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✇Edición General - El Salto

La lucha contra Altri desborda Compostela por segunda vez

Por: Alba Cambeiro
Decenas de miles de personas toman las calles de Santiago para exigir el fin del proyecto de macrocelulosa.

Temas principal: Galicia

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✇Conciertos en Albacete

Grupo de Folklore Abuela Santa Ana

Por: Discos Ruidosos

 

Grupo de Folklore Abuela Santa Ana

Domingo 14 de diciembre, 19:30 h

Auditorio Municipal de Albacete

Entrada: gratuita desde una hora antes en la Taquilla del Auditorio

 


Por la tarde, el Grupo de Folklore Abuela Santa Ana interpretará Dame el aguilando estrella, lucero de claro día... en el Auditorio Municipal.


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¿Un Estado para una lengua?

Durante el pasado euskeraren eguna pudimos ver varias pancartas donde, socialista o sin especificar, se afirmaba que el euskera necesita un Estado.

Temas principal: Opinión socias

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Tania Safura: “La negritud en España necesita pensamiento, no solo visibilidad”

Por: Elena García
Creadora de la plataforma de pensamiento crítico Radio África, su trabajo recorre la memoria colonial, las genealogías y las formas de imaginación y resistencia de la negritud.

Temas principal: En el margen

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✇Conciertos en Albacete

Zambomba Flamenca

Por: Discos Ruidosos

 

Zambomba Flamenca 

Domingo 14 de diciembre, 18:30 h

Plaza de Jesús de Medinaceli, Albacete

 


 

La Zambomba Flamenca organizada por la Cofradía de la Macarena en la Plaza de Jesús de Medinaceli.

 

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Concierto de Swing Ton Ni Song en Casas-Ibáñez

Por: Discos Ruidosos

 

Swing Ton Ni Song

Domingo 14 de diciembre, 19:30 h

Teatro Casas-Ibáñez

Entradas: 7€ anticipada / 10€ taquilla



Este domingo Swing Ton Ni Song en el Teatro Casas Ibáñez.

La banda Swing Ton Ni Song llega con Special Christmas, un concierto festivo, lleno de ritmo, humor y clásicos navideños versionados al estilo swing.

En clave de jazz y con espíritu festivo, sonarán temas como Jingle Bells, All I Want for Christmas Is You o White Christmas, todo ello con el inconfundible estilo de Nueva Orleans y una puesta en escena cargada de energía. 

Un viaje musical por los grandes temas de la Navidad con el inconfundible aire de Nueva Orleans de la agrupación.


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Casas Ibáñez Comics Libros convenciÓN – Filmoteca (…y +)

https://ciclonfilmoteko.wordpress.com/

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Gerardo Rubio: “La única izquierda que puede resolver los problemas de Extremadura es la soberanista”

Por: Francis Reina Corbacho
El candidato de Nuevo Extremeñismo - Adelante Extremadura (NEX), a la Asamblea de Extremadura defiende una izquierda que construya su camino desde pueblos y comarcas, siguiendo el ejemplo de Adelante Andalucía o BNG.

Temas principal: Extremadura

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Nuevo empujón para esclarecer la muerte de Unamuno

Por: Lu Barcenilla Román
El intelectual vasco-salmantino falleció en extrañas circunstancias la Nochevieja del terrible año 1936. Casi 90 años después, EHU se une a la USAL para impulsar un frente universitario que investigue el episodio final de la vida del escritor, con el fin de esclarecer la causa de su muerte.

Temas principal: Memoria histórica

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Asociaciones vecinales marchan a la planta Valdemingómez por incumplir medidas básicas de seguridad

Por: Susana Albarrán Méndez
Vecinas junto a colectivos ecologistas siguen señalando irregularidades en el funcionamiento de esta planta de residuos. Por ello convocan a la VII manifestación por el cierre de la planta de Las Lomas. Marcharán a las 11H, desde el Metro Valdecarros hacia las instalaciones de la incineradora.

Temas principal: Ayuntamiento de Madrid

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Robe: la amistad que creció entre sus versos

Por: Esther Sanz
El domingo 14 de diciembre, se celebra un homenaje a Robe Iniesta en Plasencia, su ciudad natal. España sigue llorando al músico, al poeta, que no se ha ido del todo, que siempre será “nuestra estrella pequeñita pero firme”.

Temas principal: Música

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Números que no cuadran

Por: Pablo Elorduy
La semana horrible del PSOE, inmerso en el descrédito por el Caso Ábalos-Cerdán y por los escándalos de acoso sexual, redunda en el agotamiento del “sanchismo”.

Temas principal: Opinión

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Carros de la compra

Por: María González Reyes
Esas mujeres que parecen invisibles pero que, si desaparecieran, dejarían un vacío irreparable hablan de cómo habitan sus lugares cotidianos.

Temas principal: La vida y ya

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La Junta impulsa la industria del golf con 2,6 millones de euros en 2025 mientras abandona la gestión forestal

Por: Aurora Báez Boza
El Ejecutivo ha gastado miles de euros de los Fondos para el Desarrollo Regional de la UE para promocionar el golf.

Temas principal: Junta de Andalucía

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El verano del agua

Por: Isabel Cadenas Cañón

1. Lo primero que vio al llegar fue La Ría. El río, la ría, no sabía si decirle «Mira, este es el río» –palabra más universal, más útil, menos local–, o decirle «Mira, esta es la ría» –la que todas decimos, la de aquí– y explicarle que río es dulce, que ría salada, que ría es ya casi mar. Le dije las dos, explicación incluida. En aquel momento, yo no sabía cuánto castellano sabía esa niña de 9 años que acababa de llegar a Bilbao para pasar el verano lejos del calor de los campamentos de refugiados en los que vive.

Pero sí sabía que este iba a ser el verano del agua.

Un bañador, un gorro, unas gafas y una toalla fueron sus primeras pertenencias aquí. En cuanto descansó del viaje, mi hermana y yo la llevamos a la piscina. Me lo habían dicho ya, que playa y piscina son las actividades preferidas de los y las niñas saharauis que vienen a pasar el verano aquí, pero nunca hubiera podido imaginar lo que iba a ser. El primer día que se metió en el agua, no podía creer esa sensación totalmente nueva en el cuerpo: no paraba de tocar el agua con las manos, con la cara, de chapotear, de sumergirse, de sorprenderse con cada descubrimiento. No paraba de probar, no paraba de reír. Y yo no paraba de llorar: ver cómo su cuerpo iba aprendiendo a flotar, cómo no se cansaba nunca, ni cuando se caía, ni cuando tragaba agua; verla, día tras día, aprender a dar una brazada, luego cuatro seguidas, luego el ancho de la piscina. Pocos privilegios he sentido tan hondos como el privilegio de estar acompañando a descubrir el agua a alguien a quien le han robado su salida al mar.


2. Cuando vio la bola del mundo sobre la mesita de noche de su habitación, se acercó a ella, pasó el dedito por el azul mediterráneo, cruzó el Estrecho y empezó a bajar, pero no hacia la derecha, no, no hacia Argelia, sino hacia la izquierda, pasando por encima de Marruecos y llegando a El Aaiún ocupado. Paró su dedito ahí y me dijo, sin palabras aún pero con toda claridad, de ahí vengo yo. Sáhara dijo una; y Sahara repitió la otra. Después, yo señalé Tinduf en el mapa, el lugar donde están ese otro El Aaiún, ese otro Bojador, esa otra Dajla, esos nombres espejo de cada una de las wilayas que componen los campamentos de refugiados donde vive, y me miró como diciendo no, no, de ahí no, yo vengo de aquí, y siguió señalando el Sáhara ocupado por Marruecos con el dedo, sin mirar a Argelia, como si por un momento los campamentos no existieran, como si no existieran los refugiados, como si no tuviera ninguna relación con esa tierra que acoge a quienes se tuvieron que ir de la suya hace ya 50 años.

«Este no es un programa asistencial. Este es un programa político», me dijeron en la primera entrevista que me hicieron desde Vacaciones en Paz, y ahí supe que sí, que claro, que iba a entrar. Pero eso, que tan claro tuve al principio, se fue transformando en paradoja cuando ella llegó. Una vez fuimos a un curso de grafitis y ella quería, como el resto de las niñas que estaban allí, pintar corazones: fue haciéndolos azules, rojos, amarillos, y el profesor, al saberla saharaui, le pintó su bandera y al lado escribió Sahara aske y yo me emocioné, y le hice una foto con la bandera, y mientras la hacía empezó a crecer en mí una sensación que ya me acompañó todo el verano: a veces, yo, tan amiga de «la causa», que tantas veces le había dicho «Sahara hurra», quería que ella fuera solo una niña; que el verano le trajera, también, el privilegio de no ser nada más que una niña de vacaciones en lugar de un símbolo político, una bandera andante, de llevar todo el peso de 50 años de ocupación sobre ese cuerpecito de apenas 28 kilos.


3. «Mira, esta es tu familia», le dijeron cuando llegué a buscarla. Rarísimo me sonó, y me reactivó el temor que había tenido cuando decidí acoger: que esa niña no fuera a tener hermanitas o hermanitos con los que jugar; que en nuestra casa, al cerrar la puerta, fuéramos solo ella y yo. Aunque, en realidad, esta tampoco era nuestra casa: una amiga de una amiga, a la que no conocía, me prestó su piso en Bilbao para que viviéramos ahí durante los meses de la acogida. «Como yo no puedo hacerlo, al menos apoyar», me dijo.

Tuve que haberlo entendido en ese momento, pero en realidad no lo he entendido hasta casi el final, a la hora de hacer balance, de pasar por la cabeza todo esto que he vivido con el cuerpo: acoger es, también, que la acojan a una. Primero alrededor de la idea de la niña, después alrededor de su presencia hermosa, se empezó a tejer a una red que nos ha estado sosteniendo: nos han prestado una casa, nos han regalado ropa, nos han dado de comer, en la peluquería le han cortado el pelo gratis –«para contribuir»–, personas que apenas conocía se han convertido en amigas, amigas se han convertido en comadres, a la distancia y en persona, mi hermana ha sido su aliada acuática, mi padre la ha llevado al campo, y ejércitos de niñas y niños le han enseñado a hacer pulseras, a coger olas, a hacer castillos de arena, a patinar, a saber el orden exacto en que se comen los huevos Kinder. Y claro, suena a cliché, pero todo eso es poco comparado con lo que ella nos ha enseñado a nosotras.


4. Su última semana aquí coincidió con Aste Nagusia, la Semana Grande, las fiestas de Bilbao. Salió todos los días: bailó en la romería, hizo turno en una txosna y, ante todo, se enamoró de Marijaia, esa señora rubia y con los brazos en alto que simboliza nuestras fiestas. Se hizo fotos con ella y llevaba un collar con su imagen que no se quitó nunca.

El último día de fiestas, en esa ría a la que nunca llamó río, nos despedimos de Marijaia. Ella decía que no entendía por qué la quemaban. Pero yo creo que sí: «Se va Marijaia, se acaban las fiestas, me voy yo», me dijo, ya en castellano, y me preguntó qué iba a hacer yo ahora, y allí, en la ría, mientras pensaba qué responderle, donde había empezado, se terminó este verano: el verano más ocupado, el verano más ocioso. El verano de la acogida, el verano del agua.

La entrada El verano del agua se publicó primero en lamarea.com.

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