
Linux Mint se ha ganado a pulso su fama como una de las distribuciones GNU/Linux más recomendables para el día a día, sobre todo para quienes vienen de Windows y buscan un entorno familiar. Con la llegada de las nuevas versiones de la distro y de Cinnamon 6.6 como entorno de escritorio estrella, el proyecto está dando pasos muy calculados hacia la modernización del sistema sin tirar por la borda su filosofía de estabilidad y sencillez.
En este contexto, Linux Mint 22.x y las versiones recientes de Cinnamon marcan una etapa clave: rediseño del menú de aplicaciones, avances en Wayland, renovación de herramientas de gestión de paquetes y una experiencia más pulida a nivel visual y de rendimiento. Todo ello mantiene el espíritu clásico del escritorio, pero lo adapta a lo que espera hoy cualquier usuario de Linux de escritorio.
Novedades de Cinnamon 6.6 y su papel en Linux Mint
El desarrollo de Cinnamon no se entiende sin Linux Mint: es el escritorio creado y mimado por el propio equipo del proyecto, y sobre él pivota la propuesta principal de la distro. Con la versión 6.6, Cinnamon refuerza su enfoque en un escritorio tradicional, configurable y muy cómodo, que sigue respetando la metáfora clásica de ventanas, panel y menú de inicio, alejándose de experimentos más radicales como GNOME Shell.
A nivel general, Cinnamon 6.6 continúa la línea marcada por versiones anteriores como Cinnamon 6.4, que introdujeron mejoras en gestión de energía, un tema predeterminado con mayor contraste y bordes redondeados, cuadros de diálogo más cuidados y una integración algo más avanzada con Wayland. Esta iteración sigue afinando esa experiencia, ofreciendo un escritorio moderno, pero que se siente muy reconocible para cualquiera que haya usado Linux Mint en los últimos años.
Una de las claves de Cinnamon es que ha ido separándose progresivamente del ecosistema GNOME. Nació como una bifurcación de GNOME 3 adaptada a las necesidades de Mint, pero con el tiempo el proyecto terminó aislando y reescribiendo componentes hasta convertirlo en un entorno propio. Desde Cinnamon 2.0, los applets, extensiones y desklets diseñados para Cinnamon dejaron de ser compatibles con GNOME Shell, consolidando así un ecosistema independiente, optimizado específicamente para este escritorio.
Un menú de aplicaciones más moderno en Cinnamon
Si hay un elemento que los usuarios asocian de inmediato a Linux Mint con Cinnamon es su menú de aplicaciones clásico: rápido, directo y sin florituras. Con las últimas iteraciones del escritorio y de la distro, ese menú sufre un rediseño pensado para modernizar la experiencia sin romper la costumbre, manteniendo la misma filosofía, pero poniéndose al día frente a lo que ofrecen otros entornos.
Los cambios se centran en una mejor organización de categorías, accesos directos y resultados de búsqueda, haciendo que sea más fácil encontrar aplicaciones, herramientas del sistema y archivos recientes. El objetivo es que los usuarios nuevos se orienten con mayor rapidez y que los veteranos mantengan su agilidad diaria a la hora de abrir programas.
Además, el nuevo enfoque del menú también favorece la usabilidad en pantallas de diferentes tamaños, desde portátiles hasta monitores grandes. Se han revisado elementos como el tamaño de las listas, el espaciado entre entradas y la disposición de las áreas principales (búsqueda, categorías, aplicaciones frecuentes), sin caer en diseños excesivamente minimalistas que sacrifiquen información.
Wayland en Cinnamon: transición cuidadosa pero firme
Wayland lleva años sonando como el relevo natural de X11 en el mundo Linux, pero no todas las distribuciones han tomado el mismo camino. En el caso de Mint, el equipo ha optado tradicionalmente por una estrategia conservadora, priorizando la estabilidad y la compatibilidad por encima de adoptar lo último por el simple hecho de hacerlo.
Con las nuevas versiones de Linux Mint 22.x y de Cinnamon, el soporte para Wayland comienza a ser más sólido y utilizable en el día a día. Se han corregido muchos de los problemas de compatibilidad iniciales, se mejora el rendimiento gráfico en determinadas configuraciones y se sientan las bases de un escritorio que pueda vivir cómodamente tanto con X11 como con Wayland durante un tiempo.
No se trata aún de una ruptura radical: X11 sigue presente como opción principal o de respaldo, especialmente para quienes dependen de aplicaciones o flujos de trabajo que aún se llevan mejor con el servidor gráfico tradicional. Sin embargo, el mensaje es claro: Mint se está preparando para un futuro en el que Wayland sea la norma, pero lo hace a su propio ritmo, intentando que el usuario note el cambio lo menos posible en forma de errores o regresiones.
Modernización de la gestión de paquetes: Aptkit y Captain
Uno de los cambios más interesantes «bajo el capó» en Linux Mint 22.1 y sucesivas es la renovación del ecosistema de herramientas vinculadas a APT. Durante años, tanto Ubuntu como Debian y Mint han arrastrado componentes como Synaptic, GDebi, apturl, aptdaemon o packagekit, muchos de ellos con un diseño envejecido y un mantenimiento limitado.
Para afrontar este problema, el proyecto ha dado el salto a Aptkit como sustituto del servicio aptdaemon, y ha creado Captain, una nueva utilidad que unifica lo que antes hacían GDebi y apturl por separado. Estas dos piezas traen mejoras en la gestión de dependencias, en la coherencia de las operaciones de instalación y en el rendimiento general a la hora de manejar paquetes.
Además, la modernización de estas herramientas se ha pensado también con la vista puesta en Wayland, de modo que los gestores gráficos de paquetes y las utilidades que lanzan instalaciones se integren mejor en sesiones no basadas en X11. Aunque muchas de estas mejoras están diseñadas para “pasar desapercibidas”, su impacto se nota en una experiencia más limpia, más consistente y menos dada a diálogos de error crípticos.
En cuanto a formatos de distribución de aplicaciones, la postura sigue siendo clara: Linux Mint favorece el uso de Flatpak y el repositorio Flathub, manteniendo su distancia con Snap. Esto da al usuario un catálogo muy amplio de software actualizado, pero sin atarse al ecosistema de paquetes de Canonical.
Cinnamon como entorno: tecnología y ecosistema de aplicaciones
Técnicamente, Cinnamon es un entorno de escritorio libre, de código abierto y basado en GTK, desarrollado principalmente en C, JavaScript y Python. Su interfaz se apoya en las bibliotecas GTK y mantiene compatibilidad con muchas aplicaciones diseñadas originalmente para otros escritorios derivados de GNOME.
El proyecto ofrece además un ecosistema de extensiones muy rico: applets, extensiones, desklets y temas personalizados. Estos elementos permiten añadir indicadores al panel, modificar el comportamiento del escritorio, colocar widgets en el fondo de pantalla o cambiar radicalmente la apariencia general del sistema. Todo ello se gestiona de forma bastante sencilla desde las herramientas propias de Cinnamon.
Actualmente, la versión estable disponible de Cinnamon se sitúa en la rama 6.6, con fecha de lanzamiento a finales de 2025. Cada nueva entrega no solo pule el funcionamiento del escritorio, sino que a menudo incorpora pequeños cambios visuales, mejoras de rendimiento, una integración más coherente con Wayland y ajustes pensados para que el escritorio siga resultando familiar, pero no se quede anclado en el pasado.
El proyecto X-Apps y su integración en Cinnamon
Para completar la experiencia de escritorio, Linux Mint mantiene desde hace años el proyecto X-Apps, un conjunto de aplicaciones «tradicionales» orientadas a diversos entornos GTK. La idea es ofrecer programas con interfaces coherentes que funcionen bien en Cinnamon, MATE, Xfce y otros escritorios similares, evitando depender de las decisiones de diseño más radicales de GNOME.
Muchas de estas X-Apps son en realidad bifurcaciones de aplicaciones clásicas del ecosistema GNOME. Por ejemplo, Xed es un editor de texto basado en Pluma, Xviewer deriva de Eye of GNOME para ver imágenes, Xreader procede de Atril como visor de documentos, Xplayer se inspira en GNOME Videos (Totem) para la reproducción multimedia, y Pix nace como una versión adaptada de gThumb para organizar fotografías.
Además, Timeshift se ha convertido en una pieza clave para la restauración del sistema, permitiendo crear instantáneas con BTRFS o rsync y deshacer cambios problemáticos con relativa facilidad. Blueberry proporciona una interfaz gráfica simple para gestionar Bluetooth apoyándose en la biblioteca gnome-bluetooth, y gnome-online-accounts-gtk actúa como gestor de cuentas en línea para entornos GTK que no quieren depender de la versión orientada exclusivamente a GNOME y a GTK4.
Para facilitar que todas estas herramientas funcionen bien en distintos escritorios, el proyecto mantiene libxapp, una biblioteca en C y Python que aporta los recursos comunes necesarios. Con el tiempo, Linux Mint ha ido separando gradualmente el desarrollo de X-Apps del ciclo principal de la distro para convertirlas en un proyecto más independiente, lo que favorece su uso también en otros sistemas.
Cinnamon 6.6 ya disponible
La combinación de Cinnamon 6.6, la base sólida de Linux Mint 22.x, las mejoras en Wayland y la modernización de herramientas como Aptkit, Captain y las X-Apps dibuja un panorama muy atractivo para quienes buscan un escritorio clásico, pero bien afinado para los tiempos que corren. Mint sigue apostando por la estabilidad, por una curva de aprendizaje suave para usuarios que vienen de Windows y por una experiencia que no obliga a pelear con el sistema a cada paso, al tiempo que va preparando con calma la transición hacia las tecnologías gráficas del futuro y un ecosistema de aplicaciones más coherente y mantenible.
Cinnamon 6.6 ya está disponible en GitHub, y será el escritorio que usará el Linux Mint 22.3 que llegará dentro de pocas semanas.




















