existe en los vegetales es la vitamina B12 (asunto que ya se zanjó aquí).

Para entender la magnitud del problema, afirma que tres cuartas partes de la superficie agraria tienen como fin último criar ganado, y todo eso solo sirve para producir el 18 % de las calorías y el 37 % de las proteínas que consumimos. Debemos «reducir al máximo la cantidad de tierra que destinamos a la actividad agraria», lo cual mejoraría también otros problemas: deforestación, contaminación atmosférica, de aguas, de tierras, maltrato animal, etc.

♦ Soluciones que propone:

  1. Mejorar los rendimientos agrícolas en todo el mundo, especialmente en África.
  2. Comer menos carne, sobre todo de vacuno y cordero, las carnes con mayor impacto (en emisiones, consumo y contaminación de agua, eutroficación, uso de tierra, etc.). Ritchie expone que no funciona instar a la ciudadanía a convertirse al veganismo, sino que es mejor invitar a hacer cambios paulatinos: poner un día a la semana sin carne, reducir las dosis, aumentar el consumo de legumbres, etc. Solo eliminando la carne de ternera y la de cordero se reduciría a la mitad nuestra necesidad de tierras de cultivo en todo el globo. Debemos entender que la dieta vegana es la más ecológica, pero no es necesario ser veganos estrictos: «El ahorro en comparación con una dieta con algo de pollo, o algo de pescado y huevos, no es tan significativo», aclara la autora del libro. Ella quiere derribar el mito de que si fuésemos veganos no habría tierra para cultivar porque, como ya se ha indicado, lo que ocurriría sería todo lo contrario: una dieta vegana requiere menos tierra de cultivo.
  3. Invertir en sustitutos de la carne. Para Ritchie, es importante que las carnes vegetales cumplan cuatro requisitos: ser sabrosas, baratas, fáciles de encontrar y fáciles de incorporar a las dietas habituales. Ella afirma que ha probado multitud de productos vegetales y que hay algunos realmente asombrosos que, incluso, pueden llegar a gustar tanto o más que los productos cárnicos que imitan. Optar por estos productos no solo reduce la huella de carbono, sino que contribuye a bajar el precio para el resto de la humanidad.
  4. Las hamburguesas híbridas también reducen la huella ecológica (usar carne de pollo total o parcialmente, introducir legumbres…).
  5. Sustituir los productos lácteos por alternativas vegetales. En la UE, los productos lácteos son la causa de un mínimo de una cuarta parte de la huella de carbono. Cualquier bebida vegetal tiene una huella ecológica menor que la leche animal. Ritchie recuerda aquí también la importancia de seguir una dieta variada, para evitar carencias nutricionales.
  6. Desperdiciar menos comida. Por ejemplo, resalta la importancia de cambiar los sacos de recogida de productos agrarios por cajas rígidas que protejan de golpes. También es importante saber que si un producto supera su fecha de «consumo preferente», no indica que no se pueda consumir.
  7. No depender de la agricultura de interior. Aunque minimiza el espacio ocupado (agricultura en vertical), sus necesidades energéticas son tan inmensas que no compensan las ventajas, ni empleando solo energía renovable.
  8. No centrarse en los alimentos de proximidad. Aunque el transporte es importante, supone solo el 5 % de las emisiones de GEI de la comida. El resto se debe a los procesos de producción, empaquetado y conservación. Lo más contaminante es el transporte aéreo (50 veces más que por barco), pero apenas se usa porque es caro. Por su parte, el transporte marítimo es barato, por lo que casi toda la contaminación del transporte de alimentos se produce en la carretera. En definitiva, Ritchie quiere dejar claro que está bien comer alimentos de proximidad, pero que las frutas y verduras producidas muy lejos tienen menos huella ecológica que la carne producida muy cerca.
  9. Los alimentos ecológicos tienen menos pesticidas, pero requieren más extensión. Abonar con estiércol también puede contaminar acuíferos. Respecto al clima, no hay consenso si es mejor o peor porque depende de múltiples factores. Ritchie dice que se fija más en el contenido de los envases que en las certificaciones ecológicas.
  10. Eliminar el plástico aumentaría el desperdicio alimentario. En la huella ecológica de los alimentos solo el 4 % de las emisiones procede de los envases. Nos advierte de que en ciertos alimentos es fácil de eliminar, pero en otros no. En todo caso, aquellos alimentos en los que el plástico es importante tal vez no sean esenciales en nuestra dieta y podemos prescindir totalmente del plástico y del alimento.

5. Pérdida de biodiversidad. Proteger la vida silvestre

«No cabe duda de que muchos animales están experimentando un preocupante y acelerado declive. Pero, si profundizamos un poco más, descubrimos que también hay algunos a los que les va bien». Lo que no debemos olvidar es que nuestra vida depende de la biodiversidad, aunque «no esté claro qué especies necesitemos y cuáles no». Recomendamos aquí leer el relato de La vida del doctor Biología. Lo cierto es que a veces prestamos más atención a ciertas especies, bonitas o más visibles, y olvidamos a las realmente importantes, como los gusanos y las bacterias.

El ser humano ha atacado a las demás especies desde sus orígenes, como bien explica Yuval N. Harari en su magnífico Sapiens. Ritchie declara que «antes de la aparición de la agricultura, hace unos diez mil años, la mayor amenaza para los animales era nuestra caza directa: una vez iniciada la actividad agraria, pasó a ser la destrucción de sus hábitats» y «en la última centuria, el ritmo de disminución ha sido aún más rápido». Un dato más: «Los vertebrados se han extinguido entre cien y mil veces más rápido de lo que cabría esperar».

Actualmente, los humanos y nuestro ganado constituimos la inmensa mayoría de los mamíferos del planeta. Estos son los datos del porcentaje de la biomasa actual y en 1900:

  1. Mamíferos salvajes: 2 % (17 % en 1900).
  2. Humanos: 35 % (23 %).
  3. Ganado: 63 % (60 %).

Esta desproporción también ocurre en las aves: «la biomasa de nuestros pollos duplica la de las aves silvestres». Hay multitud de datos que llevan a poder proclamar que «nos dirigimos hacia una sexta extinción masiva». La buena noticia es que podemos frenarla.

♦ Soluciones que propone:

  1. Reducir al mínimo la superficie cultivada.
  2. Utilizar fertilizantes y pesticidas de forma más prudente y eficaz.
  3. Emplear los métodos de la UE con los que ha conseguido frenar el declive de multitud de especies: reducir el uso de tierras agrícolas, recuperar hábitats naturales, prohibición total de la caza, implementación de cuotas cinegéticas, mecanismos para detener a los cazadores furtivos, proteger zonas por ley (incluyendo también el rewilding), sistemas de compensación para reproducir determinadas especies y programas de cría y reintroducción.
  4. Comer menos carne, porque esto reduciría la cantidad de tierra destinada a la agricultura, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la deforestación.
  5. Detener la deforestación, lo cual implicaría reducir la pérdida de hábitats y las emisiones de GEI.
  6. Proteger los parajes con mayor biodiversidad. El objetivo de la ONU de proteger para 2030 el 30 % de la superficie terrestre es poco ambicioso; y no son pocas las voces que piden proteger al menos el 50 % para 2050.
  7. Frenar el cambio climático.
  8. Detener los vertidos de plásticos en el mar.

6. Plásticos marinos

«El 44 % de todo el plástico del planeta se emplea en la fabricación de envases». Es ahí donde está el núcleo del problema de los plásticos. La autora critica el documental Seaspiracy por algunos de sus datos, pero está conforme con que el 80 % del plástico de las islas oceánicas procede de la industria pesquera. Solo el 20 % restante tiene su origen en tierra. Sin embargo, si miramos el plástico en zonas costeras, los datos podrían indicar justo lo contrario.

Ritchie dice que no hay aún evidencias de los auténticos peligros de los plásticos en el cuerpo humano, y que le parece más preocupante el daño que se causa a la fauna marina (enredos, atragantamientos…).

♦ Soluciones:

  1. Dejar de utilizar envases de plástico de un solo uso.
  2. Invertir más en gestión de residuos: sistemas de recogida, centros de reciclaje, vertederos adecuados (que capturen el metano de la materia orgánica), etc. Es importante reciclar todo lo que se pueda. El problema es que no siempre se puede. El reciclado mecánico permite que los plásticos se reciclen una o dos veces. El reciclado químico es mejor, pero es «tremendamente costoso» y no compensa hacerlo en ningún caso. Tal vez sería útil un SDDR para vidrio reutilizable y, en paralelo, imponer impuestos crecientes al plástico de un solo uso.
  3. Obligar a las industrias a un diseño más inteligente, que utilice solo plásticos reciclables y permita separarlos de forma cómoda.
  4. Prohibir el comercio de plástico usado para que los países ricos no usen a otros como sus vertederos. La proporción de plástico que circula por esta vía no es elevada, pero muchas veces acaba en el mar. Hablamos de 1,6 millones de toneladas en 2020.
  5. Trabajar con la industria pesquera para que no abandone su basura en el mar (redes, anzuelos, etc.). Podría castigarse a los barcos que no traigan de vuelta los aparejos con los que salieron y/o premiarse a quienes traigan basura encontrada en el mar.
  6. Poner interceptores en los ríos. Son aparatos o líneas de burbujas que sirven para capturar los plásticos evitando que lleguen al mar. Otra solución que no contempla es poner grandes bolsas de red a la salida de los desagües pluviales o residuales de las ciudades. Dado que esas aguas arrastran multitud de basura, esas redes la capturarían.
  7. Limpiar las playas es una forma mucho más barata de reducir el plástico en los océanos que recogerlo mar adentro.

7. Sobrepesca. Poner fin al expolio de los océanos

Esto está muy relacionado con la pérdida de biodiversidad. Según Ritchie, los animales marinos son discriminados con respecto a los terrestres. De alguna forma, su sufrimiento parece importar menos a los humanos, a pesar de las evidencias que existen de que los peces son capaces de sentir sufrimiento.

El incremento en potencia y tecnología aplicada al sector pesquero ha hecho que muchas pesquerías hayan entrado en declive o en grave colapso. Ante esto, hay dos formas de actuar. La primera es proponer «capturar muy pocos peces, por no decir ninguno». La segunda es «capturar tantos peces como sea posible, año tras año, pero sin mermar más sus poblaciones». Normalmente, se opta por la segunda opción, aunque sabemos que en demasiadas ocasiones no se cumple.

Una tercera vía (con un enorme crecimiento) ha sido la cría de pescados y mariscos: acuicultura o piscicultura. Actualmente, se crían más peces y mariscos de los que se pescan en estado salvaje. Para Ritchie es una buena noticia porque, según ella, esto reduce presión sobre los peces salvajes. No obstante, reconoce que parte de la comida de los peces de piscifactoría es, precisamente, peces salvajes, pero que, para algunas especies, se ha logrado una proporción de 0,3 (es decir, que hacen falta 0,3 peces salvajes para criar uno de forma artificial). El resto de comida lo forman, por ejemplo, piensos vegetales. La autora deja claro que «las normas de bienestar animal que rigen en las piscifactorías suelen ser bastante deficientes» (léase esto para más datos). Ella no habla de otros problemas presentes en las piscifactorías, como la contaminación que producen.

Con respecto a los atúnidos, Ritchie dice que su situación es mala, aunque algunas especies están mejorando sus poblaciones. Particularmente, alerta de la situación de los atunes en el océano Índico, donde se está sobrepescando sin control (España con la famosa operación Atalanta). El libro no habla de la amenaza del mercurio en los atúnidos.

Otro problema es la muerte generalizada de los corales. La autora demuestra ser una apasionada de estos animales y no le faltan motivos. La solución urgente a este problema es frenar el calentamiento global, evitando quemar combustibles fósiles. Si quieres enamorarte de los corales, te animamos a leer el relato de Lord Howe.

♦ Soluciones:

  1. Comer menos pescado, siempre que sea posible. Tal vez unos quieran no comer nada de pescado (lo cual evita el dilema del sufrimiento animal), mientras que otros opten por reducir este tipo de alimento.
  2. Elegir bien la especie a consumir. El problema de esta opción es que requiere el esfuerzo de investigar y puede variar en el tiempo y dependiendo de la región. Escogiendo bien, podemos comer pescado con poca huella de carbono (casi todos ellos son mejores que el pollo). Ella recomienda evitar los lenguados y mariscos caros, y optar por pescados pequeños y salvajes, como arenques o sardinas.
  3. Acabar con la sobrepesca aplicando cuotas de pesca estrictas. En la UE han mejorado algunas poblaciones de peces, pero otras siguen estando mal. En general, es preferible ser estrictos y que haya pesca suficiente, que ser demasiado permisivos y provocar la crisis de todo un sector.
  4. Reglamentos estrictos para capturas incidentales y descartes. El objetivo es reducir el número de peces que se pescan sin querer y que se tiran al mar (descartes), donde siempre mueren (si no lo están ya). Algunos países han prohibido los descartes y obligan a sus barcos de pesca a desembarcar todo lo que capturen, sea comercial o no.
  5. Prohibir la pesca de arrastre. Es el arte más perjudicial: normalmente se descarta entre el 30 y el 50 % de todo lo capturado (a veces es el 10 %), a lo que hay que sumar el destrozo del fondo marino que ocasionan, entre otros inconvenientes.
  6. Las áreas marinas protegidas evitan ciertas actuaciones humanas dentro de ellas. Son una buena solución, aunque a veces lo que provocan es que el impacto se traslade a otro lugar.

Propuestas finales de Hannah Ritchie

El libro de Ritchie es un canto de optimismo lleno de datos realistas. Algunas de sus opiniones pueden ser controvertidas, pero la mayoría están basadas en evidencias. Es cierto que estamos avanzando en muchos aspectos, aunque no sea tan rápido como nos gustaría. También es cierto que las opciones sostenibles se están volviendo más baratas. Y, en muchos casos, el pueblo está despertando.

Hannah se siente una traidora cuando no usa las opciones más ecológicas, aunque sí sean las opciones con menor huella de carbono, como usar el microondas o consumir alimentos que no sean de proximidad. Pero alerta que, aunque los cambios individuales sean importantes, es necesario un «cambio sistémico», es decir, una acción política que lleve a aprobar leyes que nos hagan avanzar en todas las soluciones que se han propuesto más arriba. Para ello, es necesario «votar a líderes que favorezcan medidas sostenibles» (partidos verdes y ecofeministas) y también sugiere importantes aportaciones individuales como estas:

  1. «Votar con la cartera», que quiere decir que cuando compramos estamos enviando una señal clara de nuestros intereses al mercado (a las empresas).
  2. Donar dinero a causas ecohumanistas (proyectos, organizaciones, etc.). Ritchie —conforme con lo que propuso Peter Singer— dice que dona al menos el 10 % de sus ingresos.
  3. Dedicar más tiempo a las cosas importantes (colaborar con ONG, por ejemplo) y menos a discusiones secundarias. Es decir, aunemos esfuerzos en la dirección correcta, aunque no opinemos todos exactamente lo mismo.
  4. También es muy importante elegir una trayectoria profesional que nos llene y en la que podamos empujar en la dirección que deseemos.

♦ Información relacionada:

  1. Otros libros resumidos para captar su esencia en poco tiempo:
  2. Quemar rastrojos o leña es tóxico para la salud, además de muy contaminante.
  3. La mejor solución a los incendios forestales: educar sí; quemar biomasa no.
  4. La agricultura de hoy debería ser como la de mañana.
  5. Los científicos vuelven a avisar del colapso que vendrá si seguimos sin reaccionar.
  6. Sin comer por el clima, las macrogranjas, los combustibles fósiles…
  7. Algunos libros del editor de Blogsostenible y de Historias Incontables.
  8. Una imagen del libro de Hannah Ritchie:

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Resumen del libro "21 lecciones para el siglo XXI" de Harari. En nuestro blog también encontrarás el resumen de su libro "Sapiens"

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Libro El mundo no se acaba, de Hannah Ritchie (resumen)

Por: Pepe Galindo

Un libro escrito por una científica y divulgadora de la Universidad de Oxford que tiene por bandera el optimismo y los datos (Anagrama, 2025). Se aleja del catastrofismo ecologista casi tanto como del negacionismo climático; y afirma que «aceptar la derrota ante el cambio climático es una postura indefendiblemente egoísta».

Hannah Ritchie aclara que su optimismo es «condicional» (i.e., condicionado a actuar adecuadamente); que es diferente a un «optimismo ciego» que confía sin promover la acción organizada. Su objetivo es conseguir que seamos la primera generación que logre alcanzar la sostenibilidad completa en los dos sentidos que recoge la definición de la ONU: satisfacer las necesidades de las generaciones actuales; y hacerlo sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras para satisfacer las suyas. Con respecto al primer aspecto, Ritchie opina que falta mucho por hacer aunque, al menos, se ha avanzado una barbaridad en aspectos tales como: la mortalidad infantil y materna, la esperanza de vida, el hambre y la malnutrición, el acceso a recursos básicos (agua, energía…), la educación y la pobreza extrema.

Por supuesto, estos avances en la calidad de vida global también «han tenido un enorme coste medioambiental», lo cual ha empeorado de forma colosal el segundo requisito de la sostenibilidad. Para equilibrar la situación, el libro examina en detalle siete problemas medioambientales y sus interconexiones entre sí.

Antes de examinar esos siete problemas, Ritchie se distancia de dos soluciones típicas del ecologismo: despoblación y decrecimiento. La primera consiste en reducir el tamaño de la población y Ritchie afirma que realmente esa no es una alternativa, primero porque la población ya se está frenando a nivel mundial y, segundo, porque es muy complicado hacerlo de forma ética. Apunta a que más impacto que la superpoblación lo generan los estilos de vida (especialmente de los millonarios), lo cual podría estar afectado por la segunda solución que Ritchie rechaza, el decrecimiento, entendido como un retroceso o empobrecimiento. Para ella, la pobreza no implica mayor sostenibilidad, por supuesto, si consideramos los dos pilares de la sostenibilidad anteriormente indicados. En el libro, ella matiza que es cuestionable el crecimiento en los países ricos, pero que para acabar con la pobreza se necesita un crecimiento económico global. Para ella, no vale cualquier crecimiento y afirma —igual que cualquier decrecentista— que sería necesario crecer en algunos sectores y tecnologías y decrecer en otras. Tal vez, la promesa más impactante del libro es que dice demostrar que podemos reducir el impacto ambiental y, a la vez, mejorar la situación económica.

1. Contaminación atmosférica

Aunque no se suela decir, la contaminación atmosférica es «una de las principales causas de mortalidad en el mundo». Las cifras de fallecidos por esta causa son similares a las muertes por tabaquismo; seis o siete veces mayores que los muertos en accidentes de tráfico; y superan en cientos de veces la cifra de vidas perdidas por terrorismo o por guerras. Cada año, la mala calidad del aire suele ser quinientas veces más mortífera que todas las catástrofes «naturales» juntas.

La buena noticia es que se está reduciendo este tipo de contaminación, especialmente en las ciudades, lo cual baja las tasas de mortalidad. Es preciso tomar medidas locales y globales. Usemos como inspiración el Protocolo de Montreal para eliminar las sustancias químicas que degradaban la capa de ozono, un problema de cuya gravedad advirtió incluso Carl Sagan. En 1987 fue firmado por 43 países; y en 2009 se convirtió en el primer convenio internacional que logró la ratificación universal de todos los países del mundo. Un ejemplo que demuestra que hacer caso a la ciencia tiene resultados positivos.

A escala global, la mayor fuente de contaminación es quemar madera o carbón, incluyendo aquí las quemas agrícolas. Luego está la polución por actividades agropecuarias, principalmente por culpa de la ganadería y por los fertilizantes. Después viene la quema de combustibles fósiles para producir electricidad. Luego, diversas industrias (textiles, químicas, metalúrgicas…), seguidas del transporte de personas y mercancías.

Resumen del libro "21 lecciones para el siglo XXI" de Harari. En nuestro blog también encontrarás el resumen de su libro "Sapiens"
Lee también un resumen de este libro de Yuval N. Harari.

♦ Las soluciones propuestas pueden parecer caras, pero son muy baratas si las comparamos con los cientos de millones en gastos por no solucionar el problema:

  1. Lo más urgente es «dejar de quemar cosas» y, cuando no sea posible, capturar las partículas de la combustión.
  2. Detener las quemas agrícolas por ser una inmensa fuente de contaminación estacional fácil de evitar haciendo compost, triturando, etc.
  3. Conseguir combustibles limpios para cocinar y calentarse. La leña puede ser muy natural, pero es la forma más contaminante de conseguir calor. Provoca múltiples enfermedades por respirar el humo.
  4. Eliminar el azufre de los combustibles fósiles. Es tan simple como poner filtros en las chimeneas.
  5. Transporte más limpio. Los vehículos eléctricos contaminan menos, pero no son parte de la solución porque siguen siendo origen de multitud de emisiones. Por supuesto, la aviación es muchísimo peor.
  6. Transporte sostenible: caminar, ir en bicicleta o en transporte público.
  7. Abandonar combustibles fósiles, en favor de las renovables y de la energía nuclear. Ritchie es contraria a debatir entre renovables y nuclear porque, para ella, lo importante es que son energías con bajas emisiones de CO2. No tiene en cuenta el problema de los residuos radiactivos, ni el riesgo de atentados terroristas, ni el hecho de que las nucleares no sean rentables sin subvenciones de dinero público.

2. Cambio Climático

«Un mundo 6 ºC más caliente que el actual sería devastador», nos advierte la autora. Tras comentar algunas de las consecuencias del calentamiento global, afirma que «si cada país cumpliera realmente sus compromisos climáticos, llegaríamos a los 2,1 ºC en 2100», lo cual sería una gran noticia, aunque podría ser mejor.

Hannah Ritchie asegura que «las tecnologías bajas en carbono resultan cada vez más competitivas» y «los líderes mundiales se han vuelto más optimistas». Ahora tenemos infraestructuras mejor preparadas, podemos predecir eventos climáticos extremos, organizar evacuaciones, existen redes internacionales de apoyo, etc. En definitiva, estamos mejor preparados que en el pasado y sabemos cómo reducir las emisiones de dióxido de carbono, porque hay solo dos fuentes principales: «la quema de combustibles fósiles y el cambio en el uso de la tierra» (deforestación).

La situación actual es que «las emisiones totales siguen aumentando, pero las emisiones per cápita han tocado techo». Ese dato es utilizado por la autora para ser optimista y esperar a que la contaminación empiece a declinar, al menos en los países ricos, porque dice que está demostrado que «los avances tecnológicos hacen que hoy consumamos mucha menos energía que en el pasado». Como ejemplo, afirma que en Suecia se vive con igual nivel que en Estados Unidos y, sin embargo, se emite solo una cuarta parte. Según sus datos, el crecimiento económico y la reducción de emisiones son compatibles. El problema es que mira datos de países ricos que ya son exageradamente insostenibles. En tales casos, ¿es correcto celebrar una pequeña reducción en su contaminación?

En su análisis, asegura que «las soluciones que pasan por reducir el consumo de energía a niveles muy bajos no son buenas», porque la energía es fundamental para mantener o aumentar la calidad de vida. Tampoco ve adecuado que se avergüencen los que viajan en avión, porque para ella volar es un gran invento y las ventajas son suficientes para olvidar sus serios inconvenientes. ¿Será una excusa para justificar su gusto por volar?

♦ Soluciones que propone:

  1. Transición hacia la energía renovable por todas sus ventajas. El inconveniente del espacio que requieren se resuelve buscando lugares adecuados: tejados, agrovoltaica, etc.
  2. Electrificar la demanda de energía donde sea posible y aumentar el almacenamiento (baterías…). Ritchie está convencida de que esta transición requerirá menos actividad minera que con combustibles fósiles.
  3. Replantear el transporte a larga distancia.
  4. Alimentación. Aunque sostiene que no es preciso ser veganos, deja claro que cualquier cambio a dietas más vegetales tiene una enorme influencia en el clima, como por ejemplo elegir hamburguesas de pollo en lugar de ternera (que es la carne con más huella de carbono). Con datos muy fiables confirma que «la carne con emisiones de carbono más bajas supera las de la proteína vegetal con emisiones más altas». Y no importa demasiado si son alimentos ecológicos, de proximidad o en extensivo. La autora afirma que adoptando las siguientes medidas se liberaría suficiente tierra como para compensar las emisiones del sistema alimentario resultante:
    • Comer menos carne.
    • Adoptar las mejores prácticas agrarias.
    • Reducir el consumo excesivo y el desperdicio alimentario.
  5. Reducir las emisiones por la construcción, básicamente eliminando el cemento, un material muy contaminante en su fabricación. Propone usar otros materiales y, aunque no lo cita, una opción es el cemento Sublime.
  6. Poner precio al carbono para que los productos de altas emisiones sean más caros y menos accesibles. Como todos sabemos, los precios no reflejan los costos de los productos, y mucho menos los costos ambientales. El peligro de esta medida —y Ritchie lo subraya— es que haga que las familias pobres sean aún más pobres. Para evitarlo se deben incluir ayudas y conseguir que sean los ricos los que más paguen, porque son, de hecho, los que más carbono emiten.
  7. Sacar a la población de la pobreza es otra medida para adaptarnos al cambio climático, porque son los pobres los más vulnerables.
  8. Mejorar la resiliencia de los cultivos ante los efectos del cambio climático.
  9. Adaptarnos ante el aumento de temperaturas.
  10. No caer en la trampa psicológica de la «autoconcesión moral». Esto ocurre cuando nos permitimos algo negativo porque creemos que lo compensamos con un sacrificio en otro aspecto. Por ejemplo, comernos un filete porque reciclamos el envoltorio de plástico; o caer en las trampas del greenwashing. Para ello, es importante tener muy presente qué cosas a nivel individual tienen más y menos impacto.

Un problema de la forma de comunicar de Ritchie es que quita importancia a aspectos que, aunque no sean principales, tienen suficiente peso como para no ser despreciados. Es como si olvidara el efecto sinérgico de juntar varias fuerzas. Sumar muchos pocos hace un mucho. A veces, este tipo de contradicción se hace patente en una misma explicación. Por ejemplo, cuando literalmente escribe: «Cambiar nuestra alimentación no va a resolver el cambio climático: para ello tenemos que dejar de quemar combustibles fósiles. Pero arreglar únicamente nuestros sistemas energéticos, ignorando la alimentación, tampoco nos llevará a esa meta».

3. Deforestación

La tierra ha perdido un tercio de todos sus bosques desde el final de la última glaciación. En el último siglo, también se ha perdido mucha superficie forestal, casi toda debida a la expansión de la agricultura. Las zonas incendiadas se regeneran si se las deja. Al perder bosques se emite carbono, pero Ritchie considera que eso es secundario en comparación con la pérdida de biodiversidad.

También resalta cómo la pérdida de hábitats se puede frenar con medidas políticas. Por ejemplo, «Brasil logró reducir la deforestación en un 80 % en solo siete años bajo la presidencia de Lula da Silva».

Con respecto al aceite de palma, no considera que su consumo sea preocupante, porque no se sabe con certeza la deforestación que causa de forma directa. Opina que no sería justo culpar a ciertos campos de palmeras de la deforestación de esas áreas si los bosques fueron talados con anterioridad. Es decir, no tiene en cuenta que esas zonas podrían volver a ser bosques. Además, sostiene que usar otros tipos de aceites podría ser incluso peor. Sin embargo, hay que tener en cuenta que evitar el aceite de palma no obliga a optar por otro aceite, sino que se puede optar por no consumir productos con aceite de palma (bollería, alimentos ultraprocesados, etc.) sin sustituirlos por nada con otros aceites. En cualquier caso, apoya el uso de aceite de palma certificado como sostenible (RSPO) y deja claro que «el biodiésel de aceite de palma produce más emisiones de carbono que la gasolina o el gasóleo».

«La tala de bosques para dejar espacio al ganado bovino es responsable de más del 40 % de la deforestación mundial». El siguiente factor de pérdida de bosques es la palma y la soja y, en tercer lugar, la silvicultura (papel/celulosa). Así, pues, la mejor forma de frenar la deforestación es reducir el consumo de carne de cordero y de vacuno. En tercer lugar, se situaría el queso y los lácteos de vaca. Ritchie apoya esta opción, incluso aunque sean productos de ganadería extensiva en tierras no aptas para la agricultura, porque en estos casos considera que la mejor opción sería dejar que esas tierras se conviertan en bosques u otros espacios naturales.

Otras opciones que propone son: que los países ricos paguen a los más pobres por conservar sus bosques; y que se compensen las emisiones mediante reforestaciones (aunque esto tiene un peligro muy evidente).

Para acabar este apartado, Ritchie sostiene que no es buena idea volver de la ciudad a zonas rurales (revitalizar pueblos), ya que la principal causa de deforestación es cómo producimos nuestros alimentos y no dónde vivimos. Y también alerta de los que piensan que la alimentación vegana contribuye a la deforestación por los cultivos de soja. Los datos son muy evidentes: el 76 % de la soja se utiliza para alimentar animales y «solo el 7 % se destina a los productos veganos» (tofu, tempeh y leche vegetal).

4. Alimentación para no comerse el planeta

«La demanda humana de alimentos representa la mayor amenaza para los animales del globo». Así de contundente se manifiesta Hannah Ritchie. Afortunadamente, no es cierto que haya una fecha límite en los suelos agrícolas del mundo. Unos se están degradando y otros están mejorando, aunque en general, el suelo agrícola está siendo maltratado (y no solo por la erosión).

Una persona necesita entre 2.000 y 2.500 calorías diarias. Si dividimos la producción mundial de alimentos a partes iguales entre todos, cada uno de nosotros podría consumir unas 5.000 calorías diarias (más del doble de lo necesario). El hambre en el mundo no es un problema de falta de alimentos, sino de mala distribución (también lo apuntaron Nebel y Wrigth). Este dato sirve a Ritchie para confirmar que, en realidad, no somos demasiados humanos. El problema es que los millones que habitamos el planeta Tierra no nos contentamos solo con comer, sino que aspiramos a un consumo cada vez mayor (casas, teléfonos, aviones, IA…).

La superproducción agraria se debe principalmente a dos inventos: el de Fritz Haber y Carl Bosch (para convertir el nitrógeno del aire en amoníaco, fertilizante); y el de Norman Borlaug (para mejorar el cultivo de trigo en México). Estos logros para aumentar la producción han evitado muchas muertes, pero también han hecho que no podamos volver atrás. Es decir, «el planeta no puede limitarse a consumir solo alimentos ecológicos» (porque hay demasiadas personas a las que alimentar). Por tanto, a nivel colectivo dependemos de los fertilizantes para sobrevivir, y fabricarlos requiere grandes cantidades de energía, lo cual explica por qué los países pobres los usan poco, aunque tengan que utilizar mayor superficie agraria.

Vivimos en un mundo con grandes desigualdades, en el que algunos sufren de obesidad y otros de desnutrición; el alimento que podría saciar el hambre de millones de personas se dedica a alimentar ganado o a producir agrocombustibles para nuestros coches. Menos de la mitad de los cereales que se producen se dedican a la alimentación humana directa. Todo un 41 % se lo come el ganado, lo cual nos hace ver que comer animales es una forma muy ineficiente de conseguir proteínas. «Los animales más pequeños son más eficientes en términos calóricos», aunque surge el «dilema moral» de que hay que matar una mayor cantidad de animales pequeños para conseguir la misma cantidad de carne.

Ritchie pone un ejemplo que sirve para visualizar bien lo que implica comer animales muertos: «¿Se imagina que comprara una barra de pan, cortara una rebanada y tirara el resto —más del 90 %— a la basura? Pues bien: en términos de calorías, eso es más o menos lo que hacemos con la carne». El ganado también es ineficiente convirtiendo proteínas. Lo bueno es que son proteínas «completas» (incorporan aminoácidos importantes), lo cual se puede conseguir con dietas vegetales comiendo legumbres y cereales. La carne también tiene otros nutrientes importantes, pero el único que no existe en los vegetales es la vitamina B12 (asunto que ya se zanjó aquí).

Para entender la magnitud del problema, afirma que tres cuartas partes de la superficie agraria tienen como fin último criar ganado, y todo eso solo sirve para producir el 18 % de las calorías y el 37 % de las proteínas que consumimos. Debemos «reducir al máximo la cantidad de tierra que destinamos a la actividad agraria», lo cual mejoraría también otros problemas: deforestación, contaminación atmosférica, de aguas, de tierras, maltrato animal, etc.

♦ Soluciones que propone:

  1. Mejorar los rendimientos agrícolas en todo el mundo, especialmente en África.
  2. Comer menos carne, sobre todo de vacuno y cordero, las carnes con mayor impacto (en emisiones, consumo y contaminación de agua, eutroficación, uso de tierra, etc.). Ritchie expone que no funciona instar a la ciudadanía a convertirse al veganismo, sino que es mejor invitar a hacer cambios paulatinos: poner un día a la semana sin carne, reducir las dosis, aumentar el consumo de legumbres, etc. Solo eliminando la carne de ternera y la de cordero se reduciría a la mitad nuestra necesidad de tierras de cultivo en todo el globo. Debemos entender que la dieta vegana es la más ecológica, pero no es necesario ser veganos estrictos: «El ahorro en comparación con una dieta con algo de pollo, o algo de pescado y huevos, no es tan significativo», aclara la autora del libro. Ella quiere derribar el mito de que si fuésemos veganos no habría tierra para cultivar porque, como ya se ha indicado, lo que ocurriría sería todo lo contrario: una dieta vegana requiere menos tierra de cultivo.
  3. Invertir en sustitutos de la carne. Para Ritchie, es importante que las carnes vegetales cumplan cuatro requisitos: ser sabrosas, baratas, fáciles de encontrar y fáciles de incorporar a las dietas habituales. Ella afirma que ha probado multitud de productos vegetales y que hay algunos realmente asombrosos que, incluso, pueden llegar a gustar tanto o más que los productos cárnicos que imitan. Optar por estos productos no solo reduce la huella de carbono, sino que contribuye a bajar el precio para el resto de la humanidad.
  4. Las hamburguesas híbridas también reducen la huella ecológica (usar carne de pollo total o parcialmente, introducir legumbres…).
  5. Sustituir los productos lácteos por alternativas vegetales. En la UE, los productos lácteos son la causa de un mínimo de una cuarta parte de la huella de carbono. Cualquier bebida vegetal tiene una huella ecológica menor que la leche animal. Ritchie recuerda aquí también la importancia de seguir una dieta variada, para evitar carencias nutricionales.
  6. Desperdiciar menos comida. Por ejemplo, resalta la importancia de cambiar los sacos de recogida de productos agrarios por cajas rígidas que protejan de golpes. También es importante saber que si un producto supera su fecha de «consumo preferente», no indica que no se pueda consumir.
  7. No depender de la agricultura de interior. Aunque minimiza el espacio ocupado (agricultura en vertical), sus necesidades energéticas son tan inmensas que no compensan las ventajas, ni empleando solo energía renovable.
  8. No centrarse en los alimentos de proximidad. Aunque el transporte es importante, supone solo el 5 % de las emisiones de GEI de la comida. El resto se debe a los procesos de producción, empaquetado y conservación. Lo más contaminante es el transporte aéreo (50 veces más que por barco), pero apenas se usa porque es caro. Por su parte, el transporte marítimo es barato, por lo que casi toda la contaminación del transporte de alimentos se produce en la carretera. En definitiva, Ritchie quiere dejar claro que está bien comer alimentos de proximidad, pero que las frutas y verduras producidas muy lejos tienen menos huella ecológica que la carne producida muy cerca.
  9. Los alimentos ecológicos tienen menos pesticidas, pero requieren más extensión. Abonar con estiércol también puede contaminar acuíferos. Respecto al clima, no hay consenso si es mejor o peor porque depende de múltiples factores. Ritchie dice que se fija más en el contenido de los envases que en las certificaciones ecológicas.
  10. Eliminar el plástico aumentaría el desperdicio alimentario. En la huella ecológica de los alimentos solo el 4 % de las emisiones procede de los envases. Nos advierte de que en ciertos alimentos es fácil de eliminar, pero en otros no. En todo caso, aquellos alimentos en los que el plástico es importante tal vez no sean esenciales en nuestra dieta y podemos prescindir totalmente del plástico y del alimento.

5. Pérdida de biodiversidad. Proteger la vida silvestre

«No cabe duda de que muchos animales están experimentando un preocupante y acelerado declive. Pero, si profundizamos un poco más, descubrimos que también hay algunos a los que les va bien». Lo que no debemos olvidar es que nuestra vida depende de la biodiversidad, aunque «no esté claro qué especies necesitemos y cuáles no». Recomendamos aquí leer el relato de La vida del doctor Biología. Lo cierto es que a veces prestamos más atención a ciertas especies, bonitas o más visibles, y olvidamos a las realmente importantes, como los gusanos y las bacterias.

El ser humano ha atacado a las demás especies desde sus orígenes, como bien explica Yuval N. Harari en su magnífico Sapiens. Ritchie declara que «antes de la aparición de la agricultura, hace unos diez mil años, la mayor amenaza para los animales era nuestra caza directa: una vez iniciada la actividad agraria, pasó a ser la destrucción de sus hábitats» y «en la última centuria, el ritmo de disminución ha sido aún más rápido». Un dato más: «Los vertebrados se han extinguido entre cien y mil veces más rápido de lo que cabría esperar».

Actualmente, los humanos y nuestro ganado constituimos la inmensa mayoría de los mamíferos del planeta. Estos son los datos del porcentaje de la biomasa actual y en 1900:

  1. Mamíferos salvajes: 2 % (17 % en 1900).
  2. Humanos: 35 % (23 %).
  3. Ganado: 63 % (60 %).

Esta desproporción también ocurre en las aves: «la biomasa de nuestros pollos duplica la de las aves silvestres». Hay multitud de datos que llevan a poder proclamar que «nos dirigimos hacia una sexta extinción masiva». La buena noticia es que podemos frenarla.

♦ Soluciones que propone:

  1. Reducir al mínimo la superficie cultivada.
  2. Utilizar fertilizantes y pesticidas de forma más prudente y eficaz.
  3. Emplear los métodos de la UE con los que ha conseguido frenar el declive de multitud de especies: reducir el uso de tierras agrícolas, recuperar hábitats naturales, prohibición total de la caza, implementación de cuotas cinegéticas, mecanismos para detener a los cazadores furtivos, proteger zonas por ley (incluyendo también el rewilding), sistemas de compensación para reproducir determinadas especies y programas de cría y reintroducción.
  4. Comer menos carne, porque esto reduciría la cantidad de tierra destinada a la agricultura, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la deforestación.
  5. Detener la deforestación, lo cual implicaría reducir la pérdida de hábitats y las emisiones de GEI.
  6. Proteger los parajes con mayor biodiversidad. El objetivo de la ONU de proteger para 2030 el 30 % de la superficie terrestre es poco ambicioso; y no son pocas las voces que piden proteger al menos el 50 % para 2050.
  7. Frenar el cambio climático.
  8. Detener los vertidos de plásticos en el mar.

6. Plásticos marinos

«El 44 % de todo el plástico del planeta se emplea en la fabricación de envases». Es ahí donde está el núcleo del problema de los plásticos. La autora critica el documental Seaspiracy por algunos de sus datos, pero está conforme con que el 80 % del plástico de las islas oceánicas procede de la industria pesquera. Solo el 20 % restante tiene su origen en tierra. Sin embargo, si miramos el plástico en zonas costeras, los datos podrían indicar justo lo contrario.

Ritchie dice que no hay aún evidencias de los auténticos peligros de los plásticos en el cuerpo humano, y que le parece más preocupante el daño que se causa a la fauna marina (enredos, atragantamientos…).

♦ Soluciones:

  1. Dejar de utilizar envases de plástico de un solo uso.
  2. Invertir más en gestión de residuos: sistemas de recogida, centros de reciclaje, vertederos adecuados (que capturen el metano de la materia orgánica), etc. Es importante reciclar todo lo que se pueda. El problema es que no siempre se puede. El reciclado mecánico permite que los plásticos se reciclen una o dos veces. El reciclado químico es mejor, pero es «tremendamente costoso» y no compensa hacerlo en ningún caso. Tal vez sería útil un SDDR para vidrio reutilizable y, en paralelo, imponer impuestos crecientes al plástico de un solo uso.
  3. Obligar a las industrias a un diseño más inteligente, que utilice solo plásticos reciclables y permita separarlos de forma cómoda.
  4. Prohibir el comercio de plástico usado para que los países ricos no usen a otros como sus vertederos. La proporción de plástico que circula por esta vía no es elevada, pero muchas veces acaba en el mar. Hablamos de 1,6 millones de toneladas en 2020.
  5. Trabajar con la industria pesquera para que no abandone su basura en el mar (redes, anzuelos, etc.). Podría castigarse a los barcos que no traigan de vuelta los aparejos con los que salieron y/o premiarse a quienes traigan basura encontrada en el mar.
  6. Poner interceptores en los ríos. Son aparatos o líneas de burbujas que sirven para capturar los plásticos evitando que lleguen al mar. Otra solución que no contempla es poner grandes bolsas de red a la salida de los desagües pluviales o residuales de las ciudades. Dado que esas aguas arrastran multitud de basura, esas redes la capturarían.
  7. Limpiar las playas es una forma mucho más barata de reducir el plástico en los océanos que recogerlo mar adentro.

7. Sobrepesca. Poner fin al expolio de los océanos

Esto está muy relacionado con la pérdida de biodiversidad. Según Ritchie, los animales marinos son discriminados con respecto a los terrestres. De alguna forma, su sufrimiento parece importar menos a los humanos, a pesar de las evidencias que existen de que los peces son capaces de sentir sufrimiento.

El incremento en potencia y tecnología aplicada al sector pesquero ha hecho que muchas pesquerías hayan entrado en declive o en grave colapso. Ante esto, hay dos formas de actuar. La primera es proponer «capturar muy pocos peces, por no decir ninguno». La segunda es «capturar tantos peces como sea posible, año tras año, pero sin mermar más sus poblaciones». Normalmente, se opta por la segunda opción, aunque sabemos que en demasiadas ocasiones no se cumple.

Una tercera vía (con un enorme crecimiento) ha sido la cría de pescados y mariscos: acuicultura o piscicultura. Actualmente, se crían más peces y mariscos de los que se pescan en estado salvaje. Para Ritchie es una buena noticia porque, según ella, esto reduce presión sobre los peces salvajes. No obstante, reconoce que parte de la comida de los peces de piscifactoría es, precisamente, peces salvajes, pero que, para algunas especies, se ha logrado una proporción de 0,3 (es decir, que hacen falta 0,3 peces salvajes para criar uno de forma artificial). El resto de comida lo forman, por ejemplo, piensos vegetales. La autora deja claro que «las normas de bienestar animal que rigen en las piscifactorías suelen ser bastante deficientes» (léase esto para más datos). Ella no habla de otros problemas presentes en las piscifactorías, como la contaminación que producen.

Con respecto a los atúnidos, Ritchie dice que su situación es mala, aunque algunas especies están mejorando sus poblaciones. Particularmente, alerta de la situación de los atunes en el océano Índico, donde se está sobrepescando sin control (España con la famosa operación Atalanta). El libro no habla de la amenaza del mercurio en los atúnidos.

Otro problema es la muerte generalizada de los corales. La autora demuestra ser una apasionada de estos animales y no le faltan motivos. La solución urgente a este problema es frenar el calentamiento global, evitando quemar combustibles fósiles. Si quieres enamorarte de los corales, te animamos a leer el relato de Lord Howe.

♦ Soluciones:

  1. Comer menos pescado, siempre que sea posible. Tal vez unos quieran no comer nada de pescado (lo cual evita el dilema del sufrimiento animal), mientras que otros opten por reducir este tipo de alimento.
  2. Elegir bien la especie a consumir. El problema de esta opción es que requiere el esfuerzo de investigar y puede variar en el tiempo y dependiendo de la región. Escogiendo bien, podemos comer pescado con poca huella de carbono (casi todos ellos son mejores que el pollo). Ella recomienda evitar los lenguados y mariscos caros, y optar por pescados pequeños y salvajes, como arenques o sardinas.
  3. Acabar con la sobrepesca aplicando cuotas de pesca estrictas. En la UE han mejorado algunas poblaciones de peces, pero otras siguen estando mal. En general, es preferible ser estrictos y que haya pesca suficiente, que ser demasiado permisivos y provocar la crisis de todo un sector.
  4. Reglamentos estrictos para capturas incidentales y descartes. El objetivo es reducir el número de peces que se pescan sin querer y que se tiran al mar (descartes), donde siempre mueren (si no lo están ya). Algunos países han prohibido los descartes y obligan a sus barcos de pesca a desembarcar todo lo que capturen, sea comercial o no.
  5. Prohibir la pesca de arrastre. Es el arte más perjudicial: normalmente se descarta entre el 30 y el 50 % de todo lo capturado (a veces es el 10 %), a lo que hay que sumar el destrozo del fondo marino que ocasionan, entre otros inconvenientes.
  6. Las áreas marinas protegidas evitan ciertas actuaciones humanas dentro de ellas. Son una buena solución, aunque a veces lo que provocan es que el impacto se traslade a otro lugar.

Propuestas finales de Hannah Ritchie

El libro de Ritchie es un canto de optimismo lleno de datos realistas. Algunas de sus opiniones pueden ser controvertidas, pero la mayoría están basadas en evidencias. Es cierto que estamos avanzando en muchos aspectos, aunque no sea tan rápido como nos gustaría. También es cierto que las opciones sostenibles se están volviendo más baratas. Y, en muchos casos, el pueblo está despertando.

Hannah se siente una traidora cuando no usa las opciones más ecológicas, aunque sí sean las opciones con menor huella de carbono, como usar el microondas o consumir alimentos que no sean de proximidad. Pero alerta que, aunque los cambios individuales sean importantes, es necesario un «cambio sistémico», es decir, una acción política que lleve a aprobar leyes que nos hagan avanzar en todas las soluciones que se han propuesto más arriba. Para ello, es necesario «votar a líderes que favorezcan medidas sostenibles» (partidos verdes y ecofeministas) y también sugiere importantes aportaciones individuales como estas:

  1. «Votar con la cartera», que quiere decir que cuando compramos estamos enviando una señal clara de nuestros intereses al mercado (a las empresas).
  2. Donar dinero a causas ecohumanistas (proyectos, organizaciones, etc.). Ritchie —conforme con lo que propuso Peter Singer— dice que dona al menos el 10 % de sus ingresos.
  3. Dedicar más tiempo a las cosas importantes (colaborar con ONG, por ejemplo) y menos a discusiones secundarias. Es decir, aunemos esfuerzos en la dirección correcta, aunque no opinemos todos exactamente lo mismo.
  4. También es muy importante elegir una trayectoria profesional que nos llene y en la que podamos empujar en la dirección que deseemos.

♦ Información relacionada:

  1. Otros libros resumidos para captar su esencia en poco tiempo:
  2. Quemar rastrojos o leña es tóxico para la salud, además de muy contaminante.
  3. La mejor solución a los incendios forestales: educar sí; quemar biomasa no.
  4. La agricultura de hoy debería ser como la de mañana.
  5. Los científicos vuelven a avisar del colapso que vendrá si seguimos sin reaccionar.
  6. Sin comer por el clima, las macrogranjas, los combustibles fósiles…
  7. Algunos libros del editor de Blogsostenible y de Historias Incontables.
  8. Una imagen del libro de Hannah Ritchie:
✇ATTAC España

Más allá del crecimiento: por un nuevo modelo ecosocial.

Por: Alberto Jimenez

Por Alberto Fraguas Herrero. Ecólogo, coordinador de Ecología Política de ATTAC y de la Alianza Más Allá del Crecimiento. Publicado originalmente para Efeverde.

I. CONTEXTO

Nos encontramos en una crítica encrucijada con una intrincada red de desafíos interconectados (ecológico, sanitario, alimentario, etc…), todos ellos multiplicados por la creciente amenaza del cambio climático, una situación de inestabilidad global que genera inseguridad y que exigiría una profunda reevaluación de los vigentes modelos de pensamiento y acción, de los principios y paradigmas que rigen al menos en el Norte Global.

Las actuales estructuras geopolíticas, ancladas en la competencia interestatal por el poder y el control de los recursos, todas ellas basadas en un imaginario de crecimiento económico permanente, demuestran una alarmante incapacidad para abordar estas crisis sistémicas. En este sentido, cabría preguntarse si todas estas crisis están provocando otra global relativa a la legitimidad de un sistema patriarcal, productivista y capitalista, que como el actual no cuida a la gente ni al planeta.

En este contexto emerge la necesidad imperante de un nuevo enfoque, de una nueva perspectiva ecosocial que integre la Economía y el bienestar social en la Ecología como pilares fundamentales de estabilidad.

Porque la salud del planeta y el bienestar de la humanidad no son objetivos contrapuestos sino intrínsecamente interdependientes. Ignorar los límites ecológicos del planeta incrementa las brechas de desigualdad existentes, socavando la seguridad global.

II. BASES PARA UN NUEVO MODELO ECOSOCIAL

La transición hacia un nuevo modelo ecosocial basado en la equidad, la armonía ecológica y la cooperación no es opcional: debe darse si queremos un futuro más seguro y justo para todos y todas, aunque esto entre en colisión con las estructuras oligárquicas del sistema dominante.

El actual momento exige un nuevo marco cultural, civilizatorio, de relaciones entre sociedad y naturaleza en el cual deben deconstruirse mitos como el de la competencia, la producción y el del relato de permanente crecimiento como paradigmas sociales, un relato donde se entiende que lo civilizado es ir contra la naturaleza, la cual se concibe erróneamente que está a nuestro servicio, justificando así el extractivismo y los colonialismos, señas de identidad del capitalismo.

Pero la tozuda realidad, avalada por la Ciencia desde hace ya más de 50 años¹, cuestiona estos prejuicios demostrando que ese relato de permanente crecimiento choca con la realidad del carácter finito de los recursos, un choque que no ha sido resuelto con la eficacia exigida a pesar de las insuficientes (y fallidas) políticas de crecimiento verde, desarrollo sostenible y hoy transición ecológica, que se han planteado bajo la misma escala de valores que los problemas que pretenden solucionar. Esta insuficiencia se demuestra si nos atenemos a que actualmente estamos ante los peores indicadores ecosociales de la historia².

El necesario cambio implica retos de gran trascendencia y empieza por atender a un nuevo equilibrio de objetivos a corto y largo plazo para ir avanzando en una ecointegración donde se prime el valor de uso sobre el de cambio, y donde se planifique, mirando al interés común, la reducción de determinados flujos metabólicos de energía y materiales. Un decrecimiento que no puede hacerse sin cambiar las reglas del juego que mueven estos flujos.

Una economía de la suficiencia donde desaprender (olvidar mitos); desmaterializar, desmercantilizar y descentralizar, y que abandone el PIB como métrica principal de supuesta calidad de vida; que planifique la contracción buscando redistribuir, incentivando los servicios públicos y bienes comunes, garantizando así los derechos y las necesidades básicas de la ciudadanía.

¹ Informe Meadows: Los Límites del Crecimiento, 1972 (y también otros documentos estratégicos).
² Según los paneles internacionales IPCC e IPBES, y del Instituto de Resiliencia de Estocolmo, así como de otros organismos internacionales independientes.

III. ESTRATEGIA

Pero la configuración e implementación de este nuevo modelo global Más Allá del Crecimiento, donde integrar decrecimientos selectivos explicados a la población como herramientas de equilibrio y esperanza, no tiene una única hoja de ruta. Es preciso buscar lugares comunes para confluir donde se rehúyan estériles debates segregadores y se dé prioridad a lo que nos une (la necesidad de cambio radical) sobre los detalles que separan.

Para ello es esencial generalizar este debate, llevarlo a donde no esté y también salir de ciertas endogamias académicas o activistas que dificultan esta generalización; es decir, atender más la justificación de la necesidad del cambio que a los calificativos que podrían definirlo. Solo así podremos hacer políticamente factible lo que es necesario a nivel ecosocial.

Es imprescindible, pues, abrir un proceso en torno a ir más allá del crecimiento como paradigma, si bien un hecho de tal envergadura requiere de otras estrategias de las que hasta ahora hemos aplicado.

El priorizar este proceso exogámico es tender a la unidad desde la diversidad para la creación de nuevas hegemonías en base a esos denominadores comunes que nos unen y tendiendo al posicionamiento público desde la extensión a toda la sociedad civil dispuesta a hacer autocríticas, que también son críticas.

Y esto es también lo que pretendemos en la recientemente creada Alianza Más Allá del Crecimiento³, una plataforma de organizaciones sociales de distintas naturalezas (economistas, ecologistas, jóvenes científicos, sindicatos, de cooperación, etc.), en la creencia firme de que la configuración de dinámicas postcrecentistas debe alimentar posicionamientos políticos con identidad propia, que superen los fallidos planteamientos del crecimiento verde y en clara oposición a la deriva reaccionaria que tiende a un control oligárquico, con tintes ecofascistas, de los recursos naturales.

Pero es preciso extender el debate de los límites del crecimiento. Para ello se está urdiendo un gran movimiento de pensamiento y acción que confluirá en 2026 en un gran Foro Social, donde centenares de organizaciones de la sociedad civil plantearán alternativas que ya están sobre la mesa. Este foro, que tendrá lugar en la Facultad de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid, será la antesala de otros muchos donde se generalice el debate crítico y se avance en los caminos comunes hacia la esperanza activa por el cambio.

Nunca olvidemos a la utopía como porvenir que se esfuerza en nacer y no el pasado que se obstina en seguir.
(Víctor Hugo)

Alberto Fraguas Herrero es ecólogo, coordinador de Ecología Política de ATTAC y de la Alianza Más Allá del Crecimiento.Alberto Fraguas Herrero es ecólogo, coordinador de Ecología Política de ATTAC y de la Alianza Más Allá del Crecimiento.

Alberto Fraguas Herrero es ecólogo, coordinador de Ecología Política de ATTAC y de la Alianza Más Allá del Crecimiento.

Logotipo de la Alianza Más Allá del CrecimientoLogotipo de la Alianza Más Allá del Crecimiento

1 Informe Meadows: Los Límites del Crecimiento 1972 (y también otros documentos estratégicos).

2 Según los Paneles Internaciones IPCC y IPBES, y del Instituto de resiliencia de Estocolmo, así como de otros organismos internacionales independientes.

3 Actualmente la Alianza está integrada por las siguientes organizaciones sociales: ATTAC, ALIANZA POR LA SOLIDARIDAD/ACTION AID, ASOCIACIÓN “MAREAS BLANCAS”, CCOO, CECU, INSTITUTO DE DERECHOS HUNANOS, DEMOCRACIA Y CULTURA DE PAZ Y NO VIOLENCIA (DEMOS PAZ), ECONOMISTAS FRENTE A LA CRISIS, FUNDACION RENOVABLES, ECONOMISTAS SIN FRONTERAS, ECOOO, FORO TRANSICIONES, FUNDACIÓN ALTERNATIVAS, FUNDACIÓN NUEVA CULTURA DEL AGUA, GREENPEACE, REBELIÓN CIENTÍFICA, SOCIEDAD ESPAÑOLA DE AGRICULTURA ECOLÓGICA, UGT, FUNDACIÓN CONAMA, EUREKA. RED POR LA RENTA BÁSICA INCONDICIONAL, PLATAFORMA CONTRA LOS TRATADOS DE LIBRE COMERCIO, FUNDACIÓN TRANSICIÓN VERDE, ASOCIACIÓN COOPERATIVA “GARBANCITA ECOLÓGICA”, FUNDACIÓN “ESPACIO PÚBLICO”, PLATAFORMA POR UN NUEVO MODELO ENERGÉTICO, FUNDACIÓN SAVIA, OBSERVATORIO DE SOSTENIBILIDAD, CONSEJO DE LA JUVENTUD, ASOCIACIÓN AMARME, FUTURO ALTERNATIVO.Alberto Fraguas. El actual momento exige un nuevo marco cultural, civilizatorio, de relaciones entre sociedad y naturaleza en el cual deben deconstruirse mitos como el de la competencia, la producción y el del relato de permanente crecimiento como paradigmas sociales, un relato donde se entiende que lo civilizado es ir contra la naturaleza, la cual se concibe erróneamente que está a nuestro servicio, justificando así el extractivismo y los colonialismos, señas de identidad del capitalismo.

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CCOO y las principales organizaciones ambientales intercambian propuestas para hacer frente a la emergencia climática

Por: Ecologistas en Acción

El sindicato y representantes de Amigas de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife, WWF y han mantenido un encuentro en el que han compartido la preocupación por los riesgos de parálisis en la transición energética y han intercambiado propuestas que puedan dar un nuevo impulso a las políticas públicas que permitan la adaptación a la emergencia climática

Representantes de Comisiones Obreras y de las organizaciones medioambientalistas Amigas de la Tierra, Ecologistas en Acción,  Greenpeace, SEO/BirdLife, WWF y, han mantenido un encuentro para conocer e intercambiar propuestas que puedan dar un nuevo impulso a las políticas públicas que permitan la adaptación a la emergencia climática que vive España y todo el mundo, y ayuden a mitigar el impacto que ya está teniendo en la vida, en el trabajo, en la economía y en la salud de las personas.

Unai Sordo, secretario general de CCOO, junto a Mariano Sanz, secretario de Salud Laboral y Medio Ambiente, y José Antronio Hernández, adjunto a la Secretaría de Acción Sindical y Transiciones Estratégicas, se ha reunido con los representantes de las cinco organizaciones: Blanca Ruibal, coordinadora de Amigas de la Tierra; Erika González, coordinadora de Ecologistas en Acción; Ricardo Magán, director de estrategia sistémica de Greenpeace; Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife; y Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF España.

La reunión ha servido para poner de manifiesto la preocupación compartida por los evidentes riesgos sobre el proceso de transición energética y el peligro de las consecuencias de dar marcha atrás en un proceso irreversible para este país, con el cuestionamiento del calendario de desmantelamiento de instalaciones de energía nuclear y el proceso de descarbonización de la economía.

Las organizaciones medioambientalistas y CCOO coinciden en subrayar el impacto negativo de las dudas que se están generando, especialmente en el marco europeo y en España, acerca de un proceso irreversible que, lejos de ser un obstáculo, es una oportunidad para España por cuanto, a través de transiciones justas, puede generar una oportunidad de empleo verde y redistribución territorial , una oportunidad también para frenar el proceso de deterioro de la biodiversidad y los ecosistemas.

La sociedad tiene que reaccionar a este proceso de devaluación acelerada de los compromisos adquiridos, coinciden, porque frenar la transición energética es poner en riesgo esta ventana de oportunidad. Un ejemplo de esas tendencias socialmente muy peligrosas está en el resultado de la  Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), con un documento final muy mejorable, falto de compromisos más claros para caminar hacia el final de los combustibles fósiles.

En el encuentro, las organizaciones ecologistas han compartido también las propuestas que respectivamente elevarán para contribuir al documento del Pacto de Estado frente a la Emergencia Climática. La iniciativa que impulsa el Gobierno de España, en la que tanto desde las organizaciones como desde CCOO se han ido preparando aportaciones, reclamando a su vez que sea un documento coherente con el resto de las políticas públicas de todas las administraciones.

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La palabrería sobre el cambio climático

Por: Fernando Luengo

Continuamente se vierten toneladas de tinta sobre la aceleración del cambio climático y la degradación de los ecosistemas y también sobre las consecuencias catastróficas e irreversibles de esos procesos en dimensiones fundamentales para la economía y, en general, para la vida. Todos los indicadores –que, además, han empeorado en los últimos años– apuntan en esa dirección. A pesar de que se han encendido todas las alarmas y de las continuas advertencias del grueso de la comunidad científica y de los organismos especializados, no se hace nada o casi nada; y no será porque no exista suficiente información al respecto.

Se escribe y se habla mucho, cada vez más, sobre el decisivo papel en esa dinámica de los países ricos y de los ricos del planeta, los que, sin duda alguna, son los principales responsables del continuo aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero… Desterremos de una vez por todas el hipócrita mantra de ¡todos somos culpables! En el otro extremo se encuentran las economías del sur –que, ciertamente, configuran una realidad heterogénea, no es de recibo meter a todas en el mismo saco–, especialmente las que tienen estructuras productivas y sociales más débiles, las que registran mayores umbrales de pobreza y las que acreditan niveles de deuda externa más elevados. Estas economías son las que padecen las consecuencias más negativas, en forma de hambrunas, episodios climáticos extremos, migraciones forzadas y violencia.

En ese contexto –y teniendo en cuenta que entregar declaraciones rimbombantes y sermonear es gratis y que, además, contribuye a la ceremonia de confusión y propaganda reinante, que tanto beneficia a los poderosos y tanto paraliza a las clases populares– no hay cumbre del clima (también la que acaba de celebrarse en Belém, Brasil) que no declare la necesidad de ayudar a las economías empobrecidas del sur global, víctimas antes que responsables del calentamiento global.

Para corregir esa situación asimétrica, se ha hablado de habilitar un fondo financiero especial a escala global que permita ayudar a estas economías a enfrentar –paliar, al menos– las devastadoras consecuencias del desorden climático. ¡Palabras, palabras y más palabras! La realidad, lo que verdaderamente importa, es que los recursos realmente comprometidos y finalmente desembolsados son exiguos.

No sólo están muy lejos de lo necesario y exigido por los países del sur afectados por esta problemática. Además, lo realmente entregado –que había sido acordado en cumbres globales anteriores– nada tiene que ver con lo prometido, una parte fundamental de esos recursos se canalizan en forma de préstamos que, por supuesto, hay que devolver –en absoluto son transferencias– y no llegan a los países más pobres y mucho menos a las comunidades más afectadas. Esta realidad ni empaña ni detiene, más bien intensifica, el continuo bla, bla, bla que domina las cumbres globales y la retórica de los gobiernos, incluido el nuestro.

Mientras tanto, lo cierto es que quemar combustibles fósiles –carbón, petróleo, gas natural– continúa siendo un formidable negocio para las grandes corporaciones, cuyas acciones se han disparado en las bolsas de valores, y para sus ejecutivos y grandes accionistas, que se ha traducido en un enorme aumento de sus retribuciones. Pero diría más, ese «modelo de negocio» es una necesidad del statu quo financiero, productivo, comercial y urbano que impera en los países ricos y que se articula y hace caja a partir del patrón energético imperante. Y, no lo olvidemos, constituye una piedra angular del cada vez más importante complejo militar/industrial, que es, de hecho, uno de los principales responsables de la emisión de gases de efecto invernadero.

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265º Hoy desde Aquí. Ciudades respirables, ciudades sostenibles.

Por: Radio Almaina
Hola salud, bienvenidos y bienvenidas porque en hoy desde aquí os vamos a hablar del aire que respiramos en Granada, gracias a la entrevista que hicimos hace unas semanas a Juan Carlos Gómez miembro investigador del instituto de astrofísica, y Leer más

Radio Almaina - 265º Hoy desde Aquí. Ciudades respirables, ciudades sostenibles.

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COP30: la Cumbre del Clima más opaca de la historia es incapaz de cumplir sus promesas

Por: Clima
  • La COP30 termina con un acuerdo de mínimos que no supone un avance real ni en reducción de emisiones ni en garantizar la financiación necesaria del Norte al Sur global.
  • El único avance real es la aprobación de un mecanismo para la transición justa propuesto por la sociedad civil: el Belém Action Mechanism (BAM). 
  • Colombia y Panamá paralizan el plenario final ante la falta de avances en una hoja de ruta para poner fin a los combustibles fósiles y de los indicadores de adaptación.

Termina la COP30 tras una semana de negociaciones en la que no han trascendido textos de manera pública. Esto ha impedido tanto a los observadores como a los medios de comunicación obtener la información necesaria para seguir e informar del avance de las negociaciones a puerta cerrada entre los países. La presidencia brasileña optó por eliminar el debate público sobre los temas más complicados durante la primera semana, iniciando diálogos ministeriales. Sin embargo, ante la falta de acuerdos la presidencia optó por presentar el último día un único texto bajo la premisa “lo tomas o lo dejas” para forzar acuerdos. Una forma de proceder que ha provocado la presentación de dos vetos a los documentos por parte de Colombia, que ha solicitado la incorporación de una mención específica de un diálogo para poner fin a los combustibles fósiles, y por parte de Panamá, que ha objetado falta de coherencia en los indicadores de adaptación, una opinión compartida por muchos países de la región. Ante la posibilidad de bloqueo de las negociaciones y las objeciones de saudís, rusos y otros LMDC (“Like-Minded Developing Countries”, países en desarrollo de ideas afines), que han evitado cualquier mención a los combustibles fósiles, la presidencia decide ignorar las objeciones latinoamericanas y dar por aprobados los textos.

El único avance ha sido la aprobación de un mecanismo para la transición justa global, una propuesta que la sociedad civil, los sindicatos y las comunidades han defendido como una forma de avanzar con mayor rapidez al permitir conectar las reducciones necesarias con la financiación y los medios de implementación requeridos, particularmente desde el Norte al Sur global. Pero de nuevo el bloqueo de la aprobación del mecanismo por la UE ha impedido definir un mandato más claro del mecanismo para que pudiese iniciar su trabajo inmediatamente; se necesitarán al menos dos años más de diálogo para que esto sea posible. Este texto simplemente recoge menciones a acuerdos anteriores, siendo incapaz de avanzar en un paquete justo y equilibrado entre la reducción de las emisiones y la obligación de proveer financiación climática del Norte global, y una hoja de ruta para poner fin a los combustibles fósiles.

Mitigación

Uno de los temas debatidos han sido las medidas a tomar para cerrar la brecha de ambición, es decir, la diferencia entre las políticas climáticas actuales y las que debería haber para alcanzar limitar el aumento de la temperatura global en este siglo a 1,5°. Otra de las cuestiones tratadas ha sido la implementación del acuerdo de la COP28: llevar a cabo una transición que deje atrás los combustibles fósiles. En esta cumbre se pensaba que habría avances sobre cómo implementar dicho acuerdo, pero Ecologistas en Acción señala que la presidencia “ha intentado encubrir su incapacidad de progresar en temas importantes con un anuncio improcedente sobre una hoja de ruta que está fuera de sus atribuciones y de sus posibilidades reales de implementación”. La organización ecologista añade que “si bien el anuncio de la conferencia para poner fin a los combustibles fósiles propuesta por Colombia podría ser una oportunidad para avanzar en el fin de los combustibles fósiles, la realidad es que esto es un proceso alejado del marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Así, la presidencia se apropia de una iniciativa que no es suya y se excede en su labor y en el respeto a todas las partes”.

Adaptación

En cuanto a los temas de adaptación, se esperaban avances en cuanto a la puesta en marcha y concreción del Global Goal on Adaptation, concretamente en tres aspectos: el desarrollo político de los próximos dos años, los indicadores de progreso y la financiación. En cuanto a lo primero, se ha creado el nuevo instrumento Visión Belem-Addis, un programa de trabajo de dos años que trabajar en la implementación de lo segundo, el conjunto de 59 indicadores que, sin embargo, resultan “claramente insuficientes” de acuerdo con las prioridades de la sociedad civil. Por último, la financiación ha supuesto también una gran decepción ya que, para algunos analistas, su “falta de concreción” hace que pueda confundirse con el objetivo general de financiación climática alcanzado el año pasado en Bakú, al no referirse específicamente a temas de adaptación ni de pérdidas y daños.

Ecosistemas y crisis

Siendo esta una cumbre celebrada en el Amazonas, se esperaba que la biodiversidad y la naturaleza ocuparan un lugar central en las discusiones. Sin embargo, de acuerdo con Ecologistas en Acción, los textos aprobados resultan “insuficientes”. Este año se esperaba la operacionalización del mecanismo de sinergias entre las tres cumbres de Río de Janeiro (clima, biodiversidad y desertificación), pero el resultado ha sido una “nueva postergación”. Si bien se ha aprobado un texto formal sobre las sinergias que entrará necesariamente en la agenda de las próximas negociaciones, su debilidad “impide considerarlo un avance significativo en la materia”.

La otra ambición en temas de naturaleza era la elaboración de una hoja de ruta para fijar objetivos cuantitativos de reducción de la deforestación. Esta propuesta no ha sido aprobada por las partes y, por lo tanto, no se ha incluido en las decisiones finales de la cumbre. Aún así, la presidencia presentó en el plenario final una propuesta de elaborar dicha hoja de ruta en trabajos externos a la cumbre y a pesar de ser esto enmarcado como un logro, no supone ninguna acción concreta ni acuerdo vinculante.

La masiva movilización vivida el pasado sábado, la lucha de los pueblos originarios, las mujeres, los trabajadores y los activistas en la Cupula dos Povos muestra nuevamente que son muchas las comunidades que sí están a la altura del reto climático.

 

Declaraciones del equipo de Ecologistas en Acción en Belém do Pará (Brasil)

Javier Andaluz Prieto, responsable de Clima y Energía de Ecologistas en Acción:

“La COP30 ha sido una de las cumbres más opacas de la historia. La presidencia brasileña ha sido incapaz de avanzar  hacia una decisión final justa y que permitiera avanzar en la justicia climática. Salvo el BAM, no se han producido avances. De nuevo los gobiernos de todo el mundo anteponen sus intereses, poniendo en riesgo las vidas de todas y todos, particularmente de las personas vulnerables. Venimos al Amazonas en busca de una financiación adecuada y una hoja de ruta para el fin de los combustibles fósiles y la deforestación, que pusiera a las personas y los ecosistemas en el centro de la acción climática. Sin embargo, el resultado final ha sido nuevamente un choque geopolítico que nos está saliendo demasiado caro”.

“En unos días se cumplirán 10 años del Acuerdo de París, una celebración a la que se sumarán decenas de líderes políticos responsables de la falta de cumplimiento del acuerdo. No tienen nada que homenajear; al contrario, deben entender que son ellos los que están poniendo en riesgo el multilateralismo y no la sociedad civil que, frustración tras frustración, demuestra que está a la altura del reto. Solo un acuerdo global puede ayudarnos a avanzar con justicia, mientras tanto seguiremos luchando en nuestras localidades, en Belém o en Colombia, por la justicia y la integridad climática”.

Sofía Fernández Álvarez, activista del Área de Energía de Ecologistas en Acción:

“Cada año es crítico para afrontar la crisis climática, no podemos seguir perdiendo el tiempo. Necesitamos una transformación integral del sistema, que debe pasar por un abandono de los combustibles fósiles. Esa transformación debe ser justa, rápida, feminista y definitiva, lo cuál es imposible sin una hoja de ruta clara y financiación para llevarla acabo. Esta hoja de ruta debe venir guiada por la mejor ciencia disponible”.

Sara Facchinelli, activista del Área de Conservación de la Naturaleza de Ecologistas en Acción: 

“Teníamos algo de esperanza para esta cumbre del Amazonas y se ha caído como un aguacero tropical. Tenemos que actuar con rapidez y asegurarnos que las acciones climáticas no tengan impactos negativos en la biodiversidad. El tiempo pasa y los recursos naturales, nuestras principales armas de resiliencia y sustento vital, se agotan. La comunidad internacional se ha mostrado incapaz de abordar estos temas y, una vez más, se ha mostrado más interesada en la protección de los intereses económicos que en la de nuestros ecosistemas y las vidas que los habitan”.

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Alerten que el Decret d’Espais Climàtics careix d’obligació municipal i sense garanties ambientals

Por: País Valencià
  • Ecologistes en Acció del País Valencià ha analitzat el recent Decret 150/2025 del Consell que crea la Xarxa d’Espais Climàtics per protegir la població davant de les onades de calor.
  • Tot i valorar que la Generalitat assumisca la gravetat dels episodis de calor extrema, l’organització considera que la norma és insuficient, amb greus mancances ambientals i socials, i que pot convertir-se en una mera declaració d’intencions sense eficàcia real sobre el territori.

La principal carència que l’organització ecologista considera en el Decret 150/2025 és que no obliga els ajuntaments a habilitar espais climàtics mínims en funció del risc i de la població vulnerable de cada municipi. La qual cosa pot generar una protecció desigual: hi haurà municipis que posaran en marxa refugis climàtics i altres que no faran res.

Així, en zones rurals o barris amb menys recursos, la ciutadania podria quedar desprotegida, tot i ser precisament on la calor extrema té un impacte més dur i on el risc sanitari és més elevat.

Segons Ecologistes en Acció, una planificació real hauria d’establir criteris obligatoris basats en vulnerabilitat, densitat de població, presència d’illes de calor urbanes i situació socioeconòmica. Sense aquesta obligació, la xarxa pot quedar reduïda a llistats voluntaris i desconnexos, que no aporten una protecció garantida i universal.

A més, el decret se centra quasi exclusivament a habilitar espais de refugi, però sense abordar les causes ambientals que agreugen la calor extrema. Les ciutats continuen patint un fort dèficit de parcs, ombra natural i permeabilitat del sòl, i el decret no inclou mesures estructurals per transformar l’urbanisme i reduir les temperatures ambientals.

Per a l’organització, la resposta no pot limitar-se a obrir portes d’edificis refrigerats, sinó que ha d’invertir en espais verds urbans, lluitar contra les illes de calor, el foment de la mobilitat sostenible i la reducció d’emissions.

Sense control per contaminació

Ecologistes en Acció recorda també que la calor extrema va associada a un empitjorament de la qualitat de l’aire. L’informe presentat recentment per l’organització assenyala que la contaminació per ozó troposfèric ha repuntat al País Valencià durant les onades de calor estivals.

Tot i això, el decret no incorpora mesures de control de contaminació ni exigeix condicions de qualitat de l’aire en els espais declarats com a climàtics. Així, moltes persones refugiades d’una ona de calor podrien continuar respirant aire contaminat, amb efectes greus per a persones majors, infants o persones amb malalties respiratòries.

L’organització mostra preocupació per l’absència de mecanismes clars de finançament i control. No s’indica com es donarà suport als municipis que no tenen recursos per habilitar espais climàtics, ni com es verificarà que els espais declarats realment complisquen les condicions mínimes. Sense un sistema de supervisió i rendició de comptes, la norma pot quedar en paper mullat.

A més a més, s’ha de recordar que el Govern del PP amb el suport de VOX ha negat en incomptables ocasions l’emergència climàtica, fins al punt d’aprovar la coneguda Llei 6/2024 de Simplificació (que Ecologistes va criticar durament) que anul·lava quasi la totalitat de les mesures més disruptives de la Llei 6/2022 de Canvi Climàtic i Transició Ecològica. Entre d’altres, tot el capítol II dedicat a la fiscalitat verda on es creaven impostos per emissions de diòxid de carbono o de gasos d’efecte d’hivernacle.

Per tot això, Ecologistes en Acció exigeix que el Consell revise el decret i incorpore els següents aspectes:

  • Obligacions mínimes per municipi en funció del risc.
  • Integració de la qualitat de l’aire en la definició d’espai climàtic.
  • Finançament específic per a municipis amb menys recursos.
  • Planificació urbana basada en ombra, vegetació i refrigeració natural.
  • Mecanismes de seguiment i inspecció.

Per a Ecologistes en Acció del País Valencià, el Decret 150/2025 resulta insuficient per a la fi que s’ha elaborat: protegir la població davant de les onades de calor. Però es tracta d’una llei ‘amable’ incapaç de presentar mesures d’obligatorietat i sense contemplar els aspectes globals climàtics que afronten les ciutats.

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La COP30 cierra su primera semana sin abordar los temas críticos

Por: Energía
  • Al inicio de la COP la presidencia brasileña pospuso a los últimos días de la cumbre el debate los temas más conflictivos. Ante la falta de acuerdo de los países para implementar una transición que deje atrás los combustibles fósiles, esta decisión pone en riesgo la posibilidad de alcanzar consensos.
  • La UE opta por distraer la atención con una nueva propuesta sobre una transición justa en lugar de sumarse al amplio acuerdo de la mayor parte de países, la sociedad civil y los sindicatos.
  • La Cumbre de los Pueblos entrega al presidente de la COP la carta con las demandas de los pueblos del mundo.

Tras la primera semana de negociaciones, la COP30 ha cerrado esta primera fase técnica de las negociaciones en el tiempo previsto, algo que no ocurría desde hace varios años. Sin embargo, de acuerdo con los observadores de la sociedad civil, este aparente éxito esconde una realidad preocupante: la presidencia brasileña eliminó desde el inicio la posibilidad de debatir los temas más conflictivos, posponiéndolos deliberadamente a la segunda semana.

La presidencia ha agrupado los asuntos más complejos en cuatro bloques que se abordarán en los últimos días de la cumbre: la obligación de financiación del Norte global (artículo 9.1 del Acuerdo de París), el fin de los combustibles fósiles y la aceleración de la reducción de emisiones, la transparencia en los compromisos climáticos y las medidas unilaterales de comercio.

Javier Andaluz Prieto, responsable de Clima y Energía de Ecologistas en Acción, advierte: “La presidencia opta por una estrategia demasiado arriesgada. Posponer los debates fundamentales a los últimos días de la cumbre pone en enorme riesgo alcanzar acuerdos. Cerramos una primera semana en falso”. Andaluz añade que “los cuatro elementos que la presidencia quiere abordar en la decisión final de la cumbre requieren en estos momentos un acuerdo muy complejo y ambicioso. Una generosidad internacional que aún no se ha dado, y que parece que nos dirigirá nuevamente a un acuerdo más declarativo que real, que difícilmente se materializará, como está pasando con esa decisión de Dubái de poner fin a los combustibles fósiles”.

El Mecanismo de Acción de Belém para la transición justa

Uno de los principales puntos de conflicto ha sido el Mecanismo de Acción de Belém para la Transición Justa (Belém Action Mechanism o BAM, en sus siglas en inglés), una propuesta exigida por la sociedad civil y los sindicatos de todo el mundo que, durante los primeros días de la cumbre, el G77 y China incluyeron en las negociaciones. Sin embargo, los países del Norte global bloquean el acuerdo. En lugar de aceptar la propuesta avalada por la mayoría del mundo, la UE ha presentado una alternativa: un ‘Plan de Acción para la Transición Justa’ que, para Javier Andaluz, solo responde a las necesidades del Norte, ignora la urgencia requerida y tergiversa la propuesta del mecanismo acusándola de ineficiente: “En lugar de abordar medidas definitivas a aprobar por la COP30, la Comisión Europea y los Estados miembros, optan por dilatar este importante paquete a través de nuevos diálogos que durarán años”.

Las discusiones sobre transición justa también han recibido el ataque de los países LMDC (Like-Minded Developing Countries), que impiden que los acuerdos recojan cualquier mención a la necesidad de poner fin a los combustibles fósiles, algo ya acordado en la cumbre de Dubái. Andaluz subraya: “Mantener estas menciones requiere también de una empatía del Norte global para paliar los efectos sociales y económicos de esas políticas, algo que no se ve en las salas de negociación. En su lugar, vemos nuevamente el reiterado empeño del Norte global, y particularmente los países del G7, de evadir sus responsabilidades históricas y actuales, y a los países petroleros instrumentalizando al G77 y China”.

Mitigación

En cuanto a mitigación, la cumbre comenzó sin que muchos los países, incluida la UE, presentaran sus nuevos compromisos de reducción. A ello, se suma la falta de un espacio formal en la COP30 para poder abordar la “brecha de ambición e implementación”, es decir, para responder a la siguiente pregunta: ¿qué se puede hacer para limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5ºC con respecto a niveles preindustriales (uno de los grandes objetivos del Acuerdo de París), teniendo en cuenta que los esfuerzos hechos hasta ahora son menores de lo que deberían?Esto ha causado que la presidencia vaya a incorporar la brecha como uno de los cuatro elementos a incluir en la decisión final. Sofía Fernández, activista del Área de Energía de Ecologistas en Acción, declara: “Observamos que no hay una ruta clara para llevar a cabo una transformación que deje atrás los combustibles fósiles. Nohay un espacio para discutir sobre transición energética, deforestación o relaciones de la crisis climática con la crisis de biodiversidad”. Asimismo, señala: “Peligra el alineamiento entre la política climática y la mejor ciencia disponible, los informes del IPCC de cara a los próximos años.

Finalmente, hay que destacar la mención a los mal llamados “combustibles de transición para conseguir transiciones justas”. Dentro de los “combustibles de transición”, está el gas fósil, cuyo uso continúa generando crisis climática e injusticia.

Adaptación: negociaciones estancadas

En materia de adaptación, otro de los acuerdos cruciales esperados en esta cumbre, las negociaciones avanzan peligrosamente lentas frente a una crisis que se acelera. El objetivo de esta COP30 es ambicioso pero urgente: adoptar aproximadamente 100 indicadores para medir los avances concretos hacia el Objetivo Global de Adaptación (GGA), evaluando tanto la conservación de ecosistemas como el cumplimiento real de los compromisos de financiación internacional. Paralelamente, esta COP debe abordar la brecha de financiación, es imperativo aprobar un nuevo compromiso que triplique la financiación pública para adaptación desde los niveles de 2022 hasta 2030, junto con una estrategia clara que establezca vías de implementación post-2025.

La Opinión Consultiva de la Corte Internacional de Justicia: claridad jurídica incómoda

La Opinión Consultiva de la Corte Internacional de Justicia, publicada en julio de 2025 a instancias de Vanuatu y una coalición de Estados insulares y movimientos del Sur global, establece que los Estados tienen obligaciones jurídicas vinculantes para proteger el sistema climático. La CIJ subraya tres obligaciones clave: mantener el límite de 1,5°C como compromiso legal; proporcionar financiación a escala de las necesidades reales de Pérdidas y Daños mediante recursos públicos basados en subvenciones y el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas; y garantizar el derecho a reparación integral de las comunidades afectadas. Esta opinión llega en un momento clave, coincidiendo con la revisión del Mecanismo de Varsovia sobre Pérdidas y Daños en la COP30, y sería de esperar que influya significativamente en las negociaciones sobre financiación climática.

Para Irene Rubiera, activista del Área Jurídica de Ecologistas en Acción, esta opinión marca un antes y un después en el derecho climático internacional: “La CIJ no ha podido ser más clara en su dictamen: ignorar estas obligaciones no las hace desaparecer. Los Estados deben elegir entre cumplir con el derecho internacional o admitir abiertamente que priorizan intereses económicos sobre vidas humanas”.

La Cumbre de los Pueblos: la voz de la sociedad civil

El domingo finalizó la Cumbre de los Pueblos, un encuentro de pueblos originarios, indígenas, afrodescendientes, campesinos, pescadores, sindicatos y ecologistas, que se reunieron en la Universidad de Pará para mostrar al mundo la “fortaleza y unidad de la sociedad civil frente a un sistema depredador que devora territorios y vidas”. Como resultado, la Cumbre de los Pueblos elaboró una carta muy completa que proporciona un análisis detallado y crítico de la crisis global. Este documento es fruto de dos años de trabajo con el interés de englobar las voces de las poblaciones más vulnerables, diversas y afectadas por la desigualdad y la degradación ambiental. Para Sara Facchinelli, activista de Ecologistas en Acción de Almería presente en la COP30: “La Cumbre de los Pueblos ha puesto de nuevo en evidencia la interconexión entre los conflictos sociales y climáticos, cuyo origen es el mismo sistema económico depredador de la vida. Las comunidades presentes nos han recordado la responsabilidad histórica de un Norte global que sigue con tácticas neocoloniales maquilladas de verde”.

Entre los contenidos de la carta se critica que la transición energética se está desarrollando bajo la lógica capitalista y, por lo tanto, perpetúa la injusticia, la desigualdad y el extractivismo en el Sur global. También exige el fin de los combustibles fósiles por medio de una transición justa en la que se considere la energía como un bien común. Entre los elementos de esta declaración se rechaza la Tropical Forest Forever Facility propuesta por el gobierno, al considerarla una iniciativa que incrementa enormemente la presión en los territorios, además de ser una forma más de comercializar la naturaleza. Fachinelli subraya: “Se hace evidente cómo los pueblos y personas reunidas en esta cumbre de los pueblos están dispuestos a abordar con solidaridad la complejidad de la crisis climática”. Y añade: “Esa solidaridad va más allá de la crisis climática, denuncia el genocidio en Palestina y la violencia en Sudán, la República del Congo, Nigeria… Son muchas las razones que nos hacen sumarnos a todas las propuestas de la Cumbre de los Pueblos, que reclamaremos dentro y fuera de las negociaciones”.

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Cientos de miles de personas se movilizan en todo el mundo para exigir justicia climática durante la COP30

Por: Energía
  • Miles de personas se movilizan en más de 15 ciudades del Estado español uniéndose a las protestas en los cinco continentes.
  • Alianza por el Clima denuncia la dependencia de combustibles fósiles que agrava desigualdades y provoca fenómenos extremos como olas de calor, inundaciones e incendios.
  • El manifiesto, bajo el lema “El clima exige acción, el futuro esperanza” que reclama una transición justa, ha sido firmado por más de 50 organizaciones sociales, ambientales y sindicales.

Ecologistas en Acción en la manifestación en Belém do Pará (Brasil).

Galería multimedia de movilizaciones en el Estado español y en Belém.

 

Miles de personas han salido a las calles este fin de semana en más de 15 ciudades españolas, convocadas por Alianza por el Clima, plataforma de la que forma parte Ecologistas en Acción,para exigir un cambio urgente de modelo económico y medidas efectivas de justicia climática. Las movilizaciones en España han formado parte de una jornada de acción global que se ha desarrollado simultáneamente en decenas de países. En Belém, sede de la COP30, casi 100.000 personas se han manifestado para exigir a los líderes mundiales reunidos compromisos vinculantes frente a la emergencia climática. Según datos preliminares de los organizadores, a lo largo del día se registraron protestas en los cinco continentes, con una participación estimada de cientos de miles de personas en todo el mundo.

La jornada principal del sábado 15 de noviembre ha concentrado las mayores movilizaciones, con cientos de personas en Madrid y València, entre otras ciudades. Las acciones han incluido desde manifestaciones y concentraciones hasta performances participativas y actos simbólicos. En Madrid, cerca de 300 manifestantes se han congregado en la Plazuela de Lina Morgan llevando a cabo un mosaico humano, mientras que en Barcelona la concentración ha reunido a cientos de manifestantes en el Moll d’Espanya. También se han registrado movilizaciones en Málaga, Córdoba, Pamplona-Iruña, Xixón, Sant Cugat del Vallès y Burgos, además de actos previos el viernes 14 en Bilbao y Logroño. La lista completa de convocatorias puede encontrarse aquí.

Las protestas, celebradas bajo el lema “El clima exige acción, el futuro esperanza”, han denunciado el actual modelo económico basado en combustibles fósiles que “agrava las desigualdades sociales, eleva el coste de bienes básicos y genera crisis diversas que benefician solo a unos pocos, mientras aumentan los fenómenos extremos como olas de calor, inundaciones e incendios”. Más de 50 organizaciones han firmado el manifiesto lanzado por la Alianza por el Clima, que exige un pacto sociopolítico que garantice los medios necesarios para reducir urgentemente las emisiones y afrontar los crecientes riesgos climáticos, reclamando que “el poder, los recursos y las decisiones estén en manos de las comunidades que arden y se inundan, no en las de quienes se lucran de nuestra vulnerabilidad”.

Firmantes del manifiesto

AFCE

Alianza por la Emergencia Climática de Paterna, San Antonio de Benageber y L’Eliana

Alianza por la Emergencia Climática en Aragón

AMES (Asociación de Moda Ética y Sostenible)

Amnistía Internacional

Amnistía Internacional Madrid

Amycos.org

Asamblea Cívica por el Clima

Asociación Bee Garden

Asociación La Burra Verde

Asociación retoglobal.eu

Asociación retoglobal

Asociación Una por Una

ATTAC País Valencià

Attac

Canopia Coop. V. / Espacio de Encuentros Rurales La Surera

CCOO

CECU (Federación de Consumidores y Usuarios)

Diamante Verde

Eco-union

Ecologistas en Acción

Ekologistak Martxan

Econciencia Terrestre (Organización Ambiental, Colombia)

ESALOGIKA

Fridays for Future España

Fundación Vida Sostenible

Iaioflautas Valencia

La Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo

La Corriente

La Garbancita Ecológica S. Coop. Mad

La Imprenta, Estrategias y Artefactos Culturales

Málaga por la Regeneración

Manos Unidas

Mesa por el Clima de Granada

Observatori del Deute en la Globalització (ODG)

Oikocredit Euskadi

ONGAWA

Organización Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles

Oxfam Intermón

Plataforma por un Nuevo Modelo Energético

Rebelión o Extinción

Senderar ONG

Unión Renovables

URBE

WWF

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“¡Nuestros territorios no están en venta!”: nace la coalición global Pueblos Contra el Extractivismo

Por: Mineria
  • Se presenta en Brasil una coalición de más de 30 organizaciones de la sociedad civil y de base indígena y campesina de América Latina y Europa, entre las que se encuentra Ecologistas en Acción.
  • El espacio se define como la articulación entre pueblos, comunidades y organizaciones que enfrentan en sus territorios los impactos del extractivismo minero‑energético, del agronegocio y de otros enclaves de expoliación de la naturaleza.
  • El lanzamiento se ha realizado en el marco de las actividades alrededor de la COP30 en Belém do Pará (Brasil). 

Pueblos Contra el Extractivismo se ha presentado públicamente en Belém do Pará para articular, desde las luchas de base, “una respuesta internacionalista frente a un modelo extractivista exacerbado por las demandas de una transición verde y digital”. En el evento han participado más de 30 organizaciones y alrededor de 100 personas, entre activistas y defensoras de los bienes comunes, la naturaleza y los derechos humanos. Ecologistas en Acción es una de las organizaciones impulsoras del encuentro.

La coalición internacional denuncia que, bajo el discurso de la transición energética y el desarrollo sostenible, se profundiza una carrera por materiales críticos (litio, cobalto, níquel, entre otros) que acelera la expansión de fronteras de sacrificio y refuerza la dependencia.

“La transición verde y digital vendida bajo la promesa de un horizonte de sostenibilidad, igualdad y bienestar es, en la práctica, el marco para el avance del capitalismo verde militar, que ahonda las desigualdades sociales y la destrucción de los territorios, apuntalando una matriz energética extractivista que acelera la superación de los límites biofísicos del planeta. Además, en términos geopolíticos, incrementa aún más el poder y la impunidad de las empresas transnacionales, azuza el régimen de guerra y desarrolla una ofensiva neocolonial”, afirman.

Pueblos Contra el Extractivismo resalta que “esta ofensiva colonial” es más palpable en los países periféricos que suministran materias primas de aquellos que concentran la transformación y la acumulación de valor:  “Bajo esta situación es evidente que no es posible la justicia climática para quienes, históricamente, han soportado los peores efectos del sistema capitalista: pueblos indígenas, campesinos y poblaciones rurales”.

Ejemplos de ello son las actuales luchas y resistencias en Panamá, Ecuador o Perú: “La minería muestra su cara como la expresión más violenta del extractivismo y avanza con militarización, despojo de tierras y racismo estructural donde se criminaliza a quienes defienden el agua y la tierra y se asegura la impunidad de las empresas”.

Por todo ello, Pueblos Contra el Extractivismo lanza una invitación a tejer una voz común y una lucha anticolonial y anticapitalista, “visibilizando y enlazando resistencias que ya construyen alternativas comunitarias en defensa de la vida”.

Maureen Zelaya, portavoz de Ecologistas en Acción, ha declarado: “Pueblos contra el Extractivismo nace en Belém do Pará, en el marco de la COP30, como respuesta a las falsas soluciones del extractivismo verde que se debaten en este foro. Nosotras y nuestras luchas en defensa de los territorios somos la respuesta”.

El encuentro concluye con el acuerdo de volver a reunirse en mayo de 2026 en Europa, una propuesta promovida por Ecologistas en Acción. También se ha acordado impulsar campañas conjuntas que señalen la impunidad de las transnacionales extractivistas, actividades de formación e intercambio de experiencias entre organizaciones, así como promover la realización de brigadas como prácticas de internacionalismo.

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El multilateralismo climático está en juego en el Amazonas

Por: Energía
  • El 10 de noviembre dará comienzo la 30ª Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático (COP30) en Belém. Un encuentro que llega en unas relaciones internacionales cada vez más convulsas. La Cumbre del Clima deberá aprobar un Mecanismo de Acción para la Transición Justa.
  • Las consecuencias de la dana del año pasado o los incendios forestales del último año subrayan la importancia de adaptarse y evitar las pérdidas y los daños. 
  • Ecologistas en Acción estará presente en Belém con una delegación en el espacio oficial para dar seguimiento a las negociaciones, y publica un dosier previo a las negociaciones.

La COP30 se celebrará en Belém, entre los días 10 y 21 de noviembre, tras unos meses de turbulencias bélicas, económicas, climáticas y energéticas, que muestran más que nunca la necesidad de acelerar la lucha climática. La COP30 en Belém será la prueba definitiva de si el multilateralismo puede responder a la emergencia climática o si el sistema está capturado definitivamente por intereses corporativos y de los países más ricos. En este contexto, Ecologistas en Acción presenta su dosier previo a las negociaciones.

Balance de cumbres anteriores

La COP29 en Bakú concluyó con resultados desastrosos. El nuevo objetivo de financiación climática estableció 1,3 billones de dólares anuales para 2035, pero con un núcleo de financiación pública de apenas 300.000 millones, cantidad que, considerando la inflación, no representa ningún aumento real respecto al compromiso de 2009. El acuerdo evitó deliberadamente reconocer la obligación de los países del Norte global de aportar financiación pública, suficiente y predecible, incluyendo en su lugar fuentes privadas y métodos “innovadores”. En mitigación hubo retrocesos graves: los textos finales no contenían referencias directas a la transición fuera de los combustibles fósiles, borrando los avances logrados en Dubái el año anterior.

Las cumbres de Bonn y Sevilla de 2025 confirmaron esta tendencia negativa. En Bonn se logró incluir el Mecanismo de Acción de Belém para la transición justa, pero persistieron bloqueos sistemáticos de petroestados y países del Norte Global. En Sevilla, la cumbre de Financiación para el Desarrollo concluyó sin avances significativos, con un déficit democrático grave y captura corporativa evidente. Ambas cumbres evidenciaron que la financiación es el eje central de la parálisis global.

Un cambio fundamental llegó en julio de 2025 con la Opinión Consultiva de la Corte Internacional de Justicia, que estableció que el umbral de 1,5°C es jurídicamente vinculante y que los Estados tienen obligaciones legales concretas en materia climática, incluida la provisión de recursos financieros a países en desarrollo. Este nuevo marco jurídico transforma las negociaciones de compromisos voluntarios a responsabilidades legales.

Brasil como anfitrión

Brasil llega a la COP30 con profundas contradicciones. Bajo el gobierno de Lula, la deforestación amazónica cayó un 62% en 2023, representando una reducción de 200 millones de toneladas de CO₂eq. Sin embargo, el país mantiene una dependencia creciente de los combustibles fósiles: el petróleo es su principal producto de exportación y Petrobras está expandiendo la frontera petrolera en la Margen Ecuatorial, frente a la desembocadura del Amazonas, contradiciendo los compromisos de deforestación cero para 2030. Brasil representa el 1,2% de las emisiones globales, pero su expansión petrolera y gasística amenaza con consolidar un modelo extractivista que contradice su imagen de líder climático.

Temas críticos de negociación

En mitigación, persiste una brecha de ambición dramática. Solo 64 países han presentado NDCs actualizados antes de la COP30, faltando la Unión Europea entre otros. El Programa de Trabajo de Mitigación de Sharm el-Sheikh está completamente bloqueado. La COP30 debe establecer espacios para cerrar la brecha de ambición, asegurar que las NDCs se alineen con 1,5°C e incluyan transparencia vinculante, y elaborar una hoja de ruta equitativa para la eliminación gradual de los combustibles fósiles basada en responsabilidades diferenciadas.

En financiación, las demandas de la sociedad civil se centran en clarificar que los 300.000 millones del núcleo deben ser financiación pública nueva y adicional, establecer tributación ambiental progresiva, implementar el Artículo 9.1 del Acuerdo de París que obliga a los países desarrollados a proveer financiación, y desarrollar la “Hoja de Ruta de Bakú a Belém” para cerrar vacíos y ambigüedades. También debe abordarse el Artículo 2.1c para terminar con subsidios a combustibles fósiles y alinear todos los flujos financieros con desarrollo bajo en carbono.

El Mecanismo de Acción de Belém para la Transición Justa será uno de los principales acuerdos a alcanzar. Este mecanismo conectaría el fin de los combustibles fósiles con la protección de derechos laborales y sociales, estableciendo una entidad coordinadora con participación significativa de observadores y grupos de interés. La COP30 debe acordar principios de transición justa aplicables a todas las dimensiones, mandato para financiar la transición justa con recursos no generadores de deuda, y crear instituciones nacionales para la participación popular.

En adaptación, tras años de bloqueos, debe adoptarse una lista final de hasta 100 indicadores para medir el progreso hacia el Objetivo Global de Adaptación, incluyendo indicadores de financiación. Se necesita un nuevo compromiso de financiación pública para al menos triplicar los niveles de 2022 para 2030, basado en subvenciones y no préstamos. La Hoja de Ruta de Adaptación de Bakú debe establecer vías claras de implementación más allá del mero reporte.

Para pérdidas y daños, la COP30 será la primera tras la Opinión de la CIJ que establece obligaciones legales de los países desarrollados. Debe ampliarse drásticamente la financiación del Fondo para Responder a Pérdidas y Daños hacia los 400.000 millones anuales necesarios, establecer modalidades de acceso comunitario directo incluyendo pequeñas donaciones, crear marcos robustos de participación pública y salvaguardas de derechos humanos, y establecer un ítem permanente de agenda sobre pérdidas y daños.

Actores clave

La Unión Europea atraviesa una crisis de ambición tras el ascenso de la ultraderecha y gobiernos negacionistas, incapaz de acordar objetivos para 2040 y desmantelando legislación ambiental mediante paquetes Omnibus. China realizó su primer compromiso absoluto de reducción de emisiones pero insuficiente para 1,5°C, mientras domina la producción de tecnologías limpias y de minerales críticos. Estados Unidos abandonó nuevamente el Acuerdo de París bajo Trump, cortando financiación climática y aumentando producción fósil. El G77 y China mantienen la presión por la financiación climática y la responsabilidad del Norte global, mientras el Norte se escuda en financiación privada y en la falta de avances en materia de mitigación.

Sociedad civil y resistencias

La Cumbre de los Pueblos en Belém representa una convergencia sin precedentes de más de 1.200 organizaciones, con movilización internacional el 15 de noviembre y presentación de demandas durante la sesión plenaria. La coalición “Pueblos contra el Extractivismo” une movimientos de América Latina, Europa y África contra el colonialismo verde y la expansión minera justificada como “transición energética”. Las organizaciones mantienen que no hay justicia climática en territorio ocupado, denunciando el genocidio en Palestina y la tibieza de la UNFCCC.

La COP30 en Belém será la prueba definitiva de si el multilateralismo puede responder a la emergencia climática o si el sistema está capturado definitivamente por intereses corporativos y de los países más ricos.

 

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Que la publicidad nos sirva para pensar

Por: Pepe Galindo

Mi primer deseo para la publicidad sería que no se puedan anunciar productos o servicios nocivos (para personas, animales o el medioambiente). Se prohibiría así la propaganda de coches, corridas de toros, viajes en avión, joyas o cruceros de lujo.

La publicidad es un torno donde se moldean los valores; y los valores son el motor de todo.

Estamos lejos de eso. No tanto como algunos imaginan, por uno u otro motivo. Hace poco, había muchos iluminados que decían que sería imposible eliminar los anuncios de tabaco y alcohol y sus patrocinios en el deporte: «¡Será el final de la Fórmula 1!». Por desgracia, se equivocaron. Nada hubiera sido mejor que acabar con esos deportes de machotes dando vueltas a un circuito mientras machacan el clima. Esto da para otro debate, pero en nombre de la libertad de millones de humanos, hay al menos seis deportes que deberíamos prohibir.

Mi segundo deseo para la publicidad es que nos sirva para pensar. Hagamos que su burda manipulación —casi siempre es así— se les vuelva en contra. Solo tenemos que parar para pensar. Consigamos que la seducción publicitaria sea la levadura que fermenta nuestro pensamiento crítico; y que, como mínimo, el greenwashing nos provoque risa.

Por ejemplo, hay un anuncio de una empresa de venta de coches de segunda mano en el que una pobre chica se queda tirada en un pueblo que tiene buenos quesos. La voz en off advierte que los quesos son espectaculares en ese pueblo, pero que el arcén donde se ha quedado el coche averiado no es tan espectacular. ¿Qué podemos reflexionar?

  • Vender coches de segunda mano es mejor que nuevos. Sin embargo, los vehículos a motor —incluso los eléctricos— no dejan de ser máquinas muy contaminantes; y no solo por humos. Con razón están entre las invenciones más perniciosas de la humanidad.
  • Pero en serio: ¿de verdad sus coches son tan magníficos como quieren hacernos creer? ¿Nos tenemos que fiar de su palabra? ¿No será mejor confiar en un taller de nuestro barrio con años de experiencia y que da la cara?
  • Incluso los detalles más inocentes de este spot comercial esconden el reflejo de una sociedad inconsciente o anestesiada por el bombardeo. ¿Era necesario hacer publicidad encubierta de quesos? Recordemos que los lácteos —como todos los productos de origen animal— no solo esconden maltrato animal, sino una huella ecológica considerable. La explotación de los animales está tan asumida en nuestra cultura que hablamos de queso, huevos o helados con la misma naturalidad que de pepinos y tomates. Pero no. No es lo mismo.

Siempre podemos aplicar las dos columnas del consumo responsable: primero, intentar conocer lo que esconde cada escaparate (durante su fabricación, transporte, consumo, eliminación, etc.); y segundo, intentar consumir justo lo que necesitamos. De esta forma, aunque nuestro consumo provoque daños, serán menores.

Esta reflexión es muy útil para el primero de los cinco objetivos que pedía Fernando Valladares para iniciar ese urgente decrecimiento planificado, a saber: reducir la producción menos necesaria. Y para ello, es fundamental —si no prohibirla—, al menos, dejar de incitar a la esclavitud propia y ajena.

La próxima vez que veas un anuncio, mira a otro lugar, cambia de canal, o bien, cambia de mirada.

♦ Publiacidez de estómago:

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Que la publicidad nos sirva para pensar

Por: Pepe Galindo

Mi primer deseo para la publicidad sería que no se puedan anunciar productos o servicios nocivos (para personas, animales o el medioambiente). Se prohibiría así la propaganda de coches, corridas de toros, viajes en avión, joyas o cruceros de lujo.

La publicidad es un torno donde se moldean los valores; y los valores son el motor de todo.

Estamos lejos de eso. No tanto como algunos imaginan, por uno u otro motivo. Hace poco, había muchos iluminados que decían que sería imposible eliminar los anuncios de tabaco y alcohol y sus patrocinios en el deporte: «¡Será el final de la Fórmula 1!». Por desgracia, se equivocaron. Nada hubiera sido mejor que acabar con esos deportes de machotes dando vueltas a un circuito mientras machacan el clima. Esto da para otro debate, pero en nombre de la libertad de millones de humanos, hay al menos seis deportes que deberíamos prohibir.

Mi segundo deseo para la publicidad es que nos sirva para pensar. Hagamos que su burda manipulación —casi siempre es así— se les vuelva en contra. Solo tenemos que parar para pensar. Consigamos que la seducción publicitaria sea la levadura que fermenta nuestro pensamiento crítico; y que, como mínimo, el greenwashing nos provoque risa.

Por ejemplo, hay un anuncio de una empresa de venta de coches de segunda mano en el que una pobre chica se queda tirada en un pueblo que tiene buenos quesos. La voz en off advierte que los quesos son espectaculares en ese pueblo, pero que el arcén donde se ha quedado el coche averiado no es tan espectacular. ¿Qué podemos reflexionar?

  • Vender coches de segunda mano es mejor que nuevos. Sin embargo, los vehículos a motor —incluso los eléctricos— no dejan de ser máquinas muy contaminantes; y no solo por humos. Con razón están entre las invenciones más perniciosas de la humanidad.
  • Pero en serio: ¿de verdad sus coches son tan magníficos como quieren hacernos creer? ¿Nos tenemos que fiar de su palabra? ¿No será mejor confiar en un taller de nuestro barrio con años de experiencia y que da la cara?
  • Incluso los detalles más inocentes de este spot comercial esconden el reflejo de una sociedad inconsciente o anestesiada por el bombardeo. ¿Era necesario hacer publicidad encubierta de quesos? Recordemos que los lácteos —como todos los productos de origen animal— no solo esconden maltrato animal, sino una huella ecológica considerable. La explotación de los animales está tan asumida en nuestra cultura que hablamos de queso, huevos o helados con la misma naturalidad que de pepinos y tomates. Pero no. No es lo mismo.

Siempre podemos aplicar las dos columnas del consumo responsable: primero, intentar conocer lo que esconde cada escaparate (durante su fabricación, transporte, consumo, eliminación, etc.); y segundo, intentar consumir justo lo que necesitamos. De esta forma, aunque nuestro consumo provoque daños, serán menores.

Esta reflexión es muy útil para el primero de los cinco objetivos que pedía Fernando Valladares para iniciar ese urgente decrecimiento planificado, a saber: reducir la producción menos necesaria. Y para ello, es fundamental —si no prohibirla—, al menos, dejar de incitar a la esclavitud propia y ajena.

La próxima vez que veas un anuncio, mira a otro lugar, cambia de canal, o bien, cambia de mirada.

♦ Publiacidez de estómago:

✇ATTAC España

Activar el freno de emergencia o colapsar: el decrecimiento toma la palabra en el Congreso

Por: Nuria

conferenciaconferencia

Fotografía de David F. Sabadell  – Conferencia Más Allá del Crecimiento 2025.

Artículo original publicado en elsaltodiario.com por Andrés Actis

Poner en práctica todo lo que este viernes se ha dicho en la sala Ernest Lluch del Congreso parece, a septiembre de 2025, bastante utópico. Hay que reconocerlo. Las dudas son infinitas. Cómo. De qué manera. Con qué apoyo social y político. Con qué narrativa se convence. Con qué aliados económicos y productivos. Con qué Estados. Con qué correlación de fuerzas. Los interrogantes son muchísimos. Pero no poner nada en práctica de todas las ideas y reflexiones que aquí se han lanzado, seguir metiendo la arena debajo de la alfombra fingiendo que hay soluciones a esta policrisis dentro de este sistema capitalista que necesita más y más crecimiento, es una sentencia de dolor y sufrimiento para la gran mayoría de personas que habitan este planeta.

Porque al salir del Hemiciclo, donde académicos, políticos, sindicalistas, intelectuales y representantes de la sociedad civil debatieron durante diez horas sobre cómo activar de forma colectiva un freno de emergencia al modelo que está llevando al planeta a un colapso ecológico y social, las distintas crisis que esta insaciable forma de producir, consumir y acumular ha generado, seguían ahí, inalterables y sin señales de resolución. Todo lo contrario. La sensación es que el capitalismo ha decidido forzar al máximo la máquina, coqueteo con el fascismo mediante, para sobrevivir y perpetuarse.

Esta semana, el planeta ha estado 1,65 °C por encima de la época preindustrial. Una bestial anomalía que ha dejado de ser una excepción. Lo mismo ha ocurrido en septiembre de 2023 y de 2024, primer año completo que la Tierra cruzó la línea roja de +1,5ºC marcada por el Acuerdo de París.

Esta semana, nos hemos enterado que el mundo producirá en los próximos cinco años el doble de energía fósil del límite exigido para frenar el cambio climático. También que ya hemos sobrepasado siete de los nueve límites que permiten un espacio operativo seguro para la vida. Que Estados Unidos, con el discurso de Donald Trump en la Asamblea General de la ONU, ha decidido intensificar el drill, baby, drill; que los planes de China para reducir sus emisiones son demasiado débiles para evitar una catástrofe global; y que el pilar de la descarbonización, las renovables, se tambalea. “Las cuentas no salen. Estamos viendo como la rentabilidad de los proyectos ha bajado drásticamente”, admitieron los empresarios del sector en un foro sobre transición energética.

“Se trata de un debate democrático inaplazable”, han afirmado organizaciones sociales como  Rebelión Científica, Greenpeace, Research & Degrowth y Ecologistas en Acción, en la declaración final

No son cabos aislados ni sueltos, han insistido la mayoría de los disertantes de la Conferencia ‘Más Allá del Crecimiento’, la primera gran cita institucional en España para hablar sobre poscrecimiento –término hermano de decrecimiento, muy tergiversado y menos atractivo a nivel comunicativo, se ha explicado–, sobre cómo vivir con bienestar dentro de los límites del planeta sin depender de la explotación de otras vidas, humanas y no humanas, presentes o futuras, poniendo la vida en el centro. “Se trata de un debate democrático inaplazable”, han aclarado los organizadores en su declaración final, un conjunto de colectivos sociales y civiles, entre ellos Rebelión Científica, Greenpeace, Research & Degrowth y Ecologistas en Acción.

Para este movimiento, el diagnóstico es claro: un modelo social y económico basado en el crecimiento sin fin es totalmente incompatible con el equilibrio ecológico del planeta y su habitabilidad. Este sistema, se agrega, “carece de legitimidad para guiar la transición ecosocial” en un contexto de creciente autoritarismo y deterioro de las instituciones democráticas.

“El dogma del crecimiento económico permite seguir acumulando riqueza y poder en pocas manos a costa de la vida y con ello se perpetúan guerras, expolios y genocidios como el de Palestina”

La transición energética en marcha, la solución empresarial y política a esta crisis planetaria, esconde bajo el disfraz de la “sostenibilidad” y el “crecimiento verde” la voluntad de “perpetuar lo insostenible”. “El dogma del crecimiento económico permite seguir acumulando riqueza y poder en pocas manos a costa de la vida y con ello se perpetúan guerras, expolios y genocidios como el de Palestina”, han relacionado Nerea Ramírez Piris, licenciada en Ciencias Ambientales por la UAM, responsable de ecofeminismo de Greenpeace; y Hugo Abad Frías, investigador y activista ecosocial, portavoces del evento.

La conferencia, una continuidad del evento Beyond Growth que tuvo lugar en el Parlamento Europeo en 2023, ha comenzado, justamente, con un emotivo minuto de silencio por las miles de víctimas del genocidio que Israel está consumando en Gaza. En representación del Gobierno, Sira Rego, ministra de Juventud e Infancia y activista social, ha celebrado que en el corazón de la democracia española, el Congreso de los Diputados, se interpele a un capitalismo que, por su lógica de acumulación, está “en guerra con la vida”.

“El capitalismo se ha quitado la máscara y el nuevo orden que plantea no incluye a las mayorías. Por lo tanto, la claridad debe ser rotunda: o planificamos el decrecimiento de manera justa o el capital lo hará de manera violenta y muy injusta”, ha reflexionado. Ha resaltado que la “política es disputa de poder” y que si el capital ha “pateado el tablero para perpetuar privilegios”, quienes desean construir un nuevo paradigma tienen que “romper este tablero” para repartir igualdad.

Cómo construir una agenda política para salir de la policrisis

Dado que los caminos basados únicamente en mejoras tecnológicas son insuficientes al ignorar los límites biofísicos, la “encrucijada” en la que nos encontramos es clara y crucial, han coincidido Jason Hickel, antropólogo económico y escritor; Olivier de Schutter, Relator Especial de la ONU sobre pobreza extrema y derechos humanos; Margarita Mediavilla, doctora en Ciencias Físicas por la Universidad de Valladolid; y Carmen Madorrán, filósofa y activista ecosocial, integrantes de la primera mesa. O se tira del carro para lograr una transición ecosocial democráticamente planificada –vidas más justas, deseables, igualitarias e inclusivas– o el “abismo de la destrucción” será inevitable.

“Sabemos que el sistema actual no funciona. Necesitamos un cambio de paradigma radical, otra forma de entender el progreso”, ha introducido Eva Saldaña, presidenta de Greenpeace España, moderadora del panel. ¿Por qué el sistema no funciona? Porque el capitalismo no es democrático, ha respondido Hickel, máxima referencia académica del decrecimiento. “El capitalismo no es democrático en la economía, la democracia no puede entrar en la producción, sólo el capital decide y lo hace siempre para maximizar y acumular beneficios”, ha señalado.

El autor del libro “Menos es más” (Capitán Swing, 2023) ha puesto un ejemplo: por más que las energías renovables son más económicas, el capital sigue apostando con fuerza a la rentabilidad de los combustibles fósiles. Por suerte -ha señalado- hay una “narrativa popular” que está emergiendo como respuesta a este sistema que atenta contra la supervivencia misma de la humanidad. “No hay manera de resolver esta policrisis con más crecimiento”, ha sentenciado.

En este contexto, Hickel ha afirmado que el poscrecimiento debe “subordinar la producción a objetivos democráticos”, con una batería de medidas esenciales, como mecanismos de financiación pública y de límites a la inversión de la industria fósil. Schutter, representante de la ONU, ha tomado la posta y ha asegurado que el “enfoque clásico” para reducir la pobreza -crecimiento, impuestos, redistribución- está agotado porque la riqueza sigue concentrada en muy pocas manos y porque los costes de esta tríada son cada vez más altos para la salud, el clima y la naturaleza.

“Esta es una de las grandes grietas del crecimiento verde, que no cuestiona el estilo de vida de los países ricos. Esta alternativa está perdiendo cada vez más credibilidad. Es cierto que el decrecimiento sigue siendo tabú en las altas esferas políticas. Una clave para sumar más adhesiones es cómo garantizar que el decrecimiento del Norte Global no va a ser perjudicial para los países del Sur Global, sino todo lo contrario, que va a ayudar a las regiones más pobres”, ha reflexionado.

“Nos obsesiona este espejo. Pero el PIB es un indicador amoral. Le encanta la contaminación, no le hace asco a las guerras”: Carmen Madorrán, filósofa y activista ecosocial

La filósofa Madorrán ha intentado desenmascarar al PIB y su “atractivo” para medir el desarrollo de las sociedades. “Nos obsesiona este espejo. Pero el PIB es un indicador amoral. Le encanta la contaminación, no le hace asco a las guerras”, ha aclarado. Mediavilla, experta en dinámica de sistemas para modelar transiciones energéticas ecosociales, ha puesto la lupa en el agotamiento de los recursos energéticos y minerales que sustentan el capitalismo, un tema “escondido por la agenda política”, pero clave para entender el mundo y sus crisis.

Su análisis es que, guste o no, la economía basada en el crecimiento se va a acabar. “Estamos entrando en una nueva etapa histórica: la era de la extracción fácil y barata de la energía se está acabando”, ha subrayado. El problema es que su reemplazo, la energía verde, “tiene muchos problemas”, por su intermitencia y por la dificultad para acumularla. “Por eso es importante que se entienda que la transición energética no es un cambio tecnológico, es un profundo cambio en las formas en las que vivimos”, ha aseverado.

Lo políticamente posible

La conferencia ha contado con la participación de cuatro diputados, quienes intentaron bajar al “barro” los preceptos teóricos de la jornada. Mikel Otero, secretario de transición ecológica de EH Bildu, ha coincidido que el reto del sobrepaso ecológico es el tema más importante de esta época, pero ha aclarado que hay un “abismo entre lo ecológicamente necesario y lo políticamente posible”.

“El capitalismo carece de capacidad para resolver esta policrisis. Estamos todos de acuerdo. Pero tenemos un problema con el tiempo. Aunque pensemos en un horizonte poscapitalista, los primeros movimientos los tenemos que hacer con el sistema en vigor. Esto obliga a jerarquizar las medidas para que sean posibles y a moverse en los grises, a embarrarse, a admitir que la soluciones son imperfectas y que hay que combinar la aspiración con medidas insuficientes”, ha reflexionado.

Ha puesto de ejemplo La ley de Movilidad Sostenibles, pronto a votarse. Otero ha reconocido que “está lejos de lo que se necesita”, pero ha contado que cuando se intentó “inyectar ambición, la mayoría parlamentaria se quebró”. ¿Qué hacemos, nos quedamos sin ley o aprobamos algo incompleto?, ha interpelado al auditorio.

Marc Pons (PSOE), Mar González (Verdes Equo/Sumar) y Héctor Escudero (Izquierda Unida) han sido los otros tres representantes políticos que aceptaron la invitación de los organizadores. “El progreso no se mide por el PIB, por mucho de que nos alegramos de que el de España siga creciendo. No podemos luchar contra la crisis climática y ampliar los aeropuertos. Tenemos dos opciones: colapso o supervivencia organizada”, ha apuntado González.

38 medidas para un pacto poscrecimiento

La conferencia se ha cerrado con experiencias de los (pocos) municipios que en España están llevando a la práctica políticas ecosociales y con un diálogo entre academia y sindicalismo, dos patas claves del decrecimiento. Los organizadores han pedido poner en marcha una “agenda común poscrecimiento” que permita abrir el debate a gran escala y de forma democrática dentro del Estado español.

Se han puesto sobre la mesa un total de 38 medidas, distribuidas en 12 ejes (servicios básicos universales; renta básica universal; fin de subsidios a actividades destructivas; decrecimiento del sector turístico; transición agroecológica; impulso de la economía social y solidaria; reforma fiscal justa y verde; democracia deliberativa permanente y vinculante; protección de derechos de las generaciones futuras y de la naturaleza; cancelación de los Tratados de Comercio e Inversión; cancelación de deuda y reparación histórica; y decrecimiento digital), para poder crear condiciones “favorables” para consolidar este inédito diálogo político.

Los más de 200 asistentes de la conferencia -los organizadores han recibido más de 800 peticiones de acceso- se han ido a sus casas convencidos de que el decrecimiento “no es un sacrificio, sino una oportunidad”. ¿Qué hay al dejar atrás al capitalismo? Sociedades girando alrededor del cuidado mutuo, la cooperación, la participación y la justicia. Un modelo económico asegurando vidas dignas en un planeta habitable.

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La casa encantada 030120

Por: Radio Topo

Tres viejos cascarrabias charrinando sobre temas de actualidad.

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Declaración Conferencia Más Allá del Crecimiento 2025

Por: Arturo

Decrecimiento para el bienestar: la urgencia de un nuevo modelo ecosocial

26 de septiembre de 2025 

Activar el freno de emergencia 

Con esta Conferencia Más Allá del Crecimiento, en el Congreso, activamos colectivamente el  freno de emergencia ante un modelo que nos está llevando al colapso ecológico y social. Es una  llamada directa a la sociedad y a las instituciones para abrir un debate democrático inaplazable:  cómo vivir con bienestar dentro de los límites del planeta sin depender de la explotación de  otras vidas, humanas y no humanas, presentes o futuras, poniendo la vida en el centro. 

Partimos de una situación en la que nuestros modos de vida han sido moldeados por un sistema  económico basado en la acumulación sin límites, un sistema capitalista, fósil, patriarcal, colonial  y antropocéntrico que no cuida a las personas ni al planeta, que depende de recursos energéticos  y minerales limitados, que se apropia de innumerables trabajos de cuidados para sostenerse, y  que deja de lado a millones de vidas mientras nos empuja hacia la extinción. Un sistema que  carece de legitimidad para guiar la transición ecosocial que necesitamos en un contexto de  creciente autoritarismo y deterioro de las instituciones democráticas.  

Esta Conferencia da continuidad a la Conferencia Beyond Growth celebrada en el Parlamento  Europeo en mayo de 2023, a la que le han seguido hasta el momento conferencias y eventos en  Italia, Austria, Dinamarca, Portugal, Irlanda, Francia, Noruega y Estonia. Todas ellas parten de la  asunción que ha guiado desde su nacimiento al movimiento ecosocial y que la comunidad  científica, desde los años 70 del siglo pasado hasta la actualidad, ha constatado: un modelo social  y económico basado en el crecimiento sin fin es incompatible con el equilibrio ecológico del  planeta y su habitabilidad. Ante esta realidad, es urgente construir una prosperidad  socialmente justa más allá del crecimiento, compatible con los límites biofísicos. 

El lavado verde y las falsas soluciones  

Denunciamos que, en el contexto global y europeo actual, bajo el disfraz de la “sostenibilidad” y  el “crecimiento verde” se esconde la voluntad de perpetuar lo insostenible. Se apuesta por una  transición energética miope que no plantea un cambio real en los patrones de producción y  consumo y se basa exclusivamente en cambios tecnológicos. Se vende la idea de un 

desacoplamiento absoluto entre el crecimiento económico y los impactos ecológicos, un  desacoplamiento imposible, sobre todo teniendo en cuenta la escala global y ritmo a la que  tendría que producirse para evitar el colapso climático, de biodiversidad y de recursos. Se blindan los privilegios de las clases dominantes, ultrarricos y grandes corporaciones, mientras se margina  cualquier intento real de transformación. Se tapa el fracaso del sistema capitalista con promesas  huecas, mientras el crecimiento del PIB se agita como tótem de una prosperidad que nunca llega  para la mayoría ni lo hará para las generaciones futuras. Los resultados de este modelo son  evidentes: la crisis ecológica se agrava, la pobreza no ha retrocedido y las desigualdades no han  hecho más que crecer, dentro y entre países. 

Hoy en día, el dogma del crecimiento económico, permite seguir acumulando riqueza y poder  en pocas manos a costa de la vida y con ello se perpetúan guerras, expolios y genocidios como  el de Palestina. El crecimiento económico se ha hecho más difícil en esta última década a medida  que se constata que los recursos energéticos disponibles son de menor calidad, los minerales son  más escasos y los ecosistemas están más degradados. La carrera por crecer hace que se  incrementen todavía más los gastos militares, se precaricen y desmantelen servicios públicos, se  refuercen estructuras y violencias patriarcales, se acaparen y destruyan ecosistemas esenciales  para la vida, se nieguen derechos básicos como el derecho a la vivienda, el derecho a una  alimentación sana o el derecho a migrar, se reprima el derecho a la protesta, se criminalice la  disidencia y se ignore la soberanía de los territorios y las comunidades para decidir sobre su  presente y futuro, siendo muchos convertidos en zonas de sacrificio dentro y fuera del Estado  español.  

Por todo ello, ante la inviabilidad e indeseabilidad de más crecimiento proponemos una reducción  democrática planificada de la producción y el consumo enfocada en el bienestar social y ecológico  en lugar de la acumulación de capital. Un decrecimiento que debe comenzar por los sectores más  dañinos y grupos y territorios más privilegiados y ofrecer alternativas de reorganización  socioeconómica. Esto no solo conlleva ajustar la economía a los límites planetarios para una  sostenibilidad real, sino que también supone cambiar las reglas del juego en favor de una visión  de largo plazo, una reorganización democrática de la economía y un cambio cultural que haga  posible vivir mejor con menos, rompiendo con las lógicas extractivistas y coloniales del actual  modelo económico, que perpetúan modos de vida imperiales. 

Hacia un nuevo modelo ecosocial 

Dado que los caminos basados únicamente en mejoras tecnológicas son insuficientes al ignorar  los límites biofísicos y el cambio cultural necesario, la encrucijada en la que nos encontramos es  clara: Transitar a modos de vida más justos, deseables, igualitarios, inclusivos y ecocentrados o  seguir acercándonos al abismo de la destrucción y competición militarizada y de creciente  desigualdad. 

Somos conscientes de que contamos con el saber colectivo acumulado y de que tenemos la  capacidad de imaginar y hacer realidad otros mundos posibles. Necesitamos transitar con  urgencia a un nuevo modelo ecosocial donde el bienestar no dependa del crecimiento  económico y sabemos que esto no es posible dentro del sistema capitalista. Debemos  embarcarnos en una transición ecosocial democráticamente planificada basada en la suficiencia  de la producción y el consumo, en línea con los informes científicos del Panel Intergubernamental  del Cambio Climático (IPCC) y la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios  de los Ecosistemas (IPBES), mejorando las condiciones de habitabilidad presente y futura a la vez  que se posibilita la regeneración y equilibrio de los ecosistemas de los que depende la vida en el  planeta. Esta transformación debe tener una clara perspectiva ecofeminista como forma de  resistencia al sistema patriarcal y ecocida que sostiene este modelo de opresión y explotación, y  como motor de alternativas basadas en el cuidado, la equidad, la participación, la justicia  socioecológica y una ciencia centrada en los bienes comunes.  

Este nuevo modelo ecosocial precisa de una democratización de la economía con mecanismos  deliberativos que permitan la participación directa y permanente de la ciudadanía informada  por la ciencia y los actores sociales en la toma de decisiones. El decrecimiento ecofeminista no  es un sacrificio, sino una oportunidad para reorganizar la sociedad alrededor del cuidado mutuo,  la cooperación, la participación y la justicia, asegurando que todas las personas puedan vivir vidas  dignas en un planeta habitable, siendo ésta la única forma de atender la brecha global y las  responsabilidades históricas y actuales del Norte Global hacia al Sur o Mayoría Global.  

Una agenda para un pacto post-crecimiento 

Hacemos un llamamiento a lograr un pacto post-crecimiento bajo los principios de justicia global,  justicia intergeneracional y cuidado de la vida, reinsertando la economía en su base social y  ecológica. Un pacto ecosocial que permita, en primer lugar, responder colectivamente a  cuestiones centrales como: ¿Qué actividades económicas es necesario reducir y cuáles ampliar?,  ¿Cómo abordamos la transición energética y alimentaria teniendo en cuenta a todos los  territorios y comunidades?, ¿Cómo afrontamos los conflictos y oportunidades que nos iremos  encontrando en el camino? O ¿Cómo generar más espacios de cooperación para una transición  ecosocial y feminista justa? Nos reunimos bajo esta declaración para avanzar en una agenda  común post-crecimiento que permita precisamente abrir el debate a gran escala y de forma  democrática sobre la transición por delante, a nivel del Estado español y más allá de éste. Para  ello, proponemos una serie de medidas que permiten crear condiciones más favorables para este  diálogo y para la acción colectiva, desde la situación actual, que constituyen la base y ejes de  convergencia desde los cuales profundizar y trabajar en las transformaciones necesarias para  poner la vida en el centro, lo cual significa priorizar la satisfacción de las necesidades humanas y  ecológicas sobre la acumulación.

Medidas base propuestas 

1. Servicios básicos universales con perspectiva público-comunitaria: 

Poner topes a los precios de los alquileres de inmediato y avanzar en la  desmercantilización y mejora del parque de vivienda con criterios ecosociales, iniciando  planes de rehabilitación para acabar con la pobreza energética, reducir el consumo  energético y sacar los combustibles fósiles de nuestros hogares. 

• Garantizar el acceso a transporte público asequible y de calidad y movilidad sostenible  en áreas urbanas y comarcas rurales, mejorando la calidad, la frecuencia y las  interconexiones desde un principio de equidad, en el marco de un proceso de transición  hacia una reducción de la movilidad y su descarbonización, que reduzca la movilidad  individual motorizada fósil en favor de la movilidad colectiva sostenible y las formas de  movilidad activa. 

• Favorecer la generación energética distribuida y descentralizada en base a energías  renovables (ej. comunidades energéticas solares) en el marco de una transición  energética justa, basada en la suficiencia y en la reducción del consumo, en el abandono  de los combustibles fósiles y la energía nuclear, y que incorpore criterios de planificación  territorial y de justicia global, priorizando el ahorro energético y la eficiencia antes de la  generación. 

• Asegurar la gobernanza democrática del agua desde un enfoque público-comunitario,  que establezca un riguroso control de cauces y acuíferos y dé seguridad en el  abastecimiento de agua para consumo humano. 

• Impulsar sistemas integrales de cuidados basados en la sostenibilidad de la vida, que  integren la dimensión ecológica, fomenten una cultura del cuidado y garanticen equidad  y justicia social, de género e interseccional. 

• Mejorar y ampliar la cobertura de la salud pública sin depender del mercado, al igual  que las instituciones e infraestructuras de cuidado y salud comunitaria dirigidas a  promover la salud y a prevenir las enfermedades. 

• Asegurar la gratuidad y universalidad de la educación pública en todas sus fases,  favoreciendo una educación integral con enfoque ecosocial que incluya la formación de  personal docente. 

• Poner en marcha los medios necesarios para garantizar universalmente las necesidades  en el contexto de reducción y/o restructuración de las múltiples ramas de la economía 

con fuertes impactos ecosociales. Una medida que podría favorecer este proceso es una  garantía de trabajo ecosocial que permita acceder a un empleo con impactos sociales y  ecológicos positivos a todas las personas que lo deseen, favoreciendo una transición justa  en los sectores que deben reducirse o transformarse

• Impulsar marcos regulatorios que incidan en la fase de diseño de cualquier producto  para permitir la substitución de componentes y la reparabilidad, aumentando así la  durabilidad y eliminando la obsolescencia

• Activar planes de restauración de la naturaleza que pongan freno a los peores efectos  del cambio climático a base de la protección de ecosistemas y la regeneración de los  suelos. 

• Incrementar la resiliencia frente a la emergencia climática y ambiental con políticas  públicas preventivas contra los incendios forestales, las inundaciones y sequías con  implicación y recursos disponibles a nivel municipal y territorial. 

• Favorecer la co-creación de planes municipales de transición ecosocial como  herramientas democráticas y transformadoras con un enfoque público-comunitario. 

2. Renta básica universal e incondicional como derecho de garantía de ingresos: 

• Poner en marcha una renta básica universal, incondicional, individual y suficiente que  garantice la seguridad económica de todas las personas, contribuyendo a las actividades  dirigidas al sostenimiento cotidiano de la vida y a la participación social y democrática en  la transformación socioecológica

• La puesta en marcha de esta renta básica se fundamenta en un reparto justo y adecuado  de la riqueza social y natural, por lo que su financiación conlleva una redistribución de la  riqueza con impuestos progresivos, donde quien más contribuya sea el 1% de la  población con mayores ingresos y riqueza, mayores responsables de la crisis ecológica  actual, junto a otras medidas de fiscalidad ecosocial.  

3. Fin de subvenciones a actividades destructivas y finanzas ecosociales: 

• Poner fin inmediato a todas las subvenciones públicas destinadas al sector de los  combustibles fósiles y a las industrias de alto impacto ambiental y territorial, como es el  caso de la agroindustria, asegurando una transición justa en todos los sectores  afectados.

• Una política financiera y monetaria que ajuste los flujos de inversión privados, vía crédito  guiado, para alinearlos con objetivos sociales y ecológicos definidos a través de procesos  democráticos, anulando la lógica del lucro por lucro.  

4. Decrecimiento del sector turístico: 

• Llevar a cabo un decrecimiento del sector turístico implica controlar los pisos turísticos,  poner límites a las plataformas digitales y a la entrada de visitantes y a los vuelos y  cruceros en función de la capacidad de carga de los ecosistemas y el bienestar y dignidad  de las poblaciones locales, primando la justicia social y el equilibrio territorial. 

5. Transición agroecológica: 

• Favorecer el desarrollo de sistemas alimentarios agroecológicos con políticas agrarias y  alimentarias que favorezcan la producción ecológica, cuidando la fertilidad del suelo, la  biodiversidad, la salud de las personas que trabajan en el campo y a las consumidoras.  Esto permite al sector primario romper con la dependencia actual de los insumos fósiles  cada día más escasos.  

• Incorporar la soberanía alimentaria y biorregional y una perspectiva ecofeminista a la  transición agroecológica , apoyando rentas dignas, precios justos, dietas saludables para  todas las personas, asumiendo las tareas de cuidados de forma equitativa, y reduciendo  el transporte y desperdicio alimentario.  

• Priorizar en la compra pública los alimentos ecológicos, de temporada, circuito corto, de  empresas de la economía social y solidaria, y favorecer la formación – al personal  vinculado – en alimentación saludable y ecológica y desperdicio cero. 

• Impulsar un desmantelamiento de la agricultura y ganadería industrializada y  contaminante mediante planes territoriales de transición agroecológica justa en los que  participe la ciudadanía, que impulsen la producción ecológica y su venta en circuitos  cortos, la formación a jóvenes y mujeres agricultoras en manejo agroecológico y el acceso  a la tierra a través de bancos de tierra u otras formas de acceso social a la tierra, dando  prioridad a residentes en los pueblos para frenar el despoblamiento rural y favorecer el  relevo generacional. 

6. Impulso de la economía social y solidaria: 

• Reforzar la presencia de la economía social y solidaria en sectores esenciales que  garantizan necesidades básicas para asegurar que se gestionen bajo principios de  cooperación, equidad y sostenibilidad ecológica. 

• Impulsar una transición hacia modelos circulares y de decrecimiento, priorizando  aquellos sectores esenciales para la vida, y desmantelando dinámicas especulativas en 

favor de actividades comerciales, industriales, tecnológicas y financieras que se  sostengan en fórmulas de economía social y solidaria: cooperativas de producción  agroecológica, de comercio justo y de proximidad, supermercados cooperativos,  comunidades energéticas, cooperativas de vivienda en cesión de uso y, las finanzas éticas,  que impulsen iniciativas que garanticen justicia social y sostenibilidad ecológica. 

• Incorporar cláusulas sociales y ambientales en las contrataciones públicas para dar  prioridad a los modelos empresariales de la Economía Social y Solidaria. 

Incorporar en los currículos educativos empresariales el modelo de empresa de  Economía Social y Solidaria, basado en la toma de decisiones compartida, diversas y  democráticas que impulsen la participación, prestando atención a los procesos y las  relaciones, e incorporando en su cultura organizativa la salud emocional y la  corresponsabilidad en los cuidados. 

7. Reforma fiscal justa y verde: 

• Poner en marcha una política de ingresos máximos que permita financiar el conjunto de  medidas aquí propuestas, estableciendo un tope a los ingresos en el actual 0,1% con  mayores ingresos en el Estado español. Esta política debe integrarse dentro de un nuevo  marco fiscal donde quienes más contribuyan sean las empresas más contaminantes y el  1% de la población con mayores ingresos y riqueza. 

• Impulsar activamente una fiscalidad justa y verde a nivel estatal, europeo e  internacional, con medidas como una agenda tributaria de la riqueza y las rentas del  capital, en particular a los “super ricos” y grandes patrimonios y hacer que las grandes  corporaciones extractivistas paguen por sus daños al medio ambiente y a las sociedades. 

• Tener unos presupuestos públicos que garanticen los servicios básicos, los cuidados a lo  largo de toda la vida y la transición ecológica justa. 

8. Democracia deliberativa permanente y vinculante: 

• Diseñar y poner en marcha mecanismos de democracia deliberativa y directa de carácter  vinculante que permitan una planificación ecosocial a largo plazo, como es el caso de  las asambleas climáticas permanentes. La participación de la ciudadanía es una  herramienta clave contra la corrupción, para construir políticas de suficiencia a gran  escala y desmantelar el secuestro de la acción pública por los lobbies y grupos de  intereses. En definitiva, más democracia para hacer posibles modos de vida definidos  desde una autonomía colectiva que acabe con estructuras tecnocráticas y corruptas. 

Defensa de espacios cívicos y autónomos propicios para el trabajo, expresión y  participación de la sociedad civil, dentro y fuera de las fronteras del Estado español,  generando condiciones favorables para ello.

9. Protección de derechos de las generaciones futuras y de la naturaleza: 

• Poner en marcha las medidas legislativas necesarias para proteger los derechos de las  generaciones futuras a un planeta habitable. 

• Poner en marcha las medidas legislativas de justicia ecológica necesarias para dotar de derechos a la naturaleza, siguiendo el precedente del Mar Menor y los diversos casos a  nivel internacional; así como salir de la postura antropocéntrica utilitarista para  desarrollar una teoría legal con visión ecocéntrica que reconozca el valor intrínseco de la  naturaleza. 

• Generar y publicar una métrica ecosocial de progreso “más allá del PIB” en el lNE. 

10. Cancelación de los Tratados de Comercio e Inversión: 

Cancelación de los Tratados de Comercio e Inversión, los ya firmados y aquellos que se  estén negociando buscando vías multilaterales de cooperación entre países donde el  intercambio comercial priorice el cumplimiento de los derechos humanos y los  principios acordados en la COP 21 para frenar el cambio climático. 

11. Cancelación de deuda y reparación histórica: 

• Llevar a cabo la abolición de las deudas odiosas e ilegítimas con los países del Sur o  Mayoría Global y favorecer la transferencia de tecnología junto a la cooperación  internacional y otras medidas de reparación de las diversas deudas coloniales históricas  entre las que se encuentra la deuda ecológica y climática, desde una perspectiva de  solidaridad internacional. 

12. Decrecimiento digital: 

• Poner la esfera digital al servicio del bien común con herramientas efectivas para evitar  burbujas tecnológicas – y de centros de datos -, regular inversiones y proteger derechos. 

• En educación y salud y los trámites de la administración, garantizar de manera prioritaria  la atención y servicio personal y adaptado, dejando los procedimientos digitales como  algo voluntario. 

Garantizar la soberanía digital y la protección de la democracia poniendo coto al poder  de las grandes empresas tecnológicas, paralizando los planes de extensión de la vigilancia  automatizada e implementando masivamente el uso de software libre en las instituciones  públicas.

Reducir el consumo hídrico, material y energético del sector de las TIC fomentando el  uso colectivo de equipos existentes, poniendo fin a la obsolescencia programada y liberando internet de los oligopolios para favorecer su desacoplamiento de los grandes  nodos y su uso descentralizado. Esto implica establecer una moratoria a la construcción  de centros de datos. 

Próximos pasos y compromiso colectivo hacia 2026 

Estas medidas, junto a otras que nos comprometemos a seguir impulsando, profundizan en un  nuevo modelo ecosocial donde lo que está en el centro de la economía es la vida misma y todo  lo que permite que se desarrolle con dignidad. Para ello es preciso avanzar en una gobernanza  global que prime la redistribución, los derechos humanos, la democracia económica, y la  resiliencia ecológica y social, haciendo posible el bienestar colectivo dentro de los límites  planetarios, superando la ficción del crecimiento verde y en clara oposición a la deriva  reaccionaria que pretende monopolizar el control de recursos naturales desde un fascismo fósil.  De este modo, los colectivos, organizaciones y personas firmantes de esta Declaración nos  comprometemos a celebrar en la primera mitad de 2026 un Foro Social que profundice en la  puesta en práctica de los principios y medidas aquí presentadas. 

Adhesiones colectivas e individuales 

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El Ayuntamiento de Málaga (PP) debe Pedir Perdón (PP)

Por: Pepe Galindo

Definitivamente, Málaga es una ciudad con el encefalograma ambiental plano. El analfabetismo ambiental de los dirigentes es digno de estudio en facultades de Ciencias Ambientales, como ejemplos de lo que no se debe hacer y de un greenwashing que pretende engañar a la población y que aparentemente lo consigue. Obviamente, todo apesta más a intereses económicos que a simple ignorancia de la casta política.

El caso Arraijanal

Lo acaecido con Arraijanal debe divulgarse. Se trata de un espacio natural que el ayuntamiento cedió al jeque propietario del Málaga C.F. para construir campos de fútbol. La mayoría de los malagueños no saben nada de lo que hay detrás de la Academia de fútbol (y puede que les interese).

Primeramente, en Arraijanal el ayuntamiento expropió terrenos para protegerlos, y precisamente el propio ayuntamiento aprueba, posteriormente, destruir su valioso hábitat. ¿Es eso coherencia?

La cosa es más grave porque el objetivo original se fragmentó en varios proyectos para eludir la Evaluación Ambiental Estratégica. Talaron árboles para hacer sitio a los campos de fútbol y cuando se quedaron sin dinero, pararon las obras. En enero de 2021 las obras continuaron pero con objetivos más modestos, porque la crisis también afecta, afortunadamente, a la destrucción de ecosistemas.

Muscari parviflorum una planta en peligro que solo vive en Málaga.Las mentiras y las imágenes de destrucción, protesta y tala de árboles afectaron negativamente a la imagen del ayuntamiento. ¿Qué hicieron? Una barbaridad más. Buscaron una especie de planta en peligro que viviera en Arraijanal. Y como hay varias, escogieron a la Muscari parviflorum. Decidieron desenterrar 2.000 bulbos de estas plantas y traslocalizarlos a otra zona cercana más protegida (en la desembocadura del Guadalhorce). Al cambiar las condiciones de vida, nada garantiza que esos bulbos sobrevivan. De hecho, en la nueva zona no había ejemplares de Muscari parviflorum, a pesar de la cercanía. Por tanto, las plantas podrían morir en su nueva ubicación, o incluso generar conflictos con otras especies allí presentes. Es un caso ejemplar de greenwashing político demencial.

Pero lo importante es difundir la actuación como si fuera una acción ecologista para salvar una especie en peligro. Si ya no hay especie en peligro, se puede arrasar Arraijanal, sin problemas. Los del ayuntamiento ignoraron otras plantas y animales en peligro de extinción (como el sapo de espuelas, Pelobates cultripes), y también ignoraron que al arrasar el terreno también se perderán los bulbos que no fueron encontrados y las semillas que estaban adecuadamente diseminadas. No es solo un sapo y una flor lo que perdemos pero, aunque así fuera, ¿sabemos que los sapos y las ranas previenen enfermedades? ¿Sabemos la influencia de los árboles en nuestra salud?

Como dice el biólogo Oscar Gavira, “las traslocaciones son una práctica aliada con el capitalismo verde, por la que un ecosistema se simplifica a una o unas pocas especies que son extraídas de su entorno natural y trasladadas a otro lugar, facilitando la destrucción de su hábitat original”. Si de verdad queremos conservar una planta, lo mejor suele ser respetar su ecosistema. Las traslocaciones permiten usar espacios protegidos para destruir otros espacios que son valiosos y que deberían igualmente protegerse.

Breve resumen de un ayuntamiento contra natura

Cuando uno hace algo incorrectamente, lo primero es pedir perdón y lo segundo restaurar el daño ocasionado. El Ayuntamiento de Málaga debe hacer ambas cosas, por Arraijanal, pero no solo por Arraijanal. La lista de tropelías del PP malagueño no acaba con la Muscari parviflorum. Es, de hecho, excesivamente larga, pero podemos iniciarla:

  1. Defienden una cementera pegada a la ciudad, a colegios y a las playas, sin importarles la contaminación ni la salud de los malagueños. Esta cementera quiere destruir una cueva que podría tener gran valor geológico, biológico y arqueológico.
  2. Efectúan arboricidios constantes con burdos o nulos argumentos “técnicos” y contra el Plan Director de Arbolado de Málaga (que no es un mal plan, si se cumpliese).
  3. Las plantas alóctonas son preferidas en vez de las autóctonas. Especialmente llamativo es la gran cantidad de palmeras que se plantan, mientras desaparecen los árboles.
  4. Hacen podas excesivas, caras y fuera de temporada, sin sentido estético ni ético, incluso destruyendo nidos de aves de distintas especies (no solo cotorras como quiso defender un concejal para justificar lo injustificable; que curiosamente era el mismo concejal que ya recibió el premio Atila de Ecologistas en Acción por su propuesta de exterminar cotorras).
  5. Maltrato a caballos: Esto ocurre especialmente —pero no en exclusiva— en las carrozas para turistas y en la feria. Está ya muy demostrado que los caballos sufren cuando son empleados como herramientas al servicio de los humanos (antropocentrismo). Otras ciudades han prohibido o están en camino de prohibir las carrozas: Barcelona o Palma, por ejemplo.
  6. Se niegan a apoyar el Bosque Urbano de Málaga, a pesar de que fue aprobado con el pleno (con el voto en contra del PP, por supuesto).
  7. El ayuntamiento de Málaga no ve límites en la construcción y ya piensa ampliar la ciudad. Dicen que la ciudad se ha quedado sin sitio, pero los solares y casas deshabitadas no les interesan.
  8. Su proyecto es hacer una ciudad de cemento y rascacielos, una ciudad gris, pero en la que unos pocos hacen un buen negocio. El ministerio y el mundo de la cultura están contra el rascacielos del puerto, incluyendo a Guillermo Busutil (reciente Premio Nacional de Periodismo Cultural).
  9. El propio ayuntamiento publica un Plan del Clima, lleno de ideas bonitas y difusas, que no concreta ni realiza (más greenwashing).
  10. Una ciudad con pocos y malos carriles bici, desconectados y algunos sobre la acera (salvo algunas encomiables excepciones, ciertamente).
  11. Una ciudad con excesivas farolas y mal colocadas, sin visión práctica ni ambiental. Es frecuente encontrar farolas encendidas de día y zonas demasiado iluminadas a las 4 de la mañana.
    • Muchas farolas tienen una potencia excesiva y las LED son fácilmente regulables.
    • No hay ningún interés en la contaminación lumínica por parte de este ayuntamiento, lo que genera que comercios e instalaciones como el puerto, abusen de forma evidente.
    • Lo último es utilizar farolas solares, NO para reducir el consumo, sino para aumentar la luz incluso en zonas con construcciones ilegales. Cada farola vale 3.000 euros, sin contar la instalación.
  12. Málaga es una ciudad que se diseña para los que tienen coche, ejemplo de movilidad insostenible.
  13. Tienen un plan para tapar el río Guadalmedina y encauzar el río Campanillas (nada de renaturalizar ríos que es la tendencia y lo sensato). Se trata de gastar cemento y dinero público como si fuésemos ricos, para que el dinero acabe en manos de empresas constructoras (como el despilfarro que se hizo en las fuentes del río, que apenas se usaron). El plan de Ecologistas en Acción es el más responsable y el más barato. ¿Será por eso que no interesa a los que quieren sacar tajada?
  14. Regularmente arrasan la flora y fauna del río con la excusa de limpiarlo (como ocurre en tantos y tantos sitios, bajo el paraguas de la ignorancia). Destrozan la cubierta vegetal sin entender su utilidad en el cauce y sin escuchar a los demás. Hasta la hierba seca retiene el agua y los sedimentos, siendo útil para la biodiversidad. Lo mismo hacen en otras zonas, porque la flora silvestre no es bienvenida. Los malagueños se han unido para recoger firmas contra la destrucción de la vida del Guadalmedina.
  15. Es una ciudad donde el césped de plástico prolifera, bien abonado con ignorancia, porque sus consecuencias no interesan.
  16. El ayuntamiento firmó el Pacto de Milán pero no ha hecho nada para mejorar la alimentación urbana.
  17. El ayuntamiento usa energía de fuentes contaminantes, lo cual podría resolverlo eligiendo otra comercializadora (como han hecho otros municipios y millones de españoles). También se podrían promover las energías renovables en los edificios urbanos, especialmente los públicos.
  18. Se da el visto bueno para construir una EDAR en plena vega del Guadalhorce, destruyendo cultivos y sin el apoyo de los vecinos de Vega Mestanza.
  19. La UE amenaza a España con más sanciones por la falta de depuración en el río Guadalhorce. El agua sin depurar va al mar, donde se bañan los turistas. Han convertido el río en una cloaca con los vertidos de Cártama, Álora, Pizarra… y el ayuntamiento no se queja.
  20. Quemas descontroladas de chatarra casi diariamente: En la zona de Los Asperones estos incendios liberan sustancias tóxicas que respiran los malagueños. Los bomberos lo han denunciado (muchas veces), llegando a tener que intervenir hasta 20 veces en una semana. Son tan comunes que ni salen en los medios de comunicación. Desgraciadamente, esto ocurre en otras ciudades españolas.
  21. Tratamiento de la costa sin respeto ambiental. Por ejemplo, el Aula del Mar y Ecologistas en Acción se oponen a la playa en los Baños del Carmen, zona que podría ser reserva ecológica, para respetar las especies protegidas. El 20% del litoral de Málaga está en riesgo grave de erosión y la capital malagueña, desde Guadalmar hasta San Andrés, destaca por la alta ocupación del DPMT (Dominio Público Marítimo Terrestre).
  22. Apoyo a la falsa “regeneración de playas“, cuando lo único que hacen es enterrar la playa y a toda su biodiversidad. Para el ayuntamiento, una playa es un lugar turístico económico, y no un ecosistema. Hace no mucho, los malagueños recogían coquinas en la playa de Huelin. ¿Volverán?
  23. Jardín Botánico: Aún no tiene Plan Director. Así se puede seguir haciendo negocio sin respetar flora y fauna. Por ejemplo: quieren poner un espectáculo navideño. Llenar de luces y ruido una zona natural es un atentado ambiental. No piensan en la fauna, sino en el negocio.
  24. La iluminación navideña es insostenible, excesiva, especialmente en un contexto de crisis ambiental y climática. No solo se ilumina el centro para aumentar el consumismo, sino que se traslada a los barrios, durante demasiadas horas de sueño general. Invertir en luz, nos retrae recursos para actuaciones que serían más útiles y a más largo plazo.
  25. Contaminación con metales pesados en La Misericordia: Aunque el ayuntamiento lo niega porque sus mediciones fueron en otras zonas. Al menos dentro del perímetro de la antigua fundición Los Guindos, hay niveles de plomo cinco veces por encima de lo permitido, además de cobre, zinc, cromo, níquel, cadmio y mercurio. Las corrientes marinas pueden haber contaminado otras zonas de la costa y la bahía. Todas las piedras que se ven sobre la arena en esa zona son restos de escoria de la galena al procesarla, y la mayor concentración se da a cierta profundidad, sobre todo en las capas de arena más oscura. Los niños juegan con la arena sin que se sepa el riesgo que corren.
  26. Contaminación acústica: No hay control de ruidos, en absoluto. Las motos ruidosas circulan libremente, y los sopladores de hojas se usan a cualquier hora sin control de decibelios, a veces incluso por operarios municipales, sin que se tengan en cuenta las molestias y los riesgos de estos aparatos.
  27. Tauromaquia: Cada vez hay más ayuntamientos que dejan de financiar la tortura de mamíferos para divertir a una minoría. El ayuntamiento de Málaga, en cambio, sigue apoyando esta crueldad en contra de la economía y de la cultura de la ciudad.
  28. Bicicletas: El Ayto. liquida el sistema público de alquiler de bici y lo sustituye por uno privado 17 veces más caro: La asociación Ruedas Redondas dice que no había interés en que funcionase bien. Para una cosa que parecía bien hecha en Málaga…
  29. Basuras: El Ayuntamiento quiere construir una planta para quemar 200.000 toneladas de basura cada año. El humo tóxico sería cancerígeno y se evitaría hacer las cosas bien: reducir, compostar y reciclar. Ya lo dice el dicho: quemar basuras es de idiotas.
  30. Rechazan fondos para renaturalizar el río Guadalmedina: PP y Cs impiden que Málaga reciba ayudas del gobierno. Su plan es más caro y rebosando cemento. Sus proyectos insostenibles los pagan los ciudadanos.
  31. Málaga construye un puerto para megayates: Los barcos de recreo son muy contaminantes y tienen un alto impacto en los fondos marinos. El destrozo ambiental de los megamillonarios está arrasando nuestro planeta. Para que no se note, al proyecto le han dado un premio pintado de verde.
  32. Desarrollo turístico sin visión de futuro: Se pretende mantener una industria turística en crecimiento constante. Y no hay nada que pueda crecer constantemente. Nada. No se piensa en los problemas del turismo para fomentar un turismo sostenible.
  33. Málaga proyecta eliminar árboles del monte Gibralfaro para que se vean mejor las murallas del castillo: Proponer algo así demuestra la poca visión de un ayuntamiento sin perspectiva global. Todo para el turismo irreverente, nada para el ciudadano ni para la naturaleza.
  34. La contaminación de la ciudad de Málaga es comparable a la de Madrid o Barcelona, según el Observatorio de la Sostenibilidad.
  35. Urbanización de las Colinas del Limonar: embovedan los arroyos Toquero y Carnicero, construyen de cientos de viviendas… sin tener en cuenta los daños ambientales o el riesgo de riadas.
  36. El alcalde pretende engañar a los ciudadanos con argumentos absurdos. Dice que construir rascacielos en vez del bosque urbano ahorrarán CO2 en los desplazamientos porque irán menos trabajadores al PTA. ¿Quiere el alcalde de Málaga vaciar el PTA por motivos ambientales? ¿Para eso su solución es encementar la ciudad? ¿Está nervioso el alcalde por el contencioso judicial contra la venta de los terrenos de la asociación Bosque Urbano?
  37. Plan litoral: un disparate en un escenario de subida del nivel del mar. El plan tiene una cara buena: impulsar el transporte publico (alargar el tren de cercanías hasta Marbella, aumentar los autobuses urbanos e interurbanos, etc.). La otra cara trata de engañar, justificando como si soterrar el trafico fuera algo verde, cuando el principal efecto sería aumentar el tráfico de vehículos privados. Se pretenden hacer túneles de varias plantas entre el Paseo de los Curas y el final de Paseo del Parque, una zona ganada al mar en la que solo el mantenimiento sería extremadamente costoso por las inundaciones.
  38. La ciudad tiene jardines y medianas en las que se despilfarra agua constantemente. Por una parte hay demasiado césped y otras especies de alta demanda de agua. Por otra, se utiliza agua en exceso, despilfarrando un recurso que, sin duda, será muy escaso en la región. Los ciudadanos no cesan en denunciarlo.
  39. Playas sucias: El agua es frecuente que presente natas y espumas, posiblemente porque la depuradora no depura adecuadamente. Además, reiteradamente se han cerrado playas por contaminación con aguas fecales (Escherichia coli).
  40. Manifestaciones. El Ayuntamiento de Málaga ignora las recurrentes manifestaciones contra su gestión. Una de las más grandes tuvo lugar el 29 de junio de 2024. El objetivo central fue conseguir una ciudad habitable y poner coto al turismo masivo en general (cruceros, aviones…) y a los pisos turísticos en particular, así como a todo lo que eleva en exceso el precio de la vivienda. También hubo reivindicaciones para conseguir una ciudad más sostenible, con su bosque urbano y con más respeto a la naturaleza. Aquí puedes ver algunas fotos.
  41. El Arroyo de las Cañas es otro río encementado y muerto a su paso por la ciudad.
  42. Los vecinos de Málaga se oponen a la construcción de 285 casas en Pinares de San Antón. Esta “aberración” ya tiene luz verde del Ayuntamiento del PP. Los vecinos quieren zonas verdes y casas para los jóvenes del barrio, no chalets de lujo.
  43. El Ayuntamiento de Málaga ignora las recurrentes manifestaciones contra su gestión. Una de las más grandes tuvo lugar el 29 de junio de 2024. El objetivo central fue conseguir una ciudad habitable y poner coto al turismo masivo en general y a los pisos turísticos en particular, así como a todo lo que eleva en exceso el precio de la vivienda. También hubo reivindicaciones para conseguir una ciudad más sostenible, con su bosque urbano y con más respeto a la naturaleza. Aquí puedes ver algunas fotos. El mismo día hubo otra manifestación similar en Cádiz, y ha habido otras en multitud de ciudades.
  44. El PP de Málaga mantiene las carrozas de caballos, al menos 10 años más. Dicen que quieren acabar con esto, pero no tienen ninguna prisa en hacerlo a pesar de sus sorprendentes declaraciones: «No se pueden imaginar las quejas de turistas que llegan a diario al Ayuntamiento sobre las condiciones de los coches de caballos». Es urgente acabar con el maltrato animal y, en particular, con la hípica.
  45. La Costa del Golf no tiene límites. Avanzan los trámites para la construcción de nuevos campos en Mijas, Málaga, Nerja, Castellar de la Frontera (Cádiz)… Si llueve este año, retrasamos la crisis un poco.
  46. Otro árbol que se pierde por la mano del ayuntamiento. Los vecinos de El Palo no tuvieron tiempo de organizarse para salvarlo. Y van muchos árboles perdidos. Los del PP siguen dando pasos en el camino del despropósito. No es solo un ayuntamiento del PP. Son todos, porque su ideología neoliberal solo valora el dinero.
  47. El Ayuntamiento de Málaga consigue que la Junta de Andalucía autorice durante un año a emplear arqueros contra los jabalíes. Maltrato animal que se sabe que no soluciona el problema, porque matar descontrola las manadas y aumenta su fertilidad. Sería mejor prohibir que se alimenten artificialmente y entender las auténticas causas y las mejores soluciones.
  48. El ayuntamiento quiere construir un centro comercial en una reserva de camaleones (zona El Limonar), por los que cobró 150.000 euros de la FEMP por protegerlos. Esto se une a construcciones ya mencionadas, como la prevista en el monte San Antón, y hace que los montes se van ocupando. Así, luego los vecinos se quejan de que los jabalíes invaden sus calles, cuando la realidad es que es la ciudad la que invade el hogar de la fauna salvaje.
  49. El PP rechaza proteger la Laguna de Soliva y convertirla en zona verde. Una zona de gran valor biológico y paisajístico debe ser conservado.
  50. Málaga. La Junta y el Ayuntamiento talarán más de 300 árboles para un nuevo hospital. Sin árboles, habrá más enfermedades… “Si realmente hace falta un nuevo hospital, que lo construyan donde no haya que arrancar un pulmón verde”. Málaga sigue siendo una ciudad arboricida.
  51. …y no olvidemos que se sigue destruyendo Arraijanal.

Ciudades como Málaga están esperando a que otros resuelvan los problemas ambientales evitando asumir su responsabilidad. El objetivo es (quizás) maximizar beneficios económicos a corto plazo (para unos pocos), a costa de hipotecar a las generaciones venideras. Emplazamos a esas generaciones a quejarse a sus padres y gobernantes por permitir lo que está sucediendo.

♣ Más información sobre Málaga:

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💦Acueducto de la Fuente del Rey: una obra absurda, inacabada y que no sirvió de nada
💦Despilfarro y corrupción en Málaga
💦Otras obras absurdas de Málaga son una estación de cercanías y la Academia de Fútbol de Arraijanal
💦¿Quieres saber algo más?https://t.co/Ka2pLR98kQ

— BlogSOStenible ツ (@blogsostenible) July 18, 2021

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