🔒
Hay nuevos artículos disponibles. Pincha para refrescar la página.
AnteayerSalida Principal

Jeannette Jara gana por la mínima en Chile y se medirá con la ultraderecha en una segunda vuelta

17 Noviembre 2025 at 10:18
Por: La Marea

En la urna en la que Jeannette Jara arrojó su papeleta este domingo ponía aún «presidente», una realidad y una metáfora a la vez de los tiempos en los que seguimos viviendo, sin apenas mujeres al mando de los gobiernos en el mundo. Jara, exministra del Trabajo del actual gobierno de Gabriel Boric, ha ganado por la mínima la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Chile, con el 26,8% de los votos. Es un resultado muy ajustado y por debajo de lo que pronosticaban las encuestas.

El ultraderechista José Antonio Kast, con el 23,9% de los votos, se ha quedado a una escasa distancia de la candidata comunista. Ambos se medirán en una segunda vuelta el próximo 14 de diciembre, que decidirá si la ultraderecha llega esta vez o no al palacio de La Moneda. Y si, de paso, una mujer vuelve o no a la presidencia.

Teniendo en cuenta la suma de las derechas (un 51% de los votos), los datos no son muy tranquilizadores para Jara, a quien Boric felicitó de este modo nada más conocerse el escrutinio: “Felicito a Jeannette Jara y José Antonio Kast por su paso a segunda vuelta”.

En ese grupo de las derechas, el populista Franco Parisi, en su tercer intento, ha obtenido el 19,7% de los votos. Por detrás, en cuarta posición, ha quedado Johannes Kaiser, con el 13,9%. Y, en quinto lugar, Evelyn Matthei ha logrado un 12,4% de los apoyos.

«Llamamos a la unidad sin descalificaciones, con respeto y con convicción democrática. Chile necesita sumar, no dividir. Mientras otros siembran odio, nosotros trabajamos por un país que avance junto», fue uno de los últimos mensajes de Jara en la campaña, llena de exabruptos y un aviso de lo que está por venir.

«Desde mañana –dijo la candidata izquierdista– saldré a escuchar» a toda esa mitad de chilenos y chilenas que no votaron ni por ella ni por Kast. «Toda nuestra fuerza está en ganar la segunda vuelta», zanjó el candidato ultraderechista.

La entrada Jeannette Jara gana por la mínima en Chile y se medirá con la ultraderecha en una segunda vuelta se publicó primero en lamarea.com.

INDIGENCIA POLITICA Y ELECCIONES PERMANENTES

25 Julio 2019 at 16:06

A vueltas con la liturgia vacía y falaz del mercado parlamentario, en veraniega búsqueda de referencias para entender este teatro y conexión incluida con un recuerdo a los años treinta. El reino de España como proyecto de… «Cuando la ideología, convertida en absoluta por la posesión del poder absoluto, se ha transformado de conocimiento parcelario […]

La entrada INDIGENCIA POLITICA Y ELECCIONES PERMANENTES se publicó primero en Radio Topo.

El insulto es una trampa

23 Septiembre 2025 at 15:26
Por: diario

La ultraderecha lleva usándolo desde siempre, pero en cierta medida alguna vez ha calado en prácticamente todos los discursos políticos. Caer en la falacia “ad hominem” era tan fácil como eficaz. Pero hoy este no-discurso sólo beneficia al nuevo fascismo.

Un apunte antes de empezar. Antes de hablar de derecha, fascismo, ultraderecha… es necesario hacer una definición, al menos de “nuevo fascismo” término que usaremos mucho en las siguientes líneas. Actualmente no hay una definición clara que clasifique a las derechas y parece difícil llegar a tener una que se convierta en algo de facto. En este artículo los fascistas o neonazis, son los que pretenden suplantar la democracia liberal por otros regímenes. El nuevo fascismo sin embargo es populista, autoritario y nativista pero en apariencia demócrata, no quiere subvertir la democracia aunque la erosione con su discurso. Las filas del nuevo fascismo no están pobladas de neonazis, fascistas ni falangistas, son demócratas aunque las apariencias y sus pretensiones nos engañen. El nuevo fascismo podría ser considerado como la variante neonazi reformista. Lejos de imponer esta definición, que se entienda al menos en las siguientes líneas.


El insulto es una regla en el no-discurso del conjunto de la ultraderecha, lo fue siempre, pero hoy se ha vuelto algo peligroso y muy efectivo que no parece tener freno. Esta táctica comunicativa además fomenta la doctrina del odio, quiebra las líneas argumentales profundamente ya que el insulto es mucho más efectivo que un argumento. Pero aunque el nuevo fascismo sea líder absoluto de esta oscura técnica casi todas las corrientes ideológicas lo han usado, incluso contra las propias líneas de la derecha. Ejemplos como – Abascal sí que es un vago- o -los obreros de derechas son retrasados mentales- no son raras de escuchar, incluso de la boca de quién escribe estas líneas.


La doctrina del insulto escava la trinchera y neutraliza al contrincante para que no entre en el debate. Vagos, parásitos, golpistas, bolibarianos, feminazis, invertidos han sido y son, hoy más que nunca, algunos de los insultos comunes en la ultraderecha que se exhiben sin pudor en medios de masas y en prime-time. Dependiendo del contexto lo normal es que el insulto no sea excesivamente evidente y esté suavizado. Se utiliza el término “paguitas” para señalar a vagos y parásitos, el separatismo para los golpistas o la protección de la familia contra los invertidos… Esta estrategia de comunicación no requiere argumentos, no se busca convencer, si no dar un pretexto fácil. Aquí los productivos y allí los parásitos, aquí los fieles allí los traidores, aquí los de aquí allí los invasores, aquí los normales allí los invertidos… Con esta línea tratan de hacer entrar a la sociedad en una lógica dual simplista con un evidente lado bueno. Si eres un vago, un traidor, un invasor o un invertido automáticamente se te despoja de tu discurso y tus razones. El adversario no es legítimo, se le inocula como alguien no autorizado para debatir, sean cuales sean sus razones, ahora ya no valen. No es un sujeto válido para el debate, es un sujeto al que se le combate, un enemigo.


Este no-discurso tiene otra gran ventaja, exacerbar el sentimiento de pertenencia. La idea de vestir al enemigo como algo anómalo genera una ruptura de nuestra percepción social. Esto hace que el resentimiento se pueda dirigir fácilmente sobre un grupo marginal. El odio se ha convertido en una forma de pertenencia y la sociedad se ha vuelto una sociópata que disfruta castigando a un enemigo inventado. El no-discurso de la ultraderecha nos imbuye sentimientos, el enemigo causa indignación, miedo o asco, atrás queda la razón o la humanidad. Es muy habitual encontrar discursos en los que el insulto se entremezcla con la dureza y la des-humanización del enemigo. En el imaginario que esparce el discurso del nuevo fascismo los reclusos, por ejemplo, gozan de piscinas y de una vida de ensueño o los migrantes tienen todo tipo de ventajas sociales que hacen de su vida un camino de rosas.


Parece que hay una tendencia entre investigadores y sociólogos a pensar que nuestra sociedad está abandonando el concepto de justicia social para cambiarla por una justicia moral, en gran media influenciada por este no-discurso. Ya no importa si nuestra sociedad está construida sobre injusticias económicas, que el empresario se lucre explotándote o el rentista y el banquero saqueándote. Nuestra sociedad puede estar abandonando esos ejes centrales del debate político en busca de un raquítico pero muy reconfortante reconocimiento social. La exclusión y el racismo cultural hace que aquellos que han sido humillados por el sistema, explotados, saqueados o llevados a la pobreza, encuentren una forma de reconocimiento social en los sentimientos de odio y de pertenencia. La violencia y la desigualdad ya no son complejos problemas estructurales, ahora se explican fácilmente por la existencia de minorías vistas cómo anomalías sociales. Algo mucho más simple y asimilable sin necesidad de complicarse la vida con complejas teorías. Corremos el riesgo, si no es demasiado tarde, que los obreros abandonen el ideal revolucionario para instalarse en los cómodos sentimientos de pertenencia y desprecio. por las señaladas minorías que marca el potente no-discurso de las derechas. Pero aún hay mas ventajas para los que esgrimen este no-discurso. Mientras existan anomalías sociales, algo imposible de erradicar, el poder tiene excusa para dejar de rendir cuentas. Ya no existe un problema estructural y ya no hay complejas teorías que expliquen las desigualdades o la necesidades de violencia ahora simplemente existen minorías sobre las que se carga toda la frustración social. Esto limpia las manos de los que sujetan el poder y desvía las responsabilidades.


Frente a este problema algunos se han posicionado culpabilizando las líneas argumentales de la izquierda y la socialdemocracia como causas del auge social del insulto. Aupar al mundo intelectual ha relegado a gran parte de la población a ser ninguneada generando un revanchismo y a su vez la búsqueda de argumentos que destruyan ese mundo elitista. Este razonamiento tiene una base en estudios, aunque no sean concluyentes debido a su complejidad, (Stockemer (2018), European meta-analysis; Marshall (2016), UK reform study; Meyer (2017), Eurobarometer; UCL, Private vs. State School) que apuntan a una tendencia social, especialmente en Europa. Cuantos menos nivel de educación la población tiene más posibilidad de adoptar simpatías con la ultraderecha.


Tal vez deberíamos reflexionar sobre cómo evitar caer en la trampa que lleva años tejiendo el nuevo fascismo y no parece tarea fácil.

Allá donde las urnas no llegan: el futuro de la participación electoral en un mundo desigual

31 Enero 2025 at 10:33
Palacio presidencial de Puerto Principe

Entrados ya de lleno en el 2025, y con las ecuaciones electorales ya resueltas, los gurús de la geopolítica internacional estrujan ahora sus análisis en lo que depararán las políticas de los candidatos electos en un contexto internacional en el que sus acelerados cambios políticos empiezan a ser ya una preocupante costumbre. El año 2024 abría gran parte de los análisis geopolíticos con pronósticos sobre lo que depararía la gran cita electoral en todo el planeta en la que casi la mitad de la humanidad estaba llamada a votar en más de una tercera parte de los países que componen los 5 continentes. Y mientras, la otra mitad de la humanidad, o bien espera turno para depositar su papeleta o se resigna a que su derecho a ejercer el voto siga restringido. Se propone así bajo estas líneas un pequeño viaje hacia aquellos lugares en donde las urnas no llegan.

Asia, el continente más grande y poblado del mundo, albergó elecciones generales en 18 de sus 48 estados, al que se sumarían las elecciones en el pequeño Taiwán como uno de los 5 países continentales no reconocidos y que tantas jaquecas genera al gigante chino. Los grandes titulares del año electoral asiático serían la consolidación de las políticas ultranacionalistas en países claves como India o Turquía, los controvertidos resultados en Pakistán o el reciente caos poselectoral en Corea del Sur, pero, a pesar de ser el continente donde más población estaba llamada a votar, Asía es, también, el territorio que más déficit democrático presenta.

Según la organización no gubernamental Freedom House dedicada a medir el estado de los derechos políticos y libertades civiles en el mundo, sólo 6 países asiáticos superarían los estándares para ser catalogados como “libres” (Japón, Corea del Sur, Mongolia, Israel, Timor Oriental y Taiwán), 18 “parcialmente libres” y, el resto, bajo el dominio de regímenes que restringen derechos fundamentales. Entre este último nutrido grupo se encontrarían monarquías absolutas como Brunéi, Qatar o Arabía Saudí; regímenes bajo un sistema de partido único como China, Laos o Corea del Norte; autocracias militares o familiares como Birmania o la recién “liberada” Siria; teocracias como en Irán o Afganistán o estados inmersos en plenos conflictos armados como Yemen o Palestina (otro de los todavía no reconocidos).

Mitin electoral en Namibia

Si bien, algunos combinan incluso varias de las funestas etiquetas descritas, la lista es todavía más larga (Omán, Turkmenistán, Vietnam, Emiratos Árabes Unidos…) y, aunque algunos sí se “molesten” en celebrar elecciones, no por ello quiere decir que sean democráticas, ni mucho menos, libres o competitivas.

África, tercer continente en extensión geográfica, es el segundo más poblado, representando el 15% de la
población mundial. Según datos del Fondo de Población de las Naciones (UNFPA) es, además, el continente
más joven del mundo con el mayor porcentaje de personas menores de 18 años. Este dato, aunque desde el
punto de vista electoral mantiene a más de la mitad de su población total sin poder introducir la papeleta de
voto, revela que podrá ser el continente con inercias futuras más sorprendentes.

Una de ellas es la notable implicación de la juventud y su aprovechamiento de la tecnología para ejercer nuevas formas de participación ciudadana. Participación, por cierto, que, en el caso de las mujeres, se traduce en una progresiva presencia en la esfera pública y mayor representación en los parlamentos nacionales, erigiéndose este año Namibia como el 5º país africano en tener una presidenta de la nación después de Liberia, Malawi, Tanzania y Etiopía.

Otras sorpresas fueron el fin del oficialismo en Senegal por partida doble, con un
presidente y primer ministro por debajo de los inhabituales 50 años de edad o la pérdida de mayoría
absoluta del partido de Mandela por primera vez desde el fin del apartheid en Sudáfrica.

Del total de los 54 estados africanos, hubo elecciones en casi la mitad de ellos y, si bien hubo sorpresas, hubo también resultados “previsibles”: Argelia, Túnez y Egipto revalidaban gobiernos con “discretos” escrutinios  por encima del 90% a favor de las candidaturas presidenciales; Chad, Ruanda y Mozambique no se quedaron atrás, confirmando, a su manera, el continuismo con la saga familiar de los Deby, la 4ª reelección de Kagame o el empeño de Frelimo por “continuar su lucha”.

Cartel electoral de Swapo en Namibia

Y es que la salud democrática de África todavía sufre de serios achaques. Según los estándares de la citada Freedom House, sólo aprobarían 9 países, 4 en el cono sur (Namibia, Botsuana, Sudáfrica y la pequeña Lesoto); Ghana, allá por el occidente continental y, perdidas en los mares, las islas de Cabo Verde, Mauricio, Santo Tomé y Príncipe y las Seychelles.

El resto, extendidos por toda la masa continental, entre suspenso o necesita mejorar. Así, entre los países donde las urnas todavía no llegan están aquellos regidos por juntas militares, especialmente en el Sahel tras los golpes de estado de los últimos años en Mali, Burkina Faso, Guinea Conakry o Níger; aquellos todavía inmersos en procesos transicionales, como Libia, Somalia o Sudán del Sur o aquellos en plena guerra, como la que sufre Sudán con la peor crisis humanitaria actual en el Planeta. Y, por supuesto, no podían faltar aquellos con “querencia” al cargo, bien en formato de dictaduras monárquicas, como Marruecos o Esuatini (Suazilandia) o presidencialistas, como la de Paul Biya en Camerún (desde 1982); Museveni en Uganda (desde 1986); Isaías Afewerki en Eritrea (desde 1991) y Teodoro Obiang Nguema en Guinea Ecuatorial, éste último con el desgraciado récord de “dictador más longevo del mundo” ocupando su cargo desde que en 1979 derrocó en un golpe de estado a su tío Francisco Macías.

América, situada al otro lado del charco y con poco más de 1000 millones de habitantes, es la tercera en porcentaje de población mundial, la segunda en extensión y la única que alcanza tocar los dos polos terrestres. Quizá, de ahí los “cortos” que hacen saltar tanta chispa en sus intensos procesos electorales. El 2023 se despedía con la resaca electoral argentina o el subidón de fiesta, según le sentase a cada cual el cotillón que cerró el año con la vitoria de Milei. En el 2024, el final de fiesta tampoco defraudó con la victoria del primer presidente electo estadounidense con cargos penales y un cartel de barras y estrellas que fue analizado hasta la saciedad durante todo el año.

Y entre medias, mientras unos países alternaban también sus gobiernos (vuelta del Frente Amplio en Uruguay o la coalición de partidos en Panamá), otros, revalidaban victorias como la bolivariana en Venezuela, impugnada por medio mundo; Morena en México, situando a Claudia Sheinbaum como primera mujer presidenta en la historia de su país o la abrumadora mayoría de Bukele en El Salvador, a pesar de su contorsionismo constitucional para ratificar su candidatura. No es de extrañar, que con tanto candidato “alfa”, la reelección del gobierno en la pequeña República Dominicana pasara mediáticamente desapercibida. No en cambio, la cada vez más desastrosa situación que vive su vecino Haití, el país más pobre del continente donde, desde hace décadas, llueve sobre mojado: terremotos, ciclones, magnicidios, ocupaciones militares y su penúltimo drama, el control por bandas callejeras de casi la totalidad de su capital Puerto Príncipe, sumiendo al país en un preocupante desgobierno y un horizonte futuro poco halagüeño.

Pero tanta pasión electoral americana no es óbice para que el continente goce de mejores índices democráticos que sus homólogos asiáticos y africanos. Según Freedom House son sólo 4 países donde la libertad está seriamente restringida, además de los mencionados Haití y Venezuela, la sempiterna Cuba, con su “sistema político” de partido único y Nicaragua, cuya “linda flor” sufre los desmanes del caudillismo familiar de los Ortega y su absoluta perversión del pasado revolucionario de su formación.

Y en este viaje electoral nos adentramos como última estación en lo que el ex alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, llamo el “jardín europeo”, un viejo vergel que, con el permiso del hemisferio sur, podría hacerse extensivo a los territorios oceánicos. Juntando ambos continentes no superan ni en población, ni en territorio a los tres anteriores, si en cambio, en sus estándares de aprobación democrática.

Pero como en todo parterre, en lo que refiere al ejercicio de derechos y libertades, hay siempre jardineros que podan más de la cuenta en países como Hungría, Serbia o Bosnia, y desde el punto de vista electoral, la alargada sombra de fraude no incomoda ni a la senda de Putin, considerando a Rusia como animal de compañía en territorio europeo, ni a su patio trasero en Bielorrusia, gobernada desde 1994 por Lukashenko, recién reelegido para su séptimo mandato con casi el 90% de votos.  Mientras, en la vecina Ucrania, hasta que la ansiada paz ponga fin a la ley marcial, las urnas de cristal seguirán guardadas en los refugios antiaéreos.

2024 fue, efectivamente, un año electoral intensito con reválidas, alternancias y pantomimas. Lo que sí que no cambió fue la imposibilidad de votar en aquellos lugares proscritos donde las urnas tristemente hace mucho que no llegan. Lugares con libertades restringidas, persecución política, censura periodística, privación de derechos y prevaricación judicial, una sistemática amenaza cuyo contrapeso lo ejercen valientes voces que se arriesgan en su empeño y denuncia a través de las pocas herramientas de participación ciudadana a su alcance.

Aun así, nada de ello fue impedimento para que los países del nuevo jardín desplegarán sus amables diplomacias allá donde los intereses políticos, económicos y militares más convenían (acuerdos migratorios, negocios de armamento, hidrocarburos, mundiales de fútbol, etc. etc. etc.) aparcando para mejores ocasiones esos discursos de derechos y libertades que forjaron las viejas democracias de Occidente. La Historia, a pesar de la apariencia sucesiva y acelerada de acontecimientos, es como un gran buque que navega con lentitud por el desierto oceánico. Errar la hoja de ruta puede derivar en peligrosas tempestades y despertar viejos monstruos marinos. Un viejo aviso para nuevos navegantes.

La entrada Allá donde las urnas no llegan: el futuro de la participación electoral en un mundo desigual aparece primero en Periodismo Ciudadano.

Encuesta sobre las tendencias políticas en las próximas Elecciones Europeas

25 Mayo 2024 at 20:56
Es importante recoger la visión de los ciudadanos respecto de la Europa que queremos, existen diferentes tendencias de las cuales nos gustaría tu opinión

672 - ¿y por qué no votamos con el móvil, figura?

29 Mayo 2023 at 07:41



Por supuesto, esta tira está basada en el día de ayer... no me tocó mesa, pero casi:

No me ha tocado mesa, pero por poco (éramos 5, de los cuales 4 éramos suplentes).

Solo teníamos al primer vocal.

Luego ya han llegado presidente y suplente (el 2º vocal no se ha presentado)

— Sinergia Sin Control 🐀💩🥄 PARODIA,HABEAS CORPUS (@fred_SSC) May 28, 2023
y en que @MargaretCastor hizo un hilo de resumen sobre por qué lo del voto electrónico NO-NO-NO-NOPE.

Sobre el voto online.

— Margaret Castor is on Mastodon (@MargaretCastor) May 28, 2023
...y sí, hay avances en el tema (vocdoni, por ejemplo)...

Hay sistemas descentralizados. El domingo hicimos prueba piloto con dos organizaciones haciendo de interventores virtuales. Y los votos emitidos están anonimizados y disponibles para auditar.

Lo único que el voto digital no puede igualar por ahora es la presencialidad.

— Dario Castañé (Bluesky: dario.cat) 🏴‍☠️ (@darccio) February 17, 2021
y algunos artículos prometedores (sí, aquí pone que con blockchain, no me peguéis mucho, las quejas a Darío xD)...

 ...pero, si hoy por hoy te quieres sentir moderno votando, piensa esto:

A ver, yo sé que tenéis ganas de votar en plan piu-piu, luces led y naves espaciales, como en el futuro, pero lo de hoy es un ejemplo bestial de un sistema de computación distribuida, estable, tolerante a fallo, y seguro.

— Sinergia Sin Control 🐀💩🥄 PARODIA,HABEAS CORPUS (@fred_SSC) May 28, 2023
  • No hay más artículos
❌